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Blog de Trabajo
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tyc-bianca-rositto · 6 years ago
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“... cuando mi mamá se enojaba conmigo me amenazaba con no dejarme seguir estudiando.”
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Entrevistamos a Mary Santoro, mi abuela, nacida en 1945, jubilada que cuenta con casi 45 años de aportes, habiendo trabajado en los diferentes rubros de peluquería y administración. Es elegida por su extenso y variado recorrido en el mundo laboral, dentro del cual se adentró a pesar de haber sido forzada a cuidar de sus hermanos desde una temprana edad. Comenzó con sus estudios de peluquería a los 14 para al pasar de los años poner su propio negocio. Trabajó también en la empresa textil “Selsa” dentro de la cual durante las sesiones anotaba lo producido en los telares para calcular los salarios correspondientes, para terminar siendo notada por sus jefes debido a su delicadeza en lo que hacía y así siendo trasladada a la parte administrativa. Los estudios que conllevó aquel cargo son los que la llevaron a trabajar en administración pública sanitaria años más tarde y a ser jefa de sesión.
—¿Qué te llevó a estudiar peluquería a los 14 años?
 —Estudié peluquería porque no tuve la opción de estudiar una carrera ya que al ser la mayor de cuatro hermanos con dos padres que trabajaban tuve que dejar la secundaria a esa edad para cuidarlos y me decidí a estudiar el oficio por las tardes ya que me pareció que era lo mejor en ése momento. Me gustaba mucho, tanto que cuando mi mamá se enojaba conmigo me amenazaba con no dejarme seguir estudiando.
—¿Te arrepentiste en algún momento de haberla estudiado?
—No, porque me ayudó muchísimo en mi vida económica y socialmente. Me gustaba mucho.
—¿Por qué dejaste de ejercer el oficio en la década de los 90?
—Porque cuando me mudé a Avellaneda no encontré lugar para poner un local y es por eso que como ya tenía mi sueldo, mi aguinaldo y mi obra social entre otras cosas, lo dejé para enfocarme en la administración sanitaria.
—¿Te dio pena dejarla en su momento?
—Sí, porque fue una cosa que siempre me apasionó y hasta el día de hoy me gusta, sigo cortando y tiñendo el pelo cuando me piden dentro de la familia.
—¿Qué es lo mejor que te dejó la experiencia de peluquera?
—Que fue un oficio que en un determinado momento me hizo sostenerme económicamente sobre todas las cosas, además de socialmente ya que fue una manera de tratar con gente de distintas clases sociales y a mi me encantaba.
—¿Crees que si no te hubieran pasado a la parte administrativa de la empresa textil las cosas habrían sido diferentes para vos? 
—Sí, porque realmente en la empresa no me sentía bien en la sesión en la que yo anotaba la producción nada más, sin trabajar con las máquinas de escribir ni nada. Era un ámbito que no me gustaba mucho. Pero bueno, como yo llevaba los resúmenes de las pasadas de los telares, a los jefes mismos les gustó como trabajaba y entonces me mandaron a hacer un relevo de otra compañera a las oficinas.
—¿Por qué dejaste “Selsa” y cómo terminaste en administración pública?
—Dejé Selsa tras 6 años de trabajo cuando quedé embarazada y después tuve que cuidar de mi hija. A los pocos años tuve que ejercer el oficio de peluquera en mi casa (años después pude alquilar mi local y atender fuera de ella) ya que fueron años duros en los que mi marido no conseguía trabajo. En 1977 vi un aviso donde se pedían empleados para administrar en el lugar, hice un examen y entré.
—¿Disfrutaste trabajar en la parte administrativa del sanatorio? ¿Qué experiencia te resultó mejor, la de peluquera o la de administradora y en qué sentido?
—Sí lo disfruté. Fue mejor la administración ya que trabajé en relación de dependencia y tenía además de mi sueldo, mi obra social, entre otros beneficios sociales que fueron muchos, aporté bien a mi jubilación, por eso fue una buena carrera administrativa que hice.
—¿Qué tareas desarrollabas como jefa de sesión? ¿Cómo te sentiste cuando obtuviste el cargo en 1996?
—Administraba las libretas sanitarias de contribuyentes de industria y comercio además de tener a cargo personal de parte médica, de laboratorio y administrativa. Al obtener la jefatura me sentí muy orgullosa de mi misma, tanto que llamé a toda mi familia para contarle. Había mucha competencia entre nosotros por obtener el cargo, cuando me jubilé varios de mis compañeros lo quisieron y fue justo después de unos meses que lo removieron para reducir gastos.
—¿Aconsejarías seguir alguno de esos trabajos y por qué?
—Sí, los aconsejaría para quien no puede o no quiere estudiar una carrera ya sea por cualquier circunstancia ya que son oficios muy buenos con los que se puede salir adelante, porque se puede empezar siendo empleado y se puede terminar siendo dueño de una empresa.
A partir de la entrevista se puede reflexionar acerca de ciertas cuestiones, una de ellas es que con el paso del tiempo el ámbito laboral y sus inserciones han cambiado. Mary no tuvo las oportunidades que yo voy a tener porque en su juventud no era común terminar con los estudios primarios y secundarios, al menos no dentro de los años pautados, si se tenía hermanos que cuidar, o trabajos con los cuales cumplir. Por lo tanto, estudiar una carrera, lo cual le llevaría mucho tiempo ya que terminó la secundaria años después, le era imposible considerando que le era necesario conseguir sus ingresos debido a la pobreza que sufría. Es por eso que es de agradecer al paso del tiempo y los cambios que este trajo para que su hija y sus nietas tuviesen otras oportunidades.
También, que es una realidad que cuando no se puede estudiar una carrera o no se quiere, lo mejor es optar por un oficio, que siempre puede ayudar a salir adelante. El estudio de peluquería pudo servirle tanto a mi abuela en el año 1961 cuando lo ejerció en casa de su madre como a alguien del año 2019. Lo importante es siempre concebir la existencia de una forma por la cual ganarse la vida frente a las adversidades. 
Me gustaría terminar haciendo referencia al título puesto a esta entrevista. Años atrás el estudio no era visto como algo positivo tal como lo es ahora, menos aún en las clases más bajas, que necesitaban de sus hijos una inserción rápida en el mundo laboral para sumar a los escasos ingresos del hogar (Mary trabajó también en fábricas de paraguas y de conitos de chocolate a la edad de 12 años) o una ayuda dentro del mismo. Ahora al estudio se lo ve, y razonablemente, como la herramienta primordial del progreso. 
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tyc-bianca-rositto · 6 years ago
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Los jóvenes y el trabajo.
Hoy hablaremos acerca de los jóvenes y su relación con el mundo laboral. Actualmente escuchamos a mucha gente mayor quejándose de la juventud. Sobre que son un grupo de vagos, de que en su generación, esto no pasaba, que estos no estudian ni trabajan (de ahí el nombre que se suele dar a su generación “nini”). Pero ¿cuál es la realidad de estas personas?.
El INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos) registró durante el último trimestre del año pasado que los jóvenes representan el 51,5% de la población desocupada en nuestro país, existiendo un 21,4% de mujeres jovenes que son desempleadas y un 15,4% de varones desempleados.  A lo largo de este escrito desarrollaremos acerca del por qué de esta cifras.
Es importante que prestemos más atención al desempleo juvenil que sufre la Argentina ya que si aquellos que no trabajan no lo hacen ya que no están capacitados para hacerlo, se verá limitado cada vez más su acceso al mercado. Un mercado que necesitará más gente, puesto a que se estima que en 25 años la proporción de personas dependientes (menores y mayores jubilados) sobrepasará el número de las personas en edad de trabajar.
A diferencia del desempleo en personas mayores, el principal factor causante de este entre los jóvenes no es la falta de oferta respecto a los puestos de trabajo, si no que aquellos que los demandan no están capacitados para ocuparlos. Existe una estrecha relación entre los niveles de estudio alcanzados y la posibilidad de insertarse en el mundo laboral de manera formal. En esta relación la población que sale perdiendo es siempre la pobre.
Si bien la educación en nuestro país es pública, existe para las personas de bajos recursos una gran dificultad a la hora de terminar sus estudios. Muchas veces los menores se ven obligados a dejar la escuela para a aportar a los ingresos de sus familias para subsistir y es por eso que dejan la escuela para ocupar un trabajo informal, como el de las “changas” o incluso a veces para ocuparse de una maternidad temprana. Esta acción los imposibilita de insertarse en el mercado laboral a futuro.
También el desempleo de los jóvenes pobres se puede ver dificultado aún habiendo terminado los estudios primarios y secundarios ya que los servicios educativos brindados por el Estado fallan en infraestructura y no en todos los casos logran preparar a los alumnos para una enseñanza superior. Desalentados, estos buscan insertarse en un trabajo para el cual no tienen posibilidad de acceso, y así se ven condenados a una larga búsqueda, que suele acabar con que la persona se ajusta a un trabajo informal. Se estima que alrededor de un 60% de trabajadores jóvenes ocupan ahora mismo ese tipo de puestos.
Si bien la falta de capacitación es principalmente un problema de las clases bajas, ésta también repercute de manera general entre todos los jóvenes. La mayoría de las veces, un trabajo requiere de experiencia laboral y según estudio de Adecco (compañía de recursos humanos) 7 de cada 10 jóvenes no consiguen puestos ya que la carecen, dejando a entrever que existe una brecha entre las habilidades poseen y las que se requieren.
Cuando las clases más altas sufren de desempleo juvenil, generalmente, el motivo no es el mismo. Estos jóvenes sí se ven capacitados para ocupar puestos, pero no buscan hacerlo. Esto se debe a factores tales como el miedo al fracaso, habiendo tenido todas sus necesidades cubiertas por sus padres, ¿qué pasaría si fallaran a cubrirlas ellos y perdieran sus comodidades?, el haber visto a figuras mayores siendo infelices con sus trabajos, lo cual no alienta la visión del empleo como algo favorable, un panorama laboral desalentador, que alimenta al primer factor mencionado, en el cual los salarios son bajos y los puestos de trabajo escasean (solo se debe encender una televisión para adquirir esta información) y el haber recibido una educación permisiva dentro de la cual podían hacer lo que quisieran, ya que ambos padre y madre se encontraban en el trabajo.
La resolución del primer factor es de extrema dificultad. Cómo mejorar la educación y la erradicación de la pobreza parecen ser siempre los intereses de los gobiernos antes de asumir, pero una vez que lo hacen no toman medidas que favorezcan esas causas.
Ambas podrían lograrse de la mano de grandes inversiones, sin embargo nadie parece estar dispuesto a realizarlas. Con ellas podría mejorar la infraestructura de las escuelas y se podría asalariar mejor a los docentes, se reducirían así los paros y los alumnos tendrían así todos los días de clase establecidos. Reducir la pobreza no bastaría solamente con la entrega de dinero, se debería ingresar a la persona en el sistema. Para que consiga desarrollarse en un trabajo, no puede depender enteramente del estado. Si bien es el deber de este ayudar, la ayuda real que impactaría en la población más vulnerable de la sociedad sería esa inclusión, que debería terminar con la falta de cultura de trabajo en esos sectores.
Los otros factores mencionados no relacionados con la capacitación pueden reducirse desde el hogar. Si la familia comienza a alentar el trabajo en los hijos desde la temprana edad estos lo buscarán sin miedo y lo valorarán una vez que lo obtengan. Esto no ocurrirá mientras la manera de crianza siga estática y se continúen alentando las críticas de los padres a los hijos (el uso de frases hirientes como “sos un inutil” o “un bueno para nada”), que terminan desalentando al joven a la hora de salir en la búsqueda de la inserción en el mercado laboral.
Es necesario terminar este ensayo remarcando que el trabajo es un derecho, y no solo la forma de ganarse la vida, si no de ser valorado en sociedad y de realizarse como persona. Es por eso que se debe buscar cómo frenar al desempleo juvenil, ya que los jóvenes de ahora serán los protagonistas del mercado que se aproxima y no pueden quedarse fuera de sus innovaciones y cambios cuando deberían ser los responsables de estos.
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