Escritos y demás intentos de teorías creativas. Crítica de la vida, reflexiones equívocas. Ni yo me entiendo.
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El rechazo hacía aquello que desconocemos es generado por la aceptación de lo que nos hace diferentes. La homogeneidad es la simpleza de lo corpóreo, de la necesidad de sentirse estructurado bajo unos parámetros que nos construyen en una coraza de conformidad.
La falta de empatía por las singularidades hace de éstas, nuevas edificaciones sociales que tan solo encasillan al ser humano en un mundo de vacuidades y de lujosas excentricidades que controlan el razonamiento.
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Miedo.
Sentir pánico a encontrarse desnudo ante una inmensidad que te arropa de la ignorancia del desconocimiento.
Incapacitarse por temor a no saber cual es el siguiente paso; al papel que jugamos en la eternidad de lo abstracto.
De como un cuerpo se convierte en partículas diminutas y se ensalza hasta un recógnito lugar que no somos capaces ni de describir.
Tengo miedo a la nostalgia del infinito que nos acompaña en nuestra inexistencia, a como transmutamos del todo a la nada y, esa ausencia, se convierte en un recuerdo que con el tiempo se desvanece.
A la soledad de la vida eterna, la reminiscencia platónica que desaparece tras nuestro paso, dando nacimiento a un complejo pensamiento que me aturde y me paraliza.
Al pavor de como abandonaré todo aquello que tanto he querido, a quemar cartas de vivencias manchadas de sangre y derruir pequeños hogares que he construido durante todo el camino hasta llegar a las Moiras.
Siento miedo, un miedo que se creó conmigo y que me acompañará gracias a la expiación de la propia vida.
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En ocasiones, te sientes desnudo nadando a través de aguas cálidas que te envuelven con su pureza. Es como si te transportaran a un mundo bucólico, donde ríos cristalinos acompañan con su musicalidad y flores silvestres decoran con su perfume.
Gracias a la bruma que surca a través de sus corrientes, te empapas de experiencias afrutadas y maceradas por un sol primaveral.
Te nutres del romanticismo de un paraje vestido por pequeñas lágrimas de un tormento que explosionó durante una noche de relámpagos. Las criaturas salvajes te arropan con sus pelajes y te acomodan en sus pequeños cobijos, alumbrados por las estrellas que antiguamente regían imperios.
Y es entonces, cuando vislumbrado, consigues percibir cuán bello es todo lo que te rodea; los Campos Elíseos de un alma victoriosa que lucha por no envenenarse y convertirse en el fruto de una vida llena de huracanes que resuenan como el verano de Vivaldi.
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Lo moderno, la cultura del cambio
La modernidad del cine es una característica paradigmática, pues dicha etiqueta vendrá dada por la rehuida de una concepción que no debe porque considerarse obsoleta pero si establecida y asentada, y que con su maduración, se convertirá en la necesidad intrínseca de reconstruirse.
Lo clásico antes de serlo es una concepción moderna, así como la estética requiere de aquello comprendido como feo para así poder discernir de lo bello y viceversa.
Si bien en las demás artes el proceso de maduración fue paulatino y su fracturación se desarrolló durante un periodo de tiempo más amplio, el cine se nutre de una formalización y evolución mucho más prematura.
Partimos de un Modo de Representación Primitivo, que, gracias a su refinamiento tanto técnico como lingüístico, dio paso al a cimentado Modo de Representación Institucional (mejores encuadres, un montaje fluido y continuo, mayores angulaciones de la cámara, etc..). Cuando se moderniza la cinematografía, se formulan nuevos esquemas de producción y de realización de películas, ahora bien, dicho cambio podría considerarse como moderno dependiendo del ahora. Si consideramos esta afirmación como certera, Birth of a Nation (1915) de “David Wark Griffith” sería una película moderna en su estreno pero clásica en su análisis actual.
El clasicismo en el arte ha marcado patrones que no solo han establecido maneras de categorizar y, en cierta medida, encarcelar sus fines y posibilidades creativas, sino que ha adoctrinado al propio espectador a tener una idea preestablecida de las mismas.
El visionado de una película y sobre todo, su posterior análisis, puede ser completamente distinto dependiendo de cómo el metraje es construido y cuáles son las bases que las crea.
La simultaneidad de MR, la convivencia de Modos de Representación Institucional, Alternativo o Moderno, desencadena la infinidad de posibilidades coexistentes en un mismo espacio temporal, y generando como consiguiente, una simbiosis fílmica que en su plena esencia constituye la modernidad de esta nueva etapa.
En cierta manera, la industria cinematográfica se había convertido en una gran potencia económica, y entendiendo el cine como método de creación artístico, distaría mucho de la idea que se había establecido de la misma. Tal y como denominaría Hegel, estábamos ante arte servil, o en este caso, creaciones cinematográficas que nacían de una necesidad capital y no tanto de un deseo propio de comunicación. Este nuevo replanteamiento ya no solo afectaba al cine, sino que formaba parte de la propia cultura.
¿No era el cine un producto ajeno a el mismo? Desde su nacimiento en los años finiseculares del siglo XIX, su finalidad no era otra que el entretenimiento, se había conseguido grabar imágenes que podían reproducirse infinitamente, y por tanto, su rendimiento, a largo plazo, era mucho mayor que el teatro.
El imaginario empobrecido que nacía de las películas, ya no primitivas, sino las institucionales, tendían a recaer en una corriente estilística similar, dando pie a no solo historias repetitivas, sino a imágenes que hacían de reflejo entre sí.
Esta nueva concepción del cine que nace después de la Segunda Guerra Mundial constituía no solo una nuevo sistema de producción e ideación, sino que posicionaba al espectador en una tesitura completamente distinta. La capacidad de ahondar en su pensamiento era cada vez más real, y, gracias a una construcción que no tenía por qué ser innovadora -pues se posibilitaba la opción de retomar aspectos formales ya establecidos o que incluso se habían refutado debido a su empobrecida pureza técnica- se había generado un nuevo diálogo dentro de un marco teórico y práctico evolutivo.
Es posible formularse la pregunta de si aquello que desconocemos formaría parte de una modernidad inminente. No por mucho que los parámetros se reiteren debe porque considerarse como pieza meramente moderna, a su vez, es posible afirmarlo pese a que sea contradictorio.
Los aspectos que constituyen una pieza artística dentro del marco moderno no deberían de comprenderse dentro de una globalización, pues la creación de una serie de obras que comparten requisitos técnicos, estilísticos y narrativos semejantes, rompen con la idea de lo nuevo, de evolucionar lo antiguo, lo clásico. A su vez, se siguen estableciendo, y en la mayoría de los casos, pasa a ser la autoría la que prevalece por encima de la propia obra.
Si el cine es arte es por la capacidad de suscitar un sentimiento único en cada uno de los que tienen la posibilidad de sumergirse en sus imágenes y la potencia de la construcción de imaginarios, sentimientos y parajes que son exclusivos para cada uno de los presentes, siendo este un vehículo unipersonal. Por consecuencia, el clasicismo de aquellas películas que trataban historias un tanto banalizadas eran eclipsadas por esta novedosa y modernizada manera de concepción cinematográfica.
El cine moderno, por tanto, es y no es moderno en su esencia más pura. La coexistencia con una diversidad infinita de creatividad va más allá de romper con los cánones estéticos, pues ésta en cierta medida delimita a la propia industria, de buscar nuevas maneras de utilizar los recursos técnicos ya interiorizados, y de usar recursos lingüístico-narrativos que encorsetan a la obra creada dentro de unos esquemas que se reconstruyen cíclicamente dependiendo de las necesidades del propio metraje.
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Sobre cine clásico de EEUU
La industria cinematográfica supuso, desde sus inicios, un método de representación muy versátil y experimental debido a las grandes posibilidades que éste ofrecía. Si bien en un principio se debatió acerca de su legitimidad artística, a causa de su comparación con otros campos como la literatura o el teatro, poco a poco iba cobrando fuerza e iba abriéndose hueco, ya no solo entre el sector, sino como herramienta de entretenimiento social.
La necesidad de avanzar y la contemplación de nuevos horizontes en la industria era primordial a la hora de realizar nuevos proyectos filmográficos. La utilización de orquestas en vivo durante la proyección de metrajes habían supuesto un auge, convirtiéndolo en una de las actividades de ocio más demandadas. Los espectadores cada vez mostraban más interés por ir a las salas y poder disfrutar de experiencias únicas acompañadas de música que enriquecían su visionado.
Gracias a la adaptación y la mejora de las tecnología, el sector cambió por completo su manera de crear cine, y no tan solo mediante la grabación de sonido durante la filmación, sino gracias a la insonorización de los platós y la sonorización de las salas de proyección. Estaban ante un antes y un después, abriendo camino a lo que posteriormente se conocería como la era dorada de Hollywood. Pese a que en un principio todo el peso recayó en dos de las grandes compañías norteamericanas (Por una parte Warner Bros abría paso a cortos espectáculos de variedades acompañados de música mientras que Twentieth Century-Fox conseguía grabar imagen y sonido simultáneamente), en tan solo cinco años sería un requisito indispensable para la creación de nuevas películas . El cine mudo había llegado a su fin.
Pese a la gran crisis económica que afectó al país notoriamente, el sector cinematográfico no solo no se vio deteriorado, sino que consiguió doblar sus incrementos los años posteriores. Muchas de las salas de proyecciones acabaron desapareciendo y en algunos de los casos, se tuvieron que utilizar recursos como reclamo para conseguir atraer al público. Era una época complicada que vería su auge muy pronto, pues la inminente llegada de una Segunda Guerra Mundial supondría un aliciente para una situación social muy frágil, que buscaba en Hollywood una forma de evasión.
El cine estadounidense se encontraba ante una dicotomía, por una parte, gran parte de las pequeñas empresas que la constituían no eran capaces de seguir adelante, y no solo debido a la Gran Depresión, sino a causa del imperio que se estaba abriendo paso; cinco compañías cinematográficas (Paramount, Metro-Goldwyn-Mayer/Loew’s, Ywentieth Century-Fox, Warner Bros y Radio-Keith-Orpheum) iban a convertirse en el eje principal de la producción fílmica e incluso noticiera, abarcando todos los campos audiovisuales posibles. El oligopolio generaba una fuente de ingresos unidireccional, el capital nacía en sus estudios y todo el resto del sector quedaba a su merced. Las orquestas que anteriormente ambientaban las películas iban cayendo en el olvido, una gran parte de sus trabajadores iban a ir desapareciendo, llevando a cabo huelgas que no serían excesivamente fructíferas pero que darían paso a agrupaciones tan importantes como el Sindicato de Actores de Cine.
Una Europa destruida por una devastadora guerra era un blanco perfecto para la proyección de un mundo completamente ajeno como era Hollywood. El cine iba a convertirse en esa representación soñada o muestra realista donde el espectador iba a poder evadirse de una situación tan dura, donde podía adentrarse en nuevas historias y formar parte de ellas. Si bien el compendio de intereses que surgen de la respuesta global de un público trae consigo la etiqueta del género, es gracias a la propia industria el que estos surjan y se establezcan. La utilización de recursos similares a la hora de crear nuevas películas hace que el espectador tenga una idea prematura de que es lo que va suceder, aquello que se va a representar cumple con las características básicas que hacen que una película se considere un melodrama o un western, entre otros.
En muchas ocasiones, algunas de las compañías tendían a representar un tipo de cine específico, cuanto mayor era la productora, más fácil era poder tener un equipo de trabajo de renombre capaz de poder crear películas de éxito.
La división que se creó entre el cine norteamericano y europeo era significante. Por una parte, gran parte de los países del continente se encontraban en una situación excesivamente crítica, donde la diversidad política influía de manera directa en la producción cinematográfica. El veto impedía poder realizar piezas que se caracterizaban por un mensaje puramente político y que por tanto, cumplía más como obra documental que como narrativa. La opresión era inevitable, y otorgaba a la industria pionera un lujo y una sobreexplotación de sus recursos. Tenían en sus manos el poder y la capacidad de influir mediante sus creaciones fílmicas.
La autoridad se repartía ante el imperio de las cinco grandes productoras pero a su vez, pequeñas compañías como la United Artist en conjunto con Samuel Goldwyn, llevarían a cabo la aclamada película Wuthering Heights (1939) de William Wyler. Ésta famosa adaptación de la obra de Emily Brontë (1848) representaba el cine que todos querían ver, aquel capaz de mostrar una relación apasionante entre dos protagonistas que viven atormentados por un amor imposibilitado por la diferenciación de clases. Por una parte, se trata de un metraje que abarca a un gran público, puesto que forma parte de lo que se conoce como melodrama romántico y/o melodrama burgués, contraponiéndose de esta manera, a un estilo controvertido como podría ser el bélico, censurado en muchas ocasiones a causa de los intereses políticos de la época.
La recreación de una historia cautivadora representada por atractivas influencias suponía una victoria, tanto dentro de la misma industria como fuera. Merle Oberon era un gran acierto debido a la gran repercusión que otorgaba su participación. La utilización de lo que se conocían como star-systems era un recurso muy empleado en la mayoría de las productoras; la película en su global tenía el mismo valor que la actriz o actor que aparecía en ella. El reconocimiento de éstos ayudaba a una buena recepción de la obra, cuanto más caché, más interés tenía el público en ver la película y además, generaba una idea preconcebida de calidad.
Uno de los puntos clave de dicha adaptación son precisamente las actuaciones. Si bien en muchas ocasiones se ha criticado a Wyler por estilo un técnico que nubla el guion del metraje, en la mayoría de ocasiones, se ha elogiado las óptimas representaciones de los actores que forman parte de su filmografía. Mediante un trabajo exhaustivo se han conseguido grandes interpretaciones que han pasado a la prosperidad. La conexión que se establece entre los protagonistas traspasa la pantalla, definen la triste y bella historia de dos personajes que dramáticamente consiguen vivir su amor eterno en el mundo ya inmortal. La puesta en escena se acompaña de una atmósfera bucólica, acompañada de melancolía de lo que pudo ser pero no fue, se palpa a la perfección esa narrativa puramente romántica pero que en este caso, el final feliz es un tanto agridulce.
A pesar de que la carismática actuación genera en el espectador un sentimiento empático, la ejecución técnica del director ha sido crítica de muchas investigaciones cinematográficas. Ésta controversia nace de la utilización de planos excesivamente largos, escenas que se demoran tanto que transmiten al espectador una sensación de agotamiento visual, que no aporta ningún rasgo característico que dote a la obra de un interés especial. Este tipo de registro, por una parte, supone una novedad, especialmente en cuanto al montaje se refiere. Una nueva contemplación viste al cine de Wyler, por una parte de innovador pero por otra, de no ser capaz de utilizar dicho recurso de manera eficaz, dificultando que se haga una buena exhibición del guion. A su vez, el empleo de flashbacks le da un aspecto fresco, que ayuda a la explicación de la historia y que introduce al espectador en la narrativa de una manera mucho más original, sobretodo teniendo en cuenta que todavía contaba con pocos años de vida debido a su uso a partir del nacimiento del método de representación institucional.
Llevar al cine relatos literarios encarcelan la posibilidad del director de poder dar rienda suelta a su capacidad creativa de contar historias. Un encasillamiento que se ve exhibido mediante una plasmación llena de sentimientos y de reflexión.
La industria cinematográfica se vio acontecida por unas situaciones sociales, políticas y económicas que, aunque repercutieron directamente en su estructura, tanto jerárquicamente como en su composición , consiguieron hacer del cine estadounidense una meca, un pilar fundamental que se nutría de unas características globales que en vez de entorpecer su desarrollo, formaron una de las épocas más representativas de la industria.
BIBLIOGRAFÍA
Altman, R. (2000): Qué se suele entender por género cinematográfico?. Los géneros cinematográficos. Barcelona: Paidós (pp. 33-51)
Gallagher, T. Directores de Hollywood. En HGC, vol. 8 (pp. 311-403)
Gomery, D. La llegada del sonido a Hollywood. En HGC, vol.8 op. cit. (pp. 9-35)
Gomery, D. Los grandes estudios de Hollywood. En HGC. vol.8. (pp. 119-149)
Monterde, J.E. El cine entre el totalitarismo y la democracia. En HGC, vol. 7, op. cit., (pp. 11-38)
FILMOGRAFÍA
Cumbres Borrascosas (Wethearing Heights, William Wyler, 1939)
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Sistemas de representación
El cine es una experiencia cultural, estética o artística, tecnológica y sensorial que nació en los años finiseculares del siglo XIX. Si su creación fue innovadora, creando incluso rechazó por parte del público, su consagración vino dada gracias a los minuciosos cambios que fueron dotándolo de riqueza narrativa y técnica hasta lo que a día de hoy se conoce como “el séptimo arte”.
Esta distinción fue muy notoria en los primeros años del principio del siglo XX, y tal y como explica Noel Burch (1097), las diferencias que conforman las primeras filmaciones con las realizadas unos años después son las que dividen los primeros metrajes entre un método de representación primitivo o un método de representación institucional, comprendiendo que la línea divisoria es, en algunos casos, muy fina.
El cine se ha reconocido popularmente como el invento de los hermanos Lumière. Pese a que durante un mismo periodo de tiempo se estuvo trabajando con la idea de crear imágenes que se dotaran de movimiento, con la construcción de aparatos como el kinetoscopio que William K. L. Dickson inventó para Edison, siendo éste el primero en impresionar películas tal y como lo entendemos actualmente, o el cronofotógrafo de Charles Démeny, la particularidad que le otorgaría el éxito a los hermanos franceses era precisamente la posibilidad de grabar y reproducir con la misma máquina, convirtiéndolos en el máximo precursor de la cinematografía.
La distribución de dispositivos capacitados para la filmación y posterior proyección influyeron en la posibilidad que cada país podía desarrollar a la hora de llevar a cabo sus primeras películas. Por tanto, en una primera instancia podía influir la precariedad de la herramienta con la que se trabajara, aportando mejores o peores resultados en la filmación y sobretodo, en la visualización final.
Tal y como explica Noel Burch en El Tragaluz del infinito (1987), hay unos claros rasgos característicos que denotan la pobreza de una obra desarrollada durante el método de representación primitivo o M.R.P, y que por tanto se diferencia de la riqueza que se va adquiriendo en el método de representación institucional o M.R.I.
A su vez, es necesario entender que pese a que la distinción va determinada de unos periodos comprendidos entre unos años específicos, se han generado piezas que prematuramente han utilizado recursos mucho más cercanos a esta segunda oleada cinematográfica. Podría considerarse lo que Burch considera como «experimental». Siendo conscientes de la dificultad que presenta poder desglosar el cine dependiendo de sus capacidades técnicas y socio-culturales, para el próximo análisis se va a llevar a cabo una comparación de los aspectos más significativos de cada una de las M.R.
Los orígenes en Francia e Inglaterra se diversificaron en base a las posibilidades que cada correspondiente país tenía para la producción de este nuevo entretenimiento. Si bien gracias a Louis Lumière se conoce el cine como fotografía animada, en la nueva escuela inglesa de Brighton sería gracias a la difusión de la linterna mágica. La realización y distribución de la cinematografía vendría dada de los recursos financieros que aportarían medios necesarios para su ejecución o la posibilidad de vender las piezas a otros países.
El sustento de la industria vendría dada, por tanto, de las clases adineradas de la época, generando los años posteriores un gran debate y rechazo por parte de la misma burguesía.
¿Cuál es el público al que iban dirigidos los films de la época?. La controversia evoluciona hasta el punto en que algunos precursores del cine, como es el caso de Inglaterra, acaban en un estancamiento global de sus obras. Si bien todas las primeras piezas utilizan recursos básicos y simples, tanto en su producción como en su narrativa, poco a poco se va consiguiendo unificar las necesidades básicas para captar la atención de un público lo suficientemente culto y adinerado que se interesa por las representaciones que indagan y satisfacen en el pensar natural del ser humano y el entretenimiento que llenaba las ferias y demás antros propios de la época de aquel grupo social más humilde.
La simplicidad de las primeras películas generan un rechazo por el burgués, como es en el caso de Francia, de aquel colectivo de mayor educación cultural, acostumbrado a las obras de teatro a las que solían asistir. El cine era un pasatiempo vulgar, fuera de todo diálogo de interés para aquellos que disfrutaban de un bagaje artístico-filosófico. Por tanto, las nuevas imágenes en movimiento no eran más que simples recortes cotidianos que carecían de importancia cultural para aquellos para los que se había construido la industria cinematográfica. La sucesión de planos completamente empastados por detalles, se trataba de un encuadre abierto en cuanto a focalización se refiere, o la falta de un enriquecimiento lingüístico, eran detalles de gran importancia para que un gran sector de la sociedad considerara que las películas tan solo podían disfrutarlas la clase obrera.
La utilización de referencias propias de la vida cotidiana no bastaría para avanzar en la realización de nuevas películas. En L’Arrivé d’un train en gare de La Ciotat (1985) podemos contemplar, durante un minuto de duración, la llegada de un tren a la estación mientras los viandantes aparecen en el lado izquierdo del encuadre. Era un gran avance poder realizar pequeñas grabaciones que posteriormente podían ser proyectadas, una nueva forma de expresión que se quedaba obsoleta por la falta de recursos. La necesidad de innovar y consagrar el cine como un espectáculo cultural condujo, en algunas ocasiones, a un declive de la industria debido a la baja demanda que se generaba. El uso inadecuado de una excentricidad propia del mundo burgués acarrearía a un cine incomprensible y aburrido para muchos. Buscar el balance era la clave para poder cimentar las bases de un recurso tan rico como podía ser el cine.
El asentamiento de éste dependió, especialmente, de la diversidad y la necesidad de buscar una distinción que otorgue presencia a la película en sí. Teniendo en cuenta las peculiaridades de cada país, así como el rechazo de la burguesía en Francia o la discriminación de la inmigración Estadounidense, los puntos de estudio eran los mismos, debía haber un avance para salir del encasillamiento primitivo.
Tal y como explica Monica D’Allasta , se fueron creando unos modelos de referencia que servirían para generar contenido en base a unas necesidades propias del mismo. A día de hoy lo conocemos como géneros, pero por aquel entonces, los pilares eran mucho más débiles y la evolución era necesaria para poder cumplir con los requisitos básicos de un buen espectáculo. Si bien Méliès dotaba de magia algunas de sus piezas, una fantasía un poco más narrativa y visual que las películas que se presentaban en el mismo momento, poco a poco se le fueron buscando nuevas funciones a las representaciones cinematográficas. Con las actualidades el público podía conocer eventos y noticias de interés, utilizando el medio audiovisual desde una perspectiva mucho más periodística.
El melodrama marcaría un punto de inflexión debido a la interacción con el público, un diálogo visual con el espectador, donde se genera un debate interno entre el bien y el mal. Ya no se centraba la atención únicamente en aquello que podemos contemplar en la pantalla, sino que da pie a la auto-reflexión, las imágenes penetran en nuestra mente y a raíz de ellas planteamos lo conocido. Este aspecto jugaría un punto de estudio nuevo en la representación cinematográfica, ya no solo observamos sino que pensamos mediante los ojos, partimos de una M.R.P mucho más ruda y basta para generar una interacción que va más allá del encuadre y que empujará al cine hacia nuevas formas de expresión, tal y como se plantea en el M.R.I.
En Birth of a Nation (1915), por ejemplo, D. W. Griffith utiliza sus recursos fílmicos para narrar la supremacía de la raza blanca. Obviando el racismo de la obra, los intereses que aparecen en ella muestran una evolución, nos cuentan una historia y el espectador es participe de los hechos que se están proyectando. Hay una clara diferenciación entre el cine primitivo, donde no se contaba con una aleatoriedad de imágenes sucesorias, aparecía un escenario y se grababa sin buscar una conexión que llevase a una literalidad de la película, y la posibilidad que no tan solo sucede en el planteamiento diegético de la misma, sino en la variedad que ofrece el montaje, siendo este el hilo conductor y ayudando en muchos casos a salvar el propio metraje.
La película de Grifith es considerada como un hito en la historia del cine, siendo ésta precursora de muchos recursos narrativos que poco a poco se iban a ir aplicando. Algunas de las características que han sido remarcadas como esenciales en la producción y ejecución de la cinematografía aparecen en su obra y han perpetuado hasta la actualidad. Si la comparamos con la película de los Lumière, podemos observar planos que se van alternando, alejándolo de la teatralidad del cine primitivo. El juego con planos generales y cortos ayuda a la comprensión de los detalles de la película, enriqueciendo la experiencia del público y acompañándolo a una mejor inmersión.
El uso de la cámara es muy diferente al de principios de siglo, la utilización de panorámicas, por ejemplo, era algo que no se había concebido hasta entonces. En el método de representación primitivo la luz era plana, no se focalizaba para guiar al espectador hacia aquello que tiene peso en una escena específica, y que, al tratarse de películas donde no había un centro definido empachaban visualmente. Si bien en Birth of a Nation (1914) hemos hablado de cambio de planos, en las primeras películas se narraban desde un plano general, produciéndose una autarquía que podía hacerlo inconexo y dispar. Otro aspecto importante es la inexistencia de clausura de las películas de este primer modo de representación, tal y como se puede observar en Arrivé de un train en gare de La Ciotat (1895), la filmación comienza y acaba de igual modo, por tanto no hay una introducción y un final, se trata de una experiencia completamente llana.
A medida que se van desarrollando nuevas formas de realizar cine, se comienza a emplear los recursos como flashbacks o flashforwards, así como la utilización de barridos o nuevos elementos narrativos. Se producen grandes avances en el montaje que poco a poco van ayudando a acercarse más al público gracias a una ideación que cuenta con los elementos primordiales para poder realizar una producción memorable. Todos estos progresos vienen de la mano de una financiación económica. Se ha de entender que a mayor soporte técnico, más fácil va a ser conseguir buenos resultados, y que por tanto, a medida que fueron asentándose las productoras, más sencillo resultó poder realizar una pieza que, técnicamente, cumpliese con los requisitos básicos de este nuevo modo de representación clásico.
La industria del cine se ha de estudiar desde su literalidad, como una industria. Sus primeros años no fueron de la mano de una concepción artística y estética, puesto que fue gracias a los avances tecnológicos que se afianzó su producción, distribución y exhibición. Al tratarse de un nueva forma de ocio fue absorbida por una sociedad capitalista hambrienta de exprimir y sacar fruto a este nuevo entretenimiento. A mayor placer visual mayor será el interés del público por querer seguir disfrutando de ellas. La estética cinematográfica no solo viene dado de los requisitos básicos de una buena ejecución técnica, sino que será comparada con otras artes como la pintura y su plasticidad, la fotografía por su composición y luz o la narrativa que otorgue a la película de un mundo propio capaz de embaucar al espectador. La unificación de todos estos elementos junto con el propio rodaje y la proyección harán de esta experiencia un momento singular y único.
Si en Birth of a Nation (1914) podemos observar diferentes escenarios, de actores que gesticulan adecuadamente para facilitar el mensaje y de planos que acompañan a esa literalidad de los hechos, en películas anteriores, la rudeza primitiva de toda la comprensión del film la alejaba de la sutileza artística que puede caracterizar a la cinematografía.
El cine fue un invento genuino que en muy pocos años evolucionó gracias a la industrialización del mismo. En tan solo veinte años consiguió no solo consagrarse sino replantear los bienes socio-económicos, fomentar la cultura desde una nueva perspectiva, potenciar la creación de nuevos dispositivos tecnológicos, y sobre todo, de narrar todas aquellas historias que forman parte de este séptimo arte.
BIBLIOGRAFÍA
Allen, Robert C. i Gomery, D. (1995) La historia del cine como historia. A Teoría y práctica de la historia del cine. Barcelona: Paidós (pp. 19-23)
Bazin, A. (2011) La evolución del lenguaje cinematográfico a Cuadernos de cine documental, nº 5(pp. 53-63)
Burch, N. (1987) El tragaluz del infinito. Madrid: Cátedra. 1999
Brunetta, G. Piero: Modos de representación. A HGC, vol. 1 (pp. 303-318)
Dall'Asta, M. Los primeros modelos temáticos del cine y La articulación espacio-temporal del cine de los orígenes . AHGC, vol. 1 (pp. 241-302)
Monterde, J.E (2002) De la naturaleza del cine a La representación cinematográfica de la historia. Madrid: Akal (pp. 15-28)
Sánchez-Noriega, José Luis (2002) La historia del cine en una perspectiva estética a Teoría y géneros cinematográficos, fotografía y televisión. Madrid: Alianza (pp. 15-23).
FILMOGRAFÍA
Griffith, D.W (productor y director). (1915). Birth of a Nation [Cinta cinematográfica]. Estados Unidos: David W. Griffith Corp.
Lumière, A. y L (productores y directores). (1895). L'arrivé d'un train en gare de La Ciotat [Cinta cinematográfica]. Francia: Société Lumière
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Las cenizas previas a la muerte
Cuando nacemos nos formamos de los elementos que dan vida a la tierra. Somos parte de partículas incandescentes que combustionan y nos hacen vibrar y sentir hasta el fin de nuestra última llama.
A veces, pensamos que esa calidez desaparece y buscamos desesperadamente avivar esa pequeña fogata donde quemamos nuestras ilusiones. Cada uno de nosotros tenemos una cerilla que prende lentamente. En ocasiones arde más lento y sentimos frío y desamparo, en otras en cambio, nos llena de llamas, de esa oxidación que se hace visible y que irradiamos corpóreamente gracias al bienestar que nos produce.
Somos dueños de nuestro fósforo, normalmente lo encendemos por deseos e ilusiones, pero muchas otras una fuerte tormenta nos arrebata ese último fuego y no somos capaces de mantenerlo con vida.
Es un bucle, un ciclo del alma y del amor más puro que somos capaces de palpitar.
Desde pequeña he luchado por brillar y sentir esa lumbre. Cuidaba de cada una de las partículas para que prendiesen en coloridas llamas. Con el tiempo las he mojado por lágrimas, bañándolas en océanos de lamentos de los cuales desconozco su nacimiento. Sin calor no existimos y cuando morimos nuestra energía pasa a formar parte de un bien cósmico que arropa a aquellos que todavía navegan en ese mar de brasas.
Muchas veces pienso en dejar descansar la mía, siempre hay una esperanza que sopla y consigue quemar esa última mota de pólvora que pensaba que ya no había. Siento que no soy dueña de mi luz, la arrebato hasta los mínimos y en muchas ocasiones la quiero hacer cenizas a su corta vida. Amar aquello que te envuelve es combustión para la propia, gracias a esas bocanadas de cálido y grato aliento consigo salir adelante. Solo espero poder amar tanto a mi fuego como al de los demás, pues en mi soledad no conseguiré la victoria, y en esa perdida, tan solo se encontrará mi partida de esta vida.
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PANTONES DEL ALMA.
Conjunto de poesías melódicas. Canciones sin base.
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Una tarde de verano
Era tan pequeña que ni ella misma se veía. Se reconocía por las vivencias y los recuerdos de aquellos remotos momentos que le aportaban la luz que alumbraba su sendero.
Era muy pequeña.
Se encogía por las lágrimas que caían de sus ojos entristecidos, convirtiéndose en aguas de corrientes poderosas, llevándosela a un océano en el cual no podía nadar. Su alma brillaba pero su corazón la eclipsaba, creando una penuria que se escondía bajo un manto de felicidad.
Minuciosamente menguaba.
El ocaso de la euforia, de la calidez de un sol que poco a poco se iba escondiendo, trayendo consigo, el Apocalipsis de sus sentimientos.
Con el tiempo desapareció, su inexistencia era tangible para todos menos para ella. Buscó en su interior la pócima para sus tormentos, no la encontró.
Era su fin.
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Un monstruo llamado miedo
Cuando nacemos se forma una pequeña materia en nuestra cabeza, todavía no lo conocemos pero estará ahí de por vida. Es inexplicable, no hay léxico suficiente para describirlo pero sí capítulos donde aparecerá, mágicamente, a lo largo de nuestra existencia.
A medida que vamos creciendo la relación se estrecha, creando un vínculo sellado por los recuerdos. En ocasiones desaparece, sentimos que nos ha abandonado y que su presencia era producto de la imaginación… Siempre vuelve, nuestro cuerpo es su hogar y nuestra mente su lecho.
Pequeño monstruo de patas cortas y oscuridad palpable que habita lúgubres parajes. Se alimenta de nuestras esperanzas dejándonos exhaustos, bebe de nuestras lágrimas convirtiendo nuestra alma en un árido paradero. Su nombre es único, todos lo conocemos pero nos cuesta pronunciarlo por la complejidad que le caracteriza. Su etimología es universal, viaja por lo espacios, conquistando todas aquellas etapas que nos hacen ser el adulto que hoy en día somos.
No lo olvides, tenlo presente y quiérelo, siempre ser�� el compañero que te demostrará la magia de la tristeza, el embrujo del temor y el hechizo de la vida.
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La creación de cuerpos sociales
El espejo es el lugar en el que descubrimos que tenemos una imagen y, a la vez, que ésta puede ser separada de nosotros, que nuestra “especie” o imago nos pertenece. (Agamben, 2005)
Cuando el cuerpo establece un diálogo social pasa a formar parte de los paradigmas que repercuten en nuestras posibilidades empíricas. Éste, se convierte en el eje central de nuestras decisiones emocionales, pues como explica Erving Goffman en La presentación de la persona en la vida cotidiana (1959), nuestro yo físico es aquel que me expresa, es el soporte de lo que él denominaself.
Actuamos a través de un cuerpo que articula lo intangible, pasa a ser aquello material que nosotros utilizamos para interactuar.
Absorbemos aquello que el otro considera que debemos llevar a cabo, es una resolución autoritaria impuesta e inconsciente que adaptamos a nuestras necesidades sociales.
Cuando un cuerpo se encuentra estigmatizado, lleva consigo un conjunto de etiquetas que no son voluntarias, en cierto modo, nos vemos imposibilitados de reaccionar ante algo que no queremos que forme parte de nuestro ser.
Se trata de una obligación social que repercutirá en nuestra capacidad de interacción, la alineación es necesaria para una aceptación global.
Todas esas carencias deterioran aquello que queremos decir, se construye un muro que imposibilita la necesidad de expresarnos.
El cuerpo, en cuanto medio de expresión, está limitado por el control que sobre él ejerce el sistema social (…) el control corporal constituye una expresión del control social y que el abandono del control corporal en el ritual responde a las exigencias de la experiencia laboral que se expresa. (Douglas, 1988, pp. 94-96)
La sociedad enferma porque nos vemos expuestos a un sin fin de estímulos que invalidan nuestras propias necesidades, convirtiendo las impuestas como necesarias y consiguiendo, en muchos casos, una búsqueda utópica que acaba por convertirte en esclavo de la imagen socialmente perfecta.
La anorexia formaría parte de esta estigmatización, el anhelo de lo correcto y el castigo a nuestro propio cuerpo. El consumo ha abierto una brecha entre lo factible y lo imaginario, como mediante éste podemos llegar a reparar nuestros estigmas y convertirnos en objetos de ensoñación, donde tenemos la capacidad de normalizar nuestro embodiment para que nuestro acto perfomativo, se adecue a las exigencias convencionales del marco donde pretendemos expresarnos.
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La distorsión del cuerpo
El trastorno dismórfico corporal es un concepto acuñado desde la medicina griega clásica donde se vincula la belleza y la bondad.
En una sociedad donde el self ha adoptado una postura más allá del diálogo que se forma del propio ser con la necesidad de interacción social, se produce un síntoma obsesivo que destaca sobre otros; existe un “temor a la fealdad” tal y como dice Enrique Morselli (1891).
Se trata de un trastorno somatomorfo, conocido como una paranoia hipocondríaca o locura de introspección. El grado de exigencia al que se ve expuesto un cuerpo estigmatizado genera una necesidad de perfeccionamiento que trae consigo una obsesión por la imagen corporal, queriendo alcanzar un estándar que cumpla con la normativa inconscientemente impuesta, anhelando un estereotipo venerado.
Si bien en el 1961 se introdujo dentro de los espectros fóbicos, pues genera ansiedad y miedo, también ha sido tratado como una esquizofrenia selectiva. No fue hasta el 1977 que se reconoce como dismorfofobia, donde se le vincula a las fobias, a pesar de que debería representar una parte del propio problema en sí.
El trastorno dismórfico corporal engloba aquellas enfermedades como la anorexia, la bulimia o la vigorexia. Aquellos pacientes que padezcan la patología se consideraran feos o deformados, pues la preocupación por la apariencia física es excesiva, obligando al sujeto a centrarse única y exclusivamente en su imagen.
Este tipo de problemáticas psicológicas traen consigo una alteración en algunos elementos que configuran la identidad global del paciente, derivando en una disfunción de la identidad, que conjunto con la imagen, son retroalimentados por la cultura y la globalización.
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Ígnea
El hombre se hace capaz de verse a sí mismo sólo cuando los artistas le enseñan a mirarse a distancia y a lo lejos, cuando lo ponen delante de sí mismo convertido en una superficie legible, en un texto que hay que aprender a leer, a interpretar. Ni el mundo ni el hombre son susceptibles de una exégesis definitiva, no pueden ser leídos de una vez por todas, su sentido es inagotable, su misterio infinito. Y quizá a ese infinito se le pueda llamar interpretación, lectura (Larrosa, 1996, p. 93).
La literatura es el medio de expresión mediante el cual se brinda la oportunidad de ahondar en el mundo que nos rodea, sintiéndonos libres, sensibilizándonos ante empíricas críticas y trasportándonos a remotas fantasías de la humanidad; el acto de mirar ejerce un placer cognitivo tanto espiritual como estético, generando preguntas, incitando a la reflexión a través de la creatividad.
Los mitos siempre han sido fuente de estudio en la filosofía y la sociología, a través de sus historias hemos sido capaces de descifrar preocupaciones innatas del ser humano, o justo lo contrario, de narrarlas para así facilitar la comprensión a aquellos que desconozcan una terminología muy específica.
Los valores morales se han estudiado a lo largo de la historia mediante relatos que ensalzaban personajes que tenían la valentía, honradez o ética de aleccionar a la sociedad de la época.
Tal y como dice Octavio Paz (1972): “La literatura universal sólo tiene dos temas: uno es el diálogo del hombre con el mundo. El otro es el diálogo de los hombres con los hombres”.
A través de la escritura se formulan preguntas, se intentan buscar respuestas que argumenten la necesidad de autodescubrimiento; la experiencia se convierte en el punto de partida. De esta manera, los periplos pasan a ser lecciones de vida, como si de una obra de teatro se tratase, revisten inquietudes mediante ostentosos parajes y excepcionales protagonistas.
La literatura es empática, cuando se exponen enigmas desconocidos para el lector, se suscita a una indagación que sea capaz de saciar la necesidad de comprender la problemática narrada. Las historias crean vínculos emocionales entre los leedores, habilitando al leyente a entender aquello que se está explicando, a pesar de que no se haya visto ante una situación similar.
El proyecto nace de la creación de una historia personal, donde, a través de sus páginas emergen los temores, miedos, que imposibilitan las necesidades propias de las relaciones sociales. Una reflexión capacitada de mimetizar con las fobias individuales, la búsqueda de la felicidad utópica es la llama que alumbra aquellos caminos que cada uno de nosotros pretendemos encontrar. A modo de mito, se exponen los temores que nos obligan a consumirnos en nosotros mismos, a comprender porque no somos capaces de encontrar respuestas a ese aliciente que dialoga en nuestras mentes sin tener conocimiento de que hay un mal que habita en nuestro inconsciente.
La obsesión por la imagen es una necesidad inconsciente impuesta por la sociedad. Desde la antigua Grecia ha prevalecido un canon de belleza que ha nutrido nuestras preocupaciones como seres sociales y que subyace en todo acto realizado con un fin interactivo.
El estudio del cuerpo es sin duda, una característica de primordial importancia, siendo fuente de investigación en las artes, formulando cuestiones antropológicas y generando problemáticas sociológicas que replantean la introspección que nos determina como seres humanos.
La imposición de la belleza, de la geometría y armonía, constriñe a una ensoñación de una utópica realidad, donde somos conscientes de nuestras capacidades físicas y que no se revelan ante una imperativa estructura capitalista.
El culto a lo bello nace en las sociedades clásicas, regidas bajo una simetría espectral, donde la observación de lo que nos rodea, así como la propia, va más allá de una descripción curiosa, cognitiva; delimitando de esta manera nuestra interacción, pues la mirada determinará la estigmatización del cuerpo.
El espejo ha sido fuente de interés para el espíritu humano, la fascinación de la imagen nace de la capacidad mimética de las superficies reflectantes y como somos aptos para leer las representaciones que en éstas aparecen. Si bien comprendemos que lo visible no es más que una copia del original, nos arraigamos a ese reflejo como si se tratase de una descripción identitaria, pues el diálogo va más allá de algo corpóreo; tal y como escribe Diógenes, el espejo no refleja solamente los rasgos físicos, sino que testimonia la condición espiritual del ser humano. De esta manera, la afectación que conlleva el acto de mirar se vincula a una necesidad de comprensión intelectual que repercute en el sujeto como individuo pensante.
A día de hoy, perduran problemáticas de estudio psicológico nacidas en la antigua Grecia. La obsesión por entrar dentro de los parámetros que establecen el canon de belleza, es una exigencia que retroalimenta las fábricas de sueños; vivimos en una sociedad capaz de otorgar máscaras que ella misma genera para su propio beneficio.
El proyecto bebe de la búsqueda personal sobre el cuerpo, de las ataduras que nos imposibilitan la capacidad de mantener relaciones sociales cuando nos encontramos en un físico estigmatizado. El rol que asumimos va más allá de nuestras posibilidades, no somos válidos para comprender cuál es nuestro papel, pues nos veremos influenciados por estímulos que nos aportan una falsa felicidad impuesta de manera inconsciente desde nuestro nacimiento.
Empíricamente somos una trayectoria de cicatrices, se trata de un viaje que nos ha llevado a donde estamos hoy, pues todas estas marcas no son más que relatos que toman nuestra piel, llenándola de capítulos, recuerdos.
Cognitivamente son esperanzas, deseos que se apoderan de nuestras decisiones y que se exteriorizan en temores y miedos que nos obligan a tomar elecciones erróneas
Mediante las representaciones de aquello que nos personifica, nos redescubrimos, incidimos en las heridas para así alcanzar una visualización donde ya no hay dolor. Una visión que habla en tercera persona, analizamos de una manera crítica lo que anteriormente nos inmovilizaba, la insistencia en aquello que nos daña ayuda a comprender como somos realmente. Obligarnos a mirar, a rasgar y plasmar con una mirada ciega de prejuicios.
Tal y como explica Melchior – Bonnet (1996) en su estudio crítico de la Historia del espejo:
[…] Las imágenes constituyen el símbolo de la pérdida definitiva de la identidad y de la desvalorización del sujeto. […] se vincula este fenómeno con la incapacidad del artista para reflejar adecuadamente las situaciones y las cosas más simples del mundo real – que se ha vuelto agresivo y engañador – así como las ideas, los elementos y los objetos impuestos por la sociedad.
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Querido...
La mujer siempre ha sido fuente de inspiración en el arte. ¿Cuál es la imagen que se proyecta de ella? ¿Estamos expuestas a una representación llena de clichés impuestos en una sociedad injusta y sexista?
Con cariño, este es mi mensaje.
Querido...
Antoine Van Dyck
Era una mujer destinada al tormento, a la auto-flagelación impuesta por ser considerada impura. ¿Qué la hizo encontrarse inmersa en una etiqueta que la envolvió hasta el fin de sus días?
Sus lágrimas de sangre bañaban su cuerpo desnudo, se sumergía en mareas que la arrastraban hasta parajes tenebrosos y oscuros, oscuros como su alma.
Vendió sus carnes, sus rincones más íntimos, quedó expuesta como una pecadora dama que será recordada por sus actos, por situaciones que en realidad, no vienen dadas por reflexiones y pensamientos propios, sino porque su órgano sexual podía ser recipiente de la perversión.
Su vientre era el cáliz de donde los vicios bebían, era fuente de imperfecciones, lagos de aguas oscuras. Amarrada, se ahogaba en sus lamentos, en sus penas, en sus esperanzas.
Querido...
Picasso
Señoritas recordadas por sus cuerpos, señoritas portadoras de desgracias. Asociadas al mal, destinadas a la nada. ¿Quién las busca? ¿Quién las quiere? Nadie. Incapaces de sentir, de querer.
Tan expuestas, tan expertas. Tan despreciadas, tan poco amadas. No son mujeres de respeto, están engendradas para el veto.
Sus carnes son historia de muchos, su corazón en cambio, un paraje nocturno habitado por calles desiertas, frías brumas y la luz de una luna que ilumina la ausencia.
Querido...
Jeff Koons
Viste de magia su sometida desgracia. Cuánta dulzura, qué hermosura, y que con que tacto es tratada.
Como un hada entre paisajes remotos, y sus admiradores, devotos a sus encantos y a sus llantos.
Su fruto prohibido es la pasión reencarnada en fémina, su corazón podrido el lamento que te extermina.
Fue salvada, arropada y conquistada, pues su destino la abordaba a una vida llena de desencantos.
Arcángel protector, viniste a ella como salvador. Malhechor del amor, no ensucies sus manos en vano, pues sus santos exigen clamor.
Querido...
Gustav Klimt
La ocultaron, la escondieron, la engañaron. La sociedad se avergonzó de ella. De diabla a Santa, de maldita a bendita.
Las lenguas hablaban mal, portadora de los peores augurios, del caos, de la muerte. No se les rinde homenaje a las criaturas que se apoderan de las tinieblas, se las disfraza, se las muda, se las entierra.
Salomé, ¿Dónde estás?
Venerada por otro nombre, respetada por la religión. Sus crímenes pasaron al olvido el día en el que lloró por un hombre. Sal en las heridas, cicatrices mal curadas. No se luchó por sus derechos, se enmascaró y se convirtió en otra mujer.
Salomé, ¿Dónde estás?
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Aquellos cálidos instantes se convirtieron en neblinas que humedecieron nuestras memorias. La calina nos enterraba entre arenas del tiempo, partículas que daban forma a aquellos recuerdos perdidos en bosques de fosca. La inmensa oscuridad nos acechaba, y bajo la tenue luz de las estrellas, buscamos dónde dar cobijo a nuestro último aliento.
Ahora no queda vida de aquellos suspiros, de aquella respiración que susurraba entre las arboledas alumbradas por una luna que llora por el olvido.
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Medusa

Los ángeles de la consciencia reclaman la liberación de la propia esclavitud, paz para la mente, una nueva mirada exenta de demonizaciones auto-inculcadas. Abrí la caja que me corrompe, que me aterroriza y que aún sabiendo que no soy capaz de soportar, me exprime en búsqueda de ideales puros de ensoñación.
Como Medusa petrificándose en su propio reflejo, abro brechas cerradas mediante el engaño y la falsa esperanza; la percepción de mi cuerpo me amuralla en un paraje oscuro del cual no consigo escapar. Una roca carbonática que se forma a partir de lágrimas, de llantos que me sumergen en la profundidad de un mar que nace de la putrefacción.
Me canto hasta enloquecerme, soy la sirena y el pescador embaucado.
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Les fleurs du mal
Como una rosa te clava sus espinas hasta desgarrarte la piel, y brotando la sangre; te empapa, te embauca, te seduce y su olor perdura por siempre en tus deseos más oscuros.
La mujer es el conjunto de lo prohibido, de como el ser humano sucumbe a sus instintos más básicos, no por la formación del mismo como un sujeto con unas necesidades reproductivas, sino por ser esclavo a la desenfrenada sexualidad que los genitales femeninos desprenden.
El ser hembra se ha considerado una penitencia. La hechicera del embrujo, la que te enloquece y te lleva a sus infiernos, la que bebe de tus miedos e ilusiones.
La historia quemó a sus paganas y esclavizó a sus devotas, pero no fue culpa de un posicionamiento desigual y opresor, fue la tentadora caja que Pandora decidió abrir.
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