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vivenciasdeunleopardo · 2 months
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vivenciasdeunleopardo · 2 months
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vivenciasdeunleopardo · 5 months
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vivenciasdeunleopardo · 6 months
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Desnudez, filia exhibicionista como algo natural, sano, benéfico
Lo más importante de todo este asunto —mi filia por inmortalizar mi imagen al desnudo— es que he llegado a la conclusión de que se trata de algo natural, sano, benéfico, pues se trata de una manifestación de libertad, tal vez el mayor logro al que puede aspirar un ser humano.
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Este tema resulta difícil de abordar porque durante siglos (tal vez durante milenios) la desnudez ha sido asociada con inmoralidad e indecencia, y grupos ortodoxos lo vinculan con perversión e incluso con depravación. Esto último parece una manifestación de algo que en psicología se conoce como “mecanismo de defensa”, proyección.
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El tema resulta complejo porque pese a que la desnudez debería ser algo natural, ser criados en culturas que le dan un cariz negativo, enseñándonos a avergonzarnos de nuestra de ella (de nuestra desnudez, falso pudor), su práctica y cualquier tipo de convivencia en esta condición entre dos o más personas que no son del mismo sexo, puede provocar incomodidad, inquietud e incluso un daño muy real si no se realiza adecuadamente.
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Personas adultas racionalizan su filia para incurrir en conductas que resultan lesivas para otras personas. Un ejemplo de esto, serían padres (de ambos sexos, papás y mamás) que pretenden exhibirse desnudos ante sus hijos del sexo opuesto para que estos vean la desnudez “como algo natural”, y no con “morbo”, lo cual conlleva una filia exhibicionista lo cual es una forma de abuso sexual (muy lesivo para las víctimas) y la manifestación de un carácter incestuoso, algo muy destructivo.
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En lo personal, no me agradan las imágenes de desnudo masculino que aparecen (si bien muy esporádicamente) en películas convencionales (no eróticas, mucho menos pornográficas); sobra decir que la desnudez femenina es mucho más frecuente, la cual no me molesta en lo más absoluto.
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Ciertas vivencias a este respecto me causaron una inquietud y un malestar severos, pues recordé a un individuo muy destructivo que entre sus actividades dañinas incluyó exhibirse impúdicamente ante familiares —algunos menores de edad y del sexo opuesto. Esto implicaba (como mencioné anteriormente) esa filia que en este caso sí resulta dañina porque se practica sin el consentimiento de los participantes, y es a la vez una manifestación de ese carácter incestuoso, una de sus características más terribles por la destructividad que involucra.
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Sin embargo, recordar a Lieba (esa psicóloga joven y excepcionalmente competente, nuestra comunicación y su profundo conocimiento del ser humano, siendo experta en psicoanálisis, habiendo afirmado que “casi todo en el ser humano tiene que ver con sexo”, en combinación con otra información sobre la naturaleza humana proveniente de mi búsqueda de conocimiento en libros de psicología) me ha tranquilizado y mi actividad deportiva —que he intensificado durante los últimos tiempos— en combinación con elevar aún más la calidad de mi régimen alimentario, ha mejorado mucho mi aspecto físico, la imagen que proyecto.
Cuando me encuentro desprovisto de ropa ante una dama a la que le agrada contemplar mi desnudez, disfruto la experiencia, me siento satisfecho a ese respecto porque esa imagen que proyecto dice mucho sobre la energía vital —libido— de que eché mano para enfrentar y en buena medida superar una adversidad a la que muchos hombres no habrían sobrevivido. Mi anatomía es para mí parte de lo más representativo del triunfo ante circunstancias de vida terribles causadas por violencia perpetrada por antagonistas implacables al intentar arruinarme, incluso aniquilarme.
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La desnudez, el erotismo y el sexo no deben ser considerados anomalía, patología ni destructividad, sino lo contrario; son posiblemente la parte más importante (representativa) de la energía vital —libido— del ser humano, la afirmación de la vida, la plenitud, la felicidad.
Al escribir este texto he sido feliz y quiero compartir esa vivencia con quien me haga el favor de leer mi prosa.
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vivenciasdeunleopardo · 6 months
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Filia exhibicionista, posar desnudo para una dama. Segunda parte
Transcurrieron ocho años y medio después de esa primera sesión de fotografía de desnudo con una dama, y una serie de eventos afortunados hicieron posible repetir la experiencia. Recibí en mi casa —donde vivía solo desde hacía muchos años, abandonado por mi familia, una de las numerosas manifestaciones de violencia en mi contra perpetrada principalmente por mis padres— la “sección amarilla”. Yo contaba con un poco de dinero porque había trabajado durante un breve periodo de unos cuantos días en una actividad de bajísimo nivel (para mí denigrante). Tomé el tomo correspondiente a la letra f y busqué negocios de fotografía. Tomé un dato para mí útil (servicio prestado por una fotógrafa, sexo femenino) y salí de casa para llamar a la dama desde un teléfono público.
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Me contestó la fotógrafa, mostrándose amable y correcta y yo pregunté sin más preámbulos si estaría dispuesta a hacer una sesión de fotografía de desnudo. Para mi sorpresa, ella respondió afirmativamente, su voz sonó muy agradable cuando exclamó “sí, claro”. Me citó para esa misma tarde y me recibió en su estudio a la hora acordada. Le mostré las imágenes tomadas por Peggie (a quien ella identificó, se trataba de alguien importante en este rubro) ocho años y medio antes y a Marcela le gustaron mis desnudos. Me preguntó cuándo me gustaría hacer la sesión, después de acordar el precio (muy accesible) y quedamos en hacerla al día siguiente.
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Llegué al estudio a la hora acordada, vistiendo pantalón de mezclilla en buen estado, una playera, no llevaba ropa interior (para evitar las marcas en la piel) y me despojé de mis prendas. Marcela preparaba su cámara (digital), me miraba y comentábamos mis características anatómicas. Yo me hallaba de pie ante ella, cruzaba los brazos sin cubrir mis partes nobles y ella me dijo “estás adoptando poses muy naturales”.
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Marcela procedió a inmortalizar mi anatomía, tomó 42 fotos en blanco y negro. Siendo una mujer joven y contando con una buena aptitud física, se tendió pecho tierra para captar imágenes en las que yo hacía ejercicios de fuerza, planchas (conocidas en mi cultura como “lagartijas”) y la sesión (que duró unos sesenta minutos) se convirtió en un recuerdo muy afortunado para mí en un momento difícil en mi historia de vida porque había fallecido alguien cercano a mí, pero ese es otro asunto.
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Pasaron muchos años, la adversidad que enfrenté (muy severa) dificultó (imposibilitó) que continuara la práctica de mi deporte, pero jamás llevé una vida sedentaria, pues teniendo mascotas (canes, casi siempre hembras, perritas) caminaba con ellas cotidianamente y por la precariedad económica que me aquejaba y daba lugar a tanto sufrimiento, caminaba largas distancias para ahorrar dinero al trasladarme de un lugar a otro. Usaba el transporte público solamente cuando me dirigía a lugares muy lejanos, que habrían requerido caminatas muy prolongadas.
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Mi vida cambió y fui capaz de llevar una vida productiva, pero mi juventud había quedado atrás. No obstante, retomar la actividad física (frecuentemente realizada en intensidades media a alta) una vez más como un estilo de vida, me devolvió una apariencia agradable y decidí volver a buscar una fotógrafa, para una tercera y última sesión en que inmortalizaría mi anatomía al desnudo.
Esta vez, el resultado no fue tan satisfactorio, en parte por el deterioro que sería de esperar en un hombre de mi edad, y en parte porque la fotógrafa (muy joven, tenía menos de la mitad de mi edad) no resultó lo suficientemente hábil, aunque sí muy amable y la experiencia fue muy agradable.
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vivenciasdeunleopardo · 6 months
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Filia exhibicionista, posar desnudo para una dama. Primera parte
Coloqué esas imágenes, mis desnudos tomados por una dama, en redes sociales durante los últimos años del siglo pasado y al inicio del presente. En aquella época, el uso de un buen número de redes sociales era gratuito, se trataba a los usuarios como adultos (no se censuraba lo que incluían sobre sí mismos u otros temas, por ejemplo, sexualmente explícitos) aunque pocos usuarios (de ambos sexos) se permitían colocar imágenes de desnudo y quienes lo hacían eran casi siempre del sexo femenino.
Me relacioné así (de manera virtual) con damas de otros países, en su mayoría de Latinoamérica y en ocasiones de países europeos, principalmente España (por el idioma).
Muchas mujeres miraron mis desnudos, pero a pocas les interesó. A la mayoría les resultó indiferente, a unas pocas les escandalizó. Imagino que esto se debe a las diferencias entre la sexualidad femenina y la masculina, de lo cual no creo que sea necesario decir mucho.
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El tiempo pasó, mi vida se complicó de una manera terrible (omitiré las causas, pues no son relevantes para el tema al que me estoy refiriendo, mi filia exhibicionista) y por mi interés en la sexualidad conocí a una médico con especialidad en sexología que había estudiado su posgrado en el extranjero, en la parte de Bélgica donde se habla francés.
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Esa mujer se apegó mucho a la teoría y sin saber casi nada sobre mí dictaminó que yo pretendía ser objeto de deseo en el sexo opuesto porque mi carencia de logros me hacía sentir insignificante (no había destacado profesionalmente, como tampoco había sobresalido como estudiante, de hecho, mi desempeño académico fue siempre muy deficiente) y por añadidura, pretendía sobresalir, destacar en alguna actividad al más alto nivel sin esforzarme para lograr eso.
La experiencia con esta sexóloga fue mala, seguí con mi vida, mi relación de pareja no era plena para ninguno de los dos (ambos proveníamos de familias muy disfuncionales, gravemente dañadas por padres muy destructivos) y Rocío sabía de mi filia, pero no mostraba ningún interés en el tema y esa falta de compatibilidad se extendía a casi todo en nuestra relación.
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vivenciasdeunleopardo · 6 months
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Mi sexualidad, aportación del psicoanálisis para comprenderla
Haberme topado con Lieba al inicio del año 2019 fue un suceso afortunado. Creí percibir que la fascinación que yo sentía por ella era recíproca, mutua. Esta joven psicóloga me ponía mucha atención cuando yo expresaba mis ideas, mis reflexiones, mis vivencias y lo que había aprendido mediante la lectura, desde el inicio de mi educación básica. La búsqueda de información pareció algo natural en mí desde mi infancia. Con el paso de los años me convertí en un autodidacta para aprender muchas cosas y me sentí muy atraído por la literatura, la historia y otros temas y disciplinas.
Hablaba por teléfono con Lieba, y durante nuestra primera comunicación me llamó la atención el tipo de preguntas que ella me hacía. Pregunté entonces, ¿tienes una formación en psicoanálisis? Su respuesta fue afirmativa y su sorpresa se hizo evidente ante el hecho de que yo fuera capaz de identificar ese campo del conocimiento, el psicoanálisis, su especialidad.
Mencioné que había leído buena parte de la obra de uno de los mayores representantes del psicoanálisis, un alemán judío que nació en Hamburgo en 1900 y se fue de Alemania cuando llegó el Führer al poder, por razones obvias.
A finales del año anterior, 2018 (tal vez en diciembre), había concebido la idea de buscar una terapia psicoanalítica. Al comenzar 2019, empecé a hablar con esta joven, Lieba, —20 años menor que yo— dos veces por semana, jueves y domingo, vía telefónica. La llamada comenzaba a las 22:00 horas y duraba unos sesenta minutos.
A mediados de febrero o principios de marzo, hice una confesión a esta joven. Le había informado que en mi adolescencia, a los 16 años de edad, había comenzado a convertirme en un deportista. La actividad física no era algo nuevo, desacostumbrado, pero no me había entregado a una disciplina. La inquietud había aflorado en mí, y mirar por televisión unos Juegos Olímpicos (en combinación con haberme sentido cautivado, desde tiempo atrás, por la belleza de la anatomía de deportistas de alto rendimiento, que recordaban estatuas de grandes artistas del Renacimiento y de la antigua Grecia) me inspiró a entregarme en cuerpo y alma a la práctica de un deporte.
Comencé con la carrera pedestre, que practiqué durante los siguientes 10 años. Mi objetivo inicial fue convertirme en un deportista de alto rendimiento, escribir mi nombre en los anales del deporte al más alto nivel, campeón en Juegos Olímpicos en un futuro a mediano plazo. Al cabo de unos años, descubrí que eso era una imposibilidad, pues quienes compiten en ese nivel (alto rendimiento) son superdotados, así nacen (no se hacen); sus capacidades son muy superiores a las de la inmensa mayoría de los seres humanos. No obstante, decidí continuar con ese estilo de vida, que involucraba un régimen alimentario muy sano y los buenos hábitos de higiene.
Una motivación secundaria era mi aspecto, mi anatomía atlética, razonablemente fuerte, pese a mi delgadez, que se combinaba con una fisonomía me hacía parecer un hombre de origen racial caucásico, algo muy favorecido en la cultura en la que me tocó nacer.
Fui el único varón de cuatro hijos y desde niño mostré un gusto por quitarme la ropa y exhibir mi desnudez ante personas del sexo opuesto. Mis hermanas se escandalizaban cuando vislumbraban mi anatomía al natural (así fuera por unos cuantos segundos) y una vez, con seis o siete años de edad, salí envuelto en una toalla al patio trasero de la vivienda que habitaba, me tendí boca abajo sobre el piso de cemento y me despojé de la tela que me cubría.
Una trabajadora doméstica se encontraba en la cocina y cuando me vio puso el grito en el cielo, y amenazó con acusarme con mis verdugos, mis padres. No recuerdo que pasó después.
Pasaron los años de infancia y adolescencia. A los 13 o 14 años de edad, tomé una cámara que funcionaba de un modo diferente a lo acostumbrado, no llevaba en su interior un rollo que habría que llevar a un negocio a revelar e imprimir, sino que contenía en su interior un cartucho, que después de accionar la cámara expulsaba un rectángulo de papel en el que al cabo de unos minutos aparecía la imagen que se acababa de capturar. Me paré ante un espejo pegado a una puerta de madera en una pequeña habitación mal iluminada y disparé. La imagen resultante mostraba una silueta oscura que ni siquiera sugería claramente que el sujeto se encontraba desprovisto de ropa.
Realicé otro intento en mi dormitorio, coloqué la cámara sobre unos libros encima de mi cama y desprovisto de ropa accioné el botón de disparo del dispositivo. La imagen mostró la sección de mi anatomía por debajo de mi cintura y por arriba de mis rodillas, lo cual incluía mis partes nobles.
Una tarde regresé de la escuela secundaria y mi padre (un individuo terrible, un psicópata) se encerró conmigo en mi dormitorio, me interrogó como un inquisidor, me avergonzó, me denigró y me vejó por mi acto de depravación extrema.
Lo que pretendo expresar es que desde una edad muy temprana llevé conmigo una filia exhibicionista (evito usar la palabra “parafilia” porque no me parece que sea algo insano, sino natural) y ya en la edad adulta (aunque joven) pagué una vez a una fotógrafa profesional —sexo femenino— para que inmortalizara mi anatomía al desnudo. Ella aceptó (por una cuota casi simbólica, yo no habría podido pagar sus precios) y ese evento —yo contaba con 33 años y medio de edad— quedó en mi psiquis como una de mis vivencias afortunadas, en una existencia difícil plagada de injusticia y de violencia.
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vivenciasdeunleopardo · 6 months
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"recuerda siempre que el primer beso no se da con la boca, sino con la mirada"
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vivenciasdeunleopardo · 7 months
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Rostros y peinados muy similares a los de la psicoanalista que cautivó mi corazón.
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vivenciasdeunleopardo · 7 months
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Pagar a una trabajadora sexual por amor, más que por sexo; segunda parte
Yo necesitaba expresar cariño, amor a una mujer; eso mitigaría el sufrimiento a que dio lugar aceptar que Lieba jamás será parte de mi vida, no volveré a interactuar con ella y por supuesto, eso representa un duelo. Con esa hermosa psicoanalista había tocado temas de sexualidad, le había informado sobre mi filia exhibicionista, que me agrada ser observado por mujeres estando desnudo, en una situación en que ellas no solamente no sienten malestar o incomodidad, sino al contrario, la experiencia les resulta agradable.
Cuando le informé de ello a Lieba, esa psicoanalista que me atendió al comenzar el año 2019 (es decir hace cinco años), 20 años menor que yo —la mujer más hermosa del mundo— ella respondió que era algo natural, que era una manera de manifestar una parte importante de mí que tiene que ver con el modo como decidí vivir, la actividad física cotidiana amalgamada con hábitos de higiene muy adecuados que me proporcionaban una buena apariencia y expresar eso como una filia resultaba algo sano y correcto. Su respuesta me sorprendió y el amor y la admiración que sentía por Lieba se incrementó sin medida.
Años más tarde, me reencontré con este bellísimo ser humano y al hablar por teléfono, tocamos temas que tenían que ver con abuso sexual perpetrado por personal médico de ambos sexos contra pacientes también de ambos sexos (lo cual me sorprendió en gran medida) y unos meses más tarde, Lieba me comentó que durante el ejercicio de su profesión, al brindar terapia psicoanalítica, encontró que muchos de sus pacientes (de ambos sexos) enfrentaban dificultades muy severas porque sus padres (de ambos sexos) habían abusado sexualmente de ellos durante su infancia y adolescencia. Resulta que son más los padres y madres que hacen eso, abusar de sus hijos sexualmente, que quienes no lo hacen.
El rostro de Lieba es bellísimo, su anatomía también parece serlo. Expreso así esta idea porque tengo varias imágenes de su rostro, y una de ellas muestra sus hombros y sus brazos, que son los de una mujer delgada y femenina, fina, para mí muy hermosa. Surge la interrogante en mi mente, ¿cómo vive ella su sexualidad? Si piensa que exhibir la desnudez es algo natural y por lo tanto correcto, sano y benéfico, bajo ciertas circunstancias, ¿hace ella eso? ¿Posa desnuda y comparte sus imágenes con alguien, tal vez en una red social, o las guarda y evita compartirlas? ¿Cómo saberlo?
Necesito amar a una mujer, aunque sea esporádicamente, pero por supuesto, hacerlo cotidianamente sería lo ideal. Pero no quisiera tener que pagar a una trabajadora sexual para expresar mis sentimientos, obsequiar cariño, afecto y amor con caricias, besos y palabras, y no porque sienta ningún desprecio por ellas, las trabajadoras sexuales (a quienes de hecho, considero mujeres lindas, respetables), sino porque resultaría más satisfactorio vivir ese tipo de experiencias con una mujer a la que conozco, con quien interactúo con cierta frecuencia, y con quien puedo entablar comunicación verbal y escrita.
Durante las últimas semanas, ciertos eventos inesperados me han hecho sentir que el fin de la pesadilla que he vivido durante décadas ha llegado a su fin, la vida va a devolverme lo que antagonistas infames me quitaron, intentando destruirme, lo cual no lograron y en cambio acabaron hechos pedazos.
Intentaré satisfacer esta necesidad mía, tan importante, tener intimidad con una dama en una situación en la que el afecto, el amor en forma de caricias, besos y palabras bonitas resultan más importantes que lo sexual, pero se combinan con la búsqueda del placer intenso y conducen a instantes de felicidad.
Las perspectivas son muy favorables
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vivenciasdeunleopardo · 7 months
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Pagar a una trabajadora sexual por amor, más que por sexo; primera parte
Una vez que decidí no volver a buscar a Lieba, mi amada psicoanalista, cobré conciencia de que esa decisión traería consigo un duelo, profunda tristeza que da lugar a un dolor psíquico intenso, pero no había manera de evitarlo. Le había expresado a esa bella joven (20 años menor que yo) que no tenía intenciones de hacerle la corte, principalmente por la diferencia de edad entre ella y yo, y lo que pretendía era iniciar una relación de amistad, fructífera que beneficiaría a ambos en gran medida.
El primer sábado de este mes que termina, febrero, pagué a una trabajadora sexual por sus servicios, pese a que mi situación económica es difícil, pues no estoy trabajando; era una necesidad real, no tanto el sexo, sino abrazar a una mujer, besar su piel, acariciarla, decirle palabras bonitas, amarla. El sexo era lo menos importante, si bien, la desnudez resultaría un elemento esencial.
La joven que me atendió dijo llamarse Angélica. Se despojó de su ropa y negó mi petición, permitirme besar sus labios, sus mejillas, su cuello. Dibujó una línea con una de sus manos, señalando que por debajo de sus hombros, su anatomía estaría a mi disposición para acariciarla y besarla, no así su cuello y su rostro. Jugamos durante algunos minutos, después ella se dio la vuelta, se tendió boca abajo y me ordenó que acariciara y besara sus glúteos, diciendo las nalgas. Eso me agradó y procedí a acariciar, besar y propinar mordiditas leves a esa parte de su anatomía. Después ella se tendió boca arriba, me pidió que besara sus pezones, yo procedí a cubrir de besos su abdomen dirigiéndome hacia su monte de Venus, que ella cubrió con una mano, negándome así el privilegio de unir los labios de mi boca con los labios mayores de la parte más bella de su anatomía, pero yo besé los dedos que cubrían esa delicia, y separándolos con delicadeza, logré mi cometido.
Pasé el resto de esa hora con esta bella trabajadora sexual en la actividad esperada. Ella me hizo sexo oral (con preservativo), me pidió que la penetrara y yo insistí en acariciar y besar el resto de su anatomía. También le pedí que con mi celular (Smartphone) me tomara un par de fotos desnudo, de frente y de espaldas, y un par de videos haciendo ejercicios de musculación, planchas, lo cual hicimos.
Angélica decidió tomar un baño, me permitió observarla y una vez salió de la regadera, me puse de rodillas, tomé una de sus manos y la llevé a mis labios, propinándole un beso. Eso pareció conmover a esta bella trabajadora sexual, que entonces aceptó mi cariño, percibiéndolo correctamente como genuino, no algo fingido.
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vivenciasdeunleopardo · 7 months
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Pedalear desnudo, mostrar mi anatomía a una dama a la que le agrada verme así es algo agradable. Si eres mujer, eres muy bienvenida.
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vivenciasdeunleopardo · 7 months
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Pedalear sobre rodillos. Técnica, esfuerzo muscular, esfuerzo cardiovascular, intensidad variable, entrenamiento por intervalos, salud mental y física; potente energía vital, libido...
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vivenciasdeunleopardo · 7 months
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Casi nunca me ejercito desnudo, pues casi siempre estoy solo y yo quisiera estar acompañado por una dama que disfrutara mirar mi anatomía. Si eres mujer, eres bienvenida; mírame. Gracias
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vivenciasdeunleopardo · 7 months
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No hago mucho entrenamiento de fuerza, si bien, sé que es necesario. Una de mis motivaciones (si bien, secundaria) para llevar una vida sana es proyectar una imagen agradable, verme delgado y atlético, masculino, viril.
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vivenciasdeunleopardo · 7 months
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Última epístola para mi amada psicoanalista, segunda parte
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El viernes 12 de enero pasado, hablé con Lieba. Tocamos temas que tenían que ver con violencia perpetrada por padres (de ambos sexos) contra hijos (también de ambos sexos), de tipo sexual. Me sorprendió lo que me dijo esta brillante psicoanalista; que la mayoría de las personas que tienen hijos cometen abuso sexual contra ellos, pero me di cuenta de que eso es congruente con lo que yo había internalizado poco tiempo antes, al releer libros de Erich Fromm; que la mayoría de las personas que tienen hijos, no los aman; los padres que aman son una (muy honrosa) minoría.
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Al tocar temas como desnudez, exhibicionismo —algo no necesariamente malo, lesivo, sino (en otros casos) manifestación de una faceta natural y sana en un ser humano—, mencioné a Lieba algo que le había informado cinco años antes, cuando hablaba con ella en Línea Dímelo. Que habiendo llevado una vida muy sana en lo referente a que durante mi adolescencia comencé a convertirme en un deportista —practiqué la carrera a pie durante unos 10 años y más tarde el ciclismo de ruta— cuidando mucho mi alimentación (consumiendo alimentos nutritivos y sanos) y todo lo referente a prácticas de higiene, me agradaba mi físico —mi anatomía— y gustaba de ser visto desnudo por personas del género femenino, mayores de edad, de forma consensuada (de común acuerdo) y había pagado a fotógrafas para que me tomaran fotografías así, de desnudo artístico.
Cuando mencioné esto, Lieba respondió está bien.
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Después de esa llamada con Lieba aquel viernes, en fecha reciente, se dieron incidentes con compañeras de ella (que he mencionado en otros espacios, por escrito), agresiones graves y por ello decidí abandonar la atención en esa asociación civil de filantropía.
Había mencionado a esta psicoanalista brillante —por la que siento admiración, gratitud y afecto— en un blog que escribía en aquella época, a principios de 2019, mencionando solamente su nombre, Lieba, omitiendo su apellido paterno o cualquier detalle que pudiera identificarla. La razón de esto es que quería evitar hacer cualquier cosa que pudiera causar a Lieba algún inconveniente, de cualquier índole.
En una entrada en la que mencioné su nombre y apellido (sin darme cuenta, de manera involuntaria), mencioné también ese asunto de mi filia exhibicionista, mi gusto por ser observado sin ropa por personas del género femenino. La razón de eso es que había informado a Lieba que buscaba terapia presencial, de tipo psicoanalítica y no sabía si debía mencionar eso a mi terapeuta. Como decía antes, esto fue un acto de torpeza. Parece razonable suponer que quienes monitoreaban mis escritos en la red (gente de esa institución pública de salud mental en la entidad donde vivo, burócratas indecentes, incluso delincuentes) hayan buscado a Lieba y al encontrarla, le hayan hecho creer que se hallaba en peligro, pues un enfermo mental peligroso se disponía a acosarla, como había hecho con aquella otra psicóloga de la que él se enamoró y a la que orilló a atentar contra su vida.
Si tuviera razón a este respecto (y tiene mucho sentido suponerlo), el asunto conduciría a otra hipótesis: que Lieba (siguiendo instrucciones en esa asociación civil donde trabaja, donde comenzó a atenderme en algún momento en 2022), me haya lanzado un anzuelo, proporcionándome una dirección de correo electrónico que usaba para comunicarme con ella.
Esa llamada de fecha reciente, hace un mes y medio (que fue la última, y como decía antes, duró más de 90 minutos, más del doble del tiempo asignado a una llamada de consejería emocional, 40 minutos) pudo conllevar la intención de tenderme una trampa: que enviara material gráfico explícito (desnudos), algo que sería legal si así se hubiera acordado; de otra manera, se estaría violando la ley y podrían usar ese material para proceder legalmente contra quien lo envió.
Sé que esta hipótesis parecería paranoia, pero parece posible que no sea tal cosa. Por el concepto en que he tenido a Lieba, espero estar equivocado, pues si tuviera razón, ella estaría incurriendo en una verdadera vileza. En realidad, no sé mucho sobre ella, pero en el pasado, observé que ella creía las mentiras que Israel y el Imperio Yankee difunden respecto a ese estado genocida, describiéndolo como víctima, cuando en realidad es una base militar estadounidense que durante décadas ha cometido crímenes de lesa humanidad, limpieza étnica y en el presente está elevando su destructividad al máximo.
También me di cuenta de que Lieba se había vinculado fuertemente con la Comunidad Judía en México, lo cual no tendría nada de malo si se tratara de judaísmo (como sugiere el nombre, de la manera más deshonesta), pero no es tal cosa, sino sionismo.
Sé que no tiene sentido preguntar nada a Lieba, pero parece inevitable plantear las interrogantes:
¿Qué clase de persona eres, brillante psicoanalista? ¿Serías capaz de hacer daño a un hombre que confió en ti, que te identificó como una persona excepcional y llegó a amarte especificando claramente que no pretendía entablar una relación amorosa contigo, sino de amistad?
Sé bien que no voy a recibir ninguna respuesta, ni volveré a entablar ningún tipo de comunicación con Lieba, mi amada psicoanalista. Eso despierta en mí una profunda tristeza, pero he aprendido a aceptar realidades difíciles y sé que este sentimiento doloroso pasará y se convertirá en experiencia que al combinarse con conocimiento dará sabiduría como resultado.
Gracias por todo, Lieba. Confío en que una persona decente (citando a Viktor Frankl) abandonará aquello que no es congruente con su orientación en la vida, que en tu caso (lo no congruente) serían esas asociaciones de falsa filantropía, esa comunidad sionista y una postura en la vida en que se persigue el consumo, se confunde el tener con el ser, rememorando a Erich Fromm, uno de muchos buenos judíos, al que tengo en un pedestal, he aprendido mucho de él.
Te llevaré en mi corazón mientras viva
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vivenciasdeunleopardo · 7 months
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Última epístola para mi amada psicoanalista, primera parte
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Lieba, mi brillante y muy querida psicoanalista:
La intención de esta última misiva es plantear algo que me ha inquietado. Es una hipótesis, lo que significa que no tengo la seguridad de que sea real, pero parece tener mucho sentido.
Desde finales del año 2007, cuando murió mi padre (14 de diciembre de ese año, viernes) aumentó la frecuencia de mi comunicación (vía telefónica) con psicólogas que atendían el centro de intervención en crisis en una institución de salud mental en el estado donde vivo.
Una de ellas, comenzó a interesarse en mí, no tanto como usuario, sino como hombre; entiéndase, se sintió atraída por mí y así lo manifestó. Nuestra comunicación se hizo cotidiana en ese horario en que ella trabajaba, en un momento dado en que yo me expresaba bien de una de sus compañeros, ella exclamó me voy a poner celosa. Comenzó entonces una interacción incorrecta, que llevó a un romance telefónico; ella contempló la posibilidad de iniciar una relación de pareja conmigo, e incluso me preguntó si estaría dispuesto a tener un hijo con ella. Eso sucedió durante los primeros meses de una época ya un tanto lejana, hace 16 años. Un poco más adelante, en los últimos días del sexto mes de ese año, esa mujer dio a su esposo (un individuo violento) mi número de teléfono para que me hablara para amenazarme. Eso es un delito; yo respondí a esa agresión y eso es todo lo que voy a mencionar a ese respecto.
Yo había decidido poner fin a mi vida, lo había comunicado esa mañana de sábado a una compañera de la psicóloga indecente, diciéndole que eso iba a suceder dos o tres días más tarde, pues antes debía atender ciertos asuntos. El detonante habría sido el sufrimiento que me causaba el rechazo de la psicóloga indecente, y el modo como lo manifestaba, con furia intensa, como si nunca se hubiera involucrado conmigo de manera incorrecta, manejándolo incluso como si ella fuera una víctima de acoso y yo el acosador, el victimario.
Dos años antes había muerto mi hermana menor. Ocho años antes mis padres habían consumado su labor destructiva, habían hecho algo que casi me aniquiló, completando un ataque violentísimo con intenciones homicidas de un amigo de la universidad que me había contratado para el primer empleo de toda mi vida (un megalómano), del que me despojó porque no satisfice su expectativa, ser (en lo intelectual) infinitamente inferior a él.
Los actos indebidos de esa psicóloga (por los que pudo haber perdido la cédula profesional, o como mínimo debió haber sido despedida de esa institución pública de salud mental) pusieron en serio peligro mi integridad y mi vida. Además, había engañado a su esposo, incitándolo a cometer un delito al amenazarme. En esa institución pública de salud mental obsequiaron a esa mujer indecente toda la impunidad, y sus actos no tuvieron ninguna consecuencia para ella, pese a que contaban con abundante evidencia de lo que ella había hecho, e incluso personal que había presenciado lo que ella hacía.
El sufrimiento tan tremendo al que dio lugar lo que hizo esa psicóloga despertó en mí la firme determinación de hacer que sus actos no quedaran impunes, lo cual fui capaz de lograr. Debo aclarar aquí que en ningún momento violé la ley, no soy un delincuente; esa psicóloga enfrentó consecuencias muy graves e incluso atentó contra su vida en los primeros días del año 2009.
A raíz de eso, personal (muy probablemente directivos) de esa institución pública de salud mental, ha violado la ley de protección de datos personales. En enero de 2019, un poco después de que el acoso laboral de que fui objeto alcanzara su punto más álgido (algo verdaderamente muy grave) en la empresa donde trabajaba, se recibió información sobre mí que me describía como un hombre peligroso, algo de lo que no fui informado; a ese respecto no voy a agregar nada.
Con el paso del tiempo, ha sucedido lo mismo en otros lugares donde se brinda atención en salud mental, como una unidad de Cruz Verde, uno de los hospitales donde recibí atención psiquiátrica, la secretaría de salud de otra entidad del país, y muy probablemente, en una asociación civil que hace labor de ayuda de filantropía donde trabaja la bella Lieba, mi muy querida psicoanalista.
Yo recibí atención de esa dama, comenzando a finales de 2018 o principios de 2019 (no tengo manera de corroborar el dato) y encontré en ella a una persona excepcional. Hablé con Lieba durante unos tres meses, dos noches por semana. El número de llamadas no debió ser menor a 20, y por ello, tengo la seguridad de que no me equivoqué al considerarla una fuera de serie en lo que se refiere a su nivel (cociente) intelectual, su formación académica, su competencia y su calidad humana; se mostró empática, con una gran capacidad para percibir mi sufrimiento y su origen (una vida plagada de violencia) y muy solidaria.
Ese recurso, Línea Dímelo, desapareció y no supe de esa terapeuta, Lieba, la bella psicoanalista, durante los siguientes tres años. En enero de 2022, me enteré de que Lieba se encontraba en una asociación civil donde una colega de ella me proporcionó una atención (seguimiento) de ocho llamadas; una por semana. Cuando mencioné mi experiencia con Lieba (años antes), la psicóloga que me atendía me informó que mi amada psicoanalista trabajaba ahí. Meses más tarde, se me brindó la oportunidad de volver a interactuar con Lieba, algo para mí muy afortunado.
En algún momento, durante los últimos meses de ese año 2022, Lieba me proporcionó una dirección de correo electrónico para que yo pudiera comunicarme con ella, lo cual que hice en un par de ocasiones durante el mes de enero de 2023. El último domingo de febrero siguiente, hablé con Lieba (que hacía labor de supervisión) por un asunto de índole negativa (mal proceder de empleados de esa asociación civil), y el domingo siguiente (5 de marzo), se dio otro acto indebido de uno de esos empleados maricas (género “masculino” que agreden al usuario sin motivo) de esa asociación civil y cuando pedí que se me comunicara con alguien de supervisión, me atendió una mujer indecente en extremo y decidí no aceptar un trato incorrecto, abandonar ese recurso definitivamente.
Mucho tiempo más tarde, en un momento difícil, intenté hacer uso del servicio y para mi sorpresa se me brindó la atención. Poco más adelante tuve la oportunidad de volver a ser atendido por Lieba. Mi querida terapeuta se fue de vacaciones durante la última semana del año y volví a comunicarme con ella a principios de 2024.
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