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#dosbigotes
molarmucho · 4 years
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¡Hola! Si quieres cualquiera de los libros de @_valeriavegas_ dedicados, no tienes más que comprarlo en Molar, en la tienda o en la web, e indicar para quien quieres que sea la dedicatoria. A finales de la semana que viene los enviaremos u os avisaremos para venir a recogerlos. #valeriavegas #laveneno #niputanisanta #vestidasdeazul #liberate #dosbigotes #molar #molardiscosylibros (en Molar) https://www.instagram.com/p/CLZi6drD4hW/?igshid=1hnvb0fkrc88h
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La ignorancia no es mala fe. Pero perseverar en la ignorancia sí que lo es, desde «Estoy demasiado cansado y no quiero ponerme a pensar sobre ello», pasando por «Interfiere en mi visión del mundo así que no quiero pensar sobre ello», hasta llegar a «Interfiere en mi visión del mundo, que es la única posible y la que lo engloba todo, por lo que no necesito pensar sobre ello».
—Como acabar con la escritura de las mujeres (1983), Joana Russ
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angeldcg95 · 5 years
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¡Nueva Reseña! De una de mis novelas favoritas #Avirginialegustabavita 
 "Tu victoria (con mi ayuda) debe ser sobre mis fantasmas, a los que yo detesto más que tú, pero no logro derrotar."
@PilarBellver @DosBigotesEdit
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carlosortegavilas · 7 years
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Entrevista de Eduardo García Rojas para Diario de Avisos
“No puedo evitar verlo todo un poco negro, escriba lo que escriba”
El santo al cielo es la primera novela de Carlos Ortega Vilas (Las Palmas de Gran Canaria, 1972), un libro que desde que circula en librerías ha logrado que se acerquen a él lectores aficionados al policíaco como los que se encuentran en las antípodas del género. Estilo, gracia y sobre todo un acerado retrato de la condición humanase son algunas de las claves que han hecho de El santo al cielo un título revelación. Carlos Ortega Vilas es además escritor de relatos cortos, territorio en el que se mueve con comodidad y que ha dado como resultados Manuel de depredadores y Tuve que hacerlo y otros relatos, precisamente son cuentos pero también una nueva novela los materiales con los que el escritor trabaja en la actualidad, obras de las que no quiere avanzar mucho aunque asegura que serán, inevitablemente, negras.
- Uno de los protagonistas de la novela, Aldo Monteiro, siente debilidad por los santos. ¿Siente Carlos Ortega Vilas debilidad por los santos?
“Esa debilidad por los santos, en el caso de la novela, es ante todo un rasgo que define la personalidad del personaje. El martirologio cristiano es una fuente inagotable de historias truculentas que me venían muy bien –o le venían muy bien a Aldo, mejor dicho– para ilustrar algún aspecto de la investigación. Al principio me pareció que era una contradicción interesante, porque Aldo se declara ateo. Sin embargo, a medida que iba profundizando en el personaje, comprendí que la contradicción no era tal. Aldo tiene un concepto muy estricto de la justicia –inflexible, casi–, una ética personal inquebrantable. Y ahí es donde conecta con estos primeros mártires, que murieron por defender un ideal. Aldo, al citarlos, no hace otra cosa que ponerse en la piel de esos personajes –con ironía, pero también con respeto– porque sabe que en otra coyuntura su propio sentido de la ética, de la justicia, podría acarrearle problemas muy serios. A lo largo de la historia, ¿cuántas personas con una ética inquebrantable no han sido también asesinadas por defender unos valores, como esos mártires primitivos? No los conocemos porque, curiosamente, las víctimas suelen perder el derecho a la individualidad. Son una masa informe sin nombre ni rostro, salvo en escasísimas ocasiones.”
- Pero sí se conoce a los verdugos.
“Los conocemos hasta la saciedad. Uno acaba preguntándose si no debería ser al contrario. Aldo, al menos, es de los que se hacen esa pregunta. Mi debilidad por los santos surge también de una contradicción que descubrí de pequeño: mis padres eran ateos –y yo también, claro–, pero siempre que surgía un problema llamábamos a mi abuela para que intercediera por nosotros ante algún santo –normalmente recurría a san Benito, por ser gallega, o a santa Rita–. Y, oye, siempre resultaba. Aprendí pronto que todos tenemos un agujero en el zapato. Es una de las lecciones que más me han servido a la hora de escribir.”
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- ¿Y cómo fue el proceso de creación de los personajes?
“El proceso de creación de personajes es siempre muy intuitivo. Quizás lo más difícil sea individualizarlos, otorgarles una voz propia –me molesta cuando leo novelas en las que todos se expresan de la misma manera y en el mismo tono, como si al autor le preocupase más escucharse a sí mismo que dotar de entidad a sus personajes–. Yo parto de la siguiente premisa: cada acción tiene consecuencias. Es ahí, donde se quiebra el equilibrio, que puedo intuir de qué pie cojea cada uno. Siempre trabajo a partir de las contradicciones de los personajes.”
- ¿Pero cuál le costó más trabajar?
“La protagonista femenina, Silvia, quizás fue el que más me preocupaba, porque no quería que cayese en el estereotipo de mujer fatal propio del género ni que fuera un personaje supeditado por completo a la historia de la investigación. Debía tener la misma importancia –o más– que los dos investigadores. Para lograrlo tuve que idear una serie de situaciones que me permitieran mostrar un arco evolutivo propio, lo más completo posible. De ahí, en gran medida, las subtramas que van entrelazándose a lo largo de la novela. El resto de personajes surgieron al tiempo que esas historias paralelas iban cobrando peso. Quizás el que más claro tenía desde el principio –aunque apenas aparece– sea Daniel, el adolescente desaparecido. Él es el verdadero origen de todos los acontecimientos. En cuanto a los secundarios, procuré tratarlos con idéntico mimo y respeto que al resto. Por breve que sea su aparición, todos tienen su momento de protagonismo, su peso en la trama.”
- ¿Y quiénes son Aldo Monteiro, inspector jefe de la Brigada de Homicidios y Desaparecidos de la Policía Nacional y el teniente Julio Mataró, su enlace con la Guardia Civil?
“Tanto Aldo como Julio surgieron en un relato anterior a la novela. En principio, ambos eran policías, pero decidí que Julio pasara a formar parte de la Guardia Civil para crear un conflicto añadido. Por entonces –en 2006, cuando comencé a escribir El santo al cielo– se había vuelto a reavivar un viejo debate: la unificación de los dos cuerpos. Me pareció una buena metáfora de situación. A lo largo de toda la novela se alude varias veces a esa posibilidad, que despierta recelos y malestar en ciertos círculos muy conservadores –y homófonos–, al tiempo que Julio va sintiendo una atracción cada vez mayor hacia Aldo. Hay un doble sentido en ese deseo de «unificación» de los cuerpos que trasciende los límites de lo estrictamente policial. De Aldo creo que ya he hablado bastante cuando tratamos su afición por el santoral. En cuanto a Julio, creo que es algo más ingenuo que el inspector —aunque a veces su actitud parece más una pose, una forma de protegerse— y mucho más flexible, más humano: comprende la debilidad de los demás. Ambos comparten un sentido de la ética y del deber —no de la justicia— bastante similar. Julio no es un héroe, pero es capaz de realizar algún que otro acto heroico, sin pretenderlo. Y eso es lo que, quizás, más valora Aldo en él. De alguna forma, se complementan. Creo que no puedo desvelar mucho más…”
- ¿Volveremos a verlos juntos en otra historia?
“Eso espero. De momento, tendrán que esperar un poco. De todos modos, hay una segunda novela esbozada donde los dos personajes vuelven a encontrarse. Lo bueno de las sagas es que una vez que has interiorizado a los protagonistas, sus voces permanecen.”
- ¿Cómo fraguó el diseño de la trama?
“En principio, El santo al cielo surgió de una propuesta de ejercicio en el marco de un taller de novela negra: resolver un misterio de habitación cerrada (un cadáver, una estancia cerrada desde dentro, un asesinato). Normalmente este tipo de historias se centra en averiguar el cómo. Las novelas enigma no me interesan en particular, de modo que me centré en los personajes. Mi principal preocupación a la hora de diseñar la trama fue reflejar sus motivaciones, en particular, las de Silvia —la asesina—. Planifiqué de antemano la estructura, capítulo por capítulo, hasta el epílogo, que para mí es la piedra angular de toda la novela. Es lo que suelo hacer cuando comienzo un proyecto, ya sea un relato breve o una novela: tengo una escena final en mente que muchas veces es también el origen de la trama, y voy reconstruyendo la historia con ese desenlace en la cabeza. No lo escribo hasta el final, me obsesiona de tal modo que actúa como un detonante con efecto retardado. Tengo que llegar a él, antes de que explote… Aunque tarde tres años, como en este caso. Reconozco que a veces resulta un tanto agónico trabajar así, pero es la expectativa lo que mueve toda narración. Siempre hay que mantener una puerta abierta a la incertidumbre.”
- ¿Y qué atractivos tiene para usted el género policíaco?
“En primer lugar, me gusta cuestionar los estereotipos. Quizás fue uno de los retos que más me motivó a la hora de utilizar el género para contar esta historia. Ver de qué manera podía darle un vuelco a todos esos personajes de novela negra que me parecían muy manidos, que me provocaban antipatía o con los que no lograba empatizar —en especial cuando se trataba de protagonistas femeninas o de personajes homosexuales, tan planos en ocasiones, tan poco humanos—. Lo demás, tuvo que ver con mi manera de entender la escritura. No concibo contar sin utilizar el suspense, por ejemplo. También me gusta el ritmo propio del género, donde prima la acción sobre la descripción, los diálogos, el lenguaje cinematográfico, una cierta sensibilidad para contar que a veces se aproxima a la del realismo sucio. Me gusta el trasfondo de crítica social que suele contener este tipo de novela, la capacidad de retratar una época y sus miserias. Por último, creo que lo negro es una forma de mirar, más que una fórmula para crear tramas. Y yo no puedo evitar verlo todo un poco negro, escriba lo que escriba.”
- Usted que imparte talleres literarios, ¿cree que son necesarios para aprender a escribir una historia?
“Creo que los talleres de escritura sirven para adquirir una rutina de trabajo, para experimentar con tus propias posibilidades y sorprenderte. Es útil para conocer técnicas y desechar «vicios», para afianzar un deseo, expandir límites, descubrir nuevas lecturas, nuevos autores. Quizás, lo más importante que puede aprenderse en un taller es a concebir la escritura como un oficio, y no precisamente fácil. Aquí no hay fórmulas matemáticas —ni mágicas— para conseguir un resultado idóneo. Luchamos constantemente con la inseguridad, con el miedo a exponernos ante la mirada crítica de los demás. La literatura nace de la intuición, y de la propia literatura. La intuición no se puede enseñar, y la literatura precisa de una inmersión demasiado íntima para ser impuesta. Pero sí se puede entrenar la capacidad de observación, la mirada —cómo objetivar el tema, cómo seleccionar y dosificar la información—, la lectura crítica… Lo demás es empeño personal y, lo más importante, una mente abierta. Los prejuicios y los lugares comunes deberían quedar desterrados del papel.”
Carlos Ortega Vila explica que cuando escribe relato “tengo muy claro lo que debo callarme” mientras que cuando escribe novela “intento centrarme más en lo que debo contar para que los personajes hundan las raíces en la historia y se agarren bien a ella; que no los tumbe una corriente de aire.” No obstante, reconoce que en esencia aborda de la misma manera tanto un género como el otro y huye de las digresiones interminables “aunque digan que en la novela están permitidas” porque intenta que todo resulte relevante en el texto, que tenga una función, da igual que sea novela o cuento. “No soy un lector sufriente, y por tanto no me gusta hacer sufrir a nadie. Creo que la literatura no está reñida con el entretenimiento, y que muchos de los mecanismos que funcionan en el relato no hay que perderlos de vista al escribir novela: síntesis, acción, esfericidad…, incluso la irrupción de un elemento extraño son algunas de las cosas que tengo muy en cuenta a la hora de escribir, da igual el género.
Saludos, santo, santo es el Señor, desde este lado del ordenador.
Por Eduardo García Rojas (29/07/2017)
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tjanarens · 5 years
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RT @DosBigotesEdit: .@Agoney ha visitado la caseta de #Berkana en la @FLMadrid y ya tiene su ejemplar del libro #LosPequeñosBrotes de @abelazcona ❤️❤️ ¡Gracias!!!!! #DosBigotes #AbelAzcona #LiteraturaContraElSilencio https://t.co/1aNyV8AQ0i
.@Agoney ha visitado la caseta de #Berkana en la @FLMadrid y ya tiene su ejemplar del libro #LosPequeñosBrotes de @abelazcona ❤️❤️ ¡Gracias!!!!!#DosBigotes #AbelAzcona #LiteraturaContraElSilencio pic.twitter.com/1aNyV8AQ0i
— Dos Bigotes (@DosBigotesEdit) June 15, 2019
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bookolica · 7 years
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La nueva mujer, leyendo a las escritoras estadounidenses del XIX
Cuando se hace una selección de relatos o una antología de escritores, se suele acabar incluyendo un poco a los autores recurrentes, los habituales protagonistas de todas estas cosas. Son como los sospechosos habituales, los protagonistas eternos de este tipo de listados. Por ello, es una sorpresa – y muy grata – adentrarse en La nueva mujer. Relatos de escritoras estadounidenses del siglo XIX, la  antología de relatos escritos y publicados por escritoras estadounidenses de la época que acaba de publicar DosBigotes (la edición está a cargo de Gloria Fortún). En el índice aparecen nombres conocidos como el de Kate Chopin, Charlotte Perkins Gilman o Willa Carther, al lado de otros que para que no somos lectores expertos en la época y en el corpus del momento resultan mucho más desconocidos.
La nueva mujer es por tanto un contacto variado con las mujeres que estaban escribiendo en ese momento, con autoras llegadas desde los más variados puntos. De hecho, las autoras incluidas en la selección son también diversas en orígenes y en trasfondo, lo que hace que los contenidos que incluye la antología reflejen experiencias muy diversas e historias muy distintas. El relato que abre el libro, por ejemplo, está firmado por Zitkala-Sa, una escritora de origen Sioux, que captura la vida de una mujer nativa americana.
Y esta diversidad de fuentes y de historias resulta especialmente refrescante, ya que al final, cuando leemos libros de relatos o antologías de autoras del pasado, solemos acabar leyendo el mismo tipo de historias y del mismo tipo de historias (cierto es que, entre las autoras, solía existir una suerte de perfil dominante, ya que escribir no era fácil y llegar hasta el ser una escritora todavía menos, pero eso no implica que no hubiera más escritoras más allá de ese perfil, por muy minoritarias que fuesen).
La calidad de las historias, su estilo, sus temas y su ejecución es por tanto diferente y diversa (y sobre el primer punto habría que decir que no es en absoluto malo que unas historias nos parezcan mejores que otras) en una antología que permite descubrir a escritoras desconocidas de una forma bastante enriquecedora.
A eso se suma que el libro no es solo interesante desde el punto de vista únicamente literario, sino también desde el punto de la historia de las propias mujeres. En la presentación del mismo, se vendían como “un libro necesario para comprender el nacimiento de la ‘nueva mujer’ en Estados Unidos durante el siglo XIX”.
La nueva mujer, la new woman, apareció con fuerza a finales del siglo XIX y se convirtió en la avanzadilla de lo que ocurriría décadas más tarde (las modernas de principios del siglo XX lo hubiesen tenido difícil sin ellas). Son las mujeres que empiezan a ser independientes, que se lanzan a la conquista del mercado laboral y que comienzan a plantearse de un modo mucho más activo su lugar en el mundo. Son las mujeres que se montan en bicicletas, que quieren ir a la universidad y que se forman como mecanógrafas para trabajar en oficinas.
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grantlibreria · 3 years
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📣¡Presentación y firmas! @editorialdosbigotes y Grant Librería presentan el libro de David Guerrero @guerreando "Corres como una Niña". 🤾‍♀️Un libro que, en palabras del autor, busca ser una herramienta de conocimiento, activismo y disidencia, un relato de lucha y conquistas, un alegato a la libertad y la inclusión en el mundo del deporte. 🗓Será el próximo 3 de noviembre, miércoles, a las 19:30h. con entrada libre hasta completar aforo. El autor estará acompañado del deportista y activista LGTBIQ+ Victor Gutiérrez @victor_g91 .🤽‍♂️ 📦Si no estás en Madrid, o no puedes asistir, pero no quieres quedarte sin el libro dedicado por el autor, puedes adquirirlo en nuestra web y te lo enviamos a donde nos digas. 
En el proceso de compra verás un apartado de comentarios donde nos puedes indicar a quién quieres que vaya el libro dedicado.  ¡No te lo pierdas! #correscomounaniña #🏳️‍🌈#grantlibreria #dosbigotes #lgtbi #deportelgtbi (en Grant Librería) https://www.instagram.com/p/CVv8ZfwK4H9/?utm_medium=tumblr
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carlosortegavilas · 7 years
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carlosortegavilas · 7 years
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Momentos gastronómicos de novela: ‘El santo al cielo’ de Carlos Ortega Vilas
Por Yanet Acosta en The Foodie Studies
El santo al cielo es una novela negra del escritor Carlos Ortega Vilas protagonizada por Aldo y Julio, un policía nacional y un guardia civil, respectivamente. Es una novela de resacas, cigarrillos consumidos con culpabilidad, muchos zumos de naranja y café. Pero en un momento delicioso de la novela la acción se da un respiro. Aldo prepara con complicidad un almuerzo en el que la pasta es la protagonista y ahí, solo en ese momento, la sensibilidad que lleva escondida bajo su capa de socarronería se revela.  El plato elegido es Bucatini all’amatriciana con bacon en lugar de guanciale y sin guindilla (aclara el cocinero).
En la novela —publicada en España por Dos Bigotes en 2016— destaco una frase que aunque no sea gastronómica, me parece muy cercana a los sentidos:
“La razón es cobarde, Julio. No analiza todas las posibilidades, solo aquellas que son lógicas. La intuición va más allá: rastrea todas las alternativas, incluso las más disparatadas, y es justo ahí donde puede estar la respuesta”.
Admito que disfruto de la creatividad literaria para denominar platos de restaurantes y en El santo al cielo el autor nos propone un mero langostinado, del que dice uno de sus personajes que suena exótico, mientras el otro se zampa un solomillo a la brasa con teja de vinagre de sidra.
La novela se come de un bocado pese a ser algo voluminosa y desvela una vez más el uso como herramienta de la gastronomía en la Literatura.
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carlosortegavilas · 7 years
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‘El santo al cielo’ en el blog ‘Durante mucho tiempo me acosté con Proust’
Por Antonio Bordón
La banalización del mal
La novela negra ha experimentado en los últimos tiempos cambios drásticos, o lo que es lo mismo, ha sufrido un retroceso, un descenso deshonroso a las formas y maneras de consumo popular de donde la rescataron el siglo pasado autores como Dashiell Hammett, Raymond Chandler o Patricia Highsmith. Y lo hicieron adoptando sin contravenirlos los hilos y   mimbres del relato policíaco clásico para, eso sí, malear sus convenciones de escritura, poniendo el celo máximo en el lenguaje y en unos diálogos agudos, ocurrentes e inteligentes. En la actualidad, poco de esto queda, ya que la "banalización del mal" ha llegado también hasta la novela negra, especialmente en nuestro país, donde la anécdota deviene categoría, lo trivial se trasmuta en estilo y lo ordinario adquiere naturaleza de extraordinario. Al menos eso es lo que se premia hoy en las “semanas negras” de la España más negra, que no es precisamente la de Puerto Hurraco, Alcácer o Fago. Por eso hay que saludar con entusiasmo El santo al cielo (Dos bigotes, 2016), de Carlos Ortega Vilas, una novela negra sobre la violencia como trance real, y no como una vaga entelequia, en el contexto de una oscura historia familiar que reúne todos los atributos temáticos del género —asesinatos, desapariciones, complots, relación amorosa entre agentes: un inspector de la Policía Nacional y un teniente de la Guardia Civil— sin que la trama, por decirlo de alguna forma, sea lo más importante. Ortega Vilas evidencia a lo largo de El santo al cielo su gusto por las emociones fuertes hasta el punto de que nos niega la catarsis que, sometido a la ferocidad de los sucesos que relata, cualquier lector mínimamente sensible exige casi a gritos después de acumular tanta tensión, tanto desasosiego. Siempre son odiosas las comparaciones, desde luego, y a menudo suelen esgrimirse cuando se carece de argumentos de peso para demostrar ciertas cosas. Sin embargo, a veces ayudan a clarificar los conceptos. Por eso, leyendo El santo al cielo, uno no puede dejar de pensar en algunas novelas de Highsmith, como Ese dulce mal o El grito de la lechuza, cuyos protagonistas, por encima de los artificios del género, actúan de manera natural con la situación dramática planteada. Con El santo al cielo, por su avasalladora rareza, su ritmo vertiginoso —la pausa es la fuente de inquietud—, y su vocación de estilo, Ortega Vilas se confirma como un escritor a seguir muy de cerca en el futuro.
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"Qué alivio sentir que otro tomaba decisiones por ella, aunque fuera una tan simple como situarla en un espacio concreto, con un fin concreto. ‘Descansa’, le dijo. Ese era el fin. Silvia se volvió de cara a la pared. Él llamará ahora a la policía y ellos me reubicarán en otro espacio, pensó casi con indolencia. Tenía que aceptar que la vida no era más que eso: una mudanza continua. Un dolor agudo en el costado. Y un tener que afrontar la verdad en el momento menos oportuno. Pero, ¿acaso existía un momento oportuno para encarar una verdad como la suya?"
Carlos Ortega Vilas, El santo al cielo
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carlosortegavilas · 7 years
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El santo al cielo, crimen y martirologio. Brillante Carlos Ortega Vilas.
Almudena Natalías se encomienda a todos los santos del calendario para que Carlos Ortega Vilas publique nueva entrega con las investigaciones de sus dos increíbles detectives, Monteiro y Mataró.
Carlos Ortega Vilas (Las Palmas 1972)  es escritor, profesor de español, corrector profesional y de estilo —algo que se intuye leyendo El santo al cielo, la novela que nos ocupa—, ha sido responsable entre los años 2007 y 2014 de los cursos de escritura de relato en Letra Hispánica (Salamanca). Coordina desde 2015 los talleres de escritura creativa Fuentetaja en Las Palmas. Colabora con El País en la edición digital de El Viajero. Autor del libro Tuve que hacerlo y otros relatos (Baile del Sol, 2015). Sus relatos han aparecido en diversas antologías, como Diario del Padre Tadeus Rintelen / Resaca negra (Ediciones Hontanar, 2013), A los cuarenta y otros relatos en crisis (Ediciones Beta, 2011) o La lista negra: nuevos culpables del policial español (Salto de Página, 2009), entre otras.
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Un 5 de diciembre, en una ciudad indefinida, aparece el cadáver de un hombre en una casa cerrada desde el interior. Aldo Monteiro, Inspector de Policía y Julio Mataró, teniente de la Guardia Civil, son los encargados de descubrir quién es la víctima y quién el asesino. Paralelamente, conocemos a Silvia, una mujer discreta e insatisfecha.
A esta investigación se une el caso de Daniel, un adolescente desaparecido  dos años antes, que obsesiona al Inspector. Cuando descubrimos que Daniel es el hermano de Silvia, sus pasados empiezan a ser clave en la resolución de ambos misterios.
Son estos tres personajes quienes llevan el peso de la historia en El santo al cielo.
Monteiro, profundo conocedor del martirologio, se define a sí mismo como «un ateo recalcitrante y sin fisuras (…) me divierte el psicoanálisis, la psicomagia, la interpretación de los sueños y todos los santos», aunque no hay duda de que es la mente más brillante de las tres.
Julio Mataró es un inseguro guardia civil que actúa como el Sancho Panza de Monteiro ya que, admirando su genialidad, intenta ser el contrapunto de sus excentricidades de manera apenas consciente. Es un personaje lleno de matices. Comienza siendo un Guardia Civil riguroso con las normas y escandalizado con los métodos de Monteiro, pero, poco a poco, acaba ablandando la coraza (quizás con cada cigarro que fuma casi a escondidas) y mostrando sus propias debilidades, que no lo son tanto ya que Mataró es el personaje más humano de la novela y el que aporta los guiños humorísticos al caso, que, como define Monteiro es un caso «amargo y frío».
Silvia, como la princesa de la Sonatina de Rubén Darío, poema con el que empieza la novela, quiere amor despreciando todo lo material y vive aislada en esa ciudad sin nombre, con miedo a compartir su soledad y sus secretos.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
La princesa persigue por el cielo de Oriente
La libélula vaga de una vaga ilusión.
Siendo una novela tan extensa es inevitable comentar algunos de los personajes secundarios que pueblan la Navidad de esta ciudad.
Waldo, alias el Santito, sicario con pocas luces, su mujer Ana Goicoechea, oronda exprostituta reconvertida en madre amantísima y su hijo Yeimer, alumno de Silvia, que protagonizan el secuestro más absurdo y grotesco que podamos imaginar.
#LecturaRecomendada: #ElSantoAlCielo, de Carlos Ortega Vilas, @DosBigotesEdit @almudenatalias
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La novela se estructura en tres partes y un epílogo. Los capítulos son breves y en cada uno de ellos el narrador nos muestra el punto de vista de un personaje diferente, lo que dota a la historia de una agilidad impropia de una novela tan larga.
El asesinato de Orion Dauber es solo el punto de partida. Este crimen pertenece al subgénero de «misterio de tipo cuarto cerrado», uno de los esquemas más clásicos de la novela policiaca, recordándonos Los Crímenes de la Calle Morgue de Poe, El Misterio del Cuarto Amarillo de Leroux; si la casa está cerrada y el asesino no puede salir de otra manera… ¿cómo pudo escapar? Carlos Ortega Villas recupera un género que nos remite a las novelas del XIX sin hacer ninguna trampa de última hora. Monteiro y Mataró tienen que resolver el misterio utilizando el razonamiento y la lógica, sin dejar ningún cabo suelto.
El lector se adelanta a la investigación al conocer la identidad de la víctima y la identidad del asesino, por lo que puede centrarse en descubrir la personalidad y el pasado de algunos personajes, pasado que irremediablemente entorpece la investigación. Una antigua desaparición, un secuestro, blanqueo de dinero, unas relaciones incestuosas, otro asesinato, actos de vandalismo, todo esto se mezcla en esta historia convirtiéndola en un puzle a completar.
Los diálogos son ágiles y útiles, sobre todo las conversaciones entre el Inspector y el teniente:
—Quizás es un delirio de Ana. Igual tiene astenia, después de todo…
—Isquemia, teniente.
—¿Y qué dije?
—Astenia.
—Ah. Eso es lo que tengo yo.
El Santo al Cielo es, por tanto, una historia que obliga al lector a permanecer leyendo hasta desentrañar el entramado de historias que rodean al crimen. Hoy es 17 de octubre —como diría Monteiro al empezar el día—, encomendémonos a Santa Teresa de Ávila, Virgen y Doctora de la Iglesia, Reformadora del Carmelo y patrona de los escritores católicos, para que podamos disfrutar de más investigaciones de estos peculiares detectives.
@almudenatalias se encomienda al santoral: quiere más novelas de Carlos Ortega Vilas. 
El santo al cielo
Reseña de Almudena Natalías
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grantlibreria · 3 years
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🥰🏳️‍🌈 🏳️‍⚧️Continuamos la semana del orgullo en Grant con una selección de Libros LGTBIQ+ de entre todos los que puedes encontrar en nuestras estanterías. Aquí van: 🌈 “Queer. Una historia gráfica” deMeg-john Barker y Julia Scheele, editado por #melusina . 🪐 “Un apartamento en Urano” de Paul B. Preciado, editado por @anagramaeditor . 👠“DRAG COLOR” de Donación Cejas, de @ed_hidroavion . 🥊 “Un Hombre de Verdad” de Thomas Page McBee, editado por @temasdehoy . 👨🏻‍🎤”We can be heroes” de @roberta__marrero , editado por @lunwerg . 🥳”The Hips on the Drag Queen Go Swish, Swish, Swish” de @olgadedios_ y Lil Miss Hot Mess editado por Running Press Kids. 💪 “Maric0nes de antaño” de Ramón Martínez editado por @editorial_egales . 🌇 “Como luchamos por nuestras vidas” de Saeed Jones, editado por @dosbigotes 👌👆 “Mayo del cuarenta y cinco” de Boti García @boticlopedia editado por @editorial_egales . 🏳️‍🌈 “Heartstopper” de Alice Oseman, editado por @crossbooks . #🏳️‍🌈 #🏳️‍⚧️ #grantlibrería #orgullo #lgtbiq+ #lislibrosquequieresleer #grantrecomienda (en Grant Librería) https://www.instagram.com/p/CQti1KeDtCz/?utm_medium=tumblr
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carlosortegavilas · 7 years
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Reseña de ‘El santo al cielo’ en Tam-Tam Press
Por Luis Artigue
Cuando acaban de celebrarse las primeras Jornadas de Negro en Astorga, y mientras se acerca la Semana Negra de Gijón (7 al 16 de julio de 2017), el escritor leonés Luis Artigue reseña algunas de las novedades más interesantes, a su juicio, del género negro. En esta ocasión se centra en la primera novela del narrador canario Carlos Ortega Vilas, “El santo al cielo”, publicada en una editorial independiente, Dosbigotes.
¿Una imagen vale más que mil palabras?
Hubo un tiempo en el que los autores de novela negra con peso y mundo propio (el lírico y sarcástico Raymond Chadler, el sobrio y demoledor Dashiell Hammett, la psicologista perturbadora e hipnótica Patricia Highsmith, etc) influían en el cine, pero, en esta era de la imagen, es el cine el que influye sobremanera en nuestros autores de novela negra.
Así, en lo que se refiere a las tramas de género negro de nuestra actualidad compuestas a partir de parámetros mucho más fílmicos que literarios, tramas exentas de sorpresas verbales que ralenticen el infatigable ritmo narrativo que atrapa al lector y repletas de puntos de giro argumental, el entretenimiento está asegurado, pero no la originalidad matizada y con sello propio: el cine tiende a homogeneizar los argumentos y las estrategias narrativas, y, como es sabido, no es cierto que una imagen valga más que mil palabras (menos aún al escribir novelas).
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Pero amamos leer novelas absorbentes con voracidad indesmayable tanto como amamos el arte narrativo de género con universo genuino, reconocible y perdurable (por ejemplo los villanos tenebrosos que nos presenta J. Connolly enfrentados a la audaz desdicha de su detective atormentado Charlie Parker, o el minimalismo expresivo de la prosa demoledora que jalea la imaginación volcánica y compulsivamente salvaje del último James Ellroy, o el escepticismo mediterráneo del detective ateniense creado por Petros Markaris, Kostas Jaritos, moviéndose en el contexto de la crisis económica griega…): por eso reconocemos siempre los méritos cuando un narrador como Carlos Ortega Vilas (Las Palmas de Gran Canaria, 1972) logra contar una historia elaborada sin que se note con un ritmo endiabladamente ágil.
No pasa desapercibido, en esta novela de prosa precisa y austera irónicamente titulada El santo al cielo (Ed. Dosbigotes), eso: una pizca de humor psico-patológico-teológico como punto de partida criminal (tal humor sutil de parte de un inspector de la policía nacional muy friki que está obsesionado con la vida de los santos mártires a la par que trabaja enfangado en la corrupción, las bajezas y la degradación psicológica y moral) nos recuerda a la película Seven –pecados capitales–, y a la película americana de los años 90 –antes tuvo otras adaptaciones– El Santo, pero nos seduce…
Ha muerto Orion Dauber en extrañas circunstancias. ¿Quién es ese tipo? ¿Y qué relación tiene con Daniel, un adolescente desaparecido?
Silvia, una maestra sin vocación repleta de rarezas, rutinas y abismos psicológicos (entre los cuales consta el de apegarse irremisiblemente a los objetos), no sabe que últimamente alguien la sigue. ¿Por qué?
La pareja de investigadores del caso, el policía nacional Aldo Monteiro (inspector de la brigada de homicidios, un hombre recto y poco amigo de códigos personales al margen de lo establecido pero erudito en los apuntes hagiográficos de los santos mártires cuyas vidas recita como tic obsesivo) y el enlace de la guardia civil Julio Mataró (un tipo trepa con maneras de alma libre en cuyo expediente figura el ser alguien conflictivo que ha brillado por sus ramalazos de insubordinación), más que ese Quijote y Sancho de Conan Doyle que son Holmes y Watson, nos evocan a los protagonistas de la impagable La penitencia del alfil de Rafa Melero, y a los dos guardias civiles Bevilacqua y Chamorro protagonistas de celebradas novelas de Lorenzo Silva, pero con diálogos más americanos y mayor perfil psicológico (el sólido protagonismo de estos dos personajes eclipsa la descripción social del espacio urbano de provincias en el que sucede todo, pues el trasfondo ideológico de esta novela queda para las subtramas que nos hablan de corruptelas institucionales, paraísos fiscales, especulación inmobiliaria y demás estragos políticos de la vida contemporánea).
Pronto vemos a esa pareja de investigadores enfrentándose al misterio de la muerte de Orion, y conocemos el pasado que les vincula, y asistimos a cómo se les une de modo inopinado Silvia Manzanares al material investigado (pues ella, además de hija del asesinado, es una de las sospechosas): juntos nos irán llevando, a base de capítulos cortos, diálogos fluidos y puntos de giro epatantes, por esta historia de venganza repleta de suspense.
No podemos decir que sea una obra original o con clima propio (creemos que el autor tampoco lo pretende), pero sí una muy meritoria primera novela con una trama bien planteada, con dotes para la ironía corrosiva, alergia a los artificios, buen oído para los diálogos, elegancia y contención prosística, capacidad de observación del medioambiente moral, un modo curioso de presentar juntos la corrupción y la santidad (mediante los apuntes hagiográficos del atrabiliario policía) para hacernos ver que entre el bien y el mal hay fronteras difusas e intercambiables y, especialmente, un sentido del ritmo narrativo que va a dar mucho que a hablar.
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tjanarens · 5 years
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RT @DosBigotesEdit: El 17 de junio florecerán #LosPequeñosBrotes de @abelazcona en #DosBigotes. • • • • • • «Fueron tres meses en los que yo fui el amante. En secreto. Los últimos días los dos descubrieron que era amante de ambos y que, además del sexo, el desconocimiento también era mutuo». https://t.co/sVLupYzSXv
El 17 de junio florecerán #LosPequeñosBrotes de @abelazcona en #DosBigotes. • • • • • • «Fueron tres meses en los que yo fui el amante. En secreto. Los últimos días los dos descubrieron que era amante de ambos y que, además del sexo, el desconocimiento también era mutuo». pic.twitter.com/sVLupYzSXv
— Dos Bigotes (@DosBigotesEdit) May 10, 2019
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carlosortegavilas · 6 years
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