Tumgik
veritas-in-simplice · 10 years
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Nambelle 
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veritas-in-simplice · 10 years
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Nambelle
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veritas-in-simplice · 10 years
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¿Y qué vais a poder hacer, hermano? No hay otro noble que os haya pedido mi mano y sabéis que estoy en esa edad ya... Y... Es mi deber como princesa... Cumplir y obedecer.
Earendil Aelasar
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veritas-in-simplice · 10 years
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¿Acaso habría de ser yo la celosa, elfo? Ha sido mi cuerpo el que habéis disfrutado esta noche. Ha sido mi nombre el que ha escapado de vuestros labios... No tendría que ser yo la celosa, sino vuestra esposa que no sabe haceros gozar cómo yo lo hago.
Nambelle 
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veritas-in-simplice · 10 years
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Nambelle, elfo, ese es mi nombre, el que tenéis que repetir en sueños o en la cama de otra mujer cuando estéis con ella.
Nambelle 
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veritas-in-simplice · 10 years
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Quédate conmigo esta noche, por favor... Me dijiste que no te irías.
Flox Burdock
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veritas-in-simplice · 10 years
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Krys... Yo... Yo... Te qu...
Flox Burdock
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veritas-in-simplice · 10 years
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Pobre de aquel que se cruce con un hijo de la Luna, cuando este solo desea servirla.
Cyaran Esköl
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veritas-in-simplice · 10 years
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Si lloras, cantaré. Si sufres, te hablaré. Si mueres, moriré también.
Dalya Burdock
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veritas-in-simplice · 10 years
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Flox… tienes que volver… Debí quedarme contigo…
Krystian Harker  (via tresreinosunsolocamino)
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veritas-in-simplice · 10 years
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Nada en esta vida es imposible, te prometí que encontraría la manera de que pudieras andar, y eso haré
Krystian Harker (via tresreinosunsolocamino)
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veritas-in-simplice · 10 years
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El tiempo pasa, lo queramos ver o no.
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veritas-in-simplice · 10 years
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La curandera de Libra.
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veritas-in-simplice · 10 years
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Princesa de la luz.
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veritas-in-simplice · 10 years
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"Estás viva..."
Ajena a la conversación que habían tenido su madre y su hermano pequeño en el porche del dispensario, Flox se dedica a colocar los paños en el mueble de su alcoba cuando escucha la puerta de la entrada abrirse. Niega lentamente, pues piensa que es su madre que se ha olvidado de dejarle una nueva indicación.
- ¿Qué se os ha olvidado, mad… -La cuestión muere en sus labios cuando ve a la persona que está en la sala contigua.
Krystian entra con aire dubitativo al dispensario, el cual se tornaba en penumbra excepto por algunas velas que lo iluminaban. Busca con la mirada la figura corpulenta de Bernie, mas no encontró nada, todo vacío de gente y ordenado, tal cual estaba siempre. Una de las puertas contiguas se abre, y es cuando inconscientemente se pone en posición de defensa, pero al ver quién era en verdad, se quedó helado, como si estuviese visualizando un fantasma. Aunque en el fondo, creía que sí.
Los ojos de Flox se abren como platos, haciendo que los paños que portaba en su diestra cayeran al suelo enlosado de la estancia. Y se queda mirándolo, como si de una aparición se tratase. El shock lentamente se va tornando en enfado, saliendo a la luz las preocupaciones que ha tenido durante su ausencia. No tarda en cruzar la estancia, acercándose a su persona, se para cuándo se sitúa frente a él.
El ruido sordo que provocan los paños al caerse, le sacan de su propio ensimismamiento. El sonido ha sido real, no se lo ha imaginado, por ende, ella tiene que ser real. Pero… ¿Cómo? ¿Por qué Bernie aseguró que su hija estaba muerta cuando no era así? ¿Tal vez ella le había echado las culpas de su ataque por haberse ido, y por hacerla daño? No… Ella no era así, tenía un pronto muy malo, y le odiaba, pero no hasta el nivel de querer verle encerrado. Cuando la tiene frente a él, se baja la capucha e, inconscientemente, lleva una mano a su mejilla, aún sin podérselo creer.
- Estás…
Y es entonces cuando alza ella también su diestra pero para propinarle un guantazo con todas sus fuerzas.
- ¡Dos ciclos! ¡DOS! ¿Se puede saber dónde has estado? –Cuestiona furiosa, sintiendo como sus ojos se aguaban del puro enfado que tenía.- Pensaba que te había pasado algo, nunca habías estado tanto tiempo fuera. –Sigue riñéndole, sintiendo el roce de su mano en su mejilla, cosa que hace que se calme, un poco al menos.
El bofetón que le ha propinado le duele, pero mucho menos de lo que debería. Porque ese tacto y que sintiera el escozor por el golpe sólo significaba una cosa. No dijo nada, no replicó, simplemente extiende ambos brazos y la rodea con ellos en un estrecho abrazo, casi de forma protectora. No sabía que decir, y dudaba que pudiese hablar en esos momentos.
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Sus ojos vuelven a abrirse de la sorpresa cuando la estrecha en sus brazos, pensaba que le iba a decir cualquier bordería o que incluso se marcharía del dispensario dando un portazo. Pero, ¿un abrazo? Nunca se lo habría imaginado. Flox acaba respondiéndole el abrazo sin mediar palabra alguna, apoyando su rostro en su pecho.
Está viva, es corpórea, es ella. ¿Verdaderamente es ella? Sigue abrazándola unos minutos más, ajeno a como se tornaban sus ojos de cristalinos. Luego, tras eso, se separa y pone ambas manos en sus mejillas, ignorando el hecho de que le ha pegado y gritado. Sólo quería cerciorarse de que no estaba teniendo ilusiones ni delirando.
- Estás viva… -Se dijo más a sí mismo para auto convencerse que para ella en sí. Sigue tocando su rostro y pelo, para terminar de creérselo.
- Claro que estoy viva… -Murmura mirando sus ojos oscuros, alzando ella también sus manos para posarla en su rostro. Resigue con la yema de sus dedos la barba de varios días que adorna sus mejillas, con cuidado y con el temor de que se apartara de su lado de nuevo. Traga saliva cuando uno de sus dedos toca su cuello, aún había leves marcas en ellos y no le gustaría dar explicaciones, no ahora.
Todo el vacío que había sentido hasta ahora, ese odio insistente, ese rencor y mal humor que había hecho mella en él desde que Bernie le dio la trágica noticia, todo eso desapareció de golpe al verla, sentirla, saber que sigue existiendo en ese mundo. Que tiene la oportunidad de volver a hablar con ella, poder aclarar la última discusión y poder pedirle disculpas por ser el causante (de forma indirecta) de su agresión. Abre la boca para responder, pero nunca se le dio bien hablar. En un acto reflejo, deja un corto beso sobre sus labios antes de volver a estrecharla entre sus brazos y así acariciarle el pelo. Estaba viva…
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El corazón de la curandera se desboca con cada caricia que le dedican sus manos con suavidad, como si se fuera a romper o a desintegrar entre sus dedos. El leve roce de sus labios hace que su corazón detenga sus latidos durante lo poco que dura el efímero roce y acaba ocultando su rostro en el hueco de su cuello cuando vuelve a abrazarla, dejando que sus manos se posaran sobre su pecho, cerrando los ojos en el proceso.
- Siento todo lo que te dije… -Termina por decir, aunque no era ni el diez por ciento de todo lo que querría decirle, mas no le dio importancia. Por eso Grisam no sabía nada, y por eso Dalya le había permitido la entrada.
- No… Yo… -Se calla, sonrojándose en el proceso, aún le dolía esa escena. Aún le dolía recordar como la había besado y como había huido después. No habían sido sus palabras la que la habían dañado, sino ese simple hecho.
El cazador sigue estrechándola, sin afán de soltarla en ningún instante. Como si creyera que al hacerlo, se desvanecería y volvería a la cruda realidad, a esa en la que ella estaba muerta, y había muerto odiándole.
Flox se aventura a despegar el rostro de su cuello y alza la vista para mirarle, distinguiendo entonces sus ojos aguados.
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- Krystian… -Murmura apenas sin darse cuenta, apartando una de sus manos de su pecho, llevándola a su mejilla, acariciando de nuevo esta con la yema de sus dedos.
- Fue mi culpa. –Musita de forma inconsciente al sentir su caricia, aunque por una vez habla con sinceridad y sin mostrarse distante con ella. La alegría de verla viva era mayor que su orgullo natural, o al menos hoy.
- ¿Tu… Tu culpa? –Cuestiona sin entender lo que quería decirle con aquella frase. ¿Qué era su culpa? ¿Por qué decía aquello? Él no había hecho nada. Flox sigue con su mano en la mejilla del cazador y tampoco estaba dispuesta a quitarla.
- Te agredieron por mi culpa… Creí que… -De nuevo el intento de decir lo que había pensado en esos dos meses de exilio muere en su garganta. Hasta que se pone a sí mismo un límite e intenta serenarse.- Creí que habías muerto.
- Estive a punto… -Murmura en voz demasiado baja, pero debido a la cercanía, seguro que Krystian la había oído perfectamente. Desciende su mano hasta posarla sobre su hombro, dejando la zurda apoyada en su pecho aun.- Pero estoy viva. Aquí, contigo.
Cuando escucha que estuvo aun así, a punto de morir, su primera reacción es separarse, dando un par de pasos hacia atrás.
- Te dije que no era conveniente estar cerca de mí… Que por esto, la gente como yo no puede relacionarse con nadie.
Si se hubiera estado en silencio, podría haber escuchado perfectamente como habían cambiado los latidos del corazón de la chica cuando se había separado. Intenta acercarse pero sabe que ya no la va a dejar.
- No fue tu culpa… -Repite.
- Si lo fue, Flox. –Inquiere el cazador, pensando nuevamente que su sola presencia la lastimaría de nuevo. Y la prueba la tiene en el cuello de ella, las marcas de la agresión que ya casi habían desaparecido por completo, pero se imaginó como debió tenerlas en su momento y eso le hizo reaccionar.- ¿Quién te agredió?
- No, no lo fue. –Insiste ella, volviendo a situarse frente a él. Alzando su mano para acariciar con cuidado la piel de su cuello, que al contrario del de ella, estaba libre de marcas. Sus ojos se apartan de su rostro al recordar aquella tarde, tiembla presa del pánico, pues su rostro aún la tenía atemorizada en sueños.- Un… Un hombre.
Harker decide no replicarle, pues no iba a conseguir nada con ello y cuando su mano toca su piel, se estremece con levedad.
- ¿Cómo era? –Insiste, tal vez lo que no le dijo la ninfa, se lo diría ella.
No quería decirle que le hacía daño al preguntar por ese hombre, pues no quería que su vida peligrara por su culpa. Deja que su mano se quede en su cuello mientras sus ojos se posan en la lazada de la capa de Krystian, recordando el rostro de su atacante.
- Era serio, con greñas, alto… De unas dimensiones monstruosas… -Y se calla, porque ya es perceptible el temblor de su voz.
El joven memoriza la descripción, y aunque no le sonaba en absoluto ni conocía a nadie con esas características, no duda en que seguiría buscando. Al percibir que temblaba tanto ella como su voz, deja de insistir.
- Está bien, está bien…
Y Flox alza la vista de nuevo, siendo ella ahora quien se atreve a rodearlo entre sus brazos, intentando aliviar sus temores entre los suyos, mas dudaba que esta vez fuera a devolvérselo.
Krystian se deja abrazar, y duda unos instantes pues que ha vuelto a ser el de siempre, de forma cambiante como si de un latigazo se tratase, pero acaba por abrazarla.
Sin soltarlo, mira su rostro, serio, ya había vuelto a ser El Cazador. Baja la mirada, sin saber que más decir o que más hacer para retenerlo unos instantes más a su lado, aunque sabía que eso le acarrearía más problemas cuando volviera a desaparecer.
- Prométeme que no volverás a salir sola a los bosques. –Sabía que no tenía nada que ver, pero necesitaba oír de sus propios labios la promesa de que estaría segura, a salvo, y no haría ninguna estupidez.
La chica alza la vista para posarla en sus ojos oscuros, que la miraban fijamente, queriendo fundirse en el verde de su mirada.
- Te lo prometo. –Dice moviendo sus labios rosados, queriendo darle aquello que quiere oír.
- Ya te perdí una vez, no quiero volver a hacerlo. ¿De acuerdo? –Responde con voz severa, ajeno al posible significado que pueden dar sus palabras, pero tampoco se para a pensarlo y en el fondo, le viene dando igual.
Y entonces, después de escuchar sus palabras y fijarse en sus ojos una vez más, lo hace. Posa con cuidado sus labios sobre los de él, temiéndose su rechazo, pero queriendo obsequiarle con dicha caricia pos sus últimas palabras.
Krystian alza ambas cejas cuando ve cómo avanza hacia él, dejando su timidez a parte y junta sus labios con los propios. Ese gesto, viniendo de ella, lo veía imposible y lejano, sobre todo después de haberle abofeteado nada más verle, y al recordar cómo se fue la última vez. Pero no le desagrada y termina correspondiendo, de forma lenta.
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Flox coloca su diestra en su cuello de nuevo, mientras sigue pegada a sus labios, tampoco sabe que más tiene que hacer, así que se deja llevar por él y por los sentimientos que en ella despierta ese beso. Entreabre sus labios sobre los de Krystian, colocando finalmente la zurda en su pecho.
Entreabre los labios con los ajenos y lentamente intensifica un tanto el beso, hasta que vuelve en sí, y recuerda que es su amiga, y su parte racional (una muy pequeña) le dice que aunque le esté gustando, eso no está bien siendo ella quién era, así que se termina separando paulatinamente de Flox tras finalizar el beso.
Ella lo sabía, pero no por ello, le causa menos daño. Baja sus manos dando un paso hacia atrás, negándose a observar su rostro una vez más, no sería capaz. Sus manos le tiemblan y sus ojos se humedecen.
- No llores. –Le pide, aunque no le vea los ojos de forma directa, sabe que está llorando, un leve sollozo llega a sus oídos y no necesita verlo directamente para ser consciente de ello.- Por favor.
- Krystian… -Susurra y se da la vuelta, ocultando el rostro entre sus manos, intentando parar, tranquilizarse, dejar de mostrarse así, pero no puede. Ya no puede más.
Y como también decía su padre: “un cazador solo sabe hacer daño” y ahí tenía la prueba. Aunque no era la primera y seguro que tampoco la última. Cuando se da la vuelta y le da la espalda entiende, o cree entender, que quiere que se vaya. Así que se da la vuelta él también, encaminándose hacia la puerta.
- ¡No! –Sale de sus labios cuando comienza a escuchar sus pasos y se gira, pasándose el dorso de la mano por sus mejillas.- No te vayas... No otra vez, por favor… -Le pide, caminando hacia donde él se encuentra, dudando si rodearlo de nuevo con sus brazos por atrás o quedarse quieta. Opta por lo segundo.- Por favor… -Repite.
El joven detiene sus pasos ante su grito y se gira, viendo su rostro desencajado con la sola idea de verle huir de nuevo.
- Flox… Tu padre ha puesto precio a mi cabeza. –Comenta como si ese fuera el motivo de su marcha.- Si me ven contigo…
- Mi padre no viene aquí… Por favor, no te vayas. –Dice haciendo uso de su terquedad.- Es noche cerrada y ahora hay más soldados patrullando junto a la muralla… -Expone al muchacho las nuevas medidas de seguridad.
- Pero notará tu ausencia, no es estúpido. –Vuelve a renegar, posando la mano en el picaporte, dispuesto a abrir la puerta.- Bastantes problemas te he causado ya.
- Por favor… -Le pide ya casi suplicando, no estaba dispuesta a perderle, no ahora, no otra vez.
Krystian vuelve a inspirar con profundidad y retira la mano del picaporte, ladeando levemente el rostro y sin saber porque acepta. Flox se asombra de que acepte y se acerca para cerrar la puerta a cal y canto.
- Duerme en mi alcoba, necesitas descansar. Yo lo haré en la camilla. –Le dice con voz suave, alejándose de la puerta.
- ¿Petición de amiga o curandera? –Cuestiona permitiéndole que cierre la puerta, mas no se mueve.- Quién debe descansar eres tú.
- De amiga… -Concluye caminando hacia su alcoba, aunque eso es lo que más le dolía por dentro.- Pasad.
Flox le trata de usted y Krystian frunce el ceño pero no dice nada al respecto y la sigue hasta la alcoba. Sin dar importancia a los pocos muebles que hay. Y del hecho que sea su propia alcoba. Además que no está acostumbrado a dormir en interiores.
- Ahí está el lecho, ponte cómodo. –Le indica volviendo a tratarle de tú, cerrando los ojos mientras se inclina a coger su camisón. Saliendo de la alcoba para poder vestirse y ponerse cómoda, volviendo al rato para guardar la ropa en el arcón que estaba a los pies del camastro.
En lo que ella salía, él aprovechó para quitarse las armas de encima, el chaleco y la alforja. Luego se tumbó en el lecho, boca arriba, mirándola de soslayo cuando vuelve a entrar.
- Sabes que si entra Bernie ahora, malpensaría y me mataría, ¿verdad?
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- Mi padre no va a entrar. –Vuelve a repetir por tercera vez esta noche.- Además, no entiendo porque tendría que malpensar, pues no hay nada que pensar… -¿O sí? Se incorpora y camina hacia el lecho, tumbándose después, llevando la vista al techo.- Además, no dejaría que te matara. –Concluye.
- Ya bueno. Da igual. –Tampoco había que darle vueltas al asunto. Sólo eran suposiciones suyas. Se tumba de lado intentando acomodarse. Está acostumbrado a dormir en el suelo o césped del bosque, no en una cama tan blanda y se siente extraño.
Ladea su rostro para mirarle y se da ella también la vuelta, dándole la espalda. Cierra los ojos. ¿Sería capaz de conciliar el sueño teniéndole al lado? ¿La dejarían de acosar las pesadillas? Se lleva una de las manos a su cuello y la deja ahí antes de dejar escapar un suspiro.
- Si estás incómoda, me voy. –Concluye. Viendo cada vez más absurdo el haberse quedado, y el riesgo que eso conlleva.
- No me incómodas. –Comenta tranquilamente mientras se vuelve a girar, mira su espalda antes de volver a cerrar los ojos.
- Está bien… Buenas noches. –Se despide por decir algo, ya que normalmente no suele hacerlo pero ahora lo ve apropiado.
- Buena luna… -Se despide, buscando su mano con la suya, entrelazando sus dedos con los de él, en un sencillo gesto.
Krystian cierra los ojos dispuesto a conciliar el sueño. Mañana por la mañana, al alba, madrugaría para volver a los bosques y buscar a su hermana. Abre uno de los ojos al sentir como le coge la mano, pero no se suelta.
Flox se queda en esa posición, de lado, aunque él le siga dando la espalda y tenga cogida también su mano. Finalmente, cierra los ojos y deja que Hipnos se la lleve a su mundo, el mundo de los sueños. Donde, para su desgracia, los sueños, sueños son.
~ Rol realizado junto a @Hunter_Harker el 21-5-14 ~ 
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veritas-in-simplice · 10 years
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Noche de visitas.
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Flox acababa de despedir a otros de sus pacientes, el resfriado asolaba de nuevo Libra por culpa del cambio constante del tiempo. Ordena alguno de los tarros cuando escucha un leve golpe que hace que encamine sus pasos hacia la puerta, abriendo la misma.
- Madre, Grisam, ¿qué hacéis aquí? –Cuestiona sorprendida.
- Yo quería otro cuento. –Se defiende Grisam, medio de broma, medio en serio, cruzando los brazos sobre su pecho.
Dalya separa las pieles de Grisam para coger el cesto con paños.
- Los hemos lavado y cortado para ti, me dijiste que los necesitabas, ¿no? –Mira a su hija mientras tapa a Grisam de nuevo.
- Pero si luego caes rendido y no lo escuchas… -Le riñe a su hermano pequeño, intentando ocultar la sonrisa que luchaba por escapar de sus labios.- Madre, no tendríais que haberos tomado tanta molestia. Podría haber esperado. –Dice mientras tiende las manos dispuesta a tomar el cesto que le tiende Dalya.
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- ¡Eso no es verdad! ¡Mentirosa! –Responde, burlón, al comentario de su hermana, totalmente ajeno a la conversación entre esta y su madre, como si su argumento fuese de mayor importancia.
- No le hables así a tu hermana, Grisam. –Reprende casi por inercia ya que sabe de sus bromas.- Lo sé, Flox pero Grisam quería salir a dar un paseo y así aprovechábamos… ¿Qué tal el día? Tienes cara de cansada.
- Mentira no, que es verdad. –Y le saca la lengua, un gesto nada usual en ella, pero que con su hermano solía hacer.- Agotador, madre. Con el frío han vuelto a caer alguno de nuestros vecinos enfermos. Acababa de despedir a la mujer del tendero cuando habéis llegado.
- Qué floj… -Murmura.- ¡ATCHÚS! –El estornudo sale de su nariz, recibiendo directamente su manga.
- Normal… -Mira a Grisam preocupada.- Este viento es lo peor. –Vuelve a su hija.- Abrígate tú, por Gaia. Sólo nos faltaba que cayeras tú enferma…
- No se preocupéis por mí, madre. –Frunce el ceño al escuchar estornudar a Grisam, cosa que no le gusta ni un pelo.- Y tú, enano, deberías cubrirte más. –Y eso que el pobre estaba tapado hasta las orejas.- O cogerás un buen constipado.
- ¿Y por dónde más me va a poder entrar el frío, señorita tiquismiquis? –Bromea, cubriéndose la boca con las mantas.
- Eso es cierto. –Sonríe con ternura cuando le ve tapado hasta las cejas.- ¿Tienes dentro alguna piel más para que podamos cubrirle de regreso a casa? –Pregunta a su hija.
- Claro que sí, madre. Es más, voy a daros uno de los brebajes para que se lo deis después de cenar. –Comenta entrando en el dispensario con el cesto, esperando que su madre la siguiera al interior.
- ¿No os dais cuenta de que me voy a acabar asando? –Grisam hecha la cabeza hacia atrás y resopla.
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- Ey… Enano. –Saluda el cazador al niño, había aparecido justo en el momento en el que Dalya entraba en el dispensario. Se pone el dedo en los labios para que no gritase.
Grisam se gira al oír su nombre tras él, viendo al cazador.
- ¡Krys…! –Empieza, sorprendido, pero al ver los dedos sobre sus labios, baja el tono.- ¡Krystian! –Murmura.
Que le saludase con tanto entusiasmo, le desconcertó, creía que le iba a odiar, o que daría la voz de alarma nada más verle, pero ver la sonrisa del pequeño sólo le hizo sentirse peor. ¿Se lo habrían dicho?
- ¿Cómo… Cómo estás? –Le costó preguntar. “Joder, Harker, se le ha muerto su hermana, ¿cómo crees que va a estar?”, se dijo a sí mismo a modo de reprimenda por su estúpida pregunta.
- Creo que me va a dar un tabardillo, me voy a ahogar o algo con tanta manta. –Bromea, mirando a Krystian con una pequeña y traviesa sonrisa.
Definitivamente algo no le cuadraba. El joven chico seguía tratándole como siempre, a pesar de lo de su hermana. Era evidente que no le habían dicho nada, pero de todas formas, algo le incitó a sincerarse.
- Enano… Me he… Enterado de lo que le pasó a tu hermana y… -Se le quiebra la voz y aparta el rostro un poco antes de continuar pasándose el dorso otra vez por los ojos.- … Lo siento.
Por otro lado, dejando a Grisam fuera, Flox camina hacia la puerta de su alcoba y deja el cesto de las telas en ella, volviéndose después hacia su madre.
- Aguardad aquí. –Le pide antes de entrar a la habitación contigua, buscando así en su arcón una manta para su hermano pequeño.
- Aquí aguardo. –Responde notando y agradeciendo el calor del dispensario.
Acaba saliendo con la manta y se la tiende a su madre con una breve sonrisa.
- Aquí tenéis. Y ahora… -Camina hacia uno de los estantes y busca el pequeño frasco en el que le quedaba un poco de brebaje para curar los resfriados.- Aquí tenéis. Una cucharada después de cada comida. –Le explica tendiéndole el frasco de cristal.
- De acuerdo. –Suspira y lo coge.- Así se hará. Iré llevándomelo a casa, no tardes en venir, y abrígate. –Repite mirando a su hija, dispuesta a salir del dispensario.
- Lo haré, madre. Tened cuidado, es noche cerrada. –Dice preocupada, dejando un beso en la mejilla de su madre antes de que esta abandone el dispensario y salga al exterior, cerrando la puerta tras ella. Flox se agacha y toma el cesto de los paños para llevarlo a su alcoba.
- Ten cuidado. –Dice Dalya como despedida y sale de allí alcanzando oír el pésame que le da Krystian a Grisam.- Buenas noches. –Lo que Flox le contó no deja en buena situación al cazador a ojos e Dalya que coge sin reparos la silla de Grisam, para llevárselo.- Será mejor que entres.- Dice con ese tono cortante e imperioso que sólo las madres saben usar y que no admite réplica ni contestación alguna.- Grisam, dale las buenas noches a Krystian. –Y empieza ya a empujar su silla de vuelta.
Grisam no entiende nada de nada. Pero, dadas sus condiciones, no le queda más que dejarse llevar. Gira una última vez la cabeza hacia atrás, viendo un poco el rostro del cazador.
- Adiós, Krystian.- Dice confuso.
- Señora Burdock, yo… Verá. –Iba a explicarse, aunque fuera absurdo pero cuando le ordena que entrase, no sabe cómo tomárselo. ¿Estaría Bernie dentro y quería que le detuviera? No… Aquella mujer nunca le había deseado mal alguno, aunque por su culpa ahora Flox estuviese muerta, su mirada hacia él no había cambiado.- Siento todo lo ocurrido… -Se disculpa ante ella y avanza, total, ya le daba igual ser o no detenido.
~ Rol realizado junto a @GBurdock_, @DalyaBurdock y @Hunter_Harker el 21-5-14 ~
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veritas-in-simplice · 10 years
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"Creo que le estimo, madre, que le quiero"
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Después de una nueva noche en blanco, Flox abandona el lecho que comparte en ocasiones con su hermano pequeño, aparta el pelo que oculta parte de su rostro y deja un beso en su frente antes de encaminarse a la palangana, donde con agua clara, lava su rostro y lo seca con uno de los paños antes de ir a cambiar su camisón por su indumentaria habitual.
Dalya la ve salir cuando está en la cocina, encargándose de administrar la comida del día, ha vuelto ya del mercado y decidió no despertarles, pero cuando ve a su hija mayor aparecer, le sonríe con dulzura y le acerca algo de pan para que desayune.
- Buenos días, Flox.
- Buenos días, madre. –Saluda la joven, forzando una sonrisa en el rostro, como últimamente hacía.- ¿Cómo habéis dormido esta noche? –Pregunta, como siempre suele hacer.
- Yo bien aunque parece que tú, lo contrario… -Se queda quieta, sus ojos perspicaces han visto sus ojeras.- ¿Qué ocurre?
- Me alegro por vos, madre… -Humedece sus labios y toma asiento en una de las sillas que adorna la estancia junto a la mesa.- No se preocupéis por esto, son simples gajes del oficio.- Se escusa como buenamente puede.
- Flox. –Dice su nombre mientras toma asiento frente a ella.- Llevas ejerciendo mucho tiempo ya y tengo entendido que no os acostasteis tarde ayer… ¿No le vas a contar a tu madre lo que pasa? –Se nota a la legua que esas ojeras no son de hoy.
- Grisam… -Dice para sí misma cuando su madre deja en claro que sabía que ayer se fue temprano al lecho. Retuerce la tela de su falda, claramente nerviosa. Hablar o callar, ¿qué debía hacer?- Sólo estoy preocupada, madre…
- Confía en mí, Flox, cuéntamelo… ¿Qué ocurre? –Tiende su mano a través de la mesa.
Alza la vista y la clava en la mano de su madre, la que no tarda en tomar entre sus manos, con cuidado y cariño.
- ¿Vos… Vos sabéis algo de Krystian?
- No… -¿A qué viene esa pregunta? Una corazonada de aquel sexto sentido que le había nacido con la misma Flox, al convertirse en madre, se instala en su pecho.- No desde la última vez que vino a vernos, ¿le ha ocurrido algo?
- No, eso es lo que no sé… -“Y lo que me preocupa”, añade para sí misma, sin apartar sus orbes verdes de la mano de su madre.
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- Flox, mírame. –Le pide, con cierto aire indiscutible en su tono.- ¿Por qué crees que le puede haber pasado algo?
Nerviosa, alza la vista, tornando sus mejillas con un tono rosáceo. Traga saliva de nuevo y le dice algo que nadie sabe, ni siquiera su amigo Robert, al que hacía lunas que no veía.
- Porque me besó, madre… Y no ha vuelto.
- ¿Te…? –Entonces comprende… Sigue en su diálogo ahora mudo con los ojos de su hija.
- Sí, madre… -Y aparta la mirada, sonrojada, posándola de nuevo en sus manos entrelazadas.
Toda madre sabe que este momento ha de llegar más tarde o más temprano en la vida y aun así no puede dejar de acometerla el sentimiento de miedo por no poder protegerla de los asuntos que afectan al corazón y que ella, como toda mujer que haya estado alguna vez enamorada, ha padecido.
- ¿Y tú…? ¿Le correspondiste?
- Sí, madre… Le correspondí. –Y esa era su mayor desdicha, porque después de abrirse a él, de entregarle su corazón con ese beso, había desaparecido. Sus ojos se humedecen, apareciendo en ellos las primeras lágrimas.
Dalya chasquea la lengua varias veces y se levanta para sentarse a su lado de nuevo y rodearla con sus brazos, brindándole así el refugio que toda madre debe ser para sus hijos, el hombro en el que desahogarse. Dejará que se calme antes de seguir hablando y en el abrazo cierra los ojos. Siente su dolor como propio, al fin y al cabo, es su niña.
Flox rodea el delgado cuerpo de su madre, tan parecido al de ella, con sus brazos, apoyando la cabeza en su hombro, dejando que finalmente las lágrimas abandonaran una a una sus ojos.
La mujer acaricia su pelo, sosteniendo su abrazo con firmeza. Llora, pequeña. Y la recuerda al nacer, ¡qué pulmones! Y la vuelve a estrechar. Después de todo… Krystian no es un mal hombre, piensa.
- Madre… Lo lamento… -Murmura, sin saber a qué viene eso, si a que la esté viendo llorar o a que se haya enamorado de la persona equivocada.
- Flox, soy tu madre, conmigo no tienes nada que temer ni que lamentar. Nadie va a quererte tanto como yo. –Dota su voz de todo el cariño que puede. En su mente se forman los recuerdos de las veces que, de niña, acudió como ahora a llorar en sus brazos y en realidad, sólo ella ha cambiado, ha crecido.- ¿No le has vuelto a ver?
- No, madre… Ni siquiera por el pueblo… No me atrevo tampoco volver al bosque, además, dudo mucho que pudiera dar con él. –Dice sin separarse de su abrazo, dándose cuenta entonces de cuanto lo necesitaba.
- ¿Y de sus amigos? ¿Has sabido algo? –Sigue acariciando su pelo para calmarla, sin soltarla, afianzando su abrazo.
- Emma sigue desaparecida. –Habla de su amiga, la hermana del muchacho.- Y Krystian no es que tenga muchos amigos a los que poder preguntar.
- Quizá algo le retenga y por eso no pueda venir. –Intenta explicar para aliviar la desazón de Flox que es lo que más le preocupa.
- Nunca había tardado tanto en volver a Vrâchos, madre… Y casi han pasado dos ciclos lunares. –Murmura alicaída.
- Flox, quizá necesite aclarar lo que siente respecto a ti… Los hombres son así, pero eso no significa que no vaya a volver, mi niña, ¿entiendes? –Seca sus lágrimas, como ha hecho siempre, sin soltarla de su abrazo.
- No hay nada que aclarar, madre. Vi sus ojos cuando se separó, no sintió nada… Nada, él me odia, pensaba que vos lo sabríais. –Eleva el rostro para que su madre limpiara sus lágrimas con cuidado.
- ¿Cómo va a odiarte? –Su ceño se tensa levemente.- ¿Qué razones tendría? –Simplemente, no le cabe en la cabeza que alguien pueda odiar a Flox. Y menos el muchacho al que también ha visto crecer y que sigue tratando a Grisam con cariño.
- Sus motivos tendrá, pero no es mi amigo y el beso… Bueno, supongo que lo hizo para callarme, pues estábamos discutiendo. –Le explica a su madre, bajando de nuevo sus ojos verdes.
- Curiosa manera de terminar una discusión, ¿no crees? –Su ingenuidad casi le hace sonreír, pero tampoco sabe nada de los sentimientos de Krystian para con su hija y no puede darle a esta falsas esperanzas que la destrozarían, después, así que suspira.- ¿Qué albergas tú en tu corazón para él, Flox?
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- Yo… -Se ruboriza ante la pregunta que su madre le lanza sin más, no estaba preparada para asumirlo en voz alta y menos siendo su madre testigo de ello, pero se arma de valor. Suspira.- Yo creo que le estimo, madre, que le quiero.
Las palabras de su hija le estremecen el corazón. ¿Es ya tan mayor como para querer a alguien? ¿Ha pasado ya tanto tiempo? ¿Cuándo ha crecido tan rápido? Y siente ella ganas de llorar pero recia de carácter como siempre ha sido, se contiene pese a que no puede evitar que su voz suene queda.
- Entonces espera. –Si hay algo que tiene el amor es justo eso, que espera. No importa cuánto tiempo ni cuánta distancia haya por medio. Espera.
- No puedo esperar más, madre. Esta congoja acabará conmigo un día de estos. Me siento inútil hasta en mis propios quehaceres, aquellos en los que nunca he fallado. Por mi ineptitud se le contaminó la herida a Vic y tardó más tiempo del estimado en volver a ponerse en pie. Y sé que padre eso no ha llegado a perdonármelo.
- Vic está bien ahora y no quiero volverte a oír hablar así de ti misma. –Determina con firmeza. Sólo le faltaba eso, que su hija se infravalorara de aquella manera.- Déjame a mí a tu padre.
- Ya sé que ahora ya está sano, madre, pero se ha llevado cerca de siete lunas en cama. –Comenta volviendo a alzar la vista para poder mirarla.- Os lo dejo, vos sabéis mejor que yo misma que padre es un hombre difícil.
- Pero es tu padre y mi mirado y le debemos respeto. –Vuelve a acariciar su pelo.
- Lo sé, madre. –Y finalmente, sonríe ante la caricia de su madre, una sonrisa sincera.
- Entonces te voy a preparar una comida que te dé fuerzas, y si me vas a buscar un poco de flor de camomila, esta noche te haré una infusión para que puedas dormir bien. –Determina.- No puedes descuidar tu saludo por esto, Flox.
- De acuerdo. De seguro que en el dispensario tengo alguna… -Comenta mirando a su madre.- ¿Os ayudo a preparar la comida?
- Claro. –Sonríe por fin, intentando que ella sonría.- Tu padre ha traído un pedazo de carne y pensaba hacerlo en estofado.
- Puedo pelar las papas si queréis.- Dice incorporándose, caminando hacia el mueble donde guardan el saco de las mismas.
- Muy bien. –La mira de soslayo aun cuando vuelve al gran caldero que tiene al fuego y remueve un poco.- ¿Grisam sigue dormido?
- Ha pasado mala noche, madre. –Le escusa, tornando el semblante, preocupada por su hermano pequeño.
- ¿También? –Mira a Flox preocupada, quizá debería ir a verle dormir.
- No se preocupéis, no ha sido nada grave. Sólo ha tenido un mal sueño. –Le explica mientras pela las patatas.
Dalya suspira y se vuelve otra vez hacia el caldero, no dice nada pero la preocupación por el más pequeño de sus hijos, persiste. Flox, tras terminar de pelar las patatas, las deja en el plato y se las acerca a su madre. Deposita un beso en su mejilla.
- Voy a despertarle, madre. –Dice antes de separarse para entrar de nuevo en la alcoba.
~ Rol realizado junto a @DalyaBurdock el 18-5-14 ~ 
- De acuerdo. –Asiente y sonríe con el gesto dulce que tiene Flox antes de irse.
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