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archivorpg-yc · 2 years

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𝗠𝗞 | 𝗗𝗶𝘀𝗮𝗽𝗽𝗼𝗶𝗻𝘁𝗺𝗲𝗻𝘁𝘀 𝗳𝗼𝗿 𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗳𝗮𝘀𝘁.

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ᴿᴼᴸ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀𝗠𝗔𝗫𝗪𝗘𝗟𝗟⠀𝘒𝘈𝘝𝘈𝘕𝘈𝘎𝘏. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀# ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⤷ 𝑓𝑡. Imogen Wallace. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —— 𝗗𝗶𝘀𝗮𝗽𝗽𝗼𝗶𝗻𝘁𝗺𝗲𝗻𝘁𝘀 𝗳𝗼𝗿 𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗳𝗮𝘀𝘁. 𝙲𝚊𝚗𝚊𝚍𝚊. 𝖩𝖺𝗇𝗎𝖺𝗋𝗒 𝟢𝟦, 𝟤𝟢𝟤𝟤. —— ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ El cabello rubio le caía en ondas creadas por la rizadora minutos antes. Cuando se miró al espejo, se sintió atractiva. Una polera de un azul cielo exquisito, en lana y cuello de tortuga. Una falda negra de tiro alto, que se acoplaba simétricamente con el corte 'crop' de la prenda superior. Debido al frío, unas medias negras bastante traslúcidas y bucaneros del mismo color hasta las rodillas. En efecto, lo que veía le gustaba. El problema era saber que nunca sería lo suficientemente parecida a ella —y Dios la librara de aquel castigo. Por lo tanto, Maxwell estaría cegado por siempre. Y ella, una Julieta despechada, empatizaba con la reina de Blancanieves en el cristal. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Espejito, espejito, ¿qué más puedo ponerme encima para que me note? —bromeó para sí misma en un tono bajo, mientras pintaba sus labios de un color nude glossy. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Imogen, necesito el baño —solicitó su hermana al otro lado. ⠀⠀⠀ Ella puso los ojos en blanco, con el labial en mano. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Tienes el tuyo. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Pero tu luz es muchísimo mejor que la mía. ⠀⠀⠀ Condescendiente con la princesa, Imogen abrió la puerta y le dejó pasar. De todos modos, había terminado. ⠀⠀⠀ Cuando salió, no pudo pasar desapercibida la mirada de la joven, que había llegado al hogar Wallace tan solo para vacacionar. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —¿A dónde vas? ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —A casa de Max.

MAXWELL

⠀⠀⠀ Maxwell dejó caer el celular a la diestra de su cama apenas intercambió el último mensaje con Imogen. Sabía que con ella no tenía que esperar una confirmación, bastaba con pedirle algo para que ella se pusiera en marcha de manera inmediata. Ser consiente de eso lo hizo sentir mal por un momento. ⠀⠀⠀ Viendo fijamente el techo, con las manos reposando en el abdomen descubierto y un poco sudado, sintió que se estaba aprovechando de su mejor amiga, y no de manera intencional, pero … aún así era una gran ventaja saberse prioridad para ella y usar eso a favor. ⠀⠀⠀ Abandonó la cama completamente indispuesto a seguir pensando en lo que estaba haciendo con Imogen, pero entonces el pensamiento fue sustituido por Maeve: en un día normal habría estado tranquilamente, sin la urgencia de escribirle tan temprano, pero ahora, sabiendo que ella lo había dejado, la extrañaba desesperadamente y no habían pasado ni 24 horas. ⠀⠀⠀ Maldijo llevándose las manos a la cara y después al cabello. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀[…] ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ Receta fácil y rápida. Maxwell, quien vestía un pantalón deportivo azul marino, y una camiseta blanca de mangas cortas, acompañado de unos Nike del mismo color, estaba batiendo los huevos con la harina y la leche según la especificación del empaque. ⠀⠀⠀ Recién salido de la ducha el frío se había disipado, pero su cabello permanecía mojado y las gotas de agua cayendo por su cuello le provocaban leves estremecimientos. ⠀⠀⠀ Giró la perilla de la estufa y se encendió a flama delantera. Tomó una sartén de los que colgaban sobre la isla, y lo engrasó con mantequilla antes de vaciar un poco de la mezcla. ⠀⠀⠀ Esperando a que el primer pancake estuviera listo fue consiente del silencio: la residencia estaba vacía a excepción de un jardinero que desde temprano estaba trabajando con las flores y plantas de su madre, que sufrían con el invierno canadiense. De ahí en más, ambos de sus padres estaban laborando, y todos sus hermanos estaban en la preparatoria tras haber retomado clases el día anterior. ⠀⠀⠀ Decidió pues, vincular su celular a las bocinas puestas estratégicamente en el hogar, y Arctic Monkeys comenzó a soñar con el tema de Arabella.

IMOGEN

⠀⠀⠀ Si la familia dormía o estaba ausente, lo desconoció. Apenas Imogen aparcó el auto en la entrada, se sintió vagamente solitaria. Y al ingresar a la casa, la sensación se potenció. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Hola —dijo, atraída por el aroma del desayuno. Pisó con una seguridad envidiable en tiempos de instituto, hasta verlo en la cocina. Sonrió amplio, y dio una vuelta para él—. Buenos días, señor Kavanagh. ¿Qué manjar tendré la dicha de probar el día de hoy? —preguntó con aire teatral, mientras acortaba la distancia. ⠀⠀⠀ Dejó el bolso sobre un taburete, y se acercó a abrazarlo por detrás tan solo unos segundos. En aquel pequeño lapso, dejó un beso en su cuello que intencionalmente ahora llevaba la forma y el color de sus labios. Luego se alejó, y se sentó en la encimera.

MAXWELL

⠀⠀⠀ El primer pancake salió. ⠀⠀⠀ Max vertió la mezcla para el quinto cuando escuchó la puerta, los pasos, y la voz de Imogen tras él. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —¡Hey! —saludó, pero la volteó a ver cuando sus manos se desocuparon. ⠀⠀⠀ La imagen frente a sus ojos fue exquisita. Jamás iba a negar la belleza de Imogen, no solo en personalidad, que pese a estar algo loca resultaba fascinante para Max, sino también físicamente, y es que el inglés era hombre a pesar de todo, y ciego no estaba. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Debí decirte que vinieras en pijama —dijo con una sonrisa divertida en el rostro, omitiendo por completo los halagos que en su mente le había tirado. ⠀⠀⠀ Le dio la espalda una vez más para voltear el pancake, pero permitió que la rubia le rodeara el cuerpo, e incluso su cabeza se ladeó recibiendo el beso en su cuello. No le molestaba, en absoluto. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —La verdad, sólo hice esto. Sabes que no soy el mejor cocinero —admitió y con una pila de cinco pancakes se acercó a ella. ⠀⠀⠀ El plato quedó sobre la isla donde ya estaba una diminuta jarra de cristal con la miel de maple, un contenedor de mantequilla, un bote de Nutella, y fresas rebanadas. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Si quieres beber algo, será mejor que te sirvas por tu cuenta. ⠀⠀⠀ La confianza: Imogen estaba tan familiarizada con esa casa, a diferencia de su -ahora- ex-novia. ⠀⠀⠀ Él se sirvió en un plato diferente y empezó a trozar el panecillo con los dedos para llevarse un bocado a la boca. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —De hecho, sírveme jugo de manzana de la nevera —le pidió con la boca llena, y le sonrió con la mirada—. Yo hice el desayuno —levantó las manos en el aire, justificándose.

IMOGEN

⠀⠀⠀ —Nunca vendría en pijama. A menos que sea una pijamada, y entonces buscaría el menos similar a uno —respondió. Tan pronto terminó, se bajó de la superficie y caminó hacia el refrigerador—. Sí, sí, claro. Cultura patriarcal, se te agotaron los dedos por hacer pancakes. ⠀⠀⠀ Imogen tomó el jugo, y dos vasos altos y anchos para verter allí el líquido. A través de sus pestañas lo miró comer, y apretó los labios con una sonrisita cómplice. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Entonces, tema universidad —comenzó, queriendo sortear el asunto de mayor relevancia: Maeve. Le extendió el vaso, y se quedó junto a él mientras tomaba una fresa—. O Inglaterra. O lo que quieras hacer. ¿Has hablado con Scott? —Imogen mordió la fresa, distraída. Vertió algo de miel sobre uno de ellos, y buscó un tenedor—. Tiene que estar durmiendo ... obviamente. Pero podríamos llamarlo. Sea lo que sea que hagamos, tiene que ser ya —enfatizó. Lo miró, a la poca distancia que estaban—. Mis padres están hartos de tenerme en la casa, y no aguanto por un segundo más las comparaciones con la hermana perfecta. ⠀⠀⠀ Esas palabras eran muy íntimas, y su contenido era uno que no soltaría a nadie a excepción de Maxwell. La presión diaria con la que la rubia tenía que vivir le había desarrollado una migraña crónica. En esos días, no era persona. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Inglaterra suena bien. Lejos de todo, y de todos —soltó, arrancando con el tenedor un trocito de pancake. Se lo llevó a la boca como si su comentario hubiera sido el más inofensivo. No lo miró mientras masticaba—. Nos haría bien a los tres.

MAXWELL

⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —No he hablado con nadie desde ayer en la noche que hablé contigo. ⠀⠀⠀ Maxwell se sentó a medias sobre un taburete. Su pierna derecha se flexionó levemente, apoyando la planta del pie en una barra atravesada horizontalmente entre las patas de la silla, y su otro pie se mantuvo en el piso. Cogió la Nutella, abrió el frasco y con una pequeña pala que había en el interior sirvió una pequeña porción sobre el pancake, y luego le colocó tres rebanadas de fresa encima. El bocado fue a su boca directamente, manchándose la comisura de sus labios de avellana. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Nos quedamos hasta tarde jugando videojuegos online —dijo después como si eso confirmara que definitivamente Scott estaba durmiendo. ⠀⠀⠀ El castaño ladeó el rostro y levantó la mirada hacia la rubia a su lado, demasiado cerca. Su perfume, dulzón, lo envolvió. Una fragancia completamente diferente a la de Maeve, pero igual de dulce. Sin embargo, mientras se mantuvo observando a su estimada amiga, no encontró un atisbo de ternura que fuera en juego con la delicadeza de su olor. La extrañaba, demasiado, a su novia. ⠀⠀⠀ Maxwell se remojó los labios sólo por hacer algo, y volvió su atención al desayuno de su plato y al jugo en su vaso. Se refrescó la garganta, y luego tomó su celular para cambiar la canción. "All I want is You" de The Martians: su más reciente descubrimiento. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Lejos de todo y de todos —repitió. ⠀⠀⠀ Él también había pensado en eso, y era 'eso' motivo principal de su deseo por dejar Canadá. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Universidad. Inglaterra. Maeve. ¿Podemos hablar de otra cosa diferente? Hoy no quiero pensar en ninguna de esas tres cosas. Por cierto —la mano izquierda del muchacho tomó la derecha de Imogen y la apretó con cariño. Llevó ambas manos a la superficie de la isla y las dejó ahí: la de Imogen abajo de la suya—: ¿Cómo está tu mamá? ⠀⠀⠀ Él sabía perfectamente la condición del hogar de Wallace, y su preocupación era genuina. Max estimaba a la señora Wallace, aborrecía al señor Wallace, y sentía la enorme necesidad de proteger, siempre, a Imogen. Y sus padres también sentían la necesidad, pues más de una vez habían dicho quererla como una hija más.

IMOGEN

⠀⠀⠀ Los labios de Imogen se fruncieron en una clara señal de rechazo, pero, a pesar, continuó masticando. ⠀⠀⠀ Le parecía a ella un asunto de vital importancia saber qué harían con sus vidas. Maxwell nunca quería hablar de eso. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Cómo eres —dijo simplemente. ⠀⠀⠀ Y entonces, la mano sobre la suya. Los ojos de perro herido, la pregunta, la lástima, el genuino interés. La rubia sintió una picazón algo pronunciada en un costado de su cabeza, o eran quizá los nervios. De cualquier modo, llevó el índice y se rascó con la uña. No quitó la mano debajo de la suya, el calor le hizo bien al alma. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Está bien —contestó. Verdad, mentira, no importaba—. Y yo tampoco quiero hablar de eso hoy. ⠀⠀⠀ Lo miró. Alzó las comisuras de los labios, sellados, y sintió una sacudida bestial dentro del cuerpo. Por fuera, nada había sucedido. Por dentro, se incendiaba. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Oye... —Su tono había cambiado, era uno más bajo y seductor que Max tal vez conocía de memoria— ¿Y si aprovechamos que no hay nadie? ⠀⠀⠀ En el taburete se giró vagamente, dejando su cuerpo frente a él aunque el suyo siguiera de costado. Sus piernas estaban entreabiertas, sus muslos se apreciaban por la falda levantada, y los pezones se percibían un poco a través de la gruesa tela. Bajo la misma, eran ridículamente notorios. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Max... —Incluso la simple pronunciación de su nombre sonaba encendida. Se soltó de él y acercó ambas manos a una de las piernas masculinas, las apoyó allí para utilizar de soporte y se inclinó hasta que el mentón se recargara contra su ancho hombro—, deja de pensar por una sola vez.

MAXWELL

⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ «Siempre está bien» dijo mentalmente, quizá en un tono un poco recriminatorio. No era que Max se sintiera la persona más madura del mundo, y menos la más responsable, porque estaba casi al extremo de esas cualidades, pero aún así sentía que las tenía más pronunciadas que la bella rubia a su lado. Era incapaz de adivinar el tipo de relación que en la privacidad Imogen tenía con su madre, pero por alguna razón Max tenía la impresión de que a ella le había dejado de importar realmente el estado de salud de quien la trajo al mundo. Hubiera querido indagar en el tema, preguntar por qué, pero como fue de esperar, ella tampoco quiso tocar el tema y a Max no le quedó de otra que seguir creyendo en su suposición: quizá Wallace estaba tan lastimada y herida con su situación, que había preferido alejarse y cerrar sus emociones. ⠀⠀⠀ Aflojó el agarre de la mano. Palmeó el dorso de Imogen tres veces en un silencioso "entendido", y dejó de tocarla concentrándose en lo que restaba del desayuno. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ Max se comió tres pancakes enteros, y en una de las ocasiones se levantó a servirse jugo por segunda ocasión. Cuando hubo terminado empujó suavemente el plato para alejarlo de él, y apoyó uno de sus brazos sobre la mesa escuchando el tono de voz con el que Imogen le comenzó a hablar. No la volteó a ver, pero fue más por sí mismo, y por llegar a dudar de su control. ⠀⠀⠀ Era un hombre despechado. Se sentía profundamente triste. Había tanta tensión que quería descargar, y aunque había dicho la noche de ayer que podía encargarse de sus asuntos usando la mano y la imaginación, no había hecho nada. Estaba susceptible, y debía andarse con cuidado. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ "Aprovechamos que no hay nadie". ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —¿Para ponernos a leer la Palabra de Dios? —respondió con seriedad, pero el sarcasmo estaba implícito. ⠀⠀⠀ Las piernas de Max se tensaron bajo el tacto de Imogen. Su abdomen se hundió por un segundo, nervioso de que la rubia tuviera el conocido descaro de arrastrar los dedos hacia su verga. Los brazos del inglés también se tensaron. Los bíceps se marcaron y la costura de la manga de su camiseta pareció apretarle. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —¿Por qué me haces esto? —preguntó en un tono igual de serio, pero ya no estaba jugando. Sonaba a lamentación. ⠀⠀⠀ Finalmente ladeó la cabeza muy poco para verla, pero apenas los separaban dos centímetros. Los ojos verdosos miraron los labios carnosos y gruesos, tentadores, y después descendió hacia sus grandes tetas. Internamente agradeció el hecho de que la blusa de la rubia le llegara al cuello, pero tampoco fue difícil imaginarlos, menos con la viva imagen de ayer en la cabeza. ⠀⠀⠀ Inevitablemente, y maldiciendo en silencio, sintió el crecimiento de su miembro. La erección se comenzó a notar muy lentamente bajo la tela del pantalón deportivo, y fue clara ya que Max no se había colocado boxers. ⠀⠀⠀ Pasó saliva discretamente. Deslizó su labio inferior hasta el interior de su boca y después la miró a los ojos. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —No es justo para ninguno de los tres —logró decir, con la poca fuerza que encontró, y apartó la mirada de nuevo—. No quiero darte falsas esperanzas, y tampoco quiero poner en riesgo mi posibilidad de arreglar las cosas con ... —fue sólo respeto, y un poco de compasión, no decir el nombre de la mujer a la que él amaba—. Y no quiero ser uno de los tantos imbéciles que solamente te usan para follar, para quitarse las ganas, y listo —admitió.

IMOGEN

⠀⠀⠀ Los celos le encendieron las mejillas. ¿Cómo era posible que teniéndola a ella ahí, entregada y a su disposición, todavía pensara en la otra? ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Lo único que hago es decir en voz alta lo que tú no te atreves, y lo que ambos queremos —explicó. Consiguió muy exitosamente que sus celos no se percibieran en la voz—. No es usarme, Max... —Imogen sonrió, lo hizo tan amplio que casi se le escapa una risa baja—. No tiene nada que ver con eso, porque yo quiero que lo hagas. ⠀⠀⠀ La respiración caliente le golpeó en el cuello. Toda ella palpitaba, con un descaro que la tenía al límite de besarlo. Besarlo. Eso era algo que nunca se había atrevido a hacer, porque no sería ella la primera en dar ese paso y tampoco obligándolo. No, en su cabeza Maxwell la besaba. Sin embargo, tenía carácter de sobra para arrastrar una de las manos hasta el espacio entre sus piernas. ⠀⠀⠀ Se trepó por su muslo y, cuando encontró que tenía una erección, sus cejas se movieron con cierto regocijo. Lo tomó entre sus dedos por encima de la tela, y lentamente lo masturbó mientras su respiración seguía chocando contra las venas marcadas del cuello de su mejor amigo. Tomó la iniciativa y pegó los labios allí, ahora diferente a como lo había hecho al llegar. ⠀⠀⠀ Le devoró en un beso cargado de hambre, a lengua, labios y dientes, y sin abandonar aquella acción ni la anterior, se puso en pie para quedar entre sus piernas. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —No pasa nada —le dijo, deteniendo los besos tan solo para alzar un poco la mirada y observarlo. Sus tetas se pegaron contra su pecho, su mano lo tocó con mucha menos discreción—. Tú también quieres, y eso es... Jodidamente evidente. —Recargó los labios en su mejilla, la frente en su sien—. No seas bobo, no tienes compromiso conmigo. Déjame hacerte sentir mejor.

MAXWELL

⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ «Toché». ⠀⠀⠀ Max, con la mirada bien clavada en el granito de la isla, como si eso lo salvara de pecar con los ojos, se encontró sumamente sorprendido, asustado y preocupado de que Imogen pudiera tener razón. ⠀⠀⠀ Su mente se remontó algunos días atrás, antes de que el año terminara. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ Era de noche, estaba cayendo nieve, pero a él y a sus hermanos se les había ocurrido la brillante idea de jugar fútbol. El césped estaba resbaloso debido al hielo, y las capas de nieve se estaban creando rápidamente, así que no pudieron jugar y terminaron en el garaje, escuchando música, cenando pizza y hablando de chicas. ⠀⠀⠀ Caleb, el hermano de 16 años, les contó que estaba intentando ligarse a Danielle Graham, la hija del doctor Graham, un amigo de su padre, y por el que desde esa noche había dejado de sentir respeto, pues según Caleb, por palabras de Danielle, el doctor había engañado a su esposa hace algunos años y eso había provocado que el ameno ambiente en su hogar se destruyera. Danielle se desahogaba todo el tiempo con Caleb, y eso dejó pensando a Max en que no quería ser ese tipo de hombre jamás. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ Viendo los ojos de Imogen, recordó lo que había prometido a sí mismo esa noche, y negó con una sonrisa cansada en el rostro, tan diferente a la sonrisa y a la risa que salió de ella. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —No eres capaz de entenderlo —comentó—. Y no eres lo suficientemente madura o fuerte como para resistirlo —añadió, sin pensar en que ese comentario pudo haber sonado algo duro. Pero, como el muchacho de 19 años que era, guiado por el cuerpo y no por la mente, encontró muy satisfactorio sentir la mano de Imogen contra su erección. ⠀⠀⠀ Max cerró los ojos involuntariamente. Bajó la mano hasta ponerla encima de la de ella, sin quitarla de la erección que terminó de crecerle entre los dedos, y él apretó con fuerza ambas manos en torno a la verga, dejando escapar un gruñido. Los besos de Imogen en el cuello le comenzaron a nublar el juicio. El calor incrementó. Los latidos de su corazón se aceleraron. Y todo su lívido empezó a encenderse, aunque no debía. Sus ojos se abrieron de nuevo, más oscuros, pero seguía rehusándose. ⠀⠀⠀ Había toda una batalla interna entre el deseo y la decencia, y el deseo estaba ganando. La recibió entre las piernas. No dejó de ver los ojos de la tentación hecha mujer, culpándola, odiándola, y deseándola al mismo tiempo. Quería que dejara de hablar, que dejara de exponer los deseos carnales de su cuerpo, que dejara de mostrar que, al igual que todos, no era más que un hombre que sucumbía a los placeres como si no existiera nada más en el mundo. ⠀⠀⠀ Ella decía que no pasaba nada, pero para él pasaba todo. ⠀⠀⠀ Sus ojos se volvieron a cerrar con las caricias de los labios contra sus mejillas. Estuvo tentado a ladear la cabeza y besarla de una vez por todas, pero se dijo claramente que no. Arrastró la mano de su erección hacia su pierna, para que ella dejara de tocarlo, de provocarlo, sin embargo las manos del muchacho se colocaron con fuerza en la estrecha cintura femenina, hundiendo los dedos en su piel, sobre la tela de la blusa. ⠀⠀⠀ Había cosas contra las que no pudo luchar. Las tetas redondas, carnosas y volubles de Imogen se presionaron contra su torso brindando la sensación más tibia y cálida, y él la estrechó contra su cuerpo anhelando sentir más. Las manos en la cintura de Imogen ascendieron hasta llegar a la curvatura de sus pechos y los juntó por un momento para hacerlos ver más grandes. Sus manos descendieron después hasta llegar a su trasero, y con la falda a mediación de sus nalgas, Max presionó las manos que se le llenaron, amasando su culo, empujando la pelvis femenina hacia él. ⠀⠀⠀ No fue capaz de decir nada. Todo en él lo estaba lamentando, pero al mismo tiempo lo estaba ansiando. Inclinó el rostro hacia abajo, alejándose de los labios femeninos, y apoyó la frente en el valle de sus pechos con la punta de la nariz entre ellos. Respiró profundamente su dulzor. Sintió su boca hecha agua. Y luego ladeó la cabeza hacia el pezón derecho que traspasaba muy levemente la tela de la blusa, y lo cubrió con los labios remojando la tela. El pezón fue más claro entonces, y el rostro masculino se presionó con más fuerza contra ella, succionandolo con necesidad, mamandolo como si el hecho de que tenerla vestida no lo hiciera tan grave.

IMOGEN

⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ «Madura». ⠀⠀⠀ Imogen resopló en su mente. Le importaba muy poco ser madura cuando lo tenía duro delante de ella. Algo que había deseado durante tantísimo tiempo tomaba algo de forma, y ninguna carencia de madurez iba a frenarla. ⠀⠀⠀ Su clítoris palpitaba con una intensidad demencial, como si fuera participe de la lentitud con la que Maxwell empezaba a tocarla. Estaba tan húmeda, tan caliente y tan necesitada de él, que la cordura le supo a poco. ⠀⠀⠀ Un gemido se le fue apenas sus labios le succionaron. Fue un sonido tan real que sintió la columna ser víctima de un recorrido eléctrico. Apoyó las manos en sus hombros, arqueó la espalda y dejó a su merced todo su cuerpo. ⠀⠀⠀ El ruido de los platos y el vidrio se hizo presente en cuanto la rubia intentó acomodarse a tientas, pero no le importó. Quitó por encima de la cabeza el abrigo que llevaba puesto. La carne de sus pechos cayó glacialmente dejando delante de él la forma de dos gotas, calientes, unos pezones rosados y duros, y una carita de placer que delataba su calentura. ⠀⠀⠀ Sin querer dejar un segundo perdido en medio, ni quitarlo de su labor, volvió a pegarse a él tan pronto la prenda cayó al suelo. Le rodeó los hombros y, en esa ocasión, dejó una de las piernas de Maxwell entre las suyas. Se montó en él, con la falda ya subida hasta por encima de los glúteos, y se movió sobre su pierna en un impulso descarado por frotarse en él y aliviarse las ganas. ⠀⠀⠀ Soltó un jadeo y, a pesar de aprisionarse el labio, gimió conforme sus caderas danzaban sobre su pierna y su coño se estimulaba como por gracia Divina. No era tan solo el estímulo. Era él. ⠀⠀⠀ Con un brazo se aferró a su hombro, y la mano restante bajó hasta su pantalón para tocarle al fin bajo la tela. Y cuando por fin lo tuvo entre sus dedos, más grande de lo que en sus fantasías se había imaginado, el hilo de baba casi se le escurre por la comisura.

MAXWELL

⠀⠀⠀ Los ojos de Kavanagh se fueron en la perfección de los pechos ante él. Las ganas eran demasiadas. Los visualizó perfectamente contra su rostro, contra su verga, los imaginó rebotando con ella encima de él, los imaginó incluso siendo aplastados contra el vidrio de la puerta de la ducha, y luego, volvió a la realidad, a donde sí los tenía, a donde sí los podía tocar, y lo hizo: sus manos los cubrieron, los presionó de modo que los dedos se hundieron en ellos, y dejó los duros pezones entre sus dedos medios e índices, presionándolos entre ellos. ⠀⠀⠀ Le miró la cara de placer. Max sonrió para sus adentros, pero la expresión visual era dura, posesiva, y molesta. Estaba enojado con ella de una manera en la que no se imaginaba, y luego, en segundo lugar, estaba enojado consigo mismo. ⠀⠀⠀ Sus dedos se escurrieron hacia abajo, y sin previo aviso le tomó ambos pezones pellizcandolos con fuerza. Al soltarlos palmeó una de sus tetas y vio como ésta chocó contra la otra. Su cuerpo, por acto de reflejo, respondió a la mujer que tenía encima. Su pierna se empujó hacia arriba lo suficiente para que Imogen lo sintiera completamente contra su sexo mojado, y éste llevó las manos hasta sus caderas incitando a sus movimientos: la guió en velocidad, hacia atrás y adelante, como si el hecho de que ella se estuviera tallando en él y que le estuviera mojando la tela del pantalón en el muslo pudiera aliviarlo también. ⠀⠀⠀ —¿Por qué tienes que ser tan zorra? —le preguntó en un tono ronco, con la intención de ofenderla. ⠀⠀⠀ Buscaba erroneamente una manera de culparla. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Joder, Imogen. ¿Me deseas tanto que no puedes contener la humedad entre tus piernas? —cuestionó con los dientes apretados y el aliento caliente, contra uno de sus oídos—. ¿Me quieres tan desesperadamente que restriegas todo tu cuerpo en cada zona de mí que puedes? —el tono de su voz fue burlón. ⠀⠀⠀ Max comenzó a besar el lóbulo de su oreja y descendió hasta su cuello, donde le besó con más fuerza y le lamió la piel, pero no dejó ninguna marca de sus dientes: ninguna succión. Siguió hacia abajo, hasta sus clavículas, y las besó antes de volver a levantar la cabeza apoyando su frente contra la de ella. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —¿Tanto lo quieres, eh? —su ceja derecha se enarcó con una expresión bañada en excitación, y le sonrió con algo de crueldad al mismo tiempo que le tomaba de la muñeca y la hacía sacar la mano de su pantalón. ⠀⠀⠀ La forma de su erección fue bastante clara, desde la base hasta su glande, pero la tela azul obscuro la seguía cubriendo. ⠀⠀⠀ Max empujó el taburete en el que estaba sentado, y se puso de pie sintiendo el frío en la pierna que abandonó el calor del coño de Imogen. Una de sus manos permaneció firmemente contra su cadera, pero la otra ascendió y le envolvió el cuello con firmeza, apoyando su antebrazo completo entre las tetas suaves. ⠀⠀⠀ El pulgar del inglés le acarició el contorno de la mandíbula, y luego la acercó a él hasta que sus bocas se juntaron. Su cabeza se inclinó hacia abajo, hacia la de ella. La besó con fuerza y una profundidad deliciosa, y le metió la lengua en un beso completamente húmedo, y tan pronto como la empujó contra la isla con su propio cuerpo, rompió el beso y la miró a los ojos, sin dejar de sostenerla del cuello. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —No te voy a dar más de lo que acabas de recibir —musitó a milímetros de sus labios—. Ya eres consiente de que puedes conseguirlo. Conseguirme. ¿No te es suficiente? —poco a poco la mano en torno a su cuello se fue aflojando, y Max la soltó completamente llevando esa misma mano hacia su erección, sobre el pantalón. La sujetó con firmeza sintiendo el calor en sus huevos, pero empezó a caminar hacia el baño para alejarse de esa esfera que Imogen había creado.

IMOGEN

⠀⠀⠀ Las alarmas comenzaron a saltar en la cabeza de Imogen cuando las palabras de Max no llegaron en el tono que las había esperado. Ser una zorra no era de especial virtud para él en ese momento. Sus ojos duros, fríos, la burla en sus comentarios y el desparpajo para tratarla como si ella fuera la única que buscaba aquello. Estaba a punto de detenerlo en seco, cuando él se adelantó y ella no pudo prevenir el beso. ⠀⠀⠀ Imogen cerró los labios, asqueada, pero no pudo evitar que la lengua se metiera dentro de ella. Maxwell se alejó al mismo tiempo que ella le daba un empujón. Lo miró enfurecida, con los ojos inyectados en fuego. Podrían haber tenido una discusión si sus palabras se limitaban a todo lo anterior. Pero haberse metido con «su beso», con la esperanza soñada de aquel tacto, fue simplemente demasiado. ⠀⠀⠀ Apenas se alejó, la chica cogió el vaso vacío y lo estrelló en la pared junto a la cabeza de Maxwell. El sonido fue tronante y el cristal se hizo añicos. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —¡¿Te das cuenta te toda la mierda que estás diciendo?! —exclamó. Se agachó a recoger su ropa, y se cubrió los pechos muy rápidamente—. Qué asco me das, ¿qué te pasa? —continuó. ⠀⠀⠀ Tuvo el indicio de acercarse a él, pero primero reventó el otro vaso que, con líquido, ahora se había regado por todas partes. Dios tuviera compasión por los platos y el resto de la vajilla. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Estás tan perdido en la vida, Maxwell. Estás tan jodidamente perdido —descubrió, y el corazón le dolió. Estaba más cerca de él, con la falda ya acomodada, pero la necesidad de arañarlo entero—. Sí, tengo ganas de acostarme contigo y sí, me alegra saber que puedo conseguirlo. ¿Pero sabes qué? Tú lo quieres más que yo. ¿Cuántas veces te masturbaste pensando en mí? ¿Cuántas veces vas a masturbarte ahora pensando en cómo me tocabas? —encaró. ⠀⠀⠀ Su cuerpo no temblaba, pero estaba segura que se desplomaría apenas saliera por esa puerta. Y no estaba allí dentro conteniendo el control, pero la rabia era tal que no daba espacio a sentirse miserable. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Ve y búscala, campeón —dijo, dándole dos palmaditas en su hombro—. Seguro está orgullosa de la mierda de novio que tiene por delante. Un tipo que en lugar de asumir lo que siente, por sus huevos, se atreve a humillar porque... —y habló muy cerca de su rostro, mirándolo con grandes ojos claros— no-tiene-valor. ⠀⠀⠀ Cogió su bolso, y sorteó el cristal del suelo lo mejor que pudo. Algunos tornaron bajo sus botas. Se volteó un segundo, y acomodó su largo cabello rubio detrás de los hombros. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Creo que no eres lo suficientemente maduro. Y no eres capaz de entenderlo —imitó, aunque sin burlar su voz—, pero ya no estamos en el instituto —determinó, antes de volver a alejarse en dirección a la puerta.

MAXWELL

⠀⠀⠀ El cristal estalló justo a su lado y él se cubrió parte de la cabeza con uno de los brazos. El susto lo detuvo en seco. Se dio la media vuelta con los ojos furiosos y la cara de "WTF", y empezó a caminar de regreso a ella. ⠀⠀⠀ Su erección bajó en segundos, pero el dolor de huevos se le quedó bien presente. ⠀⠀⠀ Iba a responder. Se vio toda la intención cuando separó los labios y la selañó, pero no dijo nada. Se tragó cada una de sus palabras porque Imogen era, simplemente, el daño colateral. ⠀⠀⠀ Se arrepintió instantáneamente, aunque el enojo seguía muy presente. El caso es que ella tenía razón y él había dicho lo que había dicho con tal de sacar de su pecho un poco del coraje que tenía con todo. ⠀⠀⠀ La forma en la que ella le habló lo lastimó a él también, pero no fue lógico decir algo al respecto. Se lo tenía bien merecido. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ Cerró los puños, con impotencia, y se quejó con molestia apartando la mirada de ella -pero volvió rápidamente cuando otro estallido lo alertó. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Sí. Sí sí sí, Imogen —se quedó en su lugar mientras ella se le acercaba, y él miró aquellos grandes ojos flameantes—. ¿Qué quieres que te diga? ⠀⠀⠀ Hasta hace poco, era un hecho que Maxwell había imaginado a Imogen a la hora de masturbarse. Había pensado en ella solo porque sí. Y en sus momentos de dificultad, tras el estrés y la forma rara en la que se sentía con Maeve, había sido ella a quién acudía. ⠀⠀⠀ Durante un tiempo Maeve pasó a ocupar el lugar de la mejor amiga, aunque también fuera su novia, pero cuando Imogen recuperó el puesto, las cosas se volvieron confusas para él. ⠀⠀⠀ Su cuerpo se ladeó con ligereza ante las palmaditas de ella en su hombro. Max miró al techo, a la pared, y a todos lados en busca de paz y paciencia. Luego, con su rostro tan cerca, la encaró e intentó mantenerse en pie, pero las emociones eran demasiadas. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Te dije que no estaba en mi mejor momento —intervino. No era una justificación, así que la comenzó a seguir por el pasillo a la puerta principal. ⠀⠀⠀ Se detuvo a un par de metros, cuando ella le dijo lo último. Sus propias palabras contra él. Ni siquiera se molestó, su preocupación fue completamente diferente. La vio darse media vuelta, y él caminó hacia ella casi corriendo. La tomó de la muñeca antes de que pudiese abrir la puerta, y él apoyó la palma de su otra mano en contra de la madera oscura para que no se fuera. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —Imogen, perdón —la miró fijamente a los ojos, con el arrepentimiento sincero y un gran temor de perderla—. Por favor, perdón. Fue completamente estúpido lo que te dije —habló con rapidez, con una desesperación y preocupado de que no lo dejara seguir hablando—. Y no es verdad —añadió con más calma, y luego soltó la puerta porque tampoco podía detenerla. Nunca lo haría—. No te vayas —le pidió en un tono bajo y le tendió una mano—. Tienes razón, me siento atraído a ti, por eso me resisto. Amo a Maeve, pero no sé cuál es mi lugar en este momento, y por el otro lado estás tú. Y sé que si te dejo entrar ... —Max bajó la mano, retrocedió lentamente porque una parte de él sentía la necesidad de no abrumarla, y se detuvo cuando su espalda se recargó en la pared blanca—. No quiero jugar con ninguna de las dos. ¿Estoy completamente cagado? —la observó—. Quiero que estés enojada conmigo, lo merezco. Y lo que pasó hace un momento, sí, fue algo completamente estúpido de mi parte, pero no lo volveré a hacer. No lo mereces. Pero, quiero saber que no te voy a perder —el hombre se fue dejando caer hacia abajo lentamente, pegado a la pared, hasta quedar de cuclillas con los codos contra los muslos—. ¿Cómo remedio esto? Dime.

IMOGEN

⠀⠀⠀ Las palabras le supieron a la nada misma en aquel instante. Tomaron mejor forma, incluso, las que le había dicho antes: «no quiero ser uno de esos imbéciles que te usa para desquitarse». Aquello había sido peor. Muchísimo peor. ⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀ —No quiero hablar contigo en este momento —sinceró. ⠀⠀⠀ Tomó el pomo de la puerta, y lo giró dejando entrar no solo la claridad sino una brisa helada. Todos sus pretextos no le figuraban como nada más que eso: pretextos. Y aunque aquellas palabras hubieran sido la miel más dulce en otra situación, no podía verlas sinceras ahora. ⠀⠀⠀ Por primera vez, se arrepintió de sentir tanto por él. No le dedicó un último vistazo ni perdió más saliva. Avanzó por fuera, cerró la puerta y le quitó la alarma al Mustang rojo.

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