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#taza de gaticos
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Kintsugi o la historia de la torta de zanahoria que se quemó
Kintsugi es una palabra japonesa que significa “unir con oro”. Suena lujoso, pero esto no es lo que hace el concepto especial. La clave está en el verbo “unir”. En el Japón antiguo, durante la época de los Shogunatos (siglo XII a XIX), vivió un Shogun (el máximo líder militar designado por el emperador) muy importante llamado Ashikaga Yoshimitsu (1358 - 1408). Yoshimitsu tenía una taza de té favorita (como todos los que tomamos té - mi favorita tiene un gatico pintado) y un día se le cayó y se rompió en pedazos. Como cuando a cualquiera se le daña alguna cosa favorita, el Shogun se puso muy triste, pero esperanzado en que pudiera ser reparada, la mandó a China para que intentaran arreglarla. Pero oh sorpresa, cuando se la mandaron de vuelta, la taza estaba pegada a punta de grapas y se veía horrorosa. Y un Shogun no podía tener algo horroroso, sobretodo si ese algo era su objeto favorito. Así que unos artesanos locales se le midieron a la tarea de mejorar el arreglo made in China, y se les ocurrió juntar las piezas con oro derretido. El resultado fue una taza de té con grietas doradas que se veía aún más bonita que la original. A esta técnica de cerámica la llamaron Kintsugi, que como les dije arriba, significa “unir con oro”. Eventualmente la técnica se convirtió en un concepto adoptado por la filosofía Zen, el cual hace referencia a la belleza que es posible encontrar en las imperfecciones. Como la tacita de té del Shogun, algo que no sale como se esperaba tiene el potencial de convertirse en una maravilla, sea esto un objeto o una situación. Bueno, y también uno mismo pues (y yo sé que esto suena a canción de Diego Torres) con todo y las imperfecciones que nos gastamos, con todas esas grietas que van apareciendo en la vida, somos hermosos (... color esperanza... la ra lá, la la ... se les advirtió).
Mi torta de zanahoria es un ejemplo de Kintsugi (se pronuncia “kintsugui”). Nunca había usado el horno y resulta que su perilla tiene los números borrados. Pero en realidad lo que resulta es que no se me ocurrió que uno tiene que pararle bolas a la temperatura cuando hornea y se quemó la torta. Quedó morocha y media. La saqué del horno, la dejé enfriar un poquito, y me puse a escarbarla para tratar de salvar una que otra miga. Y salió más de una que otra miga pues logré llenar media tasa (no la del gatico porque esa es más bien barrigona ni la de Yoshimitsu, porque esa debe costar una fortuna). Incluso supo rico, confirmado por mi hermano David con quien la compartí. Y para completar, recibí tres tortas de chocolate de regalo. 3. Inaudito. 
En enero no tenía claro si quería celebrar. En febrero no tenía claro cómo celebrar. En marzo me sonó graciosa la idea de cumplir cuarenta en cuarentena. En abril ya no sabía si iba a poder celebrar. 
Pero en mayo... en mayo, kintsugi. 
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larahera · 11 years
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Prefiero ver vídeos de gatos a trabajar. Esto es así.
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