Photo

Lávense las manos, amigos! (en Karpa de Mente) https://www.instagram.com/p/B97fx5qgNDN/?igshid=1hl11snrt17tp
6 notes
·
View notes
Photo

#EquilibrioEnLaBotellaChallenge Pues no tengo cerveza, pero si mi botella de agua! (en Centro Cultural Hermana Luna) https://www.instagram.com/p/B9uQlaHgyS3/?igshid=vp9qzvntjria
0 notes
Photo

Oficialmente 27 años! #ItsMyBirthday 🎂💕 (en Mexico City, Mexico) https://www.instagram.com/p/B9itJqOAnSb/?igshid=ie0q1tpk0hi2
0 notes
Video
I want your stupid love, love... 🤍 (en Mexico City, Mexico) https://www.instagram.com/p/B9IJwc-A0Wk/?igshid=y2sgcxpji3un
0 notes
Video
instagram
Sissy that walk... (en Centro Cultural Hermana Luna) https://www.instagram.com/p/B84gDzZg9yd/?igshid=1a0g9xzmzkmfa
0 notes
Video
instagram
Ayer cumplió 5 años @morfosisarte el lugar que me recibió con los brazos abiertos desde el primer día. Mi casa. Y festejaron con una función en @centroculturalhluna . Y ellos son los culpables a que yo me dedique al circo. Gracias @james_bastard y @gpernesto por tanto. Mucha vida a Morfosis AC! 💕 (en Centro Cultural Hermana Luna) https://www.instagram.com/p/B8r0JcaAR6U/?igshid=1av4kkemnl2vg
0 notes
Photo

#tb una foto que nos tomó @isak_map en el #WorldHoopDay del año pasado! . . . . . . . . Solo está un poquito editada (solo el, @monamorhoop y yo sabemos que falta) https://www.instagram.com/p/B8mToXVg0yE/?igshid=18346qphcrqyv
0 notes
Photo

...será de alguien esa moneda tirada? (en Circo Zephyr, el Circo del viento) https://www.instagram.com/p/B8hhBSsgZNo/?igshid=1b8rmhinblolq
0 notes
Photo

#tb ... y yo como si nada sigo cayendo en tu mirada...! 🤍 (en Karpa de Mente) https://www.instagram.com/p/B8cZpErAEdX/?igshid=1ajmqgjuncuun
0 notes
Video
Si mire,me cuesta bien cabron apuntar mientra balanceo en corvas ☹🤷🏻♂️ (en Circo Zephyr, el Circo del viento) https://www.instagram.com/p/B8CMq1IA8Qo/?igshid=1fjxrdsctf57w
0 notes
Video
instagram
Look at her now... 💕 (en Circo Zephyr, el Circo del viento) https://www.instagram.com/p/B79cC4Sgo9c/?igshid=15arsj084n8gi
0 notes
Text
Sigo Aquí: La Escuela
No me acuerdo del momento preciso en el que me atreví a preguntarme a mí mismo: ¿y si soy gay? Lo que sí recuerdo es el miedo que me asfixiaba los primeros años de la secundaria. En la escuela había un solo niño fuera del closet. Todos se reían de Ernesto, de cómo caminaba, de su manera de hablar y de aquel simpático momento en el que durante el recreo se echó a correr por los pasillos y cantó agitando los brazos: “soy una gacela, soy una gacela”. Era el jotito chistoso.
A mí me daba terror ser un “jotito chistoso”. Había estado huyendo de mi sexualidad desde que tenía memoria; jugando futbol (con dos pies izquierdos), comentando sobre la anatomía aún infantil de las niñas y de cuáles “ya tenían chichis” y hablando con mis amigos de las actrices que nos tiraríamos (como si Jessica Alba se fuera a fijar en una horda de pubertos con bigotes de Cantinflas y olor a Cheetos). Si no hacía todas estas cosas, yo me convertía instantáneamente en un joto. Me reía cuando mis compañeros volteaban a ver el mingitorio sin separaciones del baño y decían “ahí es donde mea Ernesto”. Por el otro lado, no podía negar lo mucho que me gustaba mi mejor amigo a los 5 años; me perseguía un intento de despertar sexual con mi vecino a los 11 y en mi cabeza hacía ruido la “admiración” por los hombres que salían en las telenovelas.
Lo veía en la televisión, en las revistas y en el cine. La idea me bombardeaba por todos los frentes: los homosexuales siempre eran motivo de desprecio. Sobre todo, yo no quería que me dijeran las cosas que le decían a ese otro niño de la escuela. Peor todavía si mis propios amigos iban a ser los agresores. A ese chico nadie lo golpeaba, no lo molestaban (por lo menos no de frente) y hasta se le veía feliz cantando a todo volumen que era una gacela. No podía estar tan mal.
Un día me armé de valor y reconocí que todos mis discos de Britney Spears querían decir algo: yo era bisexual. Así es, bisexual (ppppffffffftttt). Primero que nada, esto era un remanso de calma porque así seguía cabiendo la posibilidad de tener hijos y de esta manera no decepcionar a mis papás porque, como todos sabemos, lo más importante es vivir tu vida para cumplir los sueños de tus papás. Ellos tienen que ser abuelos porque si no ¿a qué vinieron al mundo? Obviamente así se trasciende y se deja huella, con descendencia. En el fondo, todo este cuento me lo invente a mí mismo para ser ��menos gay”. Sí era, pero sólo la mitad: antes muerto que ser una gacela entera.
Para mi grata sorpresa, los niños de mi clase se me acercaron y me pidieron perdón. “Esos chistes que hacíamos sobre Ernesto…. pues perdón, no sabíamos que tú…. que tú eras así igual…. O sea, realmente no es nuestra culpa…”. Estaba bien, nunca se habían tenido que disculpar por una conducta que ni siquiera ellos mismos reconocían como ofensiva. Sin embargo, no faltaron los que disfrazaban su morbo de bromas y me hacían preguntas dolorosas y los que me insultaron gratuitamente. Uno de mis compañeros dijo que “qué oso”, mismo compañero que hasta hace muy poco salió del clóset. En fin, nada que no pudiera soportar.
Estos años de estudio los cursé en una escuela bastante relajada en la que los profesores se iban de fiesta con nosotros y la única reprimenda por llegar pacheco al salón era un “no lo vuelvas a hacer”. Esquive las pocas pedradas que me lanzaron y también disfrute los regalos que me trajo aceptarme: decenas de hombres mayores querían ser mis amigos en internet y las niñas me adoraban porque por fin tenían a un amigo con el que se podían ir de compras y llorar viendo ’10 Cosas que Odio De Ti’. Por cierto, a mí no me daban ganas de participar en estas dinámicas, pero si eso es lo que esperaban de mí, ¿qué más daba? Incluso llevé a mi novio a la graduación de secundaria porque así de ridículos éramos: tuvimos una graduación de secundaria. Nos besamos en la fiesta y toda la cosa.
Después llegó la prepa. Mi papá estuvo ausente gran parte de mi infancia, pero aun así sentía la libertad de tomar decisiones importantes por mí. Sin preguntarme absolutamente nada me inscribió al Tec de Monterrey porque “necesitaba cambiar de aires”. Para este punto ya había reconocido que no era bisexual, sino gay. Ahora sí era la gacela completa. Yo sabía que esta nueva escuela estaría repleta de gente que no era fan de National Geographic.
Y así fue. No había manera de ocultar mi orientación porque como dijera Juanga –un besote donde quiera que esté- “lo que se ve no se juzga”. Esto me trajo incontables episodios homofóbicos durante siete años de preparatoria y universidad…y eso que estudié comunicación. Por ejemplo, un día llegó un compañero con una sonrisa en la cara a advertirme que me iba a decir “damallero” a partir de ese momento. Una profesora imitó mi manera afeminada y torpe de correr frente a todo el salón. Un profesor dijo en plena clase que “los vochitos eran como los putos, un lleguecito por atrás y ya valiste”. Un compañero me tacleaba cada vez que me veía. Una mujer de seguridad nos pidió nuestra credencial a mí y a mi entonces novio por darnos un beso, y así podría seguir por dos páginas más.
Logré ponerle un alto a todo esto. ¿Cómo? Pues siendo el jotito chistoso. Si querían hacer un chiste homofóbico, no sólo lo asumía, sino que tenía uno todavía más gracioso. ¿Querían burlarse de cómo hablaba? Les enseñaba que podía hacer una voz todavía más de draga. ¿Querían usar estereotipos gays en mi contra? Yo no tenía tiempo para eso porque “tenía que ir a peinar señoras y atender mi caja en Zara”. Qué vergüenza me daba ser visto como veían a Ernesto el de la secundaria, pero era la única manera de sobrevivir.
Me di cuenta que podía sacar estas cartas para cualquiera de estas situaciones. Lo que no sabía era cómo enfrentar esa homofobia que no parece homofobia. El segundo día de clases de mi primer semestre de prepa se me acercó un niño y me entregó una USB.
- ¿Qué es esto?
- Lo hice para ti. Luego lo checas- me contestó.
Era porno gay. Resulta que era su manera de decirme que le gustaba (¿?). Me escribía todo el tiempo en MSN. Me seguía en los pasillos. Me metía cartitas a la mochila sin que yo me diera cuenta. Era extremadamente insistente, aunque yo siempre le dije que no me interesaba. Curioso que ese mismo valor le faltaba para decirle a sus amigos que era gay.
Él se juntaba con los mismos que me decían cosas y, ¿qué hacía él? Pues reírse. Incluso un día me preguntó frente a sus amigos con un tono burlón: “¿Cómo es un antro gay?”. Lo que vino a continuación lo tomó totalmente desprevenido. “Si tus amigos tienen tantas ganas de saber, cuéntales tú, que el viernes pasado te vi”. Eso era verdad. Nunca voy a olvidar esas caras. Por cierto, la gente nos agrede para someternos mediante el poder, así que nunca se imaginan que vamos a contestar y cuando te defiendes, no se lo esperan y pasan cosas hermosas como estas.
Tengo más historias de homofobia disfrazada. Muchas niñas querían ser mis amigas sólo porque era gay. Uno de mis mejores amigos me decía todo el tiempo que “se me notaba muchísimo”. Ese mismo amigo más tarde reconoció que cuando niño también le gustaban los hombres en la publicidad del pasillo de los calzones de la Comercial Mexicana, pero de todas formas el día que su mamá iba a ir a la escuela me pidió “que no joteara tanto”. Mi propio novio me negaba con sus amigos porque seguía en el closet. Esta homofobia es peor, no sólo porque es menos honesta que la que describí antes, sino porque viene de gente que quieres.
Y mientras escribo todo esto me pongo a pensar si no me he puesto en el papel de la víctima, ese que siempre es más cómodo. Al final del día, siempre hay heterosexuales que dicen eso todo el tiempo. “Es mi libertad de expresión y si no te gusta, te estás haciendo la víctima”. Después de darle unas vueltas a este texto y recordar todo lo que viví en la escuela, me doy cuenta que no. No me estoy haciendo la víctima. Sigo aquí y no pudieron conmigo. Se burlaron de mí, pero ni modo, yo aprendí a burlarme de mí mismo también. La diferencia es que ahora lo hago con otro propósito, no conmiserándome sino burlándome de quienes son más privilegiados que yo y de los prejuicios que existen en torno a mi comunidad, mismos que parecen sacados de un programa de Multimedios. O del siglo XIX… aunque es un poco lo mismo.
Caí en la cuenta de que Ernesto era un chingón y dejó de darme pena ser como él. Al final sí era como él, pero eso me salvó. Hoy ya no me da pena ser una gacela. Ya corrí más rápido que cualquier leopardo.
38 notes
·
View notes
Video
...entonces como era el final? (en Circo Zephyr, el Circo del viento) https://www.instagram.com/p/B74SglnAXHB/?igshid=1diiexqkdaxsr
0 notes
Video
...ten siempre en la mente el vuelo! (en Circo Zephyr, el Circo del viento) https://www.instagram.com/p/B7uFTSrgmIf/?igshid=42twvtlmzaq5
0 notes
Video
Me falta subir el torso una infinidad, pero ahí va mejoranding... (en Circo Zephyr, el Circo del viento) https://www.instagram.com/p/B7rRjV4gX_O/?igshid=b4azqmz83hic
0 notes
Video
Me falta subir el torso una infinidad, pero ahí va mejoranding... (en Circo Zephyr, el Circo del viento) https://www.instagram.com/p/B7rRC5LgiFd/?igshid=10lpg93q0rdup
0 notes
Photo

Over the rainbow...🌈 (en Mexico City, Mexico) https://www.instagram.com/p/B7pCaDQAlDz/?igshid=75eofnbv0dc
0 notes