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#Santiago Citlali Kaan
hollowanddamned · 7 years
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Santiago Citlali Kaan “Thiago”
“Afro-Cuban dance, it's the dance of slaves. When they danced, it was their only time to be free. So they could be a bird, or do a Flamenco Step and make fun of their owners. Or just be in the sea instead of being stuck on an island away from home. It's a dance about being exactly who you want to be in that moment.”
Age: 17 (Born: 13th August)
Hometown: La Havanna (Cuba)
Languages spoken: español, brasileiro, inglés.
Sorted in: Wampus
Then:
Para saber la historia de Thiago, habría que remontarse a sus padres. Araceli Sánchez, hija mayor de una numerosa familia cubana, creció bailando en las calles como si la música fuera lo que hiciera latir su corazón y no sangre. El baile era su pasión y el ritmo era natural para ella, algo que hizo que su talento solo creciera y creciera con las horas que le dedicaba bailando aquí y allá al ritmo que resonaba en callejones y esquinas de la Habana. No eran una familia demasiado adinerada y, siendo ella la única mujer de la casa, se esperaba que hiciera cosas a las que nunca estuvo dispuesta. ¿Por qué cuidar de niños y ancianos cuando había música en la calle? Por su parte, Ichtaca Kaan era el único hijo de una familia de magos venida a menos. Habían sido nombrados como chamanes cuando sus tribus aún resistían, después habían sido llamados hechiceros y, más tarde, magos cuando la escuela de magia abrió y sus talentos encontraron donde formarse. Uno podría pensar que esto sería positivo, pero con la colonización y la destrucción y ocupación de las tribus nativas también se fueron olvidando los orígenes de la magia que estas habían estado protegiendo y, así, acabó por caer en manos de los conquistadores también la más sagrada de las artes: la magia. La familia de Ichtaca trataba de hacer convivir ambas culturas, no olvidar lo que sus ancestros les habían regalado, por lo que la formación de los jóvenes se mantenía también durante verano y trataba de conciliar ambos aprendizajes. El joven, como último descendiente de la línea de su abuelo, fue instruido con severidad por su familia y acabó por ser un mago y un chamán diestro. Mientras tanto, la joven Araceli había seguido creciendo entre rumbas y boleros, abrazando la música como forma de vida dado que sus estudios le resultaban aburridos y tediosos y sus hermanos ya habían comenzado a casarse y formar sus familias. Si bailaba y conseguía hacer dinero con eso, no tenía que depender de ningún hombre y podría mantenerse a si misma. Tenía su futuro en la mira y luchó por él con garras y dientes hasta conseguirlo. Ambos jóvenes se conocieron en un bar, donde Araceli comenzó a bailar y consiguió cautivar a Ichtaca, que torpemente intentó bailar con ella. Divertida por la torpeza del chico, la bailaora decidió darle clases y poco a poco su amistad fue avanzando hacia un romance más tranquilo de lo que podría parecer. Ninguno de los dos estaba dispuesto a dejar su vida por el otro, pero a ninguno de los dos le importaba que el otro no estuviera mientras volvieran a encontrarse y su compromiso se mantuviera...así que decidieron casarse y verse en fechas que marcaron el mismo día del compromiso. Año tras año se citaron cuándo y dónde habían decidido, fieles a su compromiso y al otro, hasta que su romance dio, muchos años después, el fruto que ambos habían deseado: un día, a punto de cumplir ya los cincuenta, Araceli apareció a su cita con un abultado vientre. Ichtaca no podía contener su emoción: al fin tendrían un hijo. Decidieron establecerse juntos durante el embarazo y los primeros años del niño, asentándose en la ciudad de ella y en la casa familiar. Todos estaban incrédulos, ¿cómo iban a tener un niño siendo tan mayores? ¿Estaban locos? Cabezota como siempre, Araceli ignoró a su familia y decidió tener a su hijo igual. Ichtaca no podía contener su asombro el día que el pequeño nació, viendo en la fecha un augurio: 13 de agosto, el día que el calendario maya había comenzado a correr, quizás era también un símbolo de que la magia de su familia se mantendría incluso si su sangre había sido manchada con la de no-majs. Decidieron honrar a la familia de Araceli, poniéndole de primer nombre al pequeño el del abuelo materno, Santiago, y Ichtaca decidió el segundo: Citlali, "estrella" en su idioma. Thiago pasó sus primeros años bailando al ritmo de las calles de la Habana, jugando con sus primos y atendiendo la escuela con ellos. No culpaba a sus padres de su ausencia, su madre era una bailaora famosa y su padre trabajaba para MACUSA para proteger el mundo mágico, ¡eran geniales! Las citas que ambos habían tenido a solas hasta entonces, se volvieron los momentos en los que la familia se reunía y, por tanto, los días favoritos del niño. Tal vez el augurio de su padre fue cierto, porque lo cierto era que Thiago mostró aptitud para la magia desde muy joven. Nunca había sido un secreto para él que su padre era un chamán, como tampoco lo era después de tantos años para su madre, así que nunca temió adentrarse en aquel mundo que tanto asustaba a todos y se lanzó a él con tanta pasión como a la danza, aprendiendo un poco aquí y allá antes de que su carta para entrar en Ilvermorny llegase. El día que despidieron a su hijo para mandarlo a aquella escuela, ninguno de los dos podía estar más orgulloso. Su pequeño, aprendiendo a domar aquel poder que latía por sus venas al ritmo de rumba. Los inicios fueron más duros de lo esperado, dado que muchos de los chicos que estaban allí se reían de su profundo acento, pero no se dio por vencido y siguió con sus dos pasiones, bailando pasillos adelante y asistiendo a clase con puntualidad. La ceremonia había sido extraña para él, Thunderbird y Wampus lo escogieron y tuvo que decidir. No fue demasiado difícil para él, su padre le había dicho que Thunderbird representaba el alma y Wampus, el cuerpo. Su madre le había enseñado a mostrar su cuerpo y esconder su alma y corazón de otros, así que hizo exactamente lo mismo con aquella decisión: dejando su alma escondida, escogió a Wampus como la casa que lo representaría durante el colegio. Los veranos eran lo mejor, dado que mitad lo pasaba con su padre, aprendiendo la magia de sus ancestros, y la otra mitad la pasaba con su madre, aprendiendo y perfeccionando sus pasos de baile. El colegio...bueno, no se arrepentía de estar en él, pero era más complicado llevarse bien con gente cuando había tantos que odiaban su herencia.
Now:
Sería bonito decir que ha tenido la misma trayectoria que su padre y ha destacado brillantemente en todo, pero no es lo que ha pasado. Ha ido pasando curso año a año, con notas mayoritariamente mediocres que despuntan en Cuidado de criaturas mágicas, Herbología y Pociones. ¿El resto? Le interesa lo mínimo, y aún menos le interesan los exámenes, podría pasar Encantamientos con mucha mejor nota si no decidiera dormir la mitad del examen. Sigue bailando, aunque ha dejado de bailar pasillos adelante para hacerlo en la sala común y salas abandonadas, a veces saliendo al patio si hace calor.
Hizo sexto en Castelobruxo porque tenía franca curiosidad por cómo era el sistema educativo. Ha vuelto para hacer su último año en Ilvermorny en honor a su padre.
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