Tumgik
#mc: eclipsa ice
choicespride · 1 year
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Choices Pride Valentines Masterlist
More below the cut! ✏️ = fic; 🖌️ = art; 📌 = edit
Blades of Light and Shadow
February Kiss - Tyril Starfury x m!elf!MC (Maiele Nightbloom) - commissioner: @lilyoffandoms; artist: @somewillwin 🖌️
Crimes of Passion
Crimes Drabble - Trystan Thorne x nb!MC (Gabriel Rosę) - @lilyoffandoms ✏️
Crimes Drabble - Trystan Thorne x nb!MC (Gabriel Rose) - @lilyoffandoms ✏️
Picket Fence - f!Trystan Thorne x nb!MC (Arion dela Rosa) - @writing-not ✏️
Desire & Decorum
Valentine's Sketch - Annabelle Parsons x f!MC (Ophelia Parsons Capulet) - commissioner: @peonyblossom; artist: @hydn-jpg 🖌️
Guinevere
A Feverish Itch - Artura Pendragon x Guinevere; Lancelot du Lac & Guinevere - @inlocusmads ✏️
It Lives Anthology
Raspberry Rose - Dan Pierce x F!MC (Riikka Yläkorpi) - @aallotarenunelma ✏️
Valentine's Day Cards 2023 - It Lives Within LIs - @ladylamrian 📌
Nightbound
Nightbound Drabble - Nik Ryder x f!MC (Alex Fontaine) - MC creator: @ladylamrian; writer: @lilyoffandoms ✏️
Open Heart
The Art of Doing Nothing - Ethan Ramsey x m!MC (Oliver Valentine) - @dr-colossal-pita ✏️
happy valentines!! - Bryce Lahela x m!MC (Jensen Valentine) - @mydemonsdrivealimo 🖌️
Stained Glass and Stuffed Animals - Sydney Valentine & The Gang; Aurora Emery x Sienna Trinh - @peonyblossom ✏️
Valentine's Sketch - Ethan Ramsey x m!MC (Sydney Valentine) - commissioner: @peonyblossom; artist: @hydn-jpg 🖌️
Red Carpet Diaries/Hollywood U
Family Portrait - Thomas Hunt x nb!MC (Jackie Winters) - commissioner: @peonyblossom; artist: @somewillwin 🖌️
Valentine's Sketch - Thomas Hunt x nb!MC (Jackie Winters) - commissioner: @peonyblossom; artist: @hydn-jpg 🖌️
The Universe Gave Y'all to Me - Thomas Hunt x nb!MC (Jackie Winters) - @peonyblossom ✏️
The Royal Romance
TRR Drabble - Hana Lee x f!MC (Eclipsa Ice) - writer: @lilyoffandoms; MC creator: @noesapphic ✏️
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eduardborja-blog · 6 years
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El hip hop como cultura musical
También vendí mi alma por el bienestar, pero no mi arte en politonos Movistar. Raperos de mi quinta me dan a pensar que cuánta promesa incumplida en el parque. Ayer gritábamos: ¡Mierda MTV! Hoy te escucho en los 40 y en sus teles te vi. Metro, ex miembro de Geronación, ahora integrante del grupo La Tecnika, en la canción “Corruptos”.
Decía el teórico de la imagen Santos Zunzunegui en una de sus conferencias sobre cine contemporáneo que toda nueva película es un palimpsesto en el que conviven pasado y presente, pues todo realizador consciente elige a sus padres artísticos y piensa su obra en relación con la historia del arte que practica. Así pues, el valor de estas reminiscencias estilísticas no reside en repetir el pasado por inercia y de manera hueca, sino en reescribir auténticamente aquello a lo que se hace referencia. De hecho, cuanto más desbordan los límites del cinematógrafo y más se adentran en territorios literarios, filosóficos, artísticos o musicales, más interesantes resultan esta especie de ecos propuestos por los directores.
Se trata de la misma línea de pensamiento que aborda “Everything is a remix”, un documental sumamente crítico con la actual gestión de la legalidad entorno a la propiedad intelectual y los derechos de autor y cuya tesis podría sintetizarse en la necesidad de entender la cultura contemporánea como un Frankenstein social construido a partir de una pluralidad de retroalimentaciones creativas, tanto en lo artístico como en lo tecnológico. El documental se articula en torno a la idea de que “los elementos básicos de la creatividad son copiar, transformar y combinar, todo lo que hacemos es un remix de anteriores creaciones de nuestra vida y de la de otros: nuevas combinaciones a a partir de elementos ya creados”, y en él abundan las referencias a grupos de rock y hip hop, quizá el género del reciclaje musical por antonomasia.
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El origen de la cultura hip hop como aglutinante de los llamados cuatro elementos (graffiti en el arte gráfico, breakdance en el arte corporal, el DJ en el arte musical y el MC en el arte lírico) se fija en el contexto de crisis de las postrimerías de los setenta en los barrios neoyorquinos fuertemente marcados por la subalternidad y la negritud, donde las pandillas de jóvenes empezaron a enfrentarse y medirse las unas con las otras bajo un prisma de competición que operaba al mismo tiempo en un marco superior de cooperación y de conciencia de condiciones y problemas mutuos, como en la escena de “Slam” en que los dos presos negros se dan la mano a través de los barrotes tras haber improvisado unas rimas.
No obstante, volviendo a la intertextualidad, a los guiños y a las influencias, lo cierto es que se pueden rastrear orígenes y vínculos del estilo mucho antes de esa fecha. A nivel de mensaje y actitud, el hip hop sería impensable sin el rap oral procedente de los esclavos (llamados “riots”, criados) y su poesía de testimonio y crítica social, así como sin movimientos políticos de emancipación racial como el nacionalismo negro de los “Black Panthers”, movimientos religiosos como los “Five-percenters” de la Nación del Islam, el “Blaxploitation” en cine o el baloncesto en el deporte.
A nivel sonoro, las propias técnicas de composición musical como el breakbeat introducido por Dj Kool Herc (la repetición en loop de un solo de batería, como el Funky Drummer del batería de James Brown, Clyde Stubblefield, con tal de crear un patrón rítmico) o el sampleo (la extracción y posterior manipulación de un breve fragmento de una canción para crear otra nueva) parten de la utilización de la herencia directa de la música popular negra (rhythm ‘n’ blues, soul y funk), quizás porque remezclar es el arte del pueblo y todo el mundo puede hacerlo, como se apunta en “Everything is a remix”.
En cualquier caso, un análisis del rap como dimensión musical de la cultura hip hop debería considerar no sólo la gestación del fenómeno sino su desarrollo y evolución, partiendo de ser una música popular negra minoritaria hasta convertirse en una de las músicas más rentables para la industria y generadora de millones de dólares en todo el mundo. Es preciso remarcar tanto el componente popular (se desarrolla en la calle con las block parties y habla de la vida en la calle, como ocurre en la canción “The Message” de GrandmasterFlash and The Furious Five, uno de los primeros hitos del género en 1982) como el componente negro (presente tanto en las performances militarizadas de Public Enemy reclamando el “black power” como en la visión desenfadada y experimental de De la Soul y A tribe called quest bajo el colectivo Native Tongues, promoviendo el afrocentrismo como identidad cultural), pues son dos ejes fundacionales del hip hop que han ido diluyéndose en el panorama, endetrimento de otras propuestas más explotables y digeribles por la industria.
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Es cierto que ha habido artistas que han mantenido la identidad negra como bandera hasta hoy, como en el caso de Kendrick Lamar y su “King Kunta”, o que supieron evolucionar sin perder su esencia inicial, como el dúo Gangstarr, pero la industria premió más bien trayectorias artísticas que tendieron a volverse más comerciales, como la de Nas. Asimismo, los hay que opinan que la proliferación del estereotipo nacido del gangsta rap de N.W.A. (Dr. Dre, Ice Cube, Eazy-E…), Snoop Dogg o Tupac ha acabado por desvirtuar la crudeza y la desobediencia civil inherentes al subgénero.
El documental “Planet Rock: the Story of Hip Hop and the Crack Generation” narra las conexiones entre esta cultura y el boom del crack como sucedáneo barato de la cocaína, idóneo para distribuirse en las zonas de rentas bajas. Se habla de chicos jóvenes que todavía sin haber terminado el instituto ganaban más dinero que sus padres debido al tráfico de crack y de cómo eso impregnaba las calles hasta el punto de que figuras punteras del panorama emularan la estética del traficante con gran medallón de oro (Run DMC o Erik B and Rakim) o incluso afectara en su a.k.a. (Rick Ross, el MC que rapea Everyday I’m hustlin’ tomó su nombre de un gran traficante de crack y el ególatra LL Cool J pensó en llamarse J-Ski en referencia al esquí del polvo blanco).
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Si se toma una concepción de la música como fenómeno bidimensional dialéctico que recuerda a la banda de Moebius, en el cual la práctica social no puede sobrevivir en el tiempo sin una industria para expandirse, reproducirse y consolidar culturas musicales, parece que en el caso del hip hop la industria ha conseguido, en términos generales, imponer sus reglas. No deja de ser sintomático encontrar, por ejemplo, que el capítulo dedicado al rap en el libro Historia de la música negra norteamericana de la editorial Akal se titule, ni más ni menos, la nueva música pop: el rap.
En los versos que preceden este texto, escritos por Metro, el MC que rapea “yo maté al pop” y “Rock! Rock! Como si esto fueran los 50”, hay un reconocimiento al hecho de aceptar ciertas imposiciones a cambio de determinados beneficios, está la consciencia de haber incurrido en un nivel de contradicción, pero al mismo tiempo hay una reivindicación de la capacidad de ejercer la crítica desde ese punto, si existe la voluntad. Se trataría entonces, para el artista, de elegir a qué precio está dispuesto a venderse.
Por otro lado, el fragmento seleccionado acaba con un ataque frontal al poder de la imagen, punta de lanza de la industria, con las referencias a la televisión y más concretamente a la MTV. Y es que, como ya ocurriera con el rock, el video musical emitido masivamente por esta cadena ha jugado un rol fundamental desde los ochenta a la hora de inclinar la balanza a favor de la gran industria. Ya lo dijo Gil Scott Heron: “Revolution will not be televised”.
La industria sabe que la forma más efectiva de hacer circular un mensaje en una sociedad de masa es lanzarlo en clave de espectáculo. Si se añade a eso el hecho de que a nivel de recepción sensorial del espectador, la imagen eclipsa con creces al sonido, el boom del videoclip es más que comprensible. En cuanto se captó la potencialidad del rap como música directa en el mensaje y pegadiza y poderosa en lo rítmico, hubo interés por incorporar, no sin condiciones, esta música popular negra a la parrilla televisiva. Como apunta Tricia Rose:
By 1989, MTV began playing rap music on a relatively regular basis, and multimillion unit rap sales by the Beastie Boys, Tone Loc, M.C. Hammer and Vanilla Ice convinced music industry executives that rap music, for al its “blackness” in attitude, style, speech, music, and thematics, was a substantial succes with withe teenagers.
El ascenso meteórico de las primeras grandes figuras blancas del hip hop antes de Eminem, los polémicos Beastie Boys y posteriormente Vanilla Ice, hubiese sido impensable sin las constantes apariciones en la MTV. A través de esta fórmula instrumentalizada por la imagen, progresivamente el hip hop pasa de tener su audiencia limitada en la juventud negra subalterna a captar la atención de la mayoría de la población blanca, incluso en sectores acomodados.
Se priman las propuestas que contienen elementos de individualismo, despolitización, infantilización y comicidad (no es anecdótico el éxito de The Fresh Prince of Bel-Air en el intento de adaptar la música popular a un consumo para todos los públicos) y criminalización (ya se ha comentado la sobreexplotación del gangsta rap y el ensalzamiento del narcotraficante). Coindicen estos aspectos con la tesis doctoral de Jon E. Illescas acerca del videoclip mainstream como mercancía y reproductor de ideología: el análisis de 400 vídeos musicales divulgados entre los años 2007 y 2012, incluidos los más vistos cada año en YouTube y los más premiados por la MTV o los Grammy, revela que en el videoclip actual (producto cultural más consumido por la juventud) predominan la agresividad, la violencia, el vocabulario soez y ofensivo, la competitividad, la cosificación del cuerpo de la mujer, el culto a la riqueza material y el dinero como fin supremo en la vida.
Estas son algunas claves para entender el escenario en el que tiene lugar la aparición de Eminem, un MC interesante en múltiples sentidos: por el hecho de ser blanco y haber sido el mayor éxito en ventas del hip hop (repitiéndose el fenómeno de que una música negra tenga un rey blanco), por contar con el apoyo de una figura consolidada en el panorama como Dr Dre, por la evolución de su estilo polémico e irreverente hacia fórmulas pop, por salirse del recurso de explotar el tópico de “droga, dinero y putas”en el rap, por su calamitosa historia personal y su catapultamiento a la fama a través del film 8 millas (de masa a ídolo), por haber sido denunciado por asociaciones de mujeres y de homosexuales por los contenidos de sus letras o por sus graves incidentes con las drogas.
*Escrito en 2015 para la asignatura Cultura e Industria Musical del Grado en Comunicación Audiovisual de la UV.
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