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徐艺洋
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XU YIYANG ─── chinese girl ( september 12, 1997 )
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xu-ying · 3 months ago
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我爱你 2020.12.25
La noche de Navidad se posa sobre el cielo como un abrigo de terciopelo azul, cubriendo a la ciudad con un silencio apacible, casi sagrado. Las luces titilan a lo lejos como luciérnagas que no quieren morir, y en la casa de LuHan el mundo parece detenerse, como si supiera que dentro, en ese pequeño espacio íntimo, hay algo más importante que el tiempo.
Xu YiYang lo observa en silencio. El calor del hogar, el murmullo bajo de una canción navideña, el aroma a canela que flota en el aire... todo debería bastar para sentir plenitud. Y en parte, así es. Pero también hay algo más. Algo que vibra por dentro como una cuerda tensa a punto de romperse.
Verlo reír tan cerca, con las mejillas apenas enrojecidas por el vino y la calidez de la casa, le provoca una ternura que le punza en el pecho. LuHan siempre le pareció inalcanzable. Durante años lo observó a través de una pantalla, desde un mar de rostros, siendo solo una entre miles que gritaban su nombre. Un nombre que no esperaba que, algún día, la nombrara a ella. Que sus ojos alguna vez se posaran en los suyos, no como fan, sino como mujer. Que sus manos la buscaran no por obligación, sino por deseo.
El amor que nació como devoción, como ideal, se ha vuelto algo tangible. Real. Presente.
Pero ¿qué se hace cuando lo que se soñaba con tanto fervor se vuelve realidad, y duele?
Porque sí, duele. A veces. Sobre todo cuando él aparece en los medios, de la mano de otra. Aunque ella sabe que no es real. Aunque le ha sido explicado más de una vez que lo suyo con Guan XiaoTong es una relación meramente comercial. Saberlo no calma completamente lo que se agita en su pecho. Verlo en galas, en promociones, compartiendo una imagen que no les pertenece, le arranca pequeñas heridas invisibles. Porque es ella quien conoce sus gestos más silenciosos, quien duerme a su lado en las noches en que nadie lo ve. Pero el mundo no lo sabe. El mundo lo cree con otra.
La cena transcurre entre risas suaves y miradas que lo dicen todo sin necesidad de palabras. LuHan sirve el postre con la torpeza encantadora de quien ha intentado preparar algo especial y ha fallado a medias. YiYang se ríe bajito, cubriéndose la boca, y por un momento se permite olvidar las dudas.
Después, como dictan las costumbres, llega el momento de los regalos.
Él le ofrece primero una pequeña caja envuelta con cuidado, con un moño rojo desproporcionadamente grande. YiYang lo toma con una sonrisa contenida, temblorosa, como si tuviera entre manos algo más frágil que cristal. Al abrirla, descubre una pulsera de plata, delgada, elegante. Al tocarla, nota que algo está grabado en su interior. Acerca la vista.
“Ying”
Su apodo.
El que solo quienes realmente la conocen usan. El que él ha hecho suyo, suavizado por su voz grave cuando la llama así. Una lágrima amenaza con brotar, pero ella la contiene.
—Para que me sientas cerca... incluso cuando no pueda estarlo —dice él, casi en un susurro, mientras la observa como si todo el universo dependiera de ese momento.
YiYang no responde de inmediato. Solo se queda ahí, mirando el metal que lleva grabado su nombre no oficial, su yo más íntimo. Lo que es cuando nadie la ve.
Con manos aún temblorosas, le entrega su regalo. Es una caja blanca, sin demasiados adornos. Al abrirla, LuHan encuentra un par de zapatillas blancas, de diseño simple pero moderno.
—Siempre he notado que las zapatillas blancas te acompañan. En el escenario, en los aeropuertos, en sesiones de fotos... Y ahora, en la vida que compartimos, confirmé que son parte de ti. Elegí estas porque te vi en ellas antes de tenerlas.
Él sonríe, conmovido.
—Las voy a usar. En mi próxima aparición. Lo prometo.
Ella asiente, pero su sonrisa no logra borrar del todo el brillo húmedo de sus ojos. Y entonces, sin aviso, lo dice.
—No quiero seguir enamorándome de ti.
Él la mira, herido sin comprender.
—¿Qué... qué significa eso?
—Significa que ya te amo demasiado. Y que eso me da miedo. Porque no sé si este amor tiene un lugar en tu mundo. Porque afuera… estás con otra. Y aunque sé que no es real, duele como si lo fuera.
El silencio cae como una manta pesada.
LuHan no lo duda. Toma su teléfono y llama. YiYang no lo detiene, pero contiene el aliento cuando una voz femenina responde. Es Guan XiaoTong.
—¿Puedes decirlo? Solo una vez.
Del otro lado, la actriz responde sin dudar:
—Lo nuestro es solo comercial. Siempre lo fue, siempre lo será.
Silencio. Luego la llamada se corta.
YiYang no puede evitarlo. Las lágrimas se le escapan, una tras otra. No son explosivas ni dramáticas. Son suaves. Tristes. Profundas. Como si se le rompiera algo que llevaba demasiado tiempo conteniendo.
LuHan se acerca, le toma el rostro entre las manos con una ternura que casi duele. Besando cada lágrima que nace desde el lagrimal, la calma con gestos y no con palabras.
—No te voy a lastimar. No más. Déjame proteger esto. Déjame protegerte. Y cuando todo se acomode… saldremos al mundo. Serás tú, seré yo. Sin disfraces.
Ella no contesta, pero cuando él le coloca la pulsera en la muñeca y el frío del metal le acaricia la piel, siente que por fin tiene un lugar donde anclar el alma.
Se besan.
No como antes, no como amantes que buscan deseo. Esta vez se besan como dos personas que se están reconociendo en medio del caos. Como dos corazones que se aprietan uno contra el otro, temiendo romperse, pero deseando seguir latiendo.
Y entre sus brazos, Xu YiYang cierra los ojos, sabiendo que lo ama como jamás pensó amar a nadie. Que ese amor ya no es admiración, ni deseo, ni sueño. Es carne. Es presente. Es dolor y ternura. Es real.
Y si amarlo duele, que duela. Y si amarlo salva, que la salve.
Porque el nombre "Ying", grabado en plata, ya no le pertenece solo a ella. Ahora es también el reflejo de él. El que la ama —en silencio— incluso cuando el mundo aún no puede saberlo.
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xu-ying · 3 months ago
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只要多一点点... 2020.08.25
Las relaciones y vínculos que ha formado a lo largo del tiempo varían tanto como las personas mismas. Jamás son iguales, incluso cuando comparten el mismo título. Algunas ni siquiera tienen un nombre que las defina, pero eso no las hace menos válidas. Ella lo sabe bien, ahora que ha establecido una relación particular con alguien.   Ayer, tuvo que escuchar argumentos sensatos sobre por qué debía terminar su vínculo con el actor. ZeRen, con esa preocupación innata que lo caracteriza, no se guardó nada. Expresó su opinión sin filtros, claramente inconforme con lo que acababa de descubrir. Ella lo había ocultado tan bien... hasta ese momento en que, sin querer, murmuró cuánto extrañaba al solista. Bastó esa confesión para que él conectara las piezas y comprendiera todo lo que se le había estado ocultando.   Dejando de lado su tono usualmente bromista, ZeRen fue directo. Siempre ha prestado atención a sus consejos, los valora. YiYang aprecia profundamente la amistad que han mantenido durante todos estos años. Pero, esta vez, decidió ignorar incluso las advertencias más sensatas, respaldadas por la lógica. Solo pudo responder con silencio, antes de dejar caer una frase sencilla, casi resignada, que él terminó por aceptar, aunque con pesar:   —No tengo grandes expectativas. Sé que va a tener que terminar.   Esa conversación aún resuena en su mente mientras contempla el rostro sereno del mayor, que duerme a su lado. Incluso en la penumbra, su atractivo es innegable. YiYang se ha despertado en plena madrugada, agradecida por poder observarlo. Tenerlo cerca le otorga una efímera sensación de seguridad, una felicidad inexplicable. Cuando está con él, el mundo se transforma: todo se vuelve más cálido, lleno de colores y sonrisas. A su lado, puede ser ella misma. Puede amar sin miedo.   Se inclina y deja un beso suave sobre sus labios entreabiertos. Lo observa con una calidez que nunca antes había sentido, sonriendo al darse cuenta de que, quizás, la vida la está tratando mejor de lo que pensaba. Su rutina se ha llenado de pequeñas actividades que la acercan a uno de sus sueños. Y, además, este Qi Xi ha comenzado con el mejor regalo: él.   Vuelve a recostarse junto a él. Él, en respuesta, la rodea con el brazo y la acerca un poco más. Se pregunta si se ha despertado, pero la respiración profunda y rítmica le confirma que sigue dormido. YiYang desliza su mano hasta su clavícula, acariciando con suavidad, dejándose envolver por la quietud del momento. Pronto, cae también en un sueño tranquilo, llevándose consigo una afirmación silenciosa:   «No tengo que amarte… solo quererte un poco. Solo un poco más.»   Una afirmación que oculta mucho más de lo que dice. Porque, tras la seguridad que mostró ante ZeRen, se esconden dudas e inseguridades. Las mismas que intenta acallar con la intensidad de las emociones que este hombre despierta en ella.   ¿Será capaz de controlar lo que siente? ¿Sabría detenerse a tiempo?   Xu YiYang está caminando por lindes desconocidos.
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xu-ying · 3 months ago
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澄清感受 (iii) 2020.05.03
LuHan, con la delicadeza de quien sostiene un suspiro en la palma de la mano, le pregunta si desea quedarse. Su voz, un murmullo entre velos, tiembla al rozar el aire. Su mano, aún temerosa de romper el encanto, se eleva hasta el rostro de YiYang y lo acaricia como si pudiera calmar todas las tormentas del universo en ese solo roce. Pero antes de que ese gesto etéreo se diluya en el tiempo, ella atrapa su mano entre las suyas, y con la certeza de quien reconoce su destino, acorta la distancia y posa sus labios sobre los de él.
Un beso breve, pero con el temblor sagrado de lo inevitable. Sus alientos se entrelazan como hilos de fuego tibio, tejiendo una tensión deliciosa en la penumbra. Él sonríe, y en esa sonrisa ella encuentra una valentía nueva, floreciente, que la empuja a besarlo de nuevo, esta vez con las puertas del alma entreabiertas.
LuHan la guía con la firmeza de un faro y la ternura de un amante que descubre el cuerpo como si fuera tierra prometida. La atrae hasta tenerla sobre él, donde los cuerpos se encuentran, se alinean, y las respiraciones entrecortadas se convierten en tambores que marcan el inicio del ritual. Sus manos, brújulas movidas por el deseo, se posan en su cintura y trazan un mapa que solo él entiende. El beso se torna líquido, íntimo, hambriento: sus lenguas se entrelazan en un idioma que pertenece al alma.
Los dedos de LuHan se deslizan bajo la camiseta de YiYang como si acariciaran seda viva, delineando cada curva con devoción. Una mordida suave en su labio la arrastra al borde de la cordura. Las manos de él, ya audaces, exploran su intimidad apenas cubierta, sosteniéndola con deseo contenido, como quien sostiene una llama sin querer apagarla.
YiYang, atrapada en un escalofrío que nace en la base de su ser, se sienta sobre él, sintiendo su erección como un presagio, como una promesa palpitante. Sus dedos buscan la camiseta del solista y lo despojan de ella, quedando él desnudo ante la admiración muda de su mirada. Ella lo contempla, grabándolo en la memoria como si el tiempo se hubiera detenido solo para ese instante.
Se besan de nuevo, con labios ya hinchados de deseo, y el mundo se reduce al roce entre ellos. Sus manos la recorren con una avidez que es a la vez caricia y rezo. Le afirma las caderas con firmeza, creando el roce perfecto entre su cuerpo y el suyo. Él arde bajo su calor; ella se vuelve su altar.
LuHan le quita la camiseta con movimientos lentos, casi ceremoniales. Al revelarse sus senos, sus ojos los reciben con reverencia. No hay prisa, solo devoción. Su boca desciende al cuello de ella, dejándole besos como gotas de incienso. Sus manos rodean los pechos, los moldean con los pulgares, después con las palmas, como si el tacto fuera lenguaje. Su lengua danza en uno de ellos con ternura fervorosa, y cada gemido de YiYang es un himno que estremece los cimientos de ambos.
Cuando él se detiene, es ella quien toma la batuta del deseo. Su boca recorre su cuello, su clavícula, su pecho. Baja con la urgencia lenta de quien no quiere perderse nada. Su mano roza su erección, y la chispa se vuelve incendio. Ella lo toma entre sus labios con una sonrisa que destila picardía, lo saborea como si fuese un manjar prometido, lamiendo, succionando, besando, adorándolo como único templo donde rendir tributo.
LuHan gime, perdido en el placer. No puede más. Su cuerpo lo reclama, lo exige. La toma con suavidad, con determinación, y con ritmo firme se deja guiar por su boca. La visión de ella entregada lo enloquece.
—¿Qué pasa? ¿Me quieres dentro de ti, Xu YiYang? —su voz es un gruñido contenido—. Date la vuelta...
Ella obedece, mordiéndose el labio, entregada a ese vértigo dulce. Sus palabras son llamas que incendian: lo necesita, lo quiere. Él se protege, se arrodilla tras ella, y al verla así —doblada, vulnerable, perfecta— siente que ha llegado a su destino. La acaricia, la besa, la honra con las manos y con los labios. Y entonces, finalmente, la toma.
Una oleada de fuego asciende desde el vientre de YiYang. Su cuerpo se arquea, atrapado en el filo de un jadeo. LuHan la penetra con lentitud reverente, como si cada centímetro fuese una plegaria. Su gemido se convierte en alabanza, en rito. Él se aferra a su cintura, sintiéndola estrecha, viva, sagrada.
Comienza a moverse, al principio como si caminara sobre el filo de un poema: despacio, preciso, encajando en ella con devoción. Sus caderas la encuentran una y otra vez, creando una cadencia que ya no es humana, sino cósmica. Él murmura contra su piel:
—Eres fuego, Xu YiYang…
Ella se abre más, lo busca más. Su nombre brota de sus labios como un rezo, un llamado que no conoce idioma. Él cambia el ángulo y el placer se vuelve electricidad líquida. Ella grita, jadea, se ofrece, y al mismo tiempo lo reclama. Las manos de él regresan a sus pechos, la boca recorre su espalda, marcándola con besos.
El vaivén se intensifica. Sus cuerpos, húmedos y temblorosos, ya no se buscan: se encuentran, se habitan, se consumen. Ella se gira para mirarlo, y sus ojos —encendidos, rotos, renacidos— lo atrapan por completo.
—No te detengas… —le suplica.
LuHan obedece, poseído por ella, por el momento. Pero cuando siente el clímax a punto de arrastrarlo, se detiene. Jadeando, apoya su frente en su hombro.
—Quiero verte… no quiero terminar sin mirarte.
La gira con ternura, la recuesta de espaldas. Ella es el centro de su universo. La penetra de nuevo, y esta vez no hay prisa, solo profundidad. Sus ojos se clavan en los de ella, y todo se vuelve más lento, más real, más eterno.
Se besan. Se tocan. Se aman en silencio y con gemidos, con manos que no se cansan de buscar. Él acaricia su rostro, su cintura, sus muslos. Ella se aferra a sus hombros, a su espalda, a su esencia. Y entonces, mientras el placer asciende, mientras las estrellas parecen alinearse en un clímax divino...
—YiYang… —gime él, quebrado—. Me estoy… viniendo…
—Hazlo… conmigo…
Y se funden.
Como un rayo. Como un naufragio. Como un amanecer que los atraviesa y los reinventa.
LuHan cae sobre ella, respirando en su cuello, aún dentro, aún unidos. El tiempo deja de existir. Solo quedan sus pieles, sus latidos, su sudor compartido. La quietud después del incendio.
Él la mira, y en sus ojos hay una ternura inmortal.
—No sé qué eres para mí, YiYang… pero no quiero que seas solo un recuerdo.
Ella lo acaricia, sonriendo con el alma aún palpitando.
—Entonces no lo seas.
Y se besan, sellando no un final, sino un comienzo.
Y así, entre sábanas revueltas y palabras no dichas, se acurrucan. Por primera vez comparten una cama, pero también algo más profundo: la certeza de no estar solos. El silencio los envuelve con la suavidad de una promesa, y el sueño los alcanza entrelazados, como si sus cuerpos recordaran un pacto que sus almas apenas empiezan a entender.
Durmieron así, envueltos en el calor del otro, enredados entre el deseo y la paz, sellando en esa noche no solo la entrega física, sino el nacimiento silencioso de un sentimiento que ya no se puede ocultar.
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xu-ying · 3 months ago
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澄清感受 (ii) 2020.05.03
Llegan al cuarto que, durante las filmaciones, le sirve de refugio a LuHan. Más que una simple suite de hotel, es un santuario reservado, una sutil confirmación de la brecha que existe entre las aprendices y las celebridades de este mundo de luces y sombras.
YiYang se acomoda en uno de los sofás, inmóvil, mientras el mentor desaparece tras la puerta que conduce al baño con jacuzzi. Se oye el leve murmullo del agua y, poco después, él regresa, con toallas suaves y una bata entre los brazos. Le extiende ambas con una naturalidad que contrasta con la rigidez nerviosa de sus manos al recibirlas. Se pone de pie con cierta premura, haciendo un esfuerzo por disimular la timidez que le sube hasta las mejillas como un rubor infantil.
A pesar de la invitación cordial del mayor para sumergirse en la tibieza del agua, una punzada de duda le atraviesa el pensamiento. Su mente, siempre inquieta, dibuja escenarios de catástrofes discretas: pasos que se detienen fuera de la puerta, miradas sorprendidas, voces que se alzan en juicios silenciosos. Arrepentirse le parece más sensato que permanecer.
Abre la boca para declinar, pero su mirada se cruza con los ojos oscuros y brillantes de LuHan. Y entonces calla. No puede. No quiere. Hay una súplica muda en su pecho que, sin explicación lógica, le impide retroceder. En su lugar, sujeta con más fuerza las prendas y camina hacia el baño. Al cerrar la puerta tras de sí, exhala el aliento que no sabía que retenía.
Dentro, la soledad es bienvenida. Suspira con una mezcla de ansiedad y alivio. La visión del agua espumosa es como un susurro que la invita a dejar atrás el mundo. Se despoja de sus ropas como quien se libera de un peso invisible y se desliza dentro del calor. El silencio la abraza. Pronto, los pensamientos que la atosigaban se disuelven como la espuma entre sus dedos. Ríe sin sonido, creando burbujas y dejando que el instante la proteja de todo lo que existe afuera.
LuHan no la interrumpe. Se queda en el cuarto, inmerso en esa calma extraña que le deja su presencia. Hay una sonrisa tenue bailando en sus labios, como si fuera un recuerdo recién nacido. Tarda algunos segundos en volver al mundo: primero a través de su teléfono, luego con un videojuego de fútbol que no logra conquistar su atención del todo.
Pocos minutos después, el marcador le va en contra: 2 a 0. Maldice en voz baja, culpando en silencio a la imagen persistente de YiYang que habita su mente. Aun así, su espíritu competitivo lo obliga a seguir. Pero la voz suave de ella, inesperada como un susurro en la noche, lo obliga a presionar pausa y dejar caer el control. Su corazón da un pequeño salto: siempre se sorprende con facilidad, y más aún con ella.
—¿Tienes una camiseta que me prestes? —pregunta desde el otro lado de la puerta—. No quiero salir con la bata...
Sus palabras son torpes, recortadas por el pudor y la vergüenza. Pero LuHan entiende, como si hablara su idioma secreto. Va hasta el armario, entre un mar de prendas, y escoge la más larga y cómoda, negra como la noche. Se aproxima a la puerta sin intentar mirar, con la mirada deliberadamente desviada. Le extiende la camiseta con una delicadeza que roza lo sagrado.
—¿Todo bien? ¿Necesitas algo más? —pregunta con dulzura.
Ella apenas responde, su voz reducida a murmullos por la timidez que la envuelve como una segunda piel. Toma la camiseta, cierra la puerta con lentitud. Apoya la frente contra la madera, suspira, y piensa que jamás ha sentido tanta incomodidad como la de ahora. ¿Cómo ha llegado a este punto? ¿Cómo se ha dejado llevar?
Pasa más tiempo del necesario dentro del baño. Se atreve incluso a usar la secadora, el cepillo... sus cosas. Al salir, como para justificar sus acciones, comienza a hablar atropelladamente:
—Usé la secadora... también el cepillo, lo siento... sólo un poco...
—Está bien, está bien... —responde él con un tono calmo, sereno, que la envuelve.
Se ha puesto de pie sin pensar demasiado, como si sus pies supieran antes que su mente a dónde ir. Cuando se encuentra frente a ella, peina un mechón de su cabello detrás de la oreja. Es un gesto pequeño, fugaz, pero que detiene la respiración de YiYang. Su corazón late en una melodía distinta. Sonríe.
—¿Te quedarías un rato más? —susurra él, señalando su consola con una sonrisa leve—. ¿Quieres que te derrote en Mario Kart?
LuHan deja un segundo control junto a una almohada que no usará. Se reclina, los pies en la cama, el cuerpo apoyado en el respaldo. Ella lo imita, se sienta a su lado, sin llegar a tocarlo, pero cerca. Flexiona las piernas, sintiéndose más niña que aprendiz, más mujer que espectadora.
—No quiero que me derrote... —responde con una chispa de osadía—. Debería poder vencerlo.
—¿Nunca has jugado? —pregunta con sorpresa, sin apartar la vista de la pantalla—. Es famoso en Japón... XiaoTong aprendió por mí...
El nombre cae como una piedra en un lago sereno. XiaoTong. La realidad que YiYang había decidido ignorar vuelve a recordarle su presencia. Por más que quiera escapar, allí está, brillando con la fuerza de un faro en plena oscuridad.
Ella se queda quieta. LuHan baja el tono, como arrepentido, como si supiera que ha tocado una herida sin intención.
YiYang sabe que ha elegido caminar por un borde filoso, uno que corta a cada paso. Está rompiendo reglas silenciosas, traicionando principios que le fueron enseñados como mandamientos. Pero aun así, aquí está. Porque LuHan le gusta más de lo que jamás se ha permitido admitir. Como artista. Como hombre.
Cuando llega el momento de elegir personaje, él toma a Yoshi. Le explica que no hay diferencia real entre ellos, pero que le ajustará el auto para facilitarle la carrera. Ella intenta concentrarse, pero sus pensamientos están en otra parte. Y eso se nota. Casi al final, su Peach cae fuera de pista... y no hace nada por evitarlo.
Entonces habla.
—Sé que no puedo pedir mucho... —murmura, sin apartar los ojos de él—. Pero si algún día decides que esto no puede seguir, por favor, avísame. No desaparezcas... no digas que lo haces por lo correcto. No me dejes esperando en vano.
Las palabras han salido sin filtro, nacidas del pensamiento crudo, sin planificación. Pero son verdaderas. Él se sorprende. Deja el control a un lado y la observa con atención.
—No creo que sea fácil... tú y yo —dice, su voz un poco más baja—. Pero si confías en mí, creo que podemos hacer que esto funcione. Sobre todo cuando acabe la competencia. Intentaré no molestarte. No quiero poner en riesgo lo que estás logrando... Tao, o Qian-jie podrían sospechar.
“Si confías en mí, creo que podemos hacer que esto funcione”.
YiYang graba esas palabras en su alma como si fueran promesa. Se aferra a ellas. Y, por ahora, es suficiente. Decide creerle. Decide quedarse.
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xu-ying · 3 months ago
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澄清感受 (i) 2020.05.03
Después de aquella repentina conversación, la incomodidad que alguna vez los separó comienza a desvanecerse, como neblina disipándose bajo la tibia luz del sol. Ahora, el destino los ubica en el mismo espacio, compartiendo grabaciones, aunque las palabras aún no han hallado su momento. El bullicio del equipo y el constante ir y venir del programa no les permite aislarse. A ello se suma la pérdida de su teléfono, extinguiendo cualquier posibilidad de coordinar un nuevo encuentro. Cada cruce de miradas, sin embargo, se convierte en una chispa silenciosa: un clamor mudo por un instante a solas.
LuHan reconoce que, por primera vez en mucho tiempo, las cámaras han dejado de vigilar. El equipo tiene suficiente material y la producción se ha replegado como una marea en retirada. Guiado por una voz impulsiva que ahoga cualquier rastro de prudencia, sus pasos lo conducen sin titubeos a la sala de ensayo, donde YiYang continúa, agotada pero obstinada. Él y Tao han quedado a cargo del equipo de ella, algo que habría preferido evitar, pero no pudo esquivar tras perder en una inocente partida de “piedra, papel o tijera”. Él quería encargarse de las otras trainees, ahorrarse la tensión de volver a verla tan de cerca… pero el destino, caprichoso, ha vuelto a entrelazarlos: mentor y aprendiz, otra vez.
Xu ha memorizado cada paso, pero ejecutarlos con la precisión de XieNing aún le parece una meta lejana. Agotada tras horas de ensayo, yace tendida en el suelo, sin intención alguna de mover un músculo más. No se resiste a abandonar por terquedad, sino porque el cansancio se ha convertido en una sábana densa que la envuelve.
La puerta cruje anunciando una presencia.
—XieNing… si me quedo dormida aquí, ¿crees que lograré la precisión que me falta?
—No deberías dormir sin comer algo primero —responde una voz conocida, con una sonrisa serena. En sus manos, LuHan trae algunos bocadillos confiscados del staff, como si esos pequeños manjares pudieran evitar que ella huyera del lugar.
YiYang se incorpora con rapidez, retirando el cabello que le cubre parte del rostro, aún sorprendida. La sonrisa que nace en sus labios es genuina, espontánea. Hay algo en su presencia que la calma y la sacude a la vez. No se había dado cuenta de cuánto deseaba volver a verlo, hasta que lo tuvo frente a ella. Sin embargo, pronto sus ojos se posan en los bocadillos.
—¿Trajiste eso para compartir? —pregunta con dulzura, aún sin apartar la vista de la bolsa—. Dicen que la comida compartida sabe mejor.
LuHan se sienta frente a ella, dejando los bocadillos al alcance de sus manos. No desea que se sienta intimidada, así que es él quien da el primer bocado.
—Exactamente. Solo vine para verlas… bueno, para verte. —Sabe que mencionar a las demás no tiene sentido cuando la mayoría ya duerme profundamente—. Mañana es la presentación y tú sigues aquí… ¿Debería tomar una foto y enviársela a Tao como prueba de tu esfuerzo?
Ella ríe suavemente, mientras expresa sus dudas y miedos sobre la competencia que se avecina. LuHan la escucha con atención total. Comen juntos, como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos.
—Enfrentarte a las siete mejor evaluadas te ha hecho más fuerte, ¿lo notas? Aquí no se trata de vencerlas a ellas… sino de vencer a tu peor rival: tú misma.
—Pero… si no las vencemos, el punto se pierde.
—Quizás, pero ganarás algo más valioso. Pase lo que pase, YiYang, nada será en vano. —Su sonrisa se torna promesa—. Confía en tu mentor. Tao y yo vamos a ganar esta vez. Es un juramento.
Extiende el meñique, como si sellar aquel compromiso infantil pudiera sostener los lazos frágiles que los unen. Ella lo entrelaza con el suyo y junta los pulgares, sellando esa promesa sin palabras. La atmósfera se llena de esperanza, hasta que él lanza la pregunta.
—¿Piensas que tienes algo que envidiarle a mi novia?
«Sí, a ti», resuena en su mente. Pero la respuesta se ahoga antes de nacer. Su expresión cambia. El brillo de sus ojos se apaga y la sonrisa se desvanece. La presión en sus dedos se reduce, como aceptación de una verdad que la hiere más de lo que le gustaría admitir.
—No puedo terminar con ella, YiYang. Pero tampoco quiero dejarte ir. Seguro te han llovido invitaciones... ¿Estás saliendo con alguien?
—Salgo con alguien… —Niega—. No, no salgo con nadie. Lo hice, pero fue algo que ni siquiera se parece a esto. —Sus valores chocan con sus emociones. Siempre ha priorizado a los demás, dejándose de lado. Pero esta vez quiere ser egoísta—. ¿Debo dejar de pensar en ti? No quiero hacerlo…
Es entonces cuando LuHan se inclina y la besa. No le da tiempo para escapar; sostiene su mejilla con ternura y se inclina como si tuviera todo el derecho del mundo a hacerlo. En sus ojos leyó el permiso.
Ella no se resiste. Cierra los ojos y, con labios entreabiertos, responde. Es un beso cargado de emoción, un grito silente que ruega no alejarse. Siente que todo lo que no ha podido decir se escapa por su boca, que late con el mismo ritmo acelerado de su corazón. Es un beso distinto al primero, pero igual de intenso… hasta que el sabor salado de los bocadillos se impone sobre el vino del recuerdo.
Se separa de improviso, no por arrepentimiento, sino por vergüenza. Lleva puesta su ropa deportiva, está sudada, despeinada… no es la versión de sí misma que quiere que él recuerde.
LuHan la mira, confundido. Pero al notar sus mejillas encendidas, una sonrisa le nace sin permiso. No dice nada, pero en su rostro se refleja una certeza: YiYang aún lo quiere, aún desea intentarlo. Y eso, para él, basta.
Ella oculta el rostro entre las manos, justificando su impulso con su estado actual. Él toma sus manos y, con delicadeza, las aparta.
—¿Recuerdas los halagos que escuchaste antes? Yo los dije en serio. Y sigo pensándolo.
La conversación deriva en detalles triviales, como los dormitorios de las trainees.
—¿Quieres ver mi habitación? —le susurra—. No es para dormir ahí, claro. Pero hay un jacuzzi. Y creo que te lo mereces.
—¿Y el staff?
Él le pasa la bolsa de bocadillos mientras se levantan.
—No te preocupes. Come algo mientras caminamos. Están trabajando en el escenario, no queda nadie grabando aquí.
Salen del edificio, cruzando ese pequeño vecindario que imita un parque de diversiones europeo. Las farolas iluminan el camino, su andar tímido, su ropa informal, sus mejillas rojas... LuHan se adelanta, gira en reversa y comienza a filmarla.
Ella se ríe, a medio camino entre la vergüenza y la dicha. Para él, es solo un recuerdo más. Para ella… es un instante de felicidad que revolotea en su pecho como mariposas alborotadas.
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xu-ying · 3 months ago
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停止感情 2019.01.16
         Viaja a Sichuan aprovechando el breve descanso concedido. Después de mucho tiempo, la reunión familiar por fin se concreta. ㅤ Las llamadas no bastan, asegura su padre con tono severo, exigiendo explicaciones por la escasa frecuencia con la que se comunica. YiYang, con una sonrisa tímida, guarda el motivo verdadero: solo desea compartir noticias felices. Si no hay algo digno de celebrar, prefiere el silencio. Cree que lo malo, si es posible, puede ocultarse. Esa ha sido siempre su manera de proteger a los suyos desde la distancia, especialmente al patriarca, quien nunca dejó de renegar del camino que su hija eligió. ㅤ El reencuentro con su hermano mayor es la sorpresa más cálida de su viaje. Conoce, en secreto, los pesares que su hermano disfraza con una sonrisa. Llora en silencio, y le duele —le duele profundamente— saber que, una vez más, no puede ser el refugio que él quizás necesita. Él la sigue viendo como su pequeña, a quien no debe abrumar con sus problemas, y ella respeta ese pacto tácito. Aun así, no logra evitar las lágrimas. Es regañada con ternura por mostrarse vulnerable, pero no se arrepiente. ㅤ “El espectáculo de luces compensa las lágrimas derramadas”, le dice su hermano, queriendo pintar de colores la sombra que los envuelve. ㅤ Legal High —el primer grupo proyecto en el que participa— pronto pisará un escenario como formación oficial. Aunque no ganaron la competencia, la experiencia les abre una nueva puerta: una que ilumina su mundo como las luces que irrumpen en el cielo nocturno. YiYang es feliz, porque por fin comienza a rozar el sueño que tanto le ha costado. Y sin embargo, una sombra tenue empaña esa alegría: la ausencia de una despedida. ㅤ Tal vez podría haberlo entendido si hubiera recibido una explicación, un adiós, aunque fuera torpe. Pero no hubo nada. Cada mañana se ha despertado con la esperanza de una excusa, un simple "¿cómo estás?" que le permita seguir creyendo en lo que imaginó. El silencio pesa. Y aunque le duele, lo acepta. Sabe que fue ingenua al pensar que un sentimiento naciente podría competir con una historia tejida por años. No puede —ni pretende— compararse con Guan XiaTong. Si ella estuviera en la misma encrucijada que el pekinés, seguramente él la elegiría a ella, no a una aprendiz aún sin nombre. ㅤ ¿Cómo silenciar lo que el corazón insiste en sentir? ¿Cómo soltar cuando aún espera? Sabe que todo fue una ilusión, un espejismo construido sobre anhelos y sonrisas compartidas. Pero deshacerse de lo sentido no es tarea sencilla. LuHan, que antes vivía solo en sus playlists como uno de sus ídolos favoritos, ahora ocupa un rincón permanente en su mente, negándose a salir, convirtiéndose en la raíz de su semblante apagado. ㅤ No debería permitir que una sola persona gobierne tanto su ánimo. No puede cederle ese poder. Después de todo, es solo alguien más que cruzó su camino: un artista admirado, conocido al fin en carne y hueso, que le inspiró una ilusión breve pero intensa. Fue ella quien se apresuró en sentir. Y él quien supo marcharse a tiempo: antes de que ella imaginara una historia de amor. ㅤ Solo es una persona más entre muchas, se repite una y otra vez. Como un mantra que intenta volver verdad. ㅤ YiYang se impone este pensamiento como una regla a seguir, aunque sabe que no siempre logra actuar conforme a lo que se propone. Aun así, lo intentará. Le desagrada no poder domar sus emociones, no tolera sentirse tan expuesta a ellas. Todo debe volver a su estado original, a ese equilibrio que tanto le ha costado aprender. ㅤ Los mensajes son eliminados, uno a uno. El número de LuHan ya no está agendado. ㅤ Y aunque la herida aún arde, comienza a cerrar. ㅤ Con tiempo. ㅤ Con voluntad.
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xu-ying · 3 months ago
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第一次约会 2018.11.23
Elige un vestido azul marino cubierto de encaje, delicado como una nube que se posa sobre el atardecer: suave, femenino, sin exagerar su dulzura. Acompaña el atuendo con unos zapatos de tacón bajo que susurran elegancia sin imponerla. En cada lóbulo cuelga un pequeño zarcillo plateado con forma de estrella, apenas perceptible bajo el cabello suelto que cae con naturalidad sobre sus hombros. Viste así para su primera cita con LuHan. Basta recordar que semanas atrás sellaron con palabras la certeza de un interés mutuo para que una sonrisa se le dibuje en los labios, difícil de disimular, imposible de borrar.
El nerviosismo que usualmente se acomoda en su pecho se disuelve lentamente mientras el vehículo avanza por la ruta conocida. El mismo Ford negro, el mismo conductor taciturno que, una vez más, la lleva hacia él. Se despide con una leve inclinación, sin palabras, y en cuestión de segundos, su figura queda atrás como un recuerdo en retroceso.
Notifica su llegada. La puerta de la suite se abre casi al instante, como si su presencia hubiera sido aguardada con ansias. LuHan la recibe con una calidez que ilumina más que las luces tenues de la habitación. Ella cruza el umbral sin prisa, permitiéndose disfrutar del ambiente cuidadosamente dispuesto: luces de baja intensidad, música chill out flotando como un murmullo entre las paredes, y una atmósfera cargada de intimidad, donde lo romántico no es una imposición, sino una invitación serena.
En el corazón de la habitación, la cama impone su presencia, pero su mirada se desliza hasta el sofá en “L”, rincón donde los espera la conversación. Sobre la mesita, una botella de vino reposa junto a una pequeña caja que se atreve a adivinar: bombones. Pequeños detalles que dibujan un mapa hacia la ternura.
Aún con su natural timidez, se siente libre con él, como si su voz encontrara por fin una razón para ser escuchada.
—¿Has salido antes? Eres joven, pero también eres muy bella… algo me dice que tienes experiencia —pregunta él, con un tono apenas más bajo, como si temiera ser demasiado intrusivo—. ¿Es muy entrometido si te pregunto por tus relaciones pasadas?
—No lo es —responde con sinceridad—. He salido con otras personas, pero no mantengo contacto con ninguno de ellos… No por resentimiento. Es solo que ya no compartimos nada.
—¿Citas o relaciones formales? —interroga mientras saborea un sorbo de vino—. Después de una relación, lo común es alejarse. ¿Fueron buenos contigo?
—Sí, creo que sí. Pero… —bebe esta vez con más decisión— creo que yo fui la que falló.
Su mente la lleva inevitablemente a Kun, a la culpa que se filtró como sombra entre ellos cuando aún no cerraba una historia antes de empezar otra. Le duele admitirlo, pero necesita contarlo, aunque los nombres permanezcan en silencio.
—No fui honesta —confiesa, y el vino actúa como un puente que le permite cruzar la vergüenza—. Quise avanzar con alguien mientras todavía pensaba en quien había dejado atrás.
—Lo entiendo… —guarda silencio antes de responder con una confesión propia—. Yo también dañé a personas intentando olvidar a quien amaba. Tal vez incluso XiaoTong sea parte de esa historia.
—¿Yo también lo soy? —pregunta con una mezcla de ligereza y deseo de saber, mientras termina su segunda copa.
—Tú no, YiYang —dice con una franqueza que la hace estremecer—. Hace mucho que no me sentía así con alguien. Me haces sentir… nuevo.
Sus palabras la envuelven. En sus ojos encuentra la honestidad que había anhelado, y en ese momento sabe que puede dejar de ocultar lo que bulle dentro de ella.
—LuHan, me gustas.
El silencio se instala por un instante. La duda asoma, pero se desvanece cuando la mano del cantante acaricia con ternura su mentón. Ella observa su rostro, bello y sereno, que se acerca con la lentitud de una promesa. Entonces, sus labios se encuentran: el contacto es leve, casi un suspiro hecho piel, pero despierta un cosquilleo que viaja desde su boca hasta cada rincón de su cuerpo. La presión disminuye, sus cabezas se inclinan con sutil coordinación en busca del ángulo perfecto, y sus manos, en un impulso suave, rodean el cuello de él.
LuHan la sostiene con una firmeza delicada: una mano en la mejilla, la otra en su cintura, acercándolos hasta donde ya no hay espacio entre ellos. Sus labios se mueven al ritmo de un idioma nuevo, íntimo, suave.
Pausa. Ella sonríe, incapaz de contener la dicha. Su corazón late con fuerza, y aunque él no lo escuche, ella siente que todo su ser retumba.
Vuelven a besarse. Esta vez con más intensidad, más deseo. Siente la lengua cálida de él rozar la suya, provocando un estremecimiento embriagador. El sabor del vino se mezcla con las emociones, y se deja llevar, feliz de perderse en ese vaivén.
Sus manos se alejan lentamente de su cuello. Jadea apenas. Lo observa, como si viera el mundo a través de sus ojos. Después de ese segundo beso, más íntimo, regresa el silencio apacible. Ella, tímida, se permite sonreír de nuevo.
Con una petición casi muda, consigue un abrazo que se prolonga. El aroma de él se impregna en su piel como una promesa no dicha. Y mientras reposa en ese abrazo, desea que lo que siente no se desvanezca con el paso del tiempo, que esta felicidad –tan serena y sincera– anide en su corazón durante mucho, mucho tiempo.
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xu-ying · 3 months ago
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新情绪 2018.10.16
Ha dejado su teléfono en el olvido, como si el mundo exterior ya no importara. Aunque quisiera usarlo, no podría: lo ha entregado voluntariamente a su gerente, la única que la acompaña desde el inicio de las grabaciones. Sonríe al recordarlo. Tiene una gerente. Una frase sencilla, pero que resuena en su pecho como un logro. Meses atrás le parecía un sueño inalcanzable; hoy, es prueba viva de que su esfuerzo da frutos, de que debe seguir puliendo sus alas.
Cuando la noche la envuelve y el bullicio de la jornada se disipa, recupera el dispositivo. Lo primero que hace es revisar los mensajes. Algunos los responde, otros los ignora sin culpa. Pero hay uno que la obliga a detenerse: el chat con ZeRen. La conversación fluye con ligereza, entre bromas y risas imaginadas que le arrancan sonrisas reales. Todo parece en calma… hasta que llega un nuevo mensaje. Un número desconocido. Pero bastan unas líneas para helarle la sangre y acelerar su pulso al mismo tiempo. Lo lee una vez. Luego otra. Y sin pensarlo dos veces, responde. La posibilidad de una reprimenda no la detiene; la emoción ha tomado el volante de su cuerpo.
💬 chat privado:
[16/10/2018 20:33] Desconocido: Hola, soy LuHan. Conseguí tu número gracias al chico de mi staff, a quien le pediste las entradas. Sé que estás ocupada últimamente, pero estoy de paso en Shanghái y leí que estás trabajando por aquí. ¿Te gustaría salir conmigo?
[16/10/2018 20:48] 嘤嘤: ¿Está en Shanghái? No puedo desaprovechar la oportunidad de ver a LuHan, aunque imagino que debe estar ocupado.
[16/10/2018 20:49] 嘤嘤: ¿Dónde está? Si me dice el lugar, llegaré pronto.
[16/10/2018 20:52] LuHan: Adjunta tu dirección. Haré que un coche privado vaya por ti. Podemos vernos en el bar del hotel; de otra forma sería arriesgado y no quiero meterte en problemas.
[16/10/2018 22:16] 嘤嘤: He llegado. Estoy en la barra.
No pasa mucho antes de que él aparezca. La guía hasta una mesa escondida, donde un sofá los espera como si también supiera del encuentro.
—¿Así que fuiste trainee en SM? Y ahora estás siguiendo tu carrera en China... —comenta LuHan mientras le extiende una carta de tragos—. Tenemos más en común de lo que imaginé. Elige lo que quieras, celebremos tu nuevo comienzo.
Su sonrisa le parece sincera, cálida. YiYang no puede evitar que la alegría se dibuje en su rostro al oírlo. Si sabe ese tipo de detalles, ¿acaso ha leído sobre ella? El pensamiento la estremece, y su corazón late con timidez.
—Espero que hayas disfrutado el concierto en Beijing. ¿Tuviste buena vista? ¿Te trató bien el staff? ¿Fuiste con alguien?
—Lo disfruté mucho. Fue especial, hacía tiempo que no sentía esa emoción de alentar a alguien. Sus fans son encantadoras… sin duda, aprendieron de usted —responde, alzando la mirada tras haber recorrido con detenimiento cada trago con nombres que parecen salidos de un cuento.
La conversación se desliza como una melodía suave. Hablan de gustos triviales, de detalles cotidianos, de pequeñas cosas que, unidas, construyen una complicidad discreta. Por momentos, YiYang no puede evitar pensar que esto parece una cita. Pero se obliga a recordarse que no es así. Que solo fue una invitación impulsiva. Una reunión sin dobles intenciones.
Y sin embargo, sus pensamientos no colaboran. La idea de acercarse al cantante con propósitos románticos la hace titubear, se siente torpe por dentro. Por suerte, sus pensamientos no se proyectan; de lo contrario, moriría de vergüenza.
—No, puedo irme sola. Me han avisado que debo regresar a los dormitorios —dice mientras baja la mirada, agitando el móvil entre los dedos—. Y es mejor así.
—¿Es mejor así? ¿He hecho algo que te incomodara? Lo siento. No era mi intención.
No es él quien la incomoda. Son sus propios pensamientos. No puede decirlo en voz alta, así que guarda silencio. Pero entonces, él le confiesa algo que la deja atónita: la relación con Guan XiaoTong ya no es sentimental, solo profesional.
Se queda muda unos segundos. Luego, una sonrisa florece en sus labios. Le cree. Confía en sus palabras, y eso le permite liberarse del nudo que había en su pecho. Se permite decir lo que en verdad siente.
—¿Cuándo volveré a verte? Solo quiero saber eso. El tiempo vuela y... yo me siento muy bien contigo. Quiero aprovecharlo.
—Solo dime cuando estés de nuevo aquí. Tienes mi número, ¿verdad? Siempre te responderé, tan pronto como pueda.
—De acuerdo. La próxima vez… tendremos una cita de verdad.
¿Una cita? Lo ha dicho. En voz alta. Y no hay vuelta atrás. Ya no es un malentendido, no es un gesto amable sin intención. Es una cita, con todas sus letras. Y aunque todo parece demasiado rápido, la emoción que le provoca es luminosa y viva. Le gusta sentir así.
Se arrepiente de haber querido irse antes. Pero sabe que debe volver, o su gerente la regañará. Aún es aprendiz, y no puede permitirse arriesgar su posición. Se despide y sube al coche —un Ford negro— que la llevará de regreso. Un detalle simple, pero que evidencia la cortesía de LuHan.
Ya en el hotel, se pone la pijama y se acuesta. Pero justo cuando está a punto de dormirse, escucha la voz de su gerente. Somnolienta, con un enfado que apenas logra disimular. YiYang improvisa:
—Me encontré con una amiga del colegio que está en la ciudad...
Antes de que sus mentiras se compliquen, se cuela en la amplia cama de su compañera. Ella protesta con flojera, sin mucho éxito. Al final, se rinde ante la ternura de YiYang. Y Xu, por su parte, ha sido cuidadosa: eliminó cualquier rastro del dulce trago que probó.
Se acomoda bajo las sábanas. El corazón aún agitado. Sonríe en la oscuridad. Esta noche, va a dormir profundamente.
Después de todo, ha vivido algo que parece sacado de un sueño.
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xu-ying · 3 months ago
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RE:X 演唱会 2018.10.06
Las grabaciones de The Next Top Bang, el programa en el que participa, han comenzado. Una semana inmersa entre ensayos, filmaciones, encuentros con compañeros que persiguen el mismo sueño, y con los artistas encargados de guiar tanto al grupo femenino como al masculino. Comparada con la rutina llevada en Seúl, esta semana se siente inusualmente viva; allá, sus apariciones eran fugaces, frente a cámaras que solo capturaban tomas individuales para my SM Television. Aquí, todo es más grande, más compartido, más real.
Concluidas las primeras jornadas de grabación, se le conceden unos días libres. Ella los aprovecha para cumplir una promesa. Llega por la mañana a Beijing, siguiendo un horario que ha organizado cuidadosamente. Días atrás, llamó al número de aquella tarjeta que aún guarda con pulcritud, como un recuerdo valioso. La atención fue amable: aunque las entradas ya estaban en manos de YuanZi, le ofrecieron un par de pases especiales para ingresar cuando lo deseara, evitando así la larga espera que suele preceder a un evento de tal magnitud.
Llegan a la estación de Beijing horas antes de que el concierto inicie; deben conseguir algunos goods, recoger banners, vivir la experiencia completa.
—¿Cómo conseguiste esos pases? —pregunta YuanZi, sorprendida.
—Conocí a alguien… y sin saberlo, él conocía a alguien del staff.
—¡Al menos no tuve que esperar! —ríe ella con alivio.
Ingresan por una de las puertas que no están habilitadas para el público general. Una vez dentro, encuentran sus lugares adornados con artículos del fanclub. YuanZi, entre risas, presume conocer cada detalle de la organización del fansite, mientras se colocan unas ridículas pero encantadoras diademas amarillas en forma de cornamenta. Ríen sin medida. Luego, las carcajadas se apagan suavemente, dando paso a conversaciones que poco o nada tienen que ver con el concierto. Aún faltan horas para que comience y las luces del recinto siguen dando la bienvenida a nuevos asistentes.
Y entonces… comienza.
El espectáculo se despliega ante ella con la fuerza de lo inesperado. Es testigo del esfuerzo y la dedicación tras cada presentación. La producción la maravilla, pero es LuHan quien, con cada cambio de ritmo, transforma el ambiente. En sus canciones de hip hop, el ánimo del público estalla; en las baladas, un silencio suave se apodera del estadio, y las varas de luz amarilla se mecen con dulzura. Incluso ella canta, conmovida, especialmente cuando suena Tian Mi Mi.
Durante sus interacciones con los fans, LuHan desborda carisma. YiYang sonríe al recordar aquel día en que él colocó, sin palabras innecesarias, un milk tea en su mano.
Había asistido antes a un concierto de Red Velvet, por recomendación de la encargada de las trainees femeninas en SM. Pero esta noche es distinta. Esta noche vuelve a sentir lo que sentía en su adolescencia: el asombro, la emoción pura, el disfrute sin reservas. Aunque no se considere una fiel seguidora de LuHan, conoce parte de su trayectoria, ha escuchado muchas de sus canciones… y hoy, las ha vivido.
Junto al resto del público, ha alentado con cada fanchant, ha vibrado con la música y ondeado con energía su vara de luz amarilla. Sin darse cuenta, el concierto se acerca a su fin: el último VCR, las palabras de despedida, la canción final.
Podría intentar verlo en el backstage, usar ese número que guarda en su teléfono, buscar algún momento para acercarse. Pero sabe que debe de estar agotado, conmovido, rodeado por el equipo que hizo posible este espectáculo. Ellos no tienen un vínculo real, más allá de aquel encuentro fortuito en una tienda de conveniencia. Sin embargo, desea agradecerle. Quiere que sepa que disfrutó cada instante.
Decide entonces enviar un mensaje al integrante del staff, con la esperanza de que sus palabras le lleguen.
💬 chat privado:
[6/10/2018 21:37] ㅤ嘤嘤: Gracias por ayudarme con el pase. No sé si es posible, pero quisiera que le informara esto a LuHan:
[6/10/2018 21:40] ㅤ嘤嘤: ¡Gracias por ser amable! Disfruté el concierto, tiene un equipo muy bueno. No dude que también grité y canté en sus presentaciones, fueron muy buenas. Es talentoso, después de todo ¡usted es LuHan! E incluso usé las cornamentas amarillas ㅋ ㅋ ㅋ.
[6/10/2018 21:41] ㅤ嘤嘤: Gracias y ¡que su concierto en Guangzhou sea igual de emocionante!
Es hora de descansar. Mañana regresará a Shanghái, donde debe retomar el ritmo impuesto por el programa: tienen que grabar un segmento junto a Kris, Victoria y Zhou Bibi.
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xu-ying · 3 months ago
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巧合+奶茶 2018.09.24
Esa mañana, YiYang llegó a Beijing, con la intención de permanecer apenas dos días. Al día siguiente conocería a su nueva gerente, ya que la anterior debía resolver asuntos personales. Y mientras el reloj avanzaba sin prisa, el mejor lugar para esperar era junto a su amiga.
Semanas antes de su debut en televisión, se había instalado con YuanZi tras visitar su ciudad natal y cobijarse en los cuidados familiares, especialmente en el amor silente y firme de su madre. Si alguien le hubiera preguntado tiempo atrás si creía posible compartir apartamento con su amiga del colegio, habría negado con una sonrisa incrédula. Sus caminos, en apariencia, se habían bifurcado sin posibilidad de reencuentro.
Esa tarde, la necesidad la empuja a salir: anhela satisfacer un capricho. Una tienda de conveniencia cercana parece la respuesta perfecta. YiYang puede ser exigente con sus antojos, y aunque pequeña en apariencia, tiene una voluntad capaz de doblegar cualquier vitrina de refrigeración en busca de lo que desea.
Mientras recorre los pasillos con la imagen mental de su bebida ideal, un nuevo cliente atraviesa la puerta. Tiene un gusto particular por el café en lata: helado, fuerte, con la promesa de mantenerlo despierto. Pero hoy, movido por un impulso suave, decide añadir algo dulce. Sus ojos se detienen en un milk tea. Un gusto heredado de sus compañeros de grupo, especialmente del maknae, quien solía ofrecerle bebidas azucaradas después de los ensayos.
Al estirar la mano hacia el té, roza los dedos de YiYang. Ella también lo había elegido. El contacto es breve, casi imperceptible, pero suficiente para arrancar una risa suave de sus labios. Él se disculpa y por fin se miran. El tiempo parece ralentizarse. YiYang lo reconoce de inmediato y, aunque por dentro palpita el asombro, se apresura a guardar la compostura. Inclina levemente la cabeza, educada.
—Lo siento, si lo quiere puede tomarlo —ofrece, su voz es firme pero templada por el acento de Sichuan, que emerge pese a su dominio del mandarín—. Hay otros que puedo elegir.
—Claro... —responde él, un tanto desconcertado. Ella no lo trata como a una celebridad, y sin embargo, hay un nerviosismo sincero en su voz. Eso le resulta encantador—. Pero no tanto como para robártelo. Tómalo tú.
Con una naturalidad ensayada, él toma el envase que ella ha tocado y lo deposita en su mano. Le levanta suavemente la muñeca para que la bebida aterrice con cuidado. Su sonrisa se mantiene, un gesto que ha perfeccionado para los fans, aunque esta vez se percibe genuina.
—No eres de Beijing, ¿cierto? —afirma con suavidad.
—Tiene razón. Soy de Sichuan. Pero hablo bien el mandarín... sólo estaba sorprendida, eso es todo —responde, ocultando el matiz dialectal que minutos antes había escapado. Señala el café que él sostiene—. ¿Ambos son para usted?
—Oh, esto... sí. —Se rasca la nuca, atrapado, y ríe con una honestidad que lo vuelve cercano—. Me apetecía algo dulce. Aunque suelo preferir lo amargo, fue uno de esos impulsos extraños. Y ahora, mira tú... terminó llevándome a una conversación inesperada.
Él retrocede un par de pasos, señalando con la cabeza hacia la caja registradora. YiYang lo sigue, pero antes de continuar, él se detiene.
—¡Cierto! No me has dicho tu nombre. —YiYang, Xu YiYang.
Después de que ella paga sus cosas, él insiste en cubrir ambos gastos, con un rápido movimiento en su teléfono. YiYang apenas puede oponerse. Él, criado con modales tradicionales, no solo impide que ella pague, también toma sus bolsas con la naturalidad de quien ha sido educado para cuidar. —¿Eres estudiante? —pregunta mientras guarda las bebidas en bolsas separadas—. Te ves joven, pensé que lo eras. —Tengo veintiuno. Debería estar en la universidad, sí. Pero no lo soy. —Hace una pausa breve al salir del local—. Aunque, desde otro punto de vista, sí lo soy. Soy trainee. Quizás nos crucemos más adelante... en un programa, sobre un escenario, quién sabe. —Mientras trabajes duro, lo lograrás —dice con una sonrisa, articulando un suave “jiayou” cargado de experiencia—. Pero recuerda: no todo lo que brilla es oro. Esta industria puede ser cruel. Si alguna vez necesitas apoyo… estaré por aquí. A veces, una mano extendida puede cambiarlo todo. Ella extiende la suya y él, por instinto, la estrecha en un gesto algo torpe, sin estar seguro de si eso era lo que buscaba. Se miran confusos, y luego ella ríe, tapándose los labios con la mano que segundos antes había tocado la suya. —Lo siento, no era una despedida. —Señala la bolsa con las bebidas—. Solo venía a recuperar eso. Él comprende su malentendido y reprime una risa. Avergonzado, se inclina ligeramente y le entrega la bolsa con ambas manos, una sujetando el antebrazo en señal de respeto, tal como le enseñaron en Corea. —Discúlpame, YiYang. Soy un poco torpe —admite, y luego bromea, intentando recuperar la ligereza—. ¿Siempre entablas conversación con extraños? Deberías tener más cuidado... ¿y si fuera un psicópata? No llegarás muy lejos si bajas tanto la guardia. —No parece serlo —responde ella, observándolo con calma. Inclina la cabeza hacia un lado, luego hacia el otro, como si estudiara un cuadro—. No... no lo creo. Tiene los ojos demasiado bonitos como para desperdiciarlos siendo un psicópata. —¡Ah! Así que aún sin maquillaje sigo siendo reconocible —responde él, divertido, poniendo el puño bajo el mentón con aire dramático—. Me sorprende no haberte asustado. La observa en silencio durante unos segundos más de lo necesario. Luego, como si una campana le recordara su horario, vuelve a hablar. —Mi agencia está cerca, en un estudio personal. Pero debo regresar. El concierto está a la vuelta de la esquina. Xu YiYang, estás cordialmente invitada. ¿Te gustaría venir? Puedes traer a alguna amiga, si quieres. —Conozco a alguien que seguramente irá —dice con una sonrisa cómplice—. Y yo también. Nos veremos en su concierto. Él asiente, extrae una tarjeta de su billetera y se la entrega. —Llama unos días antes, da tu nombre. Te conseguirán un pase especial. Promesa. »Y por favor... no lo publiques en Internet. Ya sabes cómo son los rumores. Tú también debes cuidar tu imagen. Hace una leve reverencia y levanta la mano en despedida, caminando hacia atrás unos pasos antes de girar y marcharse, con ambas manos en los bolsillos. YiYang lo observa alejarse y, cuando su silueta comienza a desdibujarse en la distancia, se permite un grito ahogado, una emoción liberada en silencio. A pesar de la calma que mostró, su corazón había latido desbocado. No solo lo conocía. LuHan era uno de sus artistas favoritos. Y aquella coincidencia... fue una casualidad que saboreó como un regalo inesperado del destino.
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xu-ying · 3 months ago
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答:已接受 2014
La respuesta tardó más de lo esperado, pero el tiempo no fue en vano. Para muchos, su logro resultó inesperado. Para ella, no. No después de haber entrenado sin descanso, aprendiendo a sostener una voz firme mientras el cuerpo seguía el ritmo de pasos veloces y ensayados en un lapso que, para cualquier otra persona, habría sido cruelmente breve. Todo por una audición que su entorno tildó de capricho adolescente, de sueño efímero nacido de una pantalla. Pero fue más que eso. Fue el primer eco de un destino que tomó forma tras ver un episodio de un programa cualquiera, de esos que muestran vidas soñadas, coreografías exactas y finales felices.   La confirmación llegó como una caricia largamente esperada, colmándola de alegría. Pero su dicha no encontró reflejo en los ojos que más deseaba ver brillar.   Ella lo sabe. Aunque quiera negarlo, aunque busque consuelo en una interpretación distinta, la mirada de su madre la delata: hay tristeza en su gesto, una duda suave que se instala entre las palabras no dichas.   No puede culparla. No después de haber sido criada entre ternura y cuidados, dentro de una burbuja segura donde nada dolía demasiado. Su madre solo quiso complacerla, creyendo que aquel deseo era pasajero, como tantos otros. No entendió —no de inmediato— que lo que su hija anhelaba no era fama, sino la experiencia de una vida que no conocía. Una aventura que rompiera los límites de la rutina y la seguridad.   Pero al ver su sonrisa, la forma en que sus ojos se llenaban de luz con solo imaginar un escenario, comprendió que el deseo era real, profundo, imposible de negar sin romperle el alma.   —¿Cómo podría negarme? ¿Cómo podría no apoyarte?   Aceptó. Apoyó. Pero en el fondo, el miedo crecía. El miedo de verla partir hacia lo desconocido, de no estar cerca cuando el mundo duela, de no poder protegerla. YiYang, su niña, no tenía aún independencia; jamás había salido sola de la burbuja donde la habían resguardado. Y ahora se aventuraba hacia un mundo donde no había promesas, solo la posibilidad de cumplir un sueño.   —Padre no parece estar de acuerdo. Aunque... nunca está de acuerdo.   —Tendrá que estarlo, tarde o temprano.   YiYang la abrazó, fundiéndose en ese refugio cálido que siempre será el cuerpo de su madre. Luego se separó con una sonrisa, acercándole un trozo de pastel.   —Si quieres ser una cantante famosa, deberías dejar de comer tantos postres y bocadillos.   —¡No! Bueno... empezaré después —respondió con una risa liviana, saboreando con gusto.   —Me pregunto si esta vez podrás empezar… sin rendirte a los pocos minutos —dijo la madre, sonriendo con dulzura entre líneas.   YiYang conoce bien sus debilidades. Sabe que hay mucho por pulir, mucho por sacrificar. No viene de una familia con raíces artísticas, ni con preparación previa. Solo tiene fe. Una fe casi ciega en que el esfuerzo será suficiente, y que aquella empresa famosa, que ahora la acoge como aprendiz, le abrirá el camino.   —Deberías enfocarte en tus estudios. En los exámenes.   La voz la hizo detener el bocado antes de llegar a su boca.   No lo había escuchado llegar. Estaba tan absorta en la conversación con su madre que no se percató de su presencia hasta que fue demasiado tarde. Su padre estaba ahí, de pie, con el rostro inmutable. Un muro sin grietas. Pero ella lo conoce bien: tras esa máscara de desaprobación, se esconde algo más que orgullo herido. Lo que arde detrás de sus ojos es preocupación. No solo por haber sido ignorado en la decisión, sino porque, en el fondo, teme perderla. 
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xu-ying · 3 months ago
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做出决定 2018
Durante más de tres años compartió risas, silencios y anhelos con las mismas compañeras. A veces llegaba una nueva, y con el tiempo, partía. Sucedió tantas veces que la rutina del adiós se volvió costumbre. Hoy, sin embargo, es ella quien busca razones para quedarse, quien intenta aferrarse a algo —lo que sea— que le dé esperanza. Pero no hay anclas esta vez. Ninguna voz amiga, ningún gesto. Los lazos tejidos con sus compañeras no bastan para sostener el peso de un sueño no cumplido. ㅤ MinHye es sincera, sin adornos: —El enfoque de la empresa, por ahora, es el grupo de chicos. Es un proyecto ambicioso y necesitan toda la atención. Para algunas de ustedes, las clases de actuación han tomado prioridad. Queremos ofrecerles otra posibilidad de debut. ㅤ Actuar nunca fue su norte. No lo es ahora, y no quiere que lo sea. ㅤ Entonces, decide regresar a China. ㅤ —¿Esa es tu decisión? —Xu reconoce la voz sin mirar—. ¿Estás segura? ㅤ Sus dedos aún sienten el eco de la fotografía rota —aquella que una vez representó esperanza, ahora hecha jirones en el fondo de un cesto. ㅤ —¿Así de fácil nos vas a dejar? ㅤ JungYeon no es de palabras impetuosas. Su carácter sereno raramente se quiebra, pero hoy no parece ser uno de esos días. ㅤ —No tengo opción —responde ella, sin titubeo. ㅤ —Claro que la tienes. Podrías esperar un poco más. ㅤ —He esperado más de tres años —el silencio que sigue es un grito contenido—. Me he cansado. ㅤ —¿Has pensado en las demás? ¿En lo que sienten? Hay quienes llevan más tiempo que tú, y aún siguen aquí. No se rinden. ㅤ YiYang baja la mirada, acallada por la verdad que no esperaba enfrentar. ㅤ —Tomo decisiones por mí. Vine a cantar, a bailar… No a actuar. Eso nunca fue lo que soñé. ㅤ —¿Y eso es tan malo? ㅤ —No es lo que vine a hacer. ㅤ —Solo piensas en ti. ㅤ Sus palabras la atraviesan. YiYang no entiende de dónde brota tanta dureza. No reconoce a JungYeon en esa voz que ahora suena como juicio. ㅤ —¿Desde cuándo querer volver a tu hogar es ser egoísta? Tú estás en tu país. Puedes ver a tu familia. Puedes entender cada palabra sin esfuerzo. ¿Has pensado en lo que fue para mí aprender este idioma, vivir entre frases que no comprendía, sintiéndome siempre al margen? ¿De verdad crees que es egoísmo? ㅤ Ella da un paso hacia la puerta, pero las palabras que la siguen la detienen como un puñal. ㅤ —Te vas porque sabes que… no tienes lo que se necesita. Te adelantas al rechazo. Antes de que te dejen de lado, decides irte tú. ㅤ —Park JungYeon, estás cruzando una línea peligrosa. ㅤ —¿Acaso me equivoco? ㅤ —Y tú, si tienes tantas habilidades, ¿por qué estás en la misma posición que yo? ㅤ Ambas callan. El veneno de lo dicho flota en el aire. ㅤ Durante años compartieron metas, frustraciones, promesas susurradas en noches de cansancio. JungYeon fue quien más la alentó a seguir, incluso bajo el peso de su propio apellido, ligado a la música desde siempre. Pero algo se ha quebrado, algo que ya no encuentra regreso. ㅤ La amistad termina sin necesidad de más palabras. Solo queda el eco de lo irremediable.
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xu-ying · 3 months ago
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启示:你的领袖和我... 2019.05.15
—Sabía que esa noche había ocurrido algo más de lo que ustedes admitían —declara ZeRen, mientras recorre la habitación de un extremo a otro como un león enjaulado—. Pero sin pruebas, no podía negarles el beneficio de la duda. ㅤ Ha pasado más de un mes desde que su amigo se embriagara hasta perderse en sí mismo. Aquella noche, su conducta indomable llevó a Xu a buscar ayuda, y solo un nombre vino a su mente: el compañero de grupo de él. ㅤ —Sabía que se estaban acercando… pero no tanto —murmura, deteniéndose de golpe frente a ella—. Pensé que comenzaron a hablar después de la fiesta de YuanZi, pero ahora empiezo a creer que se conocen desde antes. ¿Desde que te di su número, tal vez? ㅤ Xu niega suavemente con la cabeza. Guarda silencio. No interrumpe sus deducciones, aunque cada suposición la roza como una verdad a medias. La confianza que los une siempre les permitió compartirlo casi todo —o al menos lo esencial—, incluso lo incómodo. Pero esta vez, prefirió callar. No por falta de confianza, sino por algo más íntimo: la timidez de un recuerdo aún sin resolver, que arde si se pronuncia en voz alta. ㅤ —Me has ocultado algo tan importante. Estoy... traicionado —dice con teatralidad. ㅤ Ella lo observa con incredulidad, hasta que su rostro se relaja. Reconoce la broma detrás de la aparente acusación. ㅤ —¡Me encerraron! —exclama de pronto, con fingida indignación, como si acabara de revivir una injusticia histórica—. Para no molestarlos, me abandonaron en un cuarto. ¡Un cautiverio injusto! —se lamenta, dejándose caer en el sofá junto a ella, como mártir del desamor—. Mi sufrimiento fue ignorado. Ustedes... ustedes solo pensaron en ustedes… ㅤ Ella le da un empujón, deteniendo su exagerado drama. ㅤ —También tengo algo que decir —responde con firmeza, alzando una ceja, mientras se aclara la garganta—: Si no hubieras sido un desastre ese día, no habría tenido que llamarlo. ¡Ni mucho menos encerrarte! ¿Qué íbamos a hacer contigo? Estabas insoportable. Fue la única solución. Si no lo hacíamos, ¿habrías salido a buscarla? ¡Estaba protegiendo tu dignidad! ㅤ Aunque su expresión aparenta seriedad, sus ojos brillan con picardía. El juego de reproches enmascara la verdad. Entre risas, sarcasmos y pullas disfrazadas, entierran momentáneamente los motivos que lo empujaron a ahogar sus penas en alcohol. Cuando el pequeño drama de ZeRen llega a su fin, la conversación vuelve a centrarse en ella. ㅤ ZhengTing siempre le ha parecido el más atractivo de su grupo —y no solo el de su empresa, también del programa. Pero aunque se ha sentido inevitablemente atraída, nunca lo idealizó como pareja. Nunca soñó con un romance ni fantaseó con una historia. ㅤ Sin embargo, cuando lo tuvo cerca, algo más fuerte que su voluntad tomó las riendas. La atmósfera se volvió densa, electrificada por la tensión de un deseo latente. Todo sentido se desdibujó; la razón se rindió ante la piel. Se entregó a ese impulso, aún sabiendo que, al otro lado de la puerta, su amigo dormía sin saberlo. ㅤ Fue deseo. Nada más. ㅤ —¿Cuál es su relación actual? ㅤ —La de siempre —responde sin vacilar—: somos amigos. ㅤ YiYang no miente. Lo que tiene con el líder de NEX7 es, en efecto, una amistad. Ha habido cambios, sí: se hablan con más soltura, la cercanía física ya no los perturba, y ninguna palabra parece prohibida entre ellos. Pero no hay segundas intenciones. No buscan algo más. Lo que pasó fue un instante que se consumió en sí mismo, sin promesas ni consecuencias. ㅤ Fue deseo, fugaz y ardiente. Y ambos lo entendieron sin necesidad de decirlo.
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xu-ying · 3 months ago
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XU YIYANG:
El teléfono y el espectáculo de torpeza que ha brindado son dejados de lado para concentrarse en su reciente logro: reconocer al cantante, además de estar frente a alguien que sí ha podido cumplir el sueño de viajar a Seúl para ser parte de un grupo de idols. Le resulta inevitable no vincularlo con su fallida experiencia personal. Tal pensamiento se debe, probablemente, al próximo programa de aprendices de Tencent.
Se pierde en sus pensamientos por escasos segundos, poco evidente para el mayor, espera. Al retomar el momento actual, una sonrisa genuina se forma en su rostro en respuesta a los gestos y oraciones hechas por él.
—Por el bien de mi secreto se lo diré —mira al rededor, verificando que no hay alguien más y continúa—: es una habilidad innata que poseo, soy muy inteligente. —Ríe bajo después de la última frase, que parece quedarse en ella después de escuchar repetidas veces que es algo "torpe" en su comportamiento. Pero, rápidamente niega con su cabeza, evidenciando que lo expresado no tiene nada de seriedad.
Ella no actúa así, al menos no con alguien que no conoce bien. Si bien puede ser divertida, siempre lo ha reservado para quienes llegan a ser cercanos a ella. Y ahora, frente a Jun, deja salir su lado divertido sin objeción. No sabe porqué, pero no se siente presionada por la imagen de idol que tiene él, contrario a eso: tiene intención de tratarlo como a uno de sus amigos, esperando que reciba bien la broma hecha; puesto que es la respuesta a la interpretación —que ella ha hecho— de la última frase del mayor.
—No creo que pueda adivinar mi nombre, si lo hiciera sería un genio adivino —comenta con seguridad, para ella no existe forma alguna que él supiera su nombre—. Xu YiYang, ese es mi nombre —afirma al mismo tiempo que inclina ligeramente la cabeza.
Haber sido trainee de una gran compañía en Seúl y ahora estar bajo la empresa de un ex integrante de ella, le permite no ser una desconocida para el mundo idol en Corea del Sur y en China, pero aún está bajo el título de aprendiz. Y si bien existen quienes saben quién es ella, atreverse a esperar que él reconozca su nombre es soñar demasiado alto.
( … )
No la conocía. Lo dijo con una sonrisa que no pesaba, como quien se despide de un libro que apenas hojeó pero que, por alguna razón, lo hizo sonreír. Había sido divertido, eso bastaba. A veces, lo inesperado no necesita más profundidad que la de una buena conversación.
Habían hablado de cosas tan simples como caídas y teléfonos—de cómo, sin previo aviso, los dedos ceden y los objetos se escapan. Una torpeza casi cómica, pero tan humana que terminaba uniéndolos más que cualquier confidencia. Él bromeó sobre la calidad de los dispositivos modernos, y ella rió, aceptando que quizás sus manos también estaban hechas para soltar, de vez en cuando.
Cuando sugirió intercambiar números, fue con una naturalidad que no buscaba otra cosa que conexión, apoyo, quizá una colaboración futura. Profesional, lo dijo, casi con timidez, como si no quisiera que sonara más importante de lo que era. Ella le dio su número sin dudar, y él, con un gesto práctico, marcó el suyo para que su nombre apareciera como un eco suave en la pantalla de ella.
Se rieron—porque siempre es gracioso ver cómo los gestos más simples terminan pareciendo pactos no dichos. No prometieron nada. No hacía falta.
La despedida fue breve, sin énfasis ni ceremonia. Un “nos veremos pronto” lanzado al aire, como una piedrecilla sobre un lago tranquilo. Y luego, el silencio de la plaza volvió a envolverlos, cada uno tomando su rumbo, con la ligereza de haber compartido un momento que, sin pedir nada, ya lo había dado todo.
YiYang se alejó con el celular aún tibio en la mano, sintiendo que esa pequeña charla nocturna quedaría guardada, no como un inicio ni como un final, sino como un respiro amable en medio del camino.
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尴尬秀 2019
Shen An ha viajado a Tailandia para el matrimonio de su hermana mayor, ella lo ha sabido desde semanas atrás; sin embargo, no ha podido predecir que su sábado por la noche fuera tan aburrido como ahora. Se ha acostumbrado a su compañía y sin él no tiene pasatiempo nuevo. Con menos de dos meses logra influenciar en el ánimo de YiYang y parte de ello se debe a la insistencia inconsciente de ella por tenerlo en su vida.   Para distraer su mente decide salir del departamento, mas no a sus destinos comunes. Solo quiere caminar unos minutos y dejar de ver el celular repetidas veces a la espera de alguna señal del mayor, ignorando varios mensajes de sus amigos, incluso de ZeRen.   Falla en su objetivo. El celular permanece en sus manos mientras camina de un lado a otro en medio de la plaza deportiva. No recuerda cómo sus pies la han llevado ahí, pero el ambiente solitario que le ofrece le permite moverse sin temor de chocarse con alguien por su evidente distracción. Al advertir su inevitable fracaso decide tomar una oportunidad más: en un par de semanas debe enviar el primer clip para el programa de trainees al que espera poder ingresar.   A la ansiedad que siente se le añade la preocupación. Tiene demasiadas dudas, a pesar de las palabras alentadoras de su gerente, quien ya está acostumbrada a las inseguridades de Xu, puesto que las ha escuchado por casi un año. Aún no logra valorarse, a pesar del tiempo transcurrido.   Está absorta en los recuerdos y pensamientos sobre el primer programa que ha filmado, con pocos días como parte de su actual empresa. El futuro incierto de su vida como artista logra superar al mestizo. Pero no por mucho tiempo. La pantalla de su celular se enciende y un mensaje con el nombre de quien intenta dejar de pensar aparece.   Se sorprende y emociona.   Con rapidez intenta abrir el mensaje, pero no lo logra. El celular se le escapa de las manos e intenta recuperarlo, maniobrando tanto como le es posible para impedir su caída; no importa cuánto intente, no lo logra. Se mantiene inmóvil al ver a su teléfono en el piso. Suspira y lo recupera, ya en sus manos se da cuenta que no existe un gran daño, solo el protector ha recibido perjuicio.   Agradece que nadie sea testigo de su despliegue de torpeza, una escena divertida para mucho, mas no para ella que esperaba leer un mensaje rápidamente.
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xu-ying · 3 months ago
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WEN JUNHUI:
Al final, la introversión de JunHui termina por debilitarse en aquella ocasión. Aunque bien pudo reservarse sus comentarios, agradece por no haberlo hecho y decidirse a salir del profundo túnel en que se encontraba mentalmente. Las palabras de su ajena le hacen sentir más tranquilo, a él y a sus ideas llenas de malos escenarios donde principalmente, Jun incomodaba con cuestiones absurdas. Sin embargo, no es el caso, o creyendo eso, continúa por seguir el intercambiando palabras.
–Menos mal, al menos no debes reponerlo entero. –Miró de manera curiosa el celular de la chica, al tiempo que ella se ocupaba de examinar el mismo con la vista.
Se hubiera mantenido con preguntas inconstantes y probablemente también fuera de sentido, de no ser por las expresiones que hacía ella. Estaba seguro que su rostro guardaba un defecto, quizá provocado por el viento esa noche un insecto había encontrado refugio sobre él. A cada segundo los nervios le incrementaban y cuando estuvo decidido a tomar medidas al respecto, fue sorprendido por el descubrimiento final.
Ella lo había reconocido.
Entonces recordó su papel en el escenario y que era una celebridad después de todo, pero fue hasta ese momento que se sintió orgulloso de lo alcanzado. Los esfuerzos y malos ratos pasados en Corea no eran tan terribles si los veías en retroceso. Jun expresó su sorpresa y seguido de ello, con una sonrisa confirmó su identidad.
–Waoh, eres buena leyendo los rostros, diste al blanco con mi nombre, ¿cómo puedo adivinar el tuyo? –JunHui fue tratando de reproducir los mismos gestos en él, que segundos antes había hecho ella al tratar de reconocerlo.– Si me dices el secreto, juro que a nadie le contaré que tu celular necesita un nuevo protector.
La ironía de nuevo se vuelve cómplice en sus palabras y ríe un poco después de su última línea. JunHui está dispuesto a aprovechar ese despliegue de torpeza que presenció esa noche. No se irá hasta conocer el nombre de quien ha logrado tranquilizar sus malos pensamientos.
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尴尬秀 2019
Shen An ha viajado a Tailandia para el matrimonio de su hermana mayor, ella lo ha sabido desde semanas atrás; sin embargo, no ha podido predecir que su sábado por la noche fuera tan aburrido como ahora. Se ha acostumbrado a su compañía y sin él no tiene pasatiempo nuevo. Con menos de dos meses logra influenciar en el ánimo de YiYang y parte de ello se debe a la insistencia inconsciente de ella por tenerlo en su vida.   Para distraer su mente decide salir del departamento, mas no a sus destinos comunes. Solo quiere caminar unos minutos y dejar de ver el celular repetidas veces a la espera de alguna señal del mayor, ignorando varios mensajes de sus amigos, incluso de ZeRen.   Falla en su objetivo. El celular permanece en sus manos mientras camina de un lado a otro en medio de la plaza deportiva. No recuerda cómo sus pies la han llevado ahí, pero el ambiente solitario que le ofrece le permite moverse sin temor de chocarse con alguien por su evidente distracción. Al advertir su inevitable fracaso decide tomar una oportunidad más: en un par de semanas debe enviar el primer clip para el programa de trainees al que espera poder ingresar.   A la ansiedad que siente se le añade la preocupación. Tiene demasiadas dudas, a pesar de las palabras alentadoras de su gerente, quien ya está acostumbrada a las inseguridades de Xu, puesto que las ha escuchado por casi un año. Aún no logra valorarse, a pesar del tiempo transcurrido.   Está absorta en los recuerdos y pensamientos sobre el primer programa que ha filmado, con pocos días como parte de su actual empresa. El futuro incierto de su vida como artista logra superar al mestizo. Pero no por mucho tiempo. La pantalla de su celular se enciende y un mensaje con el nombre de quien intenta dejar de pensar aparece.   Se sorprende y emociona.   Con rapidez intenta abrir el mensaje, pero no lo logra. El celular se le escapa de las manos e intenta recuperarlo, maniobrando tanto como le es posible para impedir su caída; no importa cuánto intente, no lo logra. Se mantiene inmóvil al ver a su teléfono en el piso. Suspira y lo recupera, ya en sus manos se da cuenta que no existe un gran daño, solo el protector ha recibido perjuicio.   Agradece que nadie sea testigo de su despliegue de torpeza, una escena divertida para mucho, mas no para ella que esperaba leer un mensaje rápidamente.
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xu-ying · 3 months ago
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XU YIYANG:
La presura por descubrir el contenido del mensaje —aún sabiendo que existe una gran posibilidad de ser solo palabras simples sin información relevante— frustra el propósito original. Ahora con el celular en la mano siente alivio de su estado. Es consciente que debe cambiar el protector del celular, una excusa para abandonar el que ha mantenido por varios meses. Pero, aún puede abrir el mensaje y saciar la curiosidad que la ha llevado a maniobrar. Sin demora entra en el chat del tailandés y logra leer el mensaje, un simple saludo de buenas noches. Y antes de quejarse por lo decepcionante de su espera escucha la voz de alguien más, que reprime su intención.
YiYang ha pensado que ha estado sola, mas no es así. Es probable que se deba a lo distraída que es y la atención exagerada que han recibido sus pensamientos, atrapándola en su propio mundo. Sin percatarse que no está sola y no sabe desde qué momento.
Busca al dueño de la voz y lo encuentra frente a ella.
—Sí, aún vive —responde examinando el teléfono móvil, por si no hubiera notado algún daño adicional—. Solo debo cambiar el protector.
Ofrece respuesta sin saber de quién se trata, la noche no le ayuda mucho, a pesar de la iluminación. No ha pensado en ignorarlo o preguntar de quién se trata, su respuesta ha sido natural, para satisfacer una curiosidad común. Es seguro que ha sido testigo de la demostración de torpeza, aquella idea la avergüenza y obliga a bajar la mirada. Pero no por mucho tiempo, ríe ligeramente al imaginarse su propia escena. La risas poco perceptibles de ella se desvanecen frente a la propia curiosidad que nace al querer descubrir la identidad del muchacho.
Le escudriña el rostro, sin darse cuenta, ignorando lo que pueda sentir al verse en tal situación. Por ahora solo busca alguna conexión que pueda hacer su memoria. Está segura que lo ha visto con anterioridad, aunque puede confundirse de persona y solo sea alguien que se parece a algún conocido de ella. En su mente calcula diversas posibilidades y cuando se da cuenta de la incomodidad que puede generar se detiene.
—Lo siento, es solo que...—regresa su mirada a él, en un último intento por descubrir la identidad— parece que te he visto antes, solo eso. —inclina su cabeza en forma de disculpa, al levantar la vista un nombre llega a ella como si se tratara de un gran descubrimiento— ¡Jun!
No lo conoce, al menos no personalmente, pero sabe quién es: uno de los integrantes chinos de Seventeen. Ya es una costumbre suya prestar atención (o al menos reconocer) a los integrantes de su misma nacionalidad que sean parte de un grupo surcoreano, aquello nace como motivación para el deseo que no ha logrado cumplir en su estadía en Seúl.
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尴尬秀 2019
Shen An ha viajado a Tailandia para el matrimonio de su hermana mayor, ella lo ha sabido desde semanas atrás; sin embargo, no ha podido predecir que su sábado por la noche fuera tan aburrido como ahora. Se ha acostumbrado a su compañía y sin él no tiene pasatiempo nuevo. Con menos de dos meses logra influenciar en el ánimo de YiYang y parte de ello se debe a la insistencia inconsciente de ella por tenerlo en su vida.   Para distraer su mente decide salir del departamento, mas no a sus destinos comunes. Solo quiere caminar unos minutos y dejar de ver el celular repetidas veces a la espera de alguna señal del mayor, ignorando varios mensajes de sus amigos, incluso de ZeRen.   Falla en su objetivo. El celular permanece en sus manos mientras camina de un lado a otro en medio de la plaza deportiva. No recuerda cómo sus pies la han llevado ahí, pero el ambiente solitario que le ofrece le permite moverse sin temor de chocarse con alguien por su evidente distracción. Al advertir su inevitable fracaso decide tomar una oportunidad más: en un par de semanas debe enviar el primer clip para el programa de trainees al que espera poder ingresar.   A la ansiedad que siente se le añade la preocupación. Tiene demasiadas dudas, a pesar de las palabras alentadoras de su gerente, quien ya está acostumbrada a las inseguridades de Xu, puesto que las ha escuchado por casi un año. Aún no logra valorarse, a pesar del tiempo transcurrido.   Está absorta en los recuerdos y pensamientos sobre el primer programa que ha filmado, con pocos días como parte de su actual empresa. El futuro incierto de su vida como artista logra superar al mestizo. Pero no por mucho tiempo. La pantalla de su celular se enciende y un mensaje con el nombre de quien intenta dejar de pensar aparece.   Se sorprende y emociona.   Con rapidez intenta abrir el mensaje, pero no lo logra. El celular se le escapa de las manos e intenta recuperarlo, maniobrando tanto como le es posible para impedir su caída; no importa cuánto intente, no lo logra. Se mantiene inmóvil al ver a su teléfono en el piso. Suspira y lo recupera, ya en sus manos se da cuenta que no existe un gran daño, solo el protector ha recibido perjuicio.   Agradece que nadie sea testigo de su despliegue de torpeza, una escena divertida para mucho, mas no para ella que esperaba leer un mensaje rápidamente.
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xu-ying · 3 months ago
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WEN JUNHUI:
Un par de charlas pasajeras. Eso era todo lo que JunHui había logrado rescatar de su visita a su país de origen. Se sentía un extraño recorriendo las calles que ya no conocía, mientras que por su mente se repetía la misma escena donde JiaQi fue más hostil de nunca. La reunión entre los dos fue un fracaso. Sus ilusiones cayeron. Destrozó su estabilidad de nueva cuenta, y fue entonces cuando por fin él entendió que no lograría recuperar lo que tenían. Sus nombres habían quedado en el pasado y no existía el retroceso.
Dentro de poco Jun debía regresar a Corea, retomar sus actividades grupales y también, de cierto modo, retomar su vida. Intentaba con inocencia esconder el hecho de que sus emociones se desbordaban, cada vez llegando más abajo. Por otra parte, MingHao quien era su confidente, le aconsejo volver más pronto de lo que tenía planeado, sin embargo, le huyó a su idea con la excusa de aprovechar el rato que le quedaba con su familia, después de todo, eran el motivo principal por el cual volvió. Obstinadamente, decidió permanecer los siguientes once días restantes disfrutando de la estadía de su hogar y de sus alrededores.
Era curiosa la forma en que nunca se dedicó un respiro para él mismo, hasta ese momento en el que salió de las cuatro paredes en las que se estuvo escondiendo bajo excusas. Sus pies lo habían llevado como un juego de azar a una plaza deportiva solitaria y la tranquilidad que lo llenaba de a poco fue algo que agradeció. Nunca notó lo cerca que estaba de su hogar, y por supuesto, estaba dispuesto a disfrutar del viento de paraíso que le ofrecía.
En medio de ello, y como si de una (in)afortunada casualidad se tratara, sus ojos se ajustaron a lo que sucedía frente suyo. Una batalla constante por mantener el celular entre las manos de una desconocida a espaldas suyas. Bastaron solo unos segundos para que el mismo escapara de sus manos y entonces JunHui soltara una carcajada. Avergonzado y sin darse cuenta del sonido que con imprudencia dejo salir, pensó en escapar y continuar caminando fingiendo no ser testigo de aquello, sin embargo, sus pies se lo impidieron. Aquel acto, que aunque pequeño, le robó una gran risa a Jun y también una expresión de vergüenza en su rostro.
–Ouch... –murmuró improvisando y tratando de desviar la mente de su ajena con palabras– eso debió dolerle, ¿aún se mantiene con vida?
Él, a su vez con impaciencia por mirarle de frente y no solo a espaldas, se presencia a pasos lentos por enfrente suyo, con deseos de no incomodarle e intenciones de presentarse y quizá por azares del tiempo, hacer una nueva amiga.
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Shen An ha viajado a Tailandia para el matrimonio de su hermana mayor, ella lo ha sabido desde semanas atrás; sin embargo, no ha podido predecir que su sábado por la noche fuera tan aburrido como ahora. Se ha acostumbrado a su compañía y sin él no tiene pasatiempo nuevo. Con menos de dos meses logra influenciar en el ánimo de YiYang y parte de ello se debe a la insistencia inconsciente de ella por tenerlo en su vida.   Para distraer su mente decide salir del departamento, mas no a sus destinos comunes. Solo quiere caminar unos minutos y dejar de ver el celular repetidas veces a la espera de alguna señal del mayor, ignorando varios mensajes de sus amigos, incluso de ZeRen.   Falla en su objetivo. El celular permanece en sus manos mientras camina de un lado a otro en medio de la plaza deportiva. No recuerda cómo sus pies la han llevado ahí, pero el ambiente solitario que le ofrece le permite moverse sin temor de chocarse con alguien por su evidente distracción. Al advertir su inevitable fracaso decide tomar una oportunidad más: en un par de semanas debe enviar el primer clip para el programa de trainees al que espera poder ingresar.   A la ansiedad que siente se le añade la preocupación. Tiene demasiadas dudas, a pesar de las palabras alentadoras de su gerente, quien ya está acostumbrada a las inseguridades de Xu, puesto que las ha escuchado por casi un año. Aún no logra valorarse, a pesar del tiempo transcurrido.   Está absorta en los recuerdos y pensamientos sobre el primer programa que ha filmado, con pocos días como parte de su actual empresa. El futuro incierto de su vida como artista logra superar al mestizo. Pero no por mucho tiempo. La pantalla de su celular se enciende y un mensaje con el nombre de quien intenta dejar de pensar aparece.   Se sorprende y emociona.   Con rapidez intenta abrir el mensaje, pero no lo logra. El celular se le escapa de las manos e intenta recuperarlo, maniobrando tanto como le es posible para impedir su caída; no importa cuánto intente, no lo logra. Se mantiene inmóvil al ver a su teléfono en el piso. Suspira y lo recupera, ya en sus manos se da cuenta que no existe un gran daño, solo el protector ha recibido perjuicio.   Agradece que nadie sea testigo de su despliegue de torpeza, una escena divertida para mucho, mas no para ella que esperaba leer un mensaje rápidamente.
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