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Nueva York, 10 años atrás.
Llevo la mirada a mis zapatos. Un desastre de lodo los baña. Soy distraída cuando quiero, o cuando huyo.
El parque apenas está poblado, es un mundo extraño mires por donde mires desde hace unos pocos años. A mi izquierda una pareja de asignados, como yo le digo, caminan con sus respectivos dueños. Me dan miedo. Tienen ojos, nariz, orejas y boca como nosotros. La cara, el cuello y todo el tronco con sus partes. Los miembros superiores y superiores. Pero realmente no son como nosotros, según mis padres.
Mi asignado, Newt Beck tiene mi edad, siete años. Su cabello es castaño oscuro y tiene ojos claros. Si no fuera un “robot” dirían que es mi hermano de sangre. Lo cual me hace dudar si los robots tienen sangre. ¿La tienen? No se. Me resulta extraño preguntarme estas cosas con solo siete años y peor aún, el hecho de tenerle miedo a Newt, cuando todos los humanos conviven en paz con sus asignados.
No es que Newt sea una bestia. Es un buen “chico” y suele preocuparse de mi cuando lo necesito. Mis padres le dieron confianza y a todos lados a donde yo vaya, él viene conmigo. Seguramente ahora me busque, pero aterricé unos minutos atrás en un charco de lodo. Se que está mal lo que estoy haciendo.
Sin embargo, estos minutos de soledad me hacen bien. Se que otras personas sienten lo mismo que yo, inseguridad, miedo (aunque no todos, o lo disimulan bien) y falta de privacidad. También me hace falta algo de amigos humanos. ¿La verdad? No tengo ninguno. Y no se si es porque Newt sea el problema o sea yo. Soy una niñita de mamá y papá, ¿qué no me dieron para que esté con vida el día de hoy? Mucha gente hoy en día es sencilla y se conforma con cualquier cosa, pero a la vista de mis padres eso es poco. A veces me gustaría tal solo un poco de ese “poco”.
Quiero y necesito amigos. Humanos. ¿Por qué ninguno de ellos es capaz de acercarse a mí cuando estoy sola y aburrida? Incluso acompañados de sus asignados, nadie me presta atención. Eso quiere decir lo mismo de Newt, pero el sí me presta atención.
Mis ojos se llenan de lágrimas, pero antes de que desciendan por mis mejillas coloradas, una mano helada las detiene. Mi cuerpo se sobresalta y es cuando lo veo. Newt.
— ¿Por qué lloras? — pregunta.
—Nada. No es nada, a veces las guardamos para un momento y explotamos para guardar nuevas lágrimas. — respondo apresuradamente y me levanto del suelo. Hecha un desastre.
— ¿Te has caído, Ay? Creo que debemos volver a casa.
Casa. La idea me devuelve los mismos sentimientos de siempre. Acompañada de Newt no he podido ser una niña típica de las que me suelen contar mis abuelos de su época.
— Lo creo correcto.
Nueva York, actualmente.
La clase de Matemáticas termina y soy una de las últimas en retirarme. Mientras acomodo las cosas dentro de mi mochila, una mano fría me toca la espalda. La reconozco. Es de Newt. Cuando me giro para mirarlo, posee la típica sonrisa comercial que tanto me gusta. Él no es bueno para matemáticas pero intenta participar lo suficiente para que el profesor no lo repruebe. La idea de estudiar esta carrera surgió de mis padres, y como es mi asignado, hace todo conmigo. Diría que con el tiempo le perdí el miedo y lo aprendí a querer. Después de todo, es mi único amigo en preparatoria.
— ¿Qué tal ha ido la clase hoy? No entendí como de costumbre.
Le sonrío y cuelgo la mochila a mi hombro. Intento que esta vez no se ofrezca a llevarla.
— Creo que bien. Ya sabes que te puedo soportar unas horas más en casa para explicarte paso a paso lo que yo entendí. Creo que soy mejor profesora.
Asiente.
— No lo dudo. ¿Hoy nos vemos a las ocho para la cena? Dile a mamá y papá que llegaré a esa hora. Tengo que actualizarme un poco con las tareas de literatura, encontré un compañero para terminar.
— Claro, no te preocupes.
La idea de que Newt se vaya seguido me asusta más que su presencia en mi niñez. Está raro y no le encuentro el motivo. Tal vez sea porque está atravesando conmigo la juventud, esa que nos cambia a todos. ¿Pero los robots también sienten ese cambio? Es algo que nunca me explicaron mamá y papá.
No tengo tiempo de despedirme de mi asignado. Lo veo salir por la puerta y soy la única dentro del salón.
Me encamino con la mirada en el suelo a mi próxima clase, sin él.
_____________________________________________
Nació en una familia bien desarrollada, independiente y con una mentalidad optimista un diez de setiembre. Los dos padres se enamoraron de sus ojos azules como el cielo y su cabello liso y castaño.
Sin embargo…
A nadie se le ocurría acercarse a la pequeña Ayshane cuando era pequeña. La chica sin gracia, a la cual le daban todo. Eso le afectó durante sus primeros años de vida y adolescencia, siempre le costó hablar con las demás personas por miedo al rechazo que tuvo de pequeña. Sin embargo, ella guarda dentro todo lo que una buena persona puede tener: Amor, cariño, sinceridad y humildad. Es una chica de gran corazón e inteligente, ama estudiar y lo prefiere, antes de conocer chicos y hacer amigos.
A su lado, Newt es el robot que le asignaron. Podría decirse que está de su lado las veinticuatro horas del día, comparten una habitación y suele meterse en su vida. Con el tiempo aprendió a perderle el miedo que le tenía desde pequeña, ahora lo ve como un hermano que nunca tuvo. ¿Qué haría Ayshane sin Newt? Lo perdería todo, terminaría internada por falta de autoestima.
Con el pasar del tiempo, se dio cuenta de que sentía algo por él. ¿Quién sabe qué? Solo sabe que no quiere perderlo y lo está logrando. Newt se enteró de su temor hacia él y decidió abandonarla pocas horas al día, para no molestarla, cuando en realidad no lo hace.
Extra:
— Ama los libros virtuales.
— Estudia demasiado.
— Cuando se propone las cosas las hace.
— Nunca tuvo novio.
— Le gustaría ser escritora.
— Ama comer.
— Detesta que juzguen a las personas sin conocer.
— Odia la mentira.
— Enemiga de la seguridad en si misma.
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Francisco Lachowski 2012, modelsjam.com
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FAVOURITE FILMS: Let The Right One In (2008)
↳ “Be me, for a little while.”
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Let The Right One In (Sweden, 2008)
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Låt den rätte komma in (2008)
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1
Rojo, azul, verde, violeta, amarillo y negro. Los crayones yacían desparramados en el suelo de aquella antigua casa del árbol-construida por su papá-, en sus tiempos de paciencia eterna hacia sus hijos. Hansel era pequeño, y entendía perfectamente que su hermana estaba en su mundo. No la molestaba. No le hablaba. Solo la miraba desde la entrada a la casa, apoyando su peso pluma sobre las escaleras de madera. Raini era del tipo de chicas que tenían una especialidad para ignorar todo y centrar la vista en una hoja de papel en blanco. Coloreaba y a la vez, un par de sonrisas salían naturalmente. Hansel también sonreía automáticamente.
Raini se dio cuenta de que su hermano la observaba y las mejillas pequeñas y regordetas se le colorearon de rojo. Lo invitó a pasar con un leve movimiento de mano y su hermano pegó un salto mortal aterrizando en frente a su hermana pequeña. —Un pedri-dito — anunció Raini mientras le acercaba la hoja de papel a la vista de Hansel. El mismo había entendido que se trataba de un perro color verde, aunque un poco desparejo su físico, no le criticaba ni un solo arte a su hermana. —Pada ti— insistió.
Tomó Hansel el papel y lo dobló tres veces para meterlo en el bolsillo de su pantalón. Y el motivo no era para arruinar el arte, ni mucho menos porque le avergonzara llevar un regalo de su hermana pequeña. El problema estaba en Emaly, la mayor. Un año de diferencia entre ellos parecía mucho, a pesar de llevar cinco años la mayor, era bastante inteligente, se las arreglaba para arruinarle la vida a Raini o a él. Se burlaba de las obras de arte de Raini y siempre que Hansel ganaba una, la rompía. Romper un regalo para Hansel era demasiado, pero ante los oídos de sus padres, ganaba siempre Emaly. Su papel de hermano siempre fue tomado en serio, Raini siempre borró sus lágrimas tras una sonrisa de alegría. Hansel, era un buen maestro con tan solo cuatro años.
—Gracias, es hermoso Rai— la voz de Hansel estaba en pleno desarrollo, pero las palabras salían como si fuese una persona mayor. Es por eso que Raini nunca tuvo que preguntarle dos veces acerca de algún comentario hecho. Siempre lo entendía. — ¿Maly sabeh que tamos aquí?— la voz de la pequeña sonó preocupada. Hansel pensaba que temía de su hermana mayor como si fuese un monstruo. Él también compartía cierta inquietud en ese aspecto, pero nunca juzgó a la mayor por nada. Solamente se molestaba con ella como cualquier hermano con su hermana. Excepcionando a Raini, con ella era un ángel caído del cielo. —No lo sabe...—dudó. La niña cambió de tema de inmediato. Respuesta si o respuesta no, no le importó. Abrazó a Hansel con cariño y depositó un beso pequeño en la mejilla seca de su hermano. A ambos le pareció un gesto hermoso, y por el momento, no se separaron.
2
—Hansel, ¿puedes salir de ese maldito baño de una vez? — la voz de Raini lo sobresaltó. Hansel observó su reflejo en aquel espejo semi-grande de la habitación. Tenía los ojos hinchados de llorar. Si, Hansel lloraba de vez en cuando mientras nadie lo observaba. Y la razón la tenía muy clara y aunque no lo quisiera admitir, su mente lo amenazaba constantemente con eso. "Tu hermana ha cambiado", decía su mente de vez en cuando. Y no podía decir que no, él observaba grandes cambios en la personalidad de su hermana pequeña. Su Rai. Dejó de usar vaqueros sueltos y camisas para usar extravagantes vestidos y tacones. Su hermana Emaly era experta en el nuevo cambio de Raini y siempre la aconsejaba si algo estaba fuera de lugar. Aunque Hansel siempre viera un pedazo de tela de diferentes colores, mientras que Emaly, en el color negro veía una cosa y en el rosa veía otro. Raini golpeó la puerta unas tres o cuatro veces más y apagó la paciencia de su hermano. Hansel abrió la puerta de un tirón y no dejó ver su rostro. Lo ocultó tanto que sus pasos eran inseguros. — ¿Qué hacías ahí adentro? ¿Te maquillabas hermanito? ¡Ni que fueras gay! ¿O es que ya no quieres a Callie y te interesa alguno de sus amigos? — Hansel se quedó quieto en el lugar. No avanzó. Se quedó boca-abierta con tan solo oír eso de Raini. Su Rai nunca hablaba de esa manera, podría haber sido Emaly-quien tenía la voz parecida a la de Raini-, pero Emaly no estaba ahí.
Dio un giro medio hasta quedar a la vista de su hermana menor. Esta esbozaba una sonrisa falsa y burlona, algo que no le agradó. Para nada. —No metas a Callie en esto. — ¿Por qué no? Seguramente esa sea la razón por la cual... ¿pasas encerrado casi una hora? ¿No ves que se me hace tarde? —Como ver no, nadie ve el tiempo como algo físico. —contestó sarcástico, intentando sonreír. No pudo. —Eres un estúpido ¿lo sabes? siempre te lo quise decir. —Raini amago entre irse y quedarse, pero decidió mirar a su hermano. Hansel le devolvió la mirada con pesadez. No, él conocía a su hermana y sabía que nunca sintió eso. Desde que se juntó con Emaly las cosas habían comenzado a cambiar. Desde ahí. — ¿Por qué nunca me lo dijiste? ¿Esperas que te aplauda, me ría, llore...? La verdad dime. —No quiero que hagas nada, solo escúchame. Cuando quiero entrar al baño para maquillarme y llego tarde, ¡debo hacerlo! no me importa que estés sentado haciendo tus necesidades. ¿Entendido hermanito? Asintió. Hansel comparó mentalmente a su hermana con una máquina robot. Y su explicación la entendía más que nada él, porque nunca se atrevió a decírselo. Emaly la creó, la obsesionó con la moda y las fiestas, le dejó un objetivo fijo en su mente inteligente y la hizo desviar. Desde entonces, la máquina robot de Raini no hace más que preocuparse por la moda. Y los robots, no hacen más que preocuparse por sus habilidades. —Eres un rob... —no concluyó sus palabras. Raini había cerrado la puerta con un golpe brutal y lo único que abrazó a Hansel fue el silencio. Y su ira.
3
— ¡Sonríe hermosa! — ordenó Hansel a Callie. —Hago mi esfuerzo...— la rubia dibujó una débil sonrisa mientras se apoyaba sobre el árbol de cerezas. El día ayudaba al fotógrafo y estaba feliz. No solo por el sol, si no por compartir un mes de noviazgo con su Callie. Se conocieron en Cambridge cuando apenas ella había pisado el lugar como estudiante de teatro y él estudiaba fotografía y pintura. No tenían mucho que ver a pesar de ser artes, ¿pero entre ellos? amor a primera vista. —Cariño, me tienes bajo este árbol hace bastantes minutos ¿Podrías tomar la foto? — Hansel regresó a tierra y se limitó a negar con la cabeza. Algo no le gustaba y aunque fuese su novia su modelo del día, no callaría. — ¿Recuerdas "Romeo y Julieta", primera audición? Recuerdo haber visto una sonrisa al final. Fue cuando te eligieron para representar a la trágica Julieta. Y bueno, ignorando que me puse celoso al oír a Darren gritar de felicidad por ser Romeo, me centré en tu sonrisa. —No entiendo que tiene que ver eso—se rió torpe, Hansel la imitó. —Quiero esa sonrisa, por favor. El día de hoy expresa felicidad y esa sonrisa sería un gran tesoro para una fotografía. Luego me agradecerás. Callie se removió debajo del árbol y cerró los ojos como experta en el cine. Pero no podía ensayar algo como eso, aquella sonrisa había sido sincera y muy de ella, fuera de ser Julieta. Pero tenía que hacerlo por su novio, al cual comenzaba a amar demasiado desde aquella presentación en el teatro. Lo recordó parado en el fondo del salón mientras le sonreía. Torpe, pero le removió sus pensamientos y su seguridad en el escenario. Pero la aceptaron como actriz de la obra y nunca se sintió tan feliz hasta el momento. Y creía enormemente que era gracias a Hansel.
— ¿La sonrisa más torcida... más ala derecha o izquierda?— preguntó Callie con diversión. Aunque sabía perfectamente que su novio se había perfeccionado en fotografía. Sabía relacionar un día soleado con la alegría y un día lluvioso y frío con la tristeza y soledad. Le debía esto a Hansel. —Muy graciosa. Solo sincera y admirante, hacia el día que brinda luz solar.
— ¿Ashhhi?— masculló entre dientes. Asintió. Hansel apretó el botón al cual llamaba "mágico", porque cada vez que lo apretaba aparecía por arte de magia un resultado sorprendente. El flash iluminó todo a su alrededor y fue motivo por el cual, dos segundos después Callie saliera corriendo del lugar. Su sonrisa era contagiosa y divertida, al igual que la de Hansel en ese momento. Ambos compartieron una perspectiva visual de la imagen recién tomada, el más conforme pareció Hansel, quien no paraba de sonreír.
Fue Callie quien interrumpió: —Ni se te ocurra mostrarle esto a nadie. Hansel desvió la mirada hacia su novia y negó perplejo. ¿Cómo podía decir eso? No encontraba el motivo, ni tampoco lo buscaría. Su novia era perfecta para él y era algo que nunca pensó merecer. Para Hansel no había chica como Callie y de pura suerte que lo hubiera aceptado como novio. No era un chico desagradable, pero solía ver a otros con más belleza que la de él. Dignos de salir con Callie. — ¿Por qué no? Sales hermosa. —respondió seguro. — Si claro, no te estaría diciendo esto si quisiera que la publicaras. En serio yo… yo, amo tu trabajo y dedicación pero me da vergüenza salir sonriendo de esa manera delante de todos. —Oh. ¿Se había quedado sin palabras? Si, conmovido por las palabras de su novia comenzó a reír sin parar. Cerró los ojos y limpió algunas lágrimas de risa de sus ojos. No podía creerlo. —Deja de ser bromista por favor, no te creo. Eres hermosa y verás, es más, lo aseguro. ¡Tú amarás mi fotografía! Y la querrás en todas partes de tu casa. —No lo creo. —Yo si. —Y bueno, que tú lo creas no significa que esté de acuerdo. Hansel se rió.
4
—Lo siento Hansel, pero debo cancelar hoy. Y colgó. El teléfono celular cayó en picada desde la mano de Hansel. Provocó un ruido horrible que llamó la atención de Crystah. La joven y hermosa Crystah era la nueva hermanastra que la familia Reed enfrentaba. Hubo una separación de parte del señor Reed y su señora, la cual no motivó a sus hijos a aceptar a una nueva chica a la familia. Salvo a Hansel. Era el único de la familia que aceptaba al cien por ciento a su nueva hermana, el único que le daba charla durante la cena y el único que se alegraba de ir acompañado a la universidad. Las hermanas Reed no la habían aceptado como hermana, si no que la trataban como un nuevo desafío a molestar. Aunque claro, encabezaba Emaly y su pasión por dominar a todos. Raini era más discreta y Hansel podría jurarse que su hermana intentaba sentir agrado por Crystah.
El delgado cuerpo de Crystah se asomó desde la entrada a la cocina. Lo miró a su hermanastro con cierta curiosidad y preocupación, era la única que lo entendía, durante los últimos meses. — ¿Qué ha pasado Hansel? — preguntó. —Nada, solo se me cayó el teléfono. Mentir en la cara de Crystah era una tarea difícil y la excepción no era Hansel. No, él era el primero en delatarse frente a ella. — ¿Problemas con Callie verdad? —entró sin previo aviso a la cocina y se apoyó sobre la mesada de piedra. La mirada se convirtió en seriedad pura, pero no de esa que Hansel detestara. Él sabía que ella lo quería ayudar. — Tú no eres un chico de tirar el celular por gusto o querer llamar la atención.
—Problemas con Callie— se rindió Hansel— Este último tiempo ha cancelado todos nuestros encuentros. La invito al cine y cancela. A ver vidrieras y cancela. A tomar un helado y cancela, a venir a casa, y cancela. No estoy entendiendo que pasa o más bien, no soy el más capacitado para esas cosas.
—No dudes de tu inteligencia Hansel, eso no te falta. Solo que… ¿Cinco años juntos? ¿Jamás pensaron en que llegaría un día como este?
Hansel la miró extrañado y confuso, pero se dio cuenta de lo que decía su hermanastra. Y si, la relación de Callie y Hansel había sido perfecta, con planes futuros perfectos y por medio incógnitas. Estas incógnitas lo estaban matando por dentro, le daban sentimientos de rabia e incomprensión. Se sentía mal o creía que había echo algo mal. Y no era su culpa, claro que no, era culpa de los dos por creer que todo era perfecto.
—El tiempo ¿Has pensado en él? Deberían no lo se… tomar distancia, siempre ayuda en momentos como estos de tanta tensión. Si insistes, Callie se sentirá confusa y quizá terminen de la peor manera.
Terminar le llegó al corazón. Directamente a él, esa palabra había sido borrada de sus pensamientos desde que se había juntado con Callie. Incluso la única vez que lo hablaron fueron dos frases cortas: “—No nos dejaremos” —Claro que no.” Y eso no tomaba sentido para Hansel ahora. Se sentía raro y confuso, cada vez más. Ni él se entendía.
—Debes hablar con ella, lo antes posible —añadió Crystah —Antes de que sea tarde. —No puedo.
No puedo era algo que desde pequeño lo habían echo ignorar. No poder es negarse posibilidades, habilidades, maneras de enfrentarlo todo. Hansel era un ejemplo de que todo en la vida se podía con esfuerzo y paciencia. ¿Pero ahora la tenía? No. No estaba paciente. —No puedo —volvió a decir. —Puedes. —No.
5
Malibu es un lugar nombrado por turistas de todo el mundo. Sueñan y sienten las vacaciones en ese lugar como una solución a sus problemas. Cada año se ven nuevas caras aventureras dispuestas a vivir el verano de sus vidas. ¿Los Reed? No son la excepción.
Un año más los Reed se hospedan en un hotel en Malibu, aunque este año cuentan con una nueva integrante en la familia: Crystah. La señora de la casa encontró el amor por segunda vez en un hombre nuevo y trajo consigo una chica. La cual, ¿mueve el mundo de Hansel? Podría decirse que si.
La mañana comenzó como siempre, soleada y molesta. Hansel se lamentaba haber elegido esa habitación en particular, pero tenía sus ventajas: Primero, tenía una hermosa vista al mar de la playa. Segundo, en la noche las luces encendidas por personas en la arena eran un buen punto para fotografías y tercero, tenía la habitación pegada a la de Crystah. Si, su preocupación y dedicación se habían tornado a su hermanastra, y eso estaba mal, porque aún seguía ennoviado con Callie. Las cosas entre ellos estaban desastrosas, pero no habían terminado. Aún. ¿Había posibilidad de hacerlo? Hansel estaba confundido.
Hansel permaneció inerte sobre su cama, se cubría el rostro con la mano izquierda mientras se quitaba las horas de sueño. Bostezó unas cuantas veces antes de ver a su hermanastra ingresar sorpresivamente por la puerta. — ¡BUEEEEEEEEEEEEENOS DÍAS! — gritó alegre Crystah. Era Hansel, con la única persona que se hablaba de esa forma. Aunque había momentos de timidez total, por supuesto.
—Oh… buenos días—respondió. —Lamento despertarte. Aunque estabas despierto. Yo solo…—se acercó hasta el costado de la cama de Hansel y depositó un beso corto sobre su frente. Este conmovió el mundo de Hansel. La observó y por más que quiso, no se pudo apartar de su hermanastra.
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♡:Nombre: Hazel Grace / Beatrice Finecky ♡:Libro: Bajo la misma estrella. ♡:Avatar: Shailene Woodley / Emily Browning
—Es un sueño... es un sueño... es un sueño. Algunas veces el cerebro se torna extraño. Puedes sentir cada parte del cuerpo despierta, pero sabes que se trata de un sueño vago.
La habitación estaba oscura, la única fuente de luz que apenas iluminaba por la ventana era a la luna. Ese astro era hermoso, poseía la capacidad de iluminar todo en la oscuridad. Nunca dije yo, que el sol era el único de iluminar todo, porque eso estaría mal. Demasiado.
Mis ojos claros recorrían cada parte de aquella habitación. Pero algo no me gustaba. Los muebles serían, o las paredes. El color de ellas, la cama en la que estaba recostada. Esta era de metal, parecidas a las que ofrecen en un hospital clínico.
—Tiene que ser una broma ... — Y me quedé sin palabras. ¿Cómo era posible que no me acordara de mi nombre? ¡Yo era...! ¿Quién era? ¿Por qué en un sueño no podía reconocerme?
—¡Me quiero despertar! Haber... yo... tengo que hacer algo para despertarme. — era una buena idea, porque en los sueños, hacer algo para despertarse ayudaba mucho. Como sueños en los que te persigue alguien o luchas con algo malvado. O cuando quieres escapar de un beso al cual no quieres corresponder. ¿Pero ahora? No podía.
Una puntada aguda en la cabeza me hizo cerrar los ojos. Los cerré. Los volví a abrir. Sentí mi cuerpo en el mismo estado, pero me di cuenta de algo. Aquella puntada en la cabeza era real. ¿Acaso eso era real? ¿Estaba en una habitación desconocida sin recordar mi nombre? Y.. ¿y mi vida? ¿Qué hay de ella?
Por un momento me esforcé con los ojos entrecerrados, pero cada recuerdo que quería conocer se volvía negro como la noche sin luna. Sentí miedo y una idea errónea se interpuso en mi pensamiento: Estoy muerta. ¿Así era la vida después de la muerte? ¿Nublarse y aparecer en una oscuridad total? ¿No recordar nada de tu vida? Si era así, era cruel. No era justo para ninguno, olvidar a tu familia. Ni a tus amigos.
¿Yo tenía a esas personas en mi vida? No lo sabía.
Intentando aún cobrar un recuerdo, se me detuvo la mirada en mi brazo. Escrito prolijo y en negro, había una palabra. O mas bien un nombre: Beatrice Finecky.
—Mi nombre es Beatrice Finecky —repetí. Y precisamente en ese nombre, no recordé absolutamente nada.
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