Tumgik
#qué sucede cuando meditamos?
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🎶Estar enamorada es…..♥️
¿Cómo hago para enamorarme de Yahshua? 🙄 Esta es la pregunta del millón para muchísimas princesas en los ministerios, congregaciones e iglesias al encontrar cómo único camino, la respuesta de que la solución a su situación es “volver al primer amor”, enamorarse de su Mashiaj, entronarlo en el corazón y en la mente. Y las que no tienen una relación íntima con El preguntan y cómo se hace eso? 🫣
Para las que aún no han experimentado esta maravillosa vivencia de “ estar enamorada de Yahshua” les puedo pedir que recuerden la época de su noviazgo con el que hoy es su esposo, qué hacían, cómo se trataban, las largas horas de tertulias, las risas, canciones dedicadas, romanticismo, etc.
Yahshua adora las citas a solas, esos encuentros bien temprano para estrechar nuestra relación, hablar, conocernos, leer sus preciosas parábolas en su magistral libro La Biblia, le gusta escucharnos orar, comentarle con detalle nuestras situaciones, que nos preocupa, cuáles son nuestros sueños, aspiraciones.
El nos regala sus promesas llenas de una nueva oportunidad para nuestra vida y lo hace utilizando miles de recursos: las redes sociales, a través de otras personas, en hermosos devocionales, en canciones; sus mensajes pueden llegarnos en grandes letreros en las avenidas, en comerciales de televisión, en carros que pasan frente a nosotras, en cualquier medio porque su imaginación no tiene límites.
Nosotras contestamos sus hermosos mensajes cuando meditamos en Su palabra, cuando llevamos nuestros diarios y registramos todo lo que vamos experimentando, cuando discernimos el contenido de sus palabras, cuando le escribimos devocionales o hacemos reflexiones, estudios, o cuando estamos tan románticas y le escribimos en verso o poesia o nos sentimos tan inspiradas para pintarle cuadros a nuestro bello Rey de Reyes.
Durante las horas del día nos conectamos con El a través del pensamiento, de diálogos silenciosos que hacemos desde el corazón y el nos contesta, se va desarrollando una linda complicidad que suceden muchas cosas a nuestro alrededor que ya hemos hablado con El y con risitas y gestos le damos las gracias, y eso es algo que solo sucede entre el y cada una íntimamente.
Nosotras somos delicadas y románticas por naturaleza y él trata de que en nuestros ambientes hayan flores, plantas, música 🎶 para que lo alabemos y adoremos cada día. Por ejemplo cuando el se quiere hacer sentir con una canción especial hacia nosotras, cada vez que la escuchamos nuestro corazón se contrae, nos gana el sentimiento, nos quebrantamos y sentimos hacia el un amor profundo.
Y cuando nosotras queremos alabarle y adorarle nos vamos a nuestro cuarto secreto, ese lugar favorito donde no seremos interrumpidos para cantarle al mejor estilo y con nuestra mejor voz las alabanzas 🎶 más melodiosas y más profundas. Allí en ese lugar nos convertimos en la Marcela Gandara, Lilly Goodman, Danilo Montero, Marcos Witt, o Jaci Velasquez, nuestra voz personifica a alguno de estos famosos porque queremos darle lo mejor a nuestro Amado, entregamos nuestra alma en cada adoración junto con nuestras lágrimas de gratitud y felicidad por estar en su presencia.
Amar a Yahshua es lo mejor que nos puede pasar, es nuestro bálsamo en medio de la guerra, de la felicidad, tribulación o ataques del enemigo. Amarlo a El es tocar el cielo con una mano y sentir como suave algodón las nubes.
Cada día estréchamos más la relación con el Mashiaj cuando compartimos más tiempo en su compañía, cuando paseamos con el en el parque, cuando vamos al Súper, la Peluqueria, al Médico, cuando nos sentamos a comer solo en Su compañía bien sea en casa o en algún restaurante.
El es un “novio” esplendido porque no escatima recursos para sacarnos sonrisas del rostro; cuando dice sorprendernos lo hace en grande pues el conoce que anhela nuestro corazón y nos sorprende con regalos increíbles, sobrepasa nuestras expectativas, es bastante generoso.
Volver al primer amor es lo mejor que nos puede acontecer para sobrellevar con gozo los retos del día a día. Yahshua es nuestro más grande Amore.
Sara Jerez Cataño 🌷
Restaurando tu matrimonio de la mano de Dios
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casualfartfun · 3 years
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¿Cómo leer la Biblia? ¿Conoces los tres principios relacionados?
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​¿Cómo leer la Biblia? ¿Conoces los tres principios relacionados?
Xiao Xiao (Francia)
La lectura de la Biblia es una obligación diaria para los cristianos, además de indispensable en la senda hacia la verdad y la madurez en la vida espiritual. El Señor Jesús dijo: “Escrito está: ‘No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’” (Mateo 4:4). Es evidente que leer las palabras de Dios con frecuencia y valorarlas con el corazón es obligación de todo cristiano, pero ¿cómo debemos leer la Biblia para recibir la guía del Espíritu Santo y lograr resultados positivos? Esta es una cuestión de suma importancia para nosotros. Es probable que todos hayamos leído la Escritura de la siguiente manera. A veces somos capaces de recibir el esclarecimiento y la guía de Dios y de entender Su voluntad y Sus exigencias; nuestro espíritu se conmueve y tenemos fe y determinación para practicar las palabras de Dios en la vida diaria. Cada vez nos gusta más asistir a reuniones, orar y leer la Escritura y durante ese tiempo, además, maduramos en la vida espiritual. Sin embargo, algunas veces no disfrutamos la lectura de la Biblia y no percibimos el esclarecimiento ni la iluminación del Espíritu Santo. Sólo entendemos el significado literal de los pasajes bíblicos y nos falta sentido de la voluntad y las exigencias de Dios; no sabemos defender las palabras de Dios en la vida diaria y no maduramos espiritualmente. En ocasiones puede que hasta nos entre sueño leyendo la Biblia y cada vez tengamos menos ganas de hacerlo, de asistir a reuniones y de orar. Esto puede ser muy confuso. Si leemos la Biblia como siempre, ¿por qué se dan dos resultados totalmente distintos? ¿Cómo podemos leer la Biblia para obtener resultados positivos? A fin de recibir luz a partir de la lectura de la Biblia, comprendiendo estos tres principios podemos acercarnos más a Dios y recibir Su esclarecimiento y guía con facilidad.
1. Al leer la Biblia, es imprescindible sosegar el corazón ante Dios para recibir el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo. Aunque perseveremos en la lectura diaria de la Biblia a una hora fija, si no sosegamos el corazón ante Dios durante ese tiempo, simplemente leeremos la Biblia mientras pensamos en cómo ocuparnos de los asuntos familiares o laborales. Esa manera de leer la Escritura se limita a seguir una norma y llevar a cabo un ritual. En tal caso, es probable que lo hagamos mecánicamente y alcancemos una comprensión superficial; de ningún modo podremos recibir esclarecimiento del Espíritu Santo, no adquiriremos nueva luz y, naturalmente, ya no tendremos gozo espiritual. Especialmente en una época tan acelerada, las ocupaciones laborales y las complicadas relaciones interpersonales nos dejan exhaustos de cuerpo y mente, así que, cuando leamos la Escritura, debemos tener todavía más en cuenta el sosiego ante Dios y meditar con esmero Sus palabras. Esta es la única vía para recibir esclarecimiento y guía del Espíritu Santo.
Dice la palabra de Dios: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23). “Acallar el corazón en presencia de Dios es el paso más crucial para entrar en Sus palabras. […] Solo después de que las personas son capaces de estar en paz delante de Dios, el Espíritu Santo puede tocarlas y las puede esclarecer e iluminar, y solo entonces pueden tener comunión verdadera con Dios y pueden entender Su voluntad y la guía del Espíritu Santo” (“Acerca de acallar el corazón delante de Dios”). En las palabras de Dios comprobamos que Él nos exige que lo adoremos con honestidad de espíritu. Si deseamos ser movidos por el Espíritu Santo y conseguir resultados positivos de la lectura de la Biblia, debemos sosegarnos ante Dios, meditar con esmero Sus palabras y escuchar Su guía, pues el tiempo que pasamos leyendo la Escritura es también el tiempo que tenemos para acercarnos a Dios, adorarlo y entender verdades de la Escritura. Sólo si veneramos a Dios de corazón, nos volcamos de todo corazón en Sus palabras y buscamos y meditamos sinceramente podemos recibir esclarecimiento y orientación del Espíritu Santo, ser movidos por Él y comprender el sentido de las palabras de Dios. Por tal motivo, antes de leer la Biblia debemos encontrar un lugar tranquilo y evitar a las personas, circunstancias o cosas que puedan distraernos. Debemos hacer una oración antes de empezar, sosegar deliberadamente el corazón ante Dios y pedirle que nos guíe para que entendamos la verdad de Sus palabras. Cuando nos volcamos de todo corazón en las palabras de Dios podemos recibir Su esclarecimiento y guía, y no sólo podemos comprender Su voluntad y Sus exigencias, sino también aprender nuevas perspectivas y conocimientos sobre Sus palabras. Cuanto más practiquemos esto, más oportunidades tendremos de ser movidos por el Espíritu Santo al leer la Escritura y seremos capaces de descubrir qué podemos hacer para cumplir la voluntad de Dios. Entonces maduraremos en la vida espiritual con mayor rapidez.
2. No leas por leer: elige pasajes acordes a tus problemas y dificultades reales. En primer lugar, hemos de saber que leer la Biblia no implica seguir una norma ni llevar a cabo una tarea. Se trata, más bien, de resolver nuestros problemas y dificultades de carácter práctico para tener un sendero de práctica en nuestra vida diaria. Sin embargo, estamos sujetos a error en la lectura de la Biblia; a veces nos limitamos a seguir las normas y pasar de un capítulo a otro, de un versículo a otro, o leemos cualquier página a la que llegamos sin rumbo. Leer la Escritura así, sin ningún objetivo, no da resultados positivos. Es como si un enfermo intenta tratar su enfermedad: no puede esperar una mejoría tomándose cualquier medicamento, sino que primero tiene que entender qué ha provocado realmente la enfermedad y de qué tipo es para poder recuperar la salud con el medicamento adecuado a su patología concreta. Lo mismo sucede al leer la Escritura. La palabra de Dios dice: “Cuando comas y bebas de las palabras de Dios, deberás comparar con ellas la realidad de tu estado. Es decir, cuando descubras tus defectos en el transcurso de tu experiencia real, deberás saber encontrar una senda de práctica y dar la espalda a tus motivaciones y nociones incorrectas. Si siempre te esfuerzas por estas cosas y pones todo tu corazón en lograrlas, tendrás una senda que seguir, no te sentirás vacío y, por tanto, podrás mantener un estado normal. Solo entonces serás una persona que soporta una carga en la vida, que tiene fe” (“Práctica (7)”). Con las palabras de Dios comprendemos que debemos tener en cuenta las dificultades y los problemas que nos encontramos en nuestra vida normal y que leer las palabras de Dios selectivamente es la única vía para lograr resultados positivos. Por tanto, antes de hacer la lectura diaria de las palabras de Dios, primero hemos de pensar un poco en nuestra situación espiritual actual, en la clase de personas, circunstancias y cosas a que nos hemos enfrentado últimamente, en el aspecto de la verdad con el que guardan relación y en el tipo de práctica que debemos tener para cumplir la voluntad de Dios. Entonces podremos buscar conscientemente, para su lectura, unas palabras de Dios adecuadas a nuestras dificultades reales. Esto es así porque las palabras de Dios dejarán al descubierto nuestras motivaciones incorrectas y nuestra corrupción, lo que puede señalarnos el sendero correcto de práctica. Siempre que actuemos según las exigencias de Dios y desechemos nuestras motivaciones y perspectivas incorrectas, nuestros problemas se resolverán y nuestra situación espiritual y nuestra relación con Dios podrán ir mejorando. Incorporando nuestros problemas personales a la lectura de la Biblia podemos lograr resolver nuestros problemas prácticos.
Por ejemplo, digamos que surge un conflicto entre nosotros y nuestra familia, o nuestros hermanos y hermanas, y no somos tolerantes ni pacientes con ellos, sino que damos muestras de mal genio. Para empezar, debemos aprender a sosegarnos ante Dios, plantearnos con qué aspecto de la verdad guarda relación este problema, qué nos exige Dios, etc. Una vez que hayamos captado estas cosas, sabremos buscar en la Escritura las exigencias de Dios para que tengamos amor, tolerancia y paciencia hacia los demás. Asimismo, podremos buscar pasajes en los que Dios nos pide introspección y que no nos centremos solamente en la otra persona. También podríamos leer cómo el Señor Jesús amaba y perdonaba a la gente. Con esta clase de lectura selectiva de la Escritura podemos apreciar lo arrogantes, ofendidos, mezquinos y conflictivos que somos con los demás. Igualmente podemos reconocer que es voluntad de Dios que aprendamos a perdonar al prójimo, que nos amemos, seamos magnánimos y tolerantes unos con otros; quiere que vivamos como cristianos. Luego, si pensamos un poco en la magnanimidad y tolerancia del Señor Jesús hacia la gente, por las que lavó personalmente los pies de Sus discípulos, nos emocionaremos más todavía. Cuando conozcamos estas verdades sentiremos ganas de amar al prójimo según las exigencias de Dios y, con naturalidad, cultivaremos la tolerancia y la comprensión hacia quienes nos rodean. Veamos otro ejemplo. Cuando nos volvemos débiles y negativos mientras predicamos el evangelio y nos topamos con los impedimentos, la represión, la calumnia y el juicio de las malvadas fuerzas de Satanás, podemos leer en la Escritura pasajes acerca de cómo tener en consideración la voluntad de Dios, así como sobre el perfeccionamiento de nuestra fe a manos de Dios. También podemos mirar fragmentos acerca de la prudencia ante las fuerzas de Satanás, opuestas a Dios, mientras predicamos el evangelio. Con la lectura de estas Escrituras podemos entender mejor la voluntad de Dios, ver que somos tan frágiles que nos volvemos negativos y débiles ante los fracasos o los reveses, y que tenemos muy poca fe. Puede que esto, asimismo, nos ayude a comprender que la propagación del evangelio del reino es nuestro deber y misión obligatorios y que hemos de soportar la persecución y las dificultades para dar testimonio de la obra de Dios. De igual modo, en la Escritura podemos llegar a conocer las exigencias de Dios hacia nosotros; debemos ser prudentes al difundir el evangelio en esta era del mal y aprender a ser astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Cuando sepamos estas cosas tendremos fe para apoyarnos en Dios y podremos utilizar la prudencia para vencer a Satanás y seguir difundiendo el evangelio de Dios. Por ello, si leemos la Biblia selectivamente, dirigiéndonos a nuestras dificultades reales, podremos recibir con mayor facilidad el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo, alcanzar a entender la voluntad de Dios y tener un sendero de práctica correcto. Acto seguido, nuestra relación con Dios puede volverse más íntima; así es como se logra el mejor resultado de la lectura de la Escritura.
3. Céntrate en meditar las palabras de Dios y en entender el significado profundo de la verdad. Muchos piensan que solamente alegran a Dios las personas que están muy familiarizadas con la Biblia y tienen muchos conocimientos bíblicos. Así, al leer la Escritura, hacemos mucho hincapié en leer y memorizar más pasajes para sabérnosla más al dedillo y de cabo a rabo. Sin embargo, no nos centramos en meditar las palabras de Dios para lograr entender de qué tratan realmente. Si lo pensamos detenidamente, tal vez nos parezca que esta práctica simplemente nos familiariza más con el texto bíblico y que llegamos a comprender algunos principios espirituales. No obstante, no entendemos las verdades inherentes a las palabras de Dios, no conocemos Su voluntad ni Sus exigencias y, en especial, nos falta verdadero conocimiento del propio Dios. Es más, en nuestra vida normal no sabemos experimentar ni practicar las palabras de Dios. De ese modo, puede que también nos volvamos cada vez más arrogantes por dominar tantos conocimientos y teorías de la Biblia. Alardeamos ante los hermanos y hermanas y nos lucimos interpretando teorías y conocimientos bíblicos; nos exhibimos para que nos admiren y adoren, y nos plantamos ante nuestros hermanos y hermanas al tiempo que tenemos una relación cada vez más distante con Dios. En lo espiritual, caemos en la oscuridad, involucionamos y no sentimos la presencia de Dios.
La palabra de Dios dice: “Cuando leía las palabras de Dios, Pedro no estaba centrado en entender las doctrinas y, menos aún, en obtener conocimiento teológico; más bien, se concentró en comprender la verdad y captar la voluntad de Dios y lograr un entendimiento de Su carácter y Su encanto. Pedro también intentó comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, así como la naturaleza corrupta del hombre y sus verdaderas deficiencias, cumpliendo, así, con todos los aspectos de las exigencias que Dios le hace al hombre para que lo satisfaga. Pedro tuvo muchas prácticas correctas que se ciñeron a las palabras de Dios. Esto estuvo totalmente alineado con la voluntad de Dios y fue la mejor forma en la que una persona podía cooperar al tiempo que experimentaba la obra de Dios” (“Cómo caminar por la senda de Pedro”). Esto deja claro que, cuando Pedro leía las palabras de Dios, no se conformaba únicamente con comprender algunos conocimientos teológicos o cartas y doctrinas, sino que se esforzaba especialmente en lo que Dios exige, así como en la búsqueda y la contemplación reiteradas, y entonces captó el propósito y la voluntad inherentes a las palabras de Dios. Posteriormente, actuó conforme a las exigencias de Dios de tal modo que supo poner en práctica, con gran naturalidad, las palabras de Dios en todas las cosas y vivir la realidad de Sus palabras. La práctica de Pedro nos aporta una senda propia, práctica y viable. Las palabras de Dios son la verdad, expresión de Su carácter y de lo que Él tiene y es; todas contienen la voluntad y las exigencias de Dios. Si no las buscamos, meditamos ni percibimos detenidamente, no entenderemos nada más que doctrinas literales; desde luego, no la voluntad de Dios. Tampoco entenderemos de qué tratan realmente las palabras de Dios, por lo que, naturalmente, no podremos entrar en la realidad de las mismas. Así pues, cada vez que leamos un pasaje de ellas, debemos meditar con esmero lo siguiente: ¿Cuál era el propósito de Dios al decir esto? ¿Cuál es Su voluntad y cuáles Sus exigencias a la humanidad? ¿Qué quería que lográramos por medio de esto? ¿En qué fallo yo? ¿Cómo debo practicar y entrar en esto en mi vida real? ¿Qué puedo hacer para cumplir las exigencias de Dios? Al emprender este tipo de búsqueda y meditación, para cuando nos demos cuenta, Dios nos dará esclarecimiento y guía y nos permitirá comprender el significado profundo de Sus palabras. Tendremos algo de verdadero conocimiento del carácter y la voluntad de Dios, hallaremos un sendero de práctica y entrada y, así, entraremos paso a paso en la realidad de las palabras de Dios.
Observemos las siguientes palabras del Señor: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). “Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mateo 5:37). En las palabras de Dios vemos que Él posee una esencia de credibilidad: ama a los honestos y le disgustan los mentirosos y tramposos. Sólo los honestos pueden entrar en el reino de los cielos, mientras que los siniestros y taimados no pueden cruzar sus puertas. La oración y meditación de las palabras de Dios son la única vía para que podamos entender que Dios quiere que seamos honestos, inocentes y abiertos como niños, sin mentir de palabra y sin engaño ni falsedad de corazón. Llegados a ese punto en nuestros planteamientos, podemos pasar a la búsqueda: ¿Tenemos elementos de deshonestidad? Reflexionando sobre nuestros pensamientos y actos comprobamos que aún manifestamos mucha falsedad. En ocasiones, cuando estamos ante Dios en oración, decimos toda clase de maravillas y nos proponemos muchas cosas, pero casi nunca estamos a esa altura en la vida real. A veces hacemos algo mal y queremos reconocer el error ante otra persona, pero nos da miedo que nos desprecie, así que, para preservar nuestra imagen y reputación, decimos una media verdad y ocultamos la realidad. De vez en cuando, al comentar nuestras experiencias, estamos más que dispuestos a airear cómo ponemos en práctica las palabras de Dios, pero muy rara vez hablamos de cómo desafiamos y nos oponemos a Dios y de cuando no ponemos en práctica la verdad. A menudo aparentamos ser lo que no somos para que los demás conserven una buena imagen de nosotros. Alguna vez vemos a hermanos y hermanas que hacen cosas que no están en consonancia con la voluntad de Dios y queremos hablar con ellos, pero nos preocupa herirlos en su orgullo o nos da miedo que no acepten nuestra opinión y nos juzguen, por lo que mantenemos un ojo abierto y otro cerrado como si no supiéramos nada. Suma y sigue. Con la reflexión vemos cuánta falsedad manifestamos: en absoluto somos honestos y agradables a Dios, así que ¿cómo podría entrar alguien como nosotros en el reino de los cielos? Tras comprender estas cosas, debemos proceder a sopesar la senda hacia la honestidad en las palabras de Dios. En primer lugar, no podemos mentir de palabra, sino que debemos hablar con arreglo a la verdad. Hay que diferenciar las cosas: este es el fundamento de nuestra práctica. Pero, más que nada, es necesaria la honestidad de corazón. Este no puede albergar perversidad ni falsedad; todo cuanto decimos o hacemos está sujeto al escrutinio de Dios. No podemos mentir ni engañar para proteger nuestro estatus, reputación o imagen, sino que, ante un problema, deberíamos ser capaces de despojarnos de nuestras motivaciones incorrectas y hablar sin rodeos, con honestidad y con el corazón. Este es el primer paso hacia la honestidad. Si siempre meditamos seriamente las palabras de Dios de esta forma, procurando entender la esencia de la verdad más allá del sentido literal, comprenderemos cada vez mejor los pormenores de la verdad y, entonces, será más correcto lo que practiquemos en nuestra vida. Nos acercaremos más a la voluntad y las exigencias de Dios y nuestra práctica será más acorde a Su voluntad. Estaremos cada vez más cerca de Dios y nos sentiremos firmes, tranquilos y satisfechos en el alma.
Otro punto que cabe plantear es que, sea cual sea el aspecto que estemos leyendo de las palabras de Dios, no podemos conocerlo del todo y a fondo tras una o unas pocas lecturas. Esto siempre es un proceso. Las palabras de Dios son tan profundas que ocultan muchas verdades, por lo que no podemos tener demasiada prisa ni ansia por terminar. Debemos esforzarnos con ellas, sopesarlas y orar al respecto de manera constante y trabajar diligentemente para entender las verdades que contienen. También debemos llevarlas a la práctica en la vida diaria, reflexionándolas y entrando en ellas al mismo tiempo para que adquiramos a través de nuestras experiencias una comprensión más profunda de las verdades que contienen. Tras practicar esto durante un tiempo, podremos entender y profundizar poco a poco en la verdad, lo que nos aportará conocimiento de la misma.
Estos son los tres principios de la lectura de la Escritura. Poniéndolos en práctica podemos subsanar nuestros problemas de falta de esclarecimiento en la lectura o de ausencia de gozo espiritual, madurar en la vida espiritual y cultivar una relación de creciente cercanía con Dios. Queridos hermanos y hermanas, ¿a qué esperáis? ¡Haced la prueba!
Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso
Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.
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lasangha · 3 years
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La meditación no lleva a la concentración
Sentarse a meditar esperando la calma es en sí mismo una fuente de estrés. Si meditamos correctamente habrá calma, pero, ¿qué sucede cuando la imponemos? ¿Será posible estar bien cuando existe el estrés de estar bien?
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jovenesdelrey · 4 years
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Hola sigo tu blog desde hace ya algunos años a través de otra cuenta de Tumblr, soy cristiana, toda mi vida lo he sido, te envié muchos mensajes en mis momentos más difíciles, no recuerdo si contestaste alguno, pero respondiste a las preguntas de otras personas muy similares a las mías, esas respuestas tocaban mi corazón. Hoy he recaído en un error del cual te comenté hace años, siento que le he fallado a Dios. siento que no merezco la gracia y no sé cómo olvidar las cosas del pasado
Hola,
Estás en lo correcto, no mereces su gracia, de echo NADIE la merece, por eso se llama gracia; porque es un regalo inmerecido.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2:8-9
Y por esta razón es aún más fuerte el agradecimiento y necesidad que en nuestros corazones debe de haber por obedecerle y seguirle a Dios. No para que nos acepte, sino porque ya fuimos aceptados. La gracia es inmerecida pero si tú la quieres es tuya, todo lo que nos resta hacer es caminar en esa gracia.
Ahora, ¿como hacer para dejar de pecar? En específico, ¿como hacer para dejar ese pecado en particular al que seguimos regresando? Me cuentas que haz leído otras respuestas que e escrito aquí (y me alegra mucho saber que algunas te llegaron a ayudar), entonces lo más probable es que leíste que el leer la Biblia y tener una vida de oración son claves para mantener una relación con Dios fuerte y entre más fuerte y más lo conozcas y te llenes de Él menos querrás pecar.... eso es en resumen y si es muy importante, pero la clave también es depender y confiar totalmente en su gracia. ¿Por qué? Porque como seres humanos, a veces dejamos pasar meses sin leer su palabra, o la leemos pero no meditamos en ella, se nos pasa orar, y fallamos, e estado en esa situación mil veces, y si fuera por mi yo ya me hubiera descalificado, me calificaría no apta para el propósito que Dios tiene para mi. Sin embargo cada una de esas mil y una veces, cuando e venido arrepentida ante Dios, anhelando en verdad estar en Él, Él me a perdonado, no porque me lo mereciera porque te aseguro que no lo merezco, ¿como puedo fallar tanto y aún merecerlo? no lo merezco, pero Dios me a perdonado. El caminar con Dios se trata de luchar y depender de su gracia. Si fallamos creer en su gracia para tener la seguridad que aún con la vergüenza de haber fallado podemos venir delante de Él arrepentidos y pedir perdón y seguir luchando y caminando en Él.
Pablo lo explicó muy bien:
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” 2 Corintios 12:9
Bástate de su gracia. Leí una frase, no se quien es el autor pero decía algo como “La tentación es una invitación a depender de de Él.” Y eso es tan cierto. Dios nos dice que nos bastemos de su gracia, que dependamos de Él, que cuando venga la tentación, cuando venga ese error del pasado a invitarnos de nuevo le digamos no, nos bastemos de la gracia de Dios y dependamos de Él.
Es importante mencionar que no me refiero al libertinaje, de hacer lo que queramos que al fin somos perdonados porque eso es falso; Para ser perdonados tiene que ver un arrepentimiento sincero y no solo por conveniencia. No se trata de pecar libremente porque tenemos su gracia y perdón, por cómo te expresas estoy segura que sabes esto pero aún lo escribo por si alguien más que no sepa o tenga la duda esté leyendo esto. Una cosa es vivir en pecado y otra es tratar de vivir una vida agradable a Dios en santidad y llegar a pecar porque somos humanos y fallamos. Dios conoce perfectamente tu corazón y tus pensamientos completamente. El sabe si en verdad estás arrepentido y si en verdad estabas luchando por hacer lo correcto, Él sabe. En realidad se paga un precio alto cuando vives en pecando, ya sea un pecado al que sigues regresando o para los que piensan que pueden pecar porque luego son perdonados. Cuando sigues regresando a un pecado esto no te permite avanzar en tu relación con Dios, te estancas, y esto afecta cada área de tu vida y te vuelves tibio y su palabra dice algo muy fuerte sobre esto:
“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3:15-16
¿Ese error o pecado al que regresaste en verdad vale más que tu relación con Dios?
Sí, tienes su gracia, mientras estés arrepentido en verdad Él te perdonara, pero también llega un cierto punto donde si seguimos regresando a ese pecado se nos vuelve menos y menos grabe, nos sentimos menos y menos mal cada vez, hasta que llega ese momento peligroso en donde ya no hay un arrepentimiento sincero. Yo estuve en esta situación, terminé por alejarme, darle la espalda a Dios y hacer de mi vida lo que quisiera, fue la peor temporada de mi vida. Así que se de primera mano lo que es fallarle a Dios y se hasta donde te puede llevar el no cambiar esto en tu vida.
Entonces, depende de su gracia, pero también haz todo de tu parte (tener una vida de oración, leer su palabra, estudiarla y meditarla, servir) para no fallar. Haciendo esto activamente cambiará y protegerá tu corazón y tu mente y tu espíritu será más fuerte que tu carne y vencerás la próxima vez que tengas la tentación de cometer ese error de nuevo.
Depende de su gracia, bástate de su gracia y no, no aceptes que esta bien fallar, porque no esta bien, pero se consciente del echo de que fallaras porque nadie somos perfectos, proponte no fallar, y cuando llegue a suceder proponte aprender para no repetir.
Hay un versículo perfecto para ti:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” 2 Corintios 5:17
Espero esto te ayude un poco
Dios te bendiga
- Dulce
Ps. Gracias por seguir el blog desde hace años🤍 si llegue a contestar alguna de tus preguntas/mensajes tal vez puedes encontrarlos escribiendo el tema o palabra clave que recuerdes de tu mensaje en la barra de búsqueda en el blog y te debería de aparecer todos los post relacionados con ese tema.
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Las 85 mejores frases sobre el atardecer
**El atardecer es ese momento del día cuando este está llegando a su fin** y muchos de nosotros reflexionamos, meditamos y hacemos un breve repaso de mental de cómo ha ido la jornada. Este momento de reflexión puede ser una de las experiencias más placenteras que realizamos a diario, no en vano escritores y pensadores han escrito o hablado mucho sobre este momento del día. * Artículo recomendado: ["72 frases fantásticas (para inspirarse y reflexionar)"](/reflexiones/frases-fantasticas) ## Frases sobre el atardecer y su magia En la selección de frases que os dejamos a continuación **podréis disfrutar de las 85 mejores frases sobre el atardecer** y lo bello que es este, escritas por grandes artistas y filósofos o por autores desconocidos. ¡Adelante! ### 1. Entre más nubes tengas en el cielo, más colorido será tu atardecer. (Sajal Sazzad) Las vistas de cada atardecer siempre serán diferentes, cada día tendrá su propia magia y será único. ### 2. Cuando el sol se pone, ninguna vela puede reemplazarlo. (George R. R. Martin) Nada que podamos hacer las personas se equipara a la luz del astro rey, este siempre ilumina nuestras vidas. ### 3. El amanecer llega lentamente, pero el ocaso es rápido. (Alice B. Toklas) En el amanecer la sensación es que el sol sale lentamente, pero en el atardecer en cambio parece que suceda todo lo contrario. ### 4. Los viajes son como los atardeceres, si esperas demasiado te los pierdes. (Anónimo) Darle demasiadas vueltas a un viaje nos puede hacer perder la oportunidad de realizarlo, al igual que un atardecer sucederá de forma natural y no nos esperará nunca. ### 5. Los atardeceres son tan solo vistas previas de las calles doradas del cielo. El atardecer puede ofrecernos un sinfín de colores y matices que no tiene ningún otro momento del día. ### 6. La vida se trata de disfrutar cada atardecer y procurar el siguiente amanecer. Debemos disfrutar cada momento de nuestras vidas y de esos pequeños placeres que esta nos ofrece. ### 7. El atardecer es el inicio de algo hermoso: la noche. (Juansen Dizon) Cada atardecer nos abre las puertas de otra faceta más de nuestra vida que puede ser la vida nocturna. ### 8. Observar un atardecer te hace sentir más fuerte. (Anamika Mishra) Un atardecer nos puede traer recuerdos de lo que hemos vivido o hemos superado y con ellos descubrir lo que hemos aprendido con el paso del tiempo. ### 9. Admira los esfuerzos del fracaso, así como admiras la belleza del atardecer. (Amit Kalantri) Aun cuando fracasamos aprendemos y con ello mejoramos como persona, igual que un atardecer puede ser visto como el final de un día o como la ilusión del siguiente. ### 10. Todos los atardeceres son una oportunidad para comenzar de nuevo. (Richie Norton) Con cada atardecer nuestra vida se reinicia y los errores del pasado quedan en eso, en el pasado. ### 11. Afuera, la luz del día sangraba lentamente hasta el atardecer. ([Stephen King](/reflexiones/frases-stephen-king)) Los colores que el atardecer nos puede proporcionar es un abanico de luces y sombras muy bello del que vale la pena disfrutar. ### 12. Si se lo permites, las personas son tan maravillosas como los atardeceres. ([Carl Rogers](/reflexiones/frases-carl-rogers)) Cada atardecer al igual que cada ser humano es diferente y es único, la madre naturaleza es genial realizando obras únicas. ### 13. Podría lamer el atardecer, apuesto a que sabría como un helado napolitano. (Jarod Kintz) El atardecer es tan bello que todo lo que nos ofrece tiene algo mágico, debemos aprovecharlo y disfrutarlo como se merece. ### 14. Quiero ser el atardecer que te haga reflexionar sobre tu vida. (Benjamin Griss) El atardecer es un momento genial para reflexionar y meditar, tomar un café o leer un buen libro. ### 15. La oscuridad que le sigue a un atardecer nunca será tan oscura como para llegar cambiar la inevitabilidad del amanecer. (Craig D. Lounsbrough) La vida es maravillosa con todos sus aspectos, unos más alegres, otros más tristes pero todos únicos y memorables. ### 16. En el mismo lugar se obstina el pájaro carpintero al atardecer. (Kobayashi Issa) Las personas vivimos nuestro día a día totalmente ajenos del paso del tiempo, muchas veces no somos conscientes de las cosas más hermosas. ### 17. El ocaso de una gran esperanza es como el ocaso del sol: con ella se extingue el esplendor de nuestra vida. (Henry Wadsworth Longfellow) El atardecer es un instante que nos puede recordar las cosas más duras que hemos podido vivir y con ello entristecernos, pero debemos recordar que también es el prólogo del comienzo de algo nuevo. ### 18. La vida es lucha y tormento, decepción, amor y sacrificio, atardeceres dorados y negras tormentas. (Laurence Olivier) La vida al igual que los diferentes momentos del día, pasa por muchas etapas todas muy diferentes entre sí. ### 19. Uno no trata de controlar un atardecer. Uno lo observa con asombro conforme se desarrolla. (Carl Rogers) No podemos controlar el clima ni la naturaleza, y de la misma forma lo que tenga que suceder en nuestras vidas pasará, solo debemos sentarnos y disfrutar del espectáculo. ### 20. ¡Qué sensibilidad la del sol! Se sonroja todas las noches en el momento en el que se pone la noche. (Fabrizio Caramanga) Una forma muy poética y a la vez muy realista de explicarnos la belleza del atardecer, sus colores y sus devaneos. ### 21. Adoro ver el amanecer, el atardecer, el cielo y las aves. (Manisha Koirala) Sin lugar a dudas, el atardecer es un instante precioso al igual que otros muchos momentos de la vida. ### 22. El sol se está poniendo en un cielo naranja quemado, los acantilados son siluetas negras, y el mar es plata líquida. (Laura Treacy Bentley) Una frase preciosa de Laura Treacy Bentley que describe a la perfección el atardecer que está contemplando. ### 23. El sol nunca está solo mientras la luz permanezca siempre con él. Incluso cuando se está escondiendo, la luz se hunde con él. (Munia Khan) Al igual que el astro rey nunca pierde su propia luz, nosotros debemos ser siempre auténticos y consecuentes con nosotros mismos. ### 24. El cielo, al atardecer, parecía una flor carnívora. (Roberto Bolaño) La paleta de colores de un atardecer puede ser increíble, sobre todo en otoño con sus colores rojizos y con tonalidades ámbar. ### 25. Siempre nos queda solo un día, el cual siempre comienza de nuevo: es dado a nosotros por el amanecer, y nos es arrebatado al atardecer. ([Jean-Paul Sartre](/biografias/biografia-jean-paul-sartre)) Al igual que siempre habrá un nuevo día, este siempre será llevado irremediablemente hacia su ocaso. ### 26. Hagamos de los atardeceres algo inolvidable, de las mañanas algo hermoso, y de las noches algo que siempre queramos repetir. (Leo Romsog) Cada momento de nuestras vidas es igual de valioso en la báscula del tiempo, debemos aprovechar todos y cada uno de ellos al máximo. ### 27. Soporta el dolor al amanecer, para que cuando llegue el ocaso, existan ganancias abundantes. (Seyi Ayoola) Luchar en nuestras vidas para alcanzar nuestras metas es algo que todos debemos hacer, pelear por aquello que queremos y nos hace felices. ### 28. El atardecer es el momento más espiritual, donde humanidad se encuentra con el espíritu extraordinario del universo. (Mehmet Murat Ildan) El ocaso del día es sin lugar a dudas el mejor momento para reflexionar y meditar sobre la deriva existencial que llevamos. ### 29. Vemos la luz del atardecer anaranjada y violeta porque llega demasiado cansada de luchar contra el espacio y el tiempo. ([Albert Einstein](/reflexiones/frases-albert-einstein)) El gran Albert Einstein veía lo poético de un atardecer incluso con sus bastos conocimientos sobre física y astronomía. ### 30. Los atardeceres son mi escape de la realidad en la que constantemente vivo. (Rachel Roy) Aprovechar el atardecer para reflexionar con nosotros mismos es algo que muchas personas hacen y que sin duda nos puede llevar a gozar de una vida más organizada. ### 31. Existe una cualidad especial a la soledad del atardecer, una melancolía mucho más inquietante que la de la noche. (Ed Gorman) Con el atardecer suele pasarnos a muchas personas el ponernos nostálgicos, eso se debe a que en ese momento tomamos conciencia del transcurrir del tiempo. ### 32. Cuando uno se encuentra tan triste, gustan las puestas de sol. (Antoine de Saint-Exupéry) Cuando estamos en una etapa de melancolía y queremos regocijarnos en ella, nada mejor que una tarde lluviosa o una buena puesta de sol. ### 33. Cuando un amanecer o un atardecer no nos provocan ninguna emoción, significa que el alma está enferma. (Roberto Gervaso) El atardecer, al igual que el amanecer, son dos momentos del día en los que las personas tomamos consciencia de nuestro transcurrir por la vida e irremediablemente ello nos provoca emociones instantáneamente. ### 34. Observa la belleza del atardecer para disfrutar de la pasión de la vida. (Debasish Mridha) El atardecer es un momento para disfrutar, solo o en compañía y del que no debemos renunciar. ### 35. Me encanta que el amanecer de esta mañana no fue definido en función del atardecer de la noche pasada. (Steve Maraboli) Cada amanecer es un nuevo comienzo, cada atardecer es un nuevo final y el mañana aún no está escrito. ### 36. Escaló las montañas para poder ver dónde descansa el sol. En ocasiones nos gustaría saber qué hace ese astro tan maravilloso que es el sol cuando se esconde tras el firmamento: ¡Seguro iluminar un nuevo día! ### 37. Los atardeceres son tan hermosos que casi pareciera como si estuviéramos viendo a través de las puertas del cielo. (John Lubbock) La belleza pictórica de un atardecer no tiene precio, los colores y el significado detrás de este son una obra maestra de la naturaleza. ### 38. El sol se había puesto, pero una tenue neblina color pastel permanecía en el cielo de mediados de verano. (R. J. Lawrence) En todas las épocas del año podemos disfrutar de gran variedad de atardeceres, cada uno de ellos puede ser único y diferente al del día de mañana o de ayer. ### 39. Suavemente llegó la noche con el atardecer. (Henry Wadsworth Longfellow) La noche es uno de esos momentos en el que las personas disfrutamos de muchos otros placeres de la vida y esta nunca llegaría sin haber antes un atardecer. ### 40. La hermosa reunión del sol, el cielo y el mar, traen consigo un momento perfecto de amor, paz y felicidad. (Umair Siddiqui) El atardecer en algunos lugares del mundo puede ser sin duda espectacular, puesto que la orografía de cada lugar es totalmente diferente y con ello sus atardeceres también lo son. ### 41. Sube a una colina al atardecer. Todos necesitamos de vez en cuando perspectiva, y allí la encontrarás. (Rob Sagendorph) Regalarnos ese momento para nosotros en el atardecer para meditar puede ser un hábito muy saludable. ### 42. Los atardeceres son una de esas cosas en esta vida que no esperan. Sin lugar a dudas, un atardecer llegará en su momento, ni un segundo antes ni uno después. ### 43. Imperfecto y todo, no hay poniente tan bello que no pudiese serlo más. (Fernando Pessoa) Cada atardecer es precioso e inigualable, debemos ser conscientes de que aquello que estamos contemplando no se repetirá jamás. ### 44. Incluso el día más largo termina en un atardecer. (Marion Zimmer Bradley) Debemos ser pacientes en la vida y también en nuestro día a día, al final todo llegará en su momento. ### 45. Nunca le des la espalda al atardecer porque le debes las gracias al sol por haber iluminado tu día. (Mehmet Murat Ildan) Disfrutemos más de la vida y seamos más naturales. ¡Aprovecha cada momento del día! ### 46. Pareciera ser que existe mayor interés en los atardeceres que en los amaneceres. Esto es tal vez porque de manera innata le tememos a la oscuridad. (Richelle E. Goodrich) Tanto el atardecer como el amanecer son dos momentos maravillosos del día pero vividos de formas muy diferentes. ### 47. El sol del alba es siempre una promesa. El del mediodía, implacable, nos juzga. Y el del ocaso, irremediablemente, ya nos ha condenado. (Lorenzo Oliván) Una frase que ve la similitud entre el transcurrir del día y de cómo nosotros percibimos nuestra vida. ### 48. La vida no viene con un instructivo adjunto que describa cómo vivirla, pero si viene con árboles, atardeceres, sonrisas y risas, así que disfruta tu día. (Debbie Shapiro) Disfrutar la vida es algo que todos debemos hacer, pues lo único seguro que tenemos en ella es el ahora. ### 49. A la luz del día le pertenezco al mundo, y por la noche al sueño y a la eternidad. Pero en el ocaso estoy libre de ambos, y solo me pertenezco a mí misma; y a ti. (Lucy Maud Montgomery) Aprovechar el atardecer para encontrarnos a nosotros mismos es algo muy positivo y de lo que seguro sacaremos un gran provecho. ### 50. Lo curioso con el atardecer es que en realidad no queremos que el sol se oculte, queremos que se quede justo sobre el horizonte, ni debajo ni encima de este. (Mehmet Murat Ildan) La visión del atardecer es tan maravillosa que nos gustaría que por un momento el tiempo se detuviera. ### 51. El atardecer nos muestra que la vida es demasiado hermosa como para aferrarnos al pasado, así que sigue adelante hacia al presente. (Jennifer Aquillo) Igual que los días pasan sin dilación, nosotros debemos afrontar nuestra vida y seguir siempre hacia delante en ella. ### 52. Pronto llegó el oscuro atardecer, un atardecer púrpura sobre los campos de mandarinas y melones; el sol del color de las uvas prensadas, […] y los campos del color del amor. (Jack Kerouac) Frase poética que describe a la perfección la gran gama de colores que un atardecer nos puede ofrecer. ### 53. ¿Qué es la vida? Es el destello de una luciérnaga en la noche. Es el aliento de un búfalo en invierno. Es la pequeña sombra que corre por la hierba y se pierde en el atardecer. (Proverbio) Sin duda una gran frase que nos muestra cómo la vida solo es algo fugaz en las arenas del tiempo y lo frágil de su existencia. ### 54. Es increíble como en cada atardecer, el sol es de un color diferente. Ninguna nube está en el mismo lugar. Todo día es una nueva obra maestra. Una nueva maravilla. Un nuevo recuerdo. (Sanober Khan) Cada atardecer es un momento único que no se volverá a repetir y del que solo podremos disfrutar una sola vez. ### 55. Ambos, el amanecer y el atardecer son amigos del sol. Uno le abre la puerta hacia un nuevo día, y otro la cierra para acoger la oscuridad de la noche. (Munia Khan) Tanto el amanecer como el atardecer dan paso a nuevas etapas del día, como estas nos pueden descubrir nuevas experiencias en nuestra vida. ### 56. Los atardeceres son generalmente superiores a los amaneceres. Con los atardeceres apreciamos las imágenes extraídas de la paz y la gloria desvanecidas. (George Stillman Hillard) Sin duda un atardecer puede ofrecernos unos matices únicos que difícilmente podremos encontrar en ningún otro momento de la vida. ### 57. La puesta de sol había convertido el cielo azul en un naranja brillante y luego en un rosa tenue; el terciopelo púrpura de la noche había salido del este, salpicado de estrellas. (Paul Gallico) Esta frase nos describe muy bien todas las etapas de un atardecer y cómo con ellas los colores del día cambian radicalmente. ### 58. Las nubes vienen flotando a mi vida, no para seguir trayendo consigo lluvia o para escoltar la tormenta, sino para añadir color a mi cielo de atardecer. (Rabindranath Tagore) Cualquier cambio climático nos puede ofrecer un atardecer diferente y con unas sensaciones totalmente únicas. ### 59. El atardecer es un momento donde todas las emociones son experimentadas: melancolía, asombro, intoxicación, casuística, admiración, amor y tristeza. (Mehmet Murat Ildan) Ciertamente con el atardecer nuestro ser puede sentir un sin fin de sensaciones y emociones, deberíamos usarlas para reflexionar y enfocarlas hacia algo constructivo. ### 60. La luz y la oscuridad se tocan por unos momentos. […] Antes deseaba que el atardecer durara más, pero su rapidez parece hacerle especial. (Regina McBride) La brevedad del atardecer es parte de la magia que lo hace tan especial, todos sabemos que lo bueno si es breve es doblemente bueno. ### 61. Observar un atardecer es conectar con lo divino. (Gina De Gorna) Muchas personas comparan el atardecer con algo mágico o divino, pues este es sin duda un momento único y especial del día. ### 62. Me recuerdas al ocaso, tan hermoso pero tan triste. (Shweta Grewal) El atardecer puede ser muy bello y por eso mismo con él mostramos nuestros sentimientos tan a flor de piel. ### 63. El cielo se rompió como un huevo hasta el esplendor máximo del atardecer, y el agua se prendió en llamas. (Pamela Hansford Johnson) Los atardeceres son una fiesta de luces y sombras que pueden ser descritas de mil formas diferentes. ### 64. Los atardeceres, como la niñez, son vistos con asombro, no solo porque son hermosos, sino porque son fugaces. (Richard Paul Evans) Durante todas las etapas de nuestra vida siempre podremos valorar la belleza de un atardecer vista desde diferentes perspectivas. ### 65. El sol ilumina las nubes debajo de él, como si estas y el agua estuvieran ardiendo en fuego. Un atardecer en una playa puede ser uno de los atardeceres más hermosos que podemos llegar contemplar sin ninguna duda. ### 66. El atardecer es mi color favorito, y el arcoíris el segundo. (Mattie Stepanek) Toda la gama de colores del arco iris se nos puede hacer visible en un hermoso atardecer. ### 67. El más hermoso atardecer es cuando lo pasas con aquel que amas; lo mismo ocurre con el amanecer. (Galina Nelson) Disfrutar de estos momentos tan bonitos con la persona que amamos nos hace poder disfrutarlos con mucha más intensidad. ### 68. Cayó el crepúsculo: el cielo se tiñó de una luz color púrpura oscuro, cubierto de pequeñas estrellas plateadas. (J. K. Rowling) Incluso la gran escritora J.K. Rowling también habló de algún atardecer dentro de sus famosas obras literarias. ### 69. Encuentra una parte de ti mismo escondida en el crepúsculo. (Fennel Hudson) El atardecer es el momento idóneo para tener una conversación con nosotros mismos y ponernos en contacto con nuestros propios pensamientos. ### 70. Nunca pierdas tu tiempo haciendo algo importante cuando haya un atardecer debajo del cual debas de estar sentado. (C. Joybell C) El atardecer es un momento fugaz del día que si nos despistamos perderemos de vista para siempre. ### 71. Medita al atardecer, mirando las estrellas y acariciando a tu perro. Es un remedio infalible. (Ralph Waldo Emerson) Sin duda este es un remedio infalible para conciliar un sueño placentero al acostarnos. ### 72. Al final del mundo, el atardecer es como un niño destrozando un paquete de crayones contra la cara de Dios. (Craig Stone) La infinidad de colores que nos muestra un atardecer es sin duda espectacular, rozando incluso lo caótico. ### 73. No existe manera en la que un hombre pueda ganarse una estrella o merecerse un atardecer. (G. K. Chesterton) Los atardeceres son un regalo de la vida que cada uno de nosotros disfrutaremos en un número determinado. ### 74. El cambio, como la luz del sol, puede ser un amigo o un enemigo, una bendición o una maldición, un amanecer o un atardecer. (William Arthur Ward) Cómo afrontamos cada atardecer con nostalgia o esperanza nos ayudará a seguir afrontando nuestra vida. ### 75. El crepúsculo baja el telón y lo abrocha con una estrella. (Lucy Maud Montgomery) Una frase muy bonita sin duda que nos habla de cómo la naturaleza cierra el telón de cada día. ### 76. Cuando el sol se esté poniendo, deja de hacer lo que sea que estés haciendo y míralo. (Mehmet Murat Ildan) En el momento justo del atardecer podemos tomarnos un pequeño respiro en nuestra ajetreada vida y por un segundo tomar consciencia de quienes somos. ### 77. Los atardeceres son prueba de que no importa que suceda, todos los días pueden terminar de una manera hermosa. (Kristen Butler) Cada día empieza con un amanecer y termina presentándonos la noche con un atardecer, la vida de la misma forma nos ofrece siempre un nuevo comienzo. ### 78. Afuera, el aire está lleno del sonido de los grillos, mientras el sol se enrojecía en su descenso. (R. J. Lawrence) Los atardeceres de un día de verano son sin duda un momento de máxima relajación e incluso de un carácter bucólico que siempre todos recordamos. ### 79. La pradera esta nublada y las aguas guardan silencio. Es el atardecer. (Yosa Buson) El atardecer sin prisa pero sin pausa siempre llega, todos los días llegan a su fin. ### 80. Estallidos de dorado sobre lavanda, derritiéndose en azafrán. Es la hora del día en que el cielo parece haber sido pintado por un artista de graffiti. (Mia Kirshner) El espectáculo de luz y color que nos ofrece un atardecer es increíble, algo maravilloso que nos ofrece la madre naturaleza. ### 81. La puesta del sol en primavera camina sobre la cola del faisán dorado. (Yosa Buson) Una frase poética que nos habla de los atardeceres en esos días de primavera, cuando el clima es benigno y estos pueden ser sumamente disfrutados. ### 82. Uno no trata de controlar un atardecer. Uno lo observa con asombro conforme se desarrolla. (Carl Rogers) Como sucede un atardecer no puede ser controlado, somos muy pequeños en el universo que nos rodea. ### 83. No lo olvides, los atardeceres hermosos requieren de cielos nublados. (Paulo Coelho) Para mucha gente los mejores atardeceres son aquellos que tienen nubes en el firmamento, pues estas modulan la luz que el sol nos regala. ### 84. No existe nada como un atardecer hermoso para culminar un saludable día. (Rachel Boston) Disfrutar de un bonito atardecer al acabar el día es sin duda algo que todos debemos aprovechar. ### 85. Los atardeceres son prueba de que los finales también pueden ser hermosos. (Beau Taplin) Igual que un atardecer es el final de un día, muchas cosas de la vida son efímeras y no por ello menos hermosas. Ver Fuente Ver Fuente
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wiccareencarnada · 8 years
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@Regrann from @hadafloral - Por qué en Luna llena? (Parte 1) Muchas veces hemos escuchado que ciertos eventos no son "casuales" sino "causales". Cuando sentí el llamado de compartir las herramientas vivenciales para acceder y mantener estados de conciencia elevados, que me han funcionado en mi propia experiencia de vida, nacieron los Retiros Intensivos en casa. Elaborar elixires florales requiere de una intensa conexión con el mundo elemental, con el alma de las plantas, con los "espíritus de la naturaleza", con el reino angélico... Estos seres al servicio del mayor bien de Dios, son los que ayudan y asisten todo el proceso: desde que la flor que quiere realizar el servicio nos "pica el ojo" y se comunica con nosotros, hasta que las condiciones están dadas para su recolección y elaboración. Estamos rodeados de una "Realidad Paralela" que no solemos ver ni percibir, pero está allí: presente y palpable... Esperando por nosotros. En cuanto sucede, la conexión aparece. Ni siquiera se trata de creer. Y nos asisten en todo. Durante todos los años en los cuales estuve experimentando y adquiriendo herramientas para constatar, comprobar, tocar, confirmar... Lo sutil en mi vida, encontré que al inicio los momentos de mayor conexión, o cuando se da con mayor facilidad, coinciden con la luna en fase creciente a llena. Sentimos con mayor intensidad, "vemos" con mayor intensidad, oramos y meditamos con mayor intensidad. (Continúa...) - #regrann
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casualfartfun · 4 years
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¿Cómo leer la Biblia para poder obtener la obra del Espíritu Santo? Aquí hay 3 formas.
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¿Cómo leer la Biblia para poder obtener la obra del Espíritu Santo? Aquí hay 3 formas.
Xiao Xiao (Francia)
La lectura de la Biblia es una obligación diaria para los cristianos, además de indispensable en la senda hacia la verdad y la madurez en la vida espiritual. El Señor Jesús dijo: “Escrito está: ‘No solo de pan vivira el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’” (Mateo 4:4). Es evidente que leer las palabras de Dios con frecuencia y valorarlas con el corazón es obligación de todo cristiano, pero ¿cómo debemos leer la Biblia para recibir la guía del Espíritu Santo y lograr resultados positivos? Esta es una cuestión de suma importancia para nosotros. Es probable que todos hayamos leído la Escritura de la siguiente manera. A veces somos capaces de recibir el esclarecimiento y la guía de Dios y de entender Su voluntad y Sus exigencias; nuestro espíritu se conmueve y tenemos fe y determinación para practicar las palabras de Dios en la vida diaria. Cada vez nos gusta más asistir a reuniones, orar y leer la Escritura y durante ese tiempo, además, maduramos en la vida espiritual. Sin embargo, algunas veces no disfrutamos la lectura de la Biblia y no percibimos el esclarecimiento ni la iluminación del Espíritu Santo. Sólo entendemos el significado literal de los pasajes bíblicos y nos falta sentido de la voluntad y las exigencias de Dios; no sabemos defender las palabras de Dios en la vida diaria y no maduramos espiritualmente. En ocasiones puede que hasta nos entre sueño leyendo la Biblia y cada vez tengamos menos ganas de hacerlo, de asistir a reuniones y de orar. Esto puede ser muy confuso. Si leemos la Biblia como siempre, ¿por qué se dan dos resultados totalmente distintos? ¿Cómo podemos leer la Biblia para obtener resultados positivos? A fin de recibir luz a partir de la lectura de la Biblia, comprendiendo estos tres principios podemos acercarnos más a Dios y recibir Su esclarecimiento y guía con facilidad.
1. Al leer la Biblia, es imprescindible sosegar el corazón ante Dios para recibir el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo. Aunque perseveremos en la lectura diaria de la Biblia a una hora fija, si no sosegamos el corazón ante Dios durante ese tiempo, simplemente leeremos la Biblia mientras pensamos en cómo ocuparnos de los asuntos familiares o laborales. Esa manera de leer la Escritura se limita a seguir una norma y llevar a cabo un ritual. En tal caso, es probable que lo hagamos mecánicamente y alcancemos una comprensión superficial; de ningún modo podremos recibir esclarecimiento del Espíritu Santo, no adquiriremos nueva luz y, naturalmente, ya no tendremos gozo espiritual. Especialmente en una época tan acelerada, las ocupaciones laborales y las complicadas relaciones interpersonales nos dejan exhaustos de cuerpo y mente, así que, cuando leamos la Escritura, debemos tener todavía más en cuenta el sosiego ante Dios y meditar con esmero Sus palabras. Esta es la única vía para recibir esclarecimiento y guía del Espíritu Santo.
Dice la palabra de Dios: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23). “Acallar el corazón de uno delante de Dios es uno de los pasos más cruciales para entrar en las palabras de Dios […]. Sólo cuando pueden estar en paz delante de Dios, el Espíritu Santo puede tocar a las personas y el Espíritu Santo las puede esclarecer e iluminar, sólo entonces pueden realmente tener comunión con Dios y pueden entender la voluntad de Dios y la guía del Espíritu Santo […]” (“Acerca de acallar el corazón de uno delante de Dios”). En las palabras de Dios comprobamos que Él nos exige que lo adoremos con honestidad de espíritu. Si deseamos ser movidos por el Espíritu Santo y conseguir resultados positivos de la lectura de la Biblia, debemos sosegarnos ante Dios, meditar con esmero Sus palabras y escuchar Su guía, pues el tiempo que pasamos leyendo la Escritura es también el tiempo que tenemos para acercarnos a Dios, adorarlo y entender verdades de la Escritura. Sólo si veneramos a Dios de corazón, nos volcamos de todo corazón en Sus palabras y buscamos y meditamos sinceramente podemos recibir esclarecimiento y orientación del Espíritu Santo, ser movidos por Él y comprender el sentido de las palabras de Dios. Por tal motivo, antes de leer la Biblia debemos encontrar un lugar tranquilo y evitar a las personas, circunstancias o cosas que puedan distraernos. Debemos hacer una oración antes de empezar, sosegar deliberadamente el corazón ante Dios y pedirle que nos guíe para que entendamos la verdad de Sus palabras. Cuando nos volcamos de todo corazón en las palabras de Dios podemos recibir Su esclarecimiento y guía, y no sólo podemos comprender Su voluntad y Sus exigencias, sino también aprender nuevas perspectivas y conocimientos sobre Sus palabras. Cuanto más practiquemos esto, más oportunidades tendremos de ser movidos por el Espíritu Santo al leer la Escritura y seremos capaces de descubrir qué podemos hacer para cumplir la voluntad de Dios. Entonces maduraremos en la vida espiritual con mayor rapidez.
2. No leas por leer: elige pasajes acordes a tus problemas y dificultades reales. En primer lugar, hemos de saber que leer la Biblia no implica seguir una norma ni llevar a cabo una tarea. Se trata, más bien, de resolver nuestros problemas y dificultades de carácter práctico para tener un sendero de práctica en nuestra vida diaria. Sin embargo, estamos sujetos a error en la lectura de la Biblia; a veces nos limitamos a seguir las normas y pasar de un capítulo a otro, de un versículo a otro, o leemos cualquier página a la que llegamos sin rumbo. Leer la Escritura así, sin ningún objetivo, no da resultados positivos. Es como si un enfermo intenta tratar su enfermedad: no puede esperar una mejoría tomándose cualquier medicamento, sino que primero tiene que entender qué ha provocado realmente la enfermedad y de qué tipo es para poder recuperar la salud con el medicamento adecuado a su patología concreta. Lo mismo sucede al leer la Escritura. La palabra de Dios dice: “Cuando comas y bebas las palabras de Dios, las debes medir contra tu propio estado real. Es decir, después de que descubras las deficiencias en ti mismo durante tus experiencias reales, debes ser capaz de encontrar una senda para practicar y dar la espalda a tus motivaciones y concepciones que están mal. Si siempre te esfuerzas en esto, y tu corazón siempre está enfocado en estas cosas, tendrás una senda para seguir, no te sentirás vacío y así podrás mantener un estado normal. Sólo entonces serás alguien que está agobiado por tu propia vida y sólo entonces serás alguien que tiene fe” (“Práctica (7)”). Con las palabras de Dios comprendemos que debemos tener en cuenta las dificultades y los problemas que nos encontramos en nuestra vida normal y que leer las palabras de Dios selectivamente es la única vía para lograr resultados positivos. Por tanto, antes de hacer la lectura diaria de las palabras de Dios, primero hemos de pensar un poco en nuestra situación espiritual actual, en la clase de personas, circunstancias y cosas a que nos hemos enfrentado últimamente, en el aspecto de la verdad con el que guardan relación y en el tipo de práctica que debemos tener para cumplir la voluntad de Dios. Entonces podremos buscar conscientemente, para su lectura, unas palabras de Dios adecuadas a nuestras dificultades reales. Esto es así porque las palabras de Dios dejarán al descubierto nuestras motivaciones incorrectas y nuestra corrupción, lo que puede señalarnos el sendero correcto de práctica. Siempre que actuemos según las exigencias de Dios y desechemos nuestras motivaciones y perspectivas incorrectas, nuestros problemas se resolverán y nuestra situación espiritual y nuestra relación con Dios podrán ir mejorando. Incorporando nuestros problemas personales a la lectura de la Biblia podemos lograr resolver nuestros problemas prácticos.
Por ejemplo, digamos que surge un conflicto entre nosotros y nuestra familia, o nuestros hermanos y hermanas, y no somos tolerantes ni pacientes con ellos, sino que damos muestras de mal genio. Para empezar, debemos aprender a sosegarnos ante Dios, plantearnos con qué aspecto de la verdad guarda relación este problema, qué nos exige Dios, etc. Una vez que hayamos captado estas cosas, sabremos buscar en la Escritura las exigencias de Dios para que tengamos amor, tolerancia y paciencia hacia los demás. Asimismo, podremos buscar pasajes en los que Dios nos pide introspección y que no nos centremos solamente en la otra persona. También podríamos leer cómo el Señor Jesús amaba y perdonaba a la gente. Con esta clase de lectura selectiva de la Escritura podemos apreciar lo arrogantes, ofendidos, mezquinos y conflictivos que somos con los demás. Igualmente podemos reconocer que es voluntad de Dios que aprendamos a perdonar al prójimo, que nos amemos, seamos magnánimos y tolerantes unos con otros; quiere que vivamos como cristianos. Luego, si pensamos un poco en la magnanimidad y tolerancia del Señor Jesús hacia la gente, por las que lavó personalmente los pies de Sus discípulos, nos emocionaremos más todavía. Cuando conozcamos estas verdades sentiremos ganas de amar al prójimo según las exigencias de Dios y, con naturalidad, cultivaremos la tolerancia y la comprensión hacia quienes nos rodean. Veamos otro ejemplo. Cuando nos volvemos débiles y negativos mientras predicamos el evangelio y nos topamos con los impedimentos, la represión, la calumnia y el juicio de las malvadas fuerzas de Satanás, podemos leer en la Escritura pasajes acerca de cómo tener en consideración la voluntad de Dios, así como sobre el perfeccionamiento de nuestra fe a manos de Dios. También podemos mirar fragmentos acerca de la prudencia ante las fuerzas de Satanás, opuestas a Dios, mientras predicamos el evangelio. Con la lectura de estas Escrituras podemos entender mejor la voluntad de Dios, ver que somos tan frágiles que nos volvemos negativos y débiles ante los fracasos o los reveses, y que tenemos muy poca fe. Puede que esto, asimismo, nos ayude a comprender que la propagación del evangelio del reino es nuestro deber y misión obligatorios y que hemos de soportar la persecución y las dificultades para dar testimonio de la obra de Dios. De igual modo, en la Escritura podemos llegar a conocer las exigencias de Dios hacia nosotros; debemos ser prudentes al difundir el evangelio en esta era del mal y aprender a ser astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Cuando sepamos estas cosas tendremos fe para apoyarnos en Dios y podremos utilizar la prudencia para vencer a Satanás y seguir difundiendo el evangelio de Dios. Por ello, si leemos la Biblia selectivamente, dirigiéndonos a nuestras dificultades reales, podremos recibir con mayor facilidad el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo, alcanzar a entender la voluntad de Dios y tener un sendero de práctica correcto. Acto seguido, nuestra relación con Dios puede volverse más íntima; así es como se logra el mejor resultado de la lectura de la Escritura.
3. Céntrate en meditar las palabras de Dios y en entender el significado profundo de la verdad. Muchos piensan que solamente alegran a Dios las personas que están muy familiarizadas con la Biblia y tienen muchos conocimientos bíblicos. Así, al leer la Escritura, hacemos mucho hincapié en leer y memorizar más pasajes para sabérnosla más al dedillo y de cabo a rabo. Sin embargo, no nos centramos en meditar las palabras de Dios para lograr entender de qué tratan realmente. Si lo pensamos detenidamente, tal vez nos parezca que esta práctica simplemente nos familiariza más con el texto bíblico y que llegamos a comprender algunos principios espirituales. No obstante, no entendemos las verdades inherentes a las palabras de Dios, no conocemos Su voluntad ni Sus exigencias y, en especial, nos falta verdadero conocimiento del propio Dios. Es más, en nuestra vida normal no sabemos experimentar ni practicar las palabras de Dios. De ese modo, puede que también nos volvamos cada vez más arrogantes por dominar tantos conocimientos y teorías de la Biblia. Alardeamos ante los hermanos y hermanas y nos lucimos interpretando teorías y conocimientos bíblicos; nos exhibimos para que nos admiren y adoren, y nos plantamos ante nuestros hermanos y hermanas al tiempo que tenemos una relación cada vez más distante con Dios. En lo espiritual, caemos en la oscuridad, involucionamos y no sentimos la presencia de Dios.
La palabra de Dios dice: “Al leer Sus palabras, Pedro no estaba centrado en entender las doctrinas y, menos aún, en conseguir conocimiento teológico, sino en comprender la verdad y la voluntad de Dios, y lograr un entendimiento de Su carácter y Su encanto. Intentó, asimismo, comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, la corrupta naturaleza del hombre y sus verdaderas deficiencias, y alcanzar todos los aspectos de las exigencias que Dios le hace al hombre, para que lo satisfaga. ¡Tuvo tantas prácticas correctas en las palabras de Dios! Es lo que más se ajusta a la voluntad de Dios, y es la mejor colaboración de la humanidad en su experiencia de la obra de Dios” (“Cómo tomar la senda de Pedro”). Esto deja claro que, cuando Pedro leía las palabras de Dios, no se conformaba únicamente con comprender algunos conocimientos teológicos o cartas y doctrinas, sino que se esforzaba especialmente en lo que Dios exige, así como en la búsqueda y la contemplación reiteradas, y entonces captó el propósito y la voluntad inherentes a las palabras de Dios. Posteriormente, actuó conforme a las exigencias de Dios de tal modo que supo poner en práctica, con gran naturalidad, las palabras de Dios en todas las cosas y vivir la realidad de Sus palabras. La práctica de Pedro nos aporta una senda propia, práctica y viable. Las palabras de Dios son la verdad, expresión de Su carácter y de lo que Él tiene y es; todas contienen la voluntad y las exigencias de Dios. Si no las buscamos, meditamos ni percibimos detenidamente, no entenderemos nada más que doctrinas literales; desde luego, no la voluntad de Dios. Tampoco entenderemos de qué tratan realmente las palabras de Dios, por lo que, naturalmente, no podremos entrar en la realidad de las mismas. Así pues, cada vez que leamos un pasaje de ellas, debemos meditar con esmero lo siguiente: ¿Cuál era el propósito de Dios al decir esto? ¿Cuál es Su voluntad y cuáles Sus exigencias a la humanidad? ¿Qué quería que lográramos por medio de esto? ¿En qué fallo yo? ¿Cómo debo practicar y entrar en esto en mi vida real? ¿Qué puedo hacer para cumplir las exigencias de Dios? Al emprender este tipo de búsqueda y meditación, para cuando nos demos cuenta, Dios nos dará esclarecimiento y guía y nos permitirá comprender el significado profundo de Sus palabras. Tendremos algo de verdadero conocimiento del carácter y la voluntad de Dios, hallaremos un sendero de práctica y entrada y, así, entraremos paso a paso en la realidad de las palabras de Dios.
Observemos las siguientes palabras del Señor: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). “Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mateo 5:37). En las palabras de Dios vemos que Él posee una esencia de credibilidad: ama a los honestos y le disgustan los mentirosos y tramposos. Sólo los honestos pueden entrar en el reino de los cielos, mientras que los siniestros y taimados no pueden cruzar sus puertas. La oración y meditación de las palabras de Dios son la única vía para que podamos entender que Dios quiere que seamos honestos, inocentes y abiertos como niños, sin mentir de palabra y sin engaño ni falsedad de corazón. Llegados a ese punto en nuestros planteamientos, podemos pasar a la búsqueda: ¿Tenemos elementos de deshonestidad? Reflexionando sobre nuestros pensamientos y actos comprobamos que aún manifestamos mucha falsedad. En ocasiones, cuando estamos ante Dios en oración, decimos toda clase de maravillas y nos proponemos muchas cosas, pero casi nunca estamos a esa altura en la vida real. A veces hacemos algo mal y queremos reconocer el error ante otra persona, pero nos da miedo que nos desprecie, así que, para preservar nuestra imagen y reputación, decimos una media verdad y ocultamos la realidad. De vez en cuando, al comentar nuestras experiencias, estamos más que dispuestos a airear cómo ponemos en práctica las palabras de Dios, pero muy rara vez hablamos de cómo desafiamos y nos oponemos a Dios y de cuando no ponemos en práctica la verdad. A menudo aparentamos ser lo que no somos para que los demás conserven una buena imagen de nosotros. Alguna vez vemos a hermanos y hermanas que hacen cosas que no están en consonancia con la voluntad de Dios y queremos hablar con ellos, pero nos preocupa herirlos en su orgullo o nos da miedo que no acepten nuestra opinión y nos juzguen, por lo que mantenemos un ojo abierto y otro cerrado como si no supiéramos nada. Suma y sigue. Con la reflexión vemos cuánta falsedad manifestamos: en absoluto somos honestos y agradables a Dios, así que ¿cómo podría entrar alguien como nosotros en el reino de los cielos? Tras comprender estas cosas, debemos proceder a sopesar la senda hacia la honestidad en las palabras de Dios. En primer lugar, no podemos mentir de palabra, sino que debemos hablar con arreglo a la verdad. Hay que diferenciar las cosas: este es el fundamento de nuestra práctica. Pero, más que nada, es necesaria la honestidad de corazón. Este no puede albergar perversidad ni falsedad; todo cuanto decimos o hacemos está sujeto al escrutinio de Dios. No podemos mentir ni engañar para proteger nuestro estatus, reputación o imagen, sino que, ante un problema, deberíamos ser capaces de despojarnos de nuestras motivaciones incorrectas y hablar sin rodeos, con honestidad y con el corazón. Este es el primer paso hacia la honestidad. Si siempre meditamos seriamente las palabras de Dios de esta forma, procurando entender la esencia de la verdad más allá del sentido literal, comprenderemos cada vez mejor los pormenores de la verdad y, entonces, será más correcto lo que practiquemos en nuestra vida. Nos acercaremos más a la voluntad y las exigencias de Dios y nuestra práctica será más acorde a Su voluntad. Estaremos cada vez más cerca de Dios y nos sentiremos firmes, tranquilos y satisfechos en el alma.
Otro punto que cabe plantear es que, sea cual sea el aspecto que estemos leyendo de las palabras de Dios, no podemos conocerlo del todo y a fondo tras una o unas pocas lecturas. Esto siempre es un proceso. Las palabras de Dios son tan profundas que ocultan muchas verdades, por lo que no podemos tener demasiada prisa ni ansia por terminar. Debemos esforzarnos con ellas, sopesarlas y orar al respecto de manera constante y trabajar diligentemente para entender las verdades que contienen. También debemos llevarlas a la práctica en la vida diaria, reflexionándolas y entrando en ellas al mismo tiempo para que adquiramos a través de nuestras experiencias una comprensión más profunda de las verdades que contienen. Tras practicar esto durante un tiempo, podremos entender y profundizar poco a poco en la verdad, lo que nos aportará conocimiento de la misma.
Estos son los tres principios de la lectura de la Escritura. Poniéndolos en práctica podemos subsanar nuestros problemas de falta de esclarecimiento en la lectura o de ausencia de gozo espiritual, madurar en la vida espiritual y cultivar una relación de creciente cercanía con Dios. Queridos hermanos y hermanas, ¿a qué esperáis? ¡Haced la prueba!
Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.
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¿Cómo leer la Biblia para poder obtener la obra del Espíritu Santo? Aquí hay 3 formas.
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​¿Cómo leer la Biblia para poder obtener la obra del Espíritu Santo? Aquí hay 3 formas.
La lectura de la Biblia es una obligación diaria para los cristianos, además de indispensable en la senda hacia la verdad y la madurez en la vida espiritual. El Señor Jesús dijo: “Escrito está: ‘No solo de pan vivira el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’” (Mateo 4:4). Es evidente que leer las palabras de Dios con frecuencia y valorarlas con el corazón es obligación de todo cristiano, pero ¿cómo debemos leer la Biblia para recibir la guía del Espíritu Santo y lograr resultados positivos? Esta es una cuestión de suma importancia para nosotros. Es probable que todos hayamos leído la Escritura de la siguiente manera. A veces somos capaces de recibir el esclarecimiento y la guía de Dios y de entender Su voluntad y Sus exigencias; nuestro espíritu se conmueve y tenemos fe y determinación para practicar las palabras de Dios en la vida diaria. Cada vez nos gusta más asistir a reuniones, orar y leer la Escritura y durante ese tiempo, además, maduramos en la vida espiritual. Sin embargo, algunas veces no disfrutamos la lectura de la Biblia y no percibimos el esclarecimiento ni la iluminación del Espíritu Santo. Sólo entendemos el significado literal de los pasajes bíblicos y nos falta sentido de la voluntad y las exigencias de Dios; no sabemos defender las palabras de Dios en la vida diaria y no maduramos espiritualmente. En ocasiones puede que hasta nos entre sueño leyendo la Biblia y cada vez tengamos menos ganas de hacerlo, de asistir a reuniones y de orar. Esto puede ser muy confuso. Si leemos la Biblia como siempre, ¿por qué se dan dos resultados totalmente distintos? ¿Cómo podemos leer la Biblia para obtener resultados positivos? A fin de recibir luz a partir de la lectura de la Biblia, comprendiendo estos tres principios podemos acercarnos más a Dios y recibir Su esclarecimiento y guía con facilidad.
1. Al leer la Biblia, es imprescindible sosegar el corazón ante Dios para recibir el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo. Aunque perseveremos en la lectura diaria de la Biblia a una hora fija, si no sosegamos el corazón ante Dios durante ese tiempo, simplemente leeremos la Biblia mientras pensamos en cómo ocuparnos de los asuntos familiares o laborales. Esa manera de leer la Escritura se limita a seguir una norma y llevar a cabo un ritual. En tal caso, es probable que lo hagamos mecánicamente y alcancemos una comprensión superficial; de ningún modo podremos recibir esclarecimiento del Espíritu Santo, no adquiriremos nueva luz y, naturalmente, ya no tendremos gozo espiritual. Especialmente en una época tan acelerada, las ocupaciones laborales y las complicadas relaciones interpersonales nos dejan exhaustos de cuerpo y mente, así que, cuando leamos la Escritura, debemos tener todavía más en cuenta el sosiego ante Dios y meditar con esmero Sus palabras. Esta es la única vía para recibir esclarecimiento y guía del Espíritu Santo.
Dice la palabra de Dios: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23). “Acallar el corazón de uno delante de Dios es uno de los pasos más cruciales para entrar en las palabras de Dios […]. Sólo cuando pueden estar en paz delante de Dios, el Espíritu Santo puede tocar a las personas y el Espíritu Santo las puede esclarecer e iluminar, sólo entonces pueden realmente tener comunión con Dios y pueden entender la voluntad de Dios y la guía del Espíritu Santo […]” (“Acerca de acallar el corazón de uno delante de Dios”). En las palabras de Dios comprobamos que Él nos exige que lo adoremos con honestidad de espíritu. Si deseamos ser movidos por el Espíritu Santo y conseguir resultados positivos de la lectura de la Biblia, debemos sosegarnos ante Dios, meditar con esmero Sus palabras y escuchar Su guía, pues el tiempo que pasamos leyendo la Escritura es también el tiempo que tenemos para acercarnos a Dios, adorarlo y entender verdades de la Escritura. Sólo si veneramos a Dios de corazón, nos volcamos de todo corazón en Sus palabras y buscamos y meditamos sinceramente podemos recibir esclarecimiento y orientación del Espíritu Santo, ser movidos por Él y comprender el sentido de las palabras de Dios. Por tal motivo, antes de leer la Biblia debemos encontrar un lugar tranquilo y evitar a las personas, circunstancias o cosas que puedan distraernos. Debemos hacer una oración antes de empezar, sosegar deliberadamente el corazón ante Dios y pedirle que nos guíe para que entendamos la verdad de Sus palabras. Cuando nos volcamos de todo corazón en las palabras de Dios podemos recibir Su esclarecimiento y guía, y no sólo podemos comprender Su voluntad y Sus exigencias, sino también aprender nuevas perspectivas y conocimientos sobre Sus palabras. Cuanto más practiquemos esto, más oportunidades tendremos de ser movidos por el Espíritu Santo al leer la Escritura y seremos capaces de descubrir qué podemos hacer para cumplir la voluntad de Dios. Entonces maduraremos en la vida espiritual con mayor rapidez.
2. No leas por leer: elige pasajes acordes a tus problemas y dificultades reales. En primer lugar, hemos de saber que leer la Biblia no implica seguir una norma ni llevar a cabo una tarea. Se trata, más bien, de resolver nuestros problemas y dificultades de carácter práctico para tener un sendero de práctica en nuestra vida diaria. Sin embargo, estamos sujetos a error en la lectura de la Biblia; a veces nos limitamos a seguir las normas y pasar de un capítulo a otro, de un versículo a otro, o leemos cualquier página a la que llegamos sin rumbo. Leer la Escritura así, sin ningún objetivo, no da resultados positivos. Es como si un enfermo intenta tratar su enfermedad: no puede esperar una mejoría tomándose cualquier medicamento, sino que primero tiene que entender qué ha provocado realmente la enfermedad y de qué tipo es para poder recuperar la salud con el medicamento adecuado a su patología concreta. Lo mismo sucede al leer la Escritura. La palabra de Dios dice: “Cuando comas y bebas las palabras de Dios, las debes medir contra tu propio estado real. Es decir, después de que descubras las deficiencias en ti mismo durante tus experiencias reales, debes ser capaz de encontrar una senda para practicar y dar la espalda a tus motivaciones y concepciones que están mal. Si siempre te esfuerzas en esto, y tu corazón siempre está enfocado en estas cosas, tendrás una senda para seguir, no te sentirás vacío y así podrás mantener un estado normal. Sólo entonces serás alguien que está agobiado por tu propia vida y sólo entonces serás alguien que tiene fe” (“Práctica (7)”). Con las palabras de Dios comprendemos que debemos tener en cuenta las dificultades y los problemas que nos encontramos en nuestra vida normal y que leer las palabras de Dios selectivamente es la única vía para lograr resultados positivos. Por tanto, antes de hacer la lectura diaria de las palabras de Dios, primero hemos de pensar un poco en nuestra situación espiritual actual, en la clase de personas, circunstancias y cosas a que nos hemos enfrentado últimamente, en el aspecto de la verdad con el que guardan relación y en el tipo de práctica que debemos tener para cumplir la voluntad de Dios. Entonces podremos buscar conscientemente, para su lectura, unas palabras de Dios adecuadas a nuestras dificultades reales. Esto es así porque las palabras de Dios dejarán al descubierto nuestras motivaciones incorrectas y nuestra corrupción, lo que puede señalarnos el sendero correcto de práctica. Siempre que actuemos según las exigencias de Dios y desechemos nuestras motivaciones y perspectivas incorrectas, nuestros problemas se resolverán y nuestra situación espiritual y nuestra relación con Dios podrán ir mejorando. Incorporando nuestros problemas personales a la lectura de la Biblia podemos lograr resolver nuestros problemas prácticos.
Por ejemplo, digamos que surge un conflicto entre nosotros y nuestra familia, o nuestros hermanos y hermanas, y no somos tolerantes ni pacientes con ellos, sino que damos muestras de mal genio. Para empezar, debemos aprender a sosegarnos ante Dios, plantearnos con qué aspecto de la verdad guarda relación este problema, qué nos exige Dios, etc. Una vez que hayamos captado estas cosas, sabremos buscar en la Escritura las exigencias de Dios para que tengamos amor, tolerancia y paciencia hacia los demás. Asimismo, podremos buscar pasajes en los que Dios nos pide introspección y que no nos centremos solamente en la otra persona. También podríamos leer cómo el Señor Jesús amaba y perdonaba a la gente. Con esta clase de lectura selectiva de la Escritura podemos apreciar lo arrogantes, ofendidos, mezquinos y conflictivos que somos con los demás. Igualmente podemos reconocer que es voluntad de Dios que aprendamos a perdonar al prójimo, que nos amemos, seamos magnánimos y tolerantes unos con otros; quiere que vivamos como cristianos. Luego, si pensamos un poco en la magnanimidad y tolerancia del Señor Jesús hacia la gente, por las que lavó personalmente los pies de Sus discípulos, nos emocionaremos más todavía. Cuando conozcamos estas verdades sentiremos ganas de amar al prójimo según las exigencias de Dios y, con naturalidad, cultivaremos la tolerancia y la comprensión hacia quienes nos rodean. Veamos otro ejemplo. Cuando nos volvemos débiles y negativos mientras predicamos el evangelio y nos topamos con los impedimentos, la represión, la calumnia y el juicio de las malvadas fuerzas de Satanás, podemos leer en la Escritura pasajes acerca de cómo tener en consideración la voluntad de Dios, así como sobre el perfeccionamiento de nuestra fe a manos de Dios. También podemos mirar fragmentos acerca de la prudencia ante las fuerzas de Satanás, opuestas a Dios, mientras predicamos el evangelio. Con la lectura de estas Escrituras podemos entender mejor la voluntad de Dios, ver que somos tan frágiles que nos volvemos negativos y débiles ante los fracasos o los reveses, y que tenemos muy poca fe. Puede que esto, asimismo, nos ayude a comprender que la propagación del evangelio del reino es nuestro deber y misión obligatorios y que hemos de soportar la persecución y las dificultades para dar testimonio de la obra de Dios. De igual modo, en la Escritura podemos llegar a conocer las exigencias de Dios hacia nosotros; debemos ser prudentes al difundir el evangelio en esta era del mal y aprender a ser astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Cuando sepamos estas cosas tendremos fe para apoyarnos en Dios y podremos utilizar la prudencia para vencer a Satanás y seguir difundiendo el evangelio de Dios. Por ello, si leemos la Biblia selectivamente, dirigiéndonos a nuestras dificultades reales, podremos recibir con mayor facilidad el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo, alcanzar a entender la voluntad de Dios y tener un sendero de práctica correcto. Acto seguido, nuestra relación con Dios puede volverse más íntima; así es como se logra el mejor resultado de la lectura de la Escritura.
3. Céntrate en meditar las palabras de Dios y en entender el significado profundo de la verdad. Muchos piensan que solamente alegran a Dios las personas que están muy familiarizadas con la Biblia y tienen muchos conocimientos bíblicos. Así, al leer la Escritura, hacemos mucho hincapié en leer y memorizar más pasajes para sabérnosla más al dedillo y de cabo a rabo. Sin embargo, no nos centramos en meditar las palabras de Dios para lograr entender de qué tratan realmente. Si lo pensamos detenidamente, tal vez nos parezca que esta práctica simplemente nos familiariza más con el texto bíblico y que llegamos a comprender algunos principios espirituales. No obstante, no entendemos las verdades inherentes a las palabras de Dios, no conocemos Su voluntad ni Sus exigencias y, en especial, nos falta verdadero conocimiento del propio Dios. Es más, en nuestra vida normal no sabemos experimentar ni practicar las palabras de Dios. De ese modo, puede que también nos volvamos cada vez más arrogantes por dominar tantos conocimientos y teorías de la Biblia. Alardeamos ante los hermanos y hermanas y nos lucimos interpretando teorías y conocimientos bíblicos; nos exhibimos para que nos admiren y adoren, y nos plantamos ante nuestros hermanos y hermanas al tiempo que tenemos una relación cada vez más distante con Dios. En lo espiritual, caemos en la oscuridad, involucionamos y no sentimos la presencia de Dios.
La palabra de Dios dice: “Al leer Sus palabras, Pedro no estaba centrado en entender las doctrinas y, menos aún, en conseguir conocimiento teológico, sino en comprender la verdad y la voluntad de Dios, y lograr un entendimiento de Su carácter y Su encanto. Intentó, asimismo, comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, la corrupta naturaleza del hombre y sus verdaderas deficiencias, y alcanzar todos los aspectos de las exigencias que Dios le hace al hombre, para que lo satisfaga. ¡Tuvo tantas prácticas correctas en las palabras de Dios! Es lo que más se ajusta a la voluntad de Dios, y es la mejor colaboración de la humanidad en su experiencia de la obra de Dios” (“Cómo tomar la senda de Pedro”). Esto deja claro que, cuando Pedro leía las palabras de Dios, no se conformaba únicamente con comprender algunos conocimientos teológicos o cartas y doctrinas, sino que se esforzaba especialmente en lo que Dios exige, así como en la búsqueda y la contemplación reiteradas, y entonces captó el propósito y la voluntad inherentes a las palabras de Dios. Posteriormente, actuó conforme a las exigencias de Dios de tal modo que supo poner en práctica, con gran naturalidad, las palabras de Dios en todas las cosas y vivir la realidad de Sus palabras. La práctica de Pedro nos aporta una senda propia, práctica y viable. Las palabras de Dios son la verdad, expresión de Su carácter y de lo que Él tiene y es; todas contienen la voluntad y las exigencias de Dios. Si no las buscamos, meditamos ni percibimos detenidamente, no entenderemos nada más que doctrinas literales; desde luego, no la voluntad de Dios. Tampoco entenderemos de qué tratan realmente las palabras de Dios, por lo que, naturalmente, no podremos entrar en la realidad de las mismas. Así pues, cada vez que leamos un pasaje de ellas, debemos meditar con esmero lo siguiente: ¿Cuál era el propósito de Dios al decir esto? ¿Cuál es Su voluntad y cuáles Sus exigencias a la humanidad? ¿Qué quería que lográramos por medio de esto? ¿En qué fallo yo? ¿Cómo debo practicar y entrar en esto en mi vida real? ¿Qué puedo hacer para cumplir las exigencias de Dios? Al emprender este tipo de búsqueda y meditación, para cuando nos demos cuenta, Dios nos dará esclarecimiento y guía y nos permitirá comprender el significado profundo de Sus palabras. Tendremos algo de verdadero conocimiento del carácter y la voluntad de Dios, hallaremos un sendero de práctica y entrada y, así, entraremos paso a paso en la realidad de las palabras de Dios.
Observemos las siguientes palabras del Señor: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). “Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mateo 5:37). En las palabras de Dios vemos que Él posee una esencia de credibilidad: ama a los honestos y le disgustan los mentirosos y tramposos. Sólo los honestos pueden entrar en el reino de los cielos, mientras que los siniestros y taimados no pueden cruzar sus puertas. La oración y meditación de las palabras de Dios son la única vía para que podamos entender que Dios quiere que seamos honestos, inocentes y abiertos como niños, sin mentir de palabra y sin engaño ni falsedad de corazón. Llegados a ese punto en nuestros planteamientos, podemos pasar a la búsqueda: ¿Tenemos elementos de deshonestidad? Reflexionando sobre nuestros pensamientos y actos comprobamos que aún manifestamos mucha falsedad. En ocasiones, cuando estamos ante Dios en oración, decimos toda clase de maravillas y nos proponemos muchas cosas, pero casi nunca estamos a esa altura en la vida real. A veces hacemos algo mal y queremos reconocer el error ante otra persona, pero nos da miedo que nos desprecie, así que, para preservar nuestra imagen y reputación, decimos una media verdad y ocultamos la realidad. De vez en cuando, al comentar nuestras experiencias, estamos más que dispuestos a airear cómo ponemos en práctica las palabras de Dios, pero muy rara vez hablamos de cómo desafiamos y nos oponemos a Dios y de cuando no ponemos en práctica la verdad. A menudo aparentamos ser lo que no somos para que los demás conserven una buena imagen de nosotros. Alguna vez vemos a hermanos y hermanas que hacen cosas que no están en consonancia con la voluntad de Dios y queremos hablar con ellos, pero nos preocupa herirlos en su orgullo o nos da miedo que no acepten nuestra opinión y nos juzguen, por lo que mantenemos un ojo abierto y otro cerrado como si no supiéramos nada. Suma y sigue. Con la reflexión vemos cuánta falsedad manifestamos: en absoluto somos honestos y agradables a Dios, así que ¿cómo podría entrar alguien como nosotros en el reino de los cielos? Tras comprender estas cosas, debemos proceder a sopesar la senda hacia la honestidad en las palabras de Dios. En primer lugar, no podemos mentir de palabra, sino que debemos hablar con arreglo a la verdad. Hay que diferenciar las cosas: este es el fundamento de nuestra práctica. Pero, más que nada, es necesaria la honestidad de corazón. Este no puede albergar perversidad ni falsedad; todo cuanto decimos o hacemos está sujeto al escrutinio de Dios. No podemos mentir ni engañar para proteger nuestro estatus, reputación o imagen, sino que, ante un problema, deberíamos ser capaces de despojarnos de nuestras motivaciones incorrectas y hablar sin rodeos, con honestidad y con el corazón. Este es el primer paso hacia la honestidad. Si siempre meditamos seriamente las palabras de Dios de esta forma, procurando entender la esencia de la verdad más allá del sentido literal, comprenderemos cada vez mejor los pormenores de la verdad y, entonces, será más correcto lo que practiquemos en nuestra vida. Nos acercaremos más a la voluntad y las exigencias de Dios y nuestra práctica será más acorde a Su voluntad. Estaremos cada vez más cerca de Dios y nos sentiremos firmes, tranquilos y satisfechos en el alma.
Otro punto que cabe plantear es que, sea cual sea el aspecto que estemos leyendo de las palabras de Dios, no podemos conocerlo del todo y a fondo tras una o unas pocas lecturas. Esto siempre es un proceso. Las palabras de Dios son tan profundas que ocultan muchas verdades, por lo que no podemos tener demasiada prisa ni ansia por terminar. Debemos esforzarnos con ellas, sopesarlas y orar al respecto de manera constante y trabajar diligentemente para entender las verdades que contienen. También debemos llevarlas a la práctica en la vida diaria, reflexionándolas y entrando en ellas al mismo tiempo para que adquiramos a través de nuestras experiencias una comprensión más profunda de las verdades que contienen. Tras practicar esto durante un tiempo, podremos entender y profundizar poco a poco en la verdad, lo que nos aportará conocimiento de la misma.
Estos son los tres principios de la lectura de la Escritura. Poniéndolos en práctica podemos subsanar nuestros problemas de falta de esclarecimiento en la lectura o de ausencia de gozo espiritual, madurar en la vida espiritual y cultivar una relación de creciente cercanía con Dios. Queridos hermanos y hermanas, ¿a qué esperáis? ¡Haced la prueba!
Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.
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¿Cómo leer la Biblia para poder obtener la obra del Espíritu Santo? Aquí hay 3 formas.
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¿Cómo leer la Biblia para poder obtener la obra del Espíritu Santo? Aquí hay 3 formas.
Índ La lectura de la Biblia es una obligación diaria para los cristianos, además de indispensable en la senda hacia la verdad y la madurez en la vida espiritual. El Señor Jesús dijo: “Escrito está: ‘No solo de pan vivira el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’” (Mateo 4:4). Es evidente que leer las palabras de Dios con frecuencia y valorarlas con el corazón es obligación de todo cristiano, pero ¿cómo debemos leer la Biblia para recibir la guía del Espíritu Santo y lograr resultados positivos? Esta es una cuestión de suma importancia para nosotros. Es probable que todos hayamos leído la Escritura de la siguiente manera. A veces somos capaces de recibir el esclarecimiento y la guía de Dios y de entender Su voluntad y Sus exigencias; nuestro espíritu se conmueve y tenemos fe y determinación para practicar las palabras de Dios en la vida diaria. Cada vez nos gusta más asistir a reuniones, orar y leer la Escritura y durante ese tiempo, además, maduramos en la vida espiritual. Sin embargo, algunas veces no disfrutamos la lectura de la Biblia y no percibimos el esclarecimiento ni la iluminación del Espíritu Santo. Sólo entendemos el significado literal de los pasajes bíblicos y nos falta sentido de la voluntad y las exigencias de Dios; no sabemos defender las palabras de Dios en la vida diaria y no maduramos espiritualmente. En ocasiones puede que hasta nos entre sueño leyendo la Biblia y cada vez tengamos menos ganas de hacerlo, de asistir a reuniones y de orar. Esto puede ser muy confuso. Si leemos la Biblia como siempre, ¿por qué se dan dos resultados totalmente distintos? ¿Cómo podemos leer la Biblia para obtener resultados positivos? A fin de recibir luz a partir de la lectura de la Biblia, comprendiendo estos tres principios podemos acercarnos más a Dios y recibir Su esclarecimiento y guía con facilidad. ice
1. Al leer la Biblia, es imprescindible sosegar el corazón ante Dios para recibir el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo.
Aunque perseveremos en la lectura diaria de la Biblia a una hora fija, si no sosegamos el corazón ante Dios durante ese tiempo, simplemente leeremos la Biblia mientras pensamos en cómo ocuparnos de los asuntos familiares o laborales. Esa manera de leer la Escritura se limita a seguir una norma y llevar a cabo un ritual. En tal caso, es probable que lo hagamos mecánicamente y alcancemos una comprensión superficial; de ningún modo podremos recibir esclarecimiento del Espíritu Santo, no adquiriremos nueva luz y, naturalmente, ya no tendremos gozo espiritual. Especialmente en una época tan acelerada, las ocupaciones laborales y las complicadas relaciones interpersonales nos dejan exhaustos de cuerpo y mente, así que, cuando leamos la Escritura, debemos tener todavía más en cuenta el sosiego ante Dios y meditar con esmero Sus palabras. Esta es la única vía para recibir esclarecimiento y guía del Espíritu Santo.
Dice la palabra de Dios: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23). “Acallar el corazón de uno delante de Dios es uno de los pasos más cruciales para entrar en las palabras de Dios […]. Sólo cuando pueden estar en paz delante de Dios, el Espíritu Santo puede tocar a las personas y el Espíritu Santo las puede esclarecer e iluminar, sólo entonces pueden realmente tener comunión con Dios y pueden entender la voluntad de Dios y la guía del Espíritu Santo […]” (“Acerca de acallar el corazón de uno delante de Dios”). En las palabras de Dios comprobamos que Él nos exige que lo adoremos con honestidad de espíritu. Si deseamos ser movidos por el Espíritu Santo y conseguir resultados positivos de la lectura de la Biblia, debemos sosegarnos ante Dios, meditar con esmero Sus palabras y escuchar Su guía, pues el tiempo que pasamos leyendo la Escritura es también el tiempo que tenemos para acercarnos a Dios, adorarlo y entender verdades de la Escritura. Sólo si veneramos a Dios de corazón, nos volcamos de todo corazón en Sus palabras y buscamos y meditamos sinceramente podemos recibir esclarecimiento y orientación del Espíritu Santo, ser movidos por Él y comprender el sentido de las palabras de Dios. Por tal motivo, antes de leer la Biblia debemos encontrar un lugar tranquilo y evitar a las personas, circunstancias o cosas que puedan distraernos. Debemos hacer una oración antes de empezar, sosegar deliberadamente el corazón ante Dios y pedirle que nos guíe para que entendamos la verdad de Sus palabras. Cuando nos volcamos de todo corazón en las palabras de Dios podemos recibir Su esclarecimiento y guía, y no sólo podemos comprender Su voluntad y Sus exigencias, sino también aprender nuevas perspectivas y conocimientos sobre Sus palabras. Cuanto más practiquemos esto, más oportunidades tendremos de ser movidos por el Espíritu Santo al leer la Escritura y seremos capaces de descubrir qué podemos hacer para cumplir la voluntad de Dios. Entonces maduraremos en la vida espiritual con mayor rapidez.
2. No leas por leer: elige pasajes acordes a tus problemas y dificultades reales.
En primer lugar, hemos de saber que leer la Biblia no implica seguir una norma ni llevar a cabo una tarea. Se trata, más bien, de resolver nuestros problemas y dificultades de carácter práctico para tener un sendero de práctica en nuestra vida diaria. Sin embargo, estamos sujetos a error en la lectura de la Biblia; a veces nos limitamos a seguir las normas y pasar de un capítulo a otro, de un versículo a otro, o leemos cualquier página a la que llegamos sin rumbo. Leer la Escritura así, sin ningún objetivo, no da resultados positivos. Es como si un enfermo intenta tratar su enfermedad: no puede esperar una mejoría tomándose cualquier medicamento, sino que primero tiene que entender qué ha provocado realmente la enfermedad y de qué tipo es para poder recuperar la salud con el medicamento adecuado a su patología concreta. Lo mismo sucede al leer la Escritura. La palabra de Dios dice: “Cuando comas y bebas las palabras de Dios, las debes medir contra tu propio estado real. Es decir, después de que descubras las deficiencias en ti mismo durante tus experiencias reales, debes ser capaz de encontrar una senda para practicar y dar la espalda a tus motivaciones y concepciones que están mal. Si siempre te esfuerzas en esto, y tu corazón siempre está enfocado en estas cosas, tendrás una senda para seguir, no te sentirás vacío y así podrás mantener un estado normal. Sólo entonces serás alguien que está agobiado por tu propia vida y sólo entonces serás alguien que tiene fe” (“Práctica (7)”). Con las palabras de Dios comprendemos que debemos tener en cuenta las dificultades y los problemas que nos encontramos en nuestra vida normal y que leer las palabras de Dios selectivamente es la única vía para lograr resultados positivos. Por tanto, antes de hacer la lectura diaria de las palabras de Dios, primero hemos de pensar un poco en nuestra situación espiritual actual, en la clase de personas, circunstancias y cosas a que nos hemos enfrentado últimamente, en el aspecto de la verdad con el que guardan relación y en el tipo de práctica que debemos tener para cumplir la voluntad de Dios. Entonces podremos buscar conscientemente, para su lectura, unas palabras de Dios adecuadas a nuestras dificultades reales. Esto es así porque las palabras de Dios dejarán al descubierto nuestras motivaciones incorrectas y nuestra corrupción, lo que puede señalarnos el sendero correcto de práctica. Siempre que actuemos según las exigencias de Dios y desechemos nuestras motivaciones y perspectivas incorrectas, nuestros problemas se resolverán y nuestra situación espiritual y nuestra relación con Dios podrán ir mejorando. Incorporando nuestros problemas personales a la lectura de la Biblia podemos lograr resolver nuestros problemas prácticos.
Por ejemplo, digamos que surge un conflicto entre nosotros y nuestra familia, o nuestros hermanos y hermanas, y no somos tolerantes ni pacientes con ellos, sino que damos muestras de mal genio. Para empezar, debemos aprender a sosegarnos ante Dios, plantearnos con qué aspecto de la verdad guarda relación este problema, qué nos exige Dios, etc. Una vez que hayamos captado estas cosas, sabremos buscar en la Escritura las exigencias de Dios para que tengamos amor, tolerancia y paciencia hacia los demás. Asimismo, podremos buscar pasajes en los que Dios nos pide introspección y que no nos centremos solamente en la otra persona. También podríamos leer cómo el Señor Jesús amaba y perdonaba a la gente. Con esta clase de lectura selectiva de la Escritura podemos apreciar lo arrogantes, ofendidos, mezquinos y conflictivos que somos con los demás. Igualmente podemos reconocer que es voluntad de Dios que aprendamos a perdonar al prójimo, que nos amemos, seamos magnánimos y tolerantes unos con otros; quiere que vivamos como cristianos. Luego, si pensamos un poco en la magnanimidad y tolerancia del Señor Jesús hacia la gente, por las que lavó personalmente los pies de Sus discípulos, nos emocionaremos más todavía. Cuando conozcamos estas verdades sentiremos ganas de amar al prójimo según las exigencias de Dios y, con naturalidad, cultivaremos la tolerancia y la comprensión hacia quienes nos rodean. Veamos otro ejemplo. Cuando nos volvemos débiles y negativos mientras predicamos el evangelio y nos topamos con los impedimentos, la represión, la calumnia y el juicio de las malvadas fuerzas de Satanás, podemos leer en la Escritura pasajes acerca de cómo tener en consideración la voluntad de Dios, así como sobre el perfeccionamiento de nuestra fe a manos de Dios. También podemos mirar fragmentos acerca de la prudencia ante las fuerzas de Satanás, opuestas a Dios, mientras predicamos el evangelio. Con la lectura de estas Escrituras podemos entender mejor la voluntad de Dios, ver que somos tan frágiles que nos volvemos negativos y débiles ante los fracasos o los reveses, y que tenemos muy poca fe. Puede que esto, asimismo, nos ayude a comprender que la propagación del evangelio del reino es nuestro deber y misión obligatorios y que hemos de soportar la persecución y las dificultades para dar testimonio de la obra de Dios. De igual modo, en la Escritura podemos llegar a conocer las exigencias de Dios hacia nosotros; debemos ser prudentes al difundir el evangelio en esta era del mal y aprender a ser astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Cuando sepamos estas cosas tendremos fe para apoyarnos en Dios y podremos utilizar la prudencia para vencer a Satanás y seguir difundiendo el evangelio de Dios. Por ello, si leemos la Biblia selectivamente, dirigiéndonos a nuestras dificultades reales, podremos recibir con mayor facilidad el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo, alcanzar a entender la voluntad de Dios y tener un sendero de práctica correcto. Acto seguido, nuestra relación con Dios puede volverse más íntima; así es como se logra el mejor resultado de la lectura de la Escritura.
3. Céntrate en meditar las palabras de Dios y en entender el significado profundo de la verdad.
Muchos piensan que solamente alegran a Dios las personas que están muy familiarizadas con la Biblia y tienen muchos conocimientos bíblicos. Así, al leer la Escritura, hacemos mucho hincapié en leer y memorizar más pasajes para sabérnosla más al dedillo y de cabo a rabo. Sin embargo, no nos centramos en meditar las palabras de Dios para lograr entender de qué tratan realmente. Si lo pensamos detenidamente, tal vez nos parezca que esta práctica simplemente nos familiariza más con el texto bíblico y que llegamos a comprender algunos principios espirituales. No obstante, no entendemos las verdades inherentes a las palabras de Dios, no conocemos Su voluntad ni Sus exigencias y, en especial, nos falta verdadero conocimiento del propio Dios. Es más, en nuestra vida normal no sabemos experimentar ni practicar las palabras de Dios. De ese modo, puede que también nos volvamos cada vez más arrogantes por dominar tantos conocimientos y teorías de la Biblia. Alardeamos ante los hermanos y hermanas y nos lucimos interpretando teorías y conocimientos bíblicos; nos exhibimos para que nos admiren y adoren, y nos plantamos ante nuestros hermanos y hermanas al tiempo que tenemos una relación cada vez más distante con Dios. En lo espiritual, caemos en la oscuridad, involucionamos y no sentimos la presencia de Dios.
La palabra de Dios dice: “Al leer Sus palabras, Pedro no estaba centrado en entender las doctrinas y, menos aún, en conseguir conocimiento teológico, sino en comprender la verdad y la voluntad de Dios, y lograr un entendimiento de Su carácter y Su encanto. Intentó, asimismo, comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, la corrupta naturaleza del hombre y sus verdaderas deficiencias, y alcanzar todos los aspectos de las exigencias que Dios le hace al hombre, para que lo satisfaga. ¡Tuvo tantas prácticas correctas en las palabras de Dios! Es lo que más se ajusta a la voluntad de Dios, y es la mejor colaboración de la humanidad en su experiencia de la obra de Dios” (“Cómo tomar la senda de Pedro”). Esto deja claro que, cuando Pedro leía las palabras de Dios, no se conformaba únicamente con comprender algunos conocimientos teológicos o cartas y doctrinas, sino que se esforzaba especialmente en lo que Dios exige, así como en la búsqueda y la contemplación reiteradas, y entonces captó el propósito y la voluntad inherentes a las palabras de Dios. Posteriormente, actuó conforme a las exigencias de Dios de tal modo que supo poner en práctica, con gran naturalidad, las palabras de Dios en todas las cosas y vivir la realidad de Sus palabras. La práctica de Pedro nos aporta una senda propia, práctica y viable. Las palabras de Dios son la verdad, expresión de Su carácter y de lo que Él tiene y es; todas contienen la voluntad y las exigencias de Dios. Si no las buscamos, meditamos ni percibimos detenidamente, no entenderemos nada más que doctrinas literales; desde luego, no la voluntad de Dios. Tampoco entenderemos de qué tratan realmente las palabras de Dios, por lo que, naturalmente, no podremos entrar en la realidad de las mismas. Así pues, cada vez que leamos un pasaje de ellas, debemos meditar con esmero lo siguiente: ¿Cuál era el propósito de Dios al decir esto? ¿Cuál es Su voluntad y cuáles Sus exigencias a la humanidad? ¿Qué quería que lográramos por medio de esto? ¿En qué fallo yo? ¿Cómo debo practicar y entrar en esto en mi vida real? ¿Qué puedo hacer para cumplir las exigencias de Dios? Al emprender este tipo de búsqueda y meditación, para cuando nos demos cuenta, Dios nos dará esclarecimiento y guía y nos permitirá comprender el significado profundo de Sus palabras. Tendremos algo de verdadero conocimiento del carácter y la voluntad de Dios, hallaremos un sendero de práctica y entrada y, así, entraremos paso a paso en la realidad de las palabras de Dios.
Observemos las siguientes palabras del Señor: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). “Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mateo 5:37). En las palabras de Dios vemos que Él posee una esencia de credibilidad: ama a los honestos y le disgustan los mentirosos y tramposos. Sólo los honestos pueden entrar en el reino de los cielos, mientras que los siniestros y taimados no pueden cruzar sus puertas. La oración y meditación de las palabras de Dios son la única vía para que podamos entender que Dios quiere que seamos honestos, inocentes y abiertos como niños, sin mentir de palabra y sin engaño ni falsedad de corazón. Llegados a ese punto en nuestros planteamientos, podemos pasar a la búsqueda: ¿Tenemos elementos de deshonestidad? Reflexionando sobre nuestros pensamientos y actos comprobamos que aún manifestamos mucha falsedad. En ocasiones, cuando estamos ante Dios en oración, decimos toda clase de maravillas y nos proponemos muchas cosas, pero casi nunca estamos a esa altura en la vida real. A veces hacemos algo mal y queremos reconocer el error ante otra persona, pero nos da miedo que nos desprecie, así que, para preservar nuestra imagen y reputación, decimos una media verdad y ocultamos la realidad. De vez en cuando, al comentar nuestras experiencias, estamos más que dispuestos a airear cómo ponemos en práctica las palabras de Dios, pero muy rara vez hablamos de cómo desafiamos y nos oponemos a Dios y de cuando no ponemos en práctica la verdad. A menudo aparentamos ser lo que no somos para que los demás conserven una buena imagen de nosotros. Alguna vez vemos a hermanos y hermanas que hacen cosas que no están en consonancia con la voluntad de Dios y queremos hablar con ellos, pero nos preocupa herirlos en su orgullo o nos da miedo que no acepten nuestra opinión y nos juzguen, por lo que mantenemos un ojo abierto y otro cerrado como si no supiéramos nada. Suma y sigue. Con la reflexión vemos cuánta falsedad manifestamos: en absoluto somos honestos y agradables a Dios, así que ¿cómo podría entrar alguien como nosotros en el reino de los cielos? Tras comprender estas cosas, debemos proceder a sopesar la senda hacia la honestidad en las palabras de Dios. En primer lugar, no podemos mentir de palabra, sino que debemos hablar con arreglo a la verdad. Hay que diferenciar las cosas: este es el fundamento de nuestra práctica. Pero, más que nada, es necesaria la honestidad de corazón. Este no puede albergar perversidad ni falsedad; todo cuanto decimos o hacemos está sujeto al escrutinio de Dios. No podemos mentir ni engañar para proteger nuestro estatus, reputación o imagen, sino que, ante un problema, deberíamos ser capaces de despojarnos de nuestras motivaciones incorrectas y hablar sin rodeos, con honestidad y con el corazón. Este es el primer paso hacia la honestidad. Si siempre meditamos seriamente las palabras de Dios de esta forma, procurando entender la esencia de la verdad más allá del sentido literal, comprenderemos cada vez mejor los pormenores de la verdad y, entonces, será más correcto lo que practiquemos en nuestra vida. Nos acercaremos más a la voluntad y las exigencias de Dios y nuestra práctica será más acorde a Su voluntad. Estaremos cada vez más cerca de Dios y nos sentiremos firmes, tranquilos y satisfechos en el alma.
Otro punto que cabe plantear es que, sea cual sea el aspecto que estemos leyendo de las palabras de Dios, no podemos conocerlo del todo y a fondo tras una o unas pocas lecturas. Esto siempre es un proceso. Las palabras de Dios son tan profundas que ocultan muchas verdades, por lo que no podemos tener demasiada prisa ni ansia por terminar. Debemos esforzarnos con ellas, sopesarlas y orar al respecto de manera constante y trabajar diligentemente para entender las verdades que contienen. También debemos llevarlas a la práctica en la vida diaria, reflexionándolas y entrando en ellas al mismo tiempo para que adquiramos a través de nuestras experiencias una comprensión más profunda de las verdades que contienen. Tras practicar esto durante un tiempo, podremos entender y profundizar poco a poco en la verdad, lo que nos aportará conocimiento de la misma.
Estos son los tres principios de la lectura de la Escritura. Poniéndolos en práctica podemos subsanar nuestros problemas de falta de esclarecimiento en la lectura o de ausencia de gozo espiritual, madurar en la vida espiritual y cultivar una relación de creciente cercanía con Dios. Queridos hermanos y hermanas, ¿a qué esperáis? ¡Haced la prueba!
Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.
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casualfartfun · 4 years
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¿Cómo leer la Biblia para poder obtener la obra del Espíritu Santo? Aquí hay 3 formas.
La lectura de la Biblia es una obligación diaria para los cristianos, además de indispensable en la senda hacia la verdad y la madurez en la vida espiritual. El Señor Jesús dijo: “Escrito está: ‘No solo de pan vivira el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’” (Mateo 4:4). Es evidente que leer las palabras de Dios con frecuencia y valorarlas con el corazón es obligación de todo cristiano, pero ¿cómo debemos leer la Biblia para recibir la guía del Espíritu Santo y lograr resultados positivos? Esta es una cuestión de suma importancia para nosotros. Es probable que todos hayamos leído la Escritura de la siguiente manera. A veces somos capaces de recibir el esclarecimiento y la guía de Dios y de entender Su voluntad y Sus exigencias; nuestro espíritu se conmueve y tenemos fe y determinación para practicar las palabras de Dios en la vida diaria. Cada vez nos gusta más asistir a reuniones, orar y leer la Escritura y durante ese tiempo, además, maduramos en la vida espiritual. Sin embargo, algunas veces no disfrutamos la lectura de la Biblia y no percibimos el esclarecimiento ni la iluminación del Espíritu Santo. Sólo entendemos el significado literal de los pasajes bíblicos y nos falta sentido de la voluntad y las exigencias de Dios; no sabemos defender las palabras de Dios en la vida diaria y no maduramos espiritualmente. En ocasiones puede que hasta nos entre sueño leyendo la Biblia y cada vez tengamos menos ganas de hacerlo, de asistir a reuniones y de orar. Esto puede ser muy confuso. Si leemos la Biblia como siempre, ¿por qué se dan dos resultados totalmente distintos? ¿Cómo podemos leer la Biblia para obtener resultados positivos? A fin de recibir luz a partir de la lectura de la Biblia, comprendiendo estos tres principios podemos acercarnos más a Dios y recibir Su esclarecimiento y guía con facilidad.
1. Al leer la Biblia, es imprescindible sosegar el corazón ante Dios para recibir el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo.
Aunque perseveremos en la lectura diaria de la Biblia a una hora fija, si no sosegamos el corazón ante Dios durante ese tiempo, simplemente leeremos la Biblia mientras pensamos en cómo ocuparnos de los asuntos familiares o laborales. Esa manera de leer la Escritura se limita a seguir una norma y llevar a cabo un ritual. En tal caso, es probable que lo hagamos mecánicamente y alcancemos una comprensión superficial; de ningún modo podremos recibir esclarecimiento del Espíritu Santo, no adquiriremos nueva luz y, naturalmente, ya no tendremos gozo espiritual. Especialmente en una época tan acelerada, las ocupaciones laborales y las complicadas relaciones interpersonales nos dejan exhaustos de cuerpo y mente, así que, cuando leamos la Escritura, debemos tener todavía más en cuenta el sosiego ante Dios y meditar con esmero Sus palabras. Esta es la única vía para recibir esclarecimiento y guía del Espíritu Santo. Dice la palabra de Dios: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23). “Acallar el corazón de uno delante de Dios es uno de los pasos más cruciales para entrar en las palabras de Dios […]. Sólo cuando pueden estar en paz delante de Dios, el Espíritu Santo puede tocar a las personas y el Espíritu Santo las puede esclarecer e iluminar, sólo entonces pueden realmente tener comunión con Dios y pueden entender la voluntad de Dios y la guía del Espíritu Santo […]” (“Acerca de acallar el corazón de uno delante de Dios”). En las palabras de Dios comprobamos que Él nos exige que lo adoremos con honestidad de espíritu. Si deseamos ser movidos por el Espíritu Santo y conseguir resultados positivos de la lectura de la Biblia, debemos sosegarnos ante Dios, meditar con esmero Sus palabras y escuchar Su guía, pues el tiempo que pasamos leyendo la Escritura es también el tiempo que tenemos para acercarnos a Dios, adorarlo y entender verdades de la Escritura. Sólo si veneramos a Dios de corazón, nos volcamos de todo corazón en Sus palabras y buscamos y meditamos sinceramente podemos recibir esclarecimiento y orientación del Espíritu Santo, ser movidos por Él y comprender el sentido de las palabras de Dios. Por tal motivo, antes de leer la Biblia debemos encontrar un lugar tranquilo y evitar a las personas, circunstancias o cosas que puedan distraernos. Debemos hacer una oración antes de empezar, sosegar deliberadamente el corazón ante Dios y pedirle que nos guíe para que entendamos la verdad de Sus palabras. Cuando nos volcamos de todo corazón en las palabras de Dios podemos recibir Su esclarecimiento y guía, y no sólo podemos comprender Su voluntad y Sus exigencias, sino también aprender nuevas perspectivas y conocimientos sobre Sus palabras. Cuanto más practiquemos esto, más oportunidades tendremos de ser movidos por el Espíritu Santo al leer la Escritura y seremos capaces de descubrir qué podemos hacer para cumplir la voluntad de Dios. Entonces maduraremos en la vida espiritual con mayor rapidez.
2. No leas por leer: elige pasajes acordes a tus problemas y dificultades reales.
En primer lugar, hemos de saber que leer la Biblia no implica seguir una norma ni llevar a cabo una tarea. Se trata, más bien, de resolver nuestros problemas y dificultades de carácter práctico para tener un sendero de práctica en nuestra vida diaria. Sin embargo, estamos sujetos a error en la lectura de la Biblia; a veces nos limitamos a seguir las normas y pasar de un capítulo a otro, de un versículo a otro, o leemos cualquier página a la que llegamos sin rumbo. Leer la Escritura así, sin ningún objetivo, no da resultados positivos. Es como si un enfermo intenta tratar su enfermedad: no puede esperar una mejoría tomándose cualquier medicamento, sino que primero tiene que entender qué ha provocado realmente la enfermedad y de qué tipo es para poder recuperar la salud con el medicamento adecuado a su patología concreta. Lo mismo sucede al leer la Escritura. La palabra de Dios dice: “Cuando comas y bebas las palabras de Dios, las debes medir contra tu propio estado real. Es decir, después de que descubras las deficiencias en ti mismo durante tus experiencias reales, debes ser capaz de encontrar una senda para practicar y dar la espalda a tus motivaciones y concepciones que están mal. Si siempre te esfuerzas en esto, y tu corazón siempre está enfocado en estas cosas, tendrás una senda para seguir, no te sentirás vacío y así podrás mantener un estado normal. Sólo entonces serás alguien que está agobiado por tu propia vida y sólo entonces serás alguien que tiene fe” (“Práctica (7)”). Con las palabras de Dios comprendemos que debemos tener en cuenta las dificultades y los problemas que nos encontramos en nuestra vida normal y que leer las palabras de Dios selectivamente es la única vía para lograr resultados positivos. Por tanto, antes de hacer la lectura diaria de las palabras de Dios, primero hemos de pensar un poco en nuestra situación espiritual actual, en la clase de personas, circunstancias y cosas a que nos hemos enfrentado últimamente, en el aspecto de la verdad con el que guardan relación y en el tipo de práctica que debemos tener para cumplir la voluntad de Dios. Entonces podremos buscar conscientemente, para su lectura, unas palabras de Dios adecuadas a nuestras dificultades reales. Esto es así porque las palabras de Dios dejarán al descubierto nuestras motivaciones incorrectas y nuestra corrupción, lo que puede señalarnos el sendero correcto de práctica. Siempre que actuemos según las exigencias de Dios y desechemos nuestras motivaciones y perspectivas incorrectas, nuestros problemas se resolverán y nuestra situación espiritual y nuestra relación con Dios podrán ir mejorando. Incorporando nuestros problemas personales a la lectura de la Biblia podemos lograr resolver nuestros problemas prácticos. Por ejemplo, digamos que surge un conflicto entre nosotros y nuestra familia, o nuestros hermanos y hermanas, y no somos tolerantes ni pacientes con ellos, sino que damos muestras de mal genio. Para empezar, debemos aprender a sosegarnos ante Dios, plantearnos con qué aspecto de la verdad guarda relación este problema, qué nos exige Dios, etc. Una vez que hayamos captado estas cosas, sabremos buscar en la Escritura las exigencias de Dios para que tengamos amor, tolerancia y paciencia hacia los demás. Asimismo, podremos buscar pasajes en los que Dios nos pide introspección y que no nos centremos solamente en la otra persona. También podríamos leer cómo el Señor Jesús amaba y perdonaba a la gente. Con esta clase de lectura selectiva de la Escritura podemos apreciar lo arrogantes, ofendidos, mezquinos y conflictivos que somos con los demás. Igualmente podemos reconocer que es voluntad de Dios que aprendamos a perdonar al prójimo, que nos amemos, seamos magnánimos y tolerantes unos con otros; quiere que vivamos como cristianos. Luego, si pensamos un poco en la magnanimidad y tolerancia del Señor Jesús hacia la gente, por las que lavó personalmente los pies de Sus discípulos, nos emocionaremos más todavía. Cuando conozcamos estas verdades sentiremos ganas de amar al prójimo según las exigencias de Dios y, con naturalidad, cultivaremos la tolerancia y la comprensión hacia quienes nos rodean. Veamos otro ejemplo. Cuando nos volvemos débiles y negativos mientras predicamos el evangelio y nos topamos con los impedimentos, la represión, la calumnia y el juicio de las malvadas fuerzas de Satanás, podemos leer en la Escritura pasajes acerca de cómo tener en consideración la voluntad de Dios, así como sobre el perfeccionamiento de nuestra fe a manos de Dios. También podemos mirar fragmentos acerca de la prudencia ante las fuerzas de Satanás, opuestas a Dios, mientras predicamos el evangelio. Con la lectura de estas Escrituras podemos entender mejor la voluntad de Dios, ver que somos tan frágiles que nos volvemos negativos y débiles ante los fracasos o los reveses, y que tenemos muy poca fe. Puede que esto, asimismo, nos ayude a comprender que la propagación del evangelio del reino es nuestro deber y misión obligatorios y que hemos de soportar la persecución y las dificultades para dar testimonio de la obra de Dios. De igual modo, en la Escritura podemos llegar a conocer las exigencias de Dios hacia nosotros; debemos ser prudentes al difundir el evangelio en esta era del mal y aprender a ser astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Cuando sepamos estas cosas tendremos fe para apoyarnos en Dios y podremos utilizar la prudencia para vencer a Satanás y seguir difundiendo el evangelio de Dios. Por ello, si leemos la Biblia selectivamente, dirigiéndonos a nuestras dificultades reales, podremos recibir con mayor facilidad el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo, alcanzar a entender la voluntad de Dios y tener un sendero de práctica correcto. Acto seguido, nuestra relación con Dios puede volverse más íntima; así es como se logra el mejor resultado de la lectura de la Escritura.
3. Céntrate en meditar las palabras de Dios y en entender el significado profundo de la verdad.
Muchos piensan que solamente alegran a Dios las personas que están muy familiarizadas con la Biblia y tienen muchos conocimientos bíblicos. Así, al leer la Escritura, hacemos mucho hincapié en leer y memorizar más pasajes para sabérnosla más al dedillo y de cabo a rabo. Sin embargo, no nos centramos en meditar las palabras de Dios para lograr entender de qué tratan realmente. Si lo pensamos detenidamente, tal vez nos parezca que esta práctica simplemente nos familiariza más con el texto bíblico y que llegamos a comprender algunos principios espirituales. No obstante, no entendemos las verdades inherentes a las palabras de Dios, no conocemos Su voluntad ni Sus exigencias y, en especial, nos falta verdadero conocimiento del propio Dios. Es más, en nuestra vida normal no sabemos experimentar ni practicar las palabras de Dios. De ese modo, puede que también nos volvamos cada vez más arrogantes por dominar tantos conocimientos y teorías de la Biblia. Alardeamos ante los hermanos y hermanas y nos lucimos interpretando teorías y conocimientos bíblicos; nos exhibimos para que nos admiren y adoren, y nos plantamos ante nuestros hermanos y hermanas al tiempo que tenemos una relación cada vez más distante con Dios. En lo espiritual, caemos en la oscuridad, involucionamos y no sentimos la presencia de Dios. La palabra de Dios dice: “Al leer Sus palabras, Pedro no estaba centrado en entender las doctrinas y, menos aún, en conseguir conocimiento teológico, sino en comprender la verdad y la voluntad de Dios, y lograr un entendimiento de Su carácter y Su encanto. Intentó, asimismo, comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, la corrupta naturaleza del hombre y sus verdaderas deficiencias, y alcanzar todos los aspectos de las exigencias que Dios le hace al hombre, para que lo satisfaga. ¡Tuvo tantas prácticas correctas en las palabras de Dios! Es lo que más se ajusta a la voluntad de Dios, y es la mejor colaboración de la humanidad en su experiencia de la obra de Dios” (“Cómo tomar la senda de Pedro”). Esto deja claro que, cuando Pedro leía las palabras de Dios, no se conformaba únicamente con comprender algunos conocimientos teológicos o cartas y doctrinas, sino que se esforzaba especialmente en lo que Dios exige, así como en la búsqueda y la contemplación reiteradas, y entonces captó el propósito y la voluntad inherentes a las palabras de Dios. Posteriormente, actuó conforme a las exigencias de Dios de tal modo que supo poner en práctica, con gran naturalidad, las palabras de Dios en todas las cosas y vivir la realidad de Sus palabras. La práctica de Pedro nos aporta una senda propia, práctica y viable. Las palabras de Dios son la verdad, expresión de Su carácter y de lo que Él tiene y es; todas contienen la voluntad y las exigencias de Dios. Si no las buscamos, meditamos ni percibimos detenidamente, no entenderemos nada más que doctrinas literales; desde luego, no la voluntad de Dios. Tampoco entenderemos de qué tratan realmente las palabras de Dios, por lo que, naturalmente, no podremos entrar en la realidad de las mismas. Así pues, cada vez que leamos un pasaje de ellas, debemos meditar con esmero lo siguiente: ¿Cuál era el propósito de Dios al decir esto? ¿Cuál es Su voluntad y cuáles Sus exigencias a la humanidad? ¿Qué quería que lográramos por medio de esto? ¿En qué fallo yo? ¿Cómo debo practicar y entrar en esto en mi vida real? ¿Qué puedo hacer para cumplir las exigencias de Dios? Al emprender este tipo de búsqueda y meditación, para cuando nos demos cuenta, Dios nos dará esclarecimiento y guía y nos permitirá comprender el significado profundo de Sus palabras. Tendremos algo de verdadero conocimiento del carácter y la voluntad de Dios, hallaremos un sendero de práctica y entrada y, así, entraremos paso a paso en la realidad de las palabras de Dios. Observemos las siguientes palabras del Señor: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). “Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mateo 5:37). En las palabras de Dios vemos que Él posee una esencia de credibilidad: ama a los honestos y le disgustan los mentirosos y tramposos. Sólo los honestos pueden entrar en el reino de los cielos, mientras que los siniestros y taimados no pueden cruzar sus puertas. La oración y meditación de las palabras de Dios son la única vía para que podamos entender que Dios quiere que seamos honestos, inocentes y abiertos como niños, sin mentir de palabra y sin engaño ni falsedad de corazón. Llegados a ese punto en nuestros planteamientos, podemos pasar a la búsqueda: ¿Tenemos elementos de deshonestidad? Reflexionando sobre nuestros pensamientos y actos comprobamos que aún manifestamos mucha falsedad. En ocasiones, cuando estamos ante Dios en oración, decimos toda clase de maravillas y nos proponemos muchas cosas, pero casi nunca estamos a esa altura en la vida real. A veces hacemos algo mal y queremos reconocer el error ante otra persona, pero nos da miedo que nos desprecie, así que, para preservar nuestra imagen y reputación, decimos una media verdad y ocultamos la realidad. De vez en cuando, al comentar nuestras experiencias, estamos más que dispuestos a airear cómo ponemos en práctica las palabras de Dios, pero muy rara vez hablamos de cómo desafiamos y nos oponemos a Dios y de cuando no ponemos en práctica la verdad. A menudo aparentamos ser lo que no somos para que los demás conserven una buena imagen de nosotros. Alguna vez vemos a hermanos y hermanas que hacen cosas que no están en consonancia con la voluntad de Dios y queremos hablar con ellos, pero nos preocupa herirlos en su orgullo o nos da miedo que no acepten nuestra opinión y nos juzguen, por lo que mantenemos un ojo abierto y otro cerrado como si no supiéramos nada. Suma y sigue. Con la reflexión vemos cuánta falsedad manifestamos: en absoluto somos honestos y agradables a Dios, así que ¿cómo podría entrar alguien como nosotros en el reino de los cielos? Tras comprender estas cosas, debemos proceder a sopesar la senda hacia la honestidad en las palabras de Dios. En primer lugar, no podemos mentir de palabra, sino que debemos hablar con arreglo a la verdad. Hay que diferenciar las cosas: este es el fundamento de nuestra práctica. Pero, más que nada, es necesaria la honestidad de corazón. Este no puede albergar perversidad ni falsedad; todo cuanto decimos o hacemos está sujeto al escrutinio de Dios. No podemos mentir ni engañar para proteger nuestro estatus, reputación o imagen, sino que, ante un problema, deberíamos ser capaces de despojarnos de nuestras motivaciones incorrectas y hablar sin rodeos, con honestidad y con el corazón. Este es el primer paso hacia la honestidad. Si siempre meditamos seriamente las palabras de Dios de esta forma, procurando entender la esencia de la verdad más allá del sentido literal, comprenderemos cada vez mejor los pormenores de la verdad y, entonces, será más correcto lo que practiquemos en nuestra vida. Nos acercaremos más a la voluntad y las exigencias de Dios y nuestra práctica será más acorde a Su voluntad. Estaremos cada vez más cerca de Dios y nos sentiremos firmes, tranquilos y satisfechos en el alma. Otro punto que cabe plantear es que, sea cual sea el aspecto que estemos leyendo de las palabras de Dios, no podemos conocerlo del todo y a fondo tras una o unas pocas lecturas. Esto siempre es un proceso. Las palabras de Dios son tan profundas que ocultan muchas verdades, por lo que no podemos tener demasiada prisa ni ansia por terminar. Debemos esforzarnos con ellas, sopesarlas y orar al respecto de manera constante y trabajar diligentemente para entender las verdades que contienen. También debemos llevarlas a la práctica en la vida diaria, reflexionándolas y entrando en ellas al mismo tiempo para que adquiramos a través de nuestras experiencias una comprensión más profunda de las verdades que contienen. Tras practicar esto durante un tiempo, podremos entender y profundizar poco a poco en la verdad, lo que nos aportará conocimiento de la misma. Estos son los tres principios de la lectura de la Escritura. Poniéndolos en práctica podemos subsanar nuestros problemas de falta de esclarecimiento en la lectura o de ausencia de gozo espiritual, madurar en la vida espiritual y cultivar una relación de creciente cercanía con Dios. Queridos hermanos y hermanas, ¿a qué esperáis? ¡Haced la prueba! Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com
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casualfartfun · 6 years
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Cómo acercarme a Dios – ¡4 claves para mejorar tu relación con Dios!
En los últimos años, cuando ya creía en el Señor, persistía en orar y leer la Biblia todos los días, y siempre salía a trabajar para el Señor, pero sentía que todavía estaba alejado de Él. Incluso a veces, cuando oraba o leía la Biblia, mi mente se distraía en otras cosas, me preocupaba por cosas sin importancia en mi vida diaria, y luego no conseguía calmar mi corazón ante el Señor. Así, durante varios años, no entendía demasiado la palabra del Señor ni tenía mayor crecimiento en mi vida espiritual.
Recientemente leí algunos libros. Y sólo entonces comprendí que si queremos lograr un resultado en nuestro entrenamiento espiritual, la lección más fundamental que debemos aprender es calmar nuestro corazón ante Dios. Solo haciéndolo podemos recibir la acción y la iluminación del Espíritu Santo, y así establecer una relación adecuada con Dios y entrar en la vía correcta en nuestra vida espiritual. Gradualmente, nuestra vida espiritual tendrá un progreso cada vez mayor. Entonces, ¿qué prácticas deberíamos hacer para calmar nuestro corazón ante Dios? He encontrado algunas formas de práctica en un libro, y me gustaría compartirlos contigo.
Primero: Mientras oramos, nuestro corazón debe estar enfocado y sincero
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Como cristianos, oramos al Señor todos los días, pero la mayoría de nuestras oraciones siguen el siguiente esquema: No acallamos verdaderamente nuestro corazón delante del Señor ni somos directos y sinceros para hablarle desde nuestro corazón, ni traemos cualquier problema o dificultad que no entendamos ante el Señor para pedirle Su iluminación y obtener así una nueva y mejor comprensión de Su palabra. En cambio, siempre nos arrodillamos simplemente para murmurar cosas que realmente no queremos decir, usando frases hechas o repetidas. A veces, cuando tenemos prisa para ir a trabajar o salir a hacer algo y terminar nuestra oración lo más pronto posible, solo decimos algunas palabras simplemente, por pura fórmula; incluso a veces, cuando estamos arrodillados en oración, nuestro corazón está pensando en otras cosas, y así sucesivamente. Todos estos comportamientos muestran que no estamos realmente calmando nuestro corazón ante Dios para tener verdadera comunión con Él, sino que estamos evadiéndonos y engañando al Señor. Cuando oramos de esta manera, no solo no podemos obtener la acción o la iluminación del Espíritu Santo, sino que hacemos que Dios sienta repugnancia y rechazo. El Señor Jesús dijo: “[…] cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23). De estas palabras podemos ver que lo que el Señor nos pide es que adoremos a Dios con un corazón honesto y centrado. Por lo tanto, mientras oramos, debemos hablar a Dios acerca de nuestros verdaderos estados y dificultades. No importa qué ideas y planes tengamos en mente, deberíamos abrirnos completamente a Dios. Solo entonces Dios estará interesado en nuestras oraciones, nos permitirá ser más conmovidos por el Espíritu Santo, ser iluminados en varias cosas que no entendemos, y gradualmente llegaremos a entender la voluntad de Dios.
Por ejemplo, frente a las dificultades, nuestro corazón está siempre ocupado con asuntos de bienes materiales o de la carne, por lo que no podemos disponernos sinceramente a trabajar o gastar para el Señor. En estos momentos podemos decirle la verdad al Señor: “Oh, Señor, veo que mi estatura es muy pequeña. Siempre estoy enredado con la carne, siempre considerando y planificando mi futuro, y así no puedo servirte de todo corazón. Cuando veo a esos hermanos y hermanas que gastan para ti, dejan de lado su carne y son considerados con Tu voluntad, me siento muy avergonzado. Yo también quiero elevarme para tener en cuenta Tu voluntad, gastar y trabajar para ti, pero mi fe es tan débil, que no puedo lograrlo. Solo deseo dejar esta dificultad en Tus manos. Que Tú me guíes y me concedas confianza y fortaleza…” Si compartimos siempre lo que está en nuestro corazón y nos comunicamos con Dios de esta manera, Dios verá que nuestra oración es sincera en lugar de seguir el esquema. Entonces el Espíritu Santo trabajará dentro de nosotros, nos llevará a liberarnos gradualmente del enredo de la carne y a elevarnos para dedicarnos al Señor. Al mismo tiempo, cuando oramos a Dios, debemos evitar todos los asuntos, personas y cosas que pueden perturbar nuestra mente y encontrar un ambiente tranquilo. Tal como dijo el Señor Jesús: “Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo 6: 6).
Segundo: Cuando leemos la Palabra de Dios, debemos estar tranquilos y usar nuestro corazón para meditar
Aunque a menudo leemos la Biblia regularmente, rara vez nos esforzamos por meditar en la palabra de Dios. La mayoría de las veces solo leemos sin devoción, superficialmente y contentándonos con entender el significado literal de la verdad. A veces, aunque estamos mirando la palabra de Dios y leyéndola, nuestro corazón está vagando por el gran mundo, y como resultado, después de haberla leído, nos quedamos sin saber qué significa realmente la palabra de Dios. A veces también reflexionamos sobre la palabra de Dios por un tiempo, pero si no obtenemos iluminación en el acto, dejamos de considerarla. En realidad, no calmamos para nada nuestro corazón ante Dios para descubrir por qué nos dice estas palabras, qué resultados quiere alcanzar con ellas, y cómo practicar y aprender a cumplir con los requisitos de Dios. Es por eso que, aunque hemos creído en el Señor y leímos Su palabras por muchos años, todavía no tenemos mucho entendimiento de la voluntad de Dios, ni hemos encontrado la manera de practicar las muchas verdades que debemos practicar e incorporar. Vemos claramente que, por lo general, no meditamos lo suficiente en la palabra de Dios, de modo que, aunque hemos leído muchas de las palabras de Dios, aún somos incapaces de comprender su significado interno, y nuestra vida espiritual aún no puede crecer. Entonces, en cuanto a este aspecto de la verdad, ¿cómo deberíamos hacer para entrar en ella? Aquí hay un ejemplo. El Señor Jesús dijo: “Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios” (Mateo 19:24). Entonces deberíamos considerar: ¿Qué quiso decir el Señor al decir eso? ¿Qué aspectos de la voluntad y disposición de Dios se revelan? ¿Qué resultado quiere Dios lograr con nosotros? Al considerarlo vemos que las personas que persiguen el dinero pero no la verdad no pueden entrar en el reino de Dios. Pensemos en la Era de la Gracia: Algunos terratenientes también querían seguir al Señor, pero no estaban dispuestos a renunciar a su riqueza y condiciones de vida superiores porque eran codiciosos de las comodidades y placeres de la carne, y no podían tolerar llevar una vida sencilla y pobre. Por lo tanto, aunque sabían que quienes creyeran en el Señor tendrían la vida eterna y podrían entrar en el reino de los cielos, aún así perdieron las oportunidades de obtener la salvación de Dios. Esto muestra que es casi imposible para un propietario entrar en el reino de Dios. A través de esta historia, la voluntad de Dios es que no debemos buscar dinero, sino la vida. Si prestamos atención al dinero, y cuando lo obtenemos perdemos nuestra vida, ¿qué beneficio nos aporta esto? Al meditar en la palabra de Dios de esta manera entenderemos cada vez mejor la voluntad de Dios, y luego también podemos actuar de acuerdo con Su voluntad, sin importar lo que encontremos.
Tercero: Cuando algo sucede, debemos buscar y practicar la verdad, y vivir ante Dios
Todos sabemos que las devociones espirituales ocupan solo una pequeña porción de tiempo en nuestra vida diaria; la mayor parte del tiempo estamos trabajando o lidiando con varios asuntos en nuestra vida. Entonces, si queremos practicar calmar nuestro corazón delante de Dios, no podemos limitarnos a solo practicar la lectura de la Biblia y orar. También debemos practicar acercarnos a Dios, meditar y contemplar el amor de Dios con nuestro corazón, y enfocarnos en buscar la verdad y la voluntad de Dios, y en actuar de acuerdo con la verdad en cualquier momento en todas las personas, eventos, y cosas que encontramos en nuestra vida diaria.
Vi este párrafo en un libro: “En tu vida diaria debes comprender esas palabras que dices y esas cosas que haces, que provocarán que tu relación con Dios sea anormal, para a continuación rectificarte y entrar en la manera correcta. Examina tus palabras, tus acciones, todos y cada uno de tus movimientos y tus pensamientos e ideas en todo momento. Comprende tu verdadero estado, y entra en el camino de la obra del Espíritu Santo. Sólo de esta forma puedes tener una relación normal con Dios. Al sopesar si tu relación con Dios es normal, serás capaz de rectificar tus propósitos, de entender la esencia del hombre, y de entenderte a ti mismo; a través de esto, serás capaz de entrar en experiencias reales, de abandonarte realmente a ti mismo, y de lograr una sumisión deliberada”.
A través de estas palabras, podemos ver que, al calmar siempre nuestro corazón delante de Dios y buscar Su voluntad en todas las cosas que encontramos, podemos tener una comprensión más clara de nuestros verdaderos estados, deficiencias e insuficiencias; podemos comprender la voluntad de Dios en todo lo que encontramos para practicar la verdad y satisfacer al Señor. Solo a través de esto podemos mantener una relación normal con el Señor, vivir delante de Él, evitar ser atrapados en las tentaciones y planes de Satanás y hacer cosas que se rebelen contra el Señor y se opongan a Él.
Al igual que Job, durante su vida diaria, trataba de temer a Dios y evitar el mal en todo, por temor a pecar contra Dios y hacer que Dios se sintiera indignado por sus acciones. Entonces, cuando sus hijos e hijas se dedicaron a fiestas y diversiones, él no solo se distanció de ellos, sino que también envió y santificó a sus hijos, y sacrificó holocaustos por ellos. Incluso cuando Job enfrentó la tentación de Satanás y perdió una gran cantidad de ovejas y ganado, incontables masas de riquezas, y sus hijos e hijas; aunque estaba muy afligido en su corazón y no entendía la voluntad de Dios, aún fue capaz calmar su corazón ante Dios y buscar Su voluntad. No pecó con sus labios ni dijo palabras hirientes acerca de Dios, mucho menos resistió a Dios. Y fue precisamente porque Job estuvo razonable y su corazón dispuesto a buscar la verdad y temer a Dios que pudo someterse a ese ambiente y dijo: “… El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor” (Job 1:21), dando así un maravilloso testimonio resonante y haciendo que Satanás retrocediera humillado. Al final, Job fue doblemente bendecido por Dios. No solo eso, sino que tuvo la oportunidad de ver la apariencia de Jehová Dios, y recibió bendiciones que nadie había recibido anteriormente.
Cuarto: Prestar atención todos los días para reflexionar sobre nuestros problemas y deficiencias
Todos los días nos enfrentaremos con varias cosas. Entonces debemos ir ante Dios para reflexionar sobre todo lo que hemos hecho en el día: sobre en qué asuntos hemos puesto en práctica la palabra del Señor y si nuestras acciones fueron conformes con la verdad; sobre qué asuntos hemos seguido nuestra propia voluntad y hemos ido en contra de la voluntad del Señor. Podemos recordarlos y hacer nuestro mejor esfuerzo para escribirlos en nuestro cuaderno cuando las condiciones y el tiempo lo permitan. Podemos seguir haciendo las cosas en que hemos actuado de acuerdo con la palabra de Dios; en cuanto a nuestros actos que no estaban en línea con la voluntad de Dios, debemos aplicarles la palabra de Dios para inspeccionarnos a nosotros mismos respecto a los problemas y las desviaciones en ellos, y buscar la verdad para resolverlos oportunamente. Por ejemplo, creemos que podemos tratar a los hermanos y hermanas con sinceridad cuando estamos asociados con ellos en momentos normales. Pero a la noche, cuando reflexionamos sobre nosotros mismos, somos conscientes de que, durante el día, para proteger nuestros propios intereses en algo, no hemos hablado abierta y honestamente con los demás. Vemos que por favorecer nuestros intereses personales, mentimos y cometimos fraude contra los hermanos y hermanas, y revelamos una disposición corrupta y engañosa en este asunto. Sabemos que Dios está disgustado con personas engañosas; Él ama a las personas que son honestas, inocentes y abiertas. Por lo tanto, debemos abrirnos a los hermanos y hermanas activamente, confesar haber mentido y engañado, pedirles que nos perdonen y decidir no seguir haciendo esto. De esta manera, inconscientemente, tendremos alguna entrada en la verdad de ser una persona honesta. Si no reflexionamos sobre nosotros mismos al presentarnos ante Dios, no prestaremos atención a nuestras expresiones cotidianas de corrupción, pensando que todas son insignificancias, y entonces no podemos lograr el efecto de mejorar nuestra vida espiritual. Entonces, solo centrándonos en aquietar nuestro corazón delante de Dios, reflexionando siempre sobre nosotros mismos y meditando en nosotros mismos, nuestra vida espiritual crecerá cada vez más, nuestra relación con Dios se hará cada vez más cercana y gradualmente nos convertiremos en personas compatibles con las intenciones de Dios.
Los cuatro aspectos anteriores son la dirección y el camino de entrada a la práctica de aquietar nuestro corazón ante Dios. Realmente espero que todos podamos beneficiarnos de ellos.
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
(Traducido del original en inglés al español por Carlos Nogués)
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