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CREANDO DIOSES CON MIS MIEDOS
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thesomehowkid · 5 years ago
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thesomehowkid · 5 years ago
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Relato sexo como deporte y como arte
Relato sexo como deporte
Una vez -solo una vez me fue suficiente- tuve sexo casual. Ella era muy hermosa y nos gustamos mucho. Ella me atrajo por su belleza y sensualidad, sumado a su gran actitud, a tal punto que ella me sedujo a mí. Una especie de huracán que tenía en el pecho me pedía cogerla, y claro, ella tenía el mismo huracán en su pecho. Salimos del boliche y fuimos hasta su cuarto. Pateé la puerta, ella me empujó sobre la cama; fueron movimientos muy rápidos y desaforados para un tiempo tan breve. De repente ella estaba desnuda frente a mí, con una mirada de deseo tan hermosa que me sentí sumamente atractivo (no me olvido de esa mirada). Nos besamos y empezamos la previa. Después empezamos a coger. Yo estaba ebrio, ella igual. Ella estaba disfrutando (o eso me demostraba) pero yo estaba en otra dimensión. Sentía como mi cuerpo funcionaba en modo automático, pero mi mente estaba ida. Mientras la cogía empecé a pensar qué estaba haciendo y ella me besaba el cuello. Me dije que estaba dándole muchas vueltas a un simple sexo casual. Pero la idea de que algo no estaba bien no se iba de mí, hasta que me di cuenta: no me interesaba en lo más mínimo darle placer. El dar placer me importa y me gusta cuando es hacia alguien que me interesa y elijo conscientemente, a ella la había elegido mi pija (nunca confiar en la pija, porque no piensa, solo sabe desear). Sin mi interés por ella no tenía interés en verla sentir placer. No sentía las ganas de eyacular porque ni siquiera quería estar cogiendo. “¿Dónde estaba mi ego��smo sexual? ¿Si ella no me interesa para darle placer, no puedo disfrutar?” Me preguntaba mentalmente. La respuesta fue simple: “no vas a disfrutar, hijo de puta”. No sentí nada, a tal punto de fingir el haber eyaculado y, aunque suene absurdo, la chica estaba hecha un lanzallamas (sé que suena absurdo y falaz, pienso exactamente lo mismo), y a mí me parecía aún más absurdo todo, al punto de sentirme asqueado. ¿Cómo podía ella estar disfrutando si yo simplemente era un cuerpo en modo automático que entraba y salía de ella? Desde esa vez nunca más tuve sexo casual, porque ese sexo más que sexo fue hacerme una paja con un cuerpo ajeno, y ni siquiera, porque no pude eyacular.
Relato sexo como arte
Tuve una novia a la que le pedía que se concentre en su cuerpo cuando la masturbaba. Le pedía que cierre los ojos y se concentre en sentir como entraban y salían mis dedos. Que se concentre en sentir el tacto en su sexo, que toda su atención esté puesta en eso. Le pedía que cierre los ojos para que pueda concentrarse aún más, mientras yo no despegaba mi piel de la de ella. Después le pedía que se concentre en mi voz y le decía al oído -mientras la masturbaba- que termine para mí. Todo sin apuro, con las pausas, con los tiempos necesarios para que pueda llegar al clímax. Claro que este timing uno lo conoce al prestarle atención a su pareja, al buscar que llegue a lo más alto que pueda. Concentrarme en ella para saber qué hacer, cuándo y cómo, era lo que me permitía darle placer. La falta de inseguridad frente a mi le permitía dejarse llevar y concentrarse en ella misma, luego concentrarse en mis palabras y luego “hacerme caso” para poder llegar al orgasmo.
El interés en que la otra persona obtenga el mayor placer posible es la meta. El otro es el fin al que alcanzar.
Luego tuvimos sexo y nuestras miradas se transformaron en sexo invisible. El deseo se podía palpar en el aire. No es pasión, no es habilidad, es simple (real) interés. El sentir su piel, su transpiración, su forma de respirar, sin precipitar nada, consiguiendo un flujo de acción constante, sin sobresaltos, armonioso, con el interés en su placer y no en el mío. Mi orgasmo iba a llegar de forma consecuente. Y así fue, terminó llegando solo y cuando llega sin apuros ni expectativas no es cualquier tipo de orgasmo (si gente, hay orgasmos más intensos que otros), es de esos que te desconectan el cuerpo y por pequeños segundos no sentís nada, no existís, y luego súbitamente el cuerpo reaparece y se retuerce a causa de un placer imposible de explicar, que se siente en la totalidad del cuerpo, menos en la mente, porque la mente está desenchufada. Tu pareja disfrutando de verte disfrutar. Sintiendo placer por haberte dado placer. Quedarse desplomado sobre el pecho de ella, cansados, transpirados. Dormir desnudos, uno sobre otro hasta que el cansancio desaparezca un poco: esto es arte.
Lo normal
El chongo con el que no sentís confianza ni interés, que te taladra como si fueras cemento, creyendo que el sexo de las películas porno es una utopía; al que evitas mirar a los ojos mientras te coge; al que después de que eyacule querés que salga de encima tuyo. Él no sabe qué te gusta porque no te conoce y no te conoce porque no te querés dejar conocer, porque claro, no te interesa, solo buscas un rato de placer superficial. ¿Y así pretendes llegar a un orgasmo?, ¿asi pretendes alcanzar el arte? Si tenés la suerte o habilidad de llegar al orgasmo en esa situación, ¿que podrías alcanzar en el arte?
La pibita que te levantaste en el boliche es esa que tiene tremendo culo, pero estás tan ebrio que te es imposible enfocarlo para disfrutarlo. La piba no espera nada de vos, ni quiere saber nada de vos; pero tampoco vos, entonces haces lo normal, intentar no eyacular rápido y en cuanto llegaste a un tiempo mediocre, eyacular, correrte de encima de ella y sentirte un campeón. Esa eyaculación crees que es un orgasmo; pero no, un error tan infantil que me sorprende aún. Pleno Siglo XXI, donde el conocimiento está a una búsqueda de Google de distancia, y los hombres (que suelen ser mucho más básicos que las mujeres) creen que eyacular es sentir un orgasmo.
Pensar que tuve una novia desde mis 15 a mis 18 (3 años y medio de relación) y recién sentí un orgasmo con mi segunda novia, a mis 19 años. Ese día, ese orgasmo me hizo entender lo profundo que puede ser el sexo, si se lo comprende como un arte. 
Defino todo el sexo con mi primer novia como masturbarme con un cuerpo ajeno, como masturbarme con porno tridimensional.
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thesomehowkid · 5 years ago
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Los tipos de sexo
Se puede entender al sexo de 3 maneras: como deporte (lo más normal), como perversión o como arte.
1)      Sexo como deporte
El sexo como deporte tiene la cualidad de carecer de profundidad, es un mero intercambio de placer superficial donde el sexo puede ser considerado un intercambio mercantil. En este tipo de sexo el “otro” es visto como un objeto que saciará una demanda libidinal. Una de las características principales del sexo como deporte es su posibilidad de elegir a cualquier sujeto-objeto para saciar el deseo sexual, ya que lo importante no está en la persona elegida, sino en la meta a concretar: el saciar la demanda del placer libidinal.
El sexo como deporte es superficial, mecánico, situacional y repetitivo.
Superficial: el sujeto-objeto elegido es intercambiable con muchos otros, ya que solo se justifica su elección por mera estética, ya que el énfasis no está en la elección, sino en la concreción de meta.
Mecánico: el sujeto funciona como un engranaje necesario, es un mero objeto, siendo el acto sexual un medio para un fin.
Situacional: depende más de la casualidad situacional que de la intención especifica en base al sujeto elegido (este es intercambiable por su cualidad superficial).
Repetitivo: un sexo que es difícil de diferenciar con sexos pasados, sin trascendencia en nuestra  mente.
El sexo como deporte es intercambio energético y libidinoso, donde los sujetos buscan el placer personal, sin llegar a generar una simbiosis, imposibilitados de crear temporalmente un solo sujeto (metafóricamente) para facilitarse el placer.
2)      Sexo como arte
En el sexo como deporte uno determina sus pretensiones, buscando saciar sus demandas en un sujeto convertido en objeto, desestimando el interés en el placer ajeno. En cambio, el sexo como arte es superior al deporte ya que tiene profundidad, donde al otro no se lo ve como objeto, sino como lo que en verdad es y debería ser: un sujeto.
Al interpretar al otro como un igual y no como un medio para un fin, este se convierte en fin, ya que no se establece la meta egoísta del sexo como deporte. Al establecer al otro como fin se crea una situación dialéctica (es necesaria la combinación de ambas partes para crear arte) donde si la intención está puesta en generarle placer al otro, en dar en vez de recibir, se crea una simbiosis dialéctica donde cada uno le suma al otro (situación win-win).
Este tipo de sexo no lo impulsa la estética, lo externo, el egoísmo, sino que al necesitar de profundidad cualitativa debe anclarse en supuestos con mayor importancia y menos simpleza. Se busca al sujeto (no objetizado) por sus cualidades abstractas (su forma de pensar, su ética, valores e ideas), por quién es esa persona interiormente (siendo la mente lo único que determina al otro). Sentir atracción por estas cualidades crea mayor estructura y contexto, ya que son cualidades que merecen una identificación, un reconocimiento de las mismas; lo estético no necesita de tal reconocimiento. Lo estético no hace a la persona, al igual que un envoltorio hermoso no modifica la mala calidad del regalo envuelto o viceversa.
Al aceptar al otro como sujeto se crea una intención, un deseo que trasciende el placer libidinal momentáneo y específico, que se traduce en un ambiente general, no solo en la situación sexual. En el sexo como deporte cuando el intercambio mercantil termina, las partes buscan la desaparición del otro, ya no hay nada que justifique la mantención de la cercanía. En cambio, en el sexo como arte, al finalizar el acto sexual la dialéctica no tiene por qué finalizar, ya que el interés trasciende la meta libidinal. Te atrae e interesa la persona más allá de la satisfacción del placer; es necesario el interés mutuo para crear sexo como arte.
En el sexo como arte el fin es la otredad, el dar placer, el egoísmo no puede representar ni crear arte. Se busca dar lo que se puede sin miramientos, por el simple hecho de disfrutar el poder ver el placer ajeno, disfrutar del dar.
Otra característica del sexo como arte es, que al tener basamento en cualidades interiores, la intimidad que se puede alcanzar es enorme; hay un abismo entre el sexo como arte y como deporte respecto a la intimidad.
En el sexo como deporte la intimidad está limitada por los prejuicios, inseguridades, dudas, desconfianza, etc., tanto propios como ajenos. En cambio, en el sexo como arte estos sentimientos negativos se desdibujan ya que existe una confianza mutua que las minimiza. Esto no quiere decir que el sexo como arte sea solo alcanzable con parejas o personas que amamos con locura, porque incluso muchas parejas tienen sexo como deporte (pueden estar muy “enamorados” pero si no comprenden ambas partes que desde el dar es cuando el sexo se convierte en algo más que un deporte, el arte les será inaccesible).
Es cuestión de comprender el valor y la profundidad del hecho de tener sexo con alguien, ya que para algunos puede ser, simplemente, estar desnudo intercambiando fluidos con otra persona y para otros puede ser la realización de un acto utópico. Esta diferencia en el entendimiento del acto dependerá de cuán grande sea la habilidad para exprimir todo el potencial de este acto tan genuino. Depende de cuánto se quiera obtener y cuanto se esté dispuesto a dar.
En el sexo como arte el entregarse es lo que facilita el placer y la diferencia de calidad entre un sexo y otro. Hay muchos sujetos que a causa de sus carencias individuales (falta de confianza, inseguridad, baja autoestima, ser un egoísta sexual, etc.) les es imposible alcanzar el arte.
El sexo como arte es tan escaso porque necesita de apertura y fortaleza mental  (para dejarse llevar y aceptar el ceder, sin limitaciones) y de que ambas partes tengan el placer ajeno como fin. Si ambas partes se proponen darle placer a su contraparte se crea más placer, ganando ambos. En cambio, si solo piensan en el placer propio (placer egoísta), alguno de los 2, indudablemente, va a salir perdiendo (por lo general la mujer, en el sexo heterosexual)
El sexo como arte es algo apto para pocas mentes, por 3 motivos puntuales:
1)      Lo dificultad para interiorizar esta conceptualización y trasladarla a la realidad
2)      Las carencias mentales de cada individuo (miedos, inseguridades, etc.) ancladas en una falencia en la generación de un correcto amor propio.
3)      El desinterés en general para profundizar conceptos, mantenerse en la “zona de confort sexual”, prefiriendo cantidad frente a calidad.
Es imperioso tener una mente dotada con amor propio para alcanzar el más bello de los artes, porque el único sexo que es una utopía es el sexo como arte.
3)      Sexo como perversión
Muchos podrían contrarrestar estas conceptualizaciones diciendo que no necesitan el arte, ya que obtienen placer en el sexo como deporte. Sí, no tengo dudas de eso, ¿quién necesita el arte para vivir? Claro que no es imperioso, pero no significa que no haya mucho más que el sexo que todo el mundo conoce, demanda y accede.
Cada uno elige quién es, con mayor o menor consciencia. Dependiendo de la propia percepción y conceptualización, el mundo puede ser chato como un charco o profundo cual océano. Está más que claro que la mayoría de la gente carece de profundidad, pero esto lo considero un error, ya que lo simple nunca abarca lo complejo, pero lo complejo siempre abarca lo simple (superficialidad vs. profundidad) y cuanto más se conoce, más se puede obtener y exigir.
Hay personas que tienen la libido sexual asociada a la degradación propia a través de un tercero, a esto se le llama masoquismo. Hay muchas personas que obtienen placer sexual en la práctica masoquista (placer sexual al recibir dolor) y sadomasoquista (placer sexual al infligir dolor), pero estas actitudes o preferencias funcionan a partir de sesgos mentales inconscientes, convirtiendo al acto sexual en una perversión. Este tipo de sexo depende de muchos aspectos personales que fueron interiorizados de manera específica, generando una distorsión en las fuentes que saciarán el placer sexual. Es decir, en la conceptualización del sexo como arte y como deporte no pueden ingresar los Ted Bundy o los Jeffrey Dahmer (asesinos seriales), que sienten placer sexual solo en condiciones muy específicas y macabras, como violencia, asesinato o incluso la necrofilia. Esto es una asociación perversa entre el deseo sexual y la elección (inconsciente) del objeto libidinal, situación mucho más extrema que el sexo como deporte, porque en estos sexos perversos extremos el objeto es degradado e incluso eliminado, no simplemente interpretado como medio. En este tipo de sexo como perversión también ingresan las personas fetichistas, pero con la aclaración siguiente: el fetichista real, aquel que no puede alcanzar el clímax sexual sin la presencia del objeto libidinal (aquel objeto que es la fuente principal de su deseo sexual). Por ejemplo, el fetichista de pies no llega al clímax sin la presencia del objeto.
Claro que en este tipo de sexo hay diferentes tipologías y graduaciones, porque no es comparable aquella persona que siente placer frente a un pie con medias (fetichista); con aquella persona que presenta placer al recibir dolor (masoquista), ni mucho menos con aquel que necesita condiciones extremas para saciar su placer (necrofilia, tortura, violencia, etc.). Este último grupo es muy específico, presente en psiquis muy complejas y trastornadas, generalmente presente en asesinos seriales.
Cierre
Creo que es clara la diferencia entre tener sexo con un chico/a random que conociste hace 3 hs. en un boliche, con quien intercambiaste 13 palabras, frente al sexo con alguien que te gusta por su forma de ser, de pensar y/o de actuar; que te genera interés.
Incluso si en el sexo como deporte llegas al orgasmo y en el sexo como arte no (raro, pero posible), vas a obtener más en el segundo caso ya que la experiencia trasciende al acto, como se describió previamente. Asimismo, si es arte, indefectiblemente el placer físico llegará más temprano que tarde.
Esto no significa que no pueda haber atractivo estético en el sexo como arte, al contrario, puede haberlo y si lo hay es mejor aún, pero la estética nunca puede reemplazar lo abstracto, pero lo abstracto puede suplir lo estético sin problemas. Si ambos están presentes, BINGO!
No estoy insinuando que el sexo como deporte no pueda ni deba ser utilizado, está más que claro que el sexo casual es una posibilidad, pero si digo que no tiene el mismo valor que el sexo como arte.  Hay una abismal diferencia entre  la elección puntual  del sexo como deporte, no siendo esta forma la normalmente deseada o elegida, frente a una compulsión por el sexo, banalizándolo y aceptándose a uno mismo como objeto, degradándose constantemente para saciar placeres inconscientes (sexo como deporte). En este punto necesito realizar una aclaración: en la promiscuidad sexual se representan desfiguradas las inseguridades o la búsqueda de afecto (por ejemplo, una falta de apego infantil seguro puede ser una causa de promiscuidad) que buscan saciarse externamente, cuando estas carencias sólo pueden crearse y mejorarse desde el interior, introspectivamente. Con esta falencia mental no es posible acceder al arte como sexo, porque ni siquiera se podrá entender que hay algo más que la repetición del acto como animal en celo, pero lo que planteo siempre es para una minoría de escasas almas libres, no para la mediocridad.
Por último, el lograr acceder a un sexo como arte se necesita de entendimientos previos, para sustentarse. Por ejemplo, si es una persona es envidiosa o egoísta, aunque “ame” mucho a su pareja o le interese su persona, la posibilidad de crear arte es nula a causa de sus carencias mentales. Repito, el arte es para muy pocas almas libres.
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thesomehowkid · 5 years ago
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Qué es el amor y porqué tan pocas personas son aptas de tal belleza.
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thesomehowkid · 5 years ago
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Resumen sobre la esencia de la filosofía del Objetivismo
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thesomehowkid · 5 years ago
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Hablando sobre la naturaleza del Hombre, si es bueno o malo. El sentimentalismo vs la razon. La gente estupida.
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thesomehowkid · 5 years ago
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Sobre el miedo a la muerte y demás
“No le tengo miedo a la vida, por consecuencia  no le tengo miedo a la muerte”
Miedo a la muerte
Para no tenerle miedo a la vida necesariamente se debe perder el miedo a la muerte; esto no significa sólo perder el miedo a morir, sino, además, el miedo a la pérdida de las personas que amamos.
Primero dejé de tenerle miedo a mi muerte; mucho tiempo después dejé de tenerle miedo a la muerte de alguien cercano. Es muy liberador comprender el total azar que corre por nuestra vida. Claro que azar no es la palabra correcta, pero el ser humano es incapaz de visualizar todos los engranajes que mueven  cada causa y efecto, que son los que determinan nuestra realidad. Uno no puede ver la causa sino el efecto en la mayoría de lo que nos sucede y, si encontramos la visualizacion de la causa, es a posteriori del efecto; algo completamente útil para el pensamiento retrospectivo, pero inútil para evitar tales efectos. Por tal motivo llamamos “azar” a las infinitas cadenas de causa-efecto que rigen nuestra realidad.
Al entender que gran parte de nuestro mundo está lejos de nuestro control se crea una liberación, un peso de nuestros hombros desaparece y nos permite tener mayor capacidad para controlar lo que sí podemos manejar: nuestro accionar consciente.
La angustia por la muerte propia es incomparable con la de un ser amado. No existe una superposición de estados entre vida y muerte, al morir nunca nos enteramos, simplemente pasamos a ese estado inerte sin ningún preaviso. Incluso si estás en un hospital esperando la muerte a causa de una enfermedad terminal, por ejemplo, tampoco podes preverla. Ella llega cuando nosotros ya nos fuimos. Es como la frase del poeta Antonio Machado: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”.
En cambio, al fallecer una persona amada nosotros quedamos en este mundo y tenemos que sobrellevar la angustia, la tristeza y el dolor consecuente. Nosotros sufrimos cuando el muerto no. El muerto simplemente desaparece, deja de ser plausible a todo sentir, tanto lo bueno como lo malo. Por esto, el muerto siempre se encuentra en un estado de total libertad, de total paz, de inexistencia. A la nada, nada le puede suceder.
Uno comienza a entender que la muerte es parte de la vida y que es necesaria para que tenga sentido. La muerte es la estructura elemental de la vida, sin ella todo carecería de sentido. Ahora ahondaré sobre esto.
El motor esencial del ser humano es la motivación, la cual se divide en 2 tipos: la intrínseca y la extrínseca. La primera surge desde nuestro interior y la segunda de estímulos externos a nuestra persona. Tenemos pulsiones (energía que nos impulsa a satisfacer una necesidad, sea consciente o inconsciente) que pueden ser tener hambre o sed, por ejemplo, las cuales crean en nosotros la motivación de saciarlas bebiendo o comiendo algo, generando homeostasis (equilibrio) en nuestro organismo. Sin la motivación no generamos ningún tipo de accionar, ya que todo lo que hacemos está movilizado por una motivación consciente o inconsciente (las conscientes son las más fáciles de saciar y comprender). Una vez planteado esto, traeré el concepto de procastinación (hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables por miedo a afrontarlas o desinterés).
El ser humano es el único animal que procastina porque somos el único animal con una mente consciente. El león, por ejemplo, no procastina el comer, no analiza variantes y obtiene como conclusión que quizás es mejor cazar mañana, sino que es esclavo de lo que siente, de su pulsión inconsciente y su consecuente accionar, que se encuentra estructurado por instintos que le dicen qué hacer (los humanos carecemos de instintos).
Vayamos a una hipótesis: supongamos que somos inmortales. Tal cualidad sería nuestro peor enemiga ya que no tendríamos ninguna motivación inmanente que nos impulse a. Si el tiempo que tenemos para existir es literalmente infinito (ya que somos inmortales), ¿porque haríamos algo en el presente? ¿Qué motivación nos impulsaría a hacer algo, si no tenemos la necesidad? La inmortalidad no sería algo positivo sino que sería el mayor castigo que puede existir.
Sin la muerte no habría nada que nos impulse, probablemente solo nos moveríamos entre deseos, pero nunca entre necesidades. ¿Quién trabajaría si no necesitara comer? Total somos inmortales. La muerte es un mal necesario ya que le da un sentido, un lineamiento, a nuestra vida. Lo único que hace soportable la vida es el conocimiento de que llegará a su fin, porque aceptar esto es la única manera de disfrutarla libremente y sin condiciones.
Incluso  sabiendo que vivimos una vida finita -donde la muerte puede llegar en cualquier momento- somos capaces de olvidarnos de ella  y procastinar nuestras acciones, vivir anhelando un futuro que nunca llega (el futuro es un horizonte que se aleja proporcionalmente a nuestro avanzar); decisiones importantes postergadas, dejando lo importante para después y lo superfluo para ahora.
Frente a la realidad de la necesidad de la muerte para la existencia, sumado al conocimiento que puede alcanzarnos en cualquier momento (a través de un cáncer, de un accidente, de una catástrofe o de un resbalón en la bañera), ¿cómo uno puede limitarse por algo que es vital para la vida y, a su vez totalmente azaroso? No digo que no nos genere angustia la muerte, lo que digo es que no debería. Hay que manejar la mente, entrenarla, explicarle y hacerle entender los procesos y las estructuras que rigen nuestra realidad, para llegar algún día a ser capaces de calmar nuestras penas. Además, aunque la muerte sea “azarosa” no significa desentenderse, hay que controlar las variables de las cuales conocemos causas y posibles efectos. No significa tomar cocaína todos los martes y jueves, total la muerte es azarosa. No es comer hasta morir ahogado por tus kilos. Es buscar un equilibrio entre placer y deber. Pararse en el gris, encontrar el equilibrio de ambos polos, agarrar tanto del blanco como del negro. Ese punto exacto.
No debemos entender lo expuesto como si la muerte convirtiera a la vida en un “carpe diem” constante, donde todo pierde valor ya que la muerte puede venir en cualquier momento. Al contrario, hay que ser consciente de esta realidad y hacer lo que realmente queremos en cuestiones trascendentales de nuestra vida, sin que nos frene el miedo o la procastinación. No significa ser irresponsable, sino darle mayor valor a la vida, cambiar la perspectiva por una mucho mejor.
Sino véase la actual situación de pandemia COVID 19, como de un momento a otro el mundo se modificó radicalmente. Nada es seguro en esta vida, hay que aprovechar el ahora, no postergar nada que nos parezca importante, el presente es lo único que tenemos.
No digo que al momento de la muerte de, por ejemplo, mi madre, mi mundo no va a desmoronarse, o que no se va a ir una parte enorme de mi corazón con ella: eso es una seguridad. Lo que digo es que no me angustio con anterioridad, sino que sé que cuando suceda -sea hoy o dentro de 40 años- voy a sentir todo el peso de la vida en mis hombros, pero hasta ese momento, ¿para qué preocuparme? Al contrario, tener a la muerte dando vueltas por nuestra mente nos asusta, nos limita, nos paraliza. No niego que en el momento de sentir que la muerte baila alrededor mío no voy a sentir miedo, sino que no manejo un miedo previo, que me acompañe como una sombra toda mi vida. Es algo que realmente no pasa por mi miente, no me preocupa ni mi muerte ni la de otra persona, simplemente sé que es algo que indefectiblemente va a suceder y lo acepto. Todos sabemos que la muerte es algo inevitable y es la única certeza que manejamos en nuestra vida; es una verdad que traemos atada a nuestra piel desde que nacemos.
Sé que lo que propongo es totalmente difícil de realizar porque no es lo mismo entender algo a hacerlo nuestro; no es lo mismo entender la lógica de algo a que nuestro sentimiento funcione en base a ese entendimiento. Pero no hay otra manera de vivir que buscar alcanzar ese estado.
Existe una fobia (miedos irracionales) llamada “tanatofobia” que es el miedo persistente y exagerado a la muerte. Esta fobia es lo opuesto a lo que propongo y tal fobia no permite que vivas una vida normal (eso está claro), pero mi posición tampoco lo es, no es transitar una vida normal, es transitar una vida mucho más libre, menos dolorosa y más consciente, más suave. Es como flotar mientras el mundo camina. La elección es de cada uno y la posibilidad de tal alcance, también. El mundo nunca se modifica, es siempre el mismo para todos los que vivimos en él, lo que lo modifica es la percepción que tenemos de él. ¿Preferís ser el paciente con tanatofobia, alguien normal o alguien que no siente el peso de la muerte?
Si lo planteado previamente fuera fácil de realizar el mundo no sería el que es; la gente no tendría dentro de sí tanto miedo, sería más libre. Entiendo que lo que propongo no es para muchos, sino para esas almas únicas que buscan alcanzar un estado superior y están dispuestas a invertir todo lo que puedan y tengan para alcanzar tal entendimiento.
 Sobre los miedos
Hay 2 grandes grupos de miedos: los evolutivos, que son innatos y los heredamos a través del código genético (mediante el proceso evolutivo) y los de existencia, que son “aprendidos” en el transcurso de nuestra vida, pueden ser conscientes o inconscientes.
Sobre los miedos evolutivos no voy a ahondar, solo comentar brevemente qué son. Estos miedos innatos son los que nuestro ADN buscó perpetuar para facilitar y mantener la existencia de la vida del ser humano, transmitiendo información útil de qué peligros evitar y qué acciones realizar (de forma automática) si nos exponemos a ellos. Dentro de los miedos evolutivos podemos encontrar el miedo a la oscuridad, a las grandes alturas, a los ruidos fuertes y hay teorizaciones de que el miedo a las arañas o serpientes surge de este  mismo proceso. Hay que entender que estos miedos cumplen una función puntual: facilitar el mantenimiento de la vida, por lo tanto estos miedos no son a los que quiero abordar y a los que me refiero cuando hablo de “perder el miedo a la muerte”, ya que el miedo a morir es existencial. La ultima aclaración sobre los miedos evolutivos es que si, hipotéticamente, nuestra evolución no hubiera estado llena de peligros, sino al contrario, llena de simplezas y animales tiernos, bellos y suaves, sin ningún peligro que afrontar, nuestros miedos evolutivos no existirían.
En lo personal creo no manejar miedos existenciales (los evolutivos son imposibles de controlar, por lo tanto no me interesan abordarlos ¿cómo controlar millones de años de evolución?).
Lo importante de no tener miedos existenciales son sus consecuencias positivas, ya que gran parte de los sentimientos negativos se anclan en miedos. Por ejemplo, la vergüenza se ancla en el miedo al rechazo. Es decir, que el miedo es la causa y la vergüenza es el efecto (posteriormente la vergüenza es la causa y el efecto puede ser no poder hablarle a alguien que te gusta, o decir algo que consideres importante), por lo cual si la esencia de la vergüenza es transformada, superada, el efecto muy probablemente desaparezca.
Tomando el ejemplo de hablar con alguien, se puede entender que ese miedo es en esencia miedo a ser rechazado, ya que si en tu mente no existiera tal posibilidad de rechazo es casi imposible que no te atrevas a ir a hablarle a quien sea. Lo que nos ata son los miedos. Lo útil de no sentir miedo no es ir escupiendo convicciones por el mundo sin importar nada, sino que cuando uno quiere realmente transmitir algo que cree importante, no tener un limitante para hacerlo.
Una amiga hace un tiempo me dijo: “voy a hablarle a ***INSERTE NOMBRE DE CHONGO*** para preguntarle si quiere coger (ya habían tenido sexo casual previamente), total no me interesa si piensa que soy una arrastrada, una trola o una genia, lo que único quiero de él es sexo, no me interesa que piense de mí, solo me interesa su cuerpo”. En este ejemplo se puede ver que la falta de vergüenza y miedo a “¿Qué va a pensar de mí?” la liberan para ser totalmente directa, no dar vueltas y le posibilitan pedir exactamente lo que quiere. ¿Por qué a mi amiga debería interesarle lo que otro opina de ella si no es alguien tenga relevancia vital en su vida?
 Ultimas aclaraciones
Cualquier persona puede pensar o creer lo que se le antoje sobre nosotros, porque está en su total libertad de hacerlo. Cualquiera puede pensar lo que desee mientras no nos afecte. La idea que alguien tiene sobre nosotros está dentro de su control, dentro de su creencia y sea verdad o no lo que piensa, nos guste o no, carece de nuestro control. No podemos ir por la vida pretendiendo que nos vean como deseamos. Nadie carece de defectos. Es absurdo pretender agradarle a todo el mundo. Lo coherente es aceptar, que haga lo que se haga, las personas son libres de opinar lo que quieran tanto de nosotros, como de nuestras acciones, fallas, aciertos o virtudes.
El límite del pensar ajeno reside en si nos afecta objetivamente. Quizás la posibilidad de que alguien piense que sos idiota te incomoda,  te molesta o genera inseguridad, pero esta afección es solo subjetiva. Objetivamente te afecta un tercero cuando la opinión deja de ser opinión para transformarse en acción. Es decir, pueden opinar que sos un idiota, pero nadie debería tocarte el timbre y gritarte en la cara que sos un idiota; eso es de gente resentida y mediocre. En el primer momento su opinión es parte de su mundo, en el segundo su opinión decide accionar y busca generar algo en vos o saciar un impulso de él (el buscar que una persona conozca tu mirada positiva hacia él es un claro signo de inferioridad). Siempre y cuando tu pensamiento no afecte objetivamente a otros  podes pensar y opinar lo que desees. No seas un resentido, un mediocre, como gran parte del mundo, metete en tus asuntos y preocupate por tu conciencia.
Lo que si podemos controlar son nuestras acciones, nunca lo que los demás sienten, piensan o creen. Te preocupes o no por lo que los demás piensen de vos  no va a modificar en lo más mínimo esa idea, sino al contrario, solo te va a afectar a vos. Siempre va haber gente a la que le agrades como no, y está bien, porque así funciona el mundo.
Personalmente nunca me preocupé por lo que puedan pensar de mí (exceptuando puntuales excepciones y en circunstancias específicas), solo me importa lo que yo opino de mí (valores, virtudes, falencias, etc) porque lo que opinan otros de mi es mera reputación; lo que yo opino de mi es conciencia y prefiero que mi consciencia esté tranquila a que mi reputación sea perfecta. Ambas son excluyentes, no pueden superponerse.
Aquí una importante aclaración: es imperioso ser coherente y objetivo con uno mismo. Por ejemplo, la persona con complejo narcisista no puede ver la realidad de manera objetiva, entonces aunque a él solo le importe su opinión, no va a poder mejorarse porque, primero, no ve la realidad objetiva sino su fantasía narcisista y, segundo, tampoco es capaz de aceptar críticas. Hay que ser real y objetivo con uno mismo. Ser sincero con nosotros mismos y halagar nuestras virtudes y buscar eliminar nuestras falencias, nadie es perfecto, así que si crees que no tenes nada por mejorar o cambiar estas en un craso error.
En mi adolescencia fui un enorme narcisista. Creo que es una etapa necesaria para alcanzar el real amor propio, es un camino transicional (antes me era imposible aceptar críticas, me defendía con uñas y dientes frente a la mas mínima contradicción con mi idealización propia) pero hoy uno comprende que las críticas, dependiendo de quién vienen (no toda crítica tiene el mismo valor. El verdulero no tiene la misma jerarquía en nuestra psiquis que una madre, hermano o amigo), deben ser analizadas, porque uno no abarca todas las variables y ángulos, ni tampoco te ves de la manera que te ve el “otro”, porque nuestra visión siempre va de la mano con nuestra estima (sea buena o mala). En cambio, la crítica ajena puede desnudar un punto ciego que desconocíamos de nuestra personalidad y podamos mejorar. Es el ejemplo típico del amigo que se queja de sus padres y termina siendo igual a ellos. Esto es algo muy común, quejarse de una actitud y no ver que se repite ese patrón. Por eso es necesario eliminar todo miedo y dejarse llevar por ciertas verdades. Poder aceptar, poder escuchar y tomar lo que sea útil y descartar lo que no. Buscar el gris de la vida. La vie est grise.
En esencia muchas emociones se reducen al miedo: la vergüenza, inseguridad o envidia, por dar unos ejemplos. Todos esos miedos se sustentan (anclaje) en una estructura central, que es el primer motor inmóvil de quien somos: el amor propio. Autores lo catalogan como ego, a mí me gusta llamarlo amor propio, porque creo que el ego no es tan puro y positivo como el amor propio. Tampoco creo que el amor propio sea tan simplificable como una especie de instinto de supervivencia o algo meramente inconsciente, sino que es algo que solo puede surgir creándolo a consciencia. No nacemos con amor propio sino que es algo que creamos. Nadie tiene un real amor propio si no fue descubriéndose, rompiendo paredes de su personalidad hasta llegar al centro. Somos como las cebollas donde cada capa oculta algo y todo está interconectado en una especie de cadena. El tenerse respeto, ser seguro de si mismo o tenerse confianza dependen de una consecución de causas y efectos, a saber:
Amor propio > Dignidad > confianza > seguridad > orgullo.
Nadie que no maneje amor propio puede sentir una confianza, seguridad u orgullo tan puros y hermosos como quien sí lo tiene. La búsqueda de una pureza es la que te inspira a seguir rompiendo pareces y seguir evaluando si lo que sentís es real o un disfraz de.
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thesomehowkid · 5 years ago
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Esta escena realmente me dolió.
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thesomehowkid · 5 years ago
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-La vida es una mierda y luego te mueres.
-A veces la vida es una mierda y sobrevives.
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thesomehowkid · 5 years ago
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Schopenhauer disparando magia.
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thesomehowkid · 5 years ago
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Yo, siendo perro.
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thesomehowkid · 5 years ago
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El capitulo y, principalmente esta escena, me hicieron perder 10 años de vida, pero valió cada segundo. 
La mejor serie animada del universo.
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thesomehowkid · 5 years ago
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-Te veo en el otro lado
-Oh, Bojack, no hay “otro lado”. Esto es todo.
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thesomehowkid · 5 years ago
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Hay personas que te ayudan a convertirte en quien sos, aunque no estén destinados a estar en tu vida por siempre.
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thesomehowkid · 5 years ago
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Quieren convencerse de que la vida tiene un propósito.
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thesomehowkid · 5 years ago
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¿Valen esos momentos de felicidad aunque después se conviertan en todo lo contrario?
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thesomehowkid · 5 years ago
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El Arte De Ser Feliz - Schopenhauer
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