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vuelo-ciego · 23 days
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vuelo-ciego · 23 days
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A la mala aprendí que a veces ser bueno no hace que te amen, hace que te usen.
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vuelo-ciego · 23 days
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En casa, de un cuarto a otro, nadie hablaba. Con la última mudanza, todos consiguieron la oportunidad de aislarse en una habitación personal.
Algunas puertas permanecían siempre entreabiertas, para sugerir la luz y el movimiento; otras, abiertas de par en par y con un tope en la orilla para evitar que se cerraran. Y dos de ellas, con llave, con seguro, impedían adivinar lo que adentro de ellas pasaba.
Lo único que era constante era el ruido de la estática del televisor. Por dentro, los habitantes podían estarse deshaciendo en llanto, retorciendo de dolor, durmiendo hasta la próxima vida, sin que los demás supieran. Lo único que permitía adivinar que había vida en cada espacio era la estática, las voces apagadas de un montón de desconocidos, la música de los comerciales.
No podía, entonces, decir que su casa fuera un lugar silencioso. Tal vez sólo si de las voces de su familia se tratase.
Entendía así por qué siempre que estaba sola, ahora que vivía lejos de esa casa, encendía la televisión, la estática. Lo único que no le quedaba claro era si lo hacía para sentirse acompañada o para dar la señal, como aprendió de niña, de que seguía viva.
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vuelo-ciego · 5 months
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Crónica de una enfermedad anunciada
Trabajé en la redacción de soportes de facturación fiscal; mantenía siempre cerca de mi mano una pluma y un pedazo de papel para trazar una línea cada vez que pasara una hora dentro de la oficina. Como una especie de diario, pero con trazos quizás más rudimentarios y más afines a mi frustración.
Las sillas eran infinitamente incómodas, pero incluso así nos peleábamos si alguien más tomaba “nuestra silla” en el afán de encontrar la “menos mala”. En algún momento, incluso marqué secretamente el respaldo de mi silla para que no pudieran quitármela.
Su mayor encanto era que no chirreaba cuando la utilizaba cual mecedora; estrategia infalible para la corrección de los documentos que repetían, hasta el absurdo, el servicio ofrecido por _____para_____con el concepto____por la cantidad de______.
En aquella época fue, entonces, que sentí el primer tirón de dolor, el adormecimiento incesante de las piernas. La chica programadora, que además jugaba fútbol americano, me decía “debe ser muscular, así pasa. Tómate un relajante”.
Nunca me ha costado hacerme adepta de algún fármaco, pero cuando ningún medicamento funcionó y cuando dejé de dormir porque mis noches eran retorcerme por el dolor de mis piernas, lo único que quería era patalear en berrinche hasta volver a sentirlas mías, hasta dejar de sentir que estaban dormidas -no sólo doloridas- como si pertenecieran a otro cuerpo y sólo habitaran el mío por una casualidad desafortunada.
Maldije a la silla. Después maldije también a mis zapatos. Nada tenía que ver con nada, pero se sentía bien tener a qué echarle la culpa.
Mi cuerpo no ha dejado de doler desde entonces. A veces, creo, eso me mantiene adormecida. No por los medicamentos -esos sólo disminuyen la ansiedad y apagan mi cerebro para poder dormir- sino como resultado de esa afrenta que diario reinicio contra mis nervios.
Ya no recuerdo qué sueño.
Nunca se es demasiado joven para tener todas esas reumas de las que hablan las abuelas. Tampoco para tomar los mismos medicamentos que ellas toman.
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vuelo-ciego · 11 months
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Los gestos.
Reducir los gestos.
El de los ojos,
entreabiertos para
la claridad, y a veces
cerrados. Prolongar
el tiempo entre el abrir
y el cerrar.
Reducir los ciclos
del párpado.
Aquietar el aliento.
Querer menos.
- Chantal Maillard, de Lo que el pájaro bebe en la fuente y no es el agua. Galaxia Gutenberg.
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vuelo-ciego · 11 months
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”Escribo para que el agua envenenada pueda beberse.”
- Chantal Maillard
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vuelo-ciego · 11 months
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“I feel unspeakably lonely. And I feel - drained. It is a blank state of mind and soul I cannot describe to you as I think it would not make any difference. Also it is a very private feeling I have - that of melting into a perpetual nervous breakdown. I am often questioning myself what I further want to do, who I further wish to be; which parts of me, exactly, are still functioning properly. No answers, darling. At all.”
— Anne Sexton
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vuelo-ciego · 1 year
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Descripción de un naufragio, Cristina Peri Rossi.
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vuelo-ciego · 1 year
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“Amo la noche porque todo es posible especialmente el absoluto especialmente lo que no se tiene especialmente lo que nos falta especialmente su fugacidad. Siempre hay tiempo para que amanezca mañana.”
— “Nocturno urbano” Cristina Peri Rossi, 2022.
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vuelo-ciego · 2 years
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Lo otro eran simulacros.
Tú eres el incendio.
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vuelo-ciego · 2 years
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vuelo-ciego · 2 years
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Mientras leía ese mensaje, al final de la víspera navideña, el antebrazo, mi brazo izquierdo, comenzó a dolerme como si en cualquier momento fuera a desprenderse de mi cuerpo. Y en ese momento, junto con mi piel, todo mi ser desintegrado a pedazos, a la nada de la que en ese momento se reafirmo cual espacio que habito. 
Una risa se escapó de entre mis labios “ya lo sabía, ya lo sabía”, pero ¿por qué me duele de esta manera? Todo tipo de preguntas asestaron mi mente e inevitablemente un recuerdo volvió a mí:
En la primera fotografía que me sacaste yo estaba llorando. 
Esa fue la primera vez que supe quién eras realmente. 
Y sin embargo, con la medalla del estoicismo, resilencia, masoquismo, sigo aquí, esperando que seas tú quien levante los brazos en rendición y decidas cortar el hilo -que casi hecho una hilacha- aún nos sostiene. 
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vuelo-ciego · 3 years
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Espejo
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vuelo-ciego · 3 years
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Vegetal
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vuelo-ciego · 3 years
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12/11/12
(9 años antes)
Desde que estoy contigo, tomo el café con menos azúcar. Aunque una constante sensación amarga me invade desde la lengua hasta la garganta. Lo ignoro. Corto un pedazo de pan, lo sumerjo en el líquido caliente, casi hasta deshacerse, y me lo trago.
Y te veo, una vez más, tan absorto en lo tuyo y tan lejos de lo nuestro; en el idilio del que me volví propietaria y habitante a largo plazo, a veces inconstante. Muchas veces derrotista. La velocidad con la que terminas con todo no me impide hacer analogías sórdidas; el repiqueteo de los cubiertos, del vaso sobre la mesa, el sonido de los dientes desgarrando. De la boca, en todas sus variantes, desbaratando
Aún no has notado mi mirada sobre ti. Uso como pretexto el entorno, la ansiedad que me hace querer deshilar el mantel plástico y frío.
La sensación me aturde, y me vuelve agua. El ejercicio de la memoria: ignorarla, ignórala. No basta con observarte. No haz dejado de hablar y yo quiero saber qué decir en esta improvisación perpetua. ¿Dónde se han quedado todas mis lenguas muertas?
Debo dejar de colgarme de los hilos del retrato que siempre visito. Salirme de la esfera. Ojos cerrados, labios cerrados. Esperanza invertida, la sonrisa de la falsa complacencia. El mismo discurso de conciliación. La excusa mejor contra los reclamos. El nombre olvidado. La pieza sin sitio. Los 80º de inclinación para subir. La rama débil de la que me sujeto. Los panfletos llenos de recomendaciones.
Tu mano al final, no sé si con la resignación, con un "a pesar" silencioso o con un pensamiento, cual plegaria silenciosa.
Sendero.
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vuelo-ciego · 3 years
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La primera vez que sentí que me había cambiado -la vida- tenía poco de haber regresado de un viaje a otro estado. Lo solté todo, todo lo que me ataba a lo que creía conocer en ese entonces, y sin darme cuenta también comencé, instante imperceptible, a cortar los lazos con mi vida pasada.
Te convertiste en mi brújula.
Platiqué con una compañera, en los pasillos de la facultad mientras esperábamos que comenzara la clase de poesía; le conté de todo lo que aprendí contigo, lo que viví en el viaje. Seguro mi cara refulgía como los sentimientos que brotaban en mi pecho. Ella escuchó mi relato y una sonrisa se dibujó lentamente en su boca: “Será muy difícil que lo olvides”. Pensé que hablaba del viaje, de los cambios a raíz de éste. Pero en realidad siempre habló de ti.
La herida entonces me partió entera.
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vuelo-ciego · 3 years
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Hubo un tiempo en el que esperé tanto que me salieron raíces de los dedos de los pies, que seguían en movimiento como pequeños pajaritos atrapados, aunque mis piernas no se movieran. ¿Lo entiendes? Mis pies se encadenaron al suelo como dos esclavos y tuve miedo porque pensé que nunca podría irme de ahí. En ese momento no me importó porque estaba esperando, y uno siempre espera porque quiere y en ningún caso porque no tenga alternativa. Eso pensé: “Estoy aquí porque quiero, estoy aquí quieta, estática, lejos de las ventanas, con hambre y con lluvia a lo lejos, escuchando los sonidos al otro lado; nadie podrá decir que estoy huyendo porque estoy aquí quieta, estática, lejos de las ventanas, al alcance de cualquiera, esperando”. Sin embargo, y eso es inevitable cuando uno espera, sentí miedo por no poder irme de allí cuando quisiera. Sentí las raíces apretando mis tobillos. Uno no deja de esperar porque se canse, uno deja de esperar porque cesa el ruido al otro lado y las raíces se secan.
Fragmento de “Aquella orilla nuestra”, Elvira Sastre
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