“Every miscalculation sparks a new idea. I’m not losing — I’m calibrating.” ─── Theo
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ᅠᅠ # THEO VALDEZ ...
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⠀ m͟e͟t͟a͟l⠀d͟o͟e͟s͟n͟’͟t⠀s͟l͟e͟e͟p⠀e͟i͟t͟h͟e͟r ﹙⠀i⠀will⠀be⠀╱⠀s͟k͟e͟t͟c͟h͟i͟n͟g⠀╱⠀r͟e͟v͟o͟l͟u͟t͟i͟o͟n⠀⠀⠀ ┈┈┈┈┈┈⠀⠀clicking⠀⠀gears⠀. . .
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ᅠᅠᅠᅠᅠᅠ&&⠀⠀basic data⠀⠀more⠀,
ᅠᅠᅠᅠᅠᅠ story ⠀⠀ plots
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⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀engineering⠀is⠀────⠀my⠀instinct
⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ❛❛⠀ I’m not broken. I’m just ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀wired to build what others ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀swear can’t exist. ❜❜
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ᅠᅠᅠᅠ# 𝚃ramas.
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Esta sección puede actualizarse conforme la trama y el personaje evolucionen en su historia.
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Cualquier cosa que Theo diga o haga será en modo on-rol. Si en algún momento resulta incómodo o les causa molestias, no duden en decírmelo por dm. Con esto dicho, está abierto a cualquier dinámica en la que pueda integrarse, si tienes algo en mente no dudes en enviarme un mensaje.
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Un pequeño disclaimer: este personaje está basado en Leo Valdez de la saga Heroes of Olympus. Cualquier parecido es completamente intencional, aunque Theo tendrá sus propios matices.
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ᅠᅠᅠᅠ# 𝙷istoria.
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“ I was born with hands made for building and a heart that never learned to rest. They told me I was too much —too loud, too fast, too wired — but they never said I wasn’t magic. ”
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Me llamo Theo Valdez. Nací en un taller que olía a cobre quemado, madera vieja y café de olla. El sonido de mi primer llanto fue opacado por un chasquido eléctrico y las carcajadas de mi mamá mientras se limpiaba las manos llenas de grasa en el delantal. “Mi niño vino con chispa,” dijo. Y no hablaba en metáforas. La incubadora falló por un segundo cuando me pusieron dentro. Me gusta pensar que no fue un accidente.
Mi mamá era mitad coreana, mitad latina. Ingeniera, artista, loca brillante de cabello trenzado que nunca decía “no se puede” sin antes intentarlo tres veces. Me hablaba en español cuando estaba enojada, en coreano cuando me cantaba para dormir, y en lenguaje de circuitos cuando armábamos cosas juntos. Fue ella quien me enseñó que el mundo no era un lugar que uno simplemente habita, sino una máquina inmensa, viva, que uno puede aprender a entender… si tiene las herramientas adecuadas.
Yo crecí entre planos y soldaduras. Nunca tuve muchos amigos —ni en la escuela, ni en el barrio— pero tenía cajas llenas de piezas rotas y la imaginación para convertirlas en algo mejor. Desde muy chico, la gente decía que había algo raro en mí. Que hablaba solo (yo hablaba con las máquinas). Que me movía demasiado (mi cabeza nunca se quedaba quieta). Que estaba “demasiado despierto”. Lo que no sabían era que yo venía con fuego dentro, aunque no el tipo que quema. El mío era otro: uno que chispeaba detrás de los ojos, que nunca dormía del todo. Uno que quería crear, incluso cuando el mundo parecía querer que solo sobreviviera.
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Perdí a mi mamá cuando tenía ocho.
No de forma poética, no con una despedida suave.
Fue rápido. Doloroso. Absurdo.
Un incendio en su taller. No hubo explicación lógica, solo una explosión y después... cenizas. Recuerdo haber gritado hasta quedarme sin voz, haber arañado las manos de los paramédicos que intentaban alejarme del humo. Nadie me dejó acercarme. Nadie me dijo qué había pasado realmente.
Nadie, excepto el hombre que llegó al día siguiente.
Decía ser un “tutor especial” asignado por una institución que yo nunca había escuchado. Vestía de forma extraña para el calor de Texas, y tenía los ojos de alguien que ha visto cosas imposibles. Dijo que yo era diferente. Que mi madre también lo había sido. Que había un lugar donde los hijos de dioses vivían entre mortales. Y que el mío, por cierto, era uno llamado Hefesto.
Yo me reí en su cara. Pensé que estaba loco. ¿Dioses? ¿Mitos griegos? ¿Semidioses? Me pareció una forma cruel de burlarse de un niño que acababa de quedarse huérfano. Pero entonces sacó algo de su bolsillo. Una tuerca, pequeña, desgastada. Y con un simple movimiento de su mano, la hizo levitar y ensamblarse sola en una pequeña figura metálica: un dragón en miniatura. Mis ojos se agrandaron. Porque yo había visto esa tuerca antes. Era parte de un diseño mío. Un prototipo que solo existía en mi cuaderno. Nadie debería haberlo conocido.
“Tu mamá lo vio también,” dijo él. “Ese fuego. Esa chispa.”
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Desde ese día, mi mundo cambió.
Me llevaron al Campamento Mestizo. Me dijeron que yo era hijo de un dios. Que tenía un don. Que otros chicos como yo existían —todos con sus propias tragedias y sus propios superpoderes disfuncionales. Me pusieron en la cabaña de Hefesto, el dios de la forja y la invención. La cabaña olía a aceite viejo y metal fundido, y todos estaban siempre llenos de quemaduras pequeñas y sueños grandes. Era el lugar donde por primera vez no sentí que sobraba. Incluso cuando hablaba demasiado rápido, incluso cuando no podía mantener la mirada fija o dejar de mover las piernas. Allí, mi “demasiado” no era algo que corregir. Era algo que afilar.
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Y entonces, lo construí.
No el dragón completo, todavía no. Pero un modelo, una versión miniatura.
Lo llamé Festus —como en los planos que mi mamá y yo solíamos garabatear en servilletas y paredes— y aunque no podía volar aún, podía sentarse en mi hombro, chispear cuando se emocionaba, y emitir pequeños ruidos que solo yo entendía. Nunca me sentí tan acompañado. Era como si una parte de mi madre hubiera vuelto a mí en forma de engranajes.
Festus es todo lo que soy: desarmado, rearmado, leal, lleno de piezas recicladas y con un corazón más fuerte que la mayoría.
Algún día voy a construirlo de tamaño real. Con alas. Con fuego. Con alma.
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Ahora tengo 22. Estudio ingeniería mecánica en la universidad, y aunque parezco un estudiante normal —cabello castaño oscuro, gafas de seguridad colgadas al cuello, siempre con olor a soldadura— no lo soy. Sigo siendo un hijo de Hefesto. Sigo soñando con crear cosas que desafíen la lógica. Sigo hablando con máquinas cuando nadie escucha. No necesito fuego saliendo de mis manos para ser peligroso. Mi mente es mi poder. Mis manos, mis armas. Y mi historia, aún no está terminada.
Yo no ardo.
Yo construyo.
Y cuando el mundo se cae a pedazos, yo lo desarmo pieza por pieza… y lo vuelvo a armar. Mejor.
Como lo haría mi mamá.
Como lo haría yo.
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ᅠᅠᅠᅠ# 𝙲uriosidades.
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ㅤ⠀ 001. Theo fue elegido como líder de la cabaña de Hefesto cuando tenía apenas 14 años. Durante su liderazgo, la cabaña floreció en organización, cooperación y creatividad. Rediseñó los sistemas de seguridad del campamento, reforzó las forjas e incluso ideó un protocolo de evacuación anti-monstruos que más tarde fue adoptado como estándar. Aunque dejó el campamento años después para seguir su propio camino, los más jóvenes todavía hablan de “la era de Theo” como un tiempo dorado de ingenio, protección y lealtad inquebrantable.
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ㅤ⠀ 002. Tiene una memoria mecánica casi fotográfica. No recuerda conversaciones completas, ni qué ropa llevaba hace tres días, ni siquiera las fechas de cumpleaños de quienes más quiere (incluyendo el suyo). Pero puede recordar el sonido exacto de una válvula mal ajustada en una motocicleta rota que vio a los 12 años. Puede desarmar y rearmar un motor de avión con solo haberlo visto una vez. Su mente no memoriza detalles emocionales, sino estructuras, pesos, longitudes, movimientos de piezas. A veces, siente que esa es su forma de querer: recordarlo todo a través de las cosas que los demás tocan.
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ㅤ⠀ 003. Aunque no heredó la piroquinesis, Theo siente que el fuego le pertenece. No lo manipula, pero lo entiende. Lo mira como si fuera un animal antiguo que le susurra cosas que los demás no oyen. Tiene la costumbre de encender un pequeño mechero de cobre cuando está pensando —no para calentarse ni para prender nada, solo para observar la llama bailar. Dice que la llama es la única que no lo juzga cuando su cabeza no se calla. Que el fuego es el único que entiende lo que es estar encendido por dentro sin saber por qué.
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ㅤ⠀ 004. Festus, su dragón mecánico de bolsillo, no es solo una máquina. Es un proyecto que empezó cuando tenía 15 años y aún no sabía cómo pedir ayuda. Cada tornillo tiene una razón; cada articulación fue pensada durante una noche de insomnio. Le tomó tres años y 247 intentos hacerlo volar por primera vez. Festus no habla, pero se comunica con luces y sonidos, como una mascota leal que también es una extensión de su alma. Theo dice que cuando Festus zumba con tristeza, es porque él está pensando en su madre. Que el dragón siente por él lo que él no puede decir en voz alta.
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ㅤ⠀ 005. Tiene un cuaderno forrado en cinta aislante negra, donde escribe y dibuja planos de todo lo que sueña construir. Entre ellos hay ideas imposibles: un tren que flote sin vías, una prótesis que se conecte con la memoria emocional, una casa que se auto-repare cuando detecte tristeza en su dueño. Pero el diseño más constante, el más revisado y corregido, es el de un Festus a escala real: un dragón de 20 metros, capaz de volar, hablar, y proteger. Es su meta más ambiciosa, pero también su forma de sanar lo que perdió.
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ㅤ⠀ 006. Su madre fue una inventora aficionada y madre soltera que vivía en un apartamento de techo bajo lleno de herramientas, cables, música latina y olor a aceite de coco. Era mitad latina, mitad coreana, y nunca encajó del todo en ningún lugar, como su hijo. Ella le enseñó a amar lo que está roto, porque decía que “si algo sigue existiendo, es porque todavía puede servir para algo.” Cuando murió, Theo dejó de mirar al cielo por un año. Desde entonces, no hay una sola creación suya que no tenga alguna pieza rescatada de algo viejo. Como su madre.
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ㅤ⠀ 007. Convive con un TDAH semidiós altamente funcional, pero su método para no perder el control es convertir su entorno en un sistema. Sus espacios están llenos de listas codificadas por color, alarmas repetitivas, notas adhesivas, apps con tareas recurrentes. Si no las sigue, su día colapsa. Si alguien mueve algo de su mesa, aunque sea un destornillador, pierde completamente la concentración. No le molesta el caos: le molesta que el caos no sea suyo. Lo necesita organizado a su manera, o se apaga.
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ㅤ⠀ 008. El humor de Theo es su escudo más fuerte. Bromea cuando debería llorar, hace comentarios sarcásticos en medio de situaciones graves, y usa el doble sentido como si fuera un idioma materno. Pero todo eso es una forma de esquivar el dolor. No sabe ser serio cuando algo lo lastima de verdad. Su expresión más genuina de afecto es una broma mala, un chiste sin sentido, una frase absurda para que la otra persona se ría. Porque si ríen, no preguntan. Y si no preguntan, no tiene que recordar.
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ㅤ⠀ 009. Tiene tatuada en la nuca la frase “Ex igne, vita” —Del fuego, la vida— escrita en una tipografía que él mismo diseñó inspirándose en engranajes. Es su lema, su consuelo, su promesa: que aunque arda, siempre queda algo que puede renacer. Que aunque se queme por dentro, hay vida esperándolo después del humo.
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ㅤ⠀ 010. Cuando no puede dormir —lo que ocurre más seguido de lo que admite— Theo arma pequeñas criaturas mecánicas con piezas sueltas. Algunas parecen insectos, otras pájaros metálicos o ratones cibernéticos. Les da movimientos simples y los suelta por el campus. Nadie sabe que son suyas. Algunos creen que son parte de una broma mágica. Para Theo, son compañía silenciosa. Miniaturas de caos controlado que caminan por el mundo mientras él permanece quieto.
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⠀⠀⠀⠀# Habilidades y Dones
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El cerebro de Theo funciona como una central eléctrica sin pausa. Sus pensamientos no caminan: corren, brincan, se estrellan y se regeneran. Tiene TDAH, sí —y no cualquier tipo, sino uno agudo incluso para los estándares de los semidioses. Pero lejos de ser una debilidad, se ha convertido en su mapa interno para sobrevivir. Su mente salta entre ideas a la velocidad de un motor sobrecargado; ve conexiones donde otros ven caos, y construye soluciones antes de que el problema termine de formularse.
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En combate, esto se traduce en reflejos rápidos como chispa eléctrica. No ataca por fuerza, sino por cálculo. No pelea cuerpo a cuerpo si puede ganarte con una trampa de presión o una descarga controlada a 15 metros de distancia. A veces, parece que ya pensó diez jugadas antes de que alguien levante la espada.
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Una de las primeras cosas que su madre le enseñó no fue a leer, ni a andar en bicicleta: fue código Morse. Solían enviarse mensajes por golpes en la mesa o parpadeos de lámpara cuando no querían hablar. Desde entonces, Theo adoptó los lenguajes no hablados como su especialidad. Puede comunicarse con luces, pitidos, vibraciones. En momentos de peligro, puede mandar mensajes en código Morse desde su reloj o incluso usando Festus como emisor.
En una situación sin Wi-Fi ni magia, Theo sigue siendo útil. Porque sabe que la comunicación no depende del ruido, sino del ritmo.
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Theo domina tres idiomas con naturalidad:
Español: Es la lengua que hablaba su madre en la cocina, mientras cocinaba arroz con habichuelas y le cantaba boleros.
Inglés: Lo aprendió en la escuela, como todos, aunque siempre le pareció un idioma “mal calibrado”.
Griego Antiguo: Le fluye como el lenguaje de su código genético.
Sus ideas no se piensan en un solo idioma. A veces las expresa en español, a veces en inglés, a veces en símbolos, planos o frases en griego. Theo se comunica como piensa: en varias capas al mismo tiempo.
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Theo no necesita entender las máquinas: las siente. No es magia, pero lo parece. Al tocar una estructura metálica, es capaz de percibir su historia, su debilidad, su intención. Puede ver un dispositivo roto y sentir en sus dedos dónde está el fallo. A veces, sabe qué parte cambiar antes de saber cómo se llama. La tecnología no le habla como una voz, sino como una vibración en la médula.
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No solo puede arreglar cosas: puede mejorarlas. Puede modificar un dron comercial para que vuele en patrones de combate o convertir una cafetera rota en una estación portátil de energía solar. Donde otros ven basura, él ve posibilidades.
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ᅠᅠᅠᅠ# 𝙿erfil .
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ᅠname : ⠀⠀⠀⠀ theódoros valdez ᅠnickname : ⠀⠀⠀ ⠀ theo / hephaestus' tinkerbell ᅠdate of birth : ⠀⠀ 07 / 07 ( 22 y.o. ) ᅠplace of birth : ⠀⠀ houston, texas ᅠdivine parent : ⠀⠀ hephaestus ᅠcareer : ⠀⠀ mechanical engineering ᅠpronouns : ⠀⠀⠀ he / him ᅠsexuality : ⠀ ⠀ bisexual
ᅠfaceclaim : ⠀⠀⠀ kang taehyun fr. txt
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⠀⠀⠀⠀# 𝚃abla de atributos .
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ᅠfuerza: ᅠ ▰▰▱▱ ᅠagilidad: ᅠ ᅠ▰▰▱▱ ᅠinteligencia: ᅠ ᅠ ▰▰▰▰ ᅠtécnica: ᅠ ᅠ ▰▰▰▱ ᅠresistencia: ᅠ ᅠ▰▰▱▱ ᅠpersuasión: ᅠᅠ ▰▱▱▱ ᅠpercepción: ᅠᅠ ▰▱▱▱
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A pesar de no destacar por su FUERZA (2), Theo ha desarrollado la resistencia necesaria para trabajos exigentes y para mantenerse en pie en situaciones físicas extremas. Su contextura ligera no le impide defenderse cuando es necesario, aunque siempre prefiere evitar el combate directo. En cambio, su AGILIDAD (2) es una de sus mayores ventajas: se mueve con rapidez, es difícil de atrapar y su habilidad para maniobrar entre engranajes, herramientas y estructuras complejas lo hace casi inalcanzable en su entorno natural.
Lo que realmente lo hace brillar es su TÉCNICA (3). Sin la necesidad de dones divinos, Theo domina la ingeniería con una habilidad innata. Puede desarmar y reconstruir cualquier cosa, desde un dron hasta un autómata de guerra, con una velocidad y precisión que desconciertan incluso a los más experimentados. A esto se suma su INTELIGENCIA (4), aguda y creativa. Es el tipo de mente que puede improvisar una solución con piezas rotas, calcular riesgos bajo presión y resolver problemas mientras otros apenas están entendiendo la situación.
Su CARISMA o PERSUASIÓN (1), sin embargo, deja mucho que desear. Su humor sarcástico, a veces inoportuno, y su falta de filtro pueden hacer que los demás lo subestimen o lo ignoren, aunque rara vez le importa. En cuanto a PERCEPCIÓN (1), Theo puede ser despistado fuera de su zona de confort. A menudo está tan absorto en sus propios inventos o ideas que no capta señales sociales o amenazas que se esconden a simple vista.
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⠀⠀⠀⠀# descripción.
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Theo es delgado, de complexión ágil, como si estuviera hecho para moverse rápido entre chispas, planos y engranajes. Su piel es cálida y bronceada, con un brillo tenue de cobre quemado que parece siempre salpicado de polvo metálico, como si la chispa de un taller viviera en sus poros. Su cabello oscuro suele estar despeinado, con mechones rebeldes que no se molestan en obedecer. No importa cuántas veces se lo arregle: siempre parece recién salido de una carrera contra el tiempo.
Tiene ojos vivos, grandes, expresivos, que ríen antes que su boca y que ocultan una mente que nunca se apaga. Cuando no habla —raro—, se nota que está pensando en al menos cinco cosas a la vez, como si su cerebro fuera una máquina que funciona con demasiados engranajes girando a la vez. Camina con un ritmo rápido, eléctrico, como si todo en el mundo fuera urgente. Como si estuviera buscando algo incluso cuando no lo sabe.
Siempre lleva encima alguna herramienta —un destornillador, una mini soldadora, tuercas que no son suyas— y su ropa tiene manchas de grasa que nunca se quitan del todo. Suele vestir con camisetas de colores gastados, jeans rotos a la altura de las rodillas, y una chaqueta de mezclilla con parches que no recuerda haber cosido él mismo.
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Theo es ese tipo de persona que entra a una habitación y cambia su temperatura. No porque sea el centro de atención, sino porque su energía es magnética, imposible de ignorar. Tiene esa sonrisa torcida que grita “problemas”, pero con el tipo de carisma que hace que uno quiera seguirlo igual. Su humor es ácido, rápido, a veces incómodo; lanza bromas como cuchillos y se ríe solo cuando cortan. Usa la comedia como una armadura y el sarcasmo como idioma nativo.
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Tiene el alma rota en lugares que no muestra, aunque a veces se asoman en forma de insomnio o miradas largas al techo del taller. No lo admite, pero carga culpas viejas, incendios internos que no puede apagar. Cree que si arregla suficiente cosas allá afuera, tal vez, algún día, podrá arreglar algo dentro de él también.
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Theo no busca ser un héroe. Solo quiere construir algo que no se rompa. Algo que dure. Algo que no lo deje.
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