Don't wanna be here? Send us removal request.
Photo




Hey friends, reblog this post to enter for a chance to win a polaroid from The Search For The Lost Sounds.
3K notes
·
View notes
Text
Homesick
Ojos pesados y una vibración. La única vibración que se siente es, obviamente, de mi celular. No hay nadie más en la casa; no volvió anoche.
Deslizo la pantalla del móvil e inmediatamente el pequeño departamento retumba por el timbre, que suena varias veces acompañado de un murmuro del otro lado de la puerta. Unos segundos después de tropezarme en la oscuridad dejo que entre. Junto a ella llega el típico aroma a alcohol mezclado con cigarrillo del bar.
— Mi amor —su voz áspera me molesta y su aliento roza mi cara en el intento de acercarse para un beso.
— Me despertaste —arreglo mi voz al escucharla bastante ronca—. Y no volviste anoche como me dijiste.
— Acá estoy, mi amor.
Lo único que puedo hacer es darle mi mirada de disgusto. El hecho de saber que tomó tanto me revuelve el estómago y tengo que hacer fuerza para no ir a vomitar. Va hacia la cocina con pasos torpes, se sirve agua y se queda mirándome. Yo, sin embargo, vuelvo a la habitación. No me sigue.
Sé que es lunes. Sé que es de madrugada y sé que está acariciando mi mejilla. La cortina va y viene en la danza que provoca el viento de afuera, haciendo que me den escalofríos. Giro en la cama y me recibe con su sonrisa dormida.
— Es hora de empezar la semana —me dice, como si no lo supiera.
Me desperezo y espero para contestarle.
— Llegaste borracha.
Es todo lo que puedo decirle. ¿Realmente quiero sacar ese tema? Sí. O no. Para ser sincera no estoy de humor y apenas me despierto.
— Sí, amor. Te dije que a la salida del trabajo iba a tomar algo con las chicas, acá a la vuelta de casa.
— Ya sé, y te dije que estaba bien. No sabía que te ibas a poner así, nada más.
Suspiro y miro al techo. Se apoya en un brazo y me mira fijo, comenzando a sentirme ligeramente incómoda.
— ¿Así? ¿Borracha? No pensé que iba a tomar tanto, la verdad. Pero bueno, nos estábamos divirtiendo...
— Ya sé que te divertís. Ya está. Espero que te sientas mejor ahora.
Salgo despedida de la cama para evitar la conversación y en el camino al baño me sigue hablando.
— Me importás vos y nada más, nena.
Es obvio que es mentira. Pongo los ojos en blanco, pero ya estoy lejos como para que me vea.
— No puedo creer la cara que puso Octavio —le digo a Martín entre risas apenas salimos del edificio, caminando al lado suyo—. Se la creyó todo el tiempo y era muy obvio.
— Y yo no puedo creer que me perdí todo por estar en el baño, ¿a vos te parece? —me mira haciendo una mueca graciosa y logra que me ría aún más.
— La verdad es que sí faltabas ahí.
Me muerdo el labio y deja que mi frase quede en el aire, solamente respondiéndome con una sonrisa de lado. El camino suele ser silencioso entre nosotros. No incómodo, simplemente silencioso. Pero esta vez se siente un aire raro, o tal vez soy sólo yo.
— Pensé que ibas a tener más ganas de salir del trabajo —me dice él—. ¿Te molesta algo?
— Siempre tengo ganas de salir, es un sufrimiento. Pero me molestan muchas cosas —le respondo distraída y lo miro después de una pausa. El semáforo se pone en verde—. Nada, cosas con mi novia pero ya se van a solucionar supongo.
— ¿Suponés?
— Sí, supongo no más. Otra vez la misma historia de que vuelve borracha y yo tengo que recibirla —pongo los ojos en blanco tratando de no dar mucho lujo de detalles y suelto una risa seca—. Siento que es lo mismo otra vez.
— Claro —se queda pensativo un par de minutos mientras seguimos caminando. La avenida está llena de autos y la gente ni se preocupa en dejarte pasar por la vereda—. ¿Y nunca le dijiste que te molesta?
— No —sin querer vuelvo a hacer una pausa. Camino apurada, con ganas de que esta conversación ya se termine y poder llegar a casa para ducharme—. Bueno, un par de veces le dije. Pero ya no lo veo necesario, debería saberlo.
Martín sabe que no quiero hablar.
— Te dije que no quiero pelear —me contesta mientras me cruzo de brazos.
Estoy apoyada contra la mesada de la cocina y el material se siente frío. El ambiente se siente frío. Apenas llegué a casa me recibió con el almuerzo, y se la veía tan bien... Ahora estamos acá, las dos, en una pelea que evitamos por bastantes meses.
— Pero yo también ya te dije que con Martín no pasa nada. Me divierto con él, la paso bien, nos reímos mucho. Somos compañeros de trabajo.
Siento un nudo inmenso en la garganta. ¿Cómo voy a tener sentimientos por otra persona estando con mi novia? Es diversión que no lastima, chistes que no tienen ningún doble sentido.
— De todas maneras parece que coquetean constantemente el uno con el otro. Los veo cada vez que te acompaña hasta acá. Te quiero proteger, me importás vos solamente.
— No parece.
Se queda mirándome estupefacta y da un par de pasos en mi dirección. Yo cada vez me encojo más, abrazada con mis propios brazos. Pero me mantengo firme.
— ¿Cómo que no parece?
Evito su pregunta y sigo mi charla.
— Yo solamente quiero estar con vos. De todas las maneras posibles. Pero no parece que querés cuidarme y siento que es mentira cuando me lo decís —pareciera que estuviera escupiéndole la cara con cada palabra que le digo. Está parada delante mío y apoya suavemente sus manos en mi cintura, con gran duda, pero no dice nada—. Nada, perdón. Ya está, olvidate de lo que dije.
— ¿Después de todo eso me pedís que me olvide? —frunce el ceño y se aleja un poco de mí, pero aún así sus manos siguen sobre mí.
— Sí, no tendría que haber dicho nada. Perdón —le digo, casi en súplica. Llevo una mano temblorosa a su mejilla y la acaricio.
— Sí, no tendrías que haber dicho nada.
Me suelta dejando caer mis brazos. Agarra las llaves y en cuestión de segundos desaparece del departamento.
0 notes