#marcando bulto

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Si de adolescentes hubiéramos sabido que nuestras erecciones involuntarias y bultos luego podrían haber sido usadas como "thirst traps" en redes sociales...

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DICKPRINT

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Yummy

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— Quiero que vengas y pongas tu boca sobre mis pechos... Entre mis muslos.

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Los labios rojos y seductores se mueven con una sonrisa que no tarda en envolverle, al igual que sus palabras, haciendo que su cuerpo reaccione de inmediato ante las nuevas ideas que estimulan sus sentidos, su entrepierna que no tarda en frotarse contra la tela de su pantalón sastre, marcando su extensión con un bulto que se hace más visible cuando se levanta de su asiento para deslizarse por la habitación, confiado, como si fuese un depredador cazando a su presa, con cautela como si ella pudiera arrepentirse. Lamiéndose las comisuras con deseo al tener una mejor imagen de su figura femenina y delicada sobre las sábanas, casi indefensa mientras abría sus piernas cubiertas por las medias, atrayente, atrevida, para que pudiera meterse entre ellas.

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— Estás más cooperativa que la última vez.

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Se lo dice ronco y excitado, paseando sus manos ansiosas sobre el exquisito encaje que cubre sus curvas voluptuosas, jugando con los tirantes oscuros para dejar sus pechos pálidos un poco más descubiertos. Provocando que le sea imposible apartar la mirada, no sonreír cuando escucha su risita dulce brotar y le siente entonces acariciando su cabello, alejando sus dudas con el movimiento suave de sus dedos entre las hebras, haciendo que se incline lentamente hacia su rostro, como si quisiera besarle; como si pudiera hacerlo sin pedir primero su consentimiento.

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— Y yo pensé que solo querías que fuese… Algo no tan íntimo.

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Su aliento cálido le hace cosquillas agradables, a pesar de las frases que se antojan amargas, Dakari se ríe por eso, algo corto y suave que ahoga contra la boca de aquella chica que quiere para sí, pero que no sabe si podría tener más allá de ese acuerdo creado sin conocer primero los planes de ambos. La besa con hambre, muerde y se presiona con la lengua hasta abrirse camino dentro de su cavidad, siendo correspondido con el mismo entusiasmo.

Se exploran mutuamente sin ponerse «peros» como en ocasiones pasadas, desnudándose para el otro como si no pudieran pensar en nada más.

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Dakari sabe bien que él no lo hace.

Cuando está con ella no tiene raciocinio, no le funciona nada que no sean los instintos, las ganas de hundirse en su piel aromática y adorarla con los labios, someterla con la intención de hacerla suya mientras se sumerge victorioso en sus rincones más privados, ansiando hacerla suplicar por más, necesitarlo como él lo hace con ella cada que la tiene al alcance de sus manos.

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— Siempre hay una primera vez… —responde a destiempo, con el chasquido de sus bocas acompañando el hilo de saliva que une sus sonrisas, apartándose para verla bajo su cuerpo, tomando nota de su expresión dulce de placer, sus labios hinchados y las mejillas rojas contrastando con su piel casi libre de marcas, al menos, hasta ese momento.

Le gusta cómo le devuelve la mirada, las caricias de sus dedos que tiran nuevamente de su cabello, pidiendo atención; y enseguida se siente tentado por volver a besarle, por disfrutar de las vibraciones de los gemidos que se pierden en el encuentro cuando le pasa las manos sobre los costados, regalándole fricción con los pulgares.

Se acerca por un instante, logrando que cierre los ojos, que se prepare para otro roce, aunque termina por cambiar la dirección en el último instante, buscando en su lugar el recuperar el aliento contra su cuello.

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Besa y muerde, le pinta de matices opacos, de la marca de sus dientes mientras le llena de esas succiones que no perdonan, continuando con ese camino lento y húmedo hacia sus clavículas; bajando cada vez más sobre su torso.

Se deleita con el sabor salado del sudor que se encuentra al meterse entre sus senos, con sus pezones erectos y rosados que no puede evitar chupar. Disfrutando de los suspiros que se le escapan y del temblor de su cuerpo bajo el propio, con la forma en la que le presiona la nuca con su mano para que le tome aún más con la boca, guiándole a los lugares en donde desea prevalezca el contacto.

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Dakari se lo concede, le acaricia con los pares y frota su miembro con descaro entre sus muslos únicamente el tiempo suficiente para ponerse aún más cerca del límite de la paciencia, obligándose a alejar las caderas para no tomarla ahí mismo, y dejarla mejor descansando sobre las sábanas mientras terminaba de abrirse camino dentro su sexo con los dedos, acariciando sus pliegues para esparcir aquel lubricante natural sobre su clítoris, masajeando lento con el dedo índice y medio, antes de intercambiar lugares con su boca.

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La escucha medio reír entre gemidos de sorpresa al hacerlo, de placer cuando se restriega con la lengua contra ese dulce botoncito, de arriba hacia abajo, de un lado al otro en suaves movimientos circulares, presionándose hasta escucharla gritar por el placer y sentirle enterrar su delicada manicura en su cabello, balanceándose ella misma al apretarle entre la cara interna de sus muslos de forma inconsciente. Motivándolo a continuar con su recorrido por aquella zona tan sensible y deliciosa.

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— Tus dedos… Mete tus, ahnn—Dakari no la deja completar la idea, simplemente se desliza hasta que es su propia boca la que comienza a moverse sobre su vagina, permitiéndose el placer de darle una primera probada, de degustar con agrado antes de usar su lengua para penetrarle; llegando tan dentro como podía, haciéndolo tan rápido como se lo pedía, como necesitaba, para entregarle un orgasmo aparatoso que le baña las comisuras y le hace tragar contento el resultado de esos esfuerzos que sabe, si la suerte está de su lado, se prolongarán por el resto de la noche.

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— No te preocupes, princesa —retomando su posición sobre su figura se lo dice, y sonriendo usa los dedos para acomodarse sus piernas alrededor de la cintura, presionándola un poco sobre el colchón para dejar su cavidad expuesta para su uso; no demorando en regresar como un adicto a sus labios, besándole para que pudiera saborearse a sí misma mientras empujaba sus caderas, hacia arriba y hacia adentro de ella, introduciéndose lentamente, con la paciencia que se obligaba a tener, para disfrutar de esa calidez que le abrazaba y le robaba también jadeos satisfechos —. No voy a dejar de follarte hasta saciarme, así que, te prometo que tendrás muchos más…

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Bulto

[mexicaliente30]

Nochesitas ricas

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Caliente 🏋️‍♀️🏋️‍♀️🐻🐻🍆🍆