Tumgik
thatgirl-naara · 10 years
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El mañana es un preciado premio que no todos podemos obtener.
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thatgirl-naara · 10 years
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thatgirl-naara · 10 years
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Cierro los ojos, cuento mis pecados y lo asumo. Me estoy desangrando.
Participantes: Naara & Ina
Locación: Uff... Washington en general. 
Marco de tiempo: Viernes por la tarde.
Comentarios: Nada, no se que poner.
Viajar, aquella palabra que solía encender una chispa en mi también lograba un efecto completamente opuesto, temor. Estadísticamente las rutas por tierra eran mas peligrosas que aquellas por aire pero aún así podía imaginarme mil situaciones de escape estando sobre cuatro ruedas que volando por las nubes. El aroma que me rodea lo puedo reconocer a la perfección, Washington, es un alivio estar de regreso y esta vez en compañía de mi madre. Su apariencia luce tan natural que es casi un milagro que las grandes ojeras bajo sus ojos azules desaparezcan y me sonríe, por primer vez siento que ese rayo de luz que me llega es honesto. Pienso en Grecia y mi semana allí, pienso en lo que se dijo y lo que nos callamos y siento que el tiempo en mis manos se vuelve eterno en este instante. He soñado tantas veces y ahora me niego a creer que esta situación no es real, me pellizco y gruño ante el ardor pero mi mundo alrededor no cambia entonces ¿no estoy soñando? Se la respuesta a mi pregunta pero no la respondo, mentalmente la ignoro así como cualquier otra que cuestione la situación. Una mirada curiosa recae sobre mi y creo que esta preocupada pero no estoy segura y es en ese momento en el que me doy cuenta que no la conozco demasiado, ella no me lo ha permitido pero ¿me alcanzaría el tiempo para conocerla un poco más? ¿Podría disfrutar de sus abrazos? ¿Acaso este pequeño sabor en mis labios es la muestra de eternidad? ¿El tiempo se detendrá? Quiero detenerlo y la emoción recorre mi cuerpo como si me estuviese bañando en chispas de energía y siento que nadie podría comprenderme en este momento. Al menos sin conocer gran parte de mi historia.
Soy la chica huérfana que siempre ha tenido una madre, ha vivido con ella y compartido comidas pero en realidad no existía una mamá, ni una hija. Eran dos desconocidas que construyeron sus caminos de manera paralela ¿y saben cual es el problema de las líneas paralelas? Nunca se cruzan, al menos que sean coincidentes. Llamar su atención no funcionó, me volví la niña que robaba por diversión y pecó. Pecado, la horrible palabra que ella tanto repudiaba fue lo único que cautivó su atención una vez pero todo se desvaneció. Entre la oscuridad y la interminable penumbra la volví a perder ¿tenía que volver a equivocarme para recibir unas palabras de afecto? Siempre intentando llamar la atención Naara, siempre reía cuando tenía que llorar y lloraba cuando tenía que reír. Una niña peculiar, solían definirme como la adorable sonrisa que únicamente guardaba maldad en su interior, pero eso ni siquiera logró una mirada de desprecio de su parte porque la indiferencia mataba y ahora, cuando mi mundo se derrumbaba entre el pánico y la culpa ella apareció sin ser llamada. Dispuesta a salvarme, dispuesta a cambiar el pasado y reconstruir un futuro solo para las dos. Cuando mi mirada se encontró con la de ella en el pequeño porche, estaba entusiasmada y a la vez nerviosa. “La charla” prometía demasiado y podría terminar en un golpe más de decepción pero sin embargo yo era capaz de leer sus movimientos también y estaba nerviosa. Sus primeras palabras escaparon entrecortadas, tuve que esforzarme por entender lo que intentaba decirme y no se si al final escuché lo que en realidad estaba diciendo o lo que quería escuchar pero mi respuesta fue un abrazo. Un abrazo que se correspondió con la misma intensidad, y una lágrima en su mejilla quebró mi corazón porque esta vez era un sentimiento de emoción. No lloraba la pérdida de papá como solía hacerlo, lloraba un reencuentro y quizás había encontrado aquel pedazo de si misma que perdió hace tanto tiempo, o quizás nunca lo había perdido, simplemente se había negado a verlo. ¿Comenté cuales fueron sus palabras? Creo que es importante citarlas porque desde ese día las he citado una y otra vez en mi mente, hasta llegué escribirlas en mi diario en su lugar correspondiente, la penúltima pagina y es gracioso que solo me reste una. Lo tomé como una señal para volver a comenzar, desde ese día las cosas comenzaron a cambiar y como una mariposa era tiempo de evolucionar y en vez de pasar pagina debía cerrar el libro y comenzar uno nuevo. Aún así, no he tenido tiempo de adquirir uno nuevo ni de completar esa última pagina restante porque aunque contenido tengo de sobra, siento que el final debe ser especial. Pero volvamos a lo importante, la penúltima pagina:
"Sé que las marcas en tus mejillas son señal de que has estado llorando, sé que aunque ahora intentes borrar el rastro con tus palmas la cicatriz esta allí y tus ojos se llenarán de lágrimas que no soltarás por orgullo mientras tus labios comienzan a desfigurarse en un mohín. Sé tantas cosas de ti que probablemente ni siquiera sepas que las sabía, se que preferías jugar con la muñeca de cabellos oscuros porque te recordaba a mi. Sé que tu plato favorito era el desayuno a lo americano, huevos revueltos y también que amabas las trenzas principalmente si era yo quien las hacía. He estado tanto tiempo aterrada observando tus pasos en silencio, aterrada de lo mucho que te parecías a tu padre que jamás tuve el valor de ser madre. De dar atención, educación pero sobre todo cariño y aunque puedes odiarme,  solo te pido una cosa, no tengo derecho de hacerlo y aún así me atrevo. No cuestiones mi amor, no cuestiones el amor de nadie ni el tuyo propio. No te culpes porque vales demasiado, te has equivocado y has manchado tus manos de sangre pero Naara ¿alguna vez te has preguntado que hubiese pasado si tu no estabas allí? Salvaste una vida y no mereces recordar ese momento como una criminal, quiero ayudarte ¿puedes perdonarme? ¿Estas dispuesta a enfrentar las cosas con valor y luchar para seguir adelante conmigo? Hija, me voy a Washington contigo si es necesario" - Ina Tsergas, La Charla.
Ahora la vuelvo a mirar como la miré aquel día y me sorprendo porque temía, temía que aquellas palabras fueran arrastradas por el viento, olvidadas pero sin embargo las grabó y no fue solo con su voz, también fueron sus acciones. Caminatas juntas, un helado compartido y una comida en compañía. No faltaron los abrazos ni las risas hasta podría decir lo mucho que sobraron las palabras en esos días, se decían de más como si necesitarán escapar tarde o temprano porque mañana sería demasiado tarde y quiero creer que por un segundo juntas construimos nuestro pequeño infinito. ¿A dónde íbamos a ir? Nos restaba unas horas antes de partir a conocer nuestro nuevo hogar, la casa que habíamos elegido y decorado a kilómetros de distancia pero así era la tecnología. Eficaz y sencilla y así eramos nosotras también, tan clásicas y similares al mismo tiempo. —¿Sabes un lugar al que nunca fuimos?— mi pregunta rebotó contra el mismo ambiente, mi mirada brillaba y ni siquiera esperó una respuesta de su parte porque sabía que yo hablaría antes —La juguetería, ya no soy una niña pero tienes que regalarme mi primer oso de peluche— pestañeé cual niña pequeña que acababa de pedir el regalo más esperado, y de cierta manera así era. Quería por primera vez verme rodeada en un sitio infantil con ella de la mano, reírnos de las Barbies y los juguetes que van evolucionando de acuerdo a la edad. Pensar “Ey, no sé porque pero cada uno de ellos te vendrían muy bien. Te imaginó jugando hasta con los que dicen para menores de tres años” y las carcajadas hasta que nos obligarán a callar. Mi sueño era tan simple pero en mi interior, perfecto. 
Me sorprendo con la tranquilidad de Washington y no se cuando pero me doy cuenta lo mucho que extrañe estar de pie aquí, observando las calles, coches y hasta las personas que caminan despreocupadas. Cada rostro concentrado solo en lo que a ellos les interesa y nos hacemos invisibles, y desaparecemos para el mundo como ellos desaparecen para nosotros, pienso en tantas cosas como que quizás debería avisarle a alguien que ya estoy aquí pero siento que no esta bien. Algo en mi pecho se aprieta y aún no estoy aquí, aún no llegue a donde todos me esperan porque mi camino es más largo y complicado que esta simple calle, que aquel largo vuelo de ida y vuelta. El paisaje cambia, ya no hay un constante susurro a mi alrededor ahora se ha bañado por llantos y risas, caprichos y berrinches de los más pequeños ¿puedo unirme a ellos? Algunas vagas actuaciones e imitaciones pasan por mi mente cuando veo algo que me causa ternura, un pequeño cachorrito de felpa o aquel conejito de bufanda a rayas. ¿Podría hacerle un regalo? A ella y a cualquier persona que me importe porque en el fondo se que eso es lo que haría, terminaría comprando la tienda y enviando sobres con absurdas cartas porque nunca fui demasiado buena escribiendo y por eso aprovecho a decirle lo mucho que la quiero cada vez que puedo con mi voz, si algún día me la quitarán probablemente perdería lo más importante que tengo y es mi capacidad para expresarme. Mis pensamientos se van por calles oscuras pero al final vuelvo cuando su grito desgarra mi oído, siento que me han arrastrado de mis sueños y ahora me encuentro dentro de una pesadilla.
El cañón de un arma se vacía, otro es recargado y mi corazón comenzó a apretarse porque no puedo reaccionar, me ahogo y siento que comenzaré a ver sangre en cualquier momento. Esta escena se vuelve familiar, reacciono y sé que aún no he superado mi pánico, mis manos repletas de sangre ajena pero su grito esta ahí presente. En el fondo de una escena fantasiosa, la realidad golpea una y otra vez impaciente para entrar y no voy a responder ¿por qué mi cuerpo se ha paralizado? Me mentalizo, me intento tranquilizar y se que esta escena la he visto antes. El arma siendo apuntada a alguien inocente y mi cuerpo intentando cambiar el destino final de aquella trágica historia, es mi secreto, he protegido tanto tiempo lo que sucedió hace años atrás que no he tenido ni siquiera el valor de enfrentarme a mi propio basado. Suspiro, mi respiración desacelera y busco lo primero que mis manos encuentran porque es mi madre, no salvaré mi vida para entregar la de ella. Porque mi vida fue bañada de errores y pésimas decisiones, esta no sería una más. Era hora de enfrentar mis demonios, de enfrentarme a mi misma y me alegro que aquello que mis dedos abrazan es lo suficientemente pesado como arrojarlo contra aquel desquiciado. El impacto en su brazo lo obliga a soltar el arma, siento el metal chocar contra el suelo y no puedo pensar solo me aviento contra mi madre, protegiendo, apartando al mismo tiempo. La mirada ajena, maligna se posa en la mía y puedo leer mi destino en sus ojos porque cuando escucho la sirena circular en el exterior ya es demasiado tarde. El sonido de un disparo es lo único que soy capaz de captar, algo arde y quema sobre mi vientre pero no siento nada más. Mis manos se aferran a el sintiendo humedad, sangre, y las palabras esta vez no quieren salir porque no me quedan fuerzas. Mi cuerpo se debilita y cae, lo siento golpear contra el pecho de mi madre quien me retiene mientras los gritos ajenos se comienzan a desvanecer. Veo lagrimas en sus ojos, y le sonrío —No llores— las palabras escapan de mi, entre cortadas y apagadas. A veces la vida es así, un faro de luz con un destino demasiado marcado para quienes se desvían demasiado de su propio camino. Todos alguna vez en la vida tenemos un precio que pagar por lo que hemos cometido, y quizás para muchos sea injusto este castigo sin dar una segunda oportunidad ¿Acaso yo la di? No. —Esta bien— mis palabras cada vez se pierden más, la intensidad se desvanece y puedo ver la historia de mi vida correr en mis pensamientos. No hay nada que lamentar, nada que cambiar porque cada momento fue perfecto a su manera y porque al final todos pudimos aprender un poco más. Quizás no nací para ser querida, eso solía decir y probablemente me equivoque pero si nací para querer. Nadie podía cambiar aquello, porque aún cuando mi respiración comenzaba a volverse más escasa los sentimientos no se marchaban y se que sentí una lágrima fría bajar por mi mejilla, no era de dolor, era por ellos ¿cómo estarían mañana? Mi muerte los haría sentir más vivos ¿era aquí en donde moría? ¿La última pagina de mi diario la llenaría con una muerte heroica o idiota? —Promete que vivirás por mi, y no llorarás— el tragar saliva era una nueva misión que jamás me había dificultado tanto—no quiero eso, vales más que dos perdidas innecesarias— me mantengo a la expectativa, no se si mis palabras en realidad han salido en voz alta o las he pensado pero espero que sea capaz de comprenderme. No quiero sentirme culpable, no otra vez cuando la culpa finalmente me ha abandonado porque de una extraña manera puedo sentirme libre. A pesar que conocía a la perfección que es lo que venía después, hubo un instante, un extremo frío que no se comparaba a nada. Una leve luz que parpadeaba mientras los minutos continuaban fluyendo, nadie más pudo ver lo que yo vi al abandonarlo todo, no puedo llevar deseos y guardarlos en mi corazón porque aún entre la realidad y lo ideal me encuentro encadenada como victima en un sacrificio. Mentira, miedo, tristeza, dolor es mucha negatividad que ya no logro sentir. Porque en aquel lugar donde vi estrellas, ya no las puedo ver y la oscuridad me abraza una vez más. El mundo se apaga y mis sentidos también y me doy cuenta que el mañana es un preciado premio que no todos podemos obtener.
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thatgirl-naara · 10 years
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ευχαριστώ για τις αναμνήσεις
Participantes: Nikolai & Naara
Locación: Habitación de Naara
Marco de tiempo: Sábado por la tarde.
Comentarios: bueno nada, tengo feels y sufro como perra pero nadie me entiende... HAY PARTES EXTRAVIADAS POR QUE NEAT ES PUTO.
Nikolai
Los domingos se caracterizaban por liberar ciertas moléculas de nostalgia, mezcladas en pilas de libros que él terminó de leer más rápido de lo que hubiese deseado, al menos deseaba ir más lento, que el día termine en la distracción de los estudios, pero no, tuvo que terminar como seis horas antes de lo esperado. Salió de su habitación, y una vez que tuvo pie en el famoso campus de la universidad prendió un cigarrillo, ¿a dónde ir? Aquella era una pregunta que viajaba de izquierda a derecha en su cabeza, sin el encuentro con una respuesta. Hasta que un rostro con ojos azulados y mejillas regordetas surcó su mente. Sonrió interiormente, Naara, griega, repleta de alegría, aquella era su solución y medicina del día. Se paró en un estacionamiento sólo para deleitarse con algo que le había quedado pendiente de la última fiesta, y para dejar las cosas claras; seguía con aquella presión en el pecho que le sacaba las ganas de festejo, fumar en soledad, pateando la rueda del automóvil de uno de los profesores era más tentador y entretenido. Cinco, seis, siete, seguidas, fuertes y poderosas caladas fueron suficientes para que él se halle en un aburrimiento, directamente preparado para ir en la búsqueda de su salvadora de domingo monótono. Golpeó la puerta, se sabía el número, y quizá era una de las pocas afortunadas con eso de su lado, y no era así con el resto general por falta de memoria, era falta de interés. Soltó un suspiro, al menos no desprendía un olor tan obvio, y lastimosamente ni siquiera se había preocupado en revisar sus ojos, pues, ¿qué importaba? Seguramente ni tan malo era, su visión estaba bien, sus reflejos también, era una ligera paranoia acariciando su espalda, la cual ya consideraba conocida y cercana. Al encontrarse con la griega, hizo una reverencia de saludo— No digas nada, morías de ganas por verme, lo sé.
Naara
Sus pasos recorrían por completo la habitación aprovechando la soledad de la misma, tenía tantas cosas por arreglar y tantas otras por hacer que el correr del tiempo parecía una especie de contrarreloj. Los minutos avanzaba de manera que estaba segura de que aquellas horas que habían transcurrido eran tan solo segundos porque de aquella interminable lista aún quedaban algunos puntos restantes que continuaba dejando para el final. Su madre le había llamado, aquello era algo semejante a un milagro ¿quería hablar con ella? ¿vendría buscarla? Aún creía que estaba soñando pero lo peor de todo es que se la llevaría de regreso a Grecia, una semana o un mes y aquel tiempo parecía tan corto sin embargo. Suspiró tirando su cuerpo sobre la cama, jugueteando con los almohadones que antes permanecían en un completo orden, no sabía como recuperaría aquellas clases perdidas pero estar con su madre y escuchar sus palabras era en lo único que ahora podía pensar. ¡Tenía que despedirse! aunque su lista de amigos no era la gran cosa se habían ganado el gran cariño de la griega, Grace, era la mejor amiga que siempre quiso tener y la que sin darse cuenta la volvía en mejor persona. Quizás si últimamente hubiesen estado más unidas no habría recaído tanto en sus mierdas, pero el orgullo le había pesado y como recompensa había estado ahorrado algo de plata. No le había regalado nada por su cumpleaños y aunque sabía que la chica de ojos bonitos odiaba ese tipo de cosas ¿podría rechazar un viaje a Cuba? La mataba si lo hacía. Loreley y Luka, aquellos dos nombres se habían ganado el cariño de la rubia y aunque el último ya había abandonado la universidad quizás aún tenía suerte de encontrarlo por la ciudad además quería conocer al pequeño. Será un gran papá, fue lo único que pudo pensar mientras un suspiro escapaba de sus labios, Nikolai, Nikolai, era una pequeña caja de sorpresas y por supuesto que le extrañaría pero despedirse de él sería difícil, no tenían ese tipo de relación y seguramente en Grecia aún la seguiría molestando con aquellos extraños monitos formados con símbolos que solía enviarle al celular. No pudo evitar soltar una carcajada, si su celular estuviera a mano probablemente le estaría enviando alguna tontería en ese mismo momento, era inevitable. El golpe la sobresaltó y con los labios fruncidos abrió la puerta sin preguntar quien era, pudo sentir su mandíbula caer al suelo por la sorpresa ¿él era vidente? entrecerró sus ojos divertida —oh claro Nikolai, que excusa más barata por favor— rodó sus ojos apartando su cuerpo de la entrada para que pudiera acceder al lugar —si tanto querías verme, no tienes porque ocultarlo. Ya se que soy irresistible— bromeó esbozando una sonrisa.
Nikolai
Cierra la boca, Tsergas, entran moscas. —tomó el mentón pequeño y adorable de la chica, y con suavidad unió los finos labios femeninos, inferior y superior, jugando por unos momentos con el rostro de la chica, bromista y divertido. Imposible e inevitable eran quizás los adjetivos adecuados para definir sus actos junto a ella. —Fue la primera que se me ocurrió, eh, podía haber mejores, lo admito, señorita, moría de ganas por verla. —usó el usted, como todo un caballero anunciando el gran aviso del año, y acto seguido, eligió hacer una reverencia. Una mirada viajó entre las paredes, cama, suelo y detalles, giró su cuello, sus manos aún se abrazaban a la tela de jean de su pantalón, mientras enderezaba su espalda en una mueca de curiosidad— ¿Pasó un huracán por tu dormitorio? Y no fui yo...—comentó, dejando que su vista viaje una vez más, y termine por descansar sobre la joven griega. — Totalmente irresistible, sobre todo cuando estamos juntos en natación, hey nunca te lo dije pero te ves bien en traje de baño —canturreó con lentitud notable, buscando que el color escarlata decore las mejillas de la joven griega, no sólo por molestarla, no, simplemente disfrutaba de verla de esa forma, de alguna forma le agradaba, y era una imagen que sus ojos no podía contener para observar, ¿por qué salvarse de poder maravillar a su vista de cosas que encontraba hermosas? Sería estúpido. Finalmente sus ojos se hallaron con aquellas enormes maletas, el mar de las dudas comenzó a llenar su cuerpo, ella seguramente viajaba, se atrevió a preguntar casualmente. —¿Maletas? —apuntó con mentón las mencionadas, alzando su ceja ligeramente— ¿Me dejas y no me entero?
Naara
Fue a objetar ante la orden pero sus labios fueron sellados por la presión que ejercían sus dedos sobre sus labios, intentó morder uno de aquellos pero solo obtuvo fracasos gracias a los reflejos del mayor —tomaré como que tu terrible excusa fue a proposito para que me percatara de tus verdaderas intenciones, no quiero pensar que tus intenciones eran engañarme por completo— formuló una sonrisa a medida que soltaba cada una de sus palabras y finalmente terminaban interrumpidas por una carcajada ¿qué diablos estaba haciendo? le iba terrible aquel personaje de principe, caballero o vaya saber que era —no me digas que estas ensayando para una obra de teatro y has venido para usarme de conejillo de indias— entrecerró sus ojos soltando posibilidades, quizás acertaba quizás no —porque soy excelente en eso de interpretar papeles— presumió con seguridad mientras cerraba la puerta, mentiras, jamás podría memorizar una línea y ni hablar de que luego había que decirlas sin reír de por medio. Se volteó observando su habitación juraba que no estaba tan mal antes, pero al parecer su sentido del orden había sido alterado en un abrir y cerrar de ojos —no encontraba una camisa y bueno, al final terminé dando con ella pero creo que en el camino he perdido el resto de las prendas— sintió como si un tic hubiese invadido su vista, incrédula por la cantidad de tiempo que le tomaría acomodar aquello y visualizando en Nikolai, una eficaz mucama. No, no funcionaría. Sintió sus mejillas encenderse ante el comentario dando pasos hacia atrás casi automáticos al presentir la cercanía ajena —Pensé que ya habíamos superado la etapa de perversiones— le regañó cubriendo con ambas palmas sus propias mejillas que estaban calientes, predecible, el idiota conocía sus puntos débiles a la perfección y aquello a veces le daban ganas de pegarle pero se contenía simplemente se limitó a lanzarle miradas de no te acerques o cállate y contestó la inocente pregunta —viajo a Grecia— aunque no planeaba decirlo ya ahora era demasiado tarde, no iba a mentirle.
Nikolai
¿Eh? Dijiste tanto que me terminas confundido, Tsergas, como siempre. —arrugó el ceño, verdaderamente confundido, poco a poco analizó despacio las palabras de la muchacha, y se dedicó a mover su cabeza de forma vertical, humedeciendo su labio superior. —Espera, ¿cuáles son mis supuestas intenciones, uh? Seguro siempre imaginando lo peor de mi parte. —suspiró dramático y sonoro, como usualmente hacía en alguna que otra actuación pésima de su parte, acompañada de un lenguaje corporal explicito. —No nací para ser actor, no sé, no resistiría la presión de la fama, las fanáticas enamoradas, no, no. —hizo una mueca de desprecio, siempre se imaginó el mundo de las celebridades de aquella forma, pero no había criaturas más asfixiantemente insoportables que aquellas que se creían una famosa estrella de Hollywood, con su nombre en la calle de la fama, y demás detalles, pero que al final no eran más que otro idiota que se mataba estudiando hasta pasadas horas, y cabía destacar que en Dartmouth más de uno que alimentaba de aquella idiotez. —¿Lo eres? Te creo, tienes cara de mentirosa. —pasó uno de sus dedos por la nariz de la muchacha, bromista— Y tienes cara de actriz, de comedia por supuesto. —añadió lo último con una seriedad absoluta. —¿Todo esto por una camisa? Tienes que estar de coña...—habló, conteniendo una carcajada, oh, mujeres, no era por actitud machista ni mucho menos, ¿pero cuál era la intención de todo esto? Además, por favor, dulce e inocente Naara, todo le quedaba lindo, no entendía el capricho con una prenda en especial, pero él era igual de quisquilloso, no con la ropa, pero sí en otros ambientes y temas. —Lo siento, lo siento, ah, nunca lo superaré, es inevitable. —negó, cabizbajo, mirando por unos segundos los cordones de sus botas negras, como si fuese una clase de niño recibiendo el peor de los retos de su madre, sonriendo interiormente al ver aquel color maquillar sus mejillas. Victoria. Sus cejas se arquearon, una mentira grande sería decir que aquello no fue como una pequeña cachetada. Asintió aún manteniendo aquella mueca dudosa, y pensativa— ¿Me llevas contigo? —preguntó, serio, observando a la chica con sus ojos casi iluminados, antes de esperar respuesta se apresuró a hablar— ¡Bromas, Naara! Joder, tranquila, no me mates, tampoco ando de pordiosero buscando alas para esconderme. —soltó un suspiro, sentándose en el borde de la cama de la muchacha, serio, serio por fin por primera vez— ¿Alguna razón en especial para viajar?
Naara
[PARTE EXTRAVIADA]
tampoco, pero ella era su amiga y debía compartir... ¿qué mierda estaba pensando? No lo hacía ni con su más íntima amiga, además eso incluía que también ella debía contarle cosas a él ¡Pero eso no sería problema! Lo único bueno que sucedió fue un primer beso antes de traicionar a esa persona y que luego corriera a cambiar pañales. Mala suerte en su estado más puro. Arrugó la nariz al sentir el tacto del chico sobre la misma —claro porque seguramente me reiría de mis propias bromas ¿verdad? — pestañeó inocentemente, aquella inevitable pureza que le sentaba tan bien. —No es cualquier camisa— aclaró antes que el chico explotara o algo así, parecía haber escuchado que una bomba estallaría en cualquier momento —...es la camisa de mi amante— la broma fue tan seria que ni se molesto en refutarla a menos hasta disfrutar del momento. No era buena actriz cuando se trataba de seguir guiones, pero mentir se le daba como anillo al dedo. Buscó la mirada celeste y se rió a si misma, aquella pregunta le recordaba lo +
[PARTE EXTRAVIADA]
Nikolai
¿Me acabas de comprar con hablar con una mediocre pared? La pared más hermosa e interesante sí. —habló, soberbio, y por supuesto, no le costaba mentir para nada ser una persona así, quizá tenía a veces dicha característica, o quizá era el ambiente que respiró, cualquiera de las dos terminaba siendo un beneficio a la hora de fingir. —Oh, vale, no digo nada entonces, voy a inclinarme por caer en tu puchero y creerte. —suspiró suavemente, humedeciendo su labio inferior. —¿Disculpa? Repite lo que dijiste y aclara ahora mismo. —exigió, alzando sus cejas con curiosidad palpable, pues, no era que le importase en extremo el qué dirán, pero con Naara, bueno, la cosa cambiaba un poco mucho. —No me va el fanatismo, eh, eso iba en serio. —repitió, sonriendo ligeramente, a veces el grito repleto de pasión hacia alguien que ni conocía lo ponía nervioso. —Sí, quizá eso ocurriría. —asintió, pero poco a poco un cambio ocurrió y pasó a negar, dejando claro mediante el gesto que la imagen de la inocencia no le sentaba para nada. Alzó sus cejas, ahora trazando la sorpresa en cada centímetro de su rostro. —¿Y la dejó aquí? Oh, vaya, entonces fue un encuentro salvaje, ¿uh? —inquirió, abriendo sus labios con lentitud, y arrastrando un poco sus palabras a la espera de una respuesta por parte de la griega— ¿Me llevarías? —contestó con una nueva duda, ahora sí sintió una pequeña curiosidad verdadera crecer en su tono y en él mismo, ah, para él nadie podría llevarlo a ningún lado, no era como que el país de Grecia suene como una tentación derretida, pero él era insoportable a pesar de negarlo, y una cosa era tenerlo de compañero, amigo, en una universidad, otra era vivir con él, así que la idea ni siquiera tocaba su mente, simplemente continuaba con aquella indagación enmarcando la obra. —¿La charla? —repitió, algo confundido, si recordaba de pequeño "la charla" era ese susurro infantil sobre un padre o madre sentando a su hijo para despertar el mundo del sexo, de las relaciones, y demás sinónimos, los niños salían siendo otros por supuesto él nunca tuvo la esperanza de tener un momento así con ningún miembro de su familia o progenitor. —Eso es... bueno, ¿no? Encontrarte con tu mamá, da igual el tema o sobre qué hablarían, es... me alegro por ti. —asintió, honesto en cada una de sus palabras dichas, pues, ¿cómo no alegrarse por la felicidad de la chica? Era hasta contagiosa, pero él usualmente usaba una clase de burbuja anti virus alegres —¿Cuándo te vas? Digo... no sé, podríamos hacer una fiesta de despedida. Fiesta privada. —hizo una pausa, girando su cuello para observarla — Y por privada me refiero a tú y yo nadie más, eh.
Naara
Pues así es ¿tienes alguna objeción? La pared es muda y no se queja también —canturreó como él siempre solía hacerlo, burlona y sin aceptar ni un poco la soberbia ajena. Sonrió con amplitud al ver que había conseguido una gran victoria esta noche. Sintió que el pelinegro se estaba tomando en serio aquel comentario que había soltado e intentó arreglar o más bien aclarar —Bueno, unas noches sin fiesta y te conviertes en toda una celebridad y eso que no te gusta la fama— humedeció su labio superior —también tu popularidad con las chicas y bueno no se si de los chicos también— añadió en broma frunciendo el ceño con desacuerdo, había rechazado su toque inocente y en devoluvión le dedicó una sonrisa perversa. ¿Un encuentro salvaje? Su mirada era ciertamente desconcertada ¿se lo había tragado tan fácil? No sabía si decepcionarse o festejar por ser una buena embustera —En realidad la conservo para dormir, los recuerdos y eso— intentó mantener la seriedad pero lo bueno no duraba demasiado, la carcajada arruinó su papel y fue la burla la que apareció —no puedo creer que hayas pensado en que tuve un encuentro salvaje. No estoy en contra de las relaciones liberales o abiertas pero prefiero perseguir el ¿romance?— inquirió encogiendo sus hombros. Una aclaración innecesaria. —Te llevaría y estoy hablando enserio Nikolai— se lanzó en la cama permaneciendo a su lado sin pensar en nada más —es una invitación seria y es solo una semana exagerado. Se que no podrías vivir sin mi— soltó burlona con algunas risas de por medio. —La charla, mi madre y yo no hablamos desde hace ya varios años. Ya tendré tiempo para contarte, cosas— enmarcó cosas como si fuese la gran cosa y para ella lo era. Arqueó una ceja alzando su mirada hacia los ojos claros, la palabra fiesta siempre removía una parte de ella que le atraía —¿Sin alcohol y sin cigarritos de por medio?— cuestionó considerando aquella propuesta, pasar tiempo con Nikolai era siempre un evento bienvenido en su agenda.
Nikolai
Ouch, ¿te he dicho alguna vez lo mucho que me lastiman tus palabras? —se colocó una mano en el pacho, indignado con las palabras que ella soltaba, por supuesto, cada sílaba soltada no era más que nueva distancia para el hilo de la broma y su recorrido. —Sólo existe una persona en mi vida y es Quentin, Dios. —bromeó de pronto, completamente burlón, chasqueando su lengua. Ah, sí, habían sido, ¿cuántas? Dos quizá, o tres semanas en las cuales iba a la fiestas con un objetivo borroso, no quería divertirse, no, no, él quería distraerse, dejar de pensar, ahuyentar demonios, y quizá seguiría así, porque al fin de cuentas era verdad que aquella era la salida más decente que se atrevía a organizar. —Sí, lo entiendo, también conservo recuerdos de mi tantas amantes. —habló, serio, clavando su mirada curioso con sus palabras, por supuesto que no se la creía, es decir, ya no era por juzgar, era Naara, la Naara que se pegaba a la idea que él tenía, una idea que venía de la mano con una muchacha "reservada" por así decirlo y quizá hasta dulce e inocente en el aspecto que se presentaba. —¡No creí eso! Dios, te tomaba el pelo para ver hasta dónde llegabas, casi rompes el récord con eso de no morir de risa. —comentó, burlón, mordiendo su labio inferior débilmente y distraído. Asintió, un dato que quizá ya tenía, pero era bueno aclararlo, y para ser francos no le sorprendía en absoluto, por supuesto debía ser un opuesto en ese aspecto con la joven griega. —Yo también hablo en serio... o bueno una parte. —tanteó a decir, aclarándose la garganta con cuidado— Algún día, cuando no esté metido en la mierda de la carrera, me harás un tour personal y especial por supuesto. Ah, y tú sin mí. —hizo un gesto con su mano derecha, negando lentamente— Bien... Bueno, supongo que es bueno volver a hablar. Y vale...—entrecerró sus ojos por unos segundos, era interesante cómo en su estadía se había topado con más de una persona con grandes problemas con sus padres, si analizaba y generalizaba el suyo no parecía más que una mierda repleta de inutilidad y enormemente exagerada. Enarcó una ceja al atrapar la voz de la muchacha— ¿Cigarritos? —repitió, nariz arrugada y cejas levantadas. —No tengo ninguna de las dos, el 'cigarrito' como tú le dices ya me lo fumé, y el alcohol, bueno no soy una clase de licorería andante. —se detuvo, relamiendo su labio superior— Desgraciadamente. Así que será fiesta a tu estilo. Es decir algo aburrida.
Naara
[PARTE EXTRAVIADA]
Volvió a abrir sus labios con sorpresa ¿no le había creído? ¿Por qué? —¿Por qué?— cuestionó esta vez en vos alta, ella podía hacerlo si lo que pensaba él era que no. Rodó sus ojos —me siento doblemente rechazada esta noche Nikolai, no creo poder pegar un ojo en toda la noche ahora— dramatizó negando siendo ella la que fingía estar terriblemente dolida —primero mi existencia desaparece de tu vida y ahora me cambias por tu carrera, no se, no se— ladeó el rostro volviendo repentinamente a su estado normal cuando la curiosidad la azotó —¿cómo es un tour especial?— creía que todos los tours eran iguales, variaban las rutas simplemente. Volver a hablar, quizá era más bien un comenzar a hablar pero no quería perder tiempo con el ruso discutiendo sobre su vida, ya utilizaría algún otro día para contarle y aunque bueno. Aquello podría terminar mal, no se arriesgaría a cometer lo mismos errores con Nikolai porque no, no podría lastimarlo y sabía que no sería capaz supongo que comenzar a aceptar el pasado era el paso más importante que debía de dar. Rodó sus ojos —Ya se que te lo fumaste, tienes las pupilas un tanto dilatadas— acercó su mirada a los ojos claros comprobando que tenía razón, y así lo era además había algo característico y lo más obvio de todo —apestas— el olfato de Naara era quizás agudo pero el tabaco, marihuana y alcohol solían ser detectados al instante. No le molestaba que Nikolai fumara o bebiera, suponía que cada quien tenía sus gustos pero había encontrado en aquello una forma para molestarlo —No digas nada, seguro también dirás algo como "Sin mis cigarritos y Quentin no vivo"— soltó dramática recreando una escena de celos —¿Me estas diciendo que una fiesta solo conmigo es aburrida? ¡Se acabó Nikolai!— formó un gran puchero con sus labios, esta vez no iba en broma ni nada por el estilo, se volteó dando la espalda al pelinegro y cruzando sus brazos, otro pequeño berrinche pero esta vez iba en serio.
Nikolai
Porque eres Naara. —contestó con simpleza, sin darle demasiadas vueltas a su respuesta, y debía tomar eso como suficiente, ¿cómo explicarlo, además? Te creo más inteligente como para tener algún encuentro con un patán de Dartmouth, porque de esos sobraban aquí, él quizá entraba en el selecto grupo, ¡pero no importaba! El asunto es que no se imaginaba a la griega ni siquiera en quinientos años de esa forma, y tampoco quería tener la imagen en su cabeza, se negaba. —Vale, vale, ¿qué puedo hacer para hacerte sentir mejor? —preguntó, en un tono bromista, levantando un par de centímetros su ceja derecha, con curiosidad. —Ella llegó primera, mujer, no puedes competir. —sacudió su cabeza, rascando su frente por unos segundos, perdiendo completamente el delgado hilo con un poco de seriedad. —Especial, soy tu amigo, tú eres tú, Dios, no nos metas en la normalidad, no pertenecemos a eso, Naarita. —comentó, usando un diminutivo a su nombre sin poder evitarlo. Viajó dos veces, una de esas veces tuvo cinco años y el lugar elegido fue Francia, lo detestó, su padre ideó ir de museo en museo, mientras un viejo que con suerte podía mantenerse en pie. Y a los doce pisaron tierras alemanas, sólo que ahí decidió no seguir a ningún miembro de la familia y quedarse en el hotel de quién sabe cuántas estrellas, noticias; el servicio a la habitación será muy bonito, pero costoso. —Sería especial porque he de suponer que no me llevarías a los típicos lugares, no sé... —añadió, sobando su propia nuca, estirando un poco sus piernas, acomodando su cuerpo al colchón de la muchacha. —Patrañas. —canturreó, negando de izquierda a derecha un par de veces, jugando con una camiseta color blanco que encontró de la muchacha, terminando por arrojarla justo en la maleta, estaba siendo de ayuda para dejar ir por una semana a una de las pocas personas que de verdad habían logrado ganarse el cariño del ruso, qué irónico y estúpido. —Me acabas de robar las palabras de la boca. —replicó, divertido, esbozando una sonrisa pequeña— Sí, es exactamente lo que estoy diciendo. Por eso mismo estoy aquí para ti. Para enseñarte, sí, soy todo un experto en el tema fiestas. —observó la actitud de la joven con una ceja levantada, sí, sin dudas conteniendo una risa enorme que necesitaba salir, ¡toda una niña! Bueno, una niña grande, pero el asunto es que la ternura estaba presente— Por favor, Naara...—alargó sus palabras, acercándose a la chica por atrás. Tomó sus hombros con fuerza, y terminó recostado sobre el cuerpo de la muchacha, sobre su abdomen, apoyado como si se tratase de una clase de nueva cama, una demasiado reconfortante— Hasta que quietes el puchero yo no salgo, ¿soy pesado por cierto? —cuestionó, alzando su cabeza para poder observarle, rezando para que ninguno de los dos caiga directo al piso en aquel enredo. —Oh, y dijiste que apesto además, lástima ahora te lo aguantas.
Naara
Ser Naara no es suficiente para acaparar tu atención, no me sirve —bufó estirando sus labios fruncidos, un mohín auténtico. Era inteligente para algunas cosas pero aún así no terminaría en esa clase de encuentros, porque oportunidades no faltaron al menos podría pensar así —y aún no me has dicho que clase de cosas conservas de tus amantes. Espero no sean vídeos o fotos— frunció el ceño aún con ese tono serio y amargado. Tendría que currárselo mejor si quería su perdón. —¿Sabes que llegó primero? Mi poca paciencia, sigues disminuyendo puntos ya me extrañarás cuando no tengas con quien comer helados y haga un frío de tres grados— chasqueó la lengua soltando su pequeño chantaje al aire, dejó escapar un bufido —No sufro pérdida de memoria eh, respuestas de "Porque eres Naara y tú eres tú" no son respuestas nuevas— comentó confundida —pero acepto que seas mi amigo, un poco desconsiderado pero si, llevas toda la culpa de lo raro— le sacó la lengua arrugando la nariz e inevitablemente soltando una carcajada. —Ya, ya, tu dime cuales son tus sitios favoritos o de que tipo y te prepararé un recorrido especial por toda Grecia, aunque no lo merezcas. Para nada, eh— apartó algunas de las prendas que permanecían interviniendo entre ellos, no sabía de donde había salido tanta ropa pero ahí estaban, esparcidas por todo el lugar —yo no miento— aclaró sacando su móvil y abriendo de inmediato la aplicación de cámara —tomemos una foto, cachete con cachete así salen nuestros ojos y vas a ver— no fue una pregunta ni espero respuesta. Acercó su rostro al pelinegro apoyando su mejilla derecha con la izquierda del mayor —di queso, no, no, mejor di Pikachu— el flash se encendió, y la foto finalmente estaba tomada. No pudo evitar burlarse de aquella fotografía —¡Mi cabello! Esto es una auténtica foto salvaje— bromeó. —Soy un experto en fiestas— le imitó cual niña pequeña —No me hables, no necesito fiesta, alcohol ni cigarritos porque mi compañía es más que suficiente— comenzó a removerse en el sitio al sentir el peso del chico. Empujando la mayoría del tiempo, jugando con él —¿Qué si eres pesado? Estás muy gordo Niko, me aplastarás— soltó exagerada, no era novedad que el chico estaba en forma y bueno, no era demasiado pesado solo divertido —Estoy siendo considerada pero terminarás con toda la pila de ropa en el suelo— mintió resignada, con su fuerza no lograría quitarlo de encima y no cedería a su pequeño chantaje solo daría vuelta las reglas del juego. —Tu dijiste más cosas feas, y si, apestas pero tengo perfume a mano— buscó con la mirada el frasco y estiró su manos, contenta de alcanzar el envase y sonriendo con picardía —mmm, Coco Chanel que delicia. Las mujeres se mueren por este perfume y no tengo inconveniente en solucionar tu pequeño problema de aromas.
Nikolai
¿Piensas que no la acaparas? No seas tan injusta contigo misma, Naara. —volvió a chasquear su lengua, moviendo su cabeza de izquierda a derecha— Aunque tienes razón, mi atención es compleja de atrapar. —soltó un bufido, dejando que su mirada viaje por unos segundos por el techo. —Para con los pucheros, Dios. —se tapó los ojos cual niño, dejando que un poco de aire huya de sus labios. —¿Por qué quieres saberlo? Pervertida. —acusó, con una sonrisa socarrona floreciendo perezosamente. —Llegaré hasta cero si sigues siendo así de exigente. —habló con los labios fruncidos en una mueca de lo más fatalista. —Nunca dije que lo eran. —se defendió con sus parpados cerrados por unos segundos, acompañando la mueca con unas cejas ligeramente levantadas. —Oh, gracias por aceptarlo. Y, a ver, ¿te tengo que explicar, uh? —inquirió, pues la mueca que ella llevaba filtraba confusión, algo inevitable si alguien compartía una charla con él— A lo que me refiero es... Que un cercano te haga recorrer su ciudad es diferente porque bueno, quizá no te de los estúpidos datos de "Oh, y aquí en 1934 murió tan estúpido" No, no te da eso, pero tiene otro significado, puede llevarte a una fuente de un vecino pero será más lindo que ir no sé, a algún sitio lleno de historia de Grecia, ¿me explico, uh? —cuestionó, intentando no trabarse con sus palabras, pues para él había sido una explicación del tipo especial y profesional. El punto era claro, apreciaba de alguna forma el significado sentimental que el de historia, aunque el segundo también llamase su atención, todas las leyendas, fábulas eran algo simplemente cautivador. —Lo merezco, y no sé, eh, ni siquiera sé de qué parte de Grecia eres. —arrugó el ceño, curioso— Fotos no, Dios. —intentó quejarse, pero la joven fue más rápida que él, y tuvo que terminar trazando una mueca ante el flash, qué espectáculo. —Se llama escrache. —corrigió divertido, observando la fotografía con sus ojos ligeramente entrecerrados. De pronto una imagen cruzó su mente dejando un rastro repleto de burla y risa ¿Sabes qué recordé? Tu disfraz de pikachu. —ahogó una carcajada, llevándose la mano al mentón por unos segundos, como si estuviese reviviendo la imagen en ese preciso momento— Oh, lo siento, pero... yo siempre te veo con un par de copas encima en cada fiesta. —canturreó, moviendo su cuerpo mejor, adaptándose al poco espacio, con una clara y obvia idea; molestar a su acompañante lo mayor posible. —Tienes suerte de que tenga el autoestima alto. —murmuró, con una nueva sonrisa apareciendo poco a poco— Te puedo ayudar luego, soy un gran arma maletas y toda la mierda esa. —asintió un par de veces, distraído, como si la posición fuese la más cómoda del mundo, una de sus piernas salía de la cama, y sentía el codo de la muchacha clavarse en uno de sus hombros, pero aún así no tenía pegado despegarse ni siquiera un centímetro. —Ugh, no, saca esa mierda. —la apuntó con su dedo índice, retomando la palabra más rápido de lo esperado— Me gusta el aroma natural en las mujeres, todas esas porquerías le quitan... naturalidad. Siempre es bueno un equilibrio, pero cuando se me acerca una tía demasiado artificial es relativamente extraño. —confesó de la nada, su mirada viajó del perfume en aquel frasco perfecto a los ojos de la muchacha— Además, luego pensarán que no sé, estuve con alguien y se me pegó el perfume... O peor pensarán que uso cosas de chicas, no me crees más reputación de la que según tu tengo encima.
Naara
No era injusta sino realista, pero bueno no discutiría aquel dato con Nikolai. Había prometido contarle sus cosas otro día y eso incluía la terrible mala suerte que tenía para atraer amistades. —Chico complicado ¿entonces? No importa, me arriesgaré a superar esa difícil prueba— comentó con aires de superioridad. —¿Qué pucheros?— cuestionó formando otro con todas las intensiones —no puedes obligarme— canturreó victoriosa. —¿Para chantajearte? ¡Cómo crees! Es solo curiosidad, digo, no sabía que tus conquistas eran una especie de trofeo que tenías que conservar— le observó a través del rabillo analizando todas sus reacciones —bueno, tu atención es compleja de atrapar y yo soy complicada de complacer— confesó con simpleza aunque no se consideraba para nada dentro de aquel grupo de personas "complejas" que su vida lo haya sido, no la convertía a ella en sinónimo de complejidad. Arqueó su ceja con atención ante la explicación del pelinegro, sonrió cautivada en parte por sus expresiones y su dedicación para explicar como si fuese lo más importante, perdió su concentración en grandes detalles que casi ni escuchó lo que le decía —Uhmm, algo así— soltó humedeciendo sus labios con una pequeña sonrisa inocente filtrada —no estaba prestando atención— confesó con la voz más baja de lo normal, esperando que terminara poniendo el grito en el cielo. —¿Qué tienes en contra de la foto? Yo creo que quedamos muy bien ¿tienes tu móvil ahí?— extendió su mano esperando a que se lo prestara. —Ey ¿te estas burlando de mi hermoso disfraz?— cuestionó al ver el indicio de una carcajada en sus labios —tienes que admitir que fue el mejor disfraz que viste, lástima terminó inservible al final de la noche— se lamentó negando unos instante. —Ugh, yo, no— intentó replicar las palabras del mayor pero no tenía escusas esta vez, bebiendo no era la más inteligente —vale, tu ganas— alzó sus manos resignada. Abrazó el frasco de perfume con sus dedos —También pueden pensar que quieres tener un aroma deseable para Quentin ¿Por qué no?— su sonrisa se amplió a medida que destapaba el perfume —¿Puedes olerlo?— le lanzó la típica mirada traviesa mientras perfumaba parte del ambiente. Se removió en el sitio buscando comodidad entre los dos, la cama era pequeña y aunque ambos eran delgados ocupaban su gran espacio —Tendrías que pensar en que te estoy haciendo una especie de favor y tu reputación esta muy bien galán, además es mi perfume ¿también te pondrás en contra de mi perfume? O ¿Hoy es el día de no querer a Naara y no me entere?— dramatizó como lo había estado haciendo todo el día.
Nikolai
Es tu decisión. —elevó despacio su hombro izquierdo, relamiendo su labio inferior. Soltó un suspiro, no se iría por psicología a la inversa, porque seguramente tampoco funcionaría, ah, daba igual, sólo no tenía que observar esos labios trazando ternura y todo estaría controlado, ¿no? Sí, claro. —¿Quieres verme intentarlo? —desafió, con una caja ligeramente arqueada, entretenido con la situación en cuestión. —No guardo nada, era una broma desde el comienzo, ¿por qué siempre caes tan fácil? —cuestionó, dejando que una risa silenciosa y suave fluya con cuidado— A veces, con suerte guardo un número de teléfono. —añadió asintiendo lentamente, con un semblante plano y casi, casi serio. —Sin dudas no somos una buena mezcla, Naara. —se dispuso a decir, ladeando su cabeza sobre su propio hombro, arrugando con ligereza su nariz. —No me sorprende. —dramatizó completamente, colocando sus ojos en blanco, a veces no podía evitar meterse un poco en la piel, en otra piel, no en esa que habitaba día a día, y simplemente le salía el lado pasional por los poros. —Me siento como mi profesor cuando no lo escucho, ahora lo entiendo al pobre.—negó repetidas veces, dejando que un nuevo suspiro abandone sus pulmones con gran exageración, y por ende, provocando un ruido completa y totalmente innecesario. —¡Nada! Dios, deja de tomarte todo tan literal, me estás matando. —se puso una mano sobre su pecho, abriendo sus ojos con desproporción. Y sí...—murmuró ante la pregunta, sin hacer todas las preguntas que crecieron en el momento, sacó el móvil de su bolsillo derecho, color negro, con lo justo y necesario, oh, y con contraseña (porque por alguna razón detestaba que le revisen el móvil) así que tuvo que primero poner los números en movimientos veloces, eran los mismos dígitos del cumpleaños de su hermana menor, qué obvio era a veces, y de fondo de pantalla una foto de su casa, con una niña a sus espalda, no cualquiera niña; su Sveta, los dos sin enseñar los rostros a la cámara. Finalmente lo dejó en la mano de la joven, asintiendo sin vergüenza alguna ante su pregunta. —Eso mismo. Si te hace sentir bien... Me alegraste el día esa vez, no recuerdo por qué pero tenía un día de mierda, y bueno llegaste tú, mi querida Pikachu. —confesó de la nada y como si nada, rascando, distraído, el puente de su nariz. —Por supuesto que gano. —sonrió victorioso, dejando que, en una clara burla, su lengua se posicione sobre parte de sus dientes. Borró el gesto, con una mueca bañada en asco, su mirada viajaba del frasco a los ojos azulados de la joven, a veces hasta su sonrisa, aquella sonrisa que le avisaba que un plan de lo más infantil y adorablemente malvado acechaba. —Por favor, ¿ese roñoso? No puede pedir mucho teniendo en cuenta el aroma que desprende. —suspiró, igual o más sonoro que las veces anteriores. —Lastimosamente sí puedo. —arrugó notoriamente su frente, tosiendo completamente bromista. —Ugh... —se quejó, ocultando su cara entre sus manos— Dios, cállate, simplemente cállate. —dicho y hecho se tiró más sobre la muchacha, en el intento de poder alcanzar el... ¿cómo era que se llamaba? Oh, sí, ¡Coco Chanel! lo que sea. Empujando el cuerpo de la muchacha, tuvo que ir a la maniobra más patética e infantil, pero al mismo tiempo superiormente eficiente; las cosquillas. Movió sus dedos por el abdomen de la chica, divertido— Antes de que ese perfume toque mi piel pienso matarte... de cosquillas claro está. —canturreó, finalmente se rindió, tomando el envase de cristal dorado. Lo examinó como si se tratase del mismo fuego para alguien de las cavernas. —¿Cuánto te costó? —preguntó, girando el cuello, de alguna forma, entre tanto escándalo, y movimiento de piernas y manos terminaron perfectamente acostados— Se ve caro.. no sé, aunque el olor no lo vale, uh.
Naara
Siempre es mi decisión —encogió sus hombros con cierta indiferencia ante la soberbias palabras que estaba soltando. Oh, los desafíos siempre eran un juego tentador que aunque no era una adicta a ellos siempre procuraba escoger los más jugosos y este era uno de ellos —Quiero— aceptó aquel desafío de inmediato —quiero que me demuestres que tengo razón— finalizó aquella oración con una sonrisa ladina en el rostro. ¿Cómo mierda obligabas a alguien que dejara de hacer pucheros? Pagaría por verlo. —Ey, no es mi culpa que te aproveches de mi confianza ciega ante tus palabras. Vivo engañada— exageró utilizando el sentido de la confianza ciega como una forma de excusa ante su ingenuidad. Le miró un tanto confundida y negó —No se si es porque no sabes usar el celular o prefieres las cartas— intentó adivinar, claramente el tipo de vida afectiva que llevaba Nikolai no era para nada algo que Naara comprendiera principalmente porque si tenía algo íntimo con alguien procuraba que fuera entre confianza, antes solía creer que se necesitaba encontrar al amor pero luego de fracaso aquella idea había sido descartada aunque inconscientemente sentía que era eso lo que estaba buscando o quien sabía. Eran cosas en las que no pensaba la mayoría del tiempo, los problemas consumían su tiempo y para sentimientos ya tenía una estantería repleta de películas. —¿Estás seguro de eso? Yo creo que somos una excelente combinación, digo ganaríamos el premio a la complejidad— mordió su labio inferior divertida, si se imaginaba la situación se le hacía de lo más chistosa pues su objetivo era siempre darle la contraria al ojos claros y exasperarlo pero finalmente ella fracasaba y el terminaba cumpliendo sus planes perversos. Casi formó un puchero para disculparse pero la necesidad de contenerse fue bastante y se limitó a esconder ambos labios apretándolos en su interior con su dentadura. —¡Lo siento estoy un poco estresada!— casi gritó ante su reclamó liberando aquella tensión que tenía guardada desde hace ratos, iba a viajar, a subirse a un avión y aquello solo le ponía los nervios de punta —no es mi intensión matarte, porque si no luego no tendré a quien molestar— tomó la mano del mayor que se había posicionado en el pecho entrecerrando sus ojos mientras jugaba con sus dedos —tu mano parece el doble que la mía— la midió en aquel instante con descaro soltando una pequeña carcajada —ey, eres una especie de gigante de manos— sonrió burlona, tomando el móvil ajeno y al observar el fondo de pantalla sintió que sus planos habían sido arruinados. Nikolai no era un chico como todos los demás, se esperaba encontrar una foto de fondo completamente diferente y sin valor sentimental pero se equivocó. Envió el archivo de la foto al dispositivo y cambió su foto de contacto por la nueva —La iba a poner en tu fondo de pantalla pero al parecer hay otra chica en tu vida que es más importante— dramatizó, si no se equivocaba Nikolai tenía una hermana y quizás era ella pero para confirmar sus sospechas solo debía preguntar —¿Es tu hermana? Es una foto bastante artística— comentó devolviendo el móvil a su dueño —yo la pondré de fondo de pantalla en el mio porque bueno, tengo que admitir que eres más atractivo que los globos estos de Samsung— relamió sus labios intercambiando las configuraciones. —Oh, si, lo recuerdo y me mentiste que estabas esperando por mi y luego también desapareciste. Lástima te perdiste del sensual strip que sucedió después— comentó presumiendo que se había perdido quizás la mejor parte de la noche, aunque si quería ver strips iría a cualquier lugar de ese tipo pero siempre era más divertido ver a los conocidos haciendo el ridículo. Joder, tampoco lograría perfumarlo utilizando a Quentin de por medio —Tendrán que definir a la chica de la relación y yo intento ayudar en la elección— comentó con rapidez, sus comentarios se bañaban en las más absurdas bromas —No me mandes a callar porque no lo haré— protestó haciendo fuerza para apartar al pelinegro del perfume mientras tarareaba "lalala" en una muestra caprichosa de que ella no se callaría y el no ganaría. Su abdomen era quizás el punto más débil de todos en cuanto se trataba de cosquillas, protestó pero las carcajadas rompían toda línea de seriedad que intentara mantener. Un guion que se había convertido en imposible de llevar a cabo ante aquella fuerza maligna. —Basta— suplicó cediendo a la entrega, con la mirada en los ojos claros encogió sus hombros ignorante de la respuesta —tiene varios años ya, me pregunto como no se ha evaporado aún— comentó con honestidad, dejaba en claro que no era común en ella ponerse perfume y bueno dejaba fuera el echo que había sido un regalo probablemente robado de una persona que ahora estaba muerta. —Debe estar vencido, pero era delicioso— replicó ante la opinión del ruso estirando sus manos en un intento de recuperar el frasco.
Nikolai
Puede ser...—murmuró, pensativo, pero él no era de aquellos que creían en un siempre, o en su fiel opuesto, el nunca, pero, ¿para qué empezar una clase de debate sobre aquello? Toda la charla, o la mayoría de la misma él la estaba tomando como una gran broma. Alzó sus cejas, y una ola de ideas de formas de callar a la muchacha, se obligó a controlarse, a intentar no llevarse por un impulso que... ¡que ni siquiera tenía sentido! Ah, pondría de excusa las otro caladas que había dado. Dejó el tema en el aire, esbozando una sonrisa repleta de burla. —Luego no te podrás quejar. —susurró, con diversión pintando poco a poco sus palabras y muecas. —Ah, claro, decides echarme toda la culpa por esa cosita tuya de tomarte todo literal, qué descaro. —fingió molestia, y de esa forma una sonrisa insoportable rompió con las facciones calmadas. —¿Cartas? ¿Me ves cara de ser de las cartas? —preguntó, un poco de confusión tiñó su vocabulario, mezclado en una ligera curiosidad inevitable, de alguna forma su mente logró crearle una respuesta lo suficientemente buena, sin esperar respuesta de la griega. —Gané ese el año pasado. —puso sus ojos en blanco, soltando un bufido sencillo, y tranquilo. —¿Estresada? ¿No te visita Andrés, o sí? —inquirió, bromista al comienzo, despacio remplazó sus palabras por una pregunta seria— ¿El viaje? ¿Es por el viaje en sí o te pone nerviosa el asunto de viajar? Hey, el estrés en estos momentos es normal, pero tampoco desquites tu odio contra mí, una pobre víctima que dejas aquí solito. —fue él ahora quien decidió moldear sus labios en la forma de un mohín, ladeando su cabeza ligeramente. Observó su propia mano, sin dudas la muchacha estaba en otro de sus ataques de exageración, tamaño promedio, sí, quizá sus dedos tenían esa extraña forma, pero eran manos notablemente normales, ¡al fin un poco de normalidad en la vida del ruso! Asintió, encogiendo su hombro, como si estuviese diciendo "Lo siento, perdiste", pero sin que ninguna palabra fluya o sea provocada. —Sí... ¿artística? —entrecerró los ojos estiró su brazo— Woah, woah, ¿a dónde crees que vas? —cuestionó, ahogando una nueva risa— Di por favor y quizá te lo doy—pidió, infantil, e igual de caprichoso que ella, o tal vez más— Te tomo el pelo, toma, toma. —le otorgó el frasco con cuidado, asintiendo, y acomodando su nuca a la espalda, soltando un suspiro sonoro— Ahora sé que tienes cosquillas. Bitácora: Amenazar a Naara con cosquillas para conseguir que me obedezca.
Naara
Alzó sus manos sin mostrar demasiada oposición —Todo depende de lo que hagas— entrecerró sus ojos analizando sus movimientos —además no hay diversión si te dejo hacer lo que quieras— replicó con honestidad, decir que si todo el tiempo era aburrido y decir que no cansador, que gran dilema. —Al menos deberías aceptar que tienes parte de la culpa por irrumpir en mi habitación y gritarme en la cara que la única persona en tu vida era Quentin— replicó con la misma fingida molestia, aquello parecía las típicas peleas de la televisión que tantas risas le sacaban —no sé, no sé comenzaré a buscar otros ojos claros que no me reemplacen por sus amores— obviamente bromeaba con toda aquella situación pero él se la había regalado en bandeja, ahora lo agobiaría con lo mismo una y otra vez. —No, pero bueno quizás en el fondo eres un Romeo escondido— soltó una carcajada demasiado alta, ¿enserio había dicho eso? —un Romeo escondido— repitió volviendo a reír —lo siento pero es que fue una tontería, lo admito. ¿Si te digo que si me regalarás helado? Después de todo no puedes comprobar la veracidad de mis palabras —canturreó —pero si, es que odio los aviones y me ponen nerviosa, últimamente han caído un montón.. Bueno prometo mandarte una especie de selfie antes de terminar en medio del océano— soltó tratando de respirar con tranquilidad y aunque él no lo supiera le daba cierta tranquilidad, con sus bromas y tonterías de por medio. La mirada se le enterneció al ver el puchero formado, aunque aquella inocencia no le sentaba para nada lo hacía verse terriblemente adorable, cubrió su rostro con ambas palmas para no seguir mirándole —Basta, no me mires así que puedo decir si a cualquier cosa— protestó, era una arma que el pelinegro poseía y que posiblemente ambos la desconocían. Podría pedirle cualquier cosa y si la miraba como una especie de cachorro abandonado probablemente le diría si, y si una y otra vez. Descubrió su rostro lentamente verificando que el puchero y su mirada habían desaparecido. —Quizás ahora el vecino es dueño de una galería de arte— comentó intentando buscarle la vuelta a lo artístico que ella veía —no se, cualquier cosa es arte y a veces lo más sencillo es más bonito— encogió sus hombros con indiferencia, esperaba escuchar más sobre su hermana pero al no obtener iniciativa del mayor prefirió no cuestionar. —Siento como si hubiese dicho la cosa más horrible del día, me refería a todos en general pero si. Yo también— alzó sus cejas ante la iniciativa que le proponía —no quiero hacerlo en mi vida, el traje se atoró y fue un desastre. Mi strip terminó siendo el peor, una pelea en vivo con Pikachu— sonrió ante el recuerdo, una completa vergüenza tenía que admitirlo pero al menos se divirtió en el acto. —¿Psicología inversa? La nombras desde hoy y no tengo idea de que va pero no. Suena a ponerse de cabeza y bueno yo creo que así estamos bien ¿no crees?— le lanzó una pequeña mirada esperando aprobación de su parte, tomó el frasco con sus manos y mordió su labio inferior —Tampoco se lo que es: Bitácora pero yo tengo un recordatorio para ti. Nunca confíes en Naara— dicho esto dejo que el perfume escapara en aerosol de su frasco bañando parte de la remera del mayor y una gran carcajada escapó de sus labios. —¡Gané!— exclamó alzando sus brazos victoriosa.
Nikolai
Si te lo digo deja de ser divertido. —murmuró, dejando que su cabeza se deslice sobre su hombro izquierdo, en los trazos de una nueva mueca burlona. —No, no, eso es verdad, tiene que ser mutuo, ya sabes, el uno sorprendiendo el otro, así son las cosas para que funcionen como deben. —comentó, asintiendo un par de veces, ella estaba en lo correcto, amistades, enemistades, siempre se ponía un poco de cada lado de la balanza para que se sostenga el equilibrio. —No irrumpí en tu habitación, ni grité, le puse alegría a tu dormitorio, deberías estar agradecida, Naara. —cambió completamente los rumbos de la conversación, sin poder evitar colocar los mismos ojos nombrados en blanco, por favor, como si alguien tuviese el poder de remplazar los suyos, una misión imposible, eso era. —Ah, Naara, cuando intentes eso lo único que sentirás es un vacío. —exageró, suspirando pesadamente. No lo pudo evitar, una risa sonora tuvo que escapar de su boca, ¿y cómo no hacerlo además? Es que la distancia entre él y romanticismo era de los mismos tamaños de los océanos que dividen al continente americano a la gran vieja Europa, aunque, ¡tampoco tuvo oportunidades de demostrar lo contrario ni de dejarlo más claro aún! Nunca tuvo... una pareja seria, sólo encuentros que terminaban en sonrisas, o en un te llamo que no al final no eran más que mensajes pesados, o deslices, ni siquiera conocía el otro mundo pintado de colores, ese que enseñan en la tele o en libros, no, no, él se iba por la línea más realista, y más fría tal vez. Tomó un poco de aire antes de hablar, debido a la presión de la risa, examinando a la joven con exactitud y detalle—Tú tienes tu Julieta. No escondida. Es notable en realidad.—un tinte de seriedad adornó su voz, pues era verdad, y desde su punto de vista no era necesario expresar explicaciones, Naara parecía ser una romántica, pero quizá Romeo y Julieta no era el tipo de historia que él elegiría para enlazar con la muchacha, demasiado trágica y un trópico demasiado obvio. —¿Helado? —cuestionó, y de esa misma forma una ceja se alzó lentamente, una pequeña llovizna de los recuerdos de la joven en aquellos días... aquellos días pintados en un color que no era necesario aclarar. Un nuevo suspiro, aunque, había que admitir a la fuerza que el temor de la muchacha le resultaba de alguna forma gracioso, quizá hasta tierno si lo analizaba un poco más. —Los riesgos están por todos lados, ya verás, al final el vuelo se pasa más rápido de lo que crees. —afirmó, dos veces había volado en avión, máquinas de primera clase y asientos de lo más cómodos, y las dos veces cayó en las manos de Morfeo. Sonrió, victorioso, ah, era bueno saber que era un efecto mutuo, aunque él en su caso con un mohín sólo se le venía en mente el adjetivo patético, sí, y quizá un par de sinónimos más despectivos. —El vecino se mudó, y es dueño de un bar, de una línea de bares en realidad, perdió el cabello, y según mi hermana se casó cuatro veces. No nombró galerías de arte. —respondió, honesto, las charlas por teléfono eternas, el soltar temas sin sentido, sólo con el objetivo de que las agujas del reloj se muevan más, ¿cómo está el vecino? ¿Y Roffus, tu hamster? Murió, metida de pata, culpa, la noticia de que papá le había comprado otro y esta vez había sido bendecido como Simba. —Sí, bueno, en eso tienes razón. —estuvo de acuerdo por pocas veces en el día, dejando que su cabeza asienta sin ni siquiera pedirlo ni quererlo. —Me hubiese gustado verlo si tengo que ser honesto. —dijo, encogiendo su hombro derecho, oh por supuesto que le hubiese gustado. —Es la primera vez que la nombro.. creo. Es una contradicción, en palabras más sucias y pobres; se trata de que hagas lo opuesto a que te pido, pero con la búsqueda de que sí hagas lo que quieras. Por ejemplo; Naara no te pongas tu traje de pikachu ahora y no hagas un striptease para mí, ¿me explico? Ahí tú lo harías, pero claro, es más complejo que eso, mucho más, y te lo dice alguien que lo estuvo que estudiar. Pero es más usada en niños... —hizo una pausa, para clavar su mirada en la joven— Podría ir bien contigo teniendo en cuenta lo infantil que eres. —comentó, burlesco, esbozando una sonrisa ladina. —Es como una clase de cuaderno donde pones...—tos, tos, tos, y más tos, nariz arrugada filtrando el desagrado que ese aroma dulce le provocaba, su sentido del olfato sufrió como una clase de gato siendo mojado, ¡asqueroso! —datos, recuerdos, relatos...—concluyó, aclarándose la garganta, y sacudiendo su cuerpo con cierto horror. —Anotaré eso, lo prometo. —susurró, observó los brazos levantados de la muchacha, y tomó los mismos, tomó la oportunidad que se presentaba en bandeja de plata de origen griega, tiró de los mismos para dejar a la muchacha quieta por fin, pudo apreciar mejor el color de sus ojos, un par de océanos en plena tormenta tropical, y un par de lunares unidos con pecas casi imperceptibles que antes eran invisibles a su vista— Quédate quieta, lunares.
Naara
Entrecerró curiosa pero sin embargó optó por no preguntar más —bien, pero no prometo nada. Mis reacciones pueden ser muy variadas— presumió un tanto juguetona, su cabeza se balanceó de lado a lado con ciertos toques de diversión —no conocía esa especie de ley de uno sorprendiendo al otro, eh, pero de todos modos eso de dejarte hacer lo que quieras no se pone en discusión. Hay que poner orden en la relación— comentó con la mayor seriedad que podía aunque ambos sabían que las bromas iban y volvían, tomarse en serio alguna de sus palabras o a la inversa era prácticamente inútil. —Bueno, Nikolai, lo admito y estoy agradecida porque gracias a ti se han pintado arcoiris de colores en esta gris y oscura habitación— exageró llevando una de sus manos al pecho como si estuviera recitando una especie de obra lírica. —Hablarás por ti mismo, no se, yo estaré complacido pero ya veremos si tus amores esos de mercado— soltó aquella frase que había escuchado en uno de esos canales que solían pasar telenovelas, las que causaban más risa que drama —te proporcionan el mismo cariño que yo— finalizó elevando su mentón con aires de soberbia dejando que la risa se filtrara en medio de su actuación y arruinando por completo el espectáculo. Encogió sus hombros ante sus palabras —prefiero decir que tengo el romanticismo a flor de piel, porque bueno Julieta no era muy lista y por eso murió— sus palabras fueron naturales y directas, de cierta manera podría identificarse con ella al llegar a tales extremos por amor pero con tal final, no había manera de buscarle el lado positivo. —Helado, la última vez me llevaste a comer helado— afirmó esbozando una amplia sonrisa, aquel gesto era tan bonito que le fue imposible olvidarlo porque nadie jamás se había preocupado por darle helado en sus días histéricos porque Naara en sus días, podía ser la peor de las dinamitas y era mejor mantenerse lo más lejos posibles. También aquel día hicieron ciertos grados que le erizaban la piel pero era lo que menos importaba en todo el detalle. Suspiró intentando seguir las palabras de Niko, dios, era tan lenta que ahora sentía sus ojos entrecerrarse para poder seguir despierta y comprender todas sus palabras. Decir algo para que la otra persona haga lo contrario podría sonar tan estúpido pero si se ponía a pensarlo, ella lo había hecho más de una vez sin saber como en realidad se llamaba —Eso no funciona conmigo de todos modos, soy muy lista como para caer en esos trucos tan baratos— comentó con seguridad aunque en realidad no se creía ni sus propias palabras ¿lista? Se rió de si misma en silencio. Abrió su boca con sorpresa proporcionando un golpe al hombro del mayor —Tener un alma de niña no es ser infantil— refunfuño en su defensa y agradeció haber perfumado su camisa como venganza. Carcajadas escaparon de sus labios al observar su reacción, lo que el mencionaba era como una especie de diario pero más de investigación que ocio, si quizás le estaba comprendiendo sin siquiera esforzarse esta vez. Forcejeó contra los ojos claros que la retenían en un intento de inmovilizarla, rebelde y caprichosa. —Me quedaré quieta pero al final ya he logrado mi cometido— soltó victoriosa sin apartar su mirada de las dos perlas celestes que ahora tenía más cerca —Ahora hueles bien— finalmente comentó arrugando su nariz y capturando parte del aroma esparcido.
Nikolai
Eso suena aún más divertido para mí. —expresó, utilizando sus hombros, en un movimiento simple. —Exacto, exacto, orden. Yo soy un desastre, así que tendrás que ponerlo tú. Te dejo las responsabilidades. —dejó que un suspiro se escape, bromista, observando a la joven de soslayo de a ratos, en los otros su mirada simplemente vagaba por el dormitorio. —De nada. —la soberbia se pintó en sus facciones a medida que las dos palabras fluían con lentitud, exagerado, y fingido. —¿Eh? —sus cejas se unieron en una mueca de confusión, acompañando el gesto de una sonrisa algo torcida, ah, daba igual si entendía bien o no cada palabra que ella soltaba, el efecto era el mismo siempre; labios curvados en una medialuna honesta y real, una risa escapando. —Morir no quiere decir que no era lista. —comenzó, ¿él defendiendo Romeo y Julieta? ¿Desde cuándo? No, no, detestaba aquella obra, idolatraba un poco el talento del autor para expresarse, más teniendo en cuenta la época de su gran fama, etcétera, etcétera, pero jamás sintió ni siquiera un poco de gusto al leer la obra (lectura obligatoria en cuarto año en clases de literatura). —Pero si te gusta eso de "a flor de piel" lo dejamos ahí. —murmuró, frunciendo sus labios, dejando que se pierda el tema en las profundidades de la charla. A medida que el recuerdo navegó por su cabeza en una seguidilla de imágenes, su cabeza se movió verticalmente, asintiendo, sí, lo recordaba. —No son trucos baratos, ah, todos caen de alguna forma, y quizá te lo están haciendo y la persona ni siquiera sabe que lo hace, todo es... subconscientemente. —elevó su hombro derecho, él seguramente también había caído, de pequeño, de grande, enumerar sería una tarea que no veía necesaria. —Ouch. No a la violencia, Naara. —se frotó su propio hombro, colocando sus ojos en blanco. —Alma de niña, claro, claro...—canturreó con lentitud. El aroma a flores de bosque aún torturaba el sentido de su olfato, cuando decía que prefería los olores naturales sobre lo artificial no estaba mintiendo. —¿Cuál era el cometido? ¿Torturarme? —cuestionó, alzando su ceja derecha, su mano se movía cerca de sus fosas nasales, como si aquel movimiento lograse persuadir un poco del perfume, terminó, aprovechando la oportunidad como todo oportunista que era para volver a dejar que su dedo se burlase de la nariz de la griega, dejando parecer que estaba tocando una clase de timbre de nieve, delicado, suave, y tentador para la burla. —Siempre lo hice. —replicó, sus ojos se pusieron en blanco sin poder evitarlo, soltó los hombros de la joven, dejando que el cuerpo caiga a su lado. —Ahora que lo analizo...—mencionó, sin vergüenza de mover su espalda, dejando que su cintura choque contra la cadera de la rubia, esbozando una sonrisa pequeña—, tu cama es más cómoda. —concluyó, y de esa misma forma un bostezo fue tapado por su propia mano, giró su cuello para fijar su vista en ella, antes de soltar sonido, él ya estaba negando con suavidad— No pienses que me aburres o algo así, uh. —comentó, refiriéndose claramente a su muestra de sueño—No dormí bien y el noventa por ciento del día tengo sueño...—cuando se trataba de pegar el ojo el joven gris no conocía lo que es un punto medio, era o la pobreza de ni siquiera dormir diez sanos minutos, o el extremo de descansar como si no existiese mañana, usualmente no llegaba a mencionado placer, usualmente, por no decir casi siempre era necesario recurrir a una farmacia en la búsqueda de la felicidad en frasco color amarillo. Frotó de derecha a izquierda sus ojos, humedeciendo sus labios, podía jurar que la voz de la chica resonaba, pero parecían sonar lejanas, hundidas en algún pozo, distraído con la decoración en la pared de al frente, dejó que sus labios suelten sin antes pasar por la revisión de su cerebro o sentido común: —Sí, claro, Naara...
Naara
Se supone que no tendría que sonar divertido para ti— protestó en un sincero bufido al notar que su intento de fastidiar al pelinegro había fracasado —esto es cosa de dos así que también tendrías que aportar tu granito de arena o comenzaré a demandarte por abuso de las amistades— replicó divertida en una clara amenaza. —¿Qué quiere decir entonces, señor experto en muertes por amor? ¿Cambiarás tu postura a la de un romántico?— arqueó su ceja burlona y divertida al mismo tiempo. no cuestionaría a Julieta ni a Romeo por sus acciones pero si algo estaba claro era que ambos se habían equivocado. —¿Qué se supone eso de si prefieres?— entrecerró sus ojos —¿estás cuestionando mi punto de vista?—. Eran trucos baratos muy efectivos si daban resultado pero el hecho de que cualquiera los pudiera usar los convertía en baratos, accesibles para cualquiera que fuese al menos un poco listo luego podría variar en sus intensidades o formas de afectar pero en definitiva era así —que todos caigan no los convierte en caros— concluyó expresando sus pensamientos. Negó divertido —oh, ahora dirás que te quebrarás con mi golpe porque eres una especie de ¿muñequita?— soltó una carcajada ante su burla y encogiendo uno de sus hombros ante aquello de "Alma de niña", su edad no podría llevarla a su completa niñez pero su alma si y era lo único que le quedaba así que no lo cambiaría. —Ay, toturarte ni que quisiera llegar a tanto presumido. Solo intentaba molestarte un rato ¿y adivina que? ¡Misión cumplida!— exclamó esbozando una amplia sonrisa porque aquel lado competitivo siempre estaba allí a punto de saltar y ante cualquier triunfo era prácticamente imposible no demostrar su eterna alegría y probablemente se lo recuerde todos los días, hasta lo podría titular como el día que perfumo a Nikolai. Se rió de si misma, un chiste privado que ni se molestó en compartir. Puso los ojos en blanco ante cada una de sus bromas y su claras intenciones de quedarse a dormir allí mismo —Nikolai, si viniste aquí a dormir y esas eran todas tus intensiones todo este tiempo, juro que terminaré estampando mi almohada contra tu rostro— le advirtió mirando los ojos claros y ajenos a través del rabillo del ojo —solo pienso en que he sido utilizada todo este tiempo— dramatizo ahora observando con cierta ternura la imagen ajena, sus ojos cerrados y su posición completamente pacífica. Parecía casi imposible ver a Nikolai de aquella manera demasiado a menudo, sin su sonrisa burlona o su mirada divertida —te tomaré una foto mientras duermes y la esparciré por twitter diciendo lo bebé que pareces, podría fingir que hasta te chupas el dedo— comentó intentando captar el grado de consciencia del pelinegro, acarició el puente de su nariz con la yema de sus dedos a medida que la idea más cruel llegaba a su mente y terminaba en una amplia sonrisa perversa. Buscó la suavidad de su almohada y terminó estampando la misma contra el rostro del mayor —Ay, se me cayó— una fingida disculpa que se hacía obvia ante su creciente carcajada.
Nikolai
¿Abuso de amistades? Oh, ¿cuál sería el castigo? —cuestionó, alzando sus cejas al compás ligeramente. —Creo que es exagerado, y ni siquiera creo en el amor...—soltó sin más, en un ligero murmuro, pues era una verdad, creía en parte, pero su forma de ver al sentimiento más enigmatico y sufrido era sumamente compleja, quizá no creía por nunca haberlo conocido, ya sea en propia carne o en vista ajena, simplemente lo veía imposible, hace ya años había sentido que había perdido completamente la habilidad de amar algo tangible. Mantuvo sus facciones relajadas— Pero... cada uno con sus creencias y forma de "amar" —hizo comillas en el aire, y acto seguido rascó un poco su propia frente. —No... sólo digo. —elevó sus dos hombros, humedeciendo su labio superior, dejando una clase de aire de misterio fingido e inexistente. —Nunca dije eso. —respondió, ladeando su cabeza con lentitud— Acabas de leerme el pensamiento. —replicó en un tono igual de bromista o más. —Para mí eso es una tortura, ugh... perfume. —movió un poco la camiseta grisácea que llevaba puesta, un círculo algo más oscurecido se podía notar si concentrabas tu vista un poco, en más de un sentido la esencia estaba presente. —Eres como una clase de criatura malvada. —susurró dramático. Uno de sus ojos se abrió poco a poco, fue lento el proceso pero de alguna forma las palabras de la muchacha fueron comprensibles para su adormilado cerebro. —¿No te doy un poco de pena al menos? —cuestionó en un susurro, una clase de quejido de niño siendo despertado por su madre a la hora de que la alarma resonaba, y se acercaba contra reloj la muy innombrable escuela. —Y no eran mis intensiones... Hasta ahora. —estiró un poco su cuello. —Sólo lograrás hacerte conocida y crearme una nueva cantidad de fanáticas, amantes de mi ternura. —murmuró, manteniendo sus ojos en aquella posición, tapando sus orbes claros por sus pestañas color negro. —Con esas cosas sólo haces que a uno le de más sueño...—arrastró un poco sus palabras, sintiendo la yema de la muchacha sobre su piel, dejando que una nueva sonrisa adorne sus labios con suavidad y pereza. Su reacción se asemejó a una clase de borracho recibiendo una ducha helada (en los sentidos más exagerados posibles), un nuevo gemido escapó, en el intento de esquivar la almohada casi termina de lleno en el suelo. —¿Se te cayó? —repitió, en un movimiento rápido, la almohada que antes sostuvo su cabeza en una clase de comodidad celestial fue la misma que terminó arrojando de lleno en la cabeza de la chica, en su camino se ganó una clase de nuevo peinado por su parte. —Muy bonito te queda el look de despeinada, eh. —comentó en un tono que acariciaba la burla sin cuidado alguno. —¿Qué viene ahora? ¿Guerra de almohadas? Por favor, Naara, tengo un poquito de orgullo todavía. —sacudió su cabeza, con el ceño fruncido, mientras que una gran sonrisa amenazaba con escaparse—
Naara
Entrecerró sus ojos —¿Para todo tiene que haber un castigo? Lamento decepcionarte pero no tendrás castigo— humedeció sus labios y le lanzó una mirada de confusión —¿Acaso te rompieron el corazón en el pasado? Pareces una niña dolida, pero yo si creo en esas cosas quizás no tan al nivel de una película pero si en mi propio nivel. Bah, no importa. — se mezcló en sus propias palabras para finalmente soltar un bufido de resignación. Daba igual por donde comenzará o terminará, siempre al final se perdía en medio de sus propias oraciones —claro, claro, cada uno con sus creencias— alzó sus manos volviendo a tomar su postura inicial, divertida ente tanto palabrerío absurdo por parte de ambas partes. —Debo confesarte que eres muy débil si piensas que un poquito de perfume es tortura— abrió su boca con sorpresa ante sus palabras —¿Una criatura malvada?— sus labios se abrieron más aún casi queriendo matarlo por su acusación pero tomando sus palabras de manera dramática siempre era más divertido —y tu eres una especie de criatura debilucha— replicó cruzando sus brazos —y no, después de que me dijeras todo lo que me has dicho hoy quisiera confesarte que pena es lo que menos siento, eh. Además ni que te vieras tierno o como un niño a punto de caer dormido— mintió porque Naara era demasiado predecible y hasta los insectos de cierta manera le causaban ternura ¿como no encontrarse encantada por la imagen que ahora tenía frente a sus ojos?. —¿Hacerme conocida? ¿Me matarán por tener el privilegio de verde babear la almohada? Uy, que pésimo gusto tienen algunas. ¿Debería filmar cuando roncas? No se, si saco un disco con esto quizás pueda hacerme rica cuando lo venda— cubrió sus labios con su palma a medida que la risa iba escapando y la malicia en su mente aumentando. No tuvo tiempo para responder aquellas palabras o replicar cuando la almohada ajena terminó contra su rostro un suave retroceso y el final inesperado de la cama estaba ahí. Dos cuerpos bastante grandes para una superficie tan pequeña, el rostro desfigurado del momento mientras la suavidad de las sabanas recorría con rapidez su piel antes de tocar el suelo, un simple "auch" fue lo único que pudo soltar —me he caído por tu culpa— chistó en una especie de berrinche infantil mientras intentaba volver a su antigua posición, limpiando con sus palmas su parte trasera y resoplando los libres mechones que revoloteaban en su frente —¿Guerra de almohadas? ¡Me las vas a pagar!— y sin previó aviso terminó aventando de nuevo aquella pesada almohada en su rostro.
Nikolai
¡Pero tú dijiste que me ibas a denunciar! Por ende tiene que haber un castigo. —replicó, intentando sonar lo más razonable posible, pero pese a todo fallando miserablemente en el intento. Arrugó su nariz, negando con lentitud— No, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? —cuestionó, más confundido que la propia griega, hasta que las piezas formaron algo con sentido interiormente— Oh claro, el trópico de tío o tía despechado luego de una relación fracasada. No, no soy de esos. Simplemente... no sé. —expresó, encogiendo sus hombros, "Bah, no importa" para él, parecía ser que el tema romance en la vida de la rubia sí importaba, de verdad veía una Julieta viviendo la historia de amor en edad media, y es extraño cómo algunos de mencionada obra sólo recuerdan el trágico final cuando cuenta con una gran historia anterior, y es extraño cómo él pensaba eso cuando siempre ponía los ojos en blanco a la hora de leer las líneas del reconocido Shakespeare. —Lo es para mí. —elevó sus hombros, como si lo dicho fuese lo más fácil de comprender. Asintió con fuerza, una criatura malvada que no paraba de hacer maldades que se mezclaban con cierta gracia adorable. —Por favor, mi nivel de ternura aumenta kilómetros en el momento que me duermo. —hizo un gesto con su mano, nunca se creyó él tierno en general, ah, según su profesora de primer grado él era tierno inclusive cuando pataleaba a la hora de que le tocase leer para toda la clase, o recibiendo los gritos de su profesor de educación física, sí, pero nunca lo intentó. —Todos babeamos durmiendo, por favor, sería una imagen realista, babear un poco al dormir significa que has... no sé, como tenido el sueñito de tu vida. —explicó, mientras una risa surcaba sus facciones— No ronco, así que te quedas sin gama, griega querida. —dejó una palmadita sobre su cabeza, casi burlón. No pudo encarcelar la carcajada al ver las muecas y final cantado de la jovencita, alzando su cuerpo un poco para poder observarle con atención. —¿Está lindo el suelo, Naara? ¿Mi culpa además? Tu culpa por tener culo grande y poco equilibrio. —dijo sin vergüenza alguna. Sacudiendo su cabeza cual animal ante el golpe de la muy suave (pero no tan suavecita a la hora de golpear su cara, eh) almohada. Se levantó, a regañadientes, pues qué lindo la estaba pasando en la comodidad del colchón. Tomó su arma y moléculas de polvo minúsculas vagaron por los aires, mientras daba de lleno sobre la nuca de la chica, finalmente, serio al observar un reloj en una de las paredes. —¡Mira la hora, Tsergas! —exclamó, tirando el almohadón contra el pecho de la chica, volviendo su vista sobre su víctima y atacante. —Tengo que ir a una charla de un tío que apenas muestra un poco de pasión por la psicología, pero ¡hey! él es el genio y viejo aquí, claro. —una sonrisa amargada tomó el control de sus facciones— Lástima, la guerra la dejamos para después... Te dejo oh a ti, Naara, a ti y tu falta de equilibrio... y gran trasero que no puede aguantar estar en la pobre cama. —cantó, hundiendo la seriedad en el mar de la carcajada, mientras despeinaba el cabello de la rubia. El suyo, como siempre, una clase de desastre amado al propósito. —¿Me extrañarás, verdad?
Naara
Ah claro, te terminaré esposando un día entero a ver si sigues queriendo castigo, masoquista— le contestó en aquel mismo tono, como si aquella discusión fuera genuinamente razonable. ¿Qué tenía que ver? Bueno quizás bastante pero él solo fue capaz de darse cuenta de aquello sin que ella tuviera que explicar nada, gracias al cielo. —Bueno a ver si buscas una excusa razonable para no querer compartir tu vida con nadie más, algo que no involucre solo acostones y si, he dicho la tan temida palabra que involucra sexo sin compromiso— elevó su dedo índice como si estuviese haciendo un gran descubrimiento —es la tarea para la semana que viene Nikolai, espero obtener buenos resultados de su parte porque le pediré un informe completo— exageró, solo bromeaba porque estaba claro que no interferiría en el tipo de vida que el ojos claros hubiese elegido llevar, si se lo veía bien con ello eso siempre le era suficiente. Una sonora carcajada volvió a inundar el ambiente —¿Por favor? Creo que estoy escuchando tonterías o necesitaré limpiar mis oídos ¿escuché bien?— le lanzó una mirada repleta de diversión, su amplia sonrisa ya era incapaz de delatar si saldrían mas maldades de su mente. —Bueno, yo no babeo mientras duermo y he tenido los sueñitos de mi vida. No se que tipo de sueñito has tenido tu pero bueno..— soltó la frase al aire con picardía, él iba a entender el segundo sentido porque después de todo Nikolai tenía una mente bastante más pervertida que la de cualquier conocido. —Existen editores de sonido, podría poner el sonido de un chancho y decir que eres tu— canturreó en una amenaza irreal, no le iba a dar la cabeza para preparar algo tan elaborado. Quería pegarle en ese preciso momento —¿Perdón? ¿Culo grande? ¡Tienes envidia! Eso es porque mi culo grande atrae más atención que el tuyo— presumió con descaro y cierta desfachatez sintiendo la almohada impactar contra su cuerpo, un suave bufido escapó era un quejido más en contra de su marcha que del impacto. —No lo se, tal vez lo haga o tal vez no. Quizás deberías darme algo inolvidable no se— inquirió alzando sus cejas humedeciendo sus labios —y cómo se que sugerirás alguna de esas tonterías que solo a ti se te ocurren, yo seré quien pida esta vez— abrió sus brazos como si estuviera a punto de volar o atajar algo de gran tamaño —quiero el abrazo que me negaste hace un tiempo atrás, si no, ni siquiera pensaré en traerte algo de Grecia o escribirte—.
Nikolai
Eso suena a esclavitud sexual, Naara. —acusó, el horror decoró sus facciones en diferentes tipos de movimientos de cejas y boca entreabierta. Ladeó su cabeza, finalmente obligándose a negar, excusas no tenía ganas de dar, pues eran innecesarias, simplemente, bueno, era complejo, por supuesto, le gustaron chicas, más de una, y se puede hablar hasta en presente y en plural, pero el asunto es que... romance, relación, compromiso, no, no, el rechazo era inmediato, y era quizá el rechazo a tener ganas se sentir, el sexo sin compromiso era una necesidad más— ¿La temida? —fue lo único que soltó, con el claro objetivo de quitarle protagonismo al tema de conversación que había presentado— Sí, limpia tus oídos mejor. —suspiró una vez más, sacudiendo su cabeza suavemente. —Por favor, ¿es una clase de joda? ¿Nunca en tu existencia has despertado con el famoso hilo de baba o los labios babosos, o cosas así? ¡No te creo! No conozco persona en la vida que babee un poquito al menos. —hizo una pausa, sus ojos brillaron con cierta diversión incontrolable —Qué hermosa es la imagen que tienes de mí, eh. —ironizó con detenimiento, la nueva melodía del aire escapando de sus labios sonó— Seguro mueres de pereza en el intento. —se atrevió a soltar la profecía con lentitud. Ahogó una risa, negando de aquí para allá con su cabeza— Yo tengo un culo normal para un tío, no necesito de un trasero llamativo para atraer la atención, por favor. —comentó en tono burlesco, ahora la curiosidad mezclada en cierta confusión ligera acarició sus palabras— ¿Algo inolvidable? —cuestionó, si no fuese Naara, bueno, quizá ahí hubiese creado la seguidilla de imágenes más corrompidas, pero no, se obligó a mantener su mente al menos un poquito limpia. Negó, dando un paso hacia atrás, ¡no era miedo a los abrazos! ¿Quién le teme a los abrazos? Aquello sería simplemente estúpido y extraño, y sí quizá él a veces era los dos adjetivos al mismo tiempo, pero el punto era que, lo del ruso era rechazo, poca práctica y baja costumbre, compartir tanto cariño a través de brazos enlazados, no, él en esa imagen se le hacía una falacia, una clase de mentira sin sentido u objetivo. Desde pequeño sintió ese cosquilleo a la hora de abrazos, se queda parado, con los brazos a un lado, quieto cual estatua de museo que nadie debe tocar porque alarmas podrían sonar. —¿No hay otra cosa inolvidable que te pueda dar? —inquirió lentamente, sin moverse ni siquiera un centímetro aún. Rendido su brazo atrapó el cuello de la muchacha, aquello fue algo quizá demasiado Nikolai, pero decidió dejar un pequeño beso en la frente de la joven, aquello no era tal vez el pedido de la chica, y duró menos de lo que la expectativa podía creer, e ignorando todo pensamiento, hasta llegó a disfrutarlo poco a poco y de forma irresponsable. Si fuese su propio psicólogo podría descifrar su misterio fácilmente, se diría a sí mismo sin pelos en la lengua que aquel entorno frío, sin quererlo o no, al fin de cuentas se le pegó en la piel como una clase de tatuaje, que lo tenía con él y ni siquiera lo manejaba, que a veces era la viva imagen de su padre y la contradicción en su persona era notable y catastrófica, siguiendo sus pasos por el puente congelado de la impasibilidad. —¿Contenta, Tsergas? —demandó, colocando sus ojos en blanco. —Voy a extrañar molestarte. Aunque seas un dolor de huevos. Y tu culo se robe el protagonismo.— se alejó un poco, formando una pequeña sonrisa, caminado hacia la puerta, volviendo a despeinar el flequillo de la joven, que en realidad ya era un desorden debido a la guerra anterior— Me debes una siesta en tu cama, cuando vuelvas tal vez, ¿te parece? —cuestionó, de espaldas, apoyó su cuerpo contra el borde de la puerta— Oh, y Naara, ya sé cuando seguramente babeaste al dormir. Soñando conmigo obviamente. —comentó en voz alta, y la sensación aún seguía ahí, era claro que sí, iba a más que extrañar el espacio vacío que la muchacha dejaría, y sólo era una semana, ah, ya tendría tiempo de escuchar sus fábulas en sus tierras, o para más risas y gestos repletos de gracia saludó con un gesto con su mano en la caminata, ya la molestaría vía mensajes de texto seguramente, pues, sí, una de las personas que había ganado la batalla propia del muchacho con la costumbre de no encariñarse, ¿cómo no rendirse ante aquella Diosa a su manera? Imposible.
Naara
Eso suena a que te quedarás con ganas de la parte sexual, pervertido, las esposas son para los criminales no para obtener placer — rodó sus ojos como si aquella explicación fuese en realidad necesaria, dado el grado de mentalidades debió suponer que ese mal entendido llegaría. —Nunca, soy un bebé y los bebés no babean pero bueno los salvajes si sufren esa clase de inconvenientes— canturreó entre risas —y aquí tienes a la primer persona en tu vida—. Entrecerró sus ojos ante sus palabras ¿un culo normal para un tío? intentó contener la risa —a ver muestra tu trasero y yo te daré mi opinión pero desde mi punto de vista para normal te falta un poco, eh, no se— encogió sus hombros divertida, aún conteniendo las carcajadas se imaginaba muchas situaciones con NIkolai al futuro que eran dignas de encuadrar en algún portaretrato. Negó, negó incrédula por su pregunta porque tenía esa tendencia a preguntar todo y no tomar iniciativa quizás en aquel aspecto Naara era más lanzada, quizás tenía esa leve impulsividad que le era incapaz de controlar y en parte le molestaba que no pudiera dar un simple abrazo, ella era excesivamente afectiva tal vez y a pesar que jamás fue de recibir muchos abrazos eran de cierta manera indispensable. La muestra de cariño más auténtica que podía encontrar, y pedirlos no era la manera más leal de obtenerlos pero con Nikolai a veces no quedaba de otra ¿con el tiempo los daría sin problema? Le encantaría ver ese día llegar, porque parecía un cachorro asustado a veces, frío pero a la vez cálido. Le gustaría cambiar cosas entre los dos, pero para aquello tenía tiempo porque ni siquiera estaban a la mitad de lo que les quedaba por vivir y esperaba conservar esta amistad por mucho tiempo más. Llamadas sin sentidos por las noches, arruinarle alguna que otra cita al chico y quizás hasta presumir uno de los tantos novios que podría tener con ojos claros, la amenaza de reemplazar sus ojos claros por otros debería mantenerla hasta el final después de todo. Una sonrisa satisfecha se dibujo en su rostro al obtener lo que quería y que el resultado no fuera forzado, porque podía esperar la reacción de asco de parte del mayor pero sin embargo no hubo nada similar. Asintió sin decir nada, ella también le extrañaría ¿acaso no era imposible no hacerlo? Y ahora este aroma a flores le recordaba tanto a su amistad que era un poco absurdo, retrocedió solo para tomar aquel perfume en sus manos y se lo ofreció, prácticamente le obligó a tomarlo —Si algún día me extrañas mucho solo tienes que aspirar un poco de este dulce aroma— bromeó, bromeó como lo hacía siempre pero había algo de verdad en aquello que estaba diciendo después de todo era su perfume, su aroma y asintió —lo prometo, cuando regrese dormirás aquí el tiempo que quieras hasta puedo acompañarte para que veas como yo no soy una babosa como tu— canturreó ampliando su sonrisa y negando —si, claro Nikolai sueñas conmigo tu también no era necesario soltarlo de esa manera. Ya capte la indirecta rusito— le hizo un guiño y correspondió aquel saludo, sintiendo la nostalgia comenzar a cosquillear su piel, un sentimiento que nacía desde afuera y al final se apretaba en su pecho cada vez más a medida que sus pasos se alejaban y si, lo quería y quiso gritarlo pero el tiempo le quedó demasiado corto porque la figura que caminaba adelante ya había desaparecido y la puerta que marcaba la separación entre ambos se cerró como si nunca hubiese entrado nadie allí. La diferencia estaba en la sensación que ahora flotaba en el ambiente, flores con la esencia especial de Nikolai que mejor era ni mencionarla.
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thatgirl-naara · 10 years
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¡Es que has leído mi mente! —soltó una carcajada— aunque he prometido llevar a Grace a Cuba, pero prometo que nos daremos esa escapadita primero —bromeó haciendo un guiño a la rubia—. Yo pensaba más bien en algún sitio con playas, Caribe o Australia. No sé tampoco la verdad pero Alemania no esta mal, amo los alemanes y los rusos.
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¡Las vegas!—Exclamó— Vallamos a Las Vegas, Naara. Nos hacemos bailarinas, conseguimos dinero, y tendremos una muy hermosa vida movida y llena de vacaciones—Bromeó, amena—. Que va, ¿Algún lugar en mente? Me encantaría visitar Alemania, pero qué sé yo, no parece… "Más movido", ¿Tú qué dices?
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thatgirl-naara · 10 years
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Oh —sus labios se abrieron formando una "o" por la sorpresa, no conocía las costumbres para nada y mucho menos que solo podían tener hijos con gitanos y casarse entre si —¿Y cómo arreglas eso? ¿Puedes convertirla en gitana?— quizás era una tontería lo que se le ocurría pero tampoco podía pensar demasiado. —Dios, Luka, deberías escucharte en este momento. Es un niño, si fuiste capaz de meterte con la chica hasta tal punto y ser irresponsable ahora tienes que se capaz de asumir tu papel de padre. ¡Con más razón! ¿Quieres que un niño incapaz de defenderse este en manos de alguien que mentalmente no es capaz ni de cuidarse a ella misma? Es tu sangre, y sabes, yo crecí sin mi padre y mi madre no era capaz de cuidarse a ella misma ¿quieres saber como sigue la historia? No, porque no es buena y ese niño cuando crezca puede ser una mejor persona de lo que yo lo fui o terminé siendo, si te tiene a ti. 
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—Solo puedes tener hijos con gitanos, y casarte con gitanos. —Mencionó, negando con la cabeza, para luego restregar su rostro en manera de frustración. —No quiero aprender. Debió quedarse con su madre en Alemania. No me gustan los niños, Naara. No quiero uno. Menos con esa chica. Estaba loca. Loca de verdad.
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thatgirl-naara · 10 years
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Dejó escapar una bocanada de aire —¿Porqué va en contra de todas las leyes gitanas?— cuestionó, no entendía nada del mundo del gitano y aún le era difícil asimilar que el gitano era padre. Nunca lo hubiera imaginado. —Nadie nace sabiendo ser padre Luka, supongo que aprenderás con el tiempo y además tiene una madre que puede ayudarte— mordió su labio inferior bajando la mirada a sus propias manos —es cuestión de aprender y debes asumir la responsabilidad.—
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—Eso. Que soy papá. —Respondió monótono, aún le costaba creerlo. —La noticia llegó ayer como quién anuncia el clima. —Negó con la cabeza. —No sé que hacer, y no solo porque va en contra de todas las leyes gitanas, sino porque… Porque bueno, no sé ser padre. Seré un desastre. 
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thatgirl-naara · 10 years
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¿En serio? Bueno, al parecer llevabas una vida bastante tranquila y quisieron darte algo de movimiento. Para que no te aburras —medió sonrió— en mi caso pediría tranquilidad, por un año o dos tal vez. ¿Esa frase tan de película es tu manera de convencerme para ir a Cuba? Porque parece una sutil manipulación —entrecerró sus ojos soltando una carcajada— tu ganas, todo sea por hacerte feliz Grace Mccain. 
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Sí, lo sé, y lo comprendo. —murmuró, frunciendo sus labios— Quizá lo hacen, ah, no sé, mi vida no era así antes, los problemas casi nunca me llegaban, este año las cosas se fueron un poco de rumbo. —asintió, sonriente— Es lejos, es hermoso, no sé, me agrada. Bueno, Australia suena tentador, pero, ¿qué importa el lugar cuando lo verdaderamente importante que es estaríamos juntas, uh? —comentó en un tono divertido— 
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thatgirl-naara · 10 years
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Si, a mi tampoco se me ocurre nada para convencerlos pero debe haber algo, no sé, quizás alguna actividad que pueda combinar diferentes carreras y sea "educativo" pero no sé porque lo menos que quiero hacer es ir a estudiar. 
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Eso no suena tan mal, a decir verdad—Admitió—. Pero realmente no se me ocurre cómo convencer a las autoridades de que nos lleven a todos los estudiantes a una playa.
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thatgirl-naara · 10 years
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Bueno, pensaba en algo así como movimiento de olas y arena. quizás alguna playa con surfistas y esas cosas —encogió sus hombros levemente— no lo se en realidad, pero si algo para apartarnos de aquí. 
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Coincido con eso, pero la verdad es que no estoy segura de cuanto movimiento pueda soportar. Ya tengo suficiente con esta universidad.
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thatgirl-naara · 10 years
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Los ojos de la rubia se abrieron como dos platos, sorprendidos y las palabras parecían no poder salir, pestañeó y tragó saliva porque probablemente había escuchado mal —¿Qué?— fue la única palabra que pudo soltar prácticamente incrédula.
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—Entonces… Al parecer soy papá. ¿Alguien tiene una pistola?
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thatgirl-naara · 10 years
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¡Si! En realidad estaba pensando en algo así —comentó humedeciendo los labios — aunque en eso de los deportes soy un desastre, pero, pasar un tiempo así entre todos sería muy divertido. Además hay mucha gente que me gustaría conocer más y esos viajes, siempre, pero siempre terminan uniendo a todos.
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—¿Qué te parece en la playa? ¡Así jugamos voleibol y todo lo demás! ¿No te mola?
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thatgirl-naara · 10 years
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No se si fueron decepciones pero si, pasaron cosas desagradables allí y bueno.. la verdad es que no quiero recordar nada de eso Grace —suspiró con pesadez— comienzo a creer que los problemas nos persiguen ¿sabes? Están en todos lados pero bueno, me gusta la idea de las playas pero ¿En serio Cuba? —entrecerró sus ojos observando a la castaña— prefería algo como Australia, el sol fuerte y las grandes olas.
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Uh, nada más feo que las decepciones, sí, pero yo la pasé bien, me agradó, iría una vez más. —admitió, asintiendo— Y las fotografías que logré sacar son únicas. Al lugar que tú quieras, rubia, mientras sea lejos de todos los problemas y de todo Dartmouth. —suspiró— Bien… ¿Cuba? Oh, ese lugar es hermoso, las playas parecen de otro planeta, o no sé, tú dime, yo simplemente te sigo. 
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thatgirl-naara · 10 years
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¡Las Vegas! —exclamó soltando una carcajada — vale, no, pero algún sitio diferente quizás con algo de atractivo pero también con la oportunidad de divertirte con diferentes cosas. No sé.
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—¿Mas movido como… Dónde?— Preguntó de brazos cruzados, ladeando la cabeza.
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thatgirl-naara · 10 years
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“Don’t worry about the bitches in school — that could be a good motto, because you come across people like that throughout your life.”
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thatgirl-naara · 10 years
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Ni siquiera había electricidad para entretenernos, admito que yo era una de las más emocionadas por ir pero la experiencia me enseñó que no quiero volver allí nunca más. La cantidad de cosas negativas sobrepasaron las positivas, bien, ¿y a dónde nos escapamos? Más vale que sea un sitio con comida, electricidad y agua caliente.
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¿Sitio más movido? Uhm, aunque el día final de la excursión al campo fue asquerosa, a mí me gustó, la naturaleza, la tranquilidad, todo era muy bonito. Bienvenida al club, ¿qué tal si escapamos juntas, uh?
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