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La sustancia trae el regreso de Demi Moore a la pantalla grande
Demi Moore y Margaret Qualley protagonizan La sustancia, la fábula macabra sobre la cosificación del cuerpo femenino, que dirige la francesa Coralie Fargeat. Estrena en cines el 19 de septiembre, y luego se podrá ver por Mubi.
La catalogan como la película más sangrienta de la historia del festival de Cannes, colocándola en el género de terror corporal o terror gore. Y tiene motivos más que suficientes para entrar en estas categorías. Un género que no es para todos, pero cuyas películas se vuelven de culto para los amantes del terror a través del cuerpo, tal como ocurrió con Titane.
La sustancia (título original The Substance) escrita y dirigida por Coralie Fargeat llega a la cartelera local el 19 de septiembre, –un estreno de MUBI, en colaboración con BF Distributio–, y luego pasará a emitirse en el canal de steaming Mubi. El filme se estrenó mundialmente en el 77º Festival de Cine de Cannes donde fue ovacionado y aclamado, ganando el premio al Mejor Guion. Tres ediciones después de la Palma de Oro a Titane, dirigida por Julia Ducournau, vuelve a generar polémica un cuestionamiento audaz y escalofriante sobre la presión estética a la que se ven sometidas las mujeres por parte de la industria del entretenimiento, y por la sociedad también.
La Sustancia, dirigida por Coralie Fargeat, es una película que, aunque se estira en exceso: dura 150 minutos, no deja de impactar con su crítica mordaz al culto a la juventud y la belleza en la sociedad. Una fábula de “cuidado con lo que deseas”. El filme fue ovacionado 13 minutos en Cannes, y aunque la propia Moore rechaza la idea de “come back”, ¿será su oportunidad de recibir un Oscar de la Academia?
Demi Moore, en un papel diseñado a la perfección para ella, interpreta a Elizabeth Sparkle, una estrella famosa que, como Jane Fonda en los ’80, logró el éxito a través de un programa de gimnasia. Reconocida por el público, al cumplir 50 años se entera de forma casual que es un producto televisivo considerado añoso que está por salir de circulación.
Elizabeth busca desesperadamente recuperar su juventud perdida a través de un tratamiento que la transforma en una versión más joven de sí misma. Y es aquí cuando aparece La sustancia que promete dar “la mejor versión de uno”. Claro que el misterioso tratamiento tiene reglas muy precisas para cumplir. No es tan fácil volverse joven de un día para otro. Ni tan simple, hay que llevar a cabo los procedimientos indicados (algunos muy crueles) sin posibilidad de alteración. Aunque nunca mencionan en las instrucciones los efectos secundarios, claro.

Margaret Qualley (Sue), personifica la nueva versión más joven de Elizabeth, ambas se sumergen completamente en sus roles. Mientras Moore se enfrenta a los dilemas de envejecer en una industria despiadada, Qualley encarna a una versión más inmadura y egocéntrica de la protagonista, que desafía las reglas del procedimiento, desatando consecuencias devastadoras para ambas.
Un desquiciado Dennis Quaid compone al jefe de la cadena televisiva y aporta la cuota machista, que la película busca exorcizar. Un personaje muy desagradable de ver y escuchar. Enfatizado por los juegos de cámara en primerísimos primeros planos angular.
Lo que empieza como una exploración de la vanidad y la inseguridad, pronto se convierte en un thriller de horror con tintes surrealistas. El enfoque de Fargeat es deliberadamente grotesco y visualmente audaz. La estética es colorida y casi caricaturesca, pero detrás de ese brillo superficial se esconde un comentario mucho más oscuro sobre la autoimagen y la autodestrucción. A pesar de que la narrativa puede parecer repetitiva, y que hay minutos que podrían no estar, el clímax de la película lleva al espectador a un paroxismo de horror visceral que no se olvidará fácilmente.
¿Por qué verla?
La Sustancia es un filme que no tiene miedo de empujar los límites del buen gusto, y lo hace con una combinación de humor negro y horror corporal que lo posiciona como una pieza única dentro del género. Aunque su duración puede ser un obstáculo (dura 150 minutos), la película logra ofrecer una reflexión incisiva sobre los peligros de la obsesión por la perfección física. Un aviso importante: si sos una persona impresionable, saltate este título de la cartelera, hay escenas que pueden herir tu sensibilidad.
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