Tus ojos
Lo noté, lo supe todo cuando vi tus ojos y estaban vacíos, supe lo que tratabas de decir aun cuando mi mente se perdía en recuerdos mientras decías lo que nunca esperé, solo necesite ver tus ojos para saber lo que pasaba, sabes que mis ojos eran preciados para mi porque tenían el don de ver dentro de los tuyos, ahora solo pienso en que si pudiera sacármelos los haría, porque el brillo nunca volverá a ser el mismo.
Kennedy
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Micro cuento Western (II)
Desperté, una mala pesadilla atormentaba mi mente, sudores fríos emanaban de mi frente resbalando por mi rostro... me incorporé, mi cabeza parecía estallar de dolor. Me llevé la mano a la cabeza, una capa de sangre seca cubría la herida... el aullido de un coyote me alertó, la luna llena lo iluminaba todo... estaba en medio del desierto.
No entendía que hacía en medio del desierto, mal herido, asustado, apenas me quedaba agua... no recordaba nada.
Un mezquite me sirvió para hacer un fuego, necesitaba calor. Un pedazo de pan seco, lo único que tenía para llevarme a la boca... el agotamiento venció cayendo en un profundo sueño.
El sol cayendo a plomo desde el amanecer me despertó, reavivé el fuego, de mi mochila saqué un cazo metálico, lo llené de agua... hice un delicioso café que me supo a gloria.
Intenté recordar, pero mi cabeza aún dolorida y el ardiente sol no me dejaba pensar con claridad.
Que hacer? Hacia dónde ir? Hacia dónde caminar? Me subí a una roca intentando divisar, sin éxito, algún atisbo de vida... pasaban las horas y mis esperanzas de vida se disipaban sin poder hacer otra cosa más que esperar servir de comida a los buitres que hacía ya rato, sobrevolaban en círculo sobre mi cabeza.
Tras unas largas horas, me pareció ver a lo lejos movimiento, el calor serpenteaba una silueta irreconocible, pero mi oído percibió un sonido parecido al relinchar de un caballo... un caballo, si, un caballo que se dirigía hacia dónde yo me encontraba... sombrero en mano, empecé a hacer aspavientos con mis brazos en alto. Por la virgen, no podía dar crédito a lo que mis ojos veían, era Eboli, mi caballo, venía a galope hacia mi, dejando un haz de polvo a su paso... me invadió un estado de emoción que casi caigo desmayado. Al acercarse lo agarré de las riendas, acaricié su rostro, le besé, le hablé al oído, me aferré a su cuello... en seguida lo amarré al mezquite por miedo a volver a perderlo... aún traía en la silla la cantimplora con agua, el saco con comida y el rifle... dónde se habría ido sin mi?...
Entonces fué cuándo recordé... 《montado, caminando entre una rocas, mi caballo se asustó al ver una cascabel, se puso de patas cayendo yo al suelo, golpeandome mi cabeza con una piedra, quedándo inconsciente, se asustaría huyendo del lugar... no le culpo, mía fué la imprudencia de caminar por esas tierras del diablo》...
Bebí agua, comí algo más que pan seco y nos pusimos en camino... El calor era asfixiante, Eboli comenzaba a sentir agotamiento tras una larga jornada cabalgando bajo sol abrasador... me bajé liberandole de mi peso, y cogiendo las riendas caminé delante de él... no podía permitir agotarle.
Al día siguiente llegamos a una charca, daba igual su estado, mi caballo pudo beber y yo me dejé caer en sus aguas pudiendo refrescarme...
Tardé 3 días en ver luces a lo lejos, había llegado a Horizonte, pueblo fronterizo dónde terminaba el desierto y comenzaba todo un sistema montañoso... el pueblo tenía vida, un bullicio de gente deambulando de un lado a otro... dejé mi caballo al herrero, busqué el hotel, el cuál también era el burdel, me aposenté, me aseé, y bajé a la barbería para afeitarme esta mala barba, no sin antes hacer una parada en el Saloom... creo que daré por terminada mi aventura instalandome en este agradable pueblo.
©️PaCountry
Sept,22
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