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#dejando un complejo legado en la historia del sur de África.
armatofu · 10 months
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LA PLAZA DE COLÓN Y LA CRISIS DE MEMORIA EN MADRID
Santiago Dammert
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Quizás uno de los ejemplos urbanos que más recuerda la intrigante actitud de la sociedad española hacia su pasado colonial es la Plaza de Colón. Ésta se encuentra ubicada en una posición contigua a la principal vía de circulación de Madrid en dirección norte-sur, el eje Paseo del Prado – Recoletos – Castellana (hasta el año 1980 conocido como la Avenida del Generalísimo). La plaza fue inicialmente proyectada en la segunda mitad del siglo XIX como parte del ensanche de la ciudad hacia el noreste de su centro histórico, estando compuesta por un óvalo insertado como remate visual de la Calle Génova en su intersección con el Paseo de Recoletos. En aquella posición, se elevaba una columna neogótica desde la cual Colón vigilaba a los carruajes que desfilaban por el bulevar. La escultura permaneció en ese lugar hasta 1970. Mientras discurría el ocaso del régimen de Franco, la antigua Casa de la Moneda, ubicada en uno de los lotes adyacentes a la Plaza de Colón en su lado este, fue demolida y el solar donado a la ciudad para que albergara un nuevo espacio público. Este espacio debía celebrar tanto el descubrimiento de las Américas como la relación especial entre España y sus antiguas colonias en el continente, reflejado en el concepto de Hispanidad promovido por el régimen Franquista desde su política exterior. 
Trato aquí de entender cómo una práctica discursiva esencialmente Franquista ha sobrevivido al régimen a través de la estética y la presencia material de la Plaza de Colón; mediante ésta, los vestigios del ideario Franquista sobre América Latina se encuentran plasmados en la ciudad y siguen estando silenciosamente representados en el espacio urbano. Más aún, se ha dado un fracaso en la producción de una nueva identidad para la plaza desde el final de la dictadura, y que podemos identificar a través de los gestos y modificaciones superficiales a los cuales ha sido sometida, incluyendo la caprichosa y aleatoria adición de nuevas estatuas y esculturas. Existen dos ejes de acción en este ensayo: 1) analizar la versión actual de la plaza, y 2) cómo ésta ha evolucionado desde lo que Christine M. Boyer llama una “crisis de memoria” en la estética posmoderna (a partir del trabajo sobre memoria colectiva de Maurice Halbwachs) para destapar la pertenencia de la Plaza de Colón a una red subconsciente de monumentos del Franquismo, debido a la carga simbólica que continúa albergando en su arquitectura y disposición espacial. Este significado parecería haber desaparecido bajo la superficie, si bien se asoma a través de la performance espacial y el uso del espacio por grupos que buscan en él una conexión simbólica con una ideología que hasta hace poco había sido desterrada del debate público. No es mi intención discutir la construcción de memoria colectiva en España en su totalidad, sino más bien evaluar cómo se relaciona con el espacio público mencionado. 
Desde mediados de los 90 se ha acrecentado en España el debate público alrededor del legado del Franquismo, algo que José Colmeiro califica como “guerras de memoria” que permanecen aún sin resolver. (1) Sin embargo, “salvo contadas excepciones, el pasado colonial no ha estado presente hasta ahora en los debates públicos en torno a la definición de nación y la memoria democrática” (2) a pesar de lo vinculado que se encuentra este pasado a cualquier proceso de definición de España como nación. Si bien Sara Santamaría se refiere aquí al pasado colonial español en África, mucho más reciente, es importante resaltar que la construcción de la narrativa hispanista del Franquismo incluía al antiguo imperio español en América como fuente de orgullo nacionalista. Incluirlo en este análisis y reevaluar su significado es importante, sobretodo ya que se encuentra representado ampliamente en el entorno construido, a pesar de que “la discusión sobre la presencia y mantenimiento de monumentos Franquistas […] continúa provocando angustia, reticencia o indiferencia”. (3) Las consecuencias de la conquista española de las Américas sigue generando debate, sobretodo en América Latina, (4) donde muchos consideran que España tiene una deuda histórica con el continente. España, por su parte, lo considera oficialmente un tema cerrado: la reciente solicitud por parte del presidente de México de que España ofreciera disculpas por su brutal tratamiento de las poblaciones indígenas durante la conquista fue fulminantemente rechazada por el gobierno español. (5) Dado que la ciudad es el lugar donde la memoria colectiva se manifiesta física y espacialmente, (6) resulta oportuno analizar la materialización de las prácticas discursivas sobre América Latina a través de un espacio urbano. 
La falta de interés o conocimiento sobre la carga tanto estética como simbólica de la Plaza de Colón se refleja en el silencio que encontramos con respecto a ella en la academia, la prensa y la opinión pública. No se ha dado la oportunidad de que interpretaciones o narrativas distintas a la aún vigente propuesta del Franquismo emerjan en este vacío discursivo. La bibliografía sobre la Plaza de Colón es virtualmente inexistente, con la excepción de textos principalmente descriptivos que se enfocan en contar la historia de su construcción o en ensalzar los méritos artísticos de su complejo de esculturas. Sintomáticamente, una de las piezas más detalladas es la edición de 1977 de la revista Villa de Madrid, editada por el Ayuntamiento durante la Transición, dedicada íntegramente a celebrar la inauguración de la plaza. Las referencias a la plaza en la prensa tienden a enfocarse en su calidad como espacio de referencia para el turismo o la documentación de marchas o manifestaciones, ya sea para la celebración de victorias deportivas, o como punto de encuentro para partidos de derechas. Esta falta de apreciación crítica sobre el espacio en cuestión refleja el discurso oficial de España sobre América Latina, que parece favorecer una armoniosa y predecible continuidad con la condescendiente política exterior del Franquismo en lugar de generar una narrativa más compleja y realista alrededor de esta complicada historia común. Por otro lado, se viene desarrollando un cuerpo bibliográfico que pretende revitalizar el debate en torno a las huellas de la dictadura en la arquitectura, labor comenzada durante la Transición por Ignasi Solà-Morales, Carlos Sambricio, Antón Capitel, Victor Pérez Escolano, y retomada por investigadoras más recientes como Marina Otero Verzier y María González Pendás. 
Una plaza en Transición 
Como es bien sabido, a la muerte de Francisco Franco en 1975 le siguió un período denominado como la Transición, con Juan Carlos I como rey encargado de desmantelar las estructuras del Franquismo. Los años siguientes supusieron un gran cambio político, administrativo y cultural mientras España avanzaba hacia la democracia. Para que esto sucediera a pesar de la frágil situación política, fue promulgada la Ley de Amnistía de 1977. La ley estipulaba que los crímenes con motivaciones políticas cometidos durante la dictadura, incluyendo violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, serían perdonados. A cambio, los presos políticos del régimen serían liberados. Así, se delineó un intercambio equivalente a un “borrón y cuenta nueva” que aseguraría el comienzo de la democracia sobre nuevos cimientos. Durante este periodo, los burócratas de la dictadura aún mantenían el control de la mayoría de instituciones; aún sin una nueva constitución que cambiara las reglas de juego, “el gobierno continuaba trabajando formalmente dentro del marco legal e institucional Franquista”. (7) Sintomáticamente, la Plaza de Colón se inauguró en este intersticio temporal e ideológico, en Mayo de 1977, siendo alcalde Juan de Arespacochaga, un veterano funcionario del régimen; las primeras elecciones municipales libres recién se darían en 1979. 
La ceremonia de inauguración fue presidida por el entonces rey Juan Carlos y la reina Sofía, acompañados del alcalde y otros funcionarios. También estuvieron presentes los alcaldes de diecinueve capitales latinoamericanas, en Madrid especialmente para la ocasión. Cada uno había traído consigo un manojo de tierra de sus países, que fue enterrado en una bóveda especial en la plaza. De esta forma, daban su sello de aprobación a esta monumental gesta y contribuían, con cada manojo de tierra, a legitimar ritualmente la narrativa hispanista producida ese día en la nueva plaza. Ese mes se publicó la ya mencionada edición especial de Villa de Madrid, un intento de propaganda franquista tardía en la cual historiadores, escritores, artistas y políticos aliados al régimen alababan los atributos del nuevo monumento al descubrimiento de América, la “vinculación de Madrid al más alto hecho de la Historia”. (8) De esta forma, la agenda política del Franquismo lograba dar una última estocada antes de extinguirse, dejando una huella potente en el centro de Madrid donde perpetuar la ideología del régimen. Como dice María González Pendás: “el entorno construido jugó un rol importante en construir el fantasma de Franco […] permitiendo así que las huellas silenciosas del dictador” permanezcan en la ciudad luego de su muerte. 
Hoy, la plaza alberga una variedad de reliquias escultóricas, ancladas al espacio por los Jardines del Descubrimiento, obra de Joaquín Vaquero Turcios culminada en 1977, y el monumento original a Colón del siglo XIX. Otras esculturas, agregadas posteriormente, incluyen un monumento al almirante y héroe naval Blas de Lezo, una estatua en forma de ancla dedicada al científico Jorge Juan, una mujer desnuda hecha por el escultor colombiano Fernando Botero y, la más reciente, un gigante busto de una mujer, realizado por el artista catalán Jaume Plensa. En las inmediaciones de la plaza, en una acera lateral del Paseo de Recoletos, existe incluso una escultura de un sapo gigante que vigila la entrada al Casino de Madrid. Esta cacofonía de objetos está dominada por una gigantesca asta de 50 metros de altura, desde la cual ondea la bandera española más grande del mundo. Incidentalmente, fue encargada por el presidente del gobierno del Partido Popular, José María Aznar, poco antes de la fatídica participación de España en la invasión de Iraq. Es así que la Plaza de Colón sufre de un particular caso de mutación espacial: los elementos en su superficie plana son constantemente reorganizados, en una ciega y persistente búsqueda por encontrar una disposición coherente. Sintomáticamente, el monumento a Colón ha sido trasladado dos veces. 
El persistente reposicionamiento de estos objetos es fanáticamente dispuesto por los burócratas e indiferentemente reportado por la prensa; nunca se reconoce la posibilidad de que el descontento perpetuo con el diseño de la plaza pueda resultar de un conflicto subyacente. En mi opinión, existe un descontento subconsciente con los procesos de representación de memoria pública albergados en el espacio público. Marina Otero ha señalado que “mientras en otras partes del mundo, los monumentos fascistas son derribados por la acción ciudadana directa, en España están sujetos a un entierro y desentierro periódico”, refiriéndose a otros monumentos heredados de la dictadura que actualmente vienen siendo impugnados por colectivos ciudadanos o gobiernos locales. (9) En la Plaza de Colón, las esculturas sufren un proceso similar; sin embargo, éstas no son enterradas o desenterradas, sino constantemente reposicionadas o agregadas al ya incoherente paisaje urbano que las contiene. Hay dos formas de ver esta dinámica: como un cambio en la representación de la estética del espacio, y como una transformación incompleta en la articulación de la memoria colectiva y las prácticas discursivas alrededor de los monumentos del Franquismo. Ambos procesos están presentes en la plaza. 
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A pesar de los cambios descritos, el complejo escultural conocido como los Jardines del Descubrimiento permanece en su lugar, siendo el monumento más visible e identificable ubicado sobre la plaza. Éste se inauguró con la primera versión del espacio en el año 1977, y está compuesto por cuatro bloques monumentales recubiertos en mármol travertino rojo a lo largo de la Calle de Serrano. Narrativamente, estos están organizados en tres grupos: en la sección norte, el primer bloque cuenta las “Profecías” del descubrimiento, los dos centrales narran la “Génesis” y el bloque sur narra el “Descubrimiento” en sí, completando la cronología de norte a sur. La historia está tallada en cada uno de los bloques, como lo explica el escultor Vaquero Turcios en la edición de Villa de Madrid. Las inscripciones contienen los nombres de todos aquellos que de una manera u otra participaron en la conquista, e incluyen referencias a las profecías de descubrimiento hechas por Séneca, los libros mayas de Chilam Balam y San Isidoro de Sevilla en el primer bloque, una carta de Colón a los Reyes Católicos, y los nombres de los primeros conquistadores. Este revoltijo de citas descontextualizadas sirve no solo como instrumento narrativo, sino para legitimar la conquista y establecer un vínculo entre la España de Franco, la España medieval e incluso la Roma antigua. 
Como indica Kim Dovey, “la principal relación [entre el poder y] la forma construida es que la autoridad es estabilizada y legitimada a través de sus símbolos. Los adornos de la autoridad son importantes formas de legitimación cruciales para el ejercicio de la misma”. (10) De esta forma, aún si el régimen se encuentra extinto desde hace mucho, partes de su ideología pueden seguir perpetuándose en el espacio a través de la presencia de la Plaza de Colón en pleno centro de Madrid. Más aún, tomando en cuenta que el Franquismo “encontró en la disciplina de la arquitectura […] uno de sus vehículos más potentes de diseminación ideológica”, (11) la Plaza de Colón no es una excepción. Cuando un evento experimentado por un grupo se materializa en un monumento, “la memoria colectiva se vuelve fija en la arquitectura, [contribuyendo a] controlar o retrasar los cambios inevitables en la memoria colectiva”. (12) De esta manera, una idea en particular acerca de las Américas y su conquista continúa siendo reproducida a través de la arquitectura de la plaza, en un proceso similar al que el historiador Edmundo O’Gorman describe en La Invención de América, solo que en este caso ligado al espacio urbano. De acuerdo con Dovey, la “autoridad depende de símbolos de legitimación en proporción a la vulnerabilidad de su poderío”; (13) esto implica, por lo tanto, que grandes proyectos como la Plaza de Colón tienden a construirse en tiempos de crisis o desvanecimiento del poder y autoridad estatales. Por lo tanto, no es sorprendente que ésta haya sido construida en el ocaso del régimen de Franco, en una época en que la salud del dictador se encontraba ya frágil y la perpetuidad del régimen en riesgo. 
El hecho de que la ciudadanía se encuentre mayormente desprevenida con respecto a esta situación hace que esta discusión sea más relevante. Siguiendo a Foucault, el poder es tolerable solo cuando enmascara una parte sustancial de sí mismo. Su éxito es proporcional a sus habilidades para esconder sus propios mecanismos. La plaza es entonces un poderoso recordatorio visual y espacial del régimen de Franco, a pesar de que su condición de artefacto ideológico se encuentre relativamente oculto a los ojos de los madrileños. La confusa compilación de material escultórico solo contribuye a “simultáneamente representar y enmascarar [las] asociaciones [del espacio] con el poder” que aunque se encuentre ya extinto, yacen aún bajo la superficie. (14) 
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Hoy en día, la plaza suele estar vacía, dado su diseño poco acogedor. Su falta de sombra, crucial para el clima madrileño, y las barreras físicas en sus límites con la calle ahuyentan al usuario, con la excepción de alguno que otro oficinista de la zona a la hora de almuerzo. Sin embargo, es un espacio urbano muy exitoso en cuanto a captar concentraciones y manifestaciones se refiere. Estas suelen incluir tanto la celebración de eventos o victorias deportivas y partes de la marcha del orgullo gay; sin embargo, en los últimos años la plaza ha adoptado cada vez más manifestaciones de corte nacionalista, de la mano de partidos de derecha y extrema derecha. Es allí donde el Partido Popular, Ciudadanos y Vox congregaron a sus seguidores para protestar en contra del presidente Pedro Sánchez y sus negociaciones con los partidos independentistas de Cataluña, o donde se suelen congregar quienes marchan en contra del aborto. No es casualidad que el partido de extrema derecha Vox eligiera la plaza como escenario para su acto de cierre de campaña en las últimas elecciones generales españolas: poco a poco, la Plaza de Colón se consolida como tablado simbólico para la derecha española, cada vez más propensa al patriotismo. (15) 
Crisis de memoria y hologramas espaciales 
Al final de los años 70 y 80, la arquitectura española atravesó un cambio drástico, luego de la liberalización del mercado y el fin del modernismo español de Estado. (16) Este cambio se dio de manera relativamente paralela al pacto de amnesia generalizada desencadenado por la Ley de Amnistía de 1977, y que duró hasta bien entrados los años 90. (17) Este cambio en la estética se puede observar a través de la evolución de la Plaza de Colón y su arquitectura, desde su concepción como un espacio modernista totalizador y coherente, diseñado para alabar el pasado imperial de España, a una combinación aleatoria de souvenirs escultóricos que parecen objetos de una colección no demasiado rigurosa. No debería sorprendernos que las nuevas esculturas, liberalmente aplicadas, empezaron a aparecer en la plaza en los 90, testigos de una emancipación formal de la visión original de la plaza que corría en paralelo a los crecientes debates sobre el legado del Franquismo. Este proceso de coleccionismo compulsivo sigue vigente, como podemos ver tras la incongruente adición de Julia, el busto de Jaume Plensa, en 2018. 
Christine Boyer describe este proceso como “un nuevo problema sobre dónde poner nuestros recuerdos, y cuál debería ser el balance entre el presente y el pasado, ya que coleccionar puede resultar obsesivo, repitiendo una y otra vez el deseo de recapturar un pasado desaparecido […] hasta perder la cabeza”. (18) […] “una crisis de memoria es provocada […] por el mismo deseo de establecer una ruptura, un corte con las tradiciones recientes, de matar al padre como hicieron los modernos y proponen los posmodernos”. Al buscar olvidar el pasado Franquista, pero sin realizar el arduo trabajo que requeriría reemplazar la narrativa anterior debido a la amnesia generalizada acordada durante la Transición, la crisis de memoria se ve reflejada en la confusión estética reinante en la plaza: los intentos sucesivos de transformar la plaza terminan por ser incoherentes y desarticulados. Al ser desplazada la cansada narrativa del Franquismo sobre América Latina, que antes organizaba la plaza, se manifiesta una crisis de memoria al no haber una alternativa potente que articule el espacio. Con la inauguración constante de nuevas esculturas, este proceso amenaza con volverse inacabable. 
Por otro lado, es necesario hablar sobre el otro proceso que actualmente se encuentra en curso en la plaza, para lo cual considero pertinente referirme a lo que Alicia Lindón llama “hologramas espaciales”. Utilizando esta definición, podemos interpretar a la plaza tanto como una “realidad localizada” y como una “realidad desplegada en una red de lugares interconectados a través de lo vivido, que puede integrar lugares distantes”. (19) Es decir, la plaza tiene cualidades únicas e intrínsecas a su localidad, pero también debemos situarla como parte de una red de monumentos y construcciones Franquistas en Madrid y alrededores; es esta pertenencia la que le aporta un poder simbólico más allá de sus características propias. Algunos de estos monumentos, como el Valle de los Caídos y el antiguo Arco de la Victoria (hoy Arco de la Moncloa) también tienen fuertes cargas ideológicas, y quizás son más notorios dadas las impugnaciones a las que han sido sometidos por la sociedad y el sistema judicial. Como es de esperar, el Valle de los Caídos, siendo la tumba de Franco y de miles de combatientes de ambos bandos de la guerra civil, se encuentra actualmente envuelto en un conflicto entre el Parlamento español que busca aplicar la Ley de Memoria Histórica y aquellos que se oponen a la exhumación del cadáver del dictador y de sus víctimas enterrados allí. 
Sin embargo, la Plaza de Colón permanece ajena a cualquier debate similar, a pesar de formar parte integral de esta red de monumentos del Franquismo, y de ser quizás su componente más céntrico y visible en la ciudad. No obstante su complejo y disputado significado, el Valle de los Caídos es uno de los monumentos más visitados de Madrid, y es también un “símbolo de la victoria del fascismo y un fracaso al reconocimiento de todas las víctimas de la guerra civil”. Marina Otero indica de forma relevante que los turistas “continúan fotografiando su arquitectura sin saber su significado”. (20) Considerando las diferencias y sin restar la importancia y brutal simbolismo del Valle de los Caídos, me atrevería a proponer que ambas declaraciones son aplicables también a la Plaza de Colón. 
Más aún, no es casualidad que tanto el Valle de los Caídos como la Plaza de Colón sean centros de congregación de protestas y manifestaciones de la extrema derecha: forman parte de la misma “intertextualidad espacial” y como tal se evocan mutuamente y forman parte de la misma red de subjetividades. (21) Esto encaja con lo que Halbwachs define como la necesidad de la memoria colectiva de ser “mantenida a través de prácticas rituales, tradiciones y repeticiones”. La concentración de partidarios de derecha y ultraderecha en la plaza para expresar sentimientos nacionalistas se relaciona directamente a la narrativa imperial y colonial de la plaza, siendo ésta una fuente fácilmente accesible de orgullo patriótico. Los asistentes a estas congregaciones quizás no estén al tanto de lo que significa su presencia en ellas, pero al activar un espacio tan cargado de referencias a las glorias del desaparecido imperio español, reproducen y reactivan una fantasía clave del Franquismo. 
Para concluir 
Considero que es posible que estas manifestaciones tomen lugar en la plaza sin ninguna crítica desde los medios o la ciudadanía dada la falta de conocimiento con respecto a los significados codificados en monumentos de la dictadura. Como bien relata Deborah Cherry, estos monumentos se encuentran “descontextualizados del tejido de historias y sentimientos imperiales que los insertaron” en el espacio, y por lo tanto se encuentran “varados en el presente”; su vínculo con su contexto inicial se encuentra opacado y falto de reconocimiento. (22) Esta indiferencia es apuntalada por la “ignorancia asimétrica” (23) que rodea al pasado colonial en las otrora metrópolis de los antiguos imperios europeos, como Londres o Madrid. Si los madrileños buscan desarrollar una relación cercana y honesta con América Latina, e incluir a aquellos latinoamericanos que viven en la capital en la identidad de la ciudad, es importante cuestionar monumentos como los que alberga la Plaza de Colón, ya que estos actúan como recordatorios constantes de una percepción anticuada de la conquista y condescendiente y desdeñosa hacia los latinoamericanos. Es necesario construir una historia común hispanoamericana desde una plataforma más inclusiva y contemporánea, y parte por hacer un análisis exhaustivo de los símbolos de esta relación. 
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La sociedad no ha hecho el esfuerzo de situar el peso que el entorno construido tiene dentro de las estructuras políticas. El duradero efecto de la amnesia colectiva, pactada como condición de la Transición, es causa directa del silencio histórico como “precio de la democracia”. (24) La Plaza de Colón permanece como un potente y anacrónico símbolo de retórica imperialista en el centro de Madrid: es “un lugar que espacializa la historia imperial”. Walter Benjamin nos recuerda que “no existe un documento de civilización que no sea al mismo tiempo un documento de barbarismo”. (25) Si tomamos esta declaración como cierta, quizás sea pertinente complementar las narrativas de los monumentos del Franquismo, en vez de eliminarlos por completo. La eliminación absoluta de estos espacios resultaría en “una amnesia, no solo de los individuos involucrados pero de los efectos traumáticos y transformativos de sus vidas y acciones”. (26) Es decir, cambiar los nombres de las calles o eliminar esculturas de los espacios públicos imposibilita asimismo la discusión con respecto al pasado, y retira del ámbito público el sufrimiento de las víctimas de dictaduras y regímenes autocráticos. 
En vez de eliminar estas memorias por completo y cubrirlas con “fragmentos e impresiones vagas”, (27) quizás sea más productivo comprender estos monumentos de forma crítica, e involucrar a la ciudadanía en este proceso. Si bien este proceso es conflictivo y despierta encendidas discusiones, es importante llevarlo a cabo; “esta polarización [...] no debería inducirnos a la parálisis. (28) Al contrario, debería ser aprovechada como una oportunidad para permitir una mejor relación entre la sociedad y sus memorias mediante la recodificación de sus monumentos”. Solo así se vuelve posible la construcción de una memoria colectiva consensuada y accesible que incorpore una interpretación compleja, sensible y sutil del pasado. Consecuentemente, aparece la posibilidad de vislumbrar un replanteamiento inclusivo de los contenidos de las huellas del pasado en el espacio urbano.
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1. José Colmeiro, “Unraveling Memories in Spain”, Journal of Spanish Cultural Studies, 19(4), p. 482.  2. Sara Santamaría Colmenero, “Colonizar la memoria. La ideología de la reconciliación y el discurso neo-colonial sobre Guinea Ecuatorial”, Journal of Spanish Cultural Studies, 19(4), p. 446. 3. Marina Otero Verzier, “Silent Walls: The Architecture of Historical Memory in Spain”, [Online] Disponible en: https://archinect.com/features/article/150046096/silent-walls-the-architecture-of-historical-memory-in-spain (Último acceso el 20 de marzo de 2019) 4. Por ejemplo, el Día de la Hispanidad, la fiesta nacional de España, todavía se celebra el 12 de octubre, fecha en que Colón arriba en San Salvador. Partes de la opinión pública española aún ven el descubrimiento de América como algo íntegramente positivo. El presidente de RTVE lo denominó “el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad después del nacimiento de Cristo”, en un discurso en 2017. Otros consumen lo que Colmeiro califica de “nostalgia comodificada y trivialización”, ejemplificada en la reciente tanda de series televisivas con temáticas coloniales. Aunque hay quienes son más críticos con el legado del colonialismo español, los discursos oficiales promovidos desde gobiernos tanto de izquierdas como de derechas continúan utilizando el descubrimiento de América como una oportunidad para celebrar a España y su herencia cultural, ignorando las complejas repercusiones del proyecto colonial. 5. https://www.dw.com/es/furibundas-reacciones-en-españa-exigencia-de-disculpas-de-amlo-por-la-conquista/a-48070152  6. Aldo Rossi, The Architecture of the City, MIT Press, Cambridge, 1984. 7. María González Pendás, “Architecture, Technocracy, and Silence: Building Discourse in Franquista Spain”, Columbia University, Nueva York, 2016. 8. Juan de Arespacochaga, “Madrid en la gesta del Descubrimiento”. Villa de Madrid, 55-56, p.3. 9. En el año 2007 se promulgó la Ley de Memoria Histórica, reconociendo a las víctimas de la dictadura y dotando a los municipios de las facultades para retirar símbolos de la dictadura y cambiar los nombres de aquellos espacios públicos nombrados en honor de figuras afines al Franquismo. Cambiar los nombres de las calles, sin embargo, no altera de por sí las cargas simbólicas de estos espacios, ni promueve necesariamente la discusión sobre lo que significan. 10. Kim Dovey, Framing Places: Mediating Power in Built Form, Routledge, Londres, 1999, p.14 11. Marina Otero Verzier, “Memory and Oblivion” [Online] Disponible en: 1. https://www.e-flux.com/architecture/positions/222375/memory-and-oblivion/ (Último acceso el 29 de abril de 2019) 12. Can Bilsel, “Architecture and the Social Frameworks of Memory: a Postscript to Maurice Halbwachs”, “Collective Memory”, International Journal of Architecture and Planning, 5(1), p. 5. 13. Dovey, op.cit., p.14.  14. Ibid., p.13. 15. Tampoco es casualidad que en 2014 Ana Botella, la alcaldesa de Madrid de ese entonces, haya nombrado una plazuela adyacente a Colón como la “Plaza Margaret Thatcher”, en honor a la primera ministra conservadora británica. 16. María González Pendás, “Architecture, Technocracy, and Silence: Building Discourse in Franquista Spain”, Columbia University, Nueva York, 2016. 17. Elena Yeste, “La Transición Española. Reconciliación Nacional a Cambio de Desmemoria: El Olvido Público de la Guerra Civil”, Historia Actual Online 21, p. 7-12. 18. M. Christine Boyer, The City of Collective Memory, its Historical Imagery and Architectural Entertainments, MIT Press, Cambridge, 1994. 19. Alicia Lindón, “Los imaginarios urbanos y el constructivismo geográfico: los hologramas espaciales”, Revista eure, 33 (99), p. 44. 20. Otero Verzier, op. cit. 21. Lindón, op.cit., p.44. 22. Deborah Cherry, “Statues in the Square: Hauntings at the Heart of Empire”, Art History, 29(4), p. 665. 23. Dipesh Chakrabarty, “Postcoloniality and the Artifice of History: Who speaks for ‘Indian’ pasts?” Representations, 37, pp. 1-26. 24. González Pendás, op. cit., p. 54. 25. Walter Benjamin, Illuminations: Essays and Reflections, Penguin, Londres, 2011. 26. Cherry, op. cit., p.665. 27. Boyer, op. cit., p.24. 28. Otero Verzier, op. cit. 
* Todas las traducciones son del autor.
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Circo Raluy
Circo Raluy en Sabadell, Barcelona 29.04.2019 Francisca Arce
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Fotografía del Circo Raluy Legacy 
Al día siguiente de sumergirnos en lo profundo y subversivo de La Ribot, en su propuesta de danza teatro contemporánea en El Mercat de las Flors, nos fuimos a una ciudad un poco a la periferia  del centro de Barcelona llamada Sabadell, para visitar el “Circo Raluy Legacy”,  un circo al más puro estilo tradicional con más de cinco generaciones de historia en Cataluña.
El Circo-Museo Raluy Desde el momento que vimos la carpa de circo reluciendo entre los edificios nos llevo a recordar la infancia y la emoción de niños cuando llegaba el circo al pueblo y que el circo tradicional continúa muy vivo tanto en Europa como en America. Cuando entramos al circo al espacio previo a la carpa, fue todo muy mágico ya que “Circo Raluy Legacy” es como un museo itinerante de la historia del circo clásico, carros antiguos remodelados, llenos de detalles y pinturas nos mostraban imágenes de los circos antiguos y su historia. Cafetería, boletería, baños, barra de comida, todo era un mundo en sí mismos. Todo este momento previo a la función ya era un espectáculo, estaba estéticamente bien adornado y todos quienes nos recibían estaban glamurosamente vestidos con vestuarios típicos del circo, personajes que después nos daríamos cuenta que eran los mismo artistas y acróbatas, ofreciendo las tradicionales cabritas, sacándose fotos con los niños, haciendo sentir al público que desde ya todo era un momento especial.
La Historia del Circo Raluy Legacy
Pedazos de historia en numerosos carteles por todo el espacio daban pistas que el “Circo Raluy Legacy” es un circo con trayectoria y tradición en Cataluña. A un costado en una especie de trono, estaba totalmente vestido y maquillado, Luis Raluy Tomas, hijo mayor de Luis Raluy Iglesias, quien fue el fundador de este circo el año 1970 y creó, inspirado en el pasado y en homenaje al circo clásico de la época de oro, el “CIRCO MUSEO RALUY”, el primer circo-museo del mundo y la génesis del histórico Circo Raluy.(1) (2)
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En la fotografía: Padre Luis Raluy Iglesia, y sus tres hijos, Luis Raluy Tomas, Eduardo Raluy Tomas y Carlos Raluy Tomas. 
El año 2016 el “Circo Raluy” tomó dos caminos, uno guiado por el hijo mayor (Luis Raluy Tomas) el “Circo Raluy Legacy” el cual visitamos, y otro proyecto circense guiado por el segundo de sus hijos  (Carlos Raluy Tomas) el “Circ Historic Raluy”, ambos mantienen el mismo estilo y estética tradicional,  rescatando el circo-museo que comenzó a crear su padre en los años 70`.(3)
Luis Raluy Tomas, hijo mayor quien dirige junto a sus hijos el “Circo Raluy Legacy”, no sólo es  un payaso, que ya es mucho para este arte, también es físico, matemático y escritor. Ha participado como conferenciante en dos conferencias del General Ralativity & Gravitacion, (G.R.G) una en Córdoba (Argentina) y otra en Durban (Sur África) las cuales se celebran cada cuatro años y asisten los más prestigiosos físicos del mundo como son Stephen Hawking (1942-2018) o el premio Nobel de Física John Taylor. También participó en una conferencia internacional de matemáticas en Birmingham (Inglaterra) exponiendo sus trabajos. Su ámbito principal de investigación han sido los números primos. (4) Ha publicado cuatro libros: Ingeniosa teoría del espacio y del tiempo (1997), Ámbito de los números primos su estructura y distribución (2003), El secreto de los espejismos (2009) y El circo de los saltimbanquis (2013).
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Luis Raluy Tomas, hijo mayor y segunda generación de los Raluy
En la Pista Después de vivir toda esta experiencia previa cargada de historia y tradición, entramos con el corazón palpitando de toda la emoción y ni siquiera habíamos visto un número. Al igual que el exterior el interior estaba reluciendo, una carpa pequeña con una pista de madera y arriba en la cúpula una pintura que parecía una obra maestra del Pintor Renacentista Miguel Ángel, (1475- 1564) al estilo de la Capilla Sixtina, cuyos detalles resaltaba según la iluminación.
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Fotografías por Francisca Arce, antes de comenzar la función en Sabadell.
El espectáculo completo fue al estilo tradicional, con intervenciones de un maestro de ceremonia de nacionalidad Argentina, que también tenía cualidades de mago y dos cómicos que hacían las transiciones y se ganaba el cariño del público que representaba a los clásico payasos, Bufón  y Cara Blanca, pero no estaban ni maquillados ni vestidos como tal. Un charivari de inicio que desplegaba mucha alegoría y magia con los dos pequeño nietos, de Luis Raluy Tomas, que representaban la última generación, realizando un acotado número de Trapecio Fijo, y después el clásico formato número tras número de corta duración y sin ninguna relación entre ellos, de los cuales dos eran los platos fuertes, apoyados por un baterista en escena que retocaba y complementaba muy bien la música de un estilo mas bien popular y actual. Por supuesto pudimos estirar las piernas y comer pichiruches en el infaltable intermedio de quince minutos, momento para instalar las estructuras mas complejas y aumentar los ingresos de la función.
De los artistas en la pista, casi todos realizaban dos números, es por esto que habían números de no tan alto nivel acrobático pero bien coreografiados y bailados en sincronía con la música con relucientes vestuarios que acentuaban sus figuras. 
De los platos fuertes de la función había una troupe de Cubanos quienes realizaban al principio un número de saltos en la cuerda muy divertido y dinámico pero no tan complejo y casi al final de la función un número de alto riesgo en el Balancín Ruso, con una actitud enérgica y Latina, que estaba muy bien ejecutado por los acróbatas, de gran calidad técnica, hecho sin ningún énfasis transcendental pero con movimientos dificilísimos que se veían volar por sobre los seis metros de altura y caer a un pequeño colchón,todo esto ejecutado con arnés de seguridad, lo que provocaba poder disfrutar con más tranquilidad las acrobacias.    Otro número que resaltaba, fue el dúo de Monociclos realizado por Niedzelia y Emily Raluy, tercera generación de la familia, quienes tenían al público con los pelos de puntas, ya que usaban el antiguo e infalible truco del error para causar más suspenso y aplausos, mientras hacían cambios sincronizados de un monociclo jirafa a otro de mayor altura.  
Un solo de una técnica circense que deriva de las paralelas olímpicas fue otro plato fuerte de la función; el acróbata bieloruso, giraba como una manecilla loca de un reloj y saltaba de una barra a otra con complejas acrobacias, sin seguridad más que unas pequeñas colchonetas que recepcionaban algunos saltos a la pista. Apoyado de un tango Argentino en el piso realizaba coreografías de danza y movimientos contemporáneos con la excusa de ir a una fuente que estaba repleta de magnesio para seguir girando y girando y saltando y caminando sobre las barras moviéndose como un verdadero gato. Al finalizar su número realizó otro recurso clásico del circo tradicional, su última secuencia con los ojos vendados, momento culminé apoyado de mucha tensión que causó un enfático y aplaudido final.  
Luis Raluy Tomas, también hizo dos pequeñas apariciones en la pista, que se veía que disfrutaba mucho. Una de ellas fue al finalizar la función, escena que daba cierre a todo el espectáculo junto a sus nietos, dejando un mensaje claro que ellos llevarían el legado de cinco generaciones con más de  cien años de historia. Cuadro muy emotivo de un hombre que pasó toda su vida sobre caravanas, realizando una vida plena de circo, traspasándole a sus generaciones todo el conocimiento y esfuerzo que el también heredo de su padre.  De todo lo que significa el circo en la historia de la humanidad y en la historia de quienes somos amantes de este arte milenario.
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Bibliografía
(1).  Historia del Circo Raluy. (2019). Retrieved from https://circoraluy.com/historico-circo-raluy/ Lluís Raluy - CIRCO RALUY LEGACY. (2019). Retrieved from https://circoraluy.com/lluis-raluy/ (2).  El origen y la historia del Circo Raluy. (2017). Retrieved from http://www.malabart.com/el-origen-y-la-historia-del-circo-raluy/
(3) Conoce la mágica historia de nuestro circo | Circo Histórico Raluy. (2019). Retrieved from https://www.raluy.com/es/historia/
(4) Lluís Raluy - CIRCO RALUY LEGACY. (2019). Retrieved from https://circoraluy.com/lluis-raluy/
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