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por Julian R. Garcia
LOS VOCALES
Los vocales Las puertas y las ventanas se abrían una tras otra en busca de oxigeno. La larga fila de personas llegaba hasta la escalera. La sala estaba repleta y la sesión estaba por comenzar. No había mas asientos y muchos decidían sentarse en el piso y apoyar el termo, el mate y el azúcar en el suelo. El aire helado del amanecer había entrado en todas y cada una de las bocas. Sorbo tras sorbo la yerba los despertaba con amargas sensaciones, el cebador miraba a los asistentes, agregaba azúcar, elegía a quien ofrecerle la infusión y estiraba su brazo amablemente. Minutos después el interlocutor comienza a hablar y sorprende a la audición deslizando una concatenación de chistes mientras se presentaba, una serie de comentarios que se salían de lugar, una metáfora de lo que hubiera sido, en otros tiempos, un discurso oficial. No se escuchaba nítidamente, ya no se sabía si quienes murmuraban eran los que tenían la palabra o el público, las carcajadas fueron estallando una detrás de otra como en un efecto dominó. El presidente nombró uno por uno a los presentes sin privarse de referirse al apellido que, de manera absolutamente esperada y redundante, le causaba gracia. Así, el señor Guerra fue acusado de atentar contra la paz y el señor Paz de atentar contra la señora guerra. En medio de las risas una licenciada en algo tomó la palabra mierda y decidió mandarlos allí mismo al no encontrar otro lugar mejor donde dirigirlos. Se repetía el pedido de silencio en un volumen cada vez alto. Uno de los presentes consideró oportuno silbar para llamar la atención de la concurrencia y avisar la llegada del flaco Marcos, representante legal de la institución. -¡che!, por favor viejo. Suplicaba Struvinsky.
La comisión directiva dió comienzo a la lectura de memoria y balance. Los asistentes vociferaban la letra u en caso de sentirse decepcionados con alguna medida informada. Era proferida la letra e en caso de atropello verbal a otro asistente, como un full en una cancha. La letra o se escuchó al unísono cuando la comisión de fiestas decidió suspender por cuarta vez el mismo evento por razones climáticas. Cuando se enteraron que se había levantado la quiebra suspiraron y exhalaron la primera letra del abecedario.
Algunos se cruzaban y se seguían saludando. La tensión creció decididamente cuando vieron al profesor López hablando con la Dra. Sánchez. Al parecer, algunos escucharon el dialogo que se venía desarrollando en aquel rincón de la sala y salieron corriendo a dar aviso a Pepe Santomé, secretario general del sindicato. Al rato nomás la muchachada se acercó a la zona donde parecía gestarse el idilio y de un pisotón hicieron ver las estrellas al profesor. López se dobló por el piso y revoleó un puñetazo a Pantera Rodríguez.
. El club quedó prácticamente en ruinas y los móviles policiales se encargaron de traer la calma al lugar. La institución, por lo pronto, se declara en estado de asamblea permanente.
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Paisaje Necesario
Julián Ramiro Garcia
Todo lo naranja es un río, de ahí en mas, solo basta acercarse a la costa y subir, lentamente subir. Está lloviznando y las ramas de los árboles, bajo un tanque y una antena, alientan al viento para que se vaya lejos, otra vez el río furioso que corre por debajo, mientras sueñan los pájaros y cantan las sirenas, muy juntos, al lado de los ángeles que fueron llamados desde algún balcón celeste.
Hay una luz roja, como es ahora, cada vez mas, apunta hacia los camalotes, y los reflectores imitan estrellas demasiado bajas.
Sin embargo la furia, el río que comienza a correr en dirección al lago escondido, pero antes el muelle, allí estarán preparando cosas, moviendo motores de alguna lancha y, por sobre todo, allí estarán esperando.
No hay que desesperarse, apenas las ramas comiencen a moverse nuevamente, el aire, plagado de tilos y polvo, empezará de nuevo su viaje hacia otra cima que ahora se está formando. Ya está, es absolutamente blanca, solo la cubre una nube espesa y borroneada que desdibuja su amable figura.
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EL AMOR NO ES UN HEROE
Baja una hoja volando, planeando. No es grave. Serena bajaba y giraba animada a volar y no descendía, jamás caía. Yo jugaba a sostenerla con mi mirada y hacia magia con ella. .
No emancipado su trabajo de volar quiso caer en la magia del viento
Una lluvia común y corriente corría rapidito por debajo del cordón de la vereda
Por ahí pasaban barcos de papel, papeles, maderas ,ramas, troncos hechos barcos. Palabras hechas con papel, recortes primarios.
El perfume, mientras caminaba, no borró sino recuerdos. Mientras volvía, el perfume se mezcló con el trabajo.
El aire exhibe en cada verso el párrafo anterior del sonido del alma, ese que escuchamos al pasar.
Paro debajo de la mora para agradecerle a unos amigos su rojo arrojo, su celeste inalcanzable. Solo bastaría una noche.
Arrastrándome como una mora, siento mas que su perfume. Solo bastaría una noche para alcanzar el día ¿Si mueren los días quienes serán los héroes?¿Si muere la gracia quien será el escriba? El amor no es héroe.. Y los días intentan correrse para no ser impactados.
¿Seguirán siendo héroes los que mueren?
Eco de los nombres que tal vez nos hermanen. Lógica de los ecos que me prometen la paz pero no una ciudad.
¿Qué aliento?¿Qué teoría? ¡cuantas emociones!
Fáciles enumeraciones.. La suma de lo que lejanamente…
es decir, el resto y por fin el vacío, lo que al mismo tiempo…
Todo se ha revelado después de creer. No encuentro palabras difíciles, es decir, palabras que ya no se usan, palabras que nadie pide, palabras faltas de amor.
Los pueblos se revelan y crean.
Los tilos endulzan la noche, con mieles lejanas y reales. La noche me invita a acordarme de cosas que pasaron y de otras que no pasaron.
La luna me indica que ha caído una botella al mar.
Será el destino de los días hábiles. Y viñetas al final de la jornada
Exaltación. Relato de mi poema. Poema que relata.
El heroísmo de no morir, empero, el heroísmo de haber nacido.
Moriré si me convierto en héroe, pues solo, soy un escritor.
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LOS VOCALES
Los vocales Las puertas y las ventanas se abrían una tras otra en busca de oxigeno. La larga fila de personas llegaba hasta la escalera. La sala estaba repleta y la sesión estaba por comenzar. No había mas asientos y muchos decidían sentarse en el piso y apoyar el termo, el mate y el azúcar en el suelo. El aire helado del amanecer había entrado en todas y cada una de las bocas. Sorbo tras sorbo la yerba los despertaba con amargas sensaciones, el cebador miraba a los asistentes, agregaba azúcar, elegía a quien ofrecerle la infusión y estiraba su brazo amablemente. Minutos después el interlocutor comienza a hablar y sorprende a la audición deslizando una concatenación de chistes mientras se presentaba, una serie de comentarios que se salían de lugar, una metáfora de lo que hubiera sido, en otros tiempos, un discurso oficial. No se escuchaba nítidamente, ya no se sabía si quienes murmuraban eran los que tenían la palabra o el público, las carcajadas fueron estallando una detrás de otra como en un efecto dominó. El presidente nombró uno por uno a los presentes sin privarse de referirse al apellido que, de manera absolutamente esperada y redundante, le causaba gracia. Así, el señor Guerra fue acusado de atentar contra la paz y el señor Paz de atentar contra la señora guerra. En medio de las risas una licenciada en algo tomó la palabra mierda y decidió mandarlos allí mismo al no encontrar otro lugar mejor donde dirigirlos. Se repetía el pedido de silencio en un volumen cada vez alto. Uno de los presentes consideró oportuno silbar para llamar la atención de la concurrencia y avisar la llegada del flaco Marcos, representante legal de la institución. -¡che!, por favor viejo. Suplicaba Struvinsky.
La comisión directiva dió comienzo a la lectura de memoria y balance. Los asistentes vociferaban la letra u en caso de sentirse decepcionados con alguna medida informada. Era proferida la letra e en caso de atropello verbal a otro asistente, como un full en una cancha. La letra o se escuchó al unísono cuando la comisión de fiestas decidió suspender por cuarta vez el mismo evento por razones climáticas. Cuando se enteraron que se había levantado la quiebra suspiraron y exhalaron la primera letra del abecedario.
Algunos se cruzaban y se seguían saludando. La tensión creció decididamente cuando vieron al profesor López hablando con la Dra. Sánchez. Al parecer, algunos escucharon el dialogo que se venía desarrollando en aquel rincón de la sala y salieron corriendo a dar aviso a Pepe Santomé, secretario general del sindicato. Al rato nomás la muchachada se acercó a la zona donde parecía gestarse el idilio y de un pisotón hicieron ver las estrellas al profesor. López se dobló por el piso y revoleó un puñetazo a Pantera Rodríguez.
. El club quedó prácticamente en ruinas y los móviles policiales se encargaron de traer la calma al lugar. La institución, por lo pronto, se declara en estado de asamblea permanente.
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