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xlittlebadger · 7 years
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Los señores Weaver
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Apenas siquiera quedaban dos alumnos de la promoción esperando ser seleccionados para sus casa. Dos alumnos que apenas se miraban, apenas miraban a algún sitio concreto. Demasiado nerviosos como para concentrarse en su compañero. —Veyer-Vienne, Maddie. —La llamó la profesora a cargo de aquel evento. Una jovencísima Maddie cruzó los pocos metros que la separaban del Sombrero Seleccionador con paso tranquilo, casi elegante para ser una niña. Su cabello moreno caía por los hombros, y mientras se ajustaba las gafas con un dedo, subió la escalinata hasta llegar al sombrero. Pronto este tapó la visión del Gran Comedor y en aquel lugar se hizo el silencio. — ¡Ravenclaw! —Apenas tuvo tiempo de pensar donde estaba cuando el sombrero habló, y la casa de Rowena Ravenclaw aplaudió dicha selección, mientras la docente quitaba el sombrero de la cabeza de la niña, dejando el cabello despeinado. —Weaver, Reuben. Apenas estaba bajando Maddie aquellas escaleras, cuando escuchó que llamaban al último niño de la selección, al cual le estaba dando, no deliberadamente, la espalda, pues buscaba un sitio donde poder sentarse. Reuben, contrario a su compañera, prácticamente saltó los escalones para sentarse en el taburete moviendo las piernas de manera incesante, deseoso ya de tener su sitio en aquella escuela. — ¡Gryffindor! —Dos segundos más que con Maddie tardó el sombrero en designar una casa para aquel compañero. Y apenas siquiera se dedicaron una mirada, pues Maddie se puso a hablar con aquella compañera que estaba sentada en frente, y Reuben fue pronto a reunirse con aquellos amigos que había hecho en el tren.
Maddie y Reuben eran completos desconocidos. Sí, estaban en el mismo curso y compartían algunas asignaturas, pero no tenían nada en común. Ni intereses. Ni tan siquiera amigos que pudieran haber permitido que se relacionaran entre ellos.
La ravenclaw era una alumna modelo, aplicada, de enorme memoria que sólo se asemejaba a su curiosidad por querer conocer todo lo que esa escuela pudiera ofrecerle. De espíritu tranquilo, había sabido organizar en su primer año un grupo de estudio con otros compañeros del curso con los que pasaba gran parte de su tiempo en la biblioteca. Lugar que el gryffindor no pisaba, bueno... muy ocasionalmente sí lo hacía, cuando tenía que buscar información para algún trabajo y su presencia se resumía a coger el primer libro que encontraba sobre la materia y sacarlo. Era más de actividades al aire libre, era el que había descubierto durante las primeras clases del curso que pociones se le daba mal y en lugar de buscar un modo de superarlo, se dedicó a sacar provecho gastando bromas. No era travieso, nunca se metía con otros compañeros, pero ver la cara roja del docente mientras el muchacho se las apañaba para liarla era algo que disfrutaba altamente.
Y afortunadamente, Maddie sólo sabía de estas cosas porque corrían rumores por el castillo de Hogwarts, que lograban que negara con la cabeza, pues no entraba en ella que pudiera existir una persona que disfrutara con esas actividades.
Reuben podría haber entrado en el equipo de Quidditch, pero la disciplina todavía no era lo suyo, ni madrugar... Por otro lado, Maddie con el paso de los meses en el castillo empezó a interesarse pronto, quizás demasiado pronto, por esa rama a la que se dedicaría en el futuro, pasando cada vez más tiempo en el despacho del profesor de la materia.
Maddie, aprovechando que casi todo Hogwarts había acudido a Hogsmeade, decidió salir de la biblioteca y terminar aquel trabajo para Estudio de Runas Antiguas. Era el primer año que daba aquella matería y quería sacar buenas notas, aun cuando esta se le estaba atravesando demasiado para su gusto... Y además, ya había ido a Hogsmeade en la anterior visita, tampoco consideraba que se fuera a perder mucho. Y sin embargo no fue tan bien como le hubiera gustado. Sentada en el suelo, mantenía su espalda apoyada en la pared de piedra de la fachada mientras repasaba de cabo a rabo el diccionario de Runas, tratando de localizar el sentido a aquel ejercicio avanzado que tenía que analizar. Le quedaba sólo la última parte cuando escuchó alboroto. Pronto figuras corriendo que pasaron por delante suya, mientras una de ellas se volvía para mirarla. — ¡Lo siento! —Le escuchó decir. No le costó mucho reconocerle. Reuben Weaver se encontraba en su clase de Runas Antiguas. En un primer momento, Maddie no entendía el motivo de sus disculpas, pues simplemente pensó que se debía a la manera en la que había pasado junto a sus amigos por el pasillo desolado. Sin embargo, en cuanto se volvió a su trabajo lo entendió. El bote de tinta había manchado todo lo que llevaba. Toda una semana de trabajo a la porra -pues Maddie era con trece una niña muy fina que no decía tacos-. Y sin embargo no se enfadó. Asumió su parte de culpa, pues un pasillo no era lugar para realizar esas actividades; y aprendió de sus errores. A partir de ese momento todos sus trabajos los hizo en la biblioteca o en la Sala Común. Y desde luego, tal manía perduraría tras terminar la escuela. Quizás por ello el karma se lo devolvió, o alguna fuerza semejante que te devolviera lo bueno en la propia vida y no en la siguiente, pues días más tardes el propio Reuben se le acercó para ofrecerle una disculpa formal, al parecer a uno de sus amigos le había sentado algo mal en Hogsmeade y habían tenido que llevarle corriendo a la enfermería, al tiempo que se ofrecía, una vez se enteró de los desperfectos, para ayudarla con el trabajo. Maddie no se negó, pues extrañamente reconocía que al gryffindor se le daba bien aquella asignatura.
Ni de cerca se debe pensar en aquello como el inicio de la relación. Ni siquiera de la amistad. Ambos seguían siendo demasiado diferentes y tras la entrega de aquel trabajo volvieron a sus vidas cotidianas. Cada uno por su lado. Maddie en su grupo de estudio, avanzando en Teoría de la Magia y logrando buenas notas en todas las asignaturas. Reuben con sus amigos, disfrutando de los buenos días en los terrenos, y pasando los días de lluvia y nieve en la sala común jugando al ajedrez, pues, aunque el muchacho estaba acostumbrado a aquel clima, como buen escocés que decía ser siempre, sus amigos no eran tan Mel Gibson en Braveheart.
Tercero dio paso a cuarto. El último curso en el que podías respirar hasta que terminaras la escuela, o al menos así lo bautizó Reuben mientras iba en el tren de camino a la escuela. Era el primero en cumplir año, y aun teniendo sólo quince, fue el primero en beber un whiskey de fuego -siendo también el primero en decir “nunca más voy a volver a beber” e incumplirlo en cuanto tuvo la primera oportunidad-. Divertido, bromista... aunque empezó a dejar de encontrar gracioso sus bromas en pociones, cosa que hizo que lentamente sus notas empezaran a subir. Después de cuatro años sentía que había que renovarse, y eso incluía hasta el dejar de hacer las mismas tonterías con el caldero. Aunque eso sólo le abrió un nuevo horizonte como el bajar por la barandilla de la escuela hasta donde pudiera llegar -concretamente hasta la enfermería, pues se pegó contra el suelo fracturándose el brazo-. Al tiempo que empezaba conocer a personas del sexo opuesto... Y a contar historias exageradas: “¿El brazo partido? Estaba tratando de perseguir un pixie que se había escapado de su jaula”.
Ajena a todas las locuras que Reuben llevaba a cabo apenas en la torre de al lado la mitad de las veces, Maddie empezaba a estudiar los libros de Adalbert Waffling, con quien se había carteado en el verano y pronto la había acogido bajo el ala de la Teoría de la Magia: Siempre era bueno tener nuevas incorporaciones en aquel área. Seguía con su grupo de estudio, que para el momento contaba con varios cursos que se reunían en la biblioteca o en los jardines, un grupo bastante aplicado que contaba con el favor de algunos profesores que en ocasiones ayudaban a los alumnos, o incluso realizaban clases avanzadas en diversas materias.
Oficialmente no había empezado quinto año. Todavía el tren que llevaba a los alumnos a Hogwarts no había llegado a Hogsmeade, aunque no faltaba mucho. En uno de los vagones finales, Reuben y sus amigos intercambiaban anécdotas sobre el verano, mientras competía con sus amigos por ver quién podía comer más píldoras ácidas seguidas, ganando por el momento el muchacho que dormía al lado de Reuben en la habitación de Gryffindor, aunque otro muchacho, un chaval de Slytherin, aseguraba que se le iba a hacer un agujero en la lengua antes de que llegaran a la escuela. En mitad de la anécdota que contaba otro de los chavales con una francesa que habría conocido durante las vacaciones, la puerta del vagón se abrió, y Maddie Veyer-Vienne asomó su rostro, mientras se agarraba a la puerta para no tambalearse por el movimiento del tren. — Chicos, estamos a punto de llegar a Hogwarts. Hay que ir poniéndose la túnica. —Igual que había llegado, se fue, cerrando la puerta tras de sí. Diversos suspiros surgieron, mientras recogían todo lo que había por medio en el vagón. —Maddie prefecta de Ravenclaw. Algo me dice que todo aquel que esté en su grupito de estudio va a tener mejores notas en durante el curso. No fue Reuben quién habló, pero en aquel momento no pudo evitar reír mientras se colocaba la túnica, con una píldora ácida en la boca.
Maddie consiguió en quinto año el título, y la insignia, de prefecta. Un cargo que nunca había tomado por voluntad propia, pues consideraba que le iba a quitar mucho tiempo, pero que sin embargo logró compaginar bien con sus estudios. Además, de tener acceso a más áreas de la escuela que antes, y quiera que no, a ella eso le gustaba. Aunque si hubiera podido, hubiera retrasado la obtención del título hasta sexto: Quinto año era el año de los TIMOs, y compaginar un curso pesado por los exámenes con un cargo nuevo que demandaba tantas cosas...
Sin duda, la muchacha dudaba que pudiera sobrevivir a todo aquello.
Otro que también dudaba de que pudiera sobrevivir al curso, aunque por motivos distintos, era Reuben. El adolescente miraba el final del curso como un foso al vacío al que se acercaba cada día que pasaba. Había empezado a clasificar las asignaturas que sabía que iba a poder aprobar junto con las salidas laborales que tenía, y por primera vez desde que hubiera entrado en Hogwarts vio una posible salida el Tribunal. Pero no la meditó mucho. Todavía tenía dos años para pensar. 
Si Maddie iba con la idea de aprobar todas las materias, y luego descartar con ayuda del mentor que se había agenciado aquellas que menos le iban a servir para su futuro, ya en el verano, con calma; Reuben tenía una firme idea de que al menos tres asignaturas no las iba a aprobar.
Cumpliéndose la mayoría de las previsiones, quinto año pasó. Maddie aprobó todas las asignaturas con buena nota, sin morir en el intento; a Reuben le quedó al final dos: Pociones y herbología, después de todo, igual su futuro no estaba en el estudio del medio; y tal y como había dicho aquel amigo que tenía, el grupo de estudio tuvo buena parte de las mejores notas... Pero eso ya no era ningún misterio, ¿verdad?
— ¿Verdad o reto? —Tirados en los jardines de la escuela, Reuben, junto al resto de sus amigos, jugaban a esto de manera tranquila. En este caso, le tocaba al Gryffindor responder. Reuben llevaba alternando verdad y reto durante toda la tarde, y aquella vez no iba a ser menos. —Reto. ¿Qué más se le podría pasar a sus amigos por la cabeza? Le había hecho entrar al bosque, subirse a la copa de un árbol y lograr que el calamar del lago sacara un tentáculo. Su compañero de Gryffindor se acercó al que tenía que proponerle el reto y le susurró algo en el oído antes de ir a sentarse a su sitio. —Pídele a Maddie Veyer-Vienne que vaya contigo el sábado a Hogsmeade. No fue algo aleatorio, los alumnos que habían logrado aprobar la asignatura de Herbología estaban saliendo de los invernaderos, y entre ello la prefecta de Ravenclaw, hablando con una de sus amigas. Reuben suspiró, pero se levantó del asiento y se acercó al grupo, con las manos guardadas en los bolsillos de la túnica. Normalmente no era él quién solía acercarse a las chicas. — Eh, Maddie. ¿Te puedo robar unos minutos?
Maddie aceptó ir a Hogsmeade aquel sábado. Tenía pensado ir al pueblo, pero no aceptó sólo por eso. Simplemente quería darle una pequeña lección, respondiendo de aquella manera contraria a la que posíblemente hubiera esperado. Pero en lugar de cancelar el evento, ambos acabaron yendo a Hogsmeade y disfrutando de una tarde juntos.
Desde tercero no habían disfrutado de un período tan largo de tiempo juntos, y las diferencias, provocadas por la madurez, se hicieron notar. Tras aquello, se empezaron a ver más a menudo, no salían, sólo se conocían. Maddie estaba bastante ocupada con tantas cosas que los ratos que pasaba con Reuben eran agradables, porque le hablaba de cualquier cosa menos los estudios u otras cosas de la escuela. La hacía reír con cualquier cosa que le había ocurrido, porque a Reuben siempre le habían ocurrido cosas, aunque la mayoría de las veces fueran inventadas.
— ¿En serio nunca has probado la pizza? En el verano antes de que entraran a séptimo, Maddie se llevó a Reuben a una pizzería muggle cercana a Londres. — ¿Qué? Suelo pasar más tiempo en locales mágicos. Siempre que oía hablar de la pizza pensaba que era... otra cosa. Frente a ambos había dos cajas de pizza. Reuben había preferido comprarlas para llevar e ir a comer a un parque, frente a la reticencia de Maddie que, como señorita, prefería comer sentada a una mesa, con sus cubiertos... — Pues están bastante buenas. — ¿Cómo se come ésto? —Si estuviéramos en el local con cubiertos, como no, pues con las manos. Ante aquella respuesta, Reuben cogió toda la pizza por dos extremos y la alzó con intención de darle un mordisco. Gracias al queso, los diversos trozos no se separaron, pero la carcajada de Maddie le hizo detenerse, mirándola. — ¿Qué ocurre? La muchacha le hizo dejar de nuevo la pizza en la caja, para separarle los diversos trozos. —Viene partida en trozos. No tienes que ser tan bruto.
Entraron en séptimo como amigos, y salieron como pareja. ¿Influencias mutuas? Por el momento pocas. Maddie seguía estando igual de centrada, igual de preocupada por los nuevos exámenes, y siendo aquella prefecta que tenía un grupo de estudios, del cual su pareja se reía porque los consideraba “los cerebritos” de clase, y de la escuela. Y Reuben seguía siendo el que gastaba bromas, el que volvía a pensar en aquellas materias que se iba a quitar, y sólo, cuando pensaba en todas aquellas que se le daban bien, empezaba a formarse en su mente la idea de trabajar en un Tribunal mágico. Él, que había roto varias de las normas de Hogwarts. Casi una ironía.
Ambos dejaban ser al otro, porque así se habían conocido. 
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xlittlebadger · 7 years
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#UniversoAlterno #30Years
(Esto son algunos datos que surgieron en un momento en el que roleamos a los personaje con 30 años. Cualquier cosa puede cambiar en cualquier momento~)
Con 24 años el padre de Adam murió en un accidente de tráfico.
Gracias a la intervención de la tía Helena, Adam pudo heredar la casa en la que vivió cuando era niño.
Sin embargo, vendió dicha casa y emplearía el dinero para comprar una casa en el páramo donde se iría a vivir con Gillian, con la que llevaba saliendo un par de años.
A los 25 años se casaría con ella y empezaría a vivir una vida más o menos asentada, aunque desde luego necesita irse al menos una vez al año a conocer nuevos lugares, y nuevas criaturas.
Al tener una vida asentada, comenzó a trabajar en la reserva de hipogrifo en la que una vez trabajó su madre, y que cambió su vida el verano antes de que entrara a quinto año.
Con 26 años llegó su primogénito, Douglas Reuben Weaver. (Cariñosamente, Dougie)
De un tiempo a esta parte (30 años) también ha empezado a cuidar criaturas en casa, debido al espacio de terrenos que tiene. Por el momento hay un hipogrifo y durante el AU apareció también un Puffskein
A los 28 años Gillian volvió a quedar embarazada, aunque perdió el bebé. Adam apenas habla de aquello por que no desea verla mal.
Con 30 años se ha visto de nuevo en la posibilidad de ser padre por segunda vez, esta vez de una niña, cosa de la que está encantado porque está más acostumbrado a cuidar de ellas debido a sus primitas.
Tiene un coche volador, que aprendió a manejar gracias a su abuelo, la parte mágica, y a su suegro, la parte muggle.
Nunca se contó, pero la niña se llama Candace Elizabeth Weaver. (A la que llaman Candy).
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xlittlebadger · 7 years
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+ Cuentas de rol
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Lucy D. Weasley // Gryffindor // Mestiza // Amante de la música // Twitter // Ficha
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Zelda L. Thorsen // Slytherin // Sangre Limpia // Necromante // Twitter // Ficha
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Evelyn November Smith // Hufflepuff // Sangre Sucia // Final Fantasy Fangirl // Twitter // Ficha
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Drew V. Grace // Ravenclaw // Mestiza // Loba con rastas y cafeinómana // Twitter // Ficha
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Dakota Mayfair // Ravenclaw // Mestiza // Vive de timar junto a su padre // Twitter // Ficha
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xlittlebadger · 7 years
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#AU30Years!
100 preguntas
Lista de pertenencias
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xlittlebadger · 7 years
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100 preguntas
Parte 1: Lo Básico de los personajes
1. ¿Cuál es tu nombre completo?
Adam Thomas Freeman Weaver
2. ¿Dónde y cuándo has nacido?
En el Royal Free London Private Patients Unit, Londres, el 12 de octubre.
3. ¿Quienes son o eran tus padres? (nombres, profesiones, personalidad...
Madre: Elizabeth Freeman (de soltera Weaver) Fallecida. Fue una mujer de sangre limpia que acudió a Hogwarts, siendo seleccionada para Hufflepuff. Elizabeth, antes de conocer a Thomas, trabajaba con animales mágicos; Primero recorriendo todo el mundo, conociendo todas las especies que existiese, después se instaló en una reserva de hipogrifos en el sur de Gran Bretaña puesto que la consideraban una experta en criaturas y le ofrecieron el trabajo. Dejó aquello tras conocer a Thomas, puesto que creía que su novia, y futura esposa, no tendría que estar haciendo esas cosas.
Padre: Thomas Freeman. Es un señor que ahora está en prisión. Antes de entrar, trabajaba en el mundo del comercio y de las finanzas. Es un muggle que aunque en un primer momento aceptaba a su esposa por ser bruja, las cosas extrañas que pasaban en ese mundo le superaron y acabó matándola.
4. ¿Tienes hermanos? ¿Cómo son?
Nop
5. ¿Dónde vive ahora y con quién? Describe el lugar y las personas que viven con él.
Actualmente vive en Fort William, Escocia, con sus abuelos maternos. 
Es una casa de dos plantas, y un trastero en una tercera planta. 3 habitaciones, dos baños, un aseo; cocina, comedor, salón y un despacho. 
Abuelo: Reuben Weaver. Un antiguo Gryffindor. Un mago que trabaja en el tribunal de la magia y que se lamenta de no poder aplicar las penas mágicas al desgraciado de su yerno. Es un señor que en su época de escuela se le daban mal las pociones, igual que a su nieto, aunque a diferencia de su nieto, usaba esta carencia como método por el cual hacer humor. También gustaba de presumir de su fuerza. Le encanta cocinar y es quién suele hacerlo en casa. 
Abuela: Maddie Weaver (De soltera Veyer-Vienne) es una antigua Ravenclaw. Es una bruja bastante reputada dentro del círculo de teóricos de la magia, ya que se ha dedicado a investigarla. Tiene numerosos volúmenes escritos, así como artículos. Es una señora algo seria, que no soporta la ignorancia en las personas. Sabe cocinar muy bien el pastel de calabaza, y suele mimar bastante a su nieto, aunque también como el abuelo. Ambos señores se arrepienten de no haber sabido ver lo que le pasaba a su hija, y no haberla librado del final que tuvo, aunque por ella intentan darle a Adam el mejor futuro que puede desear. 
6. ¿A qué se dedica?
Actualmente es estudiante de Hogwarts de la casa Hufflepuff. El futuro es spoiler (?
7. ¿Escribe una descripción completa sobre ti. Debes considerar altura, peso, raza, color de pelo, ojos y tatuajes, cicatrices o cualquier otra marca que le diferencie.
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Una imagen vale más que mil palabras. 
8. ¿A qué clase social perteneces?
Media tirando a alta.
9. ¿Tienes alergias, enfermedades u otras debilidades físicas?
Alergia a los gamusinos. Miopia. Y algún que otro trauma.
10. ¿Eres diestro o zurdo?
Diestro.
11. ¿Cómo suena tu voz?
https://www.youtube.com/watch?v=dxggfnXYMjQ
12. ¿Qué frases o palabras usas con frecuencia?
Suspiro. Suspira o resopla como forma de comunicación. 
13. ¿Qué llevas en sus bolsillos?
Normalmente lleva comida de lechuza, chicles... Ocasionalmente las llaves.
14. ¿Tienes tics, manías, hábitos extraños u otras características que le definan?
Resoplar, Suspirar. Revolverse el cabello. Colocarse las gafas cuando quiere tomarse un tiempo para responder algo.
Parte 2: Crecimiento
15. ¿Cómo describirías tu infancia en general?
Altibajos. Altibajos entre felicidad y la amargura. 
16. ¿Cuál es tu recuerdo más temprano?
Estar en la reserva de hipogrifos con su madre. Tendría tres años. Y recuerda que fue allí sin su padre. Durante la infancia se preguntó el porqué su padre no fue con ellos, más tarde logró imaginarlo.
17. ¿Qué estudios tienes?
El colegio muggle nada más. 
18. ¿Lo pasabas bien en la escuela?
(Escuela muggle) En resumen, no. Le gustaba aprender, pero no le gustaba el ambiente donde lo hacía. 
19. ¿Donde has aprendido tus habilidades?
En los libros. Los libros de su madre, los libros de sus abuelos, todo libros. Ahora que está en Hogwarts pues está aprendiendo nuevas habilidades.
20. ¿Has tenido modelos a los que seguir en tu infancia o adolescencia? 
Su madre. Su madre es el modelo a seguir. 
21. Al crecer... ¿Qué tipo de relación mantenias con los miembros de tu familia?
Su madre murió cuando tenía siete años. Tras eso, Adam la hizo una figura casi presente en su vida, aunque también estaba. Sin embargo, a partir de los siete años empezó a buscar formas de sentirla cerca, o de sentir que se acercaba a ella. Una de esas cosas fue empezar a leer y documentarse sobre las criaturas mágicas.
Su padre acabó en prisión tras el asesinato de su esposa a manos de él. Adam perdió, por voluntad propia, cualquier contacto con él, pues su mera presencia y todo lo que significaba le producía verdadero temor. Los intentos por parte de los abuelos paternos de que fueran a verle no resultaban.
Su abuela Maddie se convirtió en su única abuela, o a la única que trata como verdadera abuela. Debido a ser una bruja, antes de los siete años Adam apenas tiene recuerdos de ella, y de su abuelo Reuben, sin embargo una vez que fue a vivir con ellos, su abuela se hizo esa figura de la que aprender muchas cosas pues es una figura importante dentro de su sector.
Su abuelo Reuben, igual que su abuela Maddie, se convirtió en su único abuelo. Es el abuelo que le consiente, que detrás de la abuela le hacía reír y el que era más permisivo ante cualquier cosa. Fue gracias a él que aprendió cosas sobre el mundo mágico, de cara a las leyes y tal.
Su abuela Sally, la abuela paterna, era una figura que intentaba ejercer invitando a su nieto a casa a comer tras la escuela. Sin embargo sólo buscaba el buen entendimiento entre él y el padre del niño, cosa que nunca tenía. Una mujer seria, cotilla, católica... Era todo lo opuesto a lo que la abuela Maddie era, y Adam lo notaba, sintiéndose más cercano a su abuela escocesa.
Su abuelo Patrick es la tercera figura de quien más ha heredado detalles en cuanto personalidad tranquila. Una figura callada, que siempre le felicitaba por los logros, y parecía hacer oídos sordos a las desgracias. Adam siempre ha considerado que su presencia le incomoda, sin embargo la realidad es que el hombre no desea obligar a su nieto a que vaya al lugar si no lo desea, como Sally pretende. Él solo quiere un acercamiento de su nieto sólo si él quiere, pues entiende lo complicado que debe ser para Adam toda esa situación.
Su tía Helena es quizás de la familia paterna la persona con la que mejor se lleva, pues el paso de confesar que es mago con ella no es necesario. Ella ya lo sabía. Es una mujer que siempre le está protegiendo cuando se encuentra en las comidas familiares, pues ella pasa por algo semejante debido a casarse con alguien con un pensamiento opuesto al de su familia.
Su tío Sebastian, también llamado “El marido de tía Helena”, es un hombre del que Adam aprende mucho. Ahora que está en Hogwarts ambos tienen debates largos sobre diversas posiciones (mágica y muggle) sobre temas científicos.
Por último está su prima Felicity. Apenas un bebé, pero lo más semejante que Adam tiene a una hermana pequeña.
22. ¿Qué querías ser cuando fuera mayor, de pequeño?
Quería ser veterinario. De niño, cuando su madre hablaba de lo que hacía con animales, él siempre había pensado que había estudiado eso. 
23. ¿Cuáles eran tus actividades favoritas de pequeño?
Leer. No ha sido un niño muy activo. 
24. ¿Qué rasgos de personalidad tenías cuando eras niño?
Tímido, callado, serio... Era menos irónico y sarcástico que ahora, y por supuesto resoplaba mucho menos.
25. ¿Eras popular de niño? ¿Quiénes eran tus amigos y cómo eran?
No. ¿Amigos antes de ir a Hogwarts? ¿Eso existe?
26. ¿Cuándo y cómo fue tu primer beso?
No lo ha dado.
27. ¿Eres virgen? Si no lo eres, ¿cuándo y con quién perdiste la virginidad?
Nop
28. Si eres un ser sobrenatural (por ej. mago, hombre lobo, vampiro), cuenta la historia de como te has convertido o has aprendido tus propias habilidades. Si eres un humano normal, describe cualquier influencia que te haya llevado a hacer lo que haces hoy.
Heredado. Universo HP. 
Parte 3: Influencias pasadas
29. ¿Cuál consideras el evento más importante en tu vida hasta ahora?
La muerte de su madre.
30. ¿Quién ha tenido la mayor influencia en ti?
Su madre. Luego sus abuelos maternos.
31. ¿Cuál consideras tu más grande logro?
¿Aprobar todas las asignaturas de primer año?
32. ¿Cuál es tu mayor arrepentimiento?
Haber tenido los ojos abiertos. 
33. ¿Qué es la cosa más mala que hayas hecho?
No recuerda haber hecho cosas malas de verdad...
34. ¿Tienes algún antecedente criminal?
No
35. ¿Cuál fue el momento en que mas te has atemorizado?
El día en el que murió su madre. Primero porque temió por su vida, y luego porque no sabía que pasaría con él.
36. ¿Cuál es la cosa más embarazosa que has hecho?
”Abuelos... Unos amigos vendrán este verano a casa...”
37. Si pudieras cambiar una cosa de tu pasado, ¿Cuál seria, y por qué?
Quizás... El haber aceptado seguir yendo a la escuela muggle, pues sólo le ha traído más problemas. Pero tampoco se arrepiente.
38. ¿Cuál es tu mejor recuerdo?
Recibir la carta de segundo año, pues significaba que iba a poder volver a la escuela con todos sus amigos.
39. ¿Cuál es tu peor recuerdo?
La muerte de su madre. Aunque quizás más darse cuenta que nunca más la vería.
Parte 4: Creencias y opiniones
40. ¿Eres básicamente optimista o pesimista?
Pesimista.
41. ¿Cuál es tu mayor temor?
Ser igual que su padre
42. ¿Cuáles son tus puntos de vista sobre la religión?
Actualmente está alejado de la religión. Creció en un ambiente católico apostólico, yendo a un colegio religioso, y viendo a su padre y a su abuela paterna ejerciendo, a su modo de verlo, una doble moral importante.
Al irse a vivir con sus abuelos maternos, y estos no tener ninguna religión definida, se puede decir que empezó a abrazar el ateísmo. 
43. ¿Cuáles son tus puntos de vista sobre la política?
-
44. ¿Cuáles son tus puntos de vista sobre el sexo?
-
45. ¿Podrías matar? Bajo que circunstancias encontrarías el matar algo aceptable o inaceptable?
No, aunque lo aceptaría como forma de autodefensa.
46. En tu opinión, ¿qué es la cosa más malvada que un ser humano puede hacer?
Matar a alguien. 
47. ¿Crees en la existencia de las "almas gemelas" o el amor verdadero?
Complicado decidir ahora mismo.
48. ¿Qué crees que hace a una vida exitosa?
Tener gente en la que confiar.
49. ¿Cuan honesto/a eres sobre tus sentimientos y pensamientos(por ej. ¿Escondes tu verdadera forma de ser de los otros? ¿De que forma?)?
Aunque siempre evita enfadar a los demás, lo cierto es que no por ello oculta sus pensamientos o sus sentimientos, pues considera que la sinceridad es algo importante.
50. ¿Discriminas o tienes prejuicios?
No. 
51. ¿Hay algo que te rehúses a hacer bajo cualquier circunstancia? Por qué te rehúsas a hacerlo?
A parte de matar a alguien o a algún animal, nada.
52. ¿Por qué o quién, si es que hay, morirías (o harías otras cosas extremas)?
Sus abuelos maternos y quizás sus amigos más cercano.
Parte 5: Relaciones con otros
53. En general, ¿Cómo tratas a los otros (Atentamente, de forma ruda, manteniéndolos a distancia, etc.)? Tu forma de tratarlos cambia según cuan bien los conozcas, y si es así, cómo cambia?
Adam es muy atento a las personas que le rodean, pues aunque ahora confía más en la gente, lo cierto es que hubo un tiempo en el que no era capaz de hacerlo. Le gusta que la gente sea sincera con él, y quizás puede llegar a ser algo pesado. Suele tener mucho cuidado cuando toca ciertos temas.
54. ¿Quién es la persona más importante en tu vida y por qué?
Su madre. Y sus abuelos maternos.
55. ¿A quién respetas mas y por qué?
A sus abuelos maternos.
56. ¿Quienes son tus amigos/as? tienes un/a mejor amigo/a? Describe a esa gente.
Esto creo que ya se sabe. *cejeo cejeo*
57. ¿Tienes un/a cónyuge o persona de afecto? Si es asé, describe a esa persona.
*Spoiler*
58. ¿Te has enamorado alguna vez? Si es así, describe lo sucedido.
Actualmente no. 
59. ¿Qué buscas en un/a potencial amante?
Ahora mismo no busca nada.
60. ¿Cuán cerca estas de tu familia?
De su familia materna está muy cerca. De su familia paterna sólo está muy cerca de sus tíos y prima.
61. ¿Haz iniciado tu propia familia? Si es así, descríbelos. ¿Sino es así, Quieres? Por qué o por qué no?
*Spoilers*. 
62. ¿Cómo reaccionarias si estuvieras desesperado/a por ayuda?
Se estresaría. Se estresa con mucha facilidad. 
63. ¿Confías en alguien para protegerte? Quién, por qué?
En sus abuelos y quizás en sus amigos más cercano.
64. Si murieras o te extraviaras, ¿quién te extrañaría?
Quién sabe. No es algo que él tenga que decir.
65. ¿Quién es la persona a la que más desprecias y por qué?
A su padre.
66. ¿Tiendes a discutir con las personas, o a evitar conflictos?
Evitarlos. A toda cosa.
67. ¿Tiendes a tomar el rol de liderazgo en situaciones sociales?
No, más bien lo evita.
68. ¿Te gusta interactuar con grandes grupos de gente? por qué o por qué no?
En un primer momento lo evitaba. Ahora no le importa. 
69. ¿Te importa lo que los demás piensen de ti?
Le importa lo que personas cercanas piensen de él.
Parte 6: Gustos y desagrados
70. ¿Cuál es o son tu/s hobbie/s o pasatiempo/s favorito/s?
Ir al bosque prohibido, a las cercanías y buscar animales.
71. ¿Cuál es tu posesión mas atesorada?
Los viejos cuadernos de su madre en los que anotaba todas las cosas que aprendía por su cuenta sobre los animales, las criaturas.
72. ¿Cuál es tu color favorito?
El azul. 
73. ¿Cuál es tu comida favorita?
El pastel de calabaza de su abuela.
74. ¿Qué, si lo hay, te gusta leer?
A parte de los libros de criaturas, novelas. 
75. ¿Cuál es tu idea de buen entretenimiento (considera música, películas, arte, etc.)?
Leer libros, ver vídeos, escuchar música... Cualquier cosa de alguien que acaba de descubrir el internet.
76. ¿Fumas, bebes, o usas drogas? Si es así, Por qué? Quieres dejarlo/s?
No.
77. ¿Qué haces en tu típica noche del sábado?
Estar tirado en la cama leyendo. Es un niño.
78. ¿Qué te hace reír?
Realmente pocas cosas le hacen reír, aunque muchas le hacen sonreír.
79. ¿Qué, si lo hay, te impacta u ofende?
Hasta el momento pocas cosas.
80. ¿Qué harías si tuvieras insomnio y debieras encontrar algo para relajarte?
Adelantaría deberes o practicaría pociones. 
81. ¿Te entiendes con el estrés?
No.
82. ¿Eres espontáneo/a, o siempre necesitas planear?
Siempre planear.
83. ¿Qué te hace enfadar?
Nada. Adam ha desarrollado una capacidad de paciencia infinita para no enfadarse. Pues las peleas, los enfados y tal le recuerdan a su padre, y ya si es por él...
Parte 7: Imagen personal y etcéteras.
84. Describe la rutina de un día normal para ti. ¿Cómo te sientes cuando esa rutina se ve interrumpida?
Levantarse, hacer la cama, ducharse, vestirse con el uniforme, ir a desayunar, ir a clase. Comer. Ir a clase, si tiene clases por las tardes, meterse en la biblioteca a hacer los deberes, ir a cenar, charlar un rato con sus amigos, volver a Hufflepuff, leer y dormir hasta el día siguiente.
ESTRES.
85. ¿Cuál es tu más grande fortaleza como persona?
La paciencia infinita.
86. ¿Cuál es tu mayor debilidad?
La visión que tiene de sí mismo, pues nunca se vería capaz de mejorar.
87. Si pudieras cambiar algo de ti mismo/a, ¿qué seria?
¿La seriedad?
88. Generalmente, ¿Eres introvertido/a o extrovertido/a?
Introvertido.
89. Generalmente, ¿Eres ordenado/a o desordenado/a?
Ordenado.
90. Nombra tres cosas en las que te consideres muy bueno/a, y tres en las que te consideres muy malo/a.
+Criaturas mágicas, Historia, Saber escuchar.
- Dar consejos, pociones, deportes.
91. ¿Te gusta como eres?
Sí. Generalmente
92. ¿Cuáles son tus razones para ser un/a aventurero/a (o hacer cualquier cosa heroica que un personaje de RPG haría)? Las razones reales por las que lo haces difieren de las que dices en publico? (Si es así, detalla ambos grupos de razones)
Busca aprender.
93. ¿Cuál es la meta que más deseas cumplir en tu vida?
Ser magizoólogo. Aunque todavía se ve alguien 
94. ¿Donde te ves en 5 años?
Estudiando para los EXTASIS.
95. Si pudieras elegirlo, ¿Cómo te gustaría morir?
Durmiendo.
96. Sabes que vas a morir en 24 horas, nombra tres cosas que harías antes de que se te acabe el tiempo.
Complicado saber, es un niño.
97. ¿Por qué cosa te gustaría mas ser recordado/a luego de tu muerte?
Por ser alguien que hizo algo bueno en el mundo.
98. ¿Cuáles tres palabras describen mejor tu personalidad?
Sincero, confiable, amistoso
99. ¿Cuáles tres palabras usarían los otros para describirte?
100. (pregunta para el escritor) Si pudieras, ¿Qué consejo le darías tú a tu personaje? (Puedes hacer de cuenta que lo/a tienes sentado/a frente a ti y usar el tono adecuado para que el/ella preste atención a tu consejo)
*Voz amigable porque es el personaje que una ha visto crecer, literalmente, y el cariño es verdadero, es casi como un hijo y feel like a mother* 
(Consejo para los 13 años): El miedo está bien, mientras no te paralice ni te impide realizar cosas.
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xlittlebadger · 7 years
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Los Caballos del Apocalipsis se llaman Thestrals.
Tras un par de meses encerrado en la biblioteca, y en aquella biblioteca que había encontrado junto a sus amigos, Adam empezaba a pensar que había perdido la cabeza. No había ninguna mención a animales, presumiblemente mamíferos, esqueléticos y con alas de murciélagos. También estaba el hecho de que nadie, salvo Gillian, parecía tener idea de a lo que se estaba refiriendo cuando los describía, nadie parecía verlos. Y sin embargo él los veía, y cada día que pasaba en el que no encontraba respuesta notaba como su ansiedad aumentaba.
Y aun así no tiraba la toalla, no salía de la biblioteca, no soltaba el libro. Siempre cogía otro, y después otro, pues soltarlo, sentía, era perder definitivamente la cabeza y reconocer que se había vuelto loco.
Septiembre. Octubre. Noviembre... Los días cada vez eran más cortos, aunque para el muchacho aquello no importaba, ni siquiera se daba cuenta. Cuando no estaba en clase, estaba en la biblioteca. Y cuando no, se iba a las cocinas a comer algo, a coger comida para llevársela a su nueva sala de lectura.
No sabía si el resto de sus amigos entraban en los pasadizos, al menos cuando él estaba no. Agradecía que no ordenaran aquellos libros, pues Adam había dejado por el suelo todos aquellos que había cogido o había leído, para no confundirse con la cantidad que seguía en las estanterías. Ya los recogería si es que alguna vez terminaba con aquello.
En aquel momento estaba leyendo una recopilación de cartas y hojas sueltas de diarios escritas y encontradas en un período de tiempo que se estimaba en la Edad media. Eran escritos tanto por alumnos como profesores. A medio libro estaba el diario de un docente. Apenas diez hojas de tamaño cuartilla. 
Pero Adam tuvo que leerlas varias veces, pues decían mucho más de lo que aparentaba en un primer momento.
“Hoja I:
¿Cómo volver a dar clases? ¿Cómo mostrar interés por aquello que hasta hace dos meses me absorbía la vida, cuando mi vida ahora está vacía? Me absorbí demasiado, lo reconozco. Te desatendí. Y cuando quise darme cuenta sólo alcancé a llegar y escuchar un último te quiero.
Te he perdido y ahora no soy capaz de absorberme en las futuras clases. Volver a Hogwarts no me llama; salir de estas cuatro paredes no me llama; fingir que volver a ver esas caras de fascinación e inocencia ante lo desconocido me resulta divertido no me atrae. Sólo quiero dejarme morir en esta cama”.
“Hoja II:
Hoy he salido por los terrenos. Al parecer hay algo desconocido en el lugar que se ha instalado cerca de la escuela y nadie sabe lo que es. Los profesores hemos acordado hacer rondas para evitar que los alumnos no corran peligro.
Mas eso no es lo más extraño.
He encontrado al anima que da problemas, su mera imagen ha removido sentimientos en mí que hacía tiempo no sentía: La tristeza y desesperación me han abandonado por una vez y ahora siento miedo”.
“Hoja III:
He vuelto a los terrenos.
Después de varias semanas postergando mi ronda debido a diversas dolencias, hoy no he podido poner ninguna escusa. 
Al parecer mis compañeros docentes no han sido testigos de lo mismo que yo.
Una desconfianza me atacó y con el crucifijo en mis manos seguí aquel camino que las bestias llevaban por los terrenos.
A diferencia del otro día, hoy encontré varios. Cuatro en total.
Los rezos no afectaron, aquellas bestias ni se inmutaron. ¿Tendrían dueños? 
No me quedé a comprobarlo”.
“Hoja IV:
El Apocalipsis ha contado siempre la historia de cuatro caballos junto a sus cuatro jinetes. El año 1000 hace varios años que se ha superado, mas quizás el fin del mundo no era el año 1000, sino 1000 años después de la muerte de Jesucristo. 
Los cuatro jinetes están merodeando Hogwarts. Los inquisidores no iban a estar errados. El diablo está viniendo a buscarnos para encontrar entre los magos sus primeros seguidores. La consumación de la historia se iba a llevar a cabo, y sólo esperaba que San Agustín tuviera razón cuando hablaba de la victoria de la Civitas divina.
¿Ha existido algún mago mártir en la historia?
Seguro que nunca fue inglés.
Que Dios nos pille confesados”.
“Hoja V:
Ayer nos llamaron a los docentes. El directo estaba alertado. Un alumno había llegado hasta su despacho para afirmar haber visto unos extraños animales en los terrenos que nunca antes fueron vistos en la escuela.
El director nos preguntó a los diversos profesores si habíamos sido testigo de algo semejante.
No pude mentir.
Reafirmé las palabras del alumnos, generando entre mis compañeros extrañeza. Las clases se paralizaron. Había que encontrar a esos animales.
Me ofrecieron acompañar a mis compañeros en busca de esas criaturas, pero me negué. Ya tenían a aquel alumno predispuesto a echar una mano.
Y yo no tenía ganas de encontrarme cara a cara con los esbirros del diablo.
Hasta el momento no se sabe nada”.
“Hoja VI:
Lo extraño ha entrado a Hogwarts. Y me volvieron a hacer llamar tras varios días. Habían encontrado a las bestias, o en parte. A pesar de que fue un grupo de siete personas, junto al alumnos los que acudieron a buscar a aquellas criaturas, sólo el alumno y el director fueron testigos. Y luego estaba yo.
No deseaba volver, pero no me dieron lugar a negarme. El director me lo pidió y yo sólo soy un mero servidor.
Reformulo lo dicho anteriormente.
Sólo aparentemente el director, aquel alumno y yo éramos los únicos en ser testigos de aquellas criaturas.
¿Se estará comunicando el demonio con nosotros?
Quizás esté más cerca eso de reunirme con mi amada de lo que creía”.
“Hoja VII:
Ha pasado casi medio año desde la primera vez que vi aquellos animales. Y fe no ha flaqueado. Durante estos meses varios alumnos más han manifestado ser testigos de aquellos animales. Resulta extraño, pero a pesar de aquella apariencia tan escabrosa, luego resultan ser animales muy mansos. ¿Sera esa imagen que muestran una forma de alejar el peligro?
¿Una nueva forma que Dios nos ha puesto en la Tierra para demostrarnos que no tenemos que fiarnos de las apariencias?”
“Hoja VIII:
Finalmente el directo nos ha reunido a todos los que hemos dicho ser testigos de aquellos animales. El verano está cerca y quiere resolver el misterio antes de que lleguen las vacaciones, por si acaso cuando volvamos a la escuela han desaparecido, del mismo modo que aparecieron en nuestras vidas.
Todos los misterios, dijo, debían intentar resolverse.
Permanecimos en el salón durante horas, simplemente hablando, buscando cosas en común: Ciudad de nacimiento, provincia, si estábamos bautizados, confirmados, si hemos estado en tal lugar, comido tal cosa...
Habían diez personas, dos adultos y ocho alumnos, sentados e intercambiando vivencias.
Finalmente sólo hemos encontrado una cosa en común. Todos hemos visto morir a alguien.
Querida mía, ¿es esto una maldición que me has lanzado por no estar contigo tanto como me gustaría, o un don de hacerme ver cosas que la mayoría no puede a fin de que aumente mi fe?”
“Hoja IX:
Thestral. Ese es el nombre que le hemos dado a esas criaturas que parecen haberse acomodado en la escuela. En verano tuvieron crías.
Cada día que pasa se descubren nuevas especies. 
¿Cuántos animales habrán más por el mundo que se harán visibles en determinadas experiencias?”
La décima hoja era una ilustración que llevaba por título “Thestral”. A pesar de los años que tenía, no había duda. Aquella imagen era semejante a la del anima que había visto. 
Así que Thestral...
Sabía que había algo malo con esa especie, aunque no había imaginado que realmente lo malo, en cierto modo, estaba dentro de él. Cerró el libro, mirando a su alrededor.
Ver a alguien morir. Tenía sentido. Gills veía a las personas morir debido a... lo que fuera. Y luego esta él. Él había visto también esa forma fe muerte.
Se levantó del suelo, llevando consigo el libro que guardó en su mochila. Tenía que enseñárselo a su amiga, después de todo lo que le había ayudado...
Aunque esperaba, muy a su pesar, que no le hiciera aquella pregunta casi natural a raíz de las informaciones que habían ahí vertidas. 
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xlittlebadger · 7 years
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Fumos
Finales de septiembre.
La segunda práctica de Defensa Contra las Artes Oscuras no fue mejor que  la primera. Vale, Adam había ido con la idea de que iban a revisar los hechizos de la clase anterior, pero no. El docente iba a clase por día y si no te había salido bien la clase anterior o te buscabas la vida o hacías tutorías...
El muchacho prefería buscarse la vida.
Aquel nuevo día de clase dieron dos hechizos: Fumos y Lumos. El segundo parecía que era el habitual, sin embargo Adam nunca pensó que un lumos, un simple lumos, podría tener tantos matices.
Sin embargo, de nuevo, al no lograr que ninguno de los dos le salieran en condiciones decidió practicar en primer lugar el primero. Fumos era el hechizo nuevo y el que podría servirle como defensa. No le gustaba atacar porque no deseaba hacer daño a nadie, y vamos... ¿Qué necesidad había de atacar a alguien aunque fuera de prueba?
Salió a los terrenos para poder practicar en un lugar abierto, por si acaso el hechizo salía mal y acababa mal parado. El humo podía resultar ser mortal en determinados casos.
El movimiento era sencillo, tenía que hacer una espiral, y la pronunciación más sencilla todavía.
—Fumos.
Y contra todo pronóstico lo consiguió. Consiguió que el humo saliera de su varita y tapara su figura. ¿En serio le había salido? Vale sin duda no se lo creía y solo empezó a hacerlo cuando el humo comenzó a dispersarse, dejándole ver el otro lado.
A lo mejor Defensa Contra las Artes Oscuras no se le daba tan mal como había podido jurar en un primer momento, porque al menos, hasta el momento, no le había explotado ningún hechizo en la cara.
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xlittlebadger · 7 years
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Verdimillious
Septiembre
Después de Vermillious, Adam tenía que aprender a realizar de manera correcta el Verdimillious y así estaría en perfecta condiciones para poder condiciones para poder seguir el hilo de las clases prácticas.
Igual que le pasaba con el Vermillious, el niño no deseaba atacar nada, por lo que se quedaría con la parte más suave, o light del hechizo. Iluminar una estancia.
Sí, eso lo podría realizar también con un lumos, pero la gracia del Verdimillious es que podía revelar objetos ocultos con magia. Lo cual podía resultar bastante útil.
Igual que en la práctica que había tenido anteriormente, Adam fue hasta uno de los almacenes que había en el castillo. Sacó la varita y recordó la manera en la que se debía realizar el hechizo. Girar la varita con un movimiento circular sobre la cabeza al tiempo que se decía el hechizo.
—Verdimillious. 
El resultado tenía que ser chispas verdes, que eran las que daban nombre al hechizo. Pero allí no había chispas verdes. ¿Por qué tenía que costarle tanto realizar los hechizos? A la mayoría de sus compañeros le salían a la primera, o al menos le salían durante la clase práctica. 
Pero luego estaba él, que tenía que practicar fuera de la clase para no estar perdido en la asignatura.
—Verdimillious. 
Una luz verde salió de la varita iluminando por unos instantes toda aquella estancia de un tono verdoso. ¿De verdad esperaba que después de tantos años estando aquella escuela, iba a llegar él y descubrir objetos ocultos o siquiera algo que no hubiera sido descubierto hacía siglos?
Iluso.
Una vez aquella luz se apagó, Adam guardó la varita y salió de la estancia con las manos guardadas en los bolsillos. 
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xlittlebadger · 7 years
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Vermillious
Septiembre
Adam salió de la primera clase práctica de Defensa Contra las Artes Oscuras pensando que era un completo negado para cualquier asignatura que tuviera que ver con movimientos bonitos de varita. Aunque también con la idea de que Defensa Contra las Artes Oscuras era una mejor asignatura para él que el resto. Al menos en aquella primera práctica no había hecho explotar nada.
En aquella clase había aprendido dos hechizos muy semejantes: Vermillious y Verdimillious, que pese a tener una pronunciación muy igual, sus resultados y el color del hechizo era bien distinto.
Sin embargo, aquella tarde Adam iba solo a practicar uno de ellos, el Vermillious. El segundo lo dejaría para el día siguiente o para cuando terminara de salirle el vermillious, porque no estaba del todo seguro de conseguirlo ese día.
Se había ido a uno de los almacenes que había por todo el castillo, entrando en el que tenía más pinta de ser menos usado y el que tenía ratas correteando por el suelo. No iba a emplear el hechizo para atacar a nadie, pero el profesor había dicho que también podía servir para ahuyentar a aquellos animales. Ahuyentar no estaba tan mal como atacar.
Se dispuso frente a una de las cajas que había, en el que un par de ratas le miraban con cara de desconcierto y las apuntó con la varita. 
—Vermillious. —Pronunció realizando el movimiento de mano adecuado y esperando ver surgir aquellas chispas rojas que, según él, daban nombre al hechizo.
Sin embargo no hubo chispas rojas. Por no decir que no hubo nada.
Adam resopló recordando como en el aula práctica de la asignatura le había pasado exactamente lo mismo.
— ¡Vermillious! —Repitió, esta vez con más seguridad.
De nuevo nada. Casi podía escuchar a aquellas ratas estar riéndose de él, pese a que los animalitos no habían proferido ningún ruido y seguían allí quietas, mirándole como si hiciera años que no hubieran visto a ningún ser humano, y el polvo que tenía aquellas cajas le hacían ver que posiblemente hacía años que ningún ser humano, vivo al menos, se paseaba por aquel lugar.
— ¡Vermillious! —Remarcó los movimiento de la varita, así como la pronunciación del hechizo. 
Esta vez dio resultad. A la tercera iba a la vencida. Unas chispas rojas bermellón salieron de la varita dirigiéndose hacia las ratas, aunque sin llegar a tocarlas, pues estas salieron corriendo profiriendo los típicos chillidos de roedores.
Con temor de tener una avalancha de ratas encima con sed de venganza hacia su persona, Adam salió corriendo de aquel lugar, feliz como una perdiz. 
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xlittlebadger · 7 years
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Querido Chase:
Verano. Primer año
“Querido Chase:
Hola, Chase:
¡Hey, Chase!
¡Chase, buenas!
Quizás no sea el mejor saludo del mundo, pero veo que me quedo sin pergamino sólo pensando un saludo. ¿Cuál sería un buen saludo? Vale, no hace falta que respondas, pues no era por eso por lo que te escribo.
No voy a preguntarte qué tal, pues sinceramente puedo suponer la respuesta... Así que si te diré “¿cómo lo llevas?”.
Esta es la... no sé cuál carta que te escribo, y ya pierdo la esperanza de que te llegue alguna. No sé si estás en casa, o has salido. Pero Caramelo, mi lechuza, vuelve siempre con las cartas sin abrir. Espero que sea que no estás en casa y no que no quieres abrir mis cartas...
Me enteré de que lo que pasó con tu madre.
Me enteré de... bueno, tú ya sabes. Y aunque tampoco quiero llenar la carta de un discurso vacío, pues por carta estas cosas no se solucionan, quiero que sepas que sé por lo que estás pasando... De un modo un otro... Dice mi abuela que cada uno gestionamos como podemos el dolor, por eso nunca se puede saber cómo lo está pasando otra persona aunque se haya vivido lo mismo.
¡El caso es que quiero enseñarte una foto de tu madre que encontré en casa!
Aunque bueno... en cierto modo puedo saber lo que a mí me hubiera gustado cuando... bueno... da igual. ¡Cuando nos veamos en Hogwarts te lo cuento y te lo enseño! 
Que aunque no hayas venido a casa por el verano, que sepas que mis puertas siempre estarán abiertas para ti para cualquier cosa que necesites. 
Un saludo, Adam”.
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xlittlebadger · 7 years
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Solo ante el imp
¿Hubiera esperado que aquel examen tuviera una parte teórica? Sí. ¿Le entraron los siete males cuando vio que solo había una cuestión y encima era práctica? Pues también. Sin embargo no podía huir. Mayormente porque el profesor Mcarty había cerrado el aula para evitar que los alumnos huyeran. Profesor listo.
El caso es que Adam se quedó allí parado, esperando a que le llamaran. Aunque cuando le llamaron no se lo esperó y el respingo que dio se notó a la legua. ¿No estaba preparado? Nunca estaría preparado y menos para enfrentarse a un imp. ¿Tendría que hacerle daño a esa criaturita?
Avanzó con pasos tranquilos y vio como liberaban la criaturita. No apartó la jaula. La usaría para evitar hacerle daño, aunque no iba a poder librarse del flipendo.
Observó como se acercaba la criaturita y preparó la varita. Iba a probar varias cosas. Primero.
—Lumos. —Sí, Adam estaba haciendo un lumos. Pero no un lumos normal. Si se cargaba, como habían aprendido en Estudios de Demonios Necrófagos, el color del hechizo se acabaría volviendo rojo. Y al imp parecía que le gustaba ese color. Bien...
Primer paso realizado. Ahora girando sobre su cuerpo levemente siguió llamando la atención del imp. Sin embargo, el hechizo se cortó. Mierda. 
—Lumos. —Volvió a cargarlo, sin embargo pronto se le volvió a cortar. Concéntrate, Adam. Quizás debería haber ido al sencillo Flipendo y a pastar. Pero ya no podía hacerlo, pues su pequeño orgullo producto de que le dijeran que su varita era buena para esa materia se lo impedía.
Y el haber cursado Estudios de Demonios Necrófagos aun más, pues quería poner en práctica lo que había aprendido. 
—Lumos. —Después de tres veces, logró cargar el hechizo más rápido, y esta vez si logró conseguir llamar la atención del imp. Ahora tenía que pasar a la segunda parte. —Periculum —Y una chispa salió de su varita llamando la atención del imp que corrió tras ella. No era una chispa muy fuerte como para ser usada como hechizo para llamar, pero para lo que le hacía falta bastaba.
Sin embargo, el imp no parecía ser tan tonto. Tendría que rematarlo y para eso usaría el hechizo adecuado en clase. No tenía mucho tiempo, pues el imp pronto dejaría de estar interesado en las chispas, por lo que no podía fallar.
—Flipendo. —Susurró. Quizás debería decirlo más fuerte. —Flipendo. —Un pelín más fuerte.  —Flipendo. —El imp empezaba a darse cuenta. Se concentró. Tenía que hacer una v terminada en un rabito. —Flipendo. —El imp le miró. Oh, oh. No quería empezar de nuevo. —¡Flipendo! —El imp dio un paso y ya no más, pues el hechizo impacto en él y le empujó hasta la jaula, haciendo que se golpeara contra el otro lado de esta. 
Echó a correr y cerró la puertecita. Se sintió como si hubiera cogido el balón de rugby y hubiera marcando un touch down. 
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xlittlebadger · 7 years
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Ojalá un ojo morado y un labio partido fuera lo peor que te pudiera pasar.
Dos días antes de que llegara la tropa.
Sus abuelos paternos habían insistido demasiado y Adam tuvo que ir aquella mañana a verlos. No había ido durante el curso, pues estaba en Hogwarts. No había ido en Navidad, pues decidió seguir aquello que quería hacer y prefirió quedarse en casa. Además, tampoco es que le fueran a echar mucho de menos. Pero sin embargo sus abuelos paternos parecían con bastantes ganas de verle.
Cuando estudiaba en Londres al menos veía a esa rama de la familia una vez al mes, era casi una tradición. Ya no sólo porque su colegio se encontraba cerca de donde vivían ellos, sino porque a veces parecían recordar que tenían un nieto e iban a recogerle. Los “pobres” señores Freeman creían que su nieto recorría cada día en tren la distancia que separaba su casa de Londres, y le invitaban a comer antes de que tuviera que hacer tan largo recorrido. 
Ahora que estudiaba en un internado... 
Sí, Adam ya no podía postergarlo más, pese a que no tenía ganas de aguantar una comida con ellos. ¿Lo único bueno? Pudo pasarse la mitad del tiempo con la nueva primita de la familia, Felicity, a quien le faltaba un par de meses para llegar al año, a fin de evitar casi cualquier conversación en la que pudiera ser en centro. Según pudo comprobar por la cara de la tía Helena y su marido, no sólo él estaba en esa comida por compromiso.
Había preferido que sus abuelos, los de verdad, no fueran, pues no quería que pasaran todo el rato teniendo que escuchar comentarios sobre lo malo que era Escocia, lo prehistórico que vivían, pues nadie les había dicho que ya hasta el Internet llegaba a la casa Weaver, y que seguramente el nuevo colegio no sería tan bueno como el anterior. Nada más lejos de la realidad. Nada. Más. Lejos.
No sabía si poder llamarlo fortuna, pero el que el marido de la tía Helena se encontrara allí ayudaba a que las conversaciones no fueran sólo de él. Por lo poco que sabía de aquel lado de la familia, Sebastian, el padre de Felicity, no era visto con muy buenos ojos debido a aquel trabajo tan poco convencional que tenía. O al menos pocos convencionales para dos señores cristianos apostólicos romanos. Y es que se dedicaba a la ciencia, y a la ciencia que estudiaba los orígenes del universo. Un científico, un mago y unos ancianos religiosos compartiendo mesa. Parecía el comienzo de un chiste malo.
Sin embargo, aquel día su mente estaba en otra cosa como para hacer caso a las tonterías de su familia paterna. Más importante era pensar en cómo les daría la noticia a sus amigos. Cómo le contaría aquello a su amiga. Cómo poder siquiera aparentar un mínimo de normalidad cuando la madre de un gran amigo suyo había muerto y su amigo parecía haber desaparecido en combate.
Tras la comida, sin quedarse mucho más tiempo a hacer el paripé de su vida, pues no iba a poder fingir durante mucho más tiempo esa cordialidad con personas que más que familiares eran desconocidos, salió del inmueble. Su abuelo paterno, así como su tía Helena y el marido de esta, Sebastian, se ofrecieron a llevarle hasta la estación de trenes; Adam estaba seguro que los segundo estaban deseosos de salir de aquella casa y buscaban una excusa. Pobres almas que creían que ahora tenía un largo camino por delante, cuando sólo tenía que acercarse al Callejón Diagon y usar la red flu.
Aunque pronto se arrepintió de no haber aceptado la oferta.
—Vaya, mira quién ha vuelto al barrio. Freeman, te creía muerto por exorcismo. 
Ben Thonson se encontraba delante él. Con brazos cruzados. Y por primera vez en lo que llevaba de año Adam sintió que había crecido, pues no le veía tan alto como estaba acostumbrado. Ben iba al mismo curso que él, y era lo que en su colegio se denominaba “un hijo pródigo”, pues había repetido año escolar, y solía mostrar una buena cara a los profesores para que estos creyeran que había cambiado, cuando la realidad era bien distinta. Como esa vez que le tiró de la piragüa durante una de las excursiones de convivencia que organizaba la escuela durante el último año que Adam había tenido que ir al colegio muggle.
—Déjame en paz, Thonson. —Murmuró mientras detenía el paso, esperando a que el otro se apartara. Inocente. Ojalá tuviera la varita en su mano y los diecisiete cumplidos para poder lanzarle algún hechizo y quitarle de su camino. 
— ¿Venimos subidito de tono? He oído que ahora estás en Escocia. ¿La civilización fue demasiado para ti?
No tenía ganas de aguantar a Ben. Tenía ganas de irse a su casa.
—Di lo que tengas que decir y déjame seguir mi camino. —Sonaba cansado. Después de un año de paz, encontrarse con alguien como aquel ser solo le hacía pensar que no entendía como en el colegio le tenía respeto... Casi miedo.
O quizás era que ahora formaba parte de un grupo de amigos que era... medianamente popular en clase, con los que estaba investigando cosas secretas, con los que iba a quedar en verano, y la idea de volver a sentirse a la altura del betún no le hacía ninguna gracia.
Con sorna, Ben se echó a un lado, y con un exagerado movimiento le indico que podía pasar. Y Adam, buscando irse a su casa pasó a su lado, no fijándose en ese pie que se interpuso en su camino y que hizo que acabara en el suelo, afortunadamente apoyó las manos.
—Arriba, Freeman. Has perdidos reflejos. Dime la verdad... —Se agachó a su lado, cuando vio que el muchacho no se levantaba, pues estaba demasiado ocupando realizando esos ejercicios para evitar no descontrolar su magia como habituaba en esos casos. — ¿te juntas ahora con otras babosas satánicas? Habría que veros a todos juntos.
La madre de su amigo acababa de morir... Su amiga había tenido una pesadilla que cuanto más vueltas le daba Adam menos pensaba que fuera sólo una mera coincidencia... Su otro amigo se acababa de reunir con su madre después de tiempo sin verla... 
Cuando estás pensando en cómo ayudar a tus amigos, lo peor que podría hacer alguien como Ben Thonson era soltar un comentario como aquel. Pues la manera de actuar de Adam, poco acostumbrado a tener amigos como aquellos, y a preocuparse por sus estados, podría ser bastante impredecible. Tan impredecible que golpeó con el puño la mandíbula de Thonson tirándole al suelo, antes de saltar encima con intención de devolverle todo aquello que se había tragado en aquellos años. 
Y aunque aquel fue el único golpe que dio, no le importó recibir todos aquellos. Pues se había quedado tranquilo. El resto del tiempo tuvo que cubrirse para evitarlos, contra el suelo, y aun así notó dolor en media cara. Hacía tiempo que no notaba el sabor de la sangre y no lo echaba de menos.
En algún momento Thonson le dejó. Le dijo algo, pero no le escuchó. Lo único que vio fue su sombrar irse, mientras Adam se apartaba los brazos de la cara, tosiendo. El ojo le dolía y... por como la mano estaba manchada de sangre podía intuir que el labio lo tenía partido. El abdomen, los brazos... A medida que pretendía incorporarse más le dolía todo el cuerpo.
Como pudo, evitando las miradas indiscretas, Adam llegó al Caldero Chorreante. Antes de que alguien pudiera preguntarle, ya estaba usando la red flu.
Sus abuelos estaban en el salón; su abuela leyendo un libro, su abuelo escribiendo en un pergamino. Ambos dejaron lo que estaban haciendo cuando vieron el estado del moreno.
— ¿Qué ha pasado? —La idea de que cualquiera de los otros abuelos hubieran emulado la conducta abusiva del padre del niño pasó por la mente de ambos magos. 
—Me topé con Ben Thonson de camino a casa. —Se dejó caer en el sillón más cercano. — ¿Tan mala cara tengo?
—Se te va a poner el cuerpo lleno de moratones. —Sólo hacía falta un vistazo, como hizo su abuela antes de ir a buscar una de sus pociones. Su abuela y su mueble en el que tenía soluciones para todo.
—Y tus amigos vienen dentro de unos días. —Siguió su abuelo, mirando como tenía el ojo. —Iré a por hielo.
—Abuelo... —La voz del muchacho era un susurro, pues sabía que su abuela no apoyaría aquello que estaba a punto de decir. —Quién empezó fui yo. Yo le di el primer puñetazo, podría haber salido corriendo pero no lo hice. 
— ¿Y a que se debió esa actitud ofensiva tan impropia de ti? 
—Nadie se mete con mis amigos.
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xlittlebadger · 7 years
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Los sobres negros no traen buenas noticias
Un par de días después de volver a casa.
La casa Weaver estaba ubicada en Fort Williams, una ciudad escocesa, principalmente muggle, más cerca de sus bosques que de su costa. Sin embargo, la casa de la familia había sabido adaptarse al medio, y aunque por fuera parecía ser pequeña, en realidad era más grande y podía abarcar más camas de lo que aparentaba. O así lo había podido comprobar Adam en los dos días que llevaba en la casa tras haber terminado su primer año.
Pese a que por cartas el moreno les había dicho que como mucho invitaría a seis amigos, su abuelo se había dedicado a poner camas por todas partes y ahora no había forma de que estas desaparecieran... O no había forma de que el responsable quisiera hacerse cargo de ello.
—”¡Quieres quitar las camas de una vez!”—La había dicho Maddie a Reuben cada vez que entraba en la casa y veía esa cama debajo de la mesa, en un burdo intento de ocultarla con el mantel que caía.
—”¿Pero y si vienen más amigos de Adam? ¿Dónde van a dormir?” 
¿Más amigos? Adam no creía que fuera a tener tantos amigos en su vida como camas había en aquella casa. Y pese a que le gustaba saltar por el pasillo de cama en cama para ir a su cuarto, lo cierto es que teniendo tres en su habitación y otras tres en la habitación de invitados tenía suficiente.
Además, según había podido comprobar con sólo un movimiento de varita se podían crear camas nuevas, por lo que, muy raro iba a ser que sus amigos se quedaran sin cama. 
Hablando de amigos... Por el momento el único confirmado era Edgar. Muy posiblemente Gills. Quizás Lili y Leah. Y muy en duda Chase.
Adam no sabía nada de Chase desde que hubiera terminado las clases, o incluso desde antes. Su amigo de Ravenclaw parecía que había sido tragado por la tierra un buen día mientras paseaba por el castillo, tras haber terminado todos los exámenes. Nadie sabía de él. 
Por lo que el niño, cuando no estaba ayudando a sus abuelos a colocar todo lo necesario para la visita de sus amigos, se dedicaba a mirar por la ventana para ver si recibía alguna lechuza. Caramelo había hecho varios viajes con intención de llevar una carta a su amigo, mas siempre volvía con la carta sin abrir. Ojalá pudiera hablar lechuzo para saber si Caramelo volvía por que no había encontrado a Chase, o porque éste no quería leer su carta.
Por ello, cuando aquella media mañana llegó al salón, tras haber sacado todo lo necesario para hacer aquella acampada que tenían pensado hacer, y cuyo instrumental se encontraban en el desván, pues Reuben ya había perdido la esperanza de que Adam los fuera a usar algún día, se encontró con que encima de la mesa había una carta. Un sobre negro que había sido escrito por Chase Praesentinus Harrell II. El moreno no sabía qué número era su amigo en aquella familia, pero el nombre, el segundo nombre y el apellido coincidía, por lo que sólo podía ser de él. Y sin embargo estaba abierta. Y sus abuelos no iban a abrir una carta que iba para él. Aunque la carta no iba para él, sino para su abuelo. No había duda. “Reuben Weaver”.
—Abuelo... —Le llamó, mientras el mayor miraba la cama del salón buscando el modo de quitarla. — ¿Por qué Chase te ha escrito?
—No es tu compañero de curso, es su padre. —Vale, aquello tenía un poco más de sentido, aunque... ¿de qué conocía su abuelo al padre de Chase?
Con algo de curiosidad, y en vista de que nadie le había dicho que dejara la carta, Adam la abrió para ver si encontraba alguna pista que le pudiera explicar lo que había pasado con su amigo, aunque pronto se arrepintió de abrirla con tanta tranquilidad. Tuvo que leerla dos veces para ser consciente de todo lo que ponía. ¿La madre de Chase había muerto?
Sin embargo... de nuevo la primera pregunta ocupaba su mente, pues todavía tenía que asimilar la segunda.
—¿Cómo conoces al padre de Chase?
—Y a su madre, y a sus abuelos... Con su abuelo empecé yo a trabajar. —Explicó dejando por un momento la cama y concentrando la mirada en su nieto. —Fue como una especie de mentor cuando entré en el Tribunal. De él aprendí muchas cosas y mantuvimos una larga amistad, o algo parecido.
Levemente, Adam afirmó con la cabeza. Incapaz de esperarse lo que iba a venir a continuación.
—Tu madre coincidió en el colegio con la de tu amigo. Es más, se llevaba bastante bien con su hermana, ambas iban a la misma casa en Hogwarts. Creo... —Caminó hasta una de las estanterías, mirando las diversas cajas que había hasta dar con una que estaba en la parte baja. La dejó encima de la mesa y la abrió. En su interior Adam pudo ver una gran cantidad de fotos, en la que pudo reconocer en su mayoría a su madre de joven. Apenas había visto fotos de ella en su época de Hogwarts, las que había en casa colocadas en diversos marcos o eran de cuando era más pequeña o ya de mayor.
Reuben acabó sacando una de ellas en las que se veía a tres jovencitas. Una de ella era una figura que podría reconocer en cualquier lado, en cualquier época de su vida; su madre, que parecía comentarle algo a otra joven mientras una tercera, muy semejante a la segunda, las observaba queriendo enterarse de lo que hablaban.
—Con la que habla tu madre es Lucille, la tía de tu amigo. La que las mira es Margaret, su madre. Creo que hablaban sobre un cotilleo en Hufflepuff. Creo que era... durante el sexto año de tu madre.
Adam cogió la foto con mucho cuidado para observarla; la cual está en movimiento y se podía ver como las expresiones de las jóvenes cambiando. ¿En algún momento se podría haber imaginado que su madre y la madre de Chase se conocían? Ni en sueños. Y ahora que las miraba un nuevo... Su mente pensaba.
— ¿Puedo...? ¿Puedo quedarme la foto? —Pregunta a su abuelo, sin mirarle.
—Claro. 
Sin decir más palabras, Adam se levantó y fue a su habitación, esquivando aquellas camas que todavía ocupaban el pasillo. Había una idea que rondaba su mente. La madre de Chase había muerto. Gills había visto una mujer con cierta clase social y económica muriendo. Chase la había escuchado. Chase había escuchado a Gills. 
Se sentó en la cama, mientras las tres jóvenes de la foto se mantenían ajena a lo que el niño pensaba. Y sin duda se mantenían ajena a lo que el futuro les deparaba. 
Iba... iba a tener que contarles aquello. Seguro que se preocuparían por Chase al no ir a lo que prometía ser el verano del siglo. No quería estropearles el verano, pero... Quería escribir a Chase. Quería escribirle y decirle que él entendía cómo se sentía. Sin embargo sabía que las cartas no le llegarían, no le llegaron ninguna de las anteriores. Quizás estaba fuera del país... Le escribiría más adelante. Sí.
Demasiadas ideas. Demasiadas ideas que intentaban hacerle no pensar en lo importante.
Esa criatura que había descubierto cuando buscó con su amiga eso que podría ir a visitarla. 
Rápidamente miró la foto, casi sintiéndose la peor persona del mundo.
—Siento no tener la mente despejada como para pensar en cómo habrá sido tu adolescencia, mamá... Se te ve feliz. Nadie me dijo que tener amigos iba a significar tanto... 
Se parecía mucho a su madre, o al menos eso era lo que siempre le habían dicho y ahora que miraba una foto de ella de joven... Sin duda tenían el mismo gesto, aunque su madre tenía un aire mucho más despreocupado. Una de las diferencias más apreciables era que él había sacado el rostro más redondito, heredado de su familia paterna...
Se iba a llevar la foto a Hogwarts. Se la quería enseñar a Chase, aunque quizás no fuera el momento más propicio... Cuando su madre murió... Sí, posiblemente le hubiera gustado ver fotos de ella, si hubiera sido lo suficientemente hablador como para pedírselo a sus abuelos.
Suspiró y dejó la foto en la mesita de noche. Lo que parecía ser el día más esperado poco a poco dejaba de serlo... Iba a tener que hacer frente a muchas cosas.
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xlittlebadger · 7 years
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xlittlebadger · 7 years
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“Claro que sí, guapi”
¿Qué tenía de diferentes los hechizos de DCAO de los hechizos de Encantamientos? Era mover una varita, que saliera una lucecita y tuviera un efecto. ¡¿Entonces porqué los hechizos de Encantamientos le explotaban y lo de DCAO no?! Lo iba a reconocer, cuando hizo el examen de Defensa se sintió un mago. ¡Estaba haciendo magia y no explotaba! 
Sin embargo, ahora sentado en la mesa del aula donde se iba a desarrollar el examen de Encantamientos, con el profesor delante y un libro que tenía que hacer bailar. ¿Por qué no le había tocado una fruta como a Liliana? Quizás porque la última vez que había hecho ese hechizo con una fruta un pelín más grande que un pomelo había terminado bañado en compota de melón.
Leyó el examen de nuevo. 
En el pupitre de cada alumno habrá un objeto que habré elegido yo previamente y deberán hacer que ese objeto baile sobre la mesa utilizando un hechizo ya aprendido en clase.
El hechizo lo conocía. Había hecho bailar el cepillo de dientes de Andy a ritmo de hip hop. Pero no creía que fuera capaz de hacerlo. Y lo que menos quería era estropear un libro. ¡Los libros no había que estropearlos! Suspiró y cogió la varita. No quería estropear el libro. Quería hacerlo bailar. No quería estropear el libro.
—Tarantallegra. —Apuntó al libro. Y no pasó nada. 
Resopló sonoramente y se pasó la mano por el pelo. Quería hacerlo baila y no quería estropear el libro. Que nada pasara era hasta lo mejor que le pudiera pasar. A menos no se ridiculizaría delante de todos sus compañeros ni sacaría un Insuficiente, o peor, un Troll, por ser un negado a la magia.
—Tarantallegra. —Estaba seguro de que quería hacer bailar el libro y de que no quería estropearlo.
Y eso hizo. El libro comenzó a bailar un tango sobre su mesa. Era un libro sobre encantamientos bailando un tango. 
Se levantó y entregó el examen, recibiendo un pergamino en el que no había nada escrito y una nueva indicación.
Para saber su nota, los alumnos deberán utilizar el hechizo Aparecium sobre el pergamino que les entregue una vez hayan terminado el examen (Este ejercicio servirá para subir nota, saber dibujar el hechizo contará medio punto, y conseguir que la nota aparezca otro medio punto, llegando a poder sumar 1 punto entero a su nota final.)
¿Tenía que realizar un Aparecium? ¡Nunca había probado aquel encantamiento fuera del aula! ¿Y si no lo lograba? ¿Y si quemaba el aula? Merlín, Arturo y todos los caballeros de la mesa redonda. ¿Por qué el profe guay les hacía esto?
Adam miró aquel pergamino y una idea peregrina pasó por su mente.
—Verdimillious. —Aquel no era el encantamiento pero también servía para revelar cosas ocultas. Y era de lejos el que mejor le salía de los dos que tenía con los mismo efectos. Mas nada pasó. Casi podía escuchar al profesor decirle un “Claro que sí, guapi. Te voy a poner el examen oculto de una manera especial solo para ti. Por tu cara bonita”.
Suponía que tenía que intentar el dichoso encantamiento que le había pedido. ¿Qué pasaría si quemaba el pergamino? Esperaba que las lenguas de fuego se manifestaran en ese momento para decirle su nota. Y esperaba que fuera en inglés.
Primero probó realizar el movimiento del hechizo. Era como si liara algo. Tiro y lo lío. Tiro y lío. Tiro y lo lío. Tiro y lo lío. Tiro y... Mierda, tanto liar y ya se estaba mareando.
Era hora de ponerlo en práctica.
—Aparecium. —Espero. Espero. Espero. ¿Tanto tardaba la nota en salir? Quizás no le había salido de manera correcta. Seguro que no le había salido de manera correcta. Resopló. 
A probar de nuevo.
Tiro y lío.
—Aparecium. —Y lo peor pasó. El pergamino se quemó ante la atenta mirada de Adam. —Ups. —Acabó por decir cuando el pergamino se consumió como un fénix mientras miraba al docente. — También puedo escuchar mi nota. —Y mostró una dulce sonrisa de “no me suspenda, por favor”—.
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xlittlebadger · 7 years
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Exámenes de primer año
Astronomía: Los planetas giran y giran y giran...
Defensa Contra las Artes Oscuras:
Encantamiento: Claro que sí guapi
Herbología:
Historia de la Magia: Yo he venido a hablar de mi abuela
Pociones: A Hahael no le gusta la brujería
Transformaciones: Transformar un pastel de manzana en uno de chocolate. ¡Eso deberíamos de aprender!
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xlittlebadger · 7 years
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Semana Santa o Curso intensivo de pociones.
Semana Santa - Vacaciones de Pascuas.
A pesar de que le había dicho a su abuela por carta que pociones se le estaba yendo algo mal y de haber recibido la respuesta de que en vacaciones le ayudaría con esa asignatura, Adam no pensaba que en ese contexto de vacaciones fuera a entrar las vacaciones de Pascuas.
Por ello, cuando su abuela le llamó aquella mañana y le hizo ir al despacho, el joven Hufflepuff pensaba que simplemente quería enseñarle algo nuevo de lo que había estado trabajando, pero al ver el caldero preparado y la mesa de trabajo dispuesta como si fuera una clase se temió lo peor.
— A ver, ¿qué pociones vais a ver en clase?
—Abuela, no es necesario, y-ya me están ayudando Gills y Chase. —No quería trabajar en vacaciones. No. Y menos en pociones. Estaba estudiando teoría, pero no quería tocar pociones.
—Vamos, ningún nieto mío va a suspender pociones. 
Encima su abuela le preparaba la encerrona cuando su abuelo estaba en el trabajo, para evitar que Adam pudiera ir con él y que le librara de aquello. Su abuelo le entendía en ese aspecto porque también era un paquete en la asignatura. 
Con reticencia, Adam le pasó sus apuntes a Maddie, quien los miró y sino lo se los tiró a la cara fue porque era su nieto y claro... La sangre tira.
—La teoría la tienes bien, pero la práctica... ¿Has hecho alguna de estas pociones?
— ¿Que no me haya explotado? —Preguntó antes de responder la pregunta con una negación.
Maddie se planteaba que hubiera algo que hiciera que la rama de la familia Freeman tuviera una incapacidad innata a desarrollar una poción de manera correcta.
— ¿Por cual quieres empezar? ¿Cura Forúnculos o Antídoto contra venenos comunes?
— ¿Para qué? ¿Para hacerla? El cura Forúnculos la he hecho dos veces en clase. —La intención de Adam era hacer de nuevo esa, y así demostrar que tan mal no se le daba como su abuela parecía creer.
—Entonces vamos con el Antídoto contra venenos comunes.
Su gozo en un pozo.
— ¿En serio vamos a gastar un cuerno de unicornio para que haga una poción más hecha?
—Anda, mira que bien te sabes los ingredientes. —Aun así no sonaba sorprendida. —Ahora ponte a machacar la piedra bezoar, ¿hasta cuando?
—Esté un fino polvo... — Dijo de manera lacónica mientras con ayuda del mortero aplastaba esa piedra. — ¿Y sino consigues que sea polvo fino?
—La pasas por un tamizador. ¿Lo tienes ya?
— ¡Espera! —Apretó la velocidad, mientras se mordía la lengua para concentrarse más en su tarea. — Creo que ya. —Instantes después le pasó el mortero.
—Podrías haberlo machacado un poco más, pero bueno, servirá. —Cuando su abuela se ponía en plan teniente, concentrada en una labor era mejor obedecer simplemente. — ¿Ahora cuántas medidas hay que añadir?
—Cuatro.
—Un consejo, cuando vayas a echarla, en especial porque como no se está removiendo, es mejor echar el polvo con movimientos circulares, como si estuvieras cocinando.
Adam afirmó con la cabeza.
—Voy a buscar el ingrediente estándar. 
Sin ninguna duda, el moreno se sabía los ingredientes y quería demostrarlo, así que buscó en los estantes de su abuela el bote donde lo tenía y volvió a donde estaba el caldero.
— ¿Esto también hay que echarlo con movimientos circulares?
—Cualquier ingrediente que vayas a echar, que esté en polvo, es mejor echarlo con movimientos circulares para evitar una acumulación en un sólo lado.
Con mucho cuidado, pues su abuela le miraba con ojo avizor, echó aquellas dos medidas que hacían falta.
—Ahora ve a por el termómetro.
— ¿Termómetro?
—Para medir la temperatura antes de empezar a contar los segundos.
Adam prefirió no decir nada e ir a buscarlo, pues confesar que él hasta ese momento lo hacía a ojo... Aumentaba la temperatura hasta donde se suponía que calentaba en esos grados y ya empezaba a contar, sin tener en cuenta el tiempo que hacía falta para que el propio caldero se calentara... Quizás por eso siempre le salían mal.
Volvió con el termómetro y vio como con pericia su abuela calculaba la temperatura. Quizás no tenía la misma habilidad que la profesora Rosier, pero ver a su abuela preparando una poción era siempre un espectáculo digno de ver.
—Y ahora es mejor que tengas un cronómetro para contar los cinco segundos, pero... —Pero ella tenía ya habilidad y podía calcular aquellos segundos sin duda alguna. —Una vez terminado los cinco segundo, se deben agitar la varita. Como no puedes hacer magia fuera de Hogwarts, agitaré la mía, pero para cuando estés en Hogwarts recuerda da un golpe seco contra el caldero.
—Como es un caldero de cobre sólo tendremos que esperar media hora. ¿Te ves preparado para que preparemos mientras la poción Curadora de forúnculos?
Adam afirmó con la cabeza. Liarse con ambas pociones no se iba a liar. Los ingredientes y los pasos de cada una los conocía, otra cosa era que esos pasos en él dieran los resultados que se esperaban. 
Dejaron el primer caldero, y fueron al segundo, como el primero, era de cobre.
— ¿Primer paso?
—Machacar seis colmillos en el mortero.
—Pues ya sabes. 
Fue a hacerlo, cuando notó la mirada de su abuela.
— ¿Qué ocurre?
— ¿Vas a machacar en el mismo mortero donde machacastes la piedra bezoar los colmillos?
—¿No...?
Rápidamente, Adam fue a limpiarlo.
—Aunque ya no tenga la piedra bezoar, siguen quedando rastros que se pueden mezclar con los colmillos de serpientes, y, por consiguiente, mezclarse en la nueva poción. Debes limpiar bien todo lo que uses cuando termines una poción.
Otro gran fallo que había tenido. ¿Él había limpiado algo? Sí, cuando le explotaba los calderos y acababa todo lleno de la poción que intentaba recrear. ¿Cómo cosas tan sencillas se le podían pasar por alto con tanta facilidad? 
Una vez que tenía limpio el caldero, echó por fin los colmillos y los machacó, esta vez en buen condición que hasta le sirvió la aprobación de su abuela.
— ¿Cuántas medidas hay que añadir?
—Cuatro. Y se tienen que echar de manera circular. —Respondió mientras las echaba en el caldero. —Eh... ¿El termómetro?
Se iba a tener que acostumbrar a manejar uno, pero por el momento lo iba a intentar. Su abuela le pasó el termómetro y contó hasta que llegó a los 250º. Diez segundos. 
Fue su abuela la que tuvo que avisarle de que los segundos habían terminado antes de ondear la varita. 
—Ahora también tenemos que dejar ésta. La suerte que quedan menos de la mitad del tiempo para que la otra termine.
El tiempo que pasó, su abuela se dedicó a hacerle preguntas sobre los estudios de las pociones que veía en sus apuntes y profundizando algunos términos. 
Cuando al antídoto le faltaban unos pocos minutos, su abuela ya le estaba diciendo que se levantara para que estuviera atento al tiempo. 
— ¿Qué hay que hacer ahora?
—Añadir el cuerno de unicornio... —No sonaba del todo contento por aquello, pero acabó por hacerlo, pues no quería una charla de su abuela sobre lo importante que eran las criaturas dentro de una poción por el propio hecho de la criatura y las propiedades que tenían.
—Ahora remover dos veces en el sentido de las agujas del reloj. —Le tendió la cuchara para que lo hiciera.
—Una... y dos... Las bayas de muérdago. Dos. —Dijo cuando había terminado. Echó las bayas. —Y ahora hacia el otro lado. —De nuevo tenía la mirada de su abuela fija. —Una... y dos...
—Cuando tengas que agitar la varita suavemente, imagina que estás haciendo un wingardium leviosa. El gesto es el mismo. 
¿Debería estar apuntando todas esas cosas? Quizás. Pero la poción ya estaba hecha. Y tenía un buen color. Mejor que cualquiera que hubiera hecho.
— ¿Ves el tono? Este es el tono que debe tener la poción para que esté hecha de manera correcta.
—Azul-verdoso.
— ¿Cómo que azul verdoso? ¿Acaso voy a tener que regalarte una tabla de colores? ¡Verde-azulado!
¿Los colores no eran lo suyo? En efecto. Había dicho azul verdoso porque sabía que no era azul, pero azul fue lo primero que le salió. Quizás por que era su color favorito.
— ¡Eso! ¡Verde-azulado! —Realmente quería sonar como si hubiera tenido un desliz, pero nada más lejos de la realidad. 
Y por la manera en la que su abuela negaba con la cabeza podía intuir que ella tampoco le había creído. Así que sólo le quedaba sonreír como si nunca hubiera partido un plato.
—Anda, pasemos a la otra. Que ya debe estar terminando su elaboración.
Faltaban varios minutos, pero por el momento fueron a terminar de preparar lo necesario para echar los siguientes en la poción.
—Ahora añadir cuatro babosas. —Más animales... 
—Como son cuatro, echa una en cada parte del caldero.
Afirmó con la cabeza antes de echarlas. Retiró el caldero y a continuación echó el puerco espín. Esas no le molestaba tanto echarlas, pues simplemente se caían y se recogían.
—Tenemos que dejarla cinco horas removiendo. 
—No me voy a tirar cinco horas removiendo... —Dijo Adam. Ya había hecho varias veces esa poción y eso era lo más horrible de ella.
—Tranquilo. —Un movimiento de varita y una cuchara limpia empezó a dar vueltas en el caldero.
—Debes enseñarme a hacer eso.
Y una risa salió de los labios de la mujer mientras llevaba a su nieto fuera del despacho.
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