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Una sonrisa divertida consiguió situarse en sus labios. Posiblemente Remus fingiría que no le molestaba (o tal vez genuinamente no lo hacía), pero Dorcas no quería tentar al destino y dañar su relación. Sólo bromeaba al respecto. "Bueno, pero si no lo haces, mándame una lechuza y veré qué puedo hacer" quizás podría encontrarle algún lugar temporal. "Yo creo que tienes derecho como su empleado a expresarle tus quejas" lo incentivó a que siguiera sus pasos, creyendo que Astraea merecía que las personas le dijeran lo que realmente pensaban de ella y su manejo de la Oficina de Aurores. Habían estado muy callados por mucho tiempo. "Hay personas que desean hacerlo, pero... También escuché muchos rumores sobre gente que está pensando en renunciar" señaló. Al menos sabía que los Longbottom planeaban quedarse. "Y seamos sinceros, debe haber gente asquerosa que deba estar disfrutando esto" porque no dudaba que entre los aurores existieran puristas. Probablemente se guardaban sus ideologías por el trabajo, más debían existir. "Uhm... No, no realmente" admitió y eso le causó gracia, razón por la cual soltó una risita. "Es decir, aún tengo que terminar mis estudios en la Academia, seguir los de Dragonología... Pero en cuanto a empleo, no tengo la menor idea" y francamente no quería pensarlo ahora. ¿Era irresponsable? Posiblemente. Más ya descubriría qué hacer.

La respuesta logró generar una pequeña risita. —Oh, no, tampoco busco generar problemas. —Es decir, no es que alguna vez Remus Lupin lo hubiese tratado mal, o siquiera fuese relevante en el presente—. Está bien, encontraré en donde quedarme, gracias —dijo de todos modos—. Me habría gustado estar ahí —dijo ilusionado, como si se hubiese perdido a David Bowie en acción—. Tal vez deba repetírselo, digo, por si no le ha quedado claro —agregó con una risita. No le sobraban ganas de hacerlo, con todo lo que había pasado últimamente—. Me resulta difícil creer que alguien quiera quedarse, es decir, de manera genuina; pero tampoco les juzgo, supongo que cada quien tiene sus razones —se encogió de hombros. No pensaba hablar por cada auror y sus motivos—. ¿Sabes qué harás...? Es decir, ¿buscarás un empleo pronto? —Se interesó.

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Dorcas no era exactamente buena en consolar a la gente. De hecho le costaba mucho, porque no sabía incluso consolarse a sí misma. Si se trataba de sus amigos, podía intentarlo, pero con gente que apenas y había conversado en su vida no era sencillo. Por ello se mantuvo quieta en su lugar, con los brazos cruzados sobre su pecho, oprimiendo los labios. "Porque necesitan comenzar a deshacerse legalmente de nosotros para poder armar su utopía donde sólo ellos existen y tienen derechos" expresó con completa honestidad. Eso era, básicamente. "Entre menos gente se les oponga, mejor" el camino les quedaba prácticamente libre. "Por eso tenemos que resistir como podamos. Es lo único que tenemos: nuestras vidas y nuestras presencias. Mientras sigamos aquí, no les será fácil" de eso estaba segura. De otra forma, ¿por qué intentarían exterminarlos?

La lucha que había surgido en la actriz desapareció de inmediato. Su postura una vez rígida y llena de rabia acabó desinflándose, prácticamente agotada. Su compañero de trabajo había desaparecido hacía ya un tiempo en el horizonte y desgraciadamente, se daba cuenta de que las palabras de Dorcas eran ciertas. No había nada que pudiera hacer. No podía cambiar su situación. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas de rabia y frustración, aunque se negaba a dejarlas salir. Parpadeó decenas de veces con el rostro elevado al cielo, negando con la cabeza de vez en cuando. "¿Qué está pasando?" Era una pregunta sin respuesta, lo sabía. Pero necesitaba desahogarse. "¿Por qué hacen esto?"

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"A veces hace toda la diferencia" corroboró la impresión ajena. En ocasiones el que alguien te escuchara, o simplemente validara tu sentir, te prestara su compañía, era todo para mantenerte de pie. Dorcas lo había comprobado varias veces a lo largo de su vida. Encogió los hombros y elevó la mirada momentáneamente, observando el panorama. "Digamos que he podido darme cuenta de primera mano lo horribles que pueden ser los humanos" y ya había tenido suficiente para toda una vida. En parte era por ello que se sentía tan cansada, harta de sufrir las atrocidades de las personas en su propio cuerpo. A veces una no era capaz de más. A ella le faltaba la energía y voluntad que a André parecía sobrarle. Ya no tenía la fuerza para no darles el gusto. Antes sí, pero ahora sólo quería... Ser. Y si eso implicaba demostrar que estaba furiosa, que estaba alterada, estaba bien. "Supongo que sí. Es sólo que no todo el mundo puede ocultarlo. Algunos simplemente no quieren pelear contra lo que sienten" y si él deseaba actuar de otro modo, lo entendía. Simplemente ella estaba en un punto donde la fatiga la había rebasado. "Yo no lo calificaría de heroico" rechazó aquella visión con una pequeña sonrisa apretada. Habían utilizado tantas veces esa palabra con ella que a estas alturas ya no le veía valor. ¿Era heroico simplemente seguir su moral? No sabía. Sonaba a que la gente esperaba que ella salvara el día y hasta este punto no había hecho mucho. De hecho, de sólo pensarlo, se sentía realmente inútil. Demasiado la alabaron por su habilidad como bruja y, ¿de qué había servido? De nada. Estaban estancados en el mismo punto, incluso peor. "Oh, ¿le celebras los cumpleaños?" Ella no tenía ni idea de cuando había nacido su lechuza... "Suena divertido, estaré ahí" agradeció la súbita invitación, un tanto extrañada por ello. "Ah... De todas formas lo grito. Ya no me importa si me escuchan" siempre había sido muy vocal con sus opiniones, además ahora mismo podía decir lo que fuera porque ya no era auror. Ya no era auror, que liberador. Comenzó a seguirle los pasos a André, curiosa por la dirección que iban a tomar. "Eso explicaría porque no sabía que existía. No estaba en la planificación original del lugar" comprendió entonces. Doe negó con la cabeza, nuevamente sonriendo con suavidad. "Bueno, al menos que te caigas y des vueltas, sí me daría risa, pero no suelo reírme de la desgracia ajena, al menos que sea alguien que me molesta" entonces sí le daba mucha risa.

A veces la gente simplemente necesitaba un abrazo, y a veces no. Y eso también estaba bien. Él siempre fue muy expresivo con eso, si lo necesitaba simplemente lo pedía y él siempre ha sido así de alegre y expresivo. Obviamente sabía desde pequeño que de gente como su familia jamás obtendría algo así y que ellos mismos eran incapaces de sentir eso que conlleva esa simple acción de un abrazo. Sintió las palmaditas con una sonrisa traviesa, y aunque supo que no era lo más cómodo para ella, le bastó con que no lo apartara. También abraza sólo por ofrecer un pedacito de calma, aunque no sepa si hace falta o no. Le hizo un pequeño gesto con la cabeza, como agradeciendo que se tomara el tiempo de advertirle, levantó sus dos pulgares y le sonrió en señal de que tomaba en cuenta la advertencia – Lo tendré en cuenta. De verdad. No es que planee echarme encima a los del Ministerio, pero... si puedo estar ahí para alguien, aunque sea un ratito, cuenta ¿cierto? – entendía totalmente las palabras de Dorcas. Soltó un suspiro, ella sabía perfectamente de lo que son capaces estas personas, desgraciadamente él también, el haber vivido y crecido en ese ambiente. Los Travers son de lo peor y todos los puristas tienen su propio nivel de maldad. Y también sabía que las protestas no iban a hacer ningún cambio y tampoco les cambiaría el punto de vista, pero había muchos que estaban sufriendo, que habían sufrido – Tú lo has visto de cerca y te ha afectado ¿verdad? – soltó un suspiro – Son horrendos. Y sí, hacen cosas atroces que no se puede creer que hayan sido capaces de hacerlas, pero lo hicieron – con más razón se alegraba haberse ido, de encontrar a sus amigos que eran su familia –¿Yo? ¿Animado? ¡Para nada! – respondió con exageración fingida – Buenos para qué digo que no, si, sí – le dijo riendo – Pero estoy completamente devastado, sólo que me afecta con ritmo – bromeó, haciendo un leve movimiento de caderas como si bailara al son de su propia tristeza – Ya, ya, a ponernos serios – lo intentó pero pronto volvió a sonreír – Tal vez eso no puedo, hacer que mi boca se curve para abajo en vez de hacia arriba, pero aunque hay mil razones para estar furioso o triste... Creo que no hay que darles el gusto, porque saben que hay quienes se oponen, más eso sólo provoca... más odio y se vuelve un ciclo. Me enseñé a no vivir ahí. Uno se consume, ¿sabes? – se encogió de hombros – Entonces hago lo que puedo. Me río, canto mal, hablo de Júpiter… Y si con eso te saco una sonrisita, aunque sea una chiquita, siento que vale la pena – confesó con honestidad. No tenía el poder de cambiar las leyes del Ministerio pero creía que un granito de lo que pudiera aportar era bueno – ¡Puff! ¡Claro que lo eres! Y tanto lo eres que firmemente renunciaste, dejaste esa bola de imbéciles con sus babosadas ¡Eso es increíble! Porque te negaste a arrestar gente con preocupaciones genuinas, eso es heróico – dijo emocionado como quién habla de un superhéroe. Tal vez ella no lo viera así, pero era la verdad – ¿Verdad que sí? Es de las mejores decisiones que he tomado, ¡Ya sé! Te invitaré a los cumpleaños de Júpiter. Siempre le agrada tener más personas – propuso, pues uno de los eventos importantes son las fiestas de cumpleaños que le organiza a su gato – ¡¿En serio?! ¡Sí! – dijo con una emoción sincera, como si hubiera ganado algo – ¡Perfecto! Vayamos entonces. Puedes gritar "¡Ministerio de porquería!" y no te van a escuchar – lo sabía porque ahí gritaba o incluso llevaba a sus amigos para descargar toda la frustración, incluso sospechaba que su jefe gritaba ahí cuando se frustraba de sus empleados – Originalmente no creo que era un túnel... Hubo un accidente, gracioso, con un cliente y explotó una pared con lo que iba a ser una bodega para guardar alimentos y ¡Zaz! Se hizo un gran agujero – caminó en dirección hacia el lugar – Te prometo que te sentirás al menos un poquito menos estancada cuando salgamos. O que al menos te reirás de mí si me resbalo en una baldosa floja... Creo que Júpiter lo hace cada vez que me pasa.

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La declaración de Lily confirmó que había hecho lo correcto. De alguna forma siempre había confiado en su criterio. En ocasiones podían diferir, porque la pelirroja era mucho más cauta que Dorcas, más sabía que por eso mismo era que podía creer en la visión que Lily tenía de las situaciones. Siempre fue más racional que ella. Es por eso que sonrió tras escucharla, una genuina sonrisa. "Creo que sí" concordó con ella, dejando libre una pequeña risa. "Yo... De alguna forma sabía que me iba a terminar marchando de ahí, ¿sabes?" admitió. "Desde... Lo que pasó" y con eso refirió al secuestro de los aurores ocurrido hace un tiempo, "jamás quise regresar". Se había tomado un descanso larguísimo, ocupándose en sus estudios en la Academia de Aurores y en Dragonología, evitando pensar en que debía volver. "Creo que nunca lo superé" admitió. Sí, ya había vivido muchas circunstancias terribles, pero esta, en particular, la había dejado realmente mal. No quería volver a pensar en eso. "Y después simplemente acepté que... No hay nada que pueda hacer ahí dentro. Es... Es inútil" incluso con varios aurores en el interior del Ministerio, la Orden no conseguía avanzar mucho. "Ese lugar está corrompido desde su núcleo. Es imposible cambiar algo..." Ella lo sabía perfectamente desde ante, y ahora se hacía más claro quien jalaba los hilos ahí. Era como luchar con un enemigo invisible aunque sabías que estaba ahí.

el abrazo de su amiga le sostuvo un poco el alma, y solo se dejó estar en ese instante de contención compartida. dispuesta a escuchar todo lo que necesitara decir, sintiendo como esa y cualquier situación se sintiera menos pesada solo por estar compartiéndola, en especial después de haber pasado tanto tiempo lejos debido a su falta de memoria y la culpa que eso había dejado instalada en su pecho. asiente al escucharla y mirada verde busca la contraria, con una pequeña sonrisa enmarcando sus carmines. orgullosa, como siempre, del poder de las convicciones de dorcas. "me alegro mucho." dice con una sinceridad que se podía notar en su mirada. "me hace sentir orgullosa." comparte como agradecimiento silencioso de su parte y de toda su familia muggle a quién ahora tampoco podía ver. "además, creo que sentirse libre en este contexto, es una victoria."

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Elevó las cejas con sutileza, ligeramente sorprendida por lo dicho. "Vaya, eso es muy... Poético, creo" soltó una pequeña risita. "Supongo que tiene sentido. Aunque no mucha gente lo ve así" y lo decía por la cantidad de veces que en los últimos días le había reclamado. "¿No eres de por aquí, verdad? Es que no te recuerdo..." Al menos en Hogwarts no había estado, a pesar de que calculaba tendrían mas o menos la misma edad. "¿Llegaste hace poco?"

Los aurores siempre habían sido una molestia para la causa por la que luchaba la chica. Al menos, en su mayoría. Y aunque esto no significaba que la contraria no fuera a entrometerse en los planes del Señor Oscuro, había una posibilidad de que fuera menos molesta. Y sinceramente, Jihae solo quería regresar a su casa y obtener su fortuna. "No soy nadie para hacerlo. Cada uno debe seguir su camino." Bueno o malo, acertado o no... cada uno poseía un destino. En eso creía firmemente. Y el suyo era ser heredara de los Choi en Corea.

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"Ojalá pudiera" sería estupendo. Sin embargo, día a día se dio cuenta de lo inútil que era estar ahí dentro como auror. "Al menos que, ya sabes, asesine a Greengrass o algo así..." lo dijo de broma, tan oscuro como era su humor. Aún no era capaz de matar a nadie, creía. "Que bueno que renuncié, si no podrían acusarme de que tengo planes de orquestar su asesinato" no se vería bien que un auror deseara terminar con su jefe. "No te preocupes" concedió con una pequeña sonrisa comprensiva. "Creo que inclusive nosotros la teníamos" pero ya dentro, se dio cuenta de que no había mucho qué hacer. Prácticamente vivían con las manos atadas. "Lo está" corroboró la impresión de Davies. "Es terrible cuando te das cuenta de ello" porque entonces te percatabas de que no importaba cuanto quisieras, no podías arreglar el problema desde adentro. "Estar ahí es muy frustrante" admitió.

Suspiró con resignación - Te entiendo, no es cómo si pudieras mágicamente acabar con esa estúpida ley - chasqueo la lengua. - Lo siento, es que quizás tenemos esa imagen toda poderosa de los aurores pero está vez no hay mucho que hacer - explicó - De todos modos ya no estás ahí, quizás fue lo mejor que pudiste hacer porqué parece ser que el Ministerio está podrido desde adentro - afirmó.

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"Seguramente" ya se acercaban las fechas de graduaciones de los aurores recién salidos de la Academia... Seguramente ellos se encargarían. O tal vez el Ministerio tenía otros planes más macabros. Dorcas asintió, comprendiendo totalmente a qué se refería. "Sí, yo también" coincidió. "Todo este tiempo pensé que... Podía hacer algo, ¿sabes?" quizás entretuvo demasiado la idea de que era una bruja capaz, como le había dicho McGonagall cuando la convenció de ser auror, pero ahora se daba cuenta de que no lo era. "Tenía la falsa idea de que... Terminaría con esto si estaba aquí" pero el problema era demasiado grande para resolverlo tan llanamente. "Y ya me di cuenta de que... No es posible" y era un trago demasiado amargo de pasar. Aceptar su inutilidad... Había sido muy complicado. "No sé si afuera logre más, pero... Aquí no. Eso lo sé."

—No. No harán nada, pero puedo imaginar que los aurores serán reemplazados. —Por cualquier persona, suponía, lo importante sería rellenar ese vacío, pues no querrían admitir que el descontento existía—. No soporto estar un día más en ese lugar —admitió sinceramente—. No creo que pueda hacer nada allá adentro. Pensé en quedarme por, ya sabes. —La Orden del Fénix, quería decir—. Pero no me siento preparado para eso. —Finalmente, no sería capaz de seguir sus órdenes. Pensaba que podía hacer algo más productivo afuera.

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"En verdad espero que así sea" asintió un par de veces. Creer que la mayoría de los aurores estaba dispuesto a apoyar las estupideces de Proudfoot le revolvía el estómago. Dorcas le dedicó una sonrisa mientras rodeaba el escritorio para moverse hacia los cajones donde se encontraban sus pertenencias. "Quiero que sepas que..." Oprimió los labios por un instante. "No te juzgo a ti, ni a Alice, por quedarse" dejó bien claro. "Sé que no todo el mundo tiene la posibilidad de irse. Sé que también hay quienes no quieren" pausó. "Sé también que ustedes utilizaran esto para ayudar. Es sólo que yo..." Sacudió la cabeza de manera casi imperceptible, buscando sus palabras. "Yo ya no puedo" y francamente estaba cansada. Cansada de pelear, de protestar, de buscar formas. Quería... Necesitaba un momento para ella misma. Tal vez era el peor instante para ello, pero Dorcas iba a explotar si no lo hacía. Y sabía que cuando llegaba a su límite, nada bueno salía de eso.

– Creo que la mayoría estamos de acuerdo contigo, en las cosas que dijiste –afirmó. Él mismo se sentía bastante hipócrita, quedándose ahí cuando esto estaba pasando, pero quería creer que podía hacer más desde adentro que afuera– Me alegro, Dorcas. De verdad –manifestó de forma sincera. Sin duda, era algo bueno que la joven ya no sintiera aquel peso que él entendía bastante bien.

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"Wow. ¿Historia?" Le sorprendió, particularmente porque no tenía nada que ver con la magia. "La Historia puede ser muy interesante" reconoció. "Aunque a veces me costaba quedarme despierta en la clase de Binns" admitió con una pequeña mueca. "No es que fuera aburrida, pero tenía una voz que, si tenías mucho sueño, te arrullaba..." de hecho, ahora que lo pensaba, Marlene sí que se quedaba dormida frecuentemente. El profesor ni siquiera lo notaba. "¿Puedo preguntar por qué decidiste estudiar eso?" Decidió indagar con genuina curiosidad. No creía haber conocido a alguien más que lo hubiese hecho. "Ah... No creo que sea una tontería" desconocía sobre qué era, por ello mismo no podía juzgarla. "Espero que... Espero que la aprueben" incluso si ignoraba su contenido. Preguntaría al respecto, más no deseaba entrometerse. "Oh, ¿yo? Vengo a recoger unos papeles. Renuncié hace unos días, así que" encogió los hombros e incluso una sonrisa divertida se alzó en sus labios. No sabía porque encontraba todo el asunto de su salida del Ministerio de Magia con tanta gracia.

Sonrió, agradecida por el cumplido– Historia en una universidad en Londres, aunque no sé muy bien qué hacer con ello ahora –reconoció. Quería ser profesora, pero no parecía sentirse realmente preparada, no aún al menos. Y bueno, cualquier trabajo que pudiera perseguir en el mundo muggle ya quedaba completamente descartado con la nueva ley– Sí, vine con una petición. Sé que suena a una tontería, pero no puedo no hacer nada... y no se me ocurría qué más hacer –explicó. Personas que habían firmado los pergaminos le habían dicho que no serviría de nada y ella misma, hasta cierto punto, lo tenía claro, pero quedarse de brazos cruzados no sonaba como una opción viable– ¿Y tú?

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"Supongo que sí" expresó, juntando un par de archivos y colocándolos en su antiguo escritorio. Al menos se sentía liberada. No tenía ni la menor idea de qué haría después, pero ya lo descubriría. "Eh, no, no realmente. No te preocupes" apretó los labios en una sonrisa amable. Empezó a colocar sus pertenencias dentro de una caja. "Tú... ¿Cómo estás? ¿Con todo esto? Me refiero" Preguntó, porque aunque sólo eran compañeras de trabajo, Angela le agradaba realmente, y deseaba saber cómo se encontraba. Además, si no mal recordaba, estaba casada con un muggle... No se imaginaba como estaba pasándola.

– Bien por ti –dijo, un comentario que podía sonar ácido, pero lo cierto era que estaba siendo honesta. Se alegraba de que pudiese salir de ahí– ¿Necesitas ayuda? –ofreció, esperando que dijera que sí. Necesitaba moverse.

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Dejó salir el aire que se había acumulado en sus pulmones, relajada ahora que escuchaba que no iban a castigar al Señor Diggle por su culpa. Pensó que lo metería en problemas dado el secretismo de la situación, pero le alegró saber que no. "Oh... Está bien" asintió un par de veces. Inevitablemente su rostro se sonrojó un poco al escucharla. ¿Habría creído que fue muy ruda e insistente con Dedalus? Esperaba que no. Hestia miró a su alrededor tras la propuesta. Sí, ningún lugar era lo suficientemente seguro. Y claro que tenía muchísimas preguntas. "Sí, sí, espera" entonces empezó a guardar sus pertenencias en su bolso. Dobló El Profeta de esa mañana, olvidando de momento lo que estaba ocurriendo. Se puso de pie y miró a Emmeline. "Te sigo" le indicó, esperando que ella escogiera donde sería correcto que conversaran al respecto, porque Hestia no podía asegurarse de ningún lugar, si era honesta.

Notó el momento de la realización en el rostro contrario y, en un gesto que quizás no siempre era usual de su parte, decidió mostrar una sonrisa suave, un gesto conciliador– Creo que si pensáramos que dirías algo, Dedalus hubiera siquiera intentado borrarte la memoria –respondió, con la voz baja, pero firme, para que nadie más oyera a su alrededor– Lo sé. Pude oír un poco de eso –decidió revelar. No fue mucho rato, pero sí logró escuchar parte de la conversación a través del espejo, cuando intentaba pensar en cómo podían entrar a San Mungo– ¿Crees que hay otro lugar donde podamos hablar? Me imagino que tienes preguntas.

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No puedo evitar sentirse desilusionada cuando Dedalus negó que existiera algo por hacer. Creía que tendría un plan, que todos ellos, quienes fuesen, tuvieran un plan. Agachó la mirada y ladeó los labios, pensativa. Entre más lo reflexionaba, más preguntas tenía, y no podía negar que, aunque su cabeza estaba puesta en su próximo examen final, también había estado rumiando respecto a la dichosa Orden del Fénix. "Lo-lo sé" concordó con lo dicho por el mayor. "Es sólo que... Lo siento, tengo muchas preguntas y... No he podido dejar de pensar en eso" admitió. "Sé que debería estar concentrada en mi exámen, pero... Sí, tienes razón" ya habría otros momentos para conversar al respecto, esperaba. "¿Cómo qué?" Alzó la vista hacia él, expectante. "Es sólo que..." Parpadeó nerviosa. "Ahora mismo quiero ayudar y no... No puedo hacer mucho, a mi parecer" podría protestar, pero creía que haría más daño que bien. Y eso era todo. No veía otro modo de dar su propio grano de arena. "Sólo quisiera ser de utilidad..." Admitió en una voz más baja, volviendo a bajar la mirada. Se sentía impotente y debilucha... Y esta última era una sensación que detestaba.

– Créeme que esa es una pregunta que yo también me hago –admitió. La Orden era un grupo pequeño, una organización secreta y, aunque había gente trabajando en lugares importantes, nada parecía ser suficiente para frenar lo que estaba ocurriendo. Soltó una especie de risa por lo bajo, sin gracia realmente– Creo que esas son preguntas más complejas de lo que puedo contestar ahora –respondió, volviendo a acomodar los pergaminos entre sus manos– Además, deberíamos estarnos enfocando en que queda poco para que te gradúes, ¿no? –decidió desviar la conversación– Lo único que podemos hacer ahora es ayudar desde donde podemos. Como sanadores, también hay cosas que podemos hacer –agregó, para darse a entender. No podían evitar los arrestos ni retroceder la ley, pero podían atender heridos en las protestas y ayudar a quien lo necesitara. Todo frente era necesario en momentos así.

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"Ah..." La pregunta la tomó por sorpresa. Miró a su alrededor y buscó entre los ejemplares un libro que en particular le había gustado mucho. "Mmm, sí. Espera..." Escaneó con los ojos las hileras de opciones. "Ah, mira este" sacó uno de ellos al reconocer el lomo de tono violeta. "Es una historia un poco personal... La autora se basó en su infancia" le reveló, entregándole el texto a Victoria. "Tiene algunos momentos que... Pueden ser un poco fuertes" advirtió. "Pero a mí me gustó mucho. Me dejó reflexionando" por meses, si era sincera. "Aunque si eso no es lo tuyo, lo entiendo. Algunas personas prefieren no hacerlo, en especial ahora" ya tenían demasiado con la guerra como para dar rienda suelta a sus pensamientos y preferían distraerse.

No esperaba entablar conversación con nadie. Hace años Victoria ya no era aquella niña solitaria que fue alguna vez, pero tampoco era del todo sociable. Sin embargo, no iba a dejar hablando sola a Jones una vez que ella decidió hablarle– Gracias –tomó los libros sobrantes y se puso de pie– ¿Tienes más recomendaciones de ese estilo? Me estoy quedando sin lecturas –reconoció. Entrenar y leer parecían ser sus únicos pasatiempos, sobre todo recientemente.

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Hestia decidió entornar los ojos lejos de Amelia. No tenía la paciencia suficiente para lidiar con sus desplantes hoy. De hecho, se arrepentía de si quiera haberle respondido. Debió quedarse en silencio, definitivamente. El sentimiento se incrementó cuando mencionó a Edgar. Entonces la volteó a ver, como si acabara de decir algo terrible. Hestia no quería pensar en Edgar, mucho menos hablar de él con Amelia. Le molestaba que lo hubiera mencionado, si era honesta. Tardó en contestar por lo mismo. "No eres hija de muggles, no estás en peligro directo" o al menos eso quería creer. Francamente el historial de los Bones daba mucho de que hablar. Sin embargo, creía que ahora mismo buscaban deshacerse de los relacionados directamente a la gente no mágica. "De todas formas, ¿cual es tu plan?" Preguntó. "¿Qué piensas hacer, Amelia?" A veces creía que era muy poco realista, que actuaba muy impulsivamente. Y sólo terminaba colocándose en peligro.

Hizo todo lo posible para no rodar los ojos. La joven tampoco deseaba discutir, tenía otras cosas más importantes que hacer. Aunque su impulsividad y la manía que tenía de no pensar antes de hablar, lo complicaban todo siempre. Así que simplemente, elevó las manos en señal de rendición. "Vale, chica mala." Con un intento de broma, prosiguió con la conversación. "Bueno, es ser enjuiciado o acabar muerto." A estas alturas, no sabía lo que prefería la verdad. "Sé que algunos prefieren que me reúna con mi hermano pronto, pero no lo tengo planeado." Aunque desde hacia mucho tiempo le daba igual todo, a vista estaba por cómo hablaba de su situación, todavía tenía cosas que hacer aquí. Y si eso significaba tener problemas con la ley, en estos momentos no lo veía tan mala opción. Alguien tenía que hacer algo.

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"¡Sí, sí!" Ahora se sentía muy emocionada de haberse acordado, casi se levanta de su asiento por la exaltación. "No, no, claro que no" de inmediato comenzó a guardar sus pertenencias, dispuesta a darle prisa al asunto. Particularmente porque desconocía si ya habría sido ocupado y le parecía una oportunidad apropiada. Se puso de pie. "Vamos" le sonrió, feliz de ser de utilidad. "No está lejos de aquí pero nos podemos aparecer si te parece mejor" además era en una zona mágica, podían hacerlo sin problema. "Sígueme" y acto seguido partió.

—Y felicidades por adelantado, sé que lograrás hacerlo —le sonrió sinceramente. Con todo lo que le había ayudado en aquellos días, estaba seguro que contribuiría de la mejor manera para con todos sus pacientes. Pensó por un momento a dónde iría. Bueno, no era falto de amistades, podría pensar en alguno. Su mirada volvió a elevarse al escuchar la voz de Hestia—. ¿Uh? ¿De verdad? —La desesperanza de Finnick, antes reflejada en el escaso brillo de sus ojos, se fue despejando al formar una sonrisa aliviada—. Eso sería increíble. En serio. ¿Sería mucho pedir que me llevarás? Bueno, puedes darme la dirección si estás ocupada. ¿O debería enviar una lechuza antes? —No estaba seguro de cómo fuese el proceso, pero tendría que apresurarse. Además, un apartamento sonaba mejor que quedarse nuevamente en un cuarto pequeño.

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Por supuesto que no se había caído, que suposición más estúpida. Hestia se sintió azorada por su ingenuidad unos instantes, más desplazó la vergüenza para enfocarse en la situación actual. La preocupación se volvió notoria en el gesto de Jones mientras ladeaba la cabeza, observando a Sirius en aquel estado. Por Dios. Su angustia se incrementó al ver la mueca en sus labios. Parecía estar sufriendo de bastante dolor. "Son las... Las cinco y cuarenta, creo" al menos esa era la última hora que recordaba haber leído en su reloj en la muñeca. "Yo... Vengo de San Mungo. Estaba revisando cosas para mi examen final" pero eso no importaba ahora. Hestia avanzó hacia él y con cautela lo tomó de los brazos. "Por Dios, Sirius, ¿qué hiciste?" Expresó con severa preocupación. "No puedo dejarte aquí..." Entonces una batalla se desató en su interior entre mantener su distancia de él y ayudarlo. Porque éticamente no podía dejarlo ahí, tampoco se lo permitiría, pero también sabía que no podía volver a tratarlo como cuando eran amigos... Basta. Daba lo mismo, Hestia no podía abandonarlo en ese estado. "Pon tu brazo sobre mis hombros" le indicó, para que ella pudiera sujetarlo por la cintura y ayudarlo a pararse. "Vas a venir conmigo. Alguien tiene que curarte eso" le indicó y no pensaba escuchar negativas, porque Hestia no sería capaz de dormir esa noche si lo dejaba ahí a su suerte.

exhala una pequeña sonrisa, apenas un gesto, que casi de inmediato lo obliga a tensarse por el dolor que le atraviesa el costado. se le escapa una queja entre dientes, disimulada, y niega con la cabeza, más hacia sí mismo que hacia ella. baja la mirada un segundo, con la vergüenza tan evidente que no necesita decir nada. maldice para sus adentros. porque, de todas las personas en el mundo que podían encontrarlo hecho un desastre, tenía que ser justamente hestia. "no me caí." aclara finalmente, con la voz algo más ronca, como si las palabras le rasparan por dentro. "solo… tuve que explicarle algunas cosas a algunas personas, y sabes, tengo talento para eso." se encoge de hombros, como si pudiera quitarle importancia, aunque cada movimiento lo traicione. el sarcasmo le sale por inercia, pero esta vez le sabe amargo. luego, con algo de esfuerzo, intenta levantarse, apoyando una mano contra la pared más cercana, sufriendo el instante hasta enderezarse frente a ella. "¿tú? ¿qué haces por acá?" pregunta, deseando desviar el foco de atención. "¿qué hora es?" recuerda toque de queda de pronto, y no quiere que la pelinegra se exponga a las consecuencias. "no deberías estar acá."

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Asintió varias veces cuando la nombró. Era un hombrecillo bastante gracioso, recordaba. Al menos a ella le había parecido las veces que lo vio. Su tía parecía confiar mucho en él por alguna razón. Sin embargo, ella misma creía en la percepción de Arabella; parecía nunca equivocarse. "Okay" respondió en torno a la aclaración. Entonces también recordó que tenía algunos problemas con el Ministerio... ¿Cuales? No tenía idea. Notó el nerviosismo que comenzaba aflorar en las facciones ajenas y Agatha misma frunció el ceño. "¿Cual trabajo exactamente? ¿Vender cosas muggles?" Aquello consiguió que un par de ojos se giraran hacia ellos, algo que Agatha no percibió. "No. Mi tía está hoy con su club de té. Es un grupo donde leen hojas de té... Es peculiar" nunca lo había entendido, pero su tía estaba segura de que era una actividad con cierta certidumbre. "Yo estaba buscando comida para mi tarántula" explicó. "No la venden en el Callejón Diagon, así que tengo que venir aquí" Arañita no se iba a alimentar sola. Tras una pausa, agregó: "Mundungus es un nombre interesante. Nunca lo había escuchado" señaló con curiosidad, porque le parecía de lo más inusual.

Contrario a lo que todos podían pensar de él, Mundungus Fletcher sí era muy bueno recordando nombres. Nombres, rostros, datos curiosos... todo, por más pequeño que fuese, se guardaba en su memoria como si lo hubiese visto, leído o escuchado el día de ayer. Era una regla básica de la supervivencia, según él. "¡Pero si no es la sobrina de mi gran amiga Arabella Figg!" exclamó con entusiasmo, como si la conociera de toda la vida, aunque solo la había visto un par de veces entre tazas de té y pelos de gato. "Agatha, ¿cierto? Respecto a mi nombre, es Mundungus. Fletcher, por si acaso. Pero nadie me llama así, salvo los documentos del ministerio." Comentó como quien no quiere la cosa, mientras recogía sus objetos sin apuro, pero con los ojos atentos, lanzando miradas rápidas a ambos extremos del callejón. Suficiente había tenido ya con la visita de Moody. "Créeme que ya lo pensé, pero alguien tiene que encargarse de este tipo de trabajos, " suspiró, mientras con un movimiento de su varita, limpiaba todo rastro de sus ventas ilegales. "¿Y tú qué haces por aquí? ¿Te mando tu tía? Porque si vienes a dar el sermón, dile que esta vez ni siquiera estaba vendiendo. Solo estaba mostrando. Educación cultural, por así decirlo."