Tumgik
#acá subiendo la chanchada sin miedo al éxito ahre
trav3rixx · 2 years
Text
RESUMEN: A raíz de mensajes de texto mal escritos, y la mención de un sueño, Paladín propone a Tráveris que se reúnan en el lugar en donde le nació el impulso de hablarle en primera instancia: un bar. La conversación no se escapa de los límites del contenido del sueño, como había planeado ella, y en esa nota acaban por subirse al auto de Tráveris, con camino a ningún lugar en particular. Comienzan a desviarse del sueño a la realidad, y de la calle a un callejón, en donde hacen del asiento trasero el sitio para cumplir ciertas fantasías. 
INTEGRANTES: Tráveris y Paladín.  MARCO TEMPORAL: Una semana antes del final de las vacaciones.  ETIQUETAS: Booty Call, NSFW.
trav: fue fácil llegar a destino marcado en pantalla móvil, y pese a ser plena noche, imagina que el vacío en bar se debe a que es mitad de semana y al otro día es un día más de rutina para casi toda la población. para él también, pero está ahí de todas maneras, aburrimiento en casa es abrasador y cualquier excusa para distraerse es válida. ingresa y se saca capucha, buscando facciones familiares, espalda que encuentra puede ser tranquilamente compañera de equipo. "a ver qué estás tomando" aparición va acompañada de un movimiento ágil de diestra que toma vaso sin terminar de mano femenina, dando un sorbo para probar. "no es mi tipo, pero..." la verdad que después de tomar dos cervezas en lata de pésima calidad para todo su sistema digestivo, esto es una joyita. humedece sus labios, deslizando copa (ahora sí) completamente vacía. "¿me vas a contar ahora la pesadilla?"
pal: rueda el vaso entre sus dedos con la mirada perdida en el televisor que adorna el bar, dando un programa del cual no se puede oír nada, incluso si el sonido vendría bien para rellenar el lugar. quisiera decir que se lo está pasando bien, pero sería mentirse a sí misma considerando que acabando el turno, todos se habían ido a sus casas o a compartir con otra gente, y ella estaba sola en un bar desconocido mirando a la nada. es el efecto del alcohol lo que hace sus reflejos más lentos, pero irónicamente es la falta del mismo la que le hace reconocer la presencia, y no responder ante lo podría considerar un robo. uno que no le molesta, aunque tenerlo ahí signifique que los mensajes sucedieron. una vergüenza. "¿y cuál es tu tipo, si se puede saber?" podría estar hablando de tragos como de cualquier otra cosa. cruza los brazos sobre el mesón, y acaba por encogerse de hombros. "es gracioso que lo llames pesadilla. pero primero..." señala el vaso vacío, alza las cejas. "¿quieres algo o...?"
trav: con uno de sus codos apoyado en mesa superficie, dedica una radiografía rápida a condiciones de alcohol en sangre por su parte. no es en absoluto grave. "pues, quizá un poco más amargas, pero la verdad es que al fin de cuentas sólo importa el efecto, ¿no?" no tiene tanto favoritismos y sólo bebe por las consecuencias en sistema y percepciones que se logran. "ah, sí, pensaba un gin-tonic" dice y a medida que habla está elevando una de sus manos en búsqueda de atención de barman, lo bueno es que no tiene demasiada competencia para obtener un servicio rápido, casi es exclusivo. una vez hecha orden, su visión vuelve a enfocarse en acompañante. "¿tú ya tuviste suficiente esta noche?" lanza cuestionamiento con azules estudiando expresiones en facciones delicadas. "¿necesitas estar más borracha para contarme o quieres emborracharme a mí para escucharlo?" burla escapa sin problema alguno, una curvatura acentuada pronto se dibuja, ganas de abandonar sobriedad siempre tiene. "vas a necesitar mas tiempo porque mi resistencia" niega, tantos años entrenando riñón e hígado tienen sus frutos, ahora estado de ebriedad se consuma solo con alto número de copas encima. revisa horario en pantalla móvil, lengua golpeteando contra paladar. "mañana me despierto muy temprano, pero, aquí estamos"
pal: responde con un asentimiento lento, ocupando su mente distintos tragos que ella personalmente usaría para lograr un estado deplorable. no está específicamente en ese ánimo, por suerte. "¿gin-tonic con arándanos?" el alcohol en su sangre la hace menos mezquina de sus sonrisas, y acaba por dedicarle una junto a su intento de broma. borrándose gradualmente ésta es que asiente, una vez más, esta vez en respuesta a su pregunta. sí, ya tuvo suficiente. "si estuviera más borracha no podría hablar," o pensar. "y yo creo que ya sabes lo que te podría contar, así que si lo escuchas sobrio o borracho..." una muy leve arruguita en el puente de su nariz, un encogimiento de hombros. lo cierto es que no había gran cosa que contar, y entonces entran las dudas. las suposiciones también, pero es de las dudas de las que se embarga. se gira sobre su asiento, y posa una pierna sobre la otra, encarándolo. "todo eso suena a que tengo muy poco tiempo. toma mucho tiempo para emborracharte, y hay poco para ese mañana muy temprano..." enfoca su mirada en él como si fuera su sujeto de estudio. le agarra juego, acaba por curvársele una sonrisita. así como ha dicho por texto, todavía se siente un poco ridícula, pero le importa muy poco. "¿cuánto tiempo tengo y qué, exactamente, puedo hacer contigo, tráveris?"
trav: risa seca, casi efímera, brota al captar elocuencia. "admito que ya le tengo cariño a kross" suelta, no es del todo una mentira, pero es de ese tipo de aprecio que se puede ir con el viento ante mínima necesidad. "pues qué bueno, no me gustan los silencios incómodos" burla sin miramientos, sólo parte del lenguaje habitual por parte de labia alemana. saboreando un poco las palabras, las cejas marcan ligera confusión. "¿yo ya sé lo que me quieres decir? vaya, me crees más astuto de lo que soy" es imposible hasta para él distinguir dónde hay verdad y dónde impulso por llevar contra y usar ironía. sus orbes se enfocan en detalles de lienzo ajeno, los detalles de los estragos del licor asomando en tonalidad de pómulos, se queda así hasta que interrupción por parte de orden requerida llega deslizándose por barra compartida. "¿y se supone que necesitas mucho tiempo?" indaga, escondiendo posible curvatura traicionera en un sorbo de trago, agradecida su garganta de pronto sedienta. "el tiempo es algo relativo, ¿no?, depende de qué se esté haciendo y qué tanto te estés divirtiendo" humedece sus labios, deshaciéndose de posible rastro de gin rebeldes. "¿yo te lo tengo que decir? qué aburrido" supuesta queja se suelta en un canturreo, con ritmo de sorna, desafío se escurre en la menguante gesto atravesando boca propia. "te doy todo el tiempo que quieras si me das algo que valga la pena"
pal: su risa no se asemeja a contraria, de labios cerrados y una suave curvatura adornando las comisuras de los mismos. si bien ella se ha acordado del compañero, no tiene ganas de hablar de él, así que lo deja para otra ocasión, cuando el equipo sí se conozca. "los silencios incómodos solo se hacen cuando hay algo que decir que no se dice," razona ella, señala, como si importara de algo. pero el otro no sabía que esos eran raros en su compañía, a menos que fueran necesarios. y con alcohol en la sangre, nunca lo serían. deja ir un bufido, negando con la cabeza. no puede negar que le causa gracia, aunque es una que se tiñe de algo similar a la vergüenza, incluso si no llega a serlo. "o realmente quieres oír ese sueño, me estás tomando el pelo, o... sí. eso. significaría que me he equivocado en casi todo lo he creído sobre ti," admite. ¿debería preocuparse de otros juicios? lo recorre con la mirada, hasta que la misma se distrae con la orden ajena. sigue el vaso con los ojos, un acto inconsciente, a la par que asiente a modo de respuesta. "yo sí," responde. "¿tú no?" alza las cejas, tiene que obligarse a reprimir una sonrisa, y aunque ella cree que lo logra, no es así. “y te ves tan saludable…” estirando el brazo, llega a dar con la mano sobre pierna masculina, nada más que un par que un par de dígitos, o tres, que se deslizan por sobre la tela. un deje de diversión se pinta en sus labios fruncidos, justo antes de que se muerda el inferior. achica la mirada, y después de unos segundos, vuelve a enderezarse. “algo que valga la pena…” repite. “tengo… algunas ideas, pero, no sé. eres un tipo difícil para mí. ¿debería arriesgarme nada más?” es una pregunta dirigida a él, pero también a sí misma, dubitativa y con el rostro ladeado. no se siente incómoda, y eso la anima. “nada se puede hacer aquí, pero acábate tu gin. ya que no hay apuros…”
trav: "sonó muy inteligente esa frase, por suerte aquí no hay nada de eso, ¿eh?" con cóctel etílico entre los labios, permite un nuevo sorbo, de su parte a veces parece totalmente ido o con los labios atrapados en cemento porque no suelta ni una oración que permita una conversación humana. "¿qué has creído de mí todo este tiempo?" devuelve interrogante, curiosidad apareciendo en ojos claros que no se apartan de orbes ajenas, parecía ser que quien bajara la guardia, perdía. "y por supuesto que quiero escuchar el sueño, pensé que eso estaba claro" desliza, los aires burlones no son suficientes para esconder sincero interés caminante. "no sé" posibilidad verbal de continuar hablando se ve entrecortada cuando percibe dedos ajenos sobre propia pierna, pero no baja vista, se sostiene ahí, en puente de contacto visual. toma una pequeñísima bocanada de aire, ya está ahí y sería una mentira demasiado grande decir que no está disfrutando de juego abierto y la manera en que fragancia contraria ingresa por sus sentidos. "saludable" repite entretenido, nuevamente cae el líquido casi traslúcido por su garganta. ya quisiera que tal adjetivo le quede. "el que no arriesga no gana, ¿nunca escuchaste la frase esa?" poco a poco la prudencia le abandona, y no es responsabilidad del alcohol sino un estimulante más peligroso que es vaivén de palabras yendo y viniendo en vaivén. "¿por qué? ¿te importa mucho lo que diga un barman de ti?" indaga, voz descendiendo notables escalones, algo áspera, sus codos sirven de apoyo para estirarse y permitir que eso sólo sea compartido cual secreto, comisura elevada unos milímetros devela gesto casi lobuno. y dedica una rápida radiografía a entorno, como quien busca ver si la realidad le da la razón, es verdad que el lugar parece exclusivo para par, salvo algún que otro grupo en mesas de afuera. un sinfín de motivos para detenerse, pero ninguno lo suficientemente fuerte para combatir y ganar contra creciente afán de saber hasta dónde podría llegar. "te creía más divertida" molesta en un susurro, busca ser testigo de reacciones con mirada clavada en detalles de rasgos finos, la distancia es interpuesta por vaso que se va lentamente agotando. aclarándose su garganta, ladea suavemente su cabeza, evaluándola un poco, midiendo, a través de una menguante luna sale un murmullo: "tengo mi auto afuera y esto ni siquiera está tan bueno" apunta vaso, pero es casi un décimo de su contenido y un limón nadando en casi nada. "¿o quieres seguir aquí?"
pal: "sí, y nunca lo habrá a menos que me des razones." su mano busca entretención con un posa vasos sin usar, aunque su mirada no se distrae. "distintas cosas — tengo mala memoria, pero de las que se han probado incorrectas... de la única que me acuerdo es cuando pensé que me estabas buscando pleito." pero no puede negarlo, estar constantemente equivocada es parte del encanto. es la razón por la que cree pensarlo lo suficiente como para que se aparezca en las imágenes producidas por su inconsciente. es cosa del alcohol no poder evitar un brote de risa. ridícula. "en mi sueño había una habitación pequeña, una cama baja, y una puerta que se abre de golpe," relata, dejando que el posavasos caiga sobre una de sus caras sobre la superficie con aquella ultima palabra. "nos besábamos, nos desvestíamos, y me hacías caer sobre la cama. la perspectiva de mi sueño era como si fuera el de una cámara escondida, pero... eso no hizo que fuera menos ardiente el momento en que te encaramaste encima mío," es lo más básico de lo vivido en su imaginación, pero supone que es suficiente para satisfacer la curiosidad del contrario, a menos que también esté sobreestimando su habilidad para rellenar los huecos. siente más calor en sus mejillas, pero es la única muestra de vergüenza que llega a sentir. le escucha con atención, voz áspera resonando más entre las palabras y preguntas que le ofrece, más cuando las distancias se acortan, aunque sea un cambio sutil. se acomoda en el asiento, humedeciendo con cierto disimulo sus labios, junta más las piernas. la distracción del diálogo es a raíz del alcohol, que la vuelve más lenta, pero no significa que esté perdida. "vengo arriesgando desde ese primer texto, y lo único que me gano es que me llamen aburrida," se lamenta con una media sonrisita, tocándose el mentón con el índice con aires meditabundos. un bufido divertido se le escapa, no se cree ni por un segundo que la encuentre divertida, ni más, ni menos, ni en absoluto, y se le hace gracioso. arregla su cabello lacio, para que   caiga por sobre uno de sus hombros, buscando un billete que lanza sobre la barra. se apoya contra su muslo, lo utiliza para ayudarse a bajar de la silla, lo suficientemente alta para tenerla con los pies colgando a la hora de bajarse. "creo que ya sabes la respuesta a eso," bromea, ya que le ha dicho cosa similar poco antes, y deja unas palmaditas sobre su pierna. "¿cuál es?" inquiere, esperándolo.
trav: narración llega a sus oídos, no es que no existía sospecha, sorpresa es más bien producto de simpleza para evocar imagen, de que esperaba alguna evasiva más como réplica, no sinceridad total. curvatura satisfecha asoma, leves asentimientos en cadena mientras mastica últimos detalles. "¿sólo tuviste el sueño una vez?" entona interrogante con casi imperceptible diversión, omitiendo posibles oraciones que reflejen efectos colaterales de pintar esa escena en su propia cabeza.  "¿y qué quieres ganarte entonces?" indaga mientras le escucha, mano libre saca paga de propio trago y lo deja abajo del vaso ahora vacío en un último sorbo, barman no tiene ni tiempo para ofrendar un nuevo trago porque él ya se encuentra emprendiendo camino hacia la salida. las afueras son pura noche, una ligera brisa y, por supuesto, casi absoluta soledad. "ese" dice al oído izquierdo al momento de acercarse por sorpresa sobre hombro femenino y apuntar con el mentón, modelo de casi tres décadas de antigüedad, pese a ello, demasiado bien cuidado, buscando llaves para juguetear con las mismas entre que se acerca a vehículo para abrir puerta de piloto y, una vez adentro, abrir la propia para ingreso de acompañante. el interior es una mezcla de olor a cigarrillo y cuero, pero para sus sentidos ya es familiar. a espera de su presencia, le dedica una rápida mirada antes de acortar distancias de nueva cuenta, mentón casi rozando hombro delicado, objetivo parece oculto hasta que su mano lo explica todo: colocar cinturón de seguridad a anatomía impropia, cuando click resuena, tarda unos segundos en distanciarse para enderezar propio cuerpo y poner manos sobre volante y que el motor resuene como sinónimo de arranque, manejar es algo que posiblemente hace mejor que caminar o que cualquier otra actividad natural, como si fuese otra extremidad del cuerpo. "creo que me sé el camino de aquí a lo de chin" suelta más bien pensativo, una mentira, porque ni siquiera está en sus planes aquel destino, pero ruta elegida parece indicar lo contrario, escondido deseo de ver reacción ante lo que parece un total descarte de juego hasta ahora tejido. pero acción es otra, mano libre serpentea hasta aterrizar en dermis foránea, tener enfoque visual en camino y semáforos cambiando no le es impedimento para que dígitos emprendan un lento viaje desde pierna hacia zona sur para, finalmente, permitirse un agarre más claro en rodilla.
pal: con la mirada en el carro se le ocurre que es exactamente el tipo de auto que adjudicaría al otro, de haber tenido la oportunidad de imaginarlo. camina en dirección al vehículo soltando un juguetón bufido. la mirada que le dedica, de tintes similares, no alcanza a llegar a destino. “¿quieres saber si me toco pensando en ti, también?” suelta sin pudor alguno, sin poder ocultar su evidente diversión, mientras se sube al vehículo. sería mucha caricia al ego masculino admitir que el sueño puede haberse repetido, o que, si no, lo hubiese deseado. “qué me quiero ganar…” repite, distraída con los detalles del interior del carro que no solo le atraen, pero le causan curiosidad, hasta que percibe anatomía ajena moverse en su dirección. en sus fantasías corren una serie de posibilidades que le hormiguean por cada extremidad. le mantiene la mirada, esperando por una mano juguetona entre sus piernas, antes de eliminar por completo las distancias entre sus rostros… cosa que no pasa. ha acortado un poco más las distancias en el resto de segundos antes del click del cinturón, que la despierta a la realidad. con el sonido del motor ella deja ir una risa, sus palabras bastando para que prefiera perder la mirada por la ventana, incluso si la diversión no la abandona. aprovecha para peinarse un poco con los dedos, vaya a servir eso para recuperar un poco de su dignidad, que está a punto de volver a perder, presiente. simplemente asiente, como aceptando su destino. “si quieres te lo indico,” le sigue, con la excusa ideal para mirarlo conducir el auto por un breve instante. qué básica se siente admirando su masculinidad, pero se excusa con estar siguiendo deseos que no pueden ser más básicos e instintivos. el roce sobre su pierna, inofensivo, por el momento, como era, despierta un calor ansioso en lugares lejanos al explorado. ella se aprovecha para saciar un impulso recientemente ignorado, respondiendo con una caricia, un análisis a tacto, de su antebrazo, que inicia en el codo masculino y desciende con lentitud acercándose a ella. podría guiarlo donde lo preferiría, pero está curiosa de ver su siguiente movimiento. “me gusta tu… auto,” se hace la tonta. “¿no me dejarías… manejarlo?”
trav: la mano que está sobre volante aprieta con mayor fuerza superficie cuerina, la sangre comienza a burbujear a ritmo distinto, un pedido silencioso que le invade y serpentea, de obedecer instinto natural. "no, en todo caso me gustaría ver cómo te tocas" comisuras suavemente elevadas, frase que escapa con misma imprudencia y desvergüenza que interlocutora al momento de hablar, una confesión profana que sale desde sinceridad absoluta, sus pensamientos en ese momento sólo están en esa zona de deseo. y es culpa de ambos. cada vez le molesta más la distancia que existe entre ambas anatomías, pero también se deleita con observar cada detalle de reacciones corporales cuando el contacto aterriza, su respiración, sus labios y maldice, porque es una pelea interna complicada y que duda estirar mucho en el tiempo. cuando lo mira así, las ganas de callarla de la mejor de las maneras le ataca de manera casi déspota. suavidad de piel es un contaste con sus manos, ásperas, calor corporal ajeno se cuelga por dactilares inquietos. muerde propio labio inferior, dobla en una esquina que semáforo le permite, dejó de importar camino emprendido en asfalto por parte de vehículo manejado, interesa más el que tiene pendiente sobre dermis foránea, que también carece de finalidad clara. dios bendiga ese vestido que permite caricia directa con ella, sin obstáculos ni intermediarios molestos, tal y cómo lo imaginaba, es como seda bajo roce, invoca una curiosidad comparable con sed. lentamente va descendiendo, por rabillo del ojo inspecciona su perfil, midiendo respuestas improvisadas cuando sus yemas comienzan exploración, una lentitud casi de tortura, que va y viene, hasta que se remplaza por un tacto más vehemente, más animal a segundos antes de percibir tela de ropa interior en calidez de piernas entre las cuales busca mejor espacio para desaventurado toque. corre un poco aquel estorbo tejido sin piedad, una molestia absoluta para su apetito. “mierda” es ya imposible retroceder o negarse capricho, está ahí, poco a poco llegando a más, sin embargo cada rincón nuevo conocido por sus dígitos sólo le despierta curiosidad por más, más centímetros desconocidos a conquistar y sentir bajo sus inquietos dedos que quieren llevarla (y llevarse) a misma locura.  sólo puede pensar en que la quiere, en que está hermosa, joder, es hermosa y se debe ver más hermosa cuando no tenga nada encima, ida, abajo o arriba de él, todo como reflejo de que, efectivamente: ya no razona. cuando calor de intimidad empieza a ser un lienzo en el cual se mueve dibujando formas sin sentido, circulares, de arriba hacia abajo, salvo efectuar placer entre valles carnales, llegando a sensibilidad, abandonando poco a poco cualquier vestigio de delicadeza, escalando en una armonía que pronto tomaba un ritmo más acelerado.  ¿y qué quería encontrar? todo. no había rincón que quería dejar sin tocar y marcar.  “¿en tu sueño te comía entera, hm?” pregunta, aprovechando una luz en rojo para acercarse a su oído, aliento cálido golpeteando contra canal auditivo femenina. no se detiene, aumenta velocidad, no sólo de su mano izquierda, también de auto que está siendo escenario (y que será) de perdida absoluta de coherencia, sólo para buscar algún lugar dónde estacionarse y frenar, no lo soporta más. el primer callejón que ve en absoluto abandono le parece excelente, cualquier cosa para darle rienda suelta a lo que en ese momento parece ser su única preocupación. “ve atrás” es una exigencia que no busca dominar, sino de sincera ambición de probarla, la mayor comodidad posible para ambos. dios, ni siquiera la ha besado y eso le parece un delito. así que apenas la tiene cerca, lo hace, colisiona sus labios con los ajenos, manos apropiándose de su silueta y cintura. "estás tan húmeda, me encanta" confiesa sobre sus pétalos, cazándolos.
pal: sus palabras no hacen más que alimentar a su imaginación, en una maquinación de fantasías en donde, de momento, era él su principal elemento de deseo más allá de su sueño, ramificaciones de éste que nacen por la corta cadena de cosas que le llevaron a ese mismísimo instante. muerde su labio, acariciando distraídamente con las puntas de sus dedos su antebrazo hasta el minuto en que sabe que sus caprichos serán cumplidos, momento en el que se aferra a sus músculos sin quitarle la libertad de movimiento, más bien expectantes de que comience. en anticipación, su cuerpo entero reacciona, y se acomoda sobre el asiento. aunque se distrae por un momento con lo que sucede entre sus piernas, no tarda en volver sus ojos hacia él. simplemente observarlo, cuando sabe que él no puede hacer lo mismo, resulta un estimulante anexo al tacto sobre la tersa piel de su muslo, yemas ajenas dibujando un camino en la dirección exacta que ella desea e instalándose y moviéndose justo cómo y dónde ella quiere, o incluso más, si se permite admitir que su fantasía parecía darle menos créditos de los que en verdad se merece. ya podría juzgar ello luego, apenas iniciaban. son suaves los sonidos que escapan de ella en principio, aclimatándose a lo ajeno, a la delicia de sensaciones que le roba, y el deseo que siente de más, y más, y más y que él se lo dé todo. la maldición de labios ajenos roba de ella un gemido más profundo, que la lleva a cerrar los ojos y dejar caer la cabeza contra el respaldo, la respiración pesada, labios que se parten solo para que el sonido que sale de ellos sea más claro. no importa la velocidad o las calles; el único movimiento que ocupa su cabeza es ese de los dedos masculinos ahí en donde cada vez está más húmeda. la voz masculina en su oído solo suma, dejando ir una risa como un ronroneo. “en mi sueño…” inicia, con ojos entrecerrados, dejando ir su agarre solo para cumplir con la indicación de irse al asiento trasero. la leve torpeza es una mezcla entre la ansiedad de conocer qué sigue y los grados de alcohol que siguen en su cuerpo. “en mi sueño me comías entera y de muchas formas,” asegura, con sus ojos puestos sobre ajenos, justo antes de que (por fin) pueda probar sus labios. le echa los brazos sobre los hombros, con palmas abiertas aprovechándose para estudiar cada centímetro posible de los músculos de su espalda. le fascina, y no lo oculta. lo rodea con las piernas, lo aprisiona contra el asiento, clavando las rodillas contra el mismo y aferrándose al borde superior con una mano. le recorre el torso con la mano libre, estudiando el camino hasta el lugar en donde le tiene aferrado con los muslos. “estoy húmeda para ti,” asegura con una quejita contra sus labios, apenas un murmullo, destilando el deseo por seguir jugando hasta perder la cabeza, si realmente estaba de suerte. “lista para que hagas conmigo lo que quieras.” alza por un momento el mentón sin despegar su mirada de la ajena, metiendo su mano en el lugar entre los dos, la tela del pantalón interponiéndose entre el tacto desnudo de su palma y su largo. una comisura se le alza, fugaz, antes de volver, con ansias, a comerle los labios.
trav: una melodía para sus sentidos auditivos, podría escucharla por todo lo que queda la noche y sólo quedaría con ganas de más, porque personalidad adictiva se expande en todos los malditos planos de su vida.  cada jadeo que escala el aire de ese vehículo que de pronto empieza a volverse más apretado, más caluroso, es un incentivo para seguir. de pronto siente su garganta seca, una sed insoportable escalar, casi partiéndose en ganas de hundirse en cada rincón de ella. jodida. se deshace de su chaqueta en los pocos centímetros que hay entre asiento de conductor y parte trasera de improvisado paraíso, es un movimiento apresurado, termina cayendo, habían sido sólo segundos de no estar tocándola y sin embargo lo pedía a gritos. curvatura lobuna se ensancha cuando escucha cada una de sus palabras, sólo se disuelve porque tiene misión de besarla, prefiere por unos segundos abandonar lenguaje de palabras y sólo comunicarse con ella con aquel encuentro que va en crescendo, propia lengua declarando una guerra vehemente, donde parece ser que sólo perdía el primero en caer a necesidad de oxígeno que, en ese momento, es algo sin importancia alguna. sus manos no pueden quedarse quietas ni por un maldito segundo, viajan curiosas por costados de su menuda anatomía, se ajustan a su cintura, a la forma de sus caderas, sus piernas ágiles que calzan perfectamente a él, como si quisiera aprenderse de memoria y solamente a través del tacto su cuerpo. tiene tiempo. se entierran en su carne sin importar si existirán vestigios cuando llegue final de aventura. le fascina que tenga esa expresión casi angelical, pero confesándose salida de un infierno estando así, arriba de él. una áspera carcajada, efímera, escapa, es también un quejido. lo que quiera, parece haber elegido precisamente lo que hace que pierda totalmente cordura, que siente escaparse cuando percibe tacto a propia entrepierna que delata la forma en que su sangre empieza a destinarse a esa zona a velocidad animal.es todo culpa de ella, parece decir con la mirada antes de volver a caer preso de sus pétalos. sintió sus dichos no sólo como una invitación, sino como una provocación o desafío, y sabe el diablo lo que hace eso de él. lo acepta con placer, su boca ahora emprende un recorrido que empieza por mentón, saborea, se embriaga en calor emanado desde la piel de su cuello donde caricias se intensifican, en ruta despojada de cualquier delicadeza. "lo que quiera, ¿hm?" repite, hablando sobre ella, sin poder despegarse, siente pulsación de ritmo cardíaco ajeno debajo de sus labios en danza interminable y, lentamente, sus dedos atrapan de nuevo tela de ropa interior, que hace caer por entre sus extremidades, el vestido está elevado a altura casi de su ombligo, todo es un caluroso desastre que lo deleita. ni una gota de suavidad en el movimiento necesario para estar ahora en posiciones intercambiadas, le gustaría mayor espacio para moverse, para tenerla, pero están ahí, afortunados de que ni un alma esté recorriendo esas calles y si hay, ni siquiera pasa por su cabeza que sólo tiene una cosa presente: ella. farfullo de queja por vestido que es lo único pendiente, cuando está afuera, es todo lo que necesita para dejar caer propia boca a cada centímetro de dermis seda que vea expuesto, le ataca sin piedad, con parte de él está sobre el asiento, otra sobre suelo alfombrado de auto. y esa sed, esa maldita sed, la empieza a saciar cuando se embriaga en desliz de besos que va desde pechos, zona costillas, ombligo, momento de tortura en zona baja de abdomen desde donde le observa, sus ojos ensombrecidos, tonalidad celeste habitual tiene un fulgor particular, lujuria y nada más. su aliento acaricia muslos, zona íntima a expectativa a punto de cumplirse. está entregado, lo supo desde el primer momento que le puso un dedo encima, pero ahora, ahora es absoluto, casi escondido entre sus piernas. "joder" murmura entre roces sobre ella, ya ni sabe qué está diciendo, y es que parece tener delante un banquete y es impulsado a querer arrancar de ella cada posible gemido, en todos los volúmenes, en todas sus formas, marcarla, no dejar nada sin conocer, pero sobre todo, enfocarse en mayor punto de sensibilidad que encuentra con ayuda de su lengua y dedos, que comparten tarea de explorarla, deleitándose con esencia, aroma. "¿te gusta?" ronca escapa interrogante, no es solamente juego, es genuina avaricia de escucharla pedir, aceptar, exigir, lo que quiera, está ahí, de rodillas a ella y es una metáfora y es realidad: haría lo que le pida, con pulgar diseñando círculos, comiendo (tal y como habían dicho, pasando palabras a realidad) de ella.
pal: los besos no limitan las quejas guturales que se le escapan con cada toque que el otro le regala. arde en completo deseo. cada centímetro de su piel con insaciables ganas de ser encontrado, explorado y explotado, y es justamente él a quien quiere tener haciéndolo. él parece saber eso, quién le dijo, asertivo en cada beso, en cada agarre. quiere sus dígitos recorriéndola entera y acunando cada una de sus curvas. se queda con la sensación de que aunque la recorriera de pies a cabeza diez veces, le harían falta unas cien veces más para quedar satisfecha. inhala entre jadeos con labios ajenos lejos de los propios, dejándole libertad de acción y el paso igualmente libre a diseñar uno o varios rastros de besos y marcas y todo lo pudiera ocurrírsele, sin poner oposición ni por juego, que tiene poca mente para maquinar, perdida en cada sensación que le roba con plena confianza. no queda espacio para dudas, ni inseguridad. quién necesita el vestido, o la ropa interior, cuando podía ser cubierta por él, embriagada en sus besos, sus manos, y el áspero camino que trazan sobre su torso, sus extremidades, y principalmente en descenso. bendito. así lo prefería, así lo necesitaba. pudor y vergüenza también se extinguen, si es que vivieron en absoluto, desplegándose para él con la espalda sobre el asiento, como parece quererla. podía haber dicho anteriormente sus palabras con cierta provocación, pero no mentía: que hiciera con ella lo que quisiera. parece saber exactamente qué hacer y dónde tocar, no necesita que le guíen. esa libertad le da más posibilidades de simplemente dejarse llevar. disfrutar. sus manos se aferran a lo que pillan con el propósito de acomodarse, sin contener las placenteras quejas y suaves gemidos que escapan de sus labios partidos, hinchados. se intensifica con él entre sus piernas, enderezando el cuello solo para no perderse la visión, y encontrarse con mirada contraria, un tinte similar al masculino oscureciendo (más) propia mirada.  "es... tortura," es la única palabra que parece poder describir lo que siente. dulce tortura. y quiere más. lloriquea, empujándose contra él, forjando un oleaje de placer más violento, visible en sus facciones, en cómo se muerde y raspa con los dientes sus propios labios, y en las caricias que desliza por sobre frente ajena y entre su cabello. no cruza ni un pensamiento que no haga referencia a él, sus dígitos, la humedad de su boca, sus labios. la encienden en llamaradas, lenguas de fuego que incendian su cuerpo, lo hacen arder hasta derretirse en sus atenciones. su tacto es débil mientras lo intenta aproximar más a ella. "me fascina," logra musitar, voz plagada de éxtasis, afectada. "te necesito..." inicia, su cabeza un revoltijo de sensaciones. no recuerda bien cómo hablar, quién necesita palabras. "te necesito dentro mío," pide, ordena, invita. quiere tocarlo, sentir su desnudez contra sus dedos, contra su cuerpo, y saciar sus fantasías.
trav: noción del tiempo y espacio han sido completamente desterradas, no parece haber espacio para algo más que recorrido tortuoso por anatomía femenina, porque cada jadeo que llena sus oídos es una invitación a no detenerse, y continuar juego infernal, una incitación, como si pudiese encontrar más, llevar lo límite de lo posible a más, correrlo. y no es solamente placer hacia ella, su cuerpo empieza a percibir efectos colaterales de contacto lascivo constante, sin tregua, sin pausa: temperatura corporal en alza, torrente sanguíneo corriendo. sólo hay ímpetu y voracidad en los movimientos de sus labios, está ahí como si la estuviese venerando, entre sus piernas, labios serpenteando, succionando y embriagándose de cada milímetro disponible. momento a otro su su pulgar ahora protagonista: quiere llevarla al extremo, hasta punto máximo de descontrol y deleite, que temblores no sean otra cosa que consecuencia de oleada de goce escalando. desliz de dígitos a paredes internas es en un comienzo lento, individual, y luego son dos (índice y medio), tanteando terreno, ingreso y presión hacia punto sensible mientras pulgar continúa suave diseño circular en punto de mayor excitabilidad, se permite despegar su rostro de zona predilecta para observarla, como quien quiere grabarse en la retina cada detalle de ella en esta posición, sin despegar yemas y dedos de región íntima, pareciera que existe un imán entre falanges y arrastre en ese vaivén de caricia profunda que busca culminante lubricación cayendo sobre propios dedos inquietos. "¿hm?" indaga, sólo para tantear, sólo para provocar, su garganta es un desierto absoluto, se humedece propia boca que emana esencia contraria. la escucha decir ese simple pedido y se le atrapa respiración en el pecho, una trampa en la que cae sin poner ningún tipo de resistencia, con la que no puede siquiera intentar luchar porque cuerpo mismo exige obediencia y cumplimiento, se lo está pidiendo cada célula de él. se encarga de deshacerse de propia camiseta, no lo soporta más, le molesta, finísima capa de sudor ocupa parte de su espalda y luego de propio cinturón que es primer obstáculo desecho, primeros botones del pantalón que empieza casi a estrujarlo. "ven aquí entonces" dicho y hecho, posee con vehemencia muslos contrarios, se pasean sus manos por sus piernas y espalda baja, posicionándose él ahora debajo de ella, espalda contra respaldo cuerino. moviéndose hasta atrapar y despojarle de lo único pendiente, su brasier, otra prenda más que termina en alfombrado. y la vuelve a besar, con un apetito que le está empezando a desbordar completamente, cegado por ganas de que cada gemido se disuelva en batalleo de lenguas buscando marcar iniciativa. cuerpos tan cercanos, colisionando, impactándose mutuamente con intención de que ella misma perciba lo que ha logrado en él. "me tienes... joder, para, que debo... joder" no concluye oración, habla arrastrando vocablos como si estuviese borracho (en ella), le parece en vano, no puede tampoco gesticular con coherencia, pero lo tiene así: con respiración agitada y al borde del delirio si no está dentro de ella en ese jodido minuto, control totalmente olvidado. utiliza esos segundos de distancia no son para otra cosa que apartar cualquier vestimenta que los separa y protección que encontró a tanteos apurados en billetera (qué suerte). busca sus ojos, lóbregos, casi un cielo nocturno, encontrando rápidamente cómoda posición para primeros centímetros de entrada. "mierda" es lo único que brota de sus labios entreabiertos en primer embestida, lenta, martirio y deleite, dos sensaciones que se equilibran perfectamente a medida que e intensidad se pronuncia con notoriedad, escalón a escalón, segundo a segundo. sus dedos clavados en caderas peligrosas, descendiendo, orientando a sinfonía y ritmo compartido, a entenderse sin necesidad de verbalización, sólo así, con él adentro de ella.
pal: los sonidos desde su garganta se intensifican con cada nueva atención, explosión de sensaciones cálidas que le roban el aliento, se lo traban en la garganta, y la hacen retorcerse al tacto ajeno. gime, a falta de un nombre, ese falso que le conoce, aferrando los dedos de su mano a cortos cabellos ajenos, y pronto deslizándolos por su propio cuerpo en caricias ascendentes que anhela en pos de la intensidad de sus gemidos. "dios, tus manos son..." no se le ocurre una palabra adecuada, y le da exactamente igual. alza el mentón, labios por completo partidos. de cada terminal nerviosa escapa un choque eléctrico, el placer nublando cada pensamiento coherente, sucumbiendo ante él. no se arrepiente de dejarlo hacer lo que quiera con ella, con su cuerpo; es con exactitud lo que necesitaba, como si el otro fuera fluido en lenguaje de su placer personal, todo un milagro entre los que calzan bajo el perfil de los de su tipo. y cae, cae y sigue cayendo, dominada por las sensaciones que ramifican desde su zona más sensible, viva, húmeda, entregada. comunicación verbal es en base a sonidos agudos, respiros pesados. cuando abre los ojos, que cayeron cerrados, es para observarlo desvestirse, estirando una mano curiosa que desea conocerlo y estudiarlo, cada músculo y dibujo sobre su piel. "tenía tantas ganas..." confiesa, echándole los brazos por sobre los hombros, cayéndole por la espalda los dígitos haciendo presión en su camino. ¿de qué? de todo, supone, o de lo que sea. no todo eso se formó en sus fantasías, de todas formas. corresponde a sus labios con un hambre comparable, falto de timidez, libre de vergüenza. con ansiedad se fija en lo que sucede entre ellos antes de tenerlo, por fin, dentro suyo. su mirada sobre la suya, está casi segura que las sensaciones son compartidas, y ella se presiona con el dorso de la mano los labios antes de que la queja abandone su garganta, entrecortada y aguda. se amolda sin mucha dificultad a él, tensándose, acostumbrándose a la intromisión. con lentitud medida, deliciosa, presiona las rodillas contra la silla, y menea sus caderas contra él, dibujando ahora un camino con sus dedos por su propio pecho. se muerde el labio, echando el largo de su lacio cabello negro a un lado. "dios, así es perfecto." ahora toca el pecho ajeno, en lento descenso, desviándose a un costado para ayudar al empuje, el vaivén, que lentamente gana velocidad. su otra mano, no se mueve más allá de las caricias que propicia sobre su hombro, su nuca, su brazo, sintiendo cada músculo en su camino. "¿te gusta?" inquiere entre suspiros y suaves gemidos de labios cerrados, labios entredientes, que pronto se pasean partidos por su comisura, su mentón, quijada, hasta su oído, en donde atrapa su lóbulo y lo tironea. si dijera que la réplica de sus sueños era mejor sería una vil mentirosa, y por eso, murmura, entre gimoteos, contra su oído: "el de mis sueños no tiene nada contra ti."
trav: vidrios completamente empañados, la imagen es borrosa a la distancia, sombras que se mueven, límites de reconocimiento completamente imposibles de descifrar, al interior de esas compuertas y sellado espacio: respiraciones agitadas, su voz endulzando sus oídos, si fuesen una trampa; él ha caído hace tiempo, ha mordido tentación verbal que impulsa a moverse con vehemencia. y es verdad, se siente perfecto, en cuestión de segundos está amoldado a ella, encontrando una sintonía y sinfonía de movimientos de caderas yendo y viniendo, colisionando, velocidad e intensidad de la mano en escalera a aumento al infierno o paraíso, ambas se disuelven en cada embate. sus manos no pueden ni quieren conocer de quietud, se deslizan, serpentean, recorren y conquistan cada centímetro disponible de dermis, la boca atrapa sensibilidad más cercana, senos cercanos que pasan a ser una nueva zona predilecta para esconder exhalación turbulenta, dientes y lengua con igual nivel de protagonismo en tortura de toqueteo, nueva táctica para robarle aquella cadena de jadeos que empujan a más. “me encanta” parece hasta innecesario evocar aquello en vocablos, cuando la tiene pegada a él, mordisqueando labio inferior, le encanta todo, la forma en que ella le recibe, la forma en que su respiración cosquillea zonas erógenas, le encanta tener garras atrapando espalda baja impulsando a tomar ritmo prepotente. tiempo se extingue, deja de ser dilema, pero el aire se siente cada vez, con cada minuto que pasa y pasa, más cargado en jadeos, cualquiera se ahogaría en ese reducido espacio, pero ellos parecen estar en mayor éxtasis posible. incomprensibles maldiciones escapan de él, escondido/refugiado en su cuello donde ha depositado vestigios para recuerdo de que esto no ha sido fruto de imaginación, sino realidad carnal, futuras huellas violáceas de las cuales se enorgullece ser autor. tensión comienza a acumularse en hombros, empezando a tocar límite de deleite. últimas embestidas son de lentitud tortuosa, invadiendo, liberando, su pecho sube y baja con un hilo de oxígeno cálido saliente, ojos fijos en oscura mirada femenina, todo lo que recorre con detalle de ella después lo termina besando, como si pudiese encontrar aire que le falta en aquel roce y caricia, golpeado por impacto de climax.
su cuerpo por unos segundos no le reacciona, mezcla de cansancio con impregnación de sudor compartido y perfumes mezclados, se queda con cuello sobre respaldo de cuero con manos lentamente despegándose de sus caderas. “hm” es casi un quejido, o una risa, un poco de los dos, busca entre lobreguez absoluta algo de su pertenencia, camiseta que se pone con esfuerzo y casi pereza. y ahí, en ese único momento de sosiego después de sonata y espectáculo, se aclara la garganta: “no me molestaría que sigas así, pero vístete… te llevo a tu casa, ahora en serio”
———————————————————————————————————
headcanon de cierre: al terminar de vestirse, tráveris llevó a paladín a su casa. se despidieron con un beso bastante elevado. 
2 notes · View notes