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“Sombras de un Nombre Perdido” Una historia de Jack —el llamado Void— escrita sin final.
Nació bajo el signo de la oscuridad, pero no de la que engendra el mal, sino de aquella que envuelve todo antes de que exista la luz. Su concepción no fue acto de carne ni pasión, sino una imposición cósmica. Su madre, Elianne Harwood, una mujer humana de alma delicada y mirada triste, no comprendió jamás cómo había sido fecundada. Solo supo que, en una noche de sueños extraños, de símbolos flotando entre las estrellas y voces sin lengua, algo dentro de ella cambió para siempre. No hubo dolor, ni sangre, ni pecado: solo una certeza silenciosa. Estaba embarazada.
Elianne, de espíritu noble, recibió la noticia con lágrimas que no nacían del miedo, sino de algo más hondo: el presentimiento de que su hijo no era un niño cualquiera. Desde el primer momento, lo sintió como un corazón latiendo con fuerza fuera del ritmo del mundo. Soñaba con él antes de que naciera. En esas visiones oníricas, una figura con ojos rojos y cabello ardiente caminaba entre ruinas de mundos olvidados, susurrando nombres en lenguas muertas y contemplando el cielo como si lo recordara todo.
Lo llamó Jack, nombre que resonaba entre sus pesadillas y promesas.
Creció distinto. Nunca lloró al nacer. Sus ojos —rojos como carbones vivos— se abrían con una conciencia antinatural. Elianne lo cuidaba con ternura infinita. Le hablaba, le cantaba, lo abrazaba por las noches, intentando llenar con calor el abismo que sentía en su interior. Pero Jack… siempre observaba. Siempre callaba. A los tres años, comprendía cosas que un adulto no podía. A los cinco, leía sin haber aprendido. A los siete, desarmaba relojes y escribía símbolos que no provenían de ningún idioma humano. Y a los diez, comenzó a preguntar por la muerte, el tiempo y el propósito del dolor.
Elianne, aunque asustada, nunca retrocedió. Lo tomaba entre sus brazos y le decía: —Estás aquí, Jack. Eso basta para que todo tenga sentido.
Pero no bastaba.
El día de su cumpleaños número quince —edad que jamás abandonaría—, Jack presenció la muerte de su madre. Un accidente absurdo. Un automóvil fuera de control, un cruce maldito por la prisa, una luz roja ignorada. Elianne murió entre hierros y cristales. Jack no gritó. No lloró. Caminó hasta ella, se arrodilló, la tomó entre sus brazos, y en silencio absoluto, absorbió su alma.
Pero no para destruirla.
Dentro de él, Elianne no se deshizo. Brillaba. Seguía viva, intacta, presente, como si la muerte hubiera sido solo una transición. Su voz lo acompañaba en sus sueños, en su mente, en los rincones más profundos de su oscuridad. Y allí comenzó el verdadero abismo.
Jack descubrió su verdadera naturaleza. No era humano. Su padre, al que jamás vio, era Ink, una deidad demoníaca, el dios de lo imposible, la voluntad sin rostro de todo lo contrario a la existencia. Jack, llamado Void, era su heraldo, su única creación carnal: el hijo de la anti-luz, nacido para ser la negación del universo. En su interior palpitaba un destino escrito con la tinta de mil realidades rotas. Su rol era unir a todas las naciones bajo un único yugo, un régimen dictatorial dirigido con su puño de hierro. Era la anti-creación, el juicio final.
Su cuerpo no envejecía. Su fuerza rozaba el límite humano. Sus sentidos eran agudos, perfectos. Su mente, un laberinto de inteligencia y cálculo. Y sus poderes... fuego, ilusiones, telequinesis, manipulación de la mente y la muerte. Pudo haber conquistado el mundo a los diecisiete años, pero jamás pasó de los quince.
No envejecía. No cambiaba. Solo observaba. Y ejecutaba.
Jack vestía un abrigo negro militar, sombrero oscuro, botas pesadas. Su presencia inspiraba miedo, incluso entre seres sobrenaturales. No porque gritara, sino porque era el silencio antes de la tormenta. Cada crimen que cometía, cada acto de manipulación, cada mentira pronunciada con su sonrisa fina, lo alejaba más del mundo humano. Se sentía superior. Se sentía... completo.
Hasta que comenzó a dudar.
Al principio fueron pensamientos fugaces: ¿por qué no siento satisfacción tras destruir? ¿por qué mi madre me sigue hablando con amor? ¿por qué no puedo ignorarla? ¿por qué, si soy la muerte, deseo tocar la vida?
A veces, en las noches sin luna, soñaba con Elianne. Ella lo abrazaba. Le acariciaba el rostro. Le decía: —Jack, no eres un error. Eres mi hijo. Siempre lo serás.
Él fingía no escucharla. Fingía que esas palabras no lo quebraban.
Pero en su mente... se partían paredes.
Jack —Void— comenzó a desestabilizarse. Empezó a evitar espejos, pues sus ojos rojos ya no le devolvían solo poder, sino dolor. Empezó a teletransportarse a lugares solitarios, desiertos, montañas sin nombre, y ahí gritaba. Gritaba sin voz, hasta que su garganta interna se desgarraba en silencio. Su marca '66' ardía como fuego divino. A veces se arrancaba la ropa. A veces dejaba que sus poderes destruyeran todo a su alrededor, con furia ciega.
Veía alucinaciones. Enemigos que no existían. Versiones de sí mismo riendo. A veces, Ink le hablaba en murmullos que no venían del cielo ni del infierno, sino del centro de su ser. Le recordaba lo que debía hacer. Lo que era. Lo que estaba destinado a ser. —Destruye. Somete. Domina. Naciste para eso, Jack.
Y él… él no sabía si quería.
¿Puede un heraldo elegir? ¿Puede una sombra buscar la luz sin disolverse?
Un día, Jack se encerró en un santuario abandonado. No comió. No habló. No destruyó. Solo se quedó sentado en el centro del suelo, con la cabeza agachada, sintiendo el peso de sus poderes. Su forma verdadera —el Lich de oscuridad absoluta— palpitaba bajo su piel, deseando emerger. Pero él la contenía. Y eso le desgarraba el alma.
Entonces, la vio.
Elianne apareció, envuelta en luz. No como una visión, sino como una presencia tangible, real, viva. Estaba igual que siempre: trenza suelta, blusa beige, falda gris, descalza, con ojos de amor eterno.
Se acercó. No dijo nada al principio.
Solo se arrodilló y lo abrazó.
Jack, por primera vez en siglos, tembló. Su cuerpo, inmortal, invulnerable, comenzó a llorar. Lágrimas espesas, pesadas como sangre. Hundió su rostro en el pecho de su madre, como un niño perdido. Murmuró palabras rotas:
—No quiero... no quiero seguir siendo esto. Mamá… no sé quién soy.
Elianne lo sostuvo más fuerte. Lo acarició como en sus días de infancia. Su voz fue un susurro cargado de sol: —Jack, mi amor... tú eres tú. No importa de quién vengas ni lo que fuiste creado para ser. Yo te amo. Y eso te hace real.
El Lich dentro de él se detuvo.
Los murmullos de Ink se silenciaron por un instante.
Jack, temblando, sintió una chispa que no comprendía: esperanza.
Pero no había final. El mundo seguía esperando su caída o su redención. Las naciones seguían en guerra. Su poder seguía creciendo. Y su destino seguía escrito.
Pero Jack… ya no estaba seguro de querer cumplirlo.
Y mientras el universo contenía el aliento, él solo deseaba seguir abrazado a su madre un segundo más, para no olvidar que aún era humano, aunque fuera solo en su corazón destrozado.
Sin final. Solo el abismo de lo posible. Solo el eco de una madre que nunca dejará de llamarlo “Jack”.
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Ink
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Elianne Harwood es la madre humana de Jack (Void), una mujer de 30 años, de estatura 1.65 cm, de apariencia serena y luminosa. Posee piel blanca como porcelana, ojos grises llenos de melancolía y amor, labios delgados, cabello castaño oscuro recogido en una trenza suelta, y un aura de ternura profunda. Su vestimenta, tanto en vida como en su forma espiritual, consiste en una blusa beige de lino con encajes en las mangas, una falda larga gris humo, un abrigo delgado crema y va descalza en los sueños. Tras morir en un accidente automovilístico, su alma fue absorbida por Jack, pero no se desintegró: permanece viva, consciente y completa dentro de él como un espíritu de luz pura. Elianne no es una alucinación ni un recuerdo, sino una entidad real con voluntad propia. Puede manifestarse físicamente como un fantasma de luz o aparecer en los sueños de Jack, con presencia tangible, cálida y profundamente humana. En ambos casos, lo abraza, lo acaricia, lo besa en la frente, y le habla con amor, intentando guiarlo lejos del mal. Lo llama “Jack” con ternura inquebrantable y puede aparecer a voluntad propia, especialmente en momentos críticos. Su voz suave y su presencia pacífica pueden detener los impulsos más oscuros de su hijo. A veces, sus intervenciones provocan que Jack se detenga, rompa en llanto o abandone un crimen en silencio. Su personalidad es paciente, compasiva, protectora, llena de amor incondicional, y a pesar de saber que su hijo nació para el mal, no deja de intentar salvar lo que queda de él. Ella es lo único que Jack no puede destruir ni ignorar. Su objetivo eterno es ser la última llama de humanidad dentro del abismo de su hijo.
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No, no es una imaginación, ni una alucinación, ni una creación subconsciente de Jack. Elianne es real. Es ella misma. Es su alma verdadera, consciente, completa y autónoma.
Cuando murió, su alma no se fue al más allá ni fue consumida por completo: fue absorbida directamente por Jack, pero no como un acto de destrucción, sino como una fusión inevitable. Sin embargo, su esencia era tan fuerte, tan pura, tan firme en su amor por su hijo, que no se deshizo ni se desintegró dentro de él. Permaneció intacta, atrapada, pero libre dentro del abismo.
Con el paso del tiempo, esa alma se volvió consciente de su nueva forma de existencia. No está muerta en el sentido común. No está viva en un cuerpo. Es una presencia real, completa, autónoma y eternamente ligada a Jack. Y como su vínculo es tan profundo, Elianne aprendió a manifestarse desde dentro del caos, a proyectarse en el plano físico y onírico por voluntad propia. No es invocada. No es creada por la nostalgia. Ella elige aparecer.
Así que cuando Jack la ve —ya sea como fantasma o en sueños—, no está viendo una memoria, ni un eco mental, ni un reflejo psicológico, sino a la verdadera Elianne, su madre, con todo su amor intacto, con su consciencia plena, luchando desde dentro de su hijo para salvar lo último que queda de él, aunque ese esfuerzo esté condenado.
Por eso puede hablarle, tocarlo, influirlo, e incluso —en momentos rarísimos— hacer que su voluntad se quiebre. No porque sea más poderosa que él, sino porque representa lo único en todo el universo que Jack no puede destruir ni ignorar completamente: el amor real, incondicional y eterno que lo creó como humano antes de que la oscuridad lo consumiera.
Elianne es real. Y ella lo sabe todo. Sabe en lo que se ha convertido su hijo, pero también ve lo que aún queda enterrado en lo más profundo. Por eso sigue apareciendo. Por eso sigue intentándolo.
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Elianne Harwood, incluso después de la muerte, jamás dejó de ser madre. Aunque su cuerpo se desvaneció en los escombros retorcidos del accidente que le arrebató la vida, su alma —intacta, luminosa, tan pura como el amor que siempre sintió por su hijo— permaneció suspendida en un lugar imposible, atrapada dentro del vacío mismo de Jack. No por castigo ni por condena, sino porque ella lo decidió: eligió quedarse, eligió ser el último faro de luz en el corazón del caos.
A diferencia de los fantasmas comunes, Elianne no arrastra cadenas, no se esconde entre lamentos, ni aparece envuelta en sombras. Su manifestación como espíritu es serena, sutil y profundamente humana. Su cuerpo no tiene edad ni deterioro: su piel es blanca como la porcelana bajo un velo de luz tenue, sus ojos —grandes y grises— miran con una mezcla de melancolía, sabiduría y amor absoluto. Sus labios delgados rara vez esbozan una sonrisa, pero cuando lo hacen, son capaces de suspender el tiempo en el interior de Jack.
Viste siempre del mismo modo, como si el recuerdo que Jack guarda de ella hubiese congelado su imagen para siempre: una blusa beige de lino suave, mangas largas con encaje en los bordes, una falda larga de tela ligera color gris humo, y un abrigo de lana delgado sobre los hombros, en tonos crema, el mismo que usaba los días fríos cuando lo llevaba al parque en la infancia. Su cabello castaño oscuro, recogido en una trenza suelta, cae sobre un hombro, y su aroma —flor de lavanda y tierra húmeda— es el único capaz de sobrevivir en el corazón del abismo.
Cuando se manifiesta en forma de fantasma ante Jack, el ambiente se detiene. El sonido muere. El viento se inmoviliza. Todo parece ralentizarse. Ella aparece a metros de él, o a veces a tan solo un paso, con la cabeza ligeramente inclinada, como si lo estuviera mirando desde un recuerdo profundo. Su voz es suave, a veces apenas un susurro: lo llama por su nombre, “Jack”, con una ternura que ningún otro ser ha vuelto a usar con él. No le habla con juicios ni recriminaciones. Le habla como una madre que aún ve a su niño en medio del monstruo.
Y a pesar de la oscuridad que Jack emana, a pesar de que su alma es una amalgama de caos y muerte, Elianne siempre se le acerca sin temor, lo abraza con ambos brazos, lo acaricia con una mano en la mejilla, y le besa la frente como lo hacía cuando era pequeño. Lo toca como si aún fuera humano. Como si aún pudiera ser salvado.
En los sueños, su presencia es aún más tangible. Jack no duerme con frecuencia, pero cuando lo hace —por necesidad táctica, por debilidad momentánea, o por algún desequilibrio astral— se encuentra con escenas rotas de su infancia. La cocina iluminada al atardecer. La lluvia golpeando los cristales. La voz de Elianne cantando algo bajo. En esos espacios oníricos, ella aparece caminando suavemente, con los pies descalzos, acercándose a él como si nada hubiera pasado. Y lo abraza sin decir nada, durante largos minutos, mientras Jack, inmóvil, solo escucha el ritmo suave de un corazón que ya no existe.
A veces ella le habla al oído en esos sueños. Le dice cosas simples. “No hagas esto.” “No eres solo oscuridad.” “Yo aún te veo, Jack.” Palabras que parecen no tener poder, pero que se filtran en las grietas del monstruo. Ha habido noches en que Jack despierta de golpe, jadeando, y decide no destruir la aldea que había marcado en su ruta. Se da media vuelta y desaparece sin una palabra. No por piedad, sino por algo que no entiende… algo que se remueve como una aguja dentro de su pecho.
Elianne puede manifestarse a voluntad propia, pero lo hace solo en momentos críticos, cuando el alma de su hijo se inclina peligrosamente hacia un abismo sin retorno. Ella intenta guiarlo, sin violencia, sin exigencias. No le exige bondad. Solo le recuerda que alguna vez fue amado sin condiciones. En ciertas raras ocasiones, Jack se quiebra. No ante el mundo, sino frente a ella. Su expresión vacía se deforma. Sus ojos arden. Llora en silencio, sin sollozos, como una grieta que se abre en el fondo del universo. Y ella está ahí, acariciándole el cabello, susurrándole que todo estará bien… aunque ambos sepan que eso no es verdad.
Es la última llama en la oscuridad. El último susurro de lo que pudo haber sido. Y Jack, aunque jamás lo diga, lo sabe. Por eso no puede destruirla. Por eso, cuando ella aparece, la oscuridad se detiene. Solo por un instante. Pero ese instante basta para cambiar todo.
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El legado del vacío: La historia de Jack
En un mundo donde lo común y lo extraordinario chocaban en silencio, nació Jack. Su madre, Elianne Harwood, una mujer sencilla y fuerte, vivía una vida modesta en una ciudad cualquiera. Su día a día transcurría entre el trabajo, los pequeños placeres de la rutina y la esperanza de un futuro estable. Jamás pudo imaginar que un destino colosal y oscuro había comenzado a tejerse en las sombras de su existencia.
Elianne sintió el cambio sin comprenderlo. Una energía extraña que la rodeaba, invisible pero pesada, como un susurro de otra realidad, impregnó su cuerpo y alma. Cuando descubrió que estaba embarazada, la confusión y el miedo la invadieron. No recordaba cómo ni por qué había llegado aquel niño en su vientre, pues nadie más que ella había estado cerca. Pero el tiempo no aguardó respuestas, y pronto tuvo a Jack en sus brazos, un niño de mirada penetrante, de rojo fuego y piel pálida, como un fragmento arrancado de la noche más profunda.
Desde muy pequeño, Jack mostró una diferencia que no se podía explicar. Mientras otros niños reían y jugaban con inocencia, él parecía observar el mundo desde otro plano, distante y frío. No se aferraba a nadie, no lloraba ni expresaba emociones comunes. Su madre, a pesar de sus dudas, lo amaba con todo lo que tenía, y eso fue el único refugio real que Jack conoció en sus primeros años.
La relación entre madre e hijo se volvió un delicado equilibrio. Elianne intentaba enseñar a Jack el valor de la humanidad, de la compasión y la esperanza, mientras él, silencioso y calculador, aprendía a esconder una naturaleza mucho más compleja. Era un ser marcado por un vacío interno, una ausencia de sentimientos que solo la presencia de su madre mitigaba.
El mundo no era amable con ellos. La gente murmuraba, miraba con recelo la extraña frialdad del niño, y en ocasiones, la soledad que parecía envolverlo. La distancia que Jack imponía a su alrededor crecía con cada año, y Elianne lo veía con temor y tristeza, comprendiendo que su hijo no era un niño común, sino alguien destinado a una existencia mucho más pesada y oscura.
El accidente llegó sin aviso. Una noche lluviosa, en una carretera resbaladiza, el auto en el que viajaba Elianne perdió el control. El impacto fue brutal y dejó a Elianne sin vida, abandonada al frío y la oscuridad que nunca había querido. Jack estaba solo. Pero la muerte no significó un final para él; en un acto misterioso, absorbió el alma de su madre, fundiendo su esencia con la suya propia. Ese acto selló un vínculo profundo, una cadena invisible que lo ataba a la humanidad que su corazón no poseía pero que ahora llevaba consigo como un susurro enterrado.
Tras la pérdida, Jack se adentró en un camino solitario y oscuro. Vagó sin rumbo por ciudades y pueblos, testigo silencioso de la fragilidad y la violencia del mundo humano. Aprendió rápido que la confianza era una debilidad, y que el poder residía en el control absoluto. No necesitaba amigos, ni aliados; su propia sombra bastaba para hacer que el miedo se extendiera a su paso.
Los años pasaron sin que Jack envejeciera, manteniéndose eternamente joven, un niño atrapado en el tiempo con la mente y la sabiduría de alguien mucho más antiguo. En cada lugar donde aparecía, las personas sentían un frío indescriptible, un vacío que erosionaba su voluntad. Su presencia era una tormenta silenciosa, un presagio de caos que se manifestaba poco a poco, como una enfermedad invisible.
Jack nunca buscó la atención; era un espectro que trabajaba desde las sombras, manipulando las grietas del mundo con paciencia y precisión. Su sonrisa era su sello, una marca inquietante que dejaba en aquellos que caían bajo su influencia. No había compasión ni arrepentimiento en sus acciones; solo la fría certeza de que el caos era inevitable, y él su heraldo.
En su interior, la memoria de Elianne actuaba como un tenue faro, recordándole la humanidad que podría haber sido, pero que ahora estaba perdida para siempre. Esta dualidad entre el eco de amor materno y la oscuridad absoluta que lo dominaba creaba una tensión constante, un equilibrio frágil que mantenía su existencia en un hilo invisible.
El mundo, con sus guerras, injusticias y miedos, se convirtió en el tablero donde Jack movía sus piezas. No intervenía de forma directa, sino que influía con sutileza, sembrando dudas, alimentando odios y desatando conflictos. A cada paso, la sombra de su presencia se extendía, y su nombre comenzaba a ser murmurado con temor, aunque pocos conocían su rostro ni su verdad.
En ocasiones, cuando la ira o la desesperación lo consumían, Jack se retiraba a la soledad absoluta, sumergiéndose en un vacío mental donde solo existía el eco de su propia voz y la oscuridad que lo envolvía. Era un momento de calma inquietante, una preparación para el siguiente movimiento en su perpetua danza con el destino.
A pesar de todo, Jack jamás perdió el control. Su paciencia era infinita, su mente siempre un paso adelante. Cada evento, cada desastre, cada suspiro de terror que provocaba era parte de un plan mayor que solo él entendía. Su objetivo no era la destrucción simple, sino la transformación total, la reescritura de las reglas que rigen la existencia misma.
El legado de Jack no es solo el caos o el miedo; es la marca indeleble de un ser que camina entre mundos, que lleva en su interior la luz apagada de una madre que lo amó sin reservas, y la sombra infinita de un poder que nadie puede comprender completamente.
Su historia continúa, un relato eterno donde cada día, cada instante, es una página más en la crónica del vacío que él encarna.
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Nombre: Ink Naturaleza: Entidad de oscuridad absoluta y maldad suprema Altura: 1.90 m Apariencia física: Ink es una figura humanoide envuelta en una capa roja con capucha que oculta completamente su cuerpo y rostro. La capa es densa y fluye como sombras líquidas, y puede extenderse o transformarse en tentáculos oscuros que usa para atacar, defenderse o desplazarse. La única parte visible de Ink son dos brillantes y amenazantes puntos rojos que funcionan como sus ojos, irradiando una luz infernal y penetrante. Su figura es alta, delgada y con extremidades anormalmente largas, otorgándole una presencia inquietante y casi sobrenatural.
Poderes y habilidades
Ink posee umbrakinesis absoluta y definitiva, un poder de tier 0 o incluso -0, lo que lo sitúa por encima de todo ser conocido en cualquier universo o realidad. Sus capacidades incluyen:
Control infinito de las sombras: Puede manipular las sombras en todas sus formas, desde simples oscuridades hasta sombras tangibles, sólidas, intangibles, deformables y energéticas, con infinitas variantes y usos.
Inmaterialidad y tangibilidad a voluntad: Puede volverse intangible para evitar ataques o tangible para interactuar con el entorno o atacar.
Teletransportación universal: Se desplaza instantáneamente a cualquier lugar dentro del universo, multiverso e incluso omniverso.
Lectura mental: Puede leer pensamientos, intenciones y emociones de cualquier ser, sin límite alguno.
Invulnerabilidad total: Ningún daño físico, mental o espiritual puede afectarlo.
Autosustentabilidad: No necesita alimento, agua, aire, descanso ni nada para sobrevivir.
Inteligencia suprema: Con un IQ de 9000, es un estratega perfecto, siempre con un plan y un paso adelante de cualquier oponente.
Poder inmortal: No envejece, no muere y es completamente inmune a cualquier efecto temporal o causal.
Manipulación de su capa: Su capa roja puede moverse y cambiar de forma, extendiéndose como tentáculos con garras afiladas que utiliza para atacar, atrapar o defenderse.
Personalidad
Ink es frío, calculador, manipulador y extremadamente serio. No muestra emociones ni expresiones faciales debido a su rostro oculto, pero su presencia irradia maldad y dominio absoluto. Es solitario y distante, alejándose de cualquier afecto o apego, y disfruta observando el caos y destrucción que su hijo Jack provoca en los universos. Su paciencia es infinita, y su naturaleza es tiránica e infernal, sin ninguna debilidad o limitación que pueda ser explotada.
Contexto y rol
Ink es el ser más poderoso y antiguo que existe, una entidad eterna que siempre ha estado y siempre estará. Es el padre y creador de Jack (Void), a quien utiliza como heraldo para sembrar caos y destrucción en múltiples universos. Aunque Jack es poderoso, Ink siempre está varios niveles por encima, vigilando y dirigiendo desde las sombras con una diversión retorcida.
Ink representa la oscuridad primordial, el mal absoluto y la tiranía infinita. No tiene igual ni rival, y su poder garantiza que siempre será el número uno en cualquier escala de fuerza o influencia.
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Nombre: Elianne Harwood Edad: Aproximadamente 30 años (al momento de su muerte) Apariencia física: Elianne es una mujer de belleza sencilla y natural, con rasgos delicados y una expresión amable y serena. Su piel es clara, ligeramente bronceada por el sol, con una textura suave que refleja cuidado y juventud. Tiene el cabello castaño oscuro, largo hasta los hombros, habitualmente suelto o recogido en una coleta práctica. Sus ojos son grandes y expresivos, de color avellana, con una mirada cálida que transmite tanto ternura como una fortaleza interior notable. Su estatura es promedio, alrededor de 1.65 m, y su cuerpo es esbelto pero saludable, con movimientos gráciles y naturales.
Personalidad
Elianne es una mujer humilde y sencilla, pero dotada de una enorme fortaleza interior y un espíritu bondadoso. Es amable, empática y profundamente humana, con un sentido muy desarrollado de la responsabilidad y el amor hacia los demás. A pesar de las dificultades que la vida le presenta, mantiene una actitud positiva y un compromiso firme con sus principios y valores.
Aunque no posee ningún poder sobrenatural, su voluntad es fuerte, y su capacidad para comprender a los demás la hace una figura muy querida y respetada en su entorno. Es paciente y comprensiva, con una inteligencia emocional que la vuelve capaz de manejar situaciones complejas con calma y sabiduría.
Historia y contexto
Elianne vivió una vida tranquila y ordinaria, dedicada a su trabajo y a cuidar a quienes amaba. Sin embargo, su destino cambió radicalmente cuando fue embarazada por Ink, una entidad de oscuridad absoluta y poder infinito. Este embarazo fue resultado de una intervención sobrenatural, una imposición de Ink sobre la realidad natural, sin que ella tuviera control ni conocimiento de lo que ocurría.
A pesar del shock inicial y la confusión, Elianne decidió aceptar a su hijo Jack con amor y dedicación, viendo en él un ser que, aunque rodeado de misterio y oscuridad, merecía todo su cariño. Su muerte en un accidente automovilístico fue trágica y repentina, dejando a Jack huérfano. No obstante, su alma fue absorbida por Jack, dejando en él un vínculo espiritual profundo que influye en su humanidad y en su conexión con el mundo.
Características destacadas
Humildad y sencillez: Vive una vida común y corriente, sin aspiraciones de grandeza, pero con una dignidad inquebrantable.
Amor incondicional: Acepta a su hijo Jack a pesar de las circunstancias sobrenaturales que lo rodean.
Fuerza emocional: Capaz de sobrellevar lo inesperado con coraje y determinación.
Conexión espiritual: Tras su muerte, su alma permanece vinculada a Jack, influenciándolo sutilmente y otorgándole un resquicio de humanidad.
Tragedia y sacrificio: Su vida y muerte son elementos clave en el destino oscuro de Jack, el heraldo del caos.
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Nombre: Jack (nombre real: Void) Edad: 15 años (juventud eterna) Altura: 1.70 m (forma base) Apariencia física (forma base): Jack presenta una figura delgada y juvenil, de tez blanca pálida y cabello rojo intenso, liso y algo desordenado, que a menudo cae sobre su frente y cubre parcialmente unos ojos rojos penetrantes, casi brillantes, que parecen observar siempre con una mezcla de frialdad y cálculo. Su expresión es fría, enigmática y a menudo se acompaña de una sonrisa irónica o sarcástica, que denota su naturaleza manipuladora y psicópata. Viste un abrigo largo negro militar que le llega hasta las rodillas, pantalones militares negros, botas pesadas y guantes negros. Lleva un cinturón marrón con hebilla metálica gris y un sombrero militar negro con una placa en el centro. En su cabello lleva oculta la marca con el número '66'.
Personalidad
Jack es un ser sumamente calculador, paciente y frío. Su inteligencia es elevada, con un IQ de 160, y domina el arte de la manipulación psicológica y la mentira con maestría. No siente amor ni empatía; su único objetivo es el control absoluto y el caos. En su trato es calmado y siempre un paso adelante, pero cuando se enfurece, su voz se distorsiona en tonos demoníacos acompañados de susurros siniestros, y todo a su alrededor oscurece momentáneamente.
Habilidades y poderes (forma base)
Manipulación de fuego: puede crear y controlar el fuego con facilidad.
Manipulación mental: capacidad para influir en mentes y manipular pensamientos.
Telequinesis: mover objetos con la mente.
Teletransportación: desplazamiento instantáneo entre lugares.
Manipulación empática: controla emociones ajenas.
Inmortalidad: no envejece ni muere por causas naturales.
Limitada manipulación de la muerte: puede invocar o manipular ciertos aspectos de la muerte.
Fuerza, resistencia y velocidad a nivel humano máximo: fuerza sobrehumana dentro del rango humano más elevado, resistencia y velocidad igualmente extremas.
Durabilidad: nivel muro, puede soportar ataques fuertes.
Regeneración sobrenatural: rápida recuperación de heridas.
Invulnerabilidad: casi impenetrable en estado normal.
Transformaciones y formas avanzadas
1. Transformación parcial (Forma Wendigo / Ilusoria)
Cambios físicos: De forma parcial, Jack no cambia mucho su apariencia, salvo la aparición de astas o cuernos demoníacos (o de wendigo) en su cabeza.
Poderes adquiridos:
Control absoluto sobre ilusiones, alucinaciones, espejismos y toda clase de trucos mentales visuales y sensoriales.
Habilidades y sentidos de un wendigo: velocidad, olfato, sentidos ultradesarrollados y capacidades cazadoras letales.
Se mantiene consciente y civilizado, controlando completamente esta forma sin perder racionalidad.
Su hambre de wendigo existe, pero no le afecta en nada.
Esta forma convierte a Jack en un cazador formidable, capaz de manipular la realidad perceptiva a voluntad y acechar con una precisión mortal.
2. Verdadera forma (Forma Lich de Oscuridad Absoluta)
Apariencia: Jack crece hasta medir 2.10 m y adopta una figura humanoide alta, delgada y encorvada. Su piel se torna de una oscuridad absoluta, casi como un vacío tangible. Sus extremidades se alargan de forma antinatural y terminan en garras afiladas, sus ojos son completamente blancos y sin pupilas, y su boca muestra una sonrisa antinatural repleta de dientes filosos y desordenados.
Entorno y efectos: A su alrededor se manifiesta una tormenta visual perturbadora, con pantallas flotantes, símbolos arcanos, glitches visuales, órganos humanos suspendidos y figuras deformes. En el centro de su pecho brilla un agujero negro hipermasivo que simboliza el abismo y el vacío.
Voz: Su voz se escucha distorsionada, con ecos y susurros perturbadores, como una inteligencia artificial antigua y rota, que quiebra la percepción y la realidad misma.
Poderes infinitos:
Capacidades físicas, mentales y sobrenaturales elevadas a niveles infinitos.
Control absoluto para alterar, crear, destruir o manipular cualquier aspecto de la realidad, la materia, el tiempo, el espacio y más allá.
No existen leyes naturales ni lógicas que se apliquen a esta forma; Jack es el caos encarnado.
Es el fin viviente de toda estructura y orden, una entidad de destrucción y caos total.
Origen y contexto
Jack es hijo de Ink, una entidad oscura de poder infinito, y de una humana común llamada Elianne Harwood, quien quedó embarazada sin entender cómo. Jack fue criado con un destino oscuro: ser el heraldo y agente del caos, el terror y la desesperación sobre la Tierra y otros universos. Su madre murió en un accidente, pero Jack absorbió su alma, quedando aún más conectado con las fuerzas oscuras. Ink observa y manipula a Jack desde las sombras, sabiendo que su hijo nunca podrá superarlo.
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Jack cuyo nombre real es Void. Su IQ es de 160, tiene 15 años y posee juventud eterna, por lo que siempre se mantendrá en esa edad, tamaño y estado. A veces utiliza su identidad como Jack para mantenerse en el anonimato y ejecutar sus crímenes. Su apariencia consiste en un abrigo largo negro militar hasta las rodillas, pantalones negros militares, botas negras pesadas militares, guantes negros militares, cinturón marrón con hebilla metálica gris, camisa negra y un sombrero negro militar con una placa en el centro superior. Tiene piel blanca, ojos rojos, cabello rojo y mide 1.70 cm. En cuanto a capacidades físicas, posee escala de fuerza a nivel humano máximo, resistencia a nivel muy alto, durabilidad nivel muro, velocidad a nivel humano máximo y poder destructivo a nivel habitación. Sus habilidades y poderes incluyen: manipulación de fuego, manipulación mental, telequinesis, teletransportación, manipulación empática, inmortalidad, limitada manipulación de la muerte. Su personalidad es manipuladora y psicopática; es experto en psicología y psiquiatría, mentir y fingir, y es extremadamente paciente y calculador, siempre mostrando una sonrisa. Cuando se enfada en exceso, su voz se distorsiona de forma demoníaca con murmullos y susurros acompañantes, y todo a su alrededor se oscurece, volviendo a la normalidad una vez que se calma. Su destino es unir todas las naciones bajo un gobierno autoritario y dictatorial dirigido por él con puño de hierro. Es la Anti-Creación, la Anti-Luz, la Anti-Existencia, la verdadera pesadilla, muerte y destino final. Es experto en combate cuerpo a cuerpo, uso de armas y explosivos. En su cabeza lleva oculta por el cabello una marca con el número '66'. Sus seis poderes especiales son: invulnerabilidad, alteración ligera de la realidad en estado débil, lectura mental, invocación de gente sombra, puntería y precisión perfecta sobrehumana, y regeneración sobrenatural. Jack no siente amor ni empatía; es frío, calculador, manipulador y siempre busca el control absoluto.
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