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Vendedor de carbón en Compostela, Nayarit. en el año de 1958.

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Bueno, empezaré con el “bueno”. Este es mi blog, un espacio de ambigüedad, entre la ficción y la realidad. Aunque en general siempre es real todo lo que es ficción, más últimamente. Sea lo uno o lo segundo, estoy enamorada. Me atrapo con este pensamiento, me volé hace unos momentos y en la ventana unas linternas buscando conejos.
Es como una tranquilidad, un pito(porro, faso, petardo, etc.) rico, un aliento de amor en el alma y esas cosas son las que hicieron que lxs seres humanxs quisieran vivir. La vida eso es, es masturbarse, decir este tipo de cosas a calzón quitado por un blog que es medio verdad medio ficción.
Me enseñó un grupo entero bueno, como decimos por aquí. Entero, completamente arte, pero más importante que eso, es una expresión de lo que me hace sentir: deslumbramiento, pensamientos creativos, energía, placer, alegría, ansiedad, reflexión, maduración.
Chateo, mientras. Miento un poco, hablo de esto porque lo quiero decir, anunciar, compartir. Entonces, siento caleta de cosas, como ya han de suponer, que es el amor. Pero el amor es ficción o realidad, o es posible escribir el amor, o es posible dibujarlo, es posible decirlo al oído a través de unos audífonos, me pregunto. Es posible besarlo en sueños, es posible palpitarlo cuando esperas su sonido.
En fin, sea lo uno lo otro, gracias por la música, como siempre. Por ahí inicia todo. Después por los versos. Me detengo un rato, pensando en mandar otro texto a borrador. ¿De qué? “No quiero estar aquí, quiero escribir mi haiku bien lejos de la luz y no cargar con la cruz de los que no miran al cielo porque no tienen preguntas”.
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Esto te lo escribo a ti. A vos. Que, hola primero que todo. Te quiero, realmente, con demasiada sinceridad a pesar de que me siento desdoblada, últimamente. Y eso me abruma.
Soy tan real que no puedo no hablarte en la realidad y cuando soñamos juntxs, me comienzo a frustrar porque en los sueños no me alcanzo a ver.
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Es martes, me desperté sin saberlo. ¿Quién piensa en qué día es, a penas abre los ojos, o a penas se desempolva del sueño en donde estaba cocinando en la punta del Aconcagua? Nadie. O quizás alguien especial. Yo, al menos, con suerte me desperté. Es martes y mis clases comienzan en 4 horas más porque son las 7 de la mañana, pasadas.
Suena y vibra el celular, a dos espacios de mi oreja, pero me taladra el cerebelo y sólo quiero volver a cocinar en el Aconcagua, no sentir ni la presión ni el frío. Tan alto estaba que me desprendí de cualquier complejidad física y emocional que me tentara con una caída libre. Me di unas cuantas vueltas, me intenté estirar pero el dolor de mi columna hace que me retuerza y me doble como chanchito de tierra, como capullito envuelto en las sábanas, las frazadas, que me abrazan artificialmente.
Me incorporo, tomo un sorbo del té que dejé enfriando desde anoche. Me doy cuenta que dejé los audífonos dentro de la taza, “puta que longi”, me digo, pero qué más, le tiro el secador de pelo, si siguen funcionando será un milagro, pero no deja de ser una advertencia de las energías kármicas -o como se les diga- de que he errado, en algo la estoy cagando. Y me enchucho con esa idea, qué debo hacer. Soy súper sensible, me dicen que me quieren y luego que no me quieren y me achuncho. Me lagrimeo un poco; lloriqueo, pues. Me da un poco de ansiedad la soledad, pero así me siento más tranquila.
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Camille Rankine, from "History", Incorrect Merciful Impulses
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Escribamos un cuento juntos?
Hola, jaja yapo. Y de donde eres? Como te llamas?
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Hace unos días por mi barrio
Muchos cuentos empiezan con “un disparo”, que casi que se oye, y que te despierta en el texto.
¡UN DISPÁRO! ¡PÁ-RO! ¡PÁ-A-Á! Te despierta. Me despertó aquella noche en que decidí asomarme y me encontré tres miradas, una perdida. Tras el disparo escuché ruidos, gritos, garabatos..imaginen los propios.
En eso, me levanté para enterarme de lo que ocurría afuera y me incliné por la ventana de departamento. Tendido en el suelo (también ya habrán leído algo similar), yacía el cuerpo inconsciente de un joven de no más de 20 años, siendo retenido y levantado por dos sujetos...sujeta, más. Su mirada perdida me intimidó lo suficiente como para retroceder de un salto del marco de la ventana.
Luego de ver la escena e intentando esquivar las miradas imaginarias que el pánico generado por los sucesos me creó, levanté la cabeza ante los gritos de un residente de la torre del frente, quien desde lo alto vociferaba:
-Dejen dormiiiiir, aweonaos culiaos.
En eso, nos miramos y me descubrí ante su morbosa, hastiada y agotada curiosidad y él me descubrió anónima, paniqueada y cauta, tras la reja blanca contra el negro encuentro.
De un momento a otro, todos los presentes nos escabullimos, y el movimiento duró 15 minutos de la madrugada.
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Indicadores de dolor
Un ejercicio muy humano es poner la mano sobre el pecho izquierdo y sentir, bajo las capas de remordimiento, cómo el corazón agitado desprende su pena destinada. Destinada, porque la he proyectado desde meses, desde que me he sentido un sujeto miserable.
Otro ejercicio muy humano es correr pidiendo disculpas, activando rezos a la luna para que te sigan queriendo, perdonando, comprendiendo, aún cuando con la punta del pie vas borrando la imagen idealizada que han formado de ti.
La penumbra comienza a acoplarse en las esquinas de la pieza, la mano que tenías sobre el pecho, evaluando el dolor, desgarra tus venas o te empuja entre los vagones del metro, o te anuda la soga, o te dispara, mil veces en tu cabeza, una y otra vez, a través de los años, de los amores, de los momentos que prometes constantemente congelar, consciente de que tu pena está destinada.
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borradores cero
llené páginas y páginas / de chamuyos varios / me desnudé en el texto y el texto / estaba vestido
fabriqué un cuaderno / para mentirme a mí misma / me desnudé en el texto y el texto / tenía algo de fantasma
diseñé una caligrafía jeroglífica / que escribiera secretos / me desnudé en el texto y el texto / se borroneaba en la hoja negra
inventé palabras que digan / por mí las cosas / que no dicen nada / me desnudé en el texto y el texto / me vio vestido
entonces fabulé este poema / un poema sucio y fantasmero / me torcí en el texto y el texto / entonces / se ortivó
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Compañero de bohemia que venia de una batalla injusta con un ser llamado persona…
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