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Lo voy a reventar a golpes
Paso a paso, paso a paso, hasta ahora había sido fácil resarcir el daño hecho, tal vez porque el primer peldaño le correspondía a alguien que ni siquiera necesitaba de sus disculpas y eso lo aliviaba tanto como lo preocupaba. El siguiente escaño era encarar a la persona que directamente lastimó, aunque irónicamente no sentía tanto el peso de la culpa, porque si, a la final fue Baihe quien decidió volver con él, él no lo obligó ¿Verdad? No exactamente así al menos.
Tomó aire y timbró en el departamento que les correspondía a los dos hermanos, dio un paso atrás, y se quedó mirando al techo mientras esperaba a que le abrieran, quien sabe, conforme había visto las cosas, era más que probable que Baihe no le abriera la puerta en cuanto lo viera, pero al menos haría la labor, ya si él no quería hablar, no sería su problema… eso creía.
Y nadie respondió a la puerta…
Pensó en retirarse, pero tenía que volverlo a intentar así que timbró con un poco más de intensidad, no mucho, no… no era el momento.
Una vez más nadie respondió.
Y UNA VEZ MÁS, pensó que lo mejor sería irse, pero luego de dar un paso a un lado para retirarse, se devolvió a timbrar una última vez.
¡BAM! La puerta se abrió de un brusco movimiento justo en el instante que puso su dedo sobre el timbre, lo repentino lo asustó y se echó para atrás, pues también la persona que había salido a dar la cara no tenía muy buena pinta, desgraciadamente, no era quien esperaba.
Wenyan estaba así prendido de la perilla, tenía una pinta fatal, lucía casi siniestro ahí de pie, un poco encorvado y con el cabello por la cara ¿Era vello lo que tenía en el rostro? Jamás lo había visto así, normalmente era una especie de elfo introvertido que ni siquiera respondía a la puerta porque normalmente estaba encerrado en su habitación, presuntamente escribiendo o a algo así se dedicaba, pero ese amenazante esperpento de verdad era algo nunca antes visto.
- … ¿Qué quieres? –Le preguntó con voz ronca, sonaba irritado y su rostro tenía dibujada una expresión entre cansado y ligeramente enojado.
Iría al punto, no quería desafiar su suerte ese día
- Hola… Wenyan –lo nombró con algo de duda- Está… ¿tu hermano? -Sabía que el que hubiera abierto la puerta no era nada normal, Baihe podría estar enfermo… aunque también podía no estar en el departamento a la larga, pero no había considerado esa segunda opción, sobre todo luego de que el ceño de Wenyan se hubiera juntado un poco
- … Entra –Le pidió haciendo un espacio para que el otro siguiera. Long Xing se lo pensó un par de veces y muy rápidamente, no quería lucir sospechoso ante sus dudas, pero al final decidió pasar.
Tras él, Wenyan se movió un poco más despierto, sobándose la cara y luego despejándose tras recoger su cabello en una coleta baja, andó a la pequeña sala y le señaló con una mano alguno de los sillones indicándole que se sentara.
- No, tranquilo, estoy bien acá, es… es algo rápido
- Siéntate –Insistió y no estrictamente con amabilidad, no tuvo otra opción que obedecer a esas alturas, estaba ahí para hacer las cosas bien ¡Estaba ahí para hacer las cosas bien! Y poco después de que se acomodara el poeta continuó- Baihe se fue a vivir a otra parte –Comenzó a hablar con todo calmado, pero no casual, había algo de firmeza en el tono de su voz, cosa que para nada iba de la mano con la imagen del Wenyan que recordaba- ¿Sabes por qué?
La pregunta le hizo salir un poco de su estado de alerta ¿Por qué debería saberlo? Levantó los hombros y sacudió la cabeza, luego notó como el otro tamborileaba con los dedos sobre el espaldar de una de las sillas… estaba esperando algo de él ¡Y NO TENÍA IDEA QUÉ RESPONDERLE!
- Bueno… -Continuó luego de apretar los labios y desviar la mirada
Long Xing enarcó una ceja, ¿Era su impresión? O lo estaba tratando como a un imbécil, se sentía como en la escuela, cuando le hacían una pregunta en clase
- Hace unos meses, mi hermano regresó un día hecho un mar de lágrimas, seguro no tenías idea, está bien –Hizo una pausa para tomar un poco más de aire- me dice llorando que había hecho una estupidez, que había lastimado a LuTian, que había metido la pata –Comentaba como agotado- bueno, dándose golpes de pecho, porque… había decidido regresar con alguien, a quien botó a las veinticuatro horas… imagino que eso si lo recuerdas
Ya sabía para donde iba el asunto y lo único que pudo decir en respuesta fue apretar los labios en una incómoda sonrisa y elevar las cejas en una muy extraña expresión
- Yo le dije lo que le tenía que decir, que mal o bien había tomado una decisión y pobrecito, que llorara, estaba enojado porque estaba sufriendo ooootra vez por el mismo tipo que siempre lo hacía llorar, pero sabía que se cavó su propia tumba…
LongXing asintió en respuesta, inocente de lo que se aproximaba. Un largo silencio se instaló en la salita, muy largo, muy incómodo, muy… sospechoso
- Unas semanas después de eso decidió mudarse porque quería cambiar las cosas, mejorar… que se yo, y tuve que aceptarlo, –Chasqueó la lengua al terminar la frase- No supe a donde fue a vivir porque quería tener su espacio y no preocuparme ¡Y estaba bien para mí! Hay que soltar a las personas que queremos de vez en cuando, incluso cuando creemos que menos necesitan estar solos ¡Pero está bien! –La manera en la que el tono de su voz se alteró tenía a Long Xing ligeramente preocupado- Seguramente necesitaba un tiempo a solas porque no lo había pasado bien, pero… ponle… hace poco… hace… hace nada, me llamó… -Tomó aire- hecho… un mar de lágrimas una vez más… UNA. VEZ. MÁS –Y volvió a tragar una bocanada de aire, dirigía su mirada alrededor, pero lejos de la figura de su invitado- de nuevo, un tipo lo había hecho llorar, no porque jamás lo iba a mirar con ojitos de amor, no porque se ilusionó con una declaración que no era para él, no porque terminó una posible relación que lo estaba haciendo muy feliz en un arranque de ¡A SABER! No, estaba, quien sabe en qué rincón de la ciudad, solo, sin poderme hablar claro del todo, porque… ALGUIEN lo había utilizado para… COMPLACER ¡SU EGO!
Ay no… lo sabía… Wenyan lo sabía…
Y normalmente no le había preocupado tanto, de no ser porque esa… cosa flacucha, que estaba ahí frente a él con aire siniestro y amenazante, se hacía llamar Wenyan. No el introvertido Wenyan que no podía mantener una conversación normal porque tartamudeaba mucho, no el sumiso Wenyan que hasta con su altura parecía más pequeño y débil… no, no era y sentía que había cometido un error al ir a buscar a Baihe ahí.
Se quiso levantar de la silla y sacarse una excusa del culo para salir de ahí casualmente, pero apenas y apoyó las manos en los brazos de la silla y tuvo que alejarlos, porque el otro tenía más que decir y ahora estaba un poco cerca de él, mirándolo fijamente.
- Soltó toda la sopa… T O D A –Dijo lo último con una voz sombría- que pensó que volviendo contigo no iba a tener que preocuparse porque nadie le rompiera el corazón, porque su… amado, le había dicho, le había asegurado –iba hablando mientras daba pasos hacía la silla de Long Xing- que nadie iba a quererlo como él, porque como lo quiso ¡Por taaaanto tiempo! ¡Como nadie más lo había querido! ¡No iba a quererlo nadie más! ¡NADIE MÁS! –Y ya ahí nada más se cernió sobre él apoyando sus largos brazos en la cabecera de la silla, el otro nada más se deslizó un poco hacia abajo, ni podía parpadear de lo inquietante que era toda la situación- tenía miedo de que las cosas no funcionaran con LuTian porque había estado con muchas personas, eso lo sabemos todos, lo sé yo… que soy su amigo, lo sé yo y pasé años temiendo que algo pasara entre ellos y que Baihe saliera lastimado, CUANDO TODO ESTE TIEMPO FUISTE TU ¡HIJO DE PERRA! ¡¿PENSASTE EN LO QUE LE DIJISTE?! ¡CLARO QUE SI! ¡POR SUPUESTO QUE SI! ¡PORQUE TODO ESTE TIEMPO LO ESTUVISTE MANIPULANDO!
- Wenyan ¡Wenyan! ¡Espérate! –Trató de calmarlo, la respiración se le había acelerado. De haber sabido antes que debía cruzar un escalón intermedio antes de llegar a Baihe y que era opcional, habría dado un salto, pero… ¡¿Cómo iba a saberlo?!- No… no le mentí… le… lele… le dije las cosas como… -Y se tuvo que callar, porque si le había mentido y si había puesto la situación a su favor
- ¿Cómo? ¿Cómo le dijiste las cosas? –Habló un poco más calmado, pero era como la calma antes de otra tormenta- Mi hermano me pidió perdón al teléfono mil veces ese día, no porque me hubiera hecho nada a mí, lo hizo porque nadie lo iba a escuchar, pidió perdón por él… por ser como es… hijo… de puta –y de golpe le puso la mano en la cabeza a Long Xing para tirarle lentamente del cabello hacia arriba
- E-Espera –Se fue levantando poco a poco para evitar el dolor- espera, espera… entiendo que estés enojado, si… si, tal vez lo hice mal, pero… es que si lo quería conmigo –Lo que estaba diciendo no estaba sirviendo para que Wenyan lo soltara
- ¿Sabes quién si lo quería con él? Seguro sabes tu nombre porque Baihe te lo debió decir mil veces, si… él y su hija si lo querían…
- Ok ¡OK! ¡Wenyan! ¡Me estás haciendo daño! –Comentaba con algo de simpatía como si pudiera aligerar un poco el ambiente, pero a la vez adolorido- Podemos hablar de esto como personas, hablar bien, no hay necesidad…
- Entonces habla –Le susurró, sin soltarlo, pero dejando de tirar de él hacia arriba- Porque a mí no me vas a mentir como a todo el mundo
Long Xing trató de calmar su respiración, de pensar mejor en lo que diría…
- Si, estaba muy dolido porque quiso tener algo con LuTian, por eso dije lo que dije –Y el tirón de cabello no se hizo esperar, apenas se quejó y pataleteó- ¡PERO ESTOY DICIENDO LA VERDAD!
- ¡ESTABAN DOLIDOS TUS HUEVOS! ¡A TI NO TE VA A DOLER QUE ESTÉ CON ALGUIEN MÁS! ¡MANIPULADOR HIJO DE PERRA!
Esa terapia de choque no lo tenía nada contento, tenía que pensar demasiado rápido y no parecía estar diciendo lo que tenía que decir. Si, de acuerdo, no podía vivir con la idea de que LuTian le ganara de nuevo, sabía que si volvía con Baihe en ese momento de alguna forma iba a sentir que esta vez él, le quitó algo que si quería…
… uh…
Si lo ponía en esas palabras sonaba bastante mal ¡No podía decir eso! ¡Además! ¡Se lo ganó limpiamente! ¡Baihe fue quien decidió volver con él!
… así él hubiera trabajado un… poco la situación para que así fuera…
¡Pero tampoco podía decir eso! ¡Wenyan lo iba a matar ahí mismo! ¿Dónde estaba la demás gente de ese departamento? ¿Qué nadie le iba a salvar el pellejo? ¡Lo iban a moler a golpes! O a puñaladas porque el larguirucho de Wenyan seguro no sabía ponerle un golpe a nadie
- Estás pensando demasiado… -Precisamente le respondió en su macabra voz de loco de remate volviendo a tirar lentamente de su cabello hasta que Long Xing estuviera de pie
- ¡YA! ¡YAAA! ¡BUENO! ¡ESTÁ BIEN! ¡PERO NO TE VA A GUSTAR LO QUE TE VOY A DECIR! –Exclamó sacudiendo los brazos, ese poste andante tenía demasiada fuerza en su mano ¡¿De dónde?!
- ¡DILO!
- ¡BUENO! ¡SI! ¡LE QUERÍA QUITAR EL NOVIO A LUTIAN! ¡PERO BAIHE DECIDIÓ VOLVER CONMIGO POR SU CUENTA!
Y ahí sintió la bofetada de su existencia, si, había recibido golpes en su vida, pero el cachetadón que le acababan de meter fue dolorosísimo, se quedó en silencio un instante
- ¿Por qué? ¿Sabes por qué?
Long Xing apenas susurró una queja de dolor y luego suspiró
- ¿¡Tenías que golpearme!? –Se calló cuando cruzó miradas con Wenyan y nada más trató de torcer la cabeza buscando mirar al cielo a ver si dios tenía misericordia de él- Si, bueno, yo ya no quería estar con Baihe desde hacía mucho tiempo, o sea, es lindo, pero… pero ya no quería nada con él, pero tienes que entenderme, no me sé controlar –La mirada que el otro puso nada más lo alertó así que aceleró- ¡Si! ¡Bueno! ¡No tenía por qué! Admito que me pasé con lo que le dije, sabía que… LuTian lo hacía sentir muy inseguro, pero no es novedad… tal vez si lo manipulé –Y recibió otro bofetón en respuesta, tomó aire, estaba enojado, pero a la vez sentía que no debía estarlo a la larga- … está bien –refunfuñó- sí, usé eso en su contra
- ¿Eso es todo? ¿No hay nada más que decirme?
Lo miró entonces confundido e indignado ¿Qué más quería saber? ¡Había sido bastante difícil decir todo eso!
- De acuerdo… te voy a refrescar la memoria, porque esto no lo escuché bien –Respiró profundo y carraspeó- “dejé que todo este tiempo me usara, Wenyan, esto no me debió pasar a mí” has escuchado a mi hermano llorar ¿No? Seguramente le viste la cara antes de que fuera a llamarme histérico porque le acababa de preguntar a su ex novio si durante todo ese tiempo… el desgraciado ese, lo había visto como un objeto para tener de adorno… presumirlo y follarlo…
No había sonado nada bien, LongXing lució algo angustiado, claro que recordaba la cara de Baihe cuando lo confrontó, se vieron por un instante a los ojos y ahí no tuvo dudas de que había obrado mal, que la sensación de malestar era algo que iba y venía, que a veces olvidaba o hacía el esfuerzo de ignorar, era otra cosa. Si, cuando pasaron las cosas con Yike la culpa volvió, había sido un punto de quiebre, pero el malestar siempre estuvo ahí.
Tal vez no quería enfrentar el hecho de que no iba a poder seguir su vida si no trataba de hacer algo por todo lo que había dejado roto detrás de él.
Sintió muchísima culpa luego de ver la cara de Baihe, jamás había puesto una expresión así. Siempre había sido tan estirado y odioso, claro, hasta que lo conoció llorando, sonriendo… entre otras imágenes que tal vez no era apropiado evocar en el momento. Sabía que sentía y que sentía mucho y a su manera por supuesto, pero nunca imaginó que pudiera verse como se vio ese último día.
Sabía más cosas de él, como su vida no había sido fácil, las ficciones de las que era tan fanático, que era muy bueno con las manualidades, lo enamorado que había estado por años de LuTian, lo mucho que anhelaba el romance… lo responsable y perfeccionista que era…
Para Baihe no había forma de cometer un error, trabajaba muy duro para que todo saliera bien, tal como quería, era tan meticuloso que sabía de antemano qué batallas no podía librar, fracasar no era una opción, así que ni lo intentaba. Claro, tenía sus ojos puestos tan fijamente en su vida, en su hermano, en sobrevivir, que descuidó el error que seguro le estaba pasando factura ahora, él.
- Amigo, lo siento de verdad –Comenzó a decir con aire cansado- dejé que esto fuera demasiado lejos… pero… te juro que en algún momento parecía de verdad –No estaba seguro, pero tampoco estaba mintiendo, Wenyan lo contemplaba con decepción y tal vez con algo de dolor en el fondo de esos horribles ojos que evidenciaban la falta de sueño.
- Llevo tiempo sin saber nada de Baihe luego de eso –Apretó la mano que tenía sujeta al cabello de LongXing- me está comiendo la ansiedad porque escuché a mi hermano deshecho por culpa de un cualquiera –La respiración se le aceleraba- no sé dónde está, no sé que tan mal está, no sé si mínimo estará desayunando, durmiendo, tomando una pizca de aire, si estará trabajando de algo porque… lo dejó todo… BAIHE, LO ABANDONÓ TODO –Le dijo entre dientes, ya estaba sintiendo que a este paso le iba a arranca la tapa de la cabeza
- ¡Wenyan!
- Si, comparten la culpa, pero no quiero… que pases un solo segundo de tu asquerosa vida, yendo por ahí, diciéndole a la gente “él decidió volver conmigo” como un mantra para evitar años que como un criminal trabajaste la cabeza de mi hermano para arruinarle la vida por “ganarle el novio a alguien”, quiero que pierdas el sueño, el hambre, que te sientas tan mal como él… porque no es justo, que con tu cara de imbécil, vengas a mi casa, a preguntarme por él como si fuera un chiste, como si acabaran de terminar porque tuvieron una pelea estúpida, mientras ni siquiera yo sé dónde está mi hermano dándose golpes de pecho por “amor”
Sabía que ese segundo paso camino a solucionar las cosas iba a ser el más complicado, lo que no sabía era que a la entrada había un dragón esperándolo y que le quedaba un largo tramo por delante. Cuando días atrás había tenido los huevos de comenzar a resanar la situación, salió con algo de miedo pero motivado porque pensaba que, a la larga, solo tenía que hablar con dos personas, la tercera era la meta, ahora… las cosas pintaban muy diferente, no solo porque iba a regresar a la hora de la cena con la cara roja e hinchada de los golpes y con parches de cabello arrancado tal vez, sino porque el verdadero peso de sus acciones había caído sobre su espalda y sabía que con un “perdón” no lo iba a solucionar.
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No era una mala persona, nunca se había considerado así para ser sincero, pero si tenía notorias carencias que claramente no le habían hecho tomar las mejores decisiones. Sabía que ese instinto competitivo a veces lo sobrepasaba, pero la satisfacción del triunfo iba mucho más allá de su propia consciencia. Si, era un poco obsesivo, algo intenso, pero jamás le había hecho daño a nadie… eso quería creer.
Le gustaba ganarse las cosas por su peso, esforzándose y para él significaba dar todo de sí, cuanto podía y hasta más, y de esa manera planeó obtener la simpatía de él.
Le fascinaba lo indomable, lo violento, lo distante, era como si se hubiera puesto en bandeja de plata, todo un desafío, no importaba si lo superaba en algunas aptitudes, podía vivir con ello, pero había algo en él que le pedía que fuera más allá, encontrar en aquella expresión indiferente vulnerabilidad. Quería a Baihe para él, quería atravesar su pecho con sus manos y tocar esa fibra sensible, conocer sus temores, ver sus lágrimas, escuchar palabras que no dirigiría a nadie nunca.
Aquello, era algo parecido al amor ¿Verdad?
Era como un juego de estrategia, tenía que conocerlo bien, tenía que conocer TANTO como pudiera de él, cuando un gesto dudaba, en cuanto la voz le temblaba, el momento en el que esquivaba su contacto… su mirada, sus preguntas, su presencia…
Detestaba la idea de saber que su debilidad correspondía a otra persona, su secreto era… otra persona y mientras esa mirada amenazante se suavizaba con la presencia de alguien más, él, por su parte, solo tenía ojos para Baihe, no existía nada más alrededor de él y la idea de que hubiera un tercero que interviniera en su meta le carcomía la cabeza día y noche, a veces pasaba sin poder dormir.
Tenía que ser amor lo que sentía, deseaba quitarlo de la vista de los demás, sentir que era la única persona que había podido tocar su corazón, quería que le pertenecía y que supiera que nadie nunca podría ocupar su lugar… que nadie nunca lo amaría como él lo amaba, nadie NUNCA podría lograr lo que él logró, porque Baihe era un muro imposible de cruzar, tan aterrado de ser lastimado, utilizado… traicionado, y él lo había logrado, estaba ahí, se convirtió en su seguridad.
¡Se lo había ganado con esfuerzo! Era una victoria limpia, merecida, no había nadie que pudiera ocupar ese lugar en su corazón si no era él.
… y, sin embargo, se lo cuestionó más adelante… ¿Por qué la satisfacción se esfumó tan pronto? ¿Por qué ese triunfo se sintió tan pasajero? ¿A eso era lo que le llamaban pasar del enamoramiento al amor?
Baihe brillaba, de alguna manera bastante discreta, así como su personalidad reservada que se había suavizado un poco con la convivencia. Lo contemplaba por largos ratos: su hermoso rostro, su figura atlética, la delicadeza de su tacto, el aroma de su piel, era… era perfecto, casi parecía un trofeo, uno que a veces olvidaba por qué había ganado y luego recordaba vagamente que debía ser amor.
Tenía que ser amor. Obtuvo a la persona que quería, un objeto de deseo para algunos cuantos que no podían ni aspirar a acercarse demasiado, una de esas flores exóticas que pocos se atrevían a tocar porque les haría daño. Creía que era único en su especie, para él y seguramente para cuantos le dirigieron alguna indiscreta mirada ¡Tenía que ser amor! Porque no podía ser nada más, era suyo, le pertenecía, nadie más podía decir que vio su cuerpo, escuchó cerca su voz o consoló su llanto, nadie más podía decir que conocía sus secretos, sus miedos, esa debilidad que estaba oculta tras su duro carácter.
Solo él ocupaba ese lugar y no podía ser otra cosa que no fuera amor.
Pero la intensidad de sus sentimientos se desvanecía ocasionalmente y cada vez con más frecuencia hasta que no hubo vuelta atrás y nada más dejó que se escapara de sus manos.
Aún así, luego de darse un espacio lo intentaron de nuevo, pero en medio de ellos había algo diferente. Ya no sentía que le perteneciera, pero tampoco le importaba mucho… y era… increíblemente confuso, quería seguir ahí, quiera volver ahí, como si eso pudiera asegurarle que era real, que… era amor.
La tarde en que la lluvia los cubrió, los separaba una distancia más que física. Sus sentidos estaban distribuidos en todas partes, el sonido de las gotas golpear contra el suelo, el bajo tráfico de la hora en aquella calle, las voces distantes de los departamentos, sus vagos pensamientos que no podían enfocarse en el otro, todo era tan incómodo, tan extraño, como si de forma inconsciente deseara estar en otro lugar.
Lo que vino después pasó demasiado rápido, fue con un instinto que se disparó en medio de su ausencia.
Las emociones se agolparon tan súbitamente que perdió la noción del tiempo, olvidó que le pertenecía un cuerpo físico, la falta de aire llegó tarde y lo despertó tosiendo en medio del agitamiento, el frío se desvaneció por la calidez que tenía en los brazos, la familiaridad de su aroma… Tal vez la angustia lo hizo perderse en sí mismo y lo trajo de vuelta al mundo físico del que por un momento se había distanciado.
Exhaló suavemente, su mirada viajó alrededor, al cielo, a las edificaciones alrededor… a Baihe de pie mirándolo también con una expresión de alivio, no podía dibujar nada más en su mente, porque no importaba, porque sus cejas curveadas, ni la mano en su pecho eran detalles que provocaran algo en él.
El cálido llanto sobre sus hombros despejó el entorno… de una manera bastante turbulenta. Había sostenido un peso enorme por algunos segundos y en ese momento lo dejó caer todo, sintió un miedo que caló hasta el fondo de su pecho y sus brazos nada más buscaron aferrarse con más fuerza al menudo cuerpo entre sus brazos para asegurarse de que era real, de que no lo había perdido, que estaba ahí.
… entonces se dio cuenta que… en todo ese tiempo, eso no había sido amor.
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¿Amarme?
Ante ese cuestionamiento perdió toda la voluntad, su reacción fue pequeña, muy sutil, pero el golpe lo sintió profundo en su pecho, en ese momento supo que no había nada que pudiera decir para compensar el daño que había hecho. No era tener una perspectiva fatalista… era ser realista y consciente de sus acciones y de los sentimientos del otro.
Una vez más había jugado con sus sentimientos, una vez más se había dejado consumir por sus miedos tontos y convirtió la “solución” en un problema más grande, en uno que esta vez dudaba que el tiempo pudiera sanar. Quería vomitar… aterrado por la idea de que por una decisión tonta y afanada le había quitado la oportunidad de… tal vez ser feliz por un rato más.
Apretó los labios y tras inclinar la cabeza en señal de despedida, sin añadir nada, sin explicarse, con las palabras agolpándose en su cabeza, nada más retrocedió y se alejó de ahí, primero a paso lento y contenido, luego más rápido y finalmente corrió cuando ya sabía que no estaba a la vista de esa persona. Quería perderse, irse muy lejos, desaparecer, dejar de sentirse así.
Se lo merecía igual, merecía sentirse vacío, angustiado, al borde del abismo y estaba dispuesto a soportarlo.
Nunca había sido bueno expresando sus emociones, siempre tuvo problemas para decir que algo le gustaba, lo hacía feliz o le hacía sentir bien, era más fácil demostrar desacuerdo con algo que verse mínimamente vulnerable hacia un gesto amable, por alguna razón le avergonzaba, lo hacía sentir pequeño y ridículo y… no quería verse así, tal vez porque sentía que para asumir la responsabilidad sobre su hermano, debía de negarse esas pequeñas alegrías o nadie nunca lo tomaría en serio, no podía dejar que el mundo le viera la cara, no podía permitir que nadie lo engañara o se aprovechara de un mínimo gesto de amabilidad de su parte.
Seguro por eso nada más amó a LuTian en silencio cuando era un adolescente ¿Y si él le veía la cara? No iba a soportar que se burlara de él por no corresponderle, por ser hombre, por ser frío, por ser imposible de amar de la manera en la que él amaba, tan romántico, tan detallista, tan… cursi. Si, estaba juzgando mal a quien no era solo el dueño de sus suspiros si no también su amigo, quería ponerle “peros” y buscarle defectos solo para que fuera menos doloroso verlo con alguien más.
Su limitada y corta vida amorosa había estado tan llena de inseguridades, que no dudo en aferrarse a lo primero que le colocó un suelo a sus temerosas emociones.
Fue feliz, por supuesto, sus emociones eran sinceras, esa persona lo empujaba a enfrentarse con algo de esa parte vulnerable que tanto quería reprimir, pero era como si no pudiera hacer más que contenerse, era incapaz de ceder más, no por miedo, solamente… no podía, fuera por algo que él no podía controlar, fuera porque aún tenía a alguien más en su mente, fuera porque de alguna forma llegó a sentirse atrapado en una relación… no porque fuera mala, era algo que no podía poner en palabras.
Y pese a sentirse así y a haber terminado esa relación por lo mismo, a la final regresó… buscando la estabilidad que había tenido por algunos años. Tenía miedo de que nadie pudiera quererlo como él, tenía miedo de hacerle daño a quien había anhelado por tanto tiempo, sin pensar en que… por más que buscara hacer el menor daño posible a través de su sinceridad… ya era bastante tarde y todas esas alegrías, todos esos recuerdos, pasaron a ser una partícula pequeña y olvidable en un enorme dolor.
Le habría gustado pedir perdón una vez más… pero si hubiera tratado de seguir hablando se habría quebrado, le aterraba la idea de que se burlara de él… porque sabía que no iba a creerle una sola palabra, no tenía por qué hacerlo de cualquier manera, en su posición él tampoco le habría dado el beneficio de la duda a nadie, él no le habría creído absolutamente nada.
Seguro se vio ridículo en ese instante hablando de amor, patético, estúpido, insignificante. Cuando repasó sobre sus acciones, en el momento que tuvo que parar a causa de la falta de aire, las lágrimas se agolparon en sus ojos hasta que nada más se escaparon, abrió la boca porque quería gritar, pero no pudo hacerlo, la angustia lo devoró de pies a cabeza y en ese instante todo se acabó para él.
No es que tuviera una perspectiva fatalista, solo aceptaba las consecuencias de sus actos, no era que buscara la salida fácil, siendo sincero no tenía otra salida más que continuar con su vida, solo que de cero.
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El primer quiebre
Nunca había dejado de escribir, se había recluido entre las palabras toda su vida para tratar de vivir lo que no podría él por su débil carácter y grandes inseguridades.
Incluso, cuando perdió la memoria, escribió cada día, inspirado por una musa sin rostro, en un alguien que hacía que sus emociones crepitaran en un cosquilleo bajo su piel, en alguien que despertaba en él un anhelo que hacía brotar sus ideas en frases y párrafos llenándolos de color y alegría.
Durante los años, sus escritos desde lo más amateur, habían sido fruto de una figura que le inspiró, cuando era chico cada persona que cruzaba por sus ojos, los que pocas veces se elevaban a buscar miradas ajenas, habían sido partícipes de incontables poemas aleatorios, así como lo fueron sus padres… y la pérdida de estos. Quiso ver por mucho tiempo el mundo a través de ojos ajenos, porque jamás podría verlo a través de los de él mismo. Los matices de sus narraciones se adaptaron a cada evento de su vida, desde las alegrías, hasta los grandes temores alrededor de la muerte, el hambre y abandono.
Wenyan era incapaz de hablar por él, así que lo hacía por los demás, cumpliendo una tarea invisible que realmente a nadie le importaba, solo él.
Todo el mundo a su alrededor era fascinante, desde los maleantes que querían sacar tajada de ellos, pasando por los aprovechados que se acercaban inocentes, los amables que despertaban algunas desconfianzas, hasta llegar a los brillantes héroes dignos de leyendas e historias. Todo el mundo era un poco de lo uno o de lo otro y siempre tenían algo que contar… algo que él tal vez desconocía, algo que tal vez no había sucedido, pero que él, sin dudar, creía que era así.
Wenyan siempre escribió poemas sobre los demás, hasta que un día, sin darse cuenta, comenzó a escribir poemas acerca de él… o algo así, fue más como un inesperado giro de la historia.
Cuando comenzó a escribir sobre Xinyi, se vio hundido en un mar de ideas. Su belleza, su gracia, sus gestos, la manera en la que caminaba o se expresaba, la forma en la que educaba y batallaba, su hermosa personalidad, cada detalle lo quería capturar con tinta, cada emoción que le producía quería exponerla sobre el papel, incluso como su brillo nunca se desvanecía si no que, por el contrario, cuando las cosas no estaban a su favor, batallaba contra los pensamientos negativos, los malos comentarios y los recuerdos que tal vez lo aquejaban, entre otros fantasmas que desconocía, para simplemente deslumbrar aún más.
Deseaba que nunca dejara de brillar…
Y así estaba escribiendo de alguna forma acerca de él. Acerca de su corazón acelerándose, del gozo que le producía su risa o la calma de su aroma.
Se había vuelto un poco egoísta con sus palabras, lo que él sentía, lo que él pensaba, sus poemas se convirtieron en sus perspectivas sobre una vida a la que él, de haber sido alguien diferente, desearía pertenecer, pero correspondían a mundos diferentes y él nada más era un espectador, su más grande admirador. Para Wenyan, amar y vivir amando representaron lo más alto de su creatividad, lo que casi para él se sintió como un inicio…
Así como fue un final.
Deseaba vivir escribiendo, tras bambalinas, oculto en lo profundo de algún taller olvidado, dejando que sus poemas se mezclaran con papeles desechables de manera que nadie nunca pudiera leerlos además de él. Sabía que el mundo del que escribía era un lugar al cual no podía pertenecer y tampoco aspiraba a hacerlo, solo quería una vida tranquila y seguramente algo solitaria en el anonimato…
Quería una vida tranquila… y algo solitaria… para nada más escribir.
Hasta que una noche el tiempo se detuvo, su mirada hundida a un papel en blanco que reposaba sin haber recibido contacto alguno en… días… ¿semanas tal vez? Un papel que le pertenecía a él, un papel en el que había olvidado escribir…
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