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annyeongmagazine · 5 years
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Medianoche Roja
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Baekhyun x Lector 
Sinopsis: ¿Has bailado con el diablo bajo la luz de la luna? Género: Romance/Drama (PG13) Palabras: 2,434 por @baekchelor
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Octubre 31, hace un año.
—No puedo estar contigo—murmuró entre dientes. Desde La Caída, Baekhyun jamás se había sentido en deuda con el libre albedrío. Él fue quien causó caos en el cielo y cortó las alas de todos aquellos cuya voluntad propia fue suficiente como para anhelar algo más que velar eternamente por almas terrenales. Y era eso lo que sentía como un cuchillo en la yugular, la discrepancia entre sus ideales y sus acciones. —Es peligroso.
Para él. Para ella. Para el mundo.
Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas, y sus labios dejaron escapar palabras de amor y promesas rotas que parecían ser su único vocabulario. Pero para Baekhyun el amor no era suficiente, nunca lo había sido. Y a pesar, se permitió a sí mismo confesárselo, dos palabras, cinco letras, y luego el eminente adiós.
—Márchate, y no regreses.
Se rehusó a mirarla una última vez. Aferrarse a su recuerdo, memorizar sus facciones y el sonido de su voz, lo atormentaría eternamente. No pensaba caer en la trampa, menos atesorar su propio perjuicio. Ni siquiera cuando ella buscó sus labios en un intento por hacerlo cambiar de parecer. Pobre ilusa, ignoraba que no hay ser más terco que el diablo. Y con el corazón hecho trizas, se marchó con la esperanza de escucharlo gritar su nombre.
En cambio, Baekhyun dirigió su voz al firmamento:
—¿Te parece justo? ¡Ahí lo tienes, lo hice!—su furia explotó en llamaradas hacia el cielo; ni azul marino, ni gris, sino negro. A partir de esa noche, no hubo más que oscuridad.
Hoy, 12:00 pm.
Su puño transforma el espejo en una telaraña de cortes y cristales faltantes que deforman el reflejo de Baekhyun. Aprieta los párpados con fuerza, tratando de suprimir la ira que parece estarle corriendo por las venas, y busca ayuda en una respiración profunda. Es en vano. Aún cuando el grifo ya ha dejado correr el agua y limpia la sangre en sus nudillos, el sudor persiste sobre su frente y la lucha por regular su respiración continúa. Baekhyun define su malestar como un efecto secundario de las pesadillas. Han pasado semanas desde que comenzó a despertar a mitad de la noche, inducido en un transe de rabia que ni el alcohol ha logrado suavizar. Y vaya que lo ha intentado.
El demonio suelta un gruñido y arremete por segunda ocasión, esta vez contra el lava manos. Detesta su aspecto. Aborrece el desastre de sombras negras que solían ser mechones rojizos. Es una mofa del destino. Su cabello solía ser rojo, evocando el fuego al que está condenado. Desde esa noche, sin embargo, las llamas parecen haberse extinguido.
Un chasquido, y ya está vestido: camisa medio abotonada, saco negro, jeans y botas. El collar de plata, un regalo de ella, persiste alrededor de su cuello. Baekhyun lo consideraba un amuleto, un chiste cruel y jodido que le recordaba su más grande pérdida. Hoy en día, piensa en él como una maldición, le quema la piel y provoca sus pesadillas. Y al mismo tiempo, lo hace sentir en control. Baekhyun fue condenado una única vez, y han pasado milenios desde que se vio envuelto en llamas. Su segunda condena, la presente, fue auto infligida.
***
Hongdae* aparenta ser más larga de lo habitual, causando que la ceja izquierda de Baekhyun se encorve con curiosidad. Un añadido más a su lista de peculiaridades, justo arriba de la sospechosa falta de jóvenes fumando y conversando sobre el asfalto. La chispa de interés es solo eso, un destello, a Baekhyun le importa una mierda la razón por la que los caballeros optaron por usar chanclas en lugar de traje y perseguir chicas, o por qué las mujeres prefirieron tomar un café con amigas en vez de balancear las caderas al ritmo de la música.
Encogiéndose de hombros, Baekhyun reanuda su paseo. Le resulta divertido caminar entre humanos, y burlarse de su ingenuidad. Nadie podría imaginar que el Diablo es el muchacho con gafas de sol al lado opuesto de la calle. Y es que Baekhyun no posee cuernos ni una cola en punta como muchos creerían. Aunque su cabello solía aludir las llamas del infierno, lo que salta al ojo no está relacionado con algo paranormal, pero el hecho de que es el ser más hermoso que cualquiera haya visto. Al final del día, Lucifer era el ángel más bello en el cielo. Es imposible afirmar que el guapo muchacho que acaba de hacerte sonrojar, es Satanás en carne y hueso.
—Créeme, tengo un montón de argumentos para hacerte caer y una apariencia para complementar—, dice Baekhyun mirando al cielo. Se ha convertido en un hábito. Antes de ella, Baekhyun no cruzaba palabra con su némesis. —Pero creo que eso no funcionará—, baja el volumen de su voz y patea una piedra. —Hijo de puta—.
A sus ojos, no hay otra definición par Dios. Es un gran hijo de puta, y un maldito hipócrita. ¿No debería amar a sus criaturas a pesar de sus erros? ¿Acaso no entregó a su hijo para salvar al mundo del pecado? Ella se enamoró de Baekhyun sin prejuicios. Aunque claro, ignoraba que su travieso y ruidoso novio es el amo y señor del inframundo.
—¡Por supuesto! Nunca le confesé que soy Diablo, entonces no hay pecado que perdonarle—, se burló Baekhyun con su característico sarcasmo.
El hilo de carcajadas se convirtió en una risa histérica, dolorosa, y a pesar de luchar contra ellos, los recuerdos lo ahogaron en una marea fría.
Nunca hicieron el amor, porque simplemente estaba prohibido. Protegerla entre sus brazos y darle calor en las noches de invierno, le era suficiente a Baekhyun. Incluso agradecía que arder en el infierno fuera su condena, de esa manera ella no necesitaría una chimenea para mantener el frío a raya, será suficiente correr a sus brazos. Le encantaba besarla en los labios, suavemente, y burlarse de los ángeles por nunca tener ese privilegio.
Pero, por supuesto, Dios reprobaba dichos actos.
Fue una simple amenaza que lo obligó a terminar su relación por el bien de la chica:
Baekhyun no sufriría por enamorarse de un mortal. Su mayor pérdida podría haber sido el respeto de sus subordinados, y de su iglesia, pero poco le importaba. Dios no buscaba favorecerlo, ni de broma. El todopoderoso sabía que a Baekhyun no le importaba en absoluto convertirse en mortal, estaba cansado de arder eternamente. Lo que no estaba en juego, era ella.
La compasión de la que Dios gustaba jactar, había alcanzado un límite. Si Baekhyun continuaba la relación, Dios se vería en la necesidad de negarle la vida eterna. ¡El muy hipócrita! Baekhyun sabe de primera mano que la biblia cita: “…Quién comete pecado, del Diablo es.” Por ende, todos le pertenecen. Ella incluida. Sobre todo ella. Y tal vez, el amor le había freído el cerebro, lo había convertido en un completo idiota, pero no podía arrebatarle a la chica la oportunidad de vivir después de la muerte en el paraíso.
Baekhyun conocía el lugar, y vaya que era una mejor opción que el infierno. Quería que ella fuera feliz, no torturada. ¿Pero acaso él no la estaba torturando en vida?
—Está mal, todo está mal—dijo apuntando al cielo.—Y tú estás involucrado.
Como alma que lleva el diablo, corrió lo más rápido posible. El aire echó su cabello hacia atrás, y volvió a su tono rojizo, como fuego saliendo de su cabeza. Sus ojos se tiñeron de un carmín profundo y sintió que en cualquier momento el fuego en su interior consumiría su cuerpo. Un fuego que poco a poco crecia, gracias al coraje y la impotencia. Gritó su nombre, mirada desesperada en su busca. Y la encontró, de brazos cruzados y con la atención perdida entre las aguas del río Han. Tan indefensa, tan simple, tan perfecta, y a la vez tan lejana. —Es hora de conversar contigo—Dijo Baekhyun parándose en seco, haciendo que toda la gente en el lugar desaparezca. Es tiempo de que Dios baje a su reino. Y en su infinita piedad, así lo hizo. Baekhyun se encontró frente a él, a su disposición, pero sabía bien que no podía castigarlo de ninguna manera posible.
—No muerdas la mano que alguna vez te dio de comer, Belcebú –Dijo mirándolo amenazadoramente. —Déjame decirte algo sobre ti —apuntó Baekhyun con el dedo índice. –A ti te gusta mirar. Eres un travieso. ¿Quién mierda te entiende? Le das al hombre instintos. Le das al hombre un don extraordinario, ¿y qué haces? Pones todas las reglas del juego en contra.
—Belcebú…
—Algo más. Tu lógica no tiene sentido: Mira, pero no toques. Toca, pero no pruebes. Prueba, pero no tragues.— su voz se había convertido en gritos, su imagen el reflejo exacto de la desesperación.— ¿Dime a quién mierda le gusta esa lógica?¡A nadie!
Al no obtener respuesta alguna, continuó:
—Me alejaste de ella injustamente, y aún no termino. He proporcionado todas las sensaciones que el hombre ha buscado. Le he dado todo lo que quiere y él es libre de escoger si se deja tentar o no. ¡Y adivina qué! ¡Nunca lo he juzgado por sus imperfecciones! Soy un humanista. Quizás el último humanista que existe.
—Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo, ¿o no, Satán?–Preguntó Dios con una furia notable.
—¿Cuál es el problema en eso?
—¡Debes entender que debes alejarte de ella! Nada bueno tienes y nada bueno tendrás.
—Eso ya lo veremos— suspiró Baekhyun, y pensó sus palabras un momento.
Dios se la arrebató porque de lo contrario le rechazaría la vida eterna. Pero él, tan astuto y tan malicioso, podría hacer un trato con el todopoderoso. Después de todo, estaba al alcance de su mano.
El diablo, sin embargo, es un cobarde por instinto, mera supervivencia. Un trato así de peligroso, significa perder todos sus privilegios, su entretenimiento y su razón de existir. Pero, ¿No fue justamente eso lo que causó La Caída? El propósito de Lucifer siempre fue el poder hacer lo que se le viniera en gana, y en estos momentos, lo que se le viene en gana era estar con la chica que ama. Su único parecido con Dios, después de tantos años, es precisamente eso. Dios es amor, y si ahora el diablo es capaz de sentirlo, ¿Cuál es el fin de aquella guerra eterna?
Baekhyun ya no está interesado en otros mortales, Chanyeol puede encargarse de ellos. Él únicamente desea verla otra vez, sentir que su mirada le transmite confianza, pasión; un permiso silencioso por hacer lo indebido. Quiere volverse a sentir embriagado por una sensación de paz que no siente desde hace mucho tiempo. Cuando estaba junto a ella, el infierno a sus pies desapareció. El lamento de más de mil almas en pena se convirtió en silencio puro. Y el olor a azufre que siempre lo torturaba fue reemplazado por el dulce aroma de la chica. Ella era suficiente. Más que suficiente.
Por primera vez en su vida, Baekhyun se arrodilló para rogarle algo a Dios. Nunca creyó verse en esa situación. Nunca necesito su ayuda, ni su permiso, ni su perdón. Nunca imploró nada. Ni siquiera cuando estuvo a servicio de él. —Belcebú…
—Ni Belcebú, ni Lucifer, ni Satanás, ni nada. Tengo muchos nombres, pero hay uno solo que vale. Porque es el nombre con el que ella me conoció y quiero que sea mi único nombre. Baekhyun.
—Debes entenderlo, Baekhyun. Me veo obligado a negarle la vida eterna si está contigo.
—Dijiste que en mi no había nada bueno. Pero la amo. La sigo amando a pesar de que sea algo prohibido o peligroso. La amo sin saber ni cuándo ni dónde. La amo de una manera completamente especial. La amo… Sin pedir explicaciones por ello, porque es algo imposible de explicar. Y el amor es algo bueno. Se quedó meditándolo un momento. No mentía, era verdad. Pero estaba estrictamente prohibido que él mantuviera relaciones con una mortal. Una chica que pertenecía a un reino neutro. Ni al reino de los cielos, ni al de los infiernos. —Te propongo un trato— Dios arcó una ceja en respuesta, invitándolo a explicar más a detalle. —Me rindo, tu ganas la guerra. Ondeo la bandera blanca. No más tentaciones, no más manzanas prohibidas, a cambio de que le permitas amarme.
—¿Entiendes lo que eso significa? Rompería un equilibrio entre el bien y el mal, provocaría un desorden cósmico. Ya no existiría el libre albedrío.
—Es lo más que puedo ofrecer.
En el rostro de Dios se dibujó una sonrisa.
—Eso es lo que quería— negó con la cabeza, divertido. — Que mostraras ese lado humilde, ese lado que nunca quieres mostrar. Y ahora aquí te tengo, poniéndole fin a una guerra eterna con tal de poder estar con la mujer que amas. —¿Eso es un si? Lo último que se escuchó entre los dos personajes fue un chasquido de dedos.
Se encontró de vuelta en Seúl, a la orilla del río Han. Ella lo está mirando sorprendida, ojos húmedos y sonrisa esbozada. Baekhyun la acerca a su cuerpo, la mano izquierda entrelazada con la de ella y ambos comienzan a moverse casi infantilmente bajo el abrigo de la oscuridad. La luna haciendo de reflector y ambos ojos siendo el paisaje perfecto para cada uno. El cabello de Baekhyun simulaba el fuego mismo, ayudando a iluminar ambos cuerpos y sus labios son el elíxir prohibido pero deseado.
Lo ha tenido frente a ella tantas veces, y nunca se dio cuenta.
—¿Has bailado con el diablo bajo la luz de la luna? –Pregunta Baekhyun, permitiéndole apoyar la cabeza sobre su pecho y escuchar los nuevos latidos de su corazón.Baekhyun mira al cielo y una estrella emite un radiante brillo, que le indica lo que debe hacer. No importa nada más, está con ella. Entonces, sus alas se despliegan. No son como las de los ángeles. Las de ellos suelen ser blancas y hermosas; esas alas a veces deseadas que tal vez se otorgan cuando los días de uno en la tierra se acababan. No. Las suyas son de un negro mate, casi con detalles dorados, y finalizan en punta. Ella se aleja un momento de su cuerpo, y, como en el tango, con un delicado jalón de brazo la atrae nuevamente a su pecho. Ella saca sus conclusiones, y todo calza a la perfección.
—E-Eres el Diablo… —Dice ella sin dejar de ver sus alas y el cabello de Baekhyun que parece incendiarse.
—Con una pequeña diferencia. No me llevaré tu alma, porque tú ya te has llevado la mía.
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