Tumgik
#Francisco Peinador
perdidoenelsuper · 5 years
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Helter Skelter Tour en La Nación Revista
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Al final de la calle, a 900 metros, hubo un baño de sangre. Dentro de la camioneta parada al costado del camino reina un silencio de muerte, pero afuera es mediodía y todo está en su lugar. El cielo es celeste, las nubes son blancas, el césped es verde. Sólo hay una advertencia, y es trivial: la silueta de un ciervo sobre un cartel amarillo señala la presencia de animales sueltos en la zona. Nada más. Entonces el conductor pone play y los parlantes exhalan un canto que cala los huesos. Es un coro de chicas con voz infantil, una travesura, pero en su eco tintinea un lamento de fantasmas. Son 40 segundos espeluznantes. Luego la camioneta avanza y seguimos, en silencio, el camino de los asesinos.
 Al final de la calle, a 500 metros, la actriz Sharon Tate –esposa de Roman Polanski, embarazada de 8 meses– fue masacrada junto a otras cuatro personas por un grupo de veinteañeros. Sucedió 50 años atrás, el 8 de agosto de 1969. Para muchos, ese día terminaron los 60 en Estados Unidos; para todos, ese día nació el mito de Charles Manson. Por él estoy acá, junto a otros 12 curiosos, a bordo de la camioneta del Helter Skelter Tour, una excursión que sigue las pistas de uno de los crímenes más resonantes del siglo XX.
Al final de la calle, sobre la colina, alcanzaremos el súmmum del paseo, el lugar de los hechos: Cielo Drive 10050. Estamos en las alturas de Los Ángeles, husmeando la muerte de una estrella. Pero empecemos por el principio.
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El sol brilla fuerte esta mañana. Es sábado, todavía no son las 9 y, aunque camino por una de las ciudades más contaminadas de Estados Unidos, el aire parece nuevo. Las calles están casi desiertas; en 20 cuadras encuentro sólo un par de los casi 40 mil homeless que viven en LA.
 Al llegar a Dearly Departed, la agencia que organiza el Helter Skelter Tour y otros paseos de turismo necrológico, encuentro un edificio chato, desangelado, como tantos otros por acá –más allá de las palmeras y el cartel de fondo, el paisaje de Hollywood no parece tener mucho que ofrecer–. El interior del lugar, sin embargo, es una fiesta macabra: Dearly Departed Tours es también sede del Artifact Museum, una exhibición de objetos bizarros vinculados con celebridades muertas. La colección incluye desde chucherías –una tartera de Marilyn Monroe, la dentadura postiza de Mae West– hasta el Buick ‘67 chocado en el que se mató la actriz Jayne Mansfield. El colmo: la urna funeraria con las cenizas de “Michu” Meszaros, el actor con enanismo que se ponía el traje de Alf cuando el extraterrestre aparecía de cuerpo entero en pantalla.
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“Siempre me atrajeron las tragedias, no sé por qué”, dice sin complejos Scott Michaels. El guía y fundador de Dearly Departed y el Artifact Museum sonríe poco, pero es amable. Vive de los muertos, sin culpa, desde hace años. “Crecí en Detroit, en una de las esquinas más transitadas de la ciudad. Durante mi infancia ahí vi muchos, muchos accidentes. El destino me expuso a la muerte cuando era muy chico y, desde entonces, mi vida gravitó alrededor de ella”.  
 A las 9, Michaels toma lista y confirma que estamos listos para partir. En la comitiva somos 13; todos estadounidenses excepto una familia irlandesa y yo. Las nacionalidades, igual, no importan: a todos nos une la humana atracción por lo perturbador, lo desconocido. Queremos estar cerca de la locura y la muerte, sin sufrir las consecuencias.
 A mi lado se sienta Heather, 29 años, la masa corporal de Estados Unidos. Tiene el pelo millennial teñido de violeta, la cara redonda llena de pecas, la nariz respingada, los ojos celestes encendidos por la brillantina que chispea sobre los párpados. Mientras tomo nota de sus atavíos –expansores en las orejas, cuatro piercings, bouquet de flores tatuado en el escote, frapuccino gigante en la mano–, me cuenta que está emocionada porque es su primera vez en LA. “Soy de Minesotta, al lado de Wisconsin, que es donde nacieron la mayoría de los asesinos seriales del país”, se jacta. Dice que el caso Manson le parece especialmente fascinante, que le gustaría entender la psicología detrás de los asesinatos, que por eso leyó casi todos los libros que se publicaron sobre el tema. “Mi exnovio es más fanático de estas cosas que yo”, comenta. “En una de sus piernas se tatuó la cara de un montón de asesinos seriales”. Le digo que es una buena razón para haber terminado la relación, pero me aclara que, en realidad, fue él quien la dejó.
 “¿Todos listos?”, interrumpe Michaels. “Tomen asiento, pónganse cómodos y descansen en paz”, dice, y acelera. La propuesta del tour es simple, recorrer la ciudad a bordo de la camioneta durante cuatro horas para visitar algunos puntos clave en el caso Manson. Los Ángeles es enorme y famosa por sus embotellamientos, así que parece lógico. Pero es también algo decepcionante: para no perder tiempo y evitar problemas con los vecinos no podremos bajar a de la camioneta salvo para visitar algún baño público.
 En el camino, escucharemos la historia de boca de Michaels, que conoce el caso en detalle, y veremos fotos y videos de su archivo en una pantalla colocada bajo el espejo retrovisor. “Soy un verdadero nerd”, se enorgullece y, sin respirar, se zambulle en la prehistoria de Charles Manson.
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Un resumen comenzaría diciendo que nació en Cincinatti, el 11 de noviembre de 1934. Lo primero es la familia, y la suya era un descalabro. Cuando tenía 6 años, su madre, de 22, fue arrestada por robar en una estación de servicio. Padre no había, así que Charlie se fue a vivir con sus abuelos, luego con un tío, luego con otro. Acabó en un orfanato. A los 13 robó por primera vez y le pareció bien. Empezó a saltar de un delito en otro, de un instituto de menores en otro. Cuando cumplió la mayoría de edad, fue a la cárcel, donde aprendió a tocar la guitarra. En 1967, después de pasar la mayor parte de su vida encerrado, le dijeron que quedaba en libertad. Pidió permiso para quedarse, pero no hubo caso.
 En pleno Verano del Amor, llegó a San Francisco. Allí conoció a Mary Brunner, y juntos viajaron por California. En el camino, otros se sumaron al vagabundeo y pronto se formó una comunidad alrededor de Manson. Una segunda familia, esta vez con mayúsculas. Dicen que era lindo, carismático, encantador, que hacía sentir especiales a chicos comunes. “Era bueno para seducir mujeres; tenía sexo con todas”, se explaya Michaels. “También organizaba orgías con las que atraía a motoqueros que, a su vez, le ofrecían seguridad. Manipulaba a todos para conseguir lo que quería”.
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En 1968, la Familia Manson se instaló en Spahn Ranch, un caserío en el norte de LA que se usaba como set de filmación de películas del Viejo Oeste. Aquel año, Charlie conoció a Dennis Wilson, baterista de The Beach Boys, quien le abrió las puertas del mundo de la música y le presentó, entre otros, al productor Terry Melcher, a quien Manson trató de convencer de grabar un disco, pero sin suerte. Aquellos días compartidos de sexo, drogas y rock and roll terminaron con una de sus canciones (“Never learn not to love”) en el disco 20/20, de los Beach Boys. “Cuando Wilson murió ahogado en 1983”, cuenta Michaels, “Manson dijo que su sombra había escapado de la cárcel para asesinarlo por edulcorar la letra de su canción. Es el único crimen que se adjudicó”.
 En julio de 1969, la cosa se puso espesa. Después de un negocio que no salió bien, Manson le disparó a un dealer llamado Bernard Crowe, en Hollywood. El hombre sobrevivió, pero Charlie creyó que lo había matado y, desde ese día, empezó a temer que alguien quisiera vengar a Crowe. Entonces, la paranoia, las armas, la oscuridad.
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“Estamos en agosto de 1969”, dice ahora Michaels. “Hace unas semanas, el Hombre llegó a la luna, Judy Garland murió en Londres, los disturbios de Stonewall impulsaron el movimiento gay y Nixon comenzó a retirar tropas de Vietnam. En las pantallas, Busco mi destino y Butch Cassidy. También Scooby Doo tuvo su primera emisión ese año. Y el 8 de agosto, horas antes del asesinato de Sharon Tate, los Beatles cruzaron Abbey Road y se tomaron una de las fotos más célebres en la historia”.
 Avanzamos por Beverly Boulevard, una avenida amplia que atraviesa Hollywood de este a oeste. Mientras escuchamos la historia de Manson, la ciudad sigue a su ritmo. Un chico de camisa hawaiana y sombrero panamá sale de Starbucks con su café XL; una rubia de ficción casi lo atropella con su monopatín. Unas cuadras más allá, nos detenemos frente a El Coyote, una cantina mexicana de toldo rojo donde se cree que tuvo lugar la última cena.
 “Hay registros de que la noche del 8 de agosto el estilista Jay Sebring –peinador de Jim Morrison y Frank Sinatra, entre otros– hizo una reserva en El Coyote para cuatro personas. Según se cree, Sebring cenó acá con Sharon Tate –su exnovia y amiga–, y la pareja de Wojciech Frykowski –amigo de Polanski– y Abigail Folger. A las 21.45 habrían dejado el lugar. Tres horas más tarde, los cuatro estaban muertos”.
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El Coyote es uno de los sitios históricos en los que Quentin Tarantino filmó escenas de Había una vez en Hollywood, película que presentó en la última edición de Cannes y que, en Argentina, se estrenará el 22 de agosto. Protagonizado por Brad Pitt y Leo DiCaprio, el film trata de manera tangencial la historia de Manson, por lo que Tarantino contrató a Michaels como asesor.
 “Nos reunimos durante un par de horas cuando empezó a filmar porque quería conocer detalles del caso”, cuenta el guía. “Después estuve en algunos de los sets de filmación y pude hacer algunos aportes más. Para mí fue un viaje en el tiempo ver estos escenarios adecuados a 1969. Tarantino se ocupó de que cada señal, cada cartel, cada parquímetro en la calle fuera reemplazado por uno de época. Y fue increíble ver a cuatro actores caracterizados como Tate, Sebring, Frykowski y Folger, vestidos igual que las víctimas, llegando a El Coyote a bordo de un Camaro amarillo como el que usaron aquella noche. Fui testigo de la historia”.
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La noche del 8 de agosto de 1969, a unos 40 kilómetros de El Coyote, Manson ordenó a sus seguidores más fieles que fueran hasta la casa que había sido de Terry Melcher –el productor amigo de Dennis Wilson– y mataran a todas las personas que encontraran allí. A la escena debían darle, además, un toque “maldito”. La dirección de la casa era Cielo Drive 10050, pero Melcher ya no vivía ahí –y todo indica que Manson lo sabía–. Unos meses antes, el productor se había mudado y la casa había sido alquilada por Roman Polanski y su esposa, Sharon Tate.
 Aquella noche, Tex Watson, Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Linda Kasabian entraron en la casa indicada y cumplieron las órdenes. Polanski estaba filmando en Europa, así que los golpes, disparos y cuchillazos fueron para Sharon Tate y sus amigos. Steve Parent, un chico de 18 años que había ido a visitar al casero de la propiedad, también fue asesinado. El toque maldito lo dio Atkins: antes de irse, escribió “pig” (“cerdo”) con sangre en la puerta de entrada.
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Estamos al final de la calle, frente a Cielo Drive 10050. Un minuto atrás, en la camioneta, escuchamos a las chicas de la Familia entonando “Always is always forever”, una canción compuesta por Manson. Fueron 40 segundos espeluznantes. Miramos por la ventanilla, pero la casa de Tate ya no está; fue demolida en 1994. En su lugar hay otra, más grande, más fea. Más allá, el paisaje de Los Ángeles se desparrama hasta el infinito.
 En la pantalla, Michaels reproduce un video donde él mismo cuenta en detalle los movimientos de los asesinos, con fotos de la escena del crimen. “Sharon Tate fue la última en morir”, dice. “Rogó que se la llevaran con ellos y la dejaran tener su bebé, pero Atkins le respondió: ‘No hay piedad para vos’. Le dieron 16 puñaladas”. En la pantalla, el cuerpo de Sharon Tate cubierto de sangre, volcado sobre la alfombra teñida de rojo. Justo detrás, sobre el sofá, la bandera de Estados Unidos.
 La camioneta arranca y se me revuelve el estómago. Llevo un par de horas aquí encerrado, escuchando historias escalofriantes sobre los recovecos más oscuros de la mente humana. El camino zigzagueante por el que bajamos a la ciudad, no ayuda. Antes y después de Cielo Drive, visitamos otros puntos de interés (el lugar donde los asesinos se deshicieron de la ropa ensangrentada; la peluquería de Jay Sebring –que también aparece en la película de Tarantino–; las casas de otras víctimas; el Sunset Strip, donde pululaba la bohemia en los ‘60), pero yo estoy fuera de combate.
 En 1969, la locura no paró. La noche siguiente al asesinato en la casa de Tate, Manson quiso perfeccionar el método y fue con sus discípulos a Los Feliz, un barrio al este de Hollywood, donde ordenó a Patricia Krenwinkel y Leslie Van Houten que mataran a Leno LaBianca y a su mujer, Rosemary, en su casa. “Una semana después la policía llegó a Spahn Ranch para arrestar a la Familia”, cuenta Michaels. “Cuando supo que los buscaban sólo por el robo de un auto, Manson se sintió afortunado, pero eso no era nada: por un error en el formulario de detención, los liberaron enseguida”.
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 A fines de agosto, se instalaron en una cabaña en el Valle de la Muerte, a 300 kilómetros de LA. Allí permanecieron un tiempo, mientras la paranoia envolvía a California y los medios hablaban de supuestas orgías satánicas en la casa de Polanski (su película El bebé de Rosemary, estrenada un año antes, alimentaba la fantasía).  
 En octubre de 1969, la Familia volvió a ser arrestada, esta vez, por el incendio de un tractor. Ya en la cárcel, Susan Atkins alardeó frente a su compañera de celda de haber participado del asesinato de Tate, y ese fue el principio del fin. En 1971, los acusados principales (Charles Manson, Tex Watson, Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Leslie Van Houten) fueron condenados a muerte. Un año después, el Estado de California abolió la pena capital y la condena se redujo a cadena perpetua. El 17 de noviembre de 2017, Manson murió en la cárcel. Nunca se pudo probar que haya estado presente durante un asesinato.
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Son muchas las razones por las que, a 50 años de los asesinatos, la figura de Charles Manson sigue despertando fascinación. Una de ellas es, seguramente, la trama infinita de pequeños hechos que se fueron sucediendo hasta terminar en un baño de sangre. “Es una historia con tantos detalles que nadie sería capaz de inventarlos”, dice Michaels. “Hay fama, crueldad, estrellas de rock, belleza, drogas, vulnerabilidad. Lo tiene todo”.
Todo menos lógica. Hay varias teorías sobre las razones de los asesinatos. Algunos hablan de un simple ajuste de cuentas por drogas; otros, de un mensaje para Melcher; otros, que buscaban probar la inocencia de un miembro de la Familia que estaba preso por asesinato. Pero la teoría más llamativa es la que involucra a los Beatles.
 Manson estaba obsesionado con el Álbum blanco (lanzado en noviembre de 1968), y había hecho una interpretación propia de las letras, vinculándolas con la Biblia. A partir de las canciones, profesaba que los afroamericanos desatarían una guerra racial y que, una vez que mataran a todos los blancos, acudirían a la Familia –que sobreviviría escondiéndose en el desierto– para gobernar el mundo. Los asesinatos, entonces, eran una manera de mostrar a los afroamericanos lo que tenían que hacer. A esa delirante guerra racial, la llamaba Helter Skelter.
 El final del tour es con esa canción de los Beatles y con la voz de Manson en una entrevista de 1987. “Créanme, si yo empezara a matar gente, no quedaría vivo ninguno de ustedes”, dice. Y la camioneta se detiene.
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little-summers · 8 years
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Soldiers.
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El día había amanecido con un sol espectacular. La ciudad de San Francisco estaba experimentando los 16 grados más agradables desde que empezase Febrero. Y los habitantes de la ciudad deseaban disfrutar de ese "sneak peek" de primavera. La casa situada en el número 1329 de Carroll Avenue era un hervidero de bullicio. Aprovechando el magnífico día, Dawn les había propuesto a sus invitados, un pequeño viaje a San Diego. Dorian estaba que no cabía en sí del gozo; su madre no solía tener ese buen humor. O, al menos, en los últimos dos años no lo había tenido y podía contar con los dedos de una mano las ocasiones en que le había propuesto un viaje de fin de semana como aquel. —¿Puedo llevarme al señor Bigotes? —le preguntó, saltando a su lado mientras la veía meter en una maleta algo de ropa. —Dorian, volveremos mañana. No es necesario que te lleves todos tus juguetes —le respondió, colocándolo todo bien para que cupiese tanto lo de él como lo de ella en la maleta. —He comprado snacks —oyó que decía Sia, en el pasillo. La cazadora cargaba con sendas bolsas repletas de todo tipo de chucherías—. Tenemos patatas fritas, dulces, palomitas, gominolas, nachos... Abajo he colocado ya media pila de refrescos. Hambre no vamos a pasar. —Hambre de ninguna clase —Añadió Addison que andaba detrás de Sia, alzando las cejas en una expresión divertida cuando miró hacia la habitación de Dawn de pasada. Jake estaba tirado en la habitación de invitados en la que había dormido, echado en la cama con los brazos cruzados bajo la nuca y mirando al techo. Había aceptado acompañarlas a ese viaje a San Diego porque haber contestado que tenía cosas más importantes que hacer hubiese sido una vil mentira. Los rayos de sol se colaban por las cortinas, pero no fue esa la razón de que Jake se incorporase y se sentase en el filo de la cama. Había oído el gemido de Sheiko. El perro estaba dando vueltas sobre sí mismo. —What's up, buddy —Se agazapó en el suelo, cogiéndole del pelaje del cuello para que se estuviese quieto—. Está bien, sh. Calma. ¿Hueles algo? Si son las tortitas que ha hecho Sia, a mí tampoco me gustan. Mientras tanto, Addison había dejado a Sia acabando de preparar sus sendas bolsas y entraba en la habitación de su prima dándole un abrazo por la espalda y un beso en la mejilla. —¿Todo bien? No le dio tiempo a responder. La ventana de la habitación explotó en mil pedazos, provocando que Dawn se abalanzándose sobre su prima y Dorian, evitando así que los cristales chocasen contra ellos. Media docena de hombres uniformados como soldados, entraron en la casa, reventando la puerta principal. Un par de ellos habían entrado por la ventana de la habitación de Addison y Sia, dándole a ésta un puñetazo que interceptó, agachándose para pasar una pierna por debajo de ellos, de tal forma que acabaron en el suelo. Sin embargo, un tercero, le propinó un fuerte golpe con su arma en la nuca, dejándola K.O al instante. En la habitación de Dawn, una bomba de humo entró rodando por la puerta. Ambas primas la miraron durante una milésima de segundo, antes de que explotase. Dawn le tapó la nariz y la boca a Dorian para que no respirase aquello mientras intentaba abrirse paso para salir de allí. Pero un golpe en la cara, la hizo trastabillar hacia atrás, perdiendo el contacto con su hijo. Uno de los soldados, equipado con gafas para poder ver a pesar del humo, tiró del brazo del niño preparado para cargárselo al hombro y llevárselo; pero un peinador se le clavó en el cuello sonsacándole un grito de dolor. Addison luego le echó del dormitorio dándole una patada con la suela de la deportiva en la boca del estómago. —Te tengo, te tengo —Le susurró a su sobrino, abrazándolo contra sí y protegiéndole la cabeza con una mano. Intentó dar con Dawn, pero era casi imposible ver nada lejos de la puerta, así que decidió salir de allí hacia el pasillo. Dawn querría que priorizase a Dorian. En el segundo dormitorio de invitados, Sheiko apartaba los colmillos del cuello de un soldado mientras que Jake derribaba a otro de un cabezazo. Cuando le dio la espalda al caído se limpió la sangre del labio y le dio órdenes al perro. —Protege al niño —abrió su bolsa, sacando una 9mm y sin girarse, habiendo oído las pisadas del soldado que acababa de entrar por la ventana, disparó hacia atrás metiéndole una bala en el pecho. Cuando salió al pasillo, fue justo en el instante en que un par de soldados acorralaban a Addison. Uno la cogió por detrás por el cuello y el otro la separó del niño.
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Jake apuntó, pero el forcejeo de Addison no le permitía tener un buen tiro. Addison se defendió dando un codazo atrás, pero el soldado se devolvió propinándole un revés que la lanzó escaleras abajo. El soldado que tenía a Dorian tuvo que soltarle cuando el lobo se le lanzó encima. Dorian corrió todo lo que rápido que pudo. Su madre le había enseñado lo que debía hacer en esos casos y, aunque estaba muy nervioso y sentía que se le saldría el corazón por la boca de lo rápido que le latía, intentó mantener la cabeza fría. Tal como su madre le había repetido muchas veces que debía hacer en esos casos. Tenía que llegar al sótano y encerrarse en la secadora. Ese era en plan. Claro que, resultaba muy difícil cuando medias medio palmo de altura. Se coló entre las piernas de varios soldados y bajó corriendo las escaleras, sin mirar atrás. Anastasia salió de la habitación con una mano en la nuca, frotándose ahí donde le habían dado un golpe. Con la libre, sujetaba su pistola. Le metió una bala sin mirar a uno de los soldados que en ese momento pasaba por ahí y se agachó cuando una ráfaga quiso dar contra su cuerpo. Rodó por el suelo y disparó. Estaban por todas partes. Dawn intentaba ver por encima del humo y el caos pero le era imposible. A trompicones, consiguió salir de la habitación. Le dio un puñetazo a uno de los soldados y salió escopetada hacia el ático, donde tenía ese baúl repleto de armas. Pero no le dio tiempo a llegar al ático. Era imposible con la docena de soldados que había en la casa. Se agachó, quitando el rodapié de una parte de la pared y sacó una escopeta, al momento justo de poder disparar a uno de los soldados que se había abalanzado sobre su prima. Addison miró alrededor y se permitió coger aire, respirar. Subió las escaleras para reunirse con Dawn.
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—Son demasiados. Tenemos que sacar a Dorian de aquí, no podemos cargárnoslos a todos —Mientras hablaba, y veía a Jake enfrentarse cuerpo a cuerpo contra el único soldado que parecía quedar en la segunda planta, buscaba a su sobrino y a Sia con la mirada. Decir que tenía el corazón en la garganta era decir poco. Entonces Jake se acercó a ellas. —He visto a Dorian correr hacia abajo. Id a por él, yo os cubriré —acababa de sacar el cargador de la pistola. Le quedaban suficientes balas. Volvió a montarla. En la planta baja, Anastasia estaba enfrentándose con cuatro soldados a la vez. Le estaba costando la vida mantenerse en pie pero se obligaba a ello. Había visto a Dorian correr escaleras abajo y lo había seguido para protegerlo. Lo malo era que los soldados también se habían percatado de ello. —Pegáis como si niñas de cinco años —les dijo, escupiendo un coágulo de sangre a un lado. Le pegó una patada a uno y tomó de la cabeza a otro, girando sobre sí misma hasta partirle el cuello y, de paso, pegarle otra patada al tercero. El cuarto le disparó en el hombro pero ella no se amedrentó. Había sufrido heridas peores. Lo placó con fuerza, lanzándolo más allá del sofá. Dawn y Addison bajaron las escaleras todo lo deprisa que pudieron. Pero ambas se agacharon cuando un quinto soldado abrió fuego desde su posición, dejando una hilera de agujeros en la pared. —¡Dejad de destruir mi casa! —gritó Dawn, desde el escalón donde estaba escondida con su prima. Cuando el soldado tuvo que recargar, Jake aprovechó para meterle una bala entre ceja y ceja, aparentemente impresionando a Addison. —Joder, qué puntería. —Tengo mucho tiempo libre y poca compañía —simplificó él. Pero Addison no le hizo mucho caso, había visto que Sia estaba herida y se apresuró en llegar a su lado. —¿Es que siempre tienes que acabar baleada? —El sangrado no era exagerado, pero una herida de bala siempre era peligrosa. Se oyó un forcejeo que parecía venir de la cocina y seguidamente un aullido que pareció más un gemido. Jake le echó una mirada a Dawn e inmediatamente después cruzó la casa hasta llegar a la cocina. Allí vio la puerta del sótano abierta y a los pies de esta, Sheiko estaba tendido con el pelaje gris manchándose de un carmín oscuro. No supo exactamente lo que sintió, pero se decantó por rabia; aunque le hubiese gustado agacharse con su viejo amigo y reconfortarle, pasó por encima y bajó solo dos escalones antes de meterle una serie de balazos en la espalda a los soldados que buscaban a Dorian. Dawn apartó de un empujón a Jake cuando éste mató a los únicos soldados vivos que quedaban. La casa entera estaba repleta de cadáveres pero a ella no le importó. Abrió de un tirón el mueble donde tenía la secadora y después, abrió la misma, encontrándose a Dorian allí dentro, con una pistola en la mano. —¡Oh dios mío, estás bien! —exclamó ella, completamente aliviada. El niño salió como pudo de la secadora, soltando el arma para lanzarse sobre su madre. Ambos se fundieron en un sentido abrazo: una mezcla de miedo por el que habían pasado y de alivio al ver que ambos estaban bien. Arriba, Sia le hacía burla a Addison. La herida no era nada de lo que no pudiera encargarse.
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—Las he tenido peores —le respondió, pegándole una patada en la cabeza a un soldado caído—. Como aquella vez, no hace mucho, que tuve una bala metida en el estómago porque alguien quiso convertirse en un colador humano... Aunque seguía mirando paranoica alrededor, Addison se permitió creer que todo había acabado y sentó a Sia en el primer escalón de las escaleras, apartándole la mano de la herida para poder echarle un vistazo ella. —No quise convertirme en un colador humano, estaba estancando a diestro y siniestro y me pegaron un tiro. Son cosas que pasan —No solo le temblaban las manos por haber pasado otra vez por el miedo de que Sia muriese; esos soldados no habían asaltado la casa para matar a Dawn o para hacerle daño a ella. Tenían un objetivo muy claro. Y eso estaba causándole una angustia enorme. Jake había contemplado el abrazo de madre e hijo durante unos segundos y luego había vuelto a la cocina, apoyando una rodilla en el suelo al agacharse junto a su perro. Le acarició el pelaje dónde no fuese a dolerle. —Hey buddy. Buen trabajo, buen trabajo —miró a su derecha y vio el cuerpo del soldado que tenía el uniforme desgarrado y profundos mordiscos en el cuello. Aún con Dorian en brazos, Dawn subió las escaleras del sótano hasta llegar a la cocina, donde se encontró el cuerpo de Sheiko ensangrentado. Le tapó los ojos a su hijo, impidiendo así que viese nada. Ese perro lo había protegido con su vida y una angustia comenzó a torturarla la garganta. —Iré a buscar una botiquín —le dijo a Jake, mientras pasaba por su lado—. Seguro que podamos salvarlo. O... o... Sia hace una cosa muy rara curativa. Seguro que lo puede salvar. La mencionada estaba dejando que Addison observase su herida pero ella estaba más ocupada admirando su rostro. —¿Sabes que te sale una arruguita muy adorable en la nariz cada vez que te preocupas? Y aunque estaba angustiada, esa observación no hizo que sonreír a Addison. —Creo que eres la primera persona que nota arruguitas adorables en mi nariz, Anastasia Flynn —la miró a los ojos, esos ojos que la volvían completamente loca y luego le acarició la mejilla—. Te pondrás bien, solo necesitas beber mucha agua. —Hay que irse —había interrumpido Jake a Dawn—, los soldados podrían volver. Dile a tu prima que te ayude a coger lo estrictamente necesario, tendríamos que irnos cuanto antes. Él no tenía nada que coger, por lo que podía quedarse a hacerle compañía a Sheiko. —Está bien —Le susurró al can— ¿Crees que puedes levantarte, uhm? Vamos —Le dijo todo y ayudándole a ponerse en sus cuatro patas, pero no hubo suerte—. Vale. Descansamos. Aunque Dawn estaba preocupada por Sheiko, decidió que lo mejor en ese momento era largarse de la casa. Salió de la cocina, aún con Dorian en brazos y se encontró a las otras dos sentadas en las escaleras. —Nos vamos —fue todo lo que dijo—. Coged vuestras cosas. Anastasia asintió una sola vez, poniéndose en pie con ayuda de Addison. —Es la mejor decisión que has tomado en la vida. Addison no dijo nada, simplemente subió escaleras arriba ayudando a Sia. No le sería tan difícil empacar, siempre tenía una bolsa de emergencia lista. Esos meses como cazadora no le habían enseñado mucho, pero si lo suficiente. Por supuesto, primero iba a meter a Sia bajo la ducha para que se recuperase del balazo. Jake seguía en la cocina, acariciándole el hocico a su amigo al que cada vez parecía costarle más mantener los ojos abiertos; cuando oyó un quejido. Un quejido humano. Con pistola en mano, se acercó al cuerpo al que Sheiko le había enseñado cuan afilados estaban sus colmillos, viendo como intentaba arrastrarse y no ahogarse en la sangre que se le aglomeraba en la garganta en el proceso. El cazador le dio un puntapié para que volviese a estar boca arriba y luego le puso la suela del zapato en el pecho. Si pudiese, hubiese gritado. —¿Por qué queréis al niño? El soldado le enseñó una sonrisa de dientes rojos. —Que... te... Jake apuntó a su muslo y le pegó un tiro. Luego volvió a apuntar a su cabeza. —La policía y las ambulancias llegarán en menos de diez minutos. Puedes ser listo, decirme lo que quiero saber y sobrevivir. Lo que tus jefes te harán ya será un problema para mañana, pero lo que yo puedo hacerte en diez minutos es un problema de ahora. ¿Me sigues? ¿Por qué queréis al niño? Pero el tipo seguía sonriendo. No iba a hablar. Jake le miró fijamente hasta que frunció los labios; y le pegó otro tiro en el otro muslo. Moriría lenta y dolorosamente antes de que llegase la ambulancia. Volvió con Sheiko enfundando la pistola en el cinturón. Pero ya era tarde. Tragó saliva intentando deshacer el nudo de la garganta y le acarició una última vez. —Good boy —susurró. Luego se levantó y salió de la cocina. Esperaba que Dawn ya supiese dónde iban a ir; de no ser así, él tenía un par de ideas. Ésta ya bajaba con un par de maletas. Al igual que su prima, siempre tenía lista una de emergencia. Aparte de la que había preparado para ese fin de semana que había empezado como un viaje casual. —¡Jake! —gritó, mientras iba seguida de Dorian, quien llevaba una pequeña mochila a la espalda. Él también tenía su propia mochila de emergencia. Sia y Addison no tardaron en bajar. La primera llevaba una gasa en el hombro, se había sacado la bala pero no pretendía gastar más tiempo en darse una ducha. Sin embargo, Addison la estaba obligando a beberse dos litros de agua. —Es una herida en el hombro, Addie —le iba diciendo, según rodaba los ojos antes de dar un trago a la botella que le había tendido. —Es una herida en el hombro que sangra, y no me gusta que salga sangre de tu cuerpo —decía mientras le echaba un vistazo a la gasa que le había puesto. No estaba muy empapada, así que tal vez Sia tuviese razón y no fuese tan grave. Jake había estado esperándolas abajo con su bolsa. Había sacado algunas pistolas y cuando se acercó a las chicas fue para darle una a cada una. —Por si las moscas. No creo que tengamos problemas hasta que encontremos refugio, pero hombre precavido vale por dos. O algo así —Luego bajó la mirada a Dorian y le puso una mano en la cabeza, acariciándole el pelo—. Has sido muy valiente, chaval. Estoy orgulloso de ti. Y también tu madre. —Soy un niño muy grande —respondió Dorian, como si el hecho de que alguien pudiese ponerlo en duda, le pareciese ofensivo. Dawn se guardó la pistola en la parte trasera de los pantalones y echó un vistazo a su casa. Su querida casa, esa en la que había invertido todos sus ahorros y que contenía más recuerdos que cualquier otro lugar en el que hubiese vivido. —Nos vamos a casa de un amigo —les comentó, en voz alta—. Bueno, si queréis venir, claro. No tenéis por qué. Anastasia se apartó la botella de la boca y arqueó una ceja. —Obviamente, no tenemos por qué. Pero, ahora mismo, you're stuck with us. Así que hazte a la idea. —Lo mejor es que permanezcamos juntos —Añadió Addison, agachándose para coger su bolsa y echársela al hombro—. ¿Dónde está Sheiko? Jake había ido también a por su bolsa y le estaba cerrando cuando oyó a la pregunta de Addison. No había ninguna forma correcta de contestar sin romperle el corazón a Dorian, solo podía mentir. —Se quedará aquí en caso de que vuelvan —Anduvo hacia Dawn—. Me las llevaré en mi coche, tu ve con Dorian ¿De acuerdo? Te seguiremos. Ella asintió. Lo que había empezado como un buen fin de semana se había vuelto una carrera contrarreloj. Aquellos hombres irrumpiendo en su casa. Hombres uniformados. Soldados. Con un objetivo concreto: su hijo, Dorian.
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chaynay · 4 years
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Sinnside - Full horror film / Cortometraje de terror completo (2013) from Miguel Ángel Font Bisier on Vimeo.
© Miguel Ángel Font Bisier / Ryu Media SL 2013
Cortometraje ganador del Méliès de Plata a Mejor Cortometraje Fantástico Europeo 2015. Silver Méliès Award winning short film for Best European Fantastic Film 2015.
Bienvenidos al lado dulce del pecado. Un cuento macabro protagonizado por siete niños cuyas almas serán el plato principal para un grupo de adultos dentro de un extraño restaurante.
What future awaits for us if we devour children´s innocence? A macabre fairy tale in which main characters are seven kids whose souls will be the main dish for a group of adults sitting at a bizarre restaurant. Welcome to the sweet side of sin.
Cortometraje estrenado en Sección Oficial Sitges 2013. Short film premiered at Sitges Film Festival's Official Section 2013.
Ficha técnica/artística Sinnside • Director, guionista, montador: Miguel Ángel Font Bisier • Productores ejecutivos: Rafael Lis, Eduardo Lis , Miguel Ángel Font • Director de fotografía: Cayetano González Capella o Asistente DOF: Alberto Córdoba • Travelling: Alfonso Calza • Ayudante de dirección / grafismo: Nicolás Castelló • Dirección de producción: Miguel Ángel Font, Eduardo Lis García, Rafa Lis García • Jefe de producción: Rafa Lis García • Ayudante de producción: Helena Gálvez • Jefe de eléctricos: Alber Romaguera o Ayudante eléctricos 1 : Pau Sanmiguel juan o Ayudante eléctricos 2: Antonio Sarió Balada • Casting: Miguel Ángel Font, Ryu Media • Dirección de arte: Arancha Rodríguez y María Jesús Tarazona • Escultor: Manolo Rodríguez • Vestuario y estilismo adultos: Dragomir Krasimirov o Asistente Dragomir: Belén Arauz • Vestuario niños: José Vivó (Cristina niños) • Estilismo niños: Arancha Rodríguez y María Jesús Tarazona • Dirección de maquillaje y peluquería: Zaira Bueno y Anna Cortés o Auxiliar maquillaje y peluquería 1: Lydia Benítez o Auxiliar maquillaje y peluquería 2: Diego Viedma o Auxiliar maquillaje y peluquería 3: Tarás Shvalya • Jefe técnico Fx : David Chapanoff • Sonido: Jose Luis Canalejo • Música: Isabel Latorre • Canción oficial “Angels with no name” o Compositor: Alberto Sánchez o Letrista: Miguel Ángel Font o Intérprete: Olaya Alcázar • Artista 3D: José Rodríguez • Artista maquillaje digital: Charli Soler Lobo • Etalonaje: Carlos Corresa • Catering: La Matandeta • Storyboard: Francisco Sánchez • Ilustración promocional: Hugo Saláis • Foto fija: Natxo Martínez • Making of: Claudia Marconell, Javier Tatay CRÉDITOS ACTORES: Camarero Ramón Orozco Cocinero José Soler Camarera Cristina Martínez Adulto Niño I Belén Riquelme / Manuel Ruiz II Tania Martínez / Álex Boyer Cortés III Enrique Victoria / Eva Zuñiga Estevan IV Ángel de Miguel / Anastasia Senko V Ignacio Bort / María Zuñiga Estevan VI Pavel Gorny / Zaida Martínez Pérez VII Sasha Marini / Lucía Stoks Bestia Javier Albero Con Jose María Bernabeu
SPONSOR: La Matandeta Vualá Design Llumm Studios Kika Lux Dragomir Krasimirov Cristina Moda Niños Sweetie Cakes Bodegas Antonio Arráez Ugo Cacciatori Eduardo Peinador Representación
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placestoseein · 7 years
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Places to see in ( Oropesa - Spain ) Oropesa is a Spanish town in the province of Toledo. The town of Oropesa is famous for its castle-turned-parador, which was built in 1402. The parador of Oropesa was formerly the residence of the Toledo family of nobles. This includes Francisco de Toledo, Count of Oropesa, who became the Viceroy of Peru. The town of Oropesa has a yearly celebration in April called "Jornadas Medievales", or "Medieval Days", which plays off the presence of the Castle in Oropesa. The municipality of Oropesa is located "on a mound or height of granite stone" to the north, in "flat ground", the village of La Corchuela , between the mountains of Gredos and the Tagus river , near the city of Talavera de la Queen . It belongs to the Campana de Oropesa region and contains the segregated terms of Rosarito and the dehesas of Verdugal, Villalba and Orcajo. Linda with the municipal terms of Candeleda and Arenas de San Pedro to the north, in the province of Avila , Navalcán , Parrillas , Velada , Torralba de Oropesa and Calera and Chozas to the east, Alcolea de Tajo and Torrico to the south and Lagartera to the west in the one of Toledo. The dehesa del Verdugal is also beautiful with El Gordo to the south, Peraleda de la Mata and Talayuela to the west, in the province of Cáceres and La Calzada de Oropesa to the north and east, to the one in Toledo, and Rosarito, on the other hand, Talayuela, Pueblonuevo de Miramontes and Villanueva de la Vera to the west and Madrigal de la Vera to the north in the province of Caceres Oropesa was conquered by the Romans, then by the Arabs and reconquered in the eleventh century, was part of the Community of Villa and Tierra de Ávila . Oropesa appears first mentioned in a document dated July 9, 1277 in which Alfonso X sends Pedro Martinez to go to Oropesa and Torralba and obliges to restore to those who had entered the Donadío de Velada the damages caused to Velasco Velázquez. At that time belonged to the Order of Saint Mary of Spain . In 1366 Enrique II granted the lordship of the town of Oropesa to García Álvarez de Toledo , as a reward for his resignation from the mastery of the Order of Santiago and also for other services rendered. His descendant, Fernando Álvarez de Toledo y Herrera , was the first count of Oropesa , named by the Catholic kings . In Oropesa term existed different populations, now already destroyed, like the one of Aravalles, in the way that goes to Parrillas, Guadiervás high and low, to the borders of the river Guadyerbas or Fuente del Maestro, in the way that goes to the Bridge of the Archbishop . Of other depopulated ones such as those of Aldehuela, Ruimartin and Fuente de Cantos, news of its existence is known, although it can not be determined where they were located. Alot to see in ( Oropesa - Spain ) such as : Oropesa Castle : formed by two buildings, one old and one new. The ancient date of time of the Arabs, and was raised on a Roman structure of rectangular plant and circular towers. Church of Our Lady of the Assumption : 15th century, Plateresque style . It has a nave divided into three sections, where a seventeenth-century doorway stands out. It is declared as being of cultural interest. Colegio de Jesuitas : 16th century, renaissance style . It consists of a church, called San Bernardo, and proper college, as a central courtyard of columns. It is declared as being of cultural interest. New Palace : 16th century, renaissance style . Main facade with three bodies of height and an octagonal body, called "Peinador of the Duchess", to its right. It is declared like good of cultural interest. Hermitage of the Peñitas : of century XVIII, of baroque style . It has a rectangular floor plan, with a single nave covered by a half-barrel vault. Plaza del Navarro : it is the main meeting point of the town, its most significant element is the clock tower (built in 1901 ) that forms a pointed arch over an alley. ( Oropesa - Spain ) is well know as a tourist destination because of the variety of places you can enjoy while you are visiting the city of Oropesa . Through a series of videos we will try to show you recommended places to visit in Oropesa - Spain Join us for more : https://www.youtube.com/channel/UCLP2J3yzHO9rZDyzie5Y5Og http://ift.tt/2drFR54 http://ift.tt/2cZihu3 http://ift.tt/2drG48C https://twitter.com/Placestoseein1 http://ift.tt/2cZizAU http://ift.tt/2duaBPE
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