“A un corazón contrito y humillado,
Señor,
tú no lo desprecias.
Recuérdalo,
mi Dios:
son tus palabras.
A un alma sedienta y desnortada,
Señor,
tú no la abandonas.
Escúchalo,
¡oh Dios!,
es mi plegaria”.
— Teresa Gutiérrez de Cabiedes
3 notes
·
View notes