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metamorfosis

Nunca pensé que sería una de esas personas que sonríen en las mañanas. Pero ayer, mientras caminaba al trabajo escuchando música y sintiendo el frío en mi cara, lo hice, sonreí con sinceridad y agradecimiento.

Hace un año sentía que moría, que cada parte de mí poco a poco se iba marchitado. Llegué al punto de ser un fantasma que iba por la vida cargando con sus propias exigencias, inseguridades y miedos.

Cada mes que pasó se llevó un pedazo de lo que yo era, para diciembre solo quedaba una envoltura maltratada y olvidada. Llegué al entumecimiento y a preguntarme "¿para qué?" cada que me tenía que levantar de mi cama.

Algunos lo llaman tocar fondo, para mí fue más un morir en vida. Fue pasar de sentir todo a sentir nada, a quedarme sin lágrimas pues ya todas habían rodado por mis mejillas, a sentir la garganta hinchada después de intentar gritar lo que me pasaba y no poder.

Hice pasar hambre a mi cuerpo y dejé de dormir porque incluso al cerrar los ojos el malestar me seguía atormentando. Fingí todo lo que pude, fingí sonrisas y bienestar, aguanté llorar cada cinco minutos y gritarle a la vida miles de porqués.

Me encerré no solo en mi habitanción, sino en mí misma, alejando a todo aquel que mostraba el más mínimo interés en mí.

Sentí que había una meta a la que tenía que llegar, y cuando la alcancé sentí nada. Eso me hundió aún más, había estado desgastandome en vano; no hubo premio de consolación ni un estallido de felicidad en mi interior. Si ni con esto me siento bien, ¿qué es lo que me espera en un futuro?, pregunté un día llorando debajo de mis sábanas.

Veía a todos a mi alrededor celebrar y llorar de felicidad por lo vivido, y yo me sentía fuera de lugar. ¿Han visto esas escenas en las que la protagonista está en medio de una fiesta y todos se ven borrosos de felicidad mientras en ella resalta la tristeza y pasividad?, pues así me sentía. Pero otra vez, fingí sentir algo. Me esforcé demasiado por disfrutar esos últimos meses, buscando experiencias y oportunidades.

Me rompí en mil pedazos, pero en lugar de dejar que vieran eso, usé cada parte de mí para reflejarlos en un intento de proyectar lo mismo que ellos.

Ese momento de mi vida parece -y se siente- muy lejano. Aún no puedo decir que estoy bien, pero sí que estoy mejor.

Estoy aquí, y estoy realmente, ya no me siento ausente.

Dudo recuperar todas las partes que perdí, pero ese daño me ha permitido descubrir y crear facetas de mí que nunca me imaginé que tendría. Me hizo ser más agradecida y amorosa, comencé a abrazarme y cuidarme.

Aprendí de las lágrimas y ahora mi tristeza es tranquila y liberadora. Supongo que es cierta esa frase cliché que habla sobre la calma después de la tormenta.

Ahora sonrío al respirar y sentir el aire llenar mis pulmones; sonrío al darme cuenta de lo que he superado; sonrío con las mínimas cosas; sonrío con esperanza.

De lo que murió nací de nuevo.

Pequeña Lex del año pasado: el dolor no fue para siempre.

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reminiscencia

Soy un manojo de recuerdos. A donde sea que veas en mi habitación encontrarás pequeñas partes de lo que he vivido.

Colecciono memorias con la intención de aferrarme a momentos y sensaciones, pues mi miedo a olvidar es inmenso.

Así como soy manojo de recuerdos, tambien soy manojo de miedos, y al mezclar ambos rasgos obtienes una ansiedad enorme, pero también una apreciación nunca antes vista.

Atesoro cada sonrisa, cada abrazo, cada roce de almas que tengo con alguien. Sin embargo, al mismo tiempo siento que me pierdo en la melancolía al pensar que ese momento se irá. Me invade la tristeza antes de que ésta llegue realmente.

El presente lo vivo al lado de fantasmas de mi pasado y la ansiedad del futuro. Es por eso que me cuesta soltar, y es por eso que mi habitación es un hoyo negro de recuerdos que me atormentan y me consuelan en la misma medida.

Soy los peluches de mi infancia guardados en una caja; soy las primeras rosas que me regaló mi pareja; soy el maletín lleno de cuadernos que me dejó mi abuelito; soy los atrapasueños que me han regalado personas que ya no están conmigo; soy el ángel de cerámica que me ha acompañado desde bebé; soy la maleta de fotos de mi infancia; soy cada libro que leí en la adolescencia; soy la estrella brillante que me dio alegría en un día lleno de tristeza.

Soy lo que viví, porque siento que el futuro aún no me pertenece (nótese que ni siquiera puedo decir mi futuro).

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recuérdame

No te has ido.

Estás en los cielos naranjas que tanto me gusta ver.

Te siento en el viento que me envuelve al caminar por las calles que solíamos recorrer.

Te escucho en las canciones que solías cantarme, en los "hermoso cariño" que susurrabas.

Estás presente en las acciones que hago con el corazón y con sinceridad, porque así me enseñaste a ser.

Te encuentro en mi reflejo al ver mi mirada fuerte y mi forma de caminar.

Siento tu compañía al fumar, aunque en vida te criticaba por hacerlo.

Lo abrazos que me das en mi sueños me acurrucan incluso al despertar.

Y en días como estos, donde todo está lleno de flores de cempasúchil y chocolate caliente, te siento aún más cerca y con más calidez.

Son días de libertad para mí, pues me permito pensarte y llorarte con el consuelo de que me estás abrazando.

Ten por seguro que nunca serás olvidado, incluso cuando en mi memoria no quede nada tú seguirás en los recuerdos de aquellos a quienes yo dé vida.

Fuiste, eres y serás alguien que valdrá la pena recordar y tener en lo alto.

Todos estos años he vivido por ti y así seguirá siendo, te llevaré a los lugares a lo que te faltó llegar.

Tú siempre conmigo y yo siempre contigo.

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sepultar

Los funerales siempre me han parecido un ritual bastante curioso y denso. En general la muerte me produce ese sentimiento.

Un día estás tranquilo con esa persona viviendo un momento más de sus rutinarias vidas, y al siguiente estás intentando sepultar una vida de recuerdos en una tumba de tres metros. Y lo peor es que esperan que ese momento sea suficiente para que logres superar lo que acaba de pasar.

¿Cómo va a ser posible reducir la existencia de alguien a un ataúd de madera? ¿Dónde pones los recuerdos, las risas y lágrimas? ¿Abrazar y llorar a los pies del cuerpo sin vida te va a devolver la tranquilidad que tenías antes?

El primer funeral que viví de forma significativa es un gran recuerdo borroso, todo a mi alrededor seguía avanzando y yo estaba congelada en el tiempo. Veía llorar a mi familia y yo solo me preguntaba "¿como llegué a esto?", me parecía increíble que una de mis personas más importantes estuviera frente a mí sin cantar y abrazarme como era su costumbre. La tranqulidad invadía su rostro y eso me hizo preguntarme si en algún momento yo me volvería a sentir así: tranquila y relajada.

¿Por qué le dedicamos solo unas horas a alguien que tuvo una existencia mayor que ese tiempo? ¿Cómo es que las cosas pasan tan rápido?

Incluso ahora, 8 años después, sigo sin poder concebir la magnitud de ese evento, se me hace demasiado difícil poner en palabras lo que pienso y siento al respecto.

La única pregunta constante en mi cabeza es "¿por qué?"

Y después mis pensamientos se convierten en un remolino de recuerdos que me llenan de calidez, pero que al regresar a la realidad me producen un vacío.

Y una de las cosas más curiosas es que la mayor parte del tiempo olvido que ya no está, no porque sea algo irrelevante en mi vida, sino porque siento que en algún momento regresará, como si solo se hubiera ido a un viaje muy largo.

Mi abuelito vive en mí, me acompaña cuando comemos nuestra comida favorita, se ríe conmigo cuando recuerdo cómo solíamos molestarnos. Creo que se ha convertido en la persona en mi cabeza a la que le cuento todo lo que siento y pienso, a quien le describo mis sueños y miedos, tal vez por eso no siento que se ha ido... nunca lo había pensado así, pero tiene mucho sentido (me hace ver las cosas de diferente forma, creo que he encontrado respuesta a una de mis preguntas).

Supongo que al final no enterramos del todo a las personas, es imposible hacerlo. Pero también es difícil llegar a ese punto cuando atraviesas por uno de los momentos más desgarradores de tu vida, donde sientes que todo termina al ver bajar el ataúd que poco a poco van cubriendo con tierra.

De cualquier forma...

Te amo siempre, abue, gracias por tanto.

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una pregunta indescifrable

Llego aquí por la necesidad de encontrar una respuesta, pero con la dificultad de ni siquiera identificar la pregunta. Tengo la -tal vez ilusa- esperanza de encontrar ambas partes de la oración escondidas entre las cosas que llegue a escribir.

Además, últimamente he estado viendo Sex and the City y la voz de Carrie ha tomado lugar en mis pensamientos, haciéndolos más ruidosos e interrogativos. ¿Habré encontrado ya la estabilidad amorosa que me acompañará toda la vida? ¿En algún momento seré lo suficientemente valiente como para irme y continuar mi carrera profesional? ¿Encontraré eso que me haga sentir -realmente- satisfecha? ¿Estoy por tener otro episodio depresivo o la pasividad ya se convirtió en parte de mí?

Mi cabeza es un nudo de pensamientos que no logro desenredar, pero hay algo que está todavía más enredado: mis sentimientos. ¿Qué estoy sintiendo realmente? ¿Qué estoy sofocando con la intención de no abrumarme?

Desde ya puedo saber que cada cosa que escriba estará llena de preguntas y, por ende, de instrospecciones (algo que me da miedo desde que mi psicóloga se fue de incapacidad). Supongo que será un reto: re-descubrirme y no dejar las cosas a medio hacer.

Tengo miedo, sin embargo, también siento emoción. Los dos componentes de estar viva, diría yo.

PD. Llevo minutos huyendo del botón de Publicar.