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Paisaje comission
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BHA x Oc

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Ilustración Felinette

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Una Ilustración que hice para el fanfic: Ángel guardián
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Capítulo 1

(la imagen no me pertenece)
Espero que les guste esta versión mas completa del fanfic, y si quieren leer otros de mis fics, los invito a visitarlos en las paginas tanto de fanfiction como de wattpad :3
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Hubo varios momentos en los que sus ojos se abrían y lo que veía a través de ellos lo llenaba de una terrible angustia seguido de una desesperación desmedida. Quería gritar, pero no podía emitir ruido alguno más que terribles gemidos impregnados de dolor y miseria, apenas podía estirar el puño y golpear lo que apenas lograba distinguir, un charco rojizo que no hacía más que extenderse conforme los segundos pasaban. Su cuerpo apenas le respondía, pero no tardo demasiado en que este acabo siendo apoderado por una indescriptible agonía donde el corazón no hizo más que latir de manera desenfrenada.
La oscuridad y la luz de un momento a otro se turnaban para atormentarlo de modo que en su mente ya no veía ninguna diferencia, en ambas era consciente de cómo iba perdiendo las fuerzas, en cómo sus oídos se cerraban en un intenso zumbido y los dientes le castañeaban por el frío que iba inundando cada centímetro de su piel.
—¿Acaso esto era lo que se sentía morir? —se cuestionó, en las cortas bocanadas de aire que reunía mientras su escenario variaba, en una de esas, tiene la sensación de que alguien lo forzaba abrir la boca en un agarre hosco donde sin su consentimiento vertían una sustancia grumosa —No quiero morir, yo tengo... le prometí a Hikari que ganaría el torneo y regresaría con el trofeo a casa—lagrimas emergieron de los bordes de sus ojos a medida que le era más difícil pasar el líquido.
El que casi se atragantara con este no formaba parte de los planes de aquel individuo que parecía más preocupado que tomara todo el contenido en que como se lo daba. Aunque no es como si Taichi tuviera la suficiente lucidez para ocasionarle problemas por cómo era forzado a pasar por tan insalubre procedimiento, el dolor abundaba en cada célula de su ser.
No creía que su agonía incrementara más allá de eso, sin embargo, de repente, su interior comenzó a quemar, a hacerle saber que el tiempo corría todavía más lento y que no demoraría en perder el conocimiento.
Gotas gruesas de sudor escurrían, a medida que los ojos le pesaban con gravedad, luego en tensos segundos en espera de que se calmara, el escalofriante adormecimiento por fin hizo acto de presencia.
—Tranquilo, todo estará bien—se escuchó la voz de aquel ser resonar, aunque Taichi para ese entonces solo tiene la sensación de ser observado y finalmente alzado aun cuando hace un último intento por ver todo lo que lo rodeaba solo para después cerrarlos sin contentamiento cayendo en un desalentador estado de inanición en el que su corazón ya no fue capaz de reaccionar.
¿Qué tipo de muerte había sido esa que a simple vista pareciera que lo habían envenenado para no alargar su sufrimiento?, nadie lo sabría con exactitud, pero el lugar en el que estaba ahora no existía algo como la paz o el tormento, menos los pensamientos o recuerdos que atesorar.
Solo, sin nadie que lo ayudara a elegir seria cuestión de que un simple impulso lo empujara a alguno de los extremos del retorno y no retorno.
Podría decirse que tenía un mundo de posibilidades al estar acomodado en un alarmante punto intermedio. En el instante en que una luz llameante se aproximó a él, se determinó que la hora de elegir ya había sido puesta.
Vida y muerte, ¿qué escogería?, ¿a qué dirección partiría?, ¿tenía algo por lo cual siquiera aceptar la cercanía de aquella luz?, no lo sabía, es decir lograba registrar una rara atracción hacia la luz, pero no tenía la menor idea si contaba con algún motivo importante que lo hiciera aceptar su cercanía en primer lugar.
No así, sus instintos primarios florecieron cuanto la ve palpitar. Guiado por ellos "nado" unos cuantos tramos sintiendo como mareas inexistentes de alivio lo abordaban y lo infundían de esperanzas vertiginosas, una vez cerca, no se percató, que como tal cual niño pequeño estiro los brazos de manera desesperada hacia ella.
Apenas permitió que las yemas de los dedos la tocaran la luz en respuesta se rompe iluminando el espacio en el que estaba de colores naranjas y dorados que concentran desordenadamente una figura humanoide con dos grandes alas a su frente como si se tratara de una sombra mal proyectada que a simple vista solicitaba lo mismo que la persistente luz, más en esta ocasión sus intenciones radicaban en algo más que Taichi no conseguía comprender, aunque tampoco se molestó en profundizar demasiado dado que estaba más interesado en tocarlo y saciar su creciente curiosidad.
No así ante el mínimo rose no espero que aquella extraña sombra humanoide lo engullera en una masa deforme, siendo tan repentino y anormal que solo fue cuestión de segundos para que la masa se asimilara a su cuerpo y la lucha por compaginarse el uno con el otro acabara con su despertar, tosiendo tan escandaloso como podía al capturar aire vivo otra vez puesto que ponía estaba poniendo demasiada carga a sus pulmones después de que estos dejaran de trabajar.
Mas por inercia que por decisión propia, Taichi no se midió en repetir el mismo procedimiento hasta que lograra respirar con naturalidad habiendo recuperándose de apoco.
Luego se limita a conectar los ojos a las imágenes del exterior, siendo recibido por una intensa iluminación que le quemaban las retinas, por lo que le tomo otros minutos más en acoplarse no ignorando la sensación de que oxidación de cada musculo, articulaciones y huesos pululando por doquier avisando en cortantes punzadas que sus condiciones no eran siquiera las más optimas.
En lo que estuvo moldeándose a sus limitaciones observo el entorno en el que muy seguramente se pasó un largo periodo en recuperación, no hallando ningún rastro de familiaridad en él, no obstante, entendía que había sido internado en una vieja cabaña que solo había sido abastecida con lo esencial.
Dudaba que se encontrara con elementos fuera de los alimentos, un sitio dónde comer, dormir, incluso hasta ducharse, aunque eso era lo que menos le importaba de momento. Cuando iba a comprobar si le era posible ponerse de pie, un gruñido familiar retumba en sus oídos orillándolo a buscar su origen por todos los rincones de la vieja cabaña, topándose con un par de ojos verdes que en cuestión de parpadeos lo enfoca con alegría desmedida.
Se sintió como un tonto por no haber reparado que estaba durmiendo a su lado, aunque le sorprendió en cierta medida que no le dijera nada hasta que sus ojos se encontraron.
—¡Tachi!, ¡de verdad despertaste!
—¿A-Agumón? —articulo Taichi al contar con la garganta reseca y entorpecida por la falta de agua a la vez que instintivamente atino a cubrirse los oídos con ambas manos ante los tonos altos que Agumón manejaba para con él.
—Lo siento—murmura Agumón arrepentido de su repentino desliz confundiendo a un más a Taichi que aguardo en silencio a que continuara—Me advirtieron que no elevara mucho la voz porque tus sentidos podrían haber pasado por cambios y otras cosas que no me explicaron a profundidad—pequeños brotes de lágrimas comenzaban asomarse en los costados—Pero...es que estaba tan feliz porque regresaste a la vida en comparación cuando te trajeron al digimundo, tu...tu luchabas por sobrevivir y yo no podía hacer nada para ayudarte.
Taichi lo contempló con gran desazón, destapándose con movimientos pausados los oídos, no hallando las palabras adecuadas ante la escalofriante noticia. El color de su rostro se desvaneció a escasos segundos de que su cerebro conectara la fatalidad de la situación con la que llego, el cómo en efecto si transitó por los senderos de la muerte.
—Esta noticia para ti debe ser impactante—continuo Agumon con la preocupación bien marcada al notar que había palidecido—Lo siento, sino es lo que esperabas. Quizás tenía que esperar a que te recuperaras.
—...—Taichi negó—No, está bien—carraspeó—Hablemos de ello, solo que antes... ¿puedes darme un poco de agua primero?, tengo la garganta reseca.
Agumon asiente yendo a buscarle agua, desordenando de aquí y allá, acomodando una banquita de madera que encontró por ahí para jalar un vaso y abrir la llave del fregadero, tomándole algunos segundos en llenarse y luego ir donde Taichi, no sin antes haber cerrado la llave.
—Gracias—Taichi agarro el vaso y se agarra a beberlo hasta vaciarlo por completo
—¿Mas?
—No, así está bien por lo pronto—negó Taichi entregándole el vaso, Agumon solo lo deja en la mesita de noche que adornaba el extremo derecho de la cama—Retomando lo de hace un rato, no creo que exista un momento adecuado, de cualquier forma, me acabaría por enterar, ya sea por ti o por alguien más. No te niego que, si me impacto, lo que ocurrió conmigo no fue cualquier cosa. El que me lo hayas dicho tú me tranquiliza un poco.
—...—La expresión de Agumon se contorsiona, lagrimas surcan por su piel amarilla en llanto incesante que fue descargado en el regazo del elegido—¡Taichi!
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Las primeras dos semanas que estuvo en cama Taichi recibió la visita de varios digimon que evaluaban su estado de salud, como la velocidad en que sus heridas iban sanando conforme tomaba rigurosamente los medicamentos y bebidas de dudosa procedencia que le ordenaban tomarse a expensas de que los regresara o se negara a ingerirlos. Por qué no los rechazo, ni el mismo estaba seguro del porqué, pero desde un indicio le creaba cierto grado de interés que lo trataran con tanto esmero mientras solo uno de ellos garabateaba por ahí en una peculiar libreta de caratula de piel verdoso zurcido aparentemente a mano.
De alguna forma el tipo de trato que recibía era similar al de los hospitales de su mundo.
No le dirigían la palabra en si más que para lo esencial, sin embargo, no fue hasta la tercera semana que tuvo una visita adicional dentro de la cabaña que todo comenzó a cambiar.
—Me alegra que estés reaccionando bien. Momentos atrás no me presente, pero mi nombre es Ophanimon, uno de los tres grandes ángeles que están al tanto de lo que ocurre en el digimundo, y quien estará tambien al pendiente de ti en esta etapa de tu recuperación—hablo un digimon de aspecto angelical femenino de armadura revolviéndole con cuidado la cabellera castaña, siendo la quien más se preocupaba por él. Aunque el tono con el que le hablaba venia con tintes de calidez y una compasión hacía que cualquiera bajara la guardia—Tu compañero digimon me conto un poco sobre ustedes así que no estas obligado a presentarte, así que espero que no tengamos ningún inconveniente con el cambio de tus actividades que tendrás de ahora en adelante.
—Gracias—Taichi se rasca nervioso el lóbulo de la oreja por la vibrante aura del digimon, sintiendo un calor acumularse en las mejillas, de alguna forma se las arregló para retenerle la mirada y no comentar sobre la posición seiza (posición tradicional japones a la hora de sentarse) en la que se encontraba Ophanimon debido al tamaño reducido de la vieja cabaña—Siento que me he recuperado más rápido, normalmente tardaría semanas creo que se debe a la medicina que me han estado dando, así que... ¿qué tipo de actividades me pondrán a hacer?, ¿serán pequeños calentamientos para reacondicionar mi cuerpo?
—¿Qué tipo de actividades?, no hay que preocuparse por cuales serán, cada una será de acuerdo a como vayas reaccionando—tranquiliza Ophanimon soltando una agradable sonrisa conciliadora—Antes de eso, ¿no has notado nada fuera de lo normal en ti?, algo que antes no estaba, por ejemplo.
—Bueno...—Taichi lo medito por unos cortos segundos—Mis sentidos han mejorado a escalas impresionantes—le costaba no reparar en la incómoda armadura
—¿Cómo cuáles?
—Gusto, olfato, vista, oído, tacto, ah, y tengo mayor apetito, he estado comiendo lo que equivale la comida de cuatro personas, ¿usted sabe a qué se debe todos estos cambios?
—Si lo sé, y es por eso que tambien estoy aquí—asiente Ophanimon—Así que escucha con atención, lo que les diré no será algo fácil de procesar. Solo te pido que recuerdes que cada una de estas cosas por las que has estado pasando son factores que jamás se planificaron y que si te paso a ti no debes guardar por ningún motivo rencor por ello o creerte desafortunado.
—Lo recordare—Taichi promete, no así, no puede contener su curiosidad por lo que estaba por escuchar.
—Bien, en ese caso comencemos con lo más básico—continuo Ophanimon comenzando a explicar dando hincapié a que era un sumamente afortunado que tuvo la bendición de regresar a la vida gracias al sacrificio de uno de los suyos que entrego sus datos para que se fusionara con los de él. Aquello sin duda alguna desconcertaría a cualquiera en, no obstante, el relato no se detenía hasta ahí, sino que le conto que tambien había influido Azulongmon y ella en que los dos compaginaran en un solo ser que tendría que aprender a coordinarse desde cero, no dejando de lado que uno de los ordes de Azulongmon termino por añadirse por cuenta propia a su corazón por lo que si aprendía a controlarlo sería más fuerte que el promedio de los Piddomon.
Si fuera otro tipo de persona, su nuevo conjunto de habilidades y poderes lo encontraría estimulante, sin embargo, para Taichi todo aquel asunto lo ponía a sudar frio y emocionalmente herido como desorientado, llegándose incluso a preguntar si podría superarlo con el pasar del tiempo.
Su humanidad a pesar de no haberla perdido por completo, le causaba gran desolación no contar con ella.
Inconsciente parpadea desviando su atención a los dos digimon de aspecto senil se apiñaron con Ophanimon no porque quisiera sino porque ellos habían sido bastante inoportunos en meterse de lleno en la conversación dando sus nombres a la par, nombrándose respectivamente como Jijimon y Babamon.
Aquel par contaba con un comportamiento descarado y nulo temor de ser rebotados en desaprobación por Ophanimon quien era la que tenía el mayor cargo en esos momentos.
No es que a Taichi le importara su intervención, pero le indignaba un poco que no le hayan dirigido la palabra de no haber estado Ophanimon. Fuera de eso lo que vino a continuación lo termino de sacar de su eje al oír de la misma Ophanimon que de ahora en adelante tambien estaría aprendiendo de ellos de modo que su estancia en el digimundo sea la más optima.
—No pongas esa cara cachorro de humano—le palmeo hosco el hombro Jijimon excitado por la oportunidad del siglo, ajeno al daño psicológico con el que Taichi se encontraba lidiando, y si le dolía o no los golpes amistosos que le daba— Lo que te espera será grande y prometedor.
—¡Duele maldita sea! —lloriqueo por dentro Taichi intentando por apartarse del viejo digimon sin demasiado éxito.
—Tan prometedor como nuestras enseñanzas—apilo más valor Babamon orgullosa ignorando que Agumón intentaba echar lejos a Jijimon, menos que Ophanimon vacilara en si era requerida su intervención—¿No es así Ophanimon-sama?
—Por supuesto—confirma Ophanimon
—...—Taichi en cambio suspira desinflándose desganado y relativamente fastidiado en la cama luego de ser liberado de las Jijimon.
—Antes de llegar a eso, Jijimon, ¿podrías dejar a nuestro pequeño amiguito en paz? —más que una simple petición, la voz Ophanimon sonaba a una orden que Jijimon no fue capaz de desacatar a la par que se disculpaba en frenéticas reverencias que no hacían más que dejarlo en una vergonzosa posición frente a los demás— Y Babamon
—¿Sí? —emitió Babamon de inmediato, pose recta y atenta. Agumón se volvió a un espacio de la cama con varios golpes en cabeza, espalda y brazos por su corta pelea contra Jijimon.
—¿Pueden dejarnos a solas?, necesito hablar en privado con el joven elegido.
—¿A-A solas?
—Si a solas.
Aunque pareciera renuente en un inicio Babamon obedece, llevándose consigo a Jijimon no dándole margen al digimon de la barba de arrastrar a Agumón a su lado. Una vez que el par de vejestorios abandonaron la cabaña Ophanimon se ofreció a curar las heridas de Agumón quien dudoso acepto a que lo tratara.
—Ophanimon, ¿Mis amigos y mi hermana saben algo sobre esto? —Taichi se atrevió a preguntar luego de confirma que Jijimon y Babamon en definitiva habían abandonado el lugar—¿Están bien?, ¿no hubo otros incidentes de ataques?, ¿Gennai les notifico?
Agumon ante cada inquietud de Taichi se tensa, pero es Ophanimon quien se percata de que se estaba ahogando antes de que todo se tornara denso.
—Ninguno de los que mencionas sabe nada de esto, menos sus digimon destinados. Y si esto logra calmar un poco tus penurias por ellos, no se ha informado de otros ataques o daños comparados al tuyo—al terminar de curar a Agumón, Ophanimon abre un portal arriba suyo levantándose de apoco del suelo—Lo más viable sería que no se enteraran de esto hasta que se determine bajo qué circunstancias se les dará la noticia de que has dejado de ser un humano como ellos.
—¿Lo más viable? —Taichi repite en automático a la vez que sus manos se contraen entre las sábanas con tanta fuerza que uno juraría que pudo haberse sacado sangre—¿Qué es lo más viable ahora que no soy completamente humano ni digimon?, ¿no pensaron cuanto me afectaría y los afectare a ellos?... ¡hubiera sido mejor haber muerto en mi mundo como un ser humano en lugar de que me convirtieran en esto!
Gotas saladas cayeron en la cabeza de Agumon.
—No es cierto—Ophanimon acerco una de sus manos a la mejilla de Taichi quien la repele en automático—Puede que ahora no lo veas, pero tu vida es más importante de lo que crees, el haberte salvado nos da la oportunidad de agradecerles a ustedes por ayudarnos a recuperar la paz en nuestro mundo años atrás.
—L-Lo detesto, no quiero este tipo de agradecimiento—a pesar de que la voz le surgió ahogada desde su garganta Taichi no oculto lo mal que le sentaba su nueva realidad.
—Lo sé—Ophanimon acaricia sus propias manos, en especial en la parte donde fue golpeada por aquella apiñonada mano humana—No te forzare aceptarlo de buenas a primeras, tomara tiempo, pero deseo de todo corazón un día lo aceptes y seas feliz con esta nueva oportunidad que el digimundo te ha dado.
¿Ser feliz con eso? ¿Estaba de broma?
Le habían destrozado la vida y ella hablaba de ser feliz con su peculiaridad.
Con suerte al menos lograría regresar a su mundo de una sola pieza si es que su rareza no acababa con él primero.
—Quizás... en otra vida lo acepte
—Bien, en ese caso, me encargare que sea en esta vida, te prometo que haré todo lo posible para que no odies ningún lado tuyo, en especial tu lado digimon.
—No estoy diciendo que odie mi lado humano—masculla Taichi dejando que Agumon se pegara a él, sin embargo, lo que le causo corte es que le revelara que habitaban rastros de vergonzosas lagrimas cargadas de frustración e impotencia—Odio que soy las dos cosas a la vez, y que ni se por cuánto tiempo tendré que callarme todo esto.
¿Cuántas cosas más debía y no debía hacer?
—Lamentablemente no está en mi poder decirte cuanto tiempo tendrás que aguardar, hay un proceso y en ese proceso hay una reunión en la que las cuatro bestias sagradas y nosotros los tres grandes ángeles en que determinaremos cuando tu voto de silencio será roto—Ophanimon retuvo el impulso de consolarlo— Si por mi fuera, preferiría que lo rompieras cuanto antes, pero hay cosas que ni siquiera yo logro controlar dentro de mi cargo—aun si por ahora decía la verdad, nada le aseguraba que más tarde no nacería un nuevo sentimiento hacia el humano que lo entorpecería todo.
—En ese caso sería tonto pedirte que los hagas pensar como tu—dijo Taichi mas para si que para Ophanimon cortando en definitiva con el contacto visual sintiendo en eso inusuales molestias en la espalda, más en específico en los omoplatos.
—Me temo que si— Ophanimon extiende sus alas
—¿No hay ninguna otra alternativa? —pregunta Agumón sin distinciones, ni honoríficos.
—No, no a menos que haya un intermediario que homeóstasis pueda utilizar, y todavía si lo encuentran, habría que convencerlo de que rompas tu voto de silencio en el menor tiempo posible—hubo un momento de silencio en el que la tensión en el ambiente incremento, siendo la pauta para que Ophanimon comenzara a levitar.
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En un pestañeo antes de que Taichi y Agumón se dieran cuenta, pasaron un periodo más largo en el digimundo de lo contemplado, al grado que grado que pronto Taichi estuvo obligado a transitar por el tortuoso proceso del nacimiento de sus alas acompañado de fiebres intensas además del dolor y la constante pérdida de sangre donde hubo veces en que perdía el conocimiento. Posterior a eso, trabajaron en otra molesta rehabilitación donde no solo aprendió a usar sus alas, sino que le enseñaron sobre la facilidad con que los digimon se sacrificaban por el digimundo y otros datos más que lo llevaron a ver lo frágil que es la vida y que si el moría no renacería en un colorido digihuevo moteado.
Curiosamente tras pasar por esas inoportunas sesiones, estuvo horas con los ojos pegados al techo reflexionando sobre sí mismo. La cama era el único lugar que se le permitía tal privilegio por cuanto le era posible extenderse encima de esta.
Fue antes de que acabara otra semana más, durante un día soleado que paso por un raro tipo de epifanía en el que decidió salir de ese bache depresivo en el que se encontraba y ponerse a entrenar más en serio los poderes de Piddomon. Al contarle su decisión a Ophanimon, sus rutinas cambiaron a unos más intensivos, y sobretodo cargado de otras materias más que integrar a su lista de pendientes.
Entrenar, estudiar sobre el digimundo, hiervas medicinales, comer, dormir, despertarse y volver a la rutina era algo a lo que no tardo en acoplarse.
Cuando por fin cruzo al quinto mes, se determinó en agregarle una actividad adicional, ayudar a Elecmon a cuidar de los digihuevo en la ciudad del comienzo, lo cual resulto en un completo desafío a apenas los digimon nacían de estos ya que había que alimentarlos luego jugar con ellos y continuo a eso acomodarlos para la hora de la siesta.
Cabe resaltar que dicha actividad permaneció vigente alrededor de treinta días, luego de eso Taichi suspiro aliviado de que no se le volviera a encargar algo similar, aunque aquel espacio de paz duro relativamente poco, antes de que de que Gennai se le apareciera portando una expresión triste, y temerosa que por más que quiso minimizarlas continuaban siendo visibles como si se lamentara por algo.
En su momento no entendía el motivo de su preocupación, sin embargo, con el transcurrir de las horas cobro forma de cuatro majestuosas bestias que los superaban en tamaño y poder.
—Siento como si quisieran minimizar mi presencia con tan solo poner un pie en este lugar—gruñe Taichi por dentro luciendo un tanto sofocado por la presión que ejercían sobre él.
Ni que hablar de como barrían cada milímetro de él con la mirada, era como si el solo respirar fuese una falta de respeto hacia su eminencia, además de que su sola existencia sin siquiera tener la oportunidad de presentarse, parecía ser devaluada al de una vulgar e insignificante alimaña.
O por lo menos, esa era la impresión con la que fue recibido en el gran risco al que Gennai los dirigió, y el que por poco caían al estar infestado de nubes que corrían a una vertiginosa velocidad debido al constante fluyo de aire que transitaba por el lugar.
—¿Por este insignificante humano estamos los cuatro reunidos aquí Azulongmon? —cuestionó despectivo Zhuqiaomon revoloteando sus alas emanando un calor que amenazaba con convertir a cualquiera en cenizas—¿De qué privilegios goza aparte de permitírsele de contar con su digimon destinado y ser invitado a nuestro mundo luego que la puerta que conecta a ambos mundos fuera cerrada?
—Si lo llamas privilegiarlo desde el comienzo, no lo habríamos puesto a prueba al subir por el gran risco por cuenta propia—objetó Xuanwumon estando en desacuerdo con el digimon de fuego haciendo sonar las hojas del árbol del cual consistía su caparazón— Sin contar con la digievolución de su compañero digimon, y con la nula intervención de Gennai además ser su guía durante el trayecto. Posee una determinación y coraje aceptable al no huir a las primeras de cambio. Pero, eso no cambia el verdadero motivo por el que estamos aquí, supondré que algo en este humano está mal y es de suma importancia puesto que hemos sido los tres a la vez al territorio de Azulongmon.
—¿Qué tanta relevancia tendrá como para habernos llamado a sabiendas de que cada uno de nuestros sectores han quedado vulnerables ahora que no estamos para protegerlos? —indagó Baihumon lamiendo desinteresadamente una de sus patas—El tiempo apremia, a parte por si no lo saben, han estado ocurriendo cosas inusuales en...
—Silencio—demando Azulongmon en un tono paralizante a la par que emanaba un aura que helo aún más a Taichi que todavía no superaba el revoloteo de Zhuqiaomon y sus deseos de incinerar todo a su paso—Si van a discutir entre ustedes háganlo sin miramientos apartados de mis dominios—observo a cada una de las bestias sin reservas, saltando a Gennai que no levanto la mirada del suelo y por el momento le era insignificante, fijando su par de ordes cafés en el humano y su digimon.
Taichi contiene el aliento por breves instantes ante la penetrante mirada de Azulongmon con quien no poseía ningún tipo de enemistad, mostrándose un tanto ansioso por la fijación del digimon para con él. Agumon por su lado, a pesar de la monstruosa diferencia de tamaños, no le supuso un gran desafío en colocarse frente a Taichi demostrando con ello que estaba más que listo de dar su vida a cambio con tal de salvarlo de ser necesario.
Azulongmon aprobó la valentía de Agumon en silencio sin que este se diera por enterado antes de colocarse como el anfitrión principal que era.
—Es reconfortante que hayan venido por voluntad propia, de lo contrario se les acusaría a uno "quebrantar" una de las leyes del digimundo y al otro por complicidad. De cualquier forma, sea como sea que se haya dado las circunstancias que te arrastraron a nuestro mundo, hoy se te determinara un puesto el cual acataras sin reclamos por la nueva vida que se te concedió.
Taichi torpemente cubrió la boca de Agumón antes de que atreviera a refutar ante semejante acusación, por mas que él tambien quisiera hacerlo, no debía ceder a la más mínima provocación, por algo Gennai se la paso advirtiéndoles como tenían que comportarse delante de las cuatro bestias sagradas.
—¿Una nueva vida dices? —pensó en voz alta Xuanwumon curioso interrumpiéndole—¿Acaso ese humano?... —
—Es tal como imaginas Xuanwumon, y con tal de que viviera uno de los nuestros se sacrificó hallando con eso su propósito de servir al digimundo—prosiguió Azulongmon—Su legado fue transferido a Yagami Taichi, y será su deber será continuar con aquel legado.
—¿Legado?, es una burla a los digimon y a su propia especie, dudo que prevalezca, el poder de un digimon no lo controlara a plenitud—desacreditó un furioso Zhuqiaomon no midiendo sus palabras.
—Burla o no, lo tenemos aquí, eliminarlo no solucionara nada, así que por mi parte le daré el beneficio de la duda al humano de nombre Yagami Taichi—expuso una opinión neutra Baihumon desaprobando el comportamiento de Zhuqiaomon—Su valdría lo definirá lo que haga a partir de este punto. Si se niega no tendremos más alternativa que eliminarlo.
¿Eliminarlo?, ¿acaso su vida no significaba nada ante sus ojos?, Taichi en su fuero interno los cuestiono, su falta de tacto y empatía lo perturbo.
¿Si Agumón evolucionara a Wargreymon lograría cambiar algo?, ¿tan siquiera les demostraría que no podían jugar con ellos?, quería rehusarse con todas sus fuerzas a aceptar aquel sombrío destino que le aguardaba.
Pero pronto la realidad lo abofeteo recordándole que habían sido privados de esa digievolución, y que, si aun contaran con ella, no los superaban en poder ni en cantidad.
—¿Tu qué opinas Xuanwumon? —pregunto Azulongmon—¿Estas a favor o en contra de que Yagami Taichi continue con el legado de Piddomon?
—Estoy a favor—favoreció Xuanwumon asintiendo con sus dos cabezas y un brillo peculiar en los ojos—Siento curiosidad por ver en lo que se convertirá, aunque su apariencia sea la de un completo enclenque de momento.
—¡¿Han perdido la cordura?! —exclamó colérico Zhuqiaomon—¿Están apostando por una abominación? —con la mayoría en contra no había manera de hacer valido su desacuerdo así que no tuvo más remedio que elevar el vuelo importándole poco que aquellos seres inferiores se aferraran al suelo con tal de no ser alcanzador por el abrasivo fuego que en su agitación expulsaba en corto y mediano alcance—Si las cosas se salen de control por culpa de esta cosa, no, este despojo de ser humano e intento de digimon, no será por mi causa porque desde inicio estuve en contra de esta decisión.
Ninguna de las tres bestias restantes hizo por detenerlo, por otro lado, continuaron dialogando concluyendo en que las cosas se harían de acuerdo a lo estipulado por Azulongmon, de modo que Taichi no solo dedicara su vida a proteger el digimundo sino a los humanos al todavía ser de la misma especie.
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Un año y medio paso desde la visita al risco y su vida dio un vuelco más del cual tardaría en sanar las heridas más fundamentales de su alma, aunque para su fortuna, fue el año y medio más productivo en que finalmente pudo hacer una grieta al mundo real y descubrir que no había pasado más de cuatro días desde su desaparición en el campamento del club de futbol que la secundaria les había patrocinado luego de derrotar al equipo contrario. Inesperadamente los recuerdos de aquel viaje no regresaron a él aun cuando lo encontraron en el sitio donde Piddomon lo recogió. Vestía la misma ropa de aquel entonces por mera y llana precaución, además de que había sido una excelente elección no traer a Agumón consigo ahorrándole de inmediato más problemas que cargar a la bolsa.
El olor a sangre seca le perforaba las fosas nasales, pero fue capaz de soportarlo.
Lo que le costó fue el hecho de fingir desorientación ante los rescatistas y que sus heridas dolían el doble de lo usual, aunque estas se las genero a propósito en un combate amistoso con Orgemon y Leomon. Contusiones, un brazo dislocado, heridas mal tratadas, quemaduras de primer grado, le garantizaron un lugar seguro a la camilla y poco después ser conducido a la chirriante ambulancia con paramédicos y un doctor a quien le ayudaban en las revisiones reglamentarias.
Mientras lo revisaban le impedían que cerrara los ojos, quizás porque pensaban que se quedaría dormido, pero a Taichi no le interesaba en lo más mínimo dormitar, sino que comenzaban agobiarlo con demasiadas atenciones y el constante sonido de la sirena no paraba de abrumarle los oídos.
Lo único de lo que pudo sacar provecho era que uno de ellos le contaba durante el trayecto sobre el "accidente" en el que se vio afectado, enterándose que hubo heridos a por mayor y que según informaban en las noticias que uno se hallaba en estado crítico y él quien había desaparecido en el impacto propicio a especulaciones diversas de lo que pudo haber pasado y cuál sería su situación actual en caso de encontrarlo.
El realismo crudo de los noticieros no daba cabida a las fantasías más si a la incertidumbre de su familia y amigos. Ahora que lo encontraron, daban por sentado que causarían un gran revuelo, aunque para Taichi era lo que menos le preocupaba, sino que lo que lo ponía a pensar era lo que hallarían en los estudios que le harían apenas lo ingresaran de lleno al hospital.
Taichi detestaba los hospitales, lo detesto todavía más cuando fue rodeado y sumergido a extenuantes cuidados de doctores y enfermera que no le quitaban el ojo de encima aparte de que no detenían su asombro y alivio por el exitoso rescate por parte de los rescatistas. Lavado, cambio de ropa, suturas a heridas que sanarían apenas lo descuidaran, un hombro reacondicionado, tensos e inoportunos estudios de sangre y radiografías, era un alivio que no enloqueciera a la mitad del tratamiento.
—Odio mi vida—mascullo apenas lo alojaron en uno de los cuartos disponibles del hospital cubierto de incomodos vendajes y una intravenosa en el que decidieron conectarlo a una regordeta bolsa de suero.
¿Cuándo se supone que lo darían de alta?
No lo sabía, de lo que si estaba seguro es que tenía que ser paciente y no entrar en pánico cuanto abrieran el horario de visitas.
Las siguientes horas se la paso en completa soledad, no hubo alma que se asomara a perturbar la paz de la habitación a no ser que fuera hora de alimentarlo, revisar su estado de salud, o prenderle el televisor, permaneciendo con ese ritmo hasta que la mañana siguiente le avisaron que su familia y amigos vendrían a visitarlo. Tal aviso, lo altero, cuanto más lo hizo el que miles de inquietudes lo asaltaran, sin embargo, tal como vinieron se marcharon al convencerse de que estaría bien y que no había peligros por los que alterarse, aunque el pendiente de los resultados de los estudios que le realizaron no podía quitárselo del todo de la mente.
La vibración de unos pasos aproximándose demoro alrededor de diez minutos, pero de esos diez, Taichi calculo que alrededor de dos minutos o menos, los tendría arrastrando la puerta corrediza en lo que se decidían quien entraría primero por el marco de la puerta, así que ni tarde ni perezoso procuro cubrirse de la cintura para abajo con impecables sábanas de hospital.
De un momento a otro quienes irrumpieron dentro de la habitación fueron sus padres, luego le siguió por detrás Hikari y posterior a ella, su inseparable grupo de amigos. Apenas estaba pensando en cómo saludarlos y tal vez tocar el tema de su incidente cuando fue bombardeado de numerosos abrazos, llantos de alegría e incontables besos en la frente siendo este último por parte de su madre.
Taichi no desprecio ningún gesto, los acepto y midió la fuerza que desprendía con cada uno de ellos consciente de que los lastimaría si los regresaba con una efusividad similar. En una de esas se halló con su padre felicitándolo por luchar con valentía y haber demostrado a las personas de poca fe que estaba devuelta en una sola pieza en lo que le revolvía el cabello y poco después lo tuvo dándole suaves palmadas en la espalda.
—¿No te duele nada? —interrogo su padre preocupado de que no se quejara de dolor y que pretendiera estar bien por tranquilizarlos—El doctor nos dijo que tenías heridas que tuvieron coser y otras que limpiar, no mostraste ninguna fractura en—
—Estoy bien, los medicamentos cumplen con su función—corto Taichi restándole importancia viendo como de a poco iban desprendiéndose de él—¿Ustedes cómo han estado?
—Bien, mejor ahora que estas aquí Onii-chan—esta vez fue Hikari en responder no conteniendo su felicidad.
—Si te preguntas si te has pedido de mucho durante tu ausencia, déjame decirte que no—interviene Yamato sonriendo de lado entregando un gordo cesto con cartas y demás cosas—Un presente por parte de nuestros amigos y algunos maestros de la escuela.
—Gracias—apoyo Taichi el cesto en las piernas una vez que recargo la espalda en la base de la cama, enmarcando una sonrisa de oreja a oreja por dicha ofrenda— Y siento las molestias.
—No es nada—negó Takeru—Lo importante es que estés con bien, más ahora que estas convaleciente, estarás una temporada considerable en casa—agrego encogiéndose de hombros por la mirada acusadora de Yamato que murmuraba cosas como que él fue el que cargo con la cesta y ninguno de ellos se ofreció a ayudarlo.
—Dejando de lado al gruñón de Yamato—inicio Mimi con claras intensiones de molestar al Ishida que volvió a quejarse desde el fondo—Piensa que de ahora en adelante hasta que te recuperes, te iremos a ver tu casa, así que no planees escaparte a jugar o a realizar actividad física que interrumpa tu recuperación. No por nada cruce los cielos y me reinstale temporalmente en Odaiba.
—Ni planeaba despegarme del sofá de todos modos—Taichi se encoge de hombros costándole tomarla en serio con aquel juego de cabello rosa y mechones rojos moviéndose de lado a lado.
—Taichi—le llama la atención Sora abriéndose paso —Puede que estes convaleciente, pero lo que te dice Mimi-chan es serio, no lo tomes a la ligera, ella cruzo todo Estados Unidos y quien sabe cuántos lugares más para verte. Sueles ser imprudente y no cuidas bien de ti, por lo que estaremos pisándote los talones para asegurarnos de que te recuperes como debe de ser—le apunto con el dedo y una mano en la cintura a modo de jarra.
—No hace falta las amenazas, creo que todavía no es plenamente consciente de lo que le sucedió y ese peculiar sentido del humor es un intento por protegerse—Joe intenta abogar al favor del afectado—Además el accidente le pudo suceder a cualquiera, fue un infortunio que le tocara a uno de nosotros.
Un silencio sepulcral inundó la habitación independientemente de los aparatos con los que estaba Taichi conectado y la respiración de los presentes. A Taichi no le agradaba que se tocara ese tipo de temas, imaginaba que a los demás le ocurría lo mismo, sin embargo, escapar de estos viendo donde estaban era prácticamente imposible; inconscientemente suspira como en aquellos días en que el digimundo donde ni tenía las energías para estudiar las montañas de libros que Babamon le encomendaba, siendo su madre la primera en reaccionar.
—¿Sucede algo hijo?, ¿estas cansado?, ¿quieres que te dejemos descansar?
—...—Taichi negó fingiendo no sorprenderse al ser expulsado de su tren de pensamientos, no obstante cambio de parecer—¿Sera que puedan pedir mi retiro del hospital cuanto antes?, otro en peores condiciones podría necesitar la cama en la que estoy. Pienso que curarme en casa sería lo más viable que este lugar.
—Pero acabas de...—
Su padre la frena colocando una mano sobre su hombro hallándose pronto convenciéndola en agilizar la petición a medida que se iba retirando con ella de la habitación. No necesitaba darle muchas vueltas al asunto, comprendía lo que su hijo quería de ellos detrás de esa inofensiva petición.
—Veremos qué podemos hacer—fue lo último que le hizo saber antes abandonar la habitación.
—Onii-chan, ¿Por qué los sacaste de la habitación?, fue muy grosero y apresurado de tu parte—le llamo inicialmente la atención Hikari, no así, no tardo en hilar la posibilidad de que había algo detrás, algo que su hermano no oculto por conveniencia.
—Bueno, quizás si fue un poco apresurado—Taichi se rasca la mejilla no luciendo para nada arrepentido, más si apenado.
—Quizás sea algo que ellos no deberían de saber—comento Kōshirō que, aunque no disculpaba el comportamiento del castaño intuía que todo se debía a lo que tenía que decirles y no se quedaría en paz hasta que se los contara—¿Quizás sea algo relacionado con el digimundo? —inquirió agudo provocando que la tensión en el ambiente incrementará.
—Tienen una mente aguda los dos, aun si Hikari no lo exteriorizo con solo verla entendí que pensaba lo mismo que Kōshirō—felicitó Taichi bajando la cesta, cambiando a una expresión sería poco usual en él—Demasiado diría yo—pensó— Ese fue el motivo por el que los excluí, ellos no están obligados a enterarse de lo ocurrido en el digimundo, apenas y han superado lo de Myotismon.
—E-Eso no...—titubeo Takeru—¿Cómo? —cuestiona incrédulo, las manos le temblaban y le costaba formar una oración adecuada—¿Hay pruebas de? —
—Las hay—lo corta Taichi relajando significativamente sus facciones—Mis heridas y los días que les costó encontrarme, son solo una parte de ellas. Habría muerto de no haber sido por el digimon que me rescató, me imagino que algunos de ustedes no creyeron que mi accidente fuera una simple casualidad—tiro la granada a sabiendas de que podría salir chamuscado.
Varios le dieron la razón. Lo que les diría a continuación determinaría su camino en el mundo humano aun si se trataba de una verdad a medias. Extrañamente la atmosfera que los rodeaba no se le hizo tan denso como era el participar en una reunión con cuatro míticas bestias sagradas, tres grandes ángeles o cualquier otra autoridad por encima de la suya.
Eso no evitaba que todavía le fritara el humor con solo recordarlos.
Para no se consumido por los recuerdos siendo quien llevaba la batuta respira profundo antes de comenzar a relatarles sobre el tiempo que estuvo en recuperación, el cómo se manejaba de manera diferente los días comparados con el mundo humano como cuando eran niños no estando exento en disfrazar detalles específicos con otros con un eje de credibilidad bastante eficiente.
Si le entristeció en algún punto, se lo guardaba en lo más profundo de su ser. Tal vez estar meses rodeado entre tantos digimon si le había afectado después de todo.
—No sé cuánto tenemos hasta que haya otro golpe en nuestro mundo, pero si me gustaría que fueran más precavidos de ahora en adelante—su solicitud era rotunda, sin miramientos a que declinaran, pero a medida que pasa los segundos se da cuenta de su error de hablarles con autoridad un tanto elevado. Paranoias del digimundo—Lo siento si soné demandante, pero no creo que bajar la guardia en días como estos sea recomendable para ninguno de nosotros.
—Eso lo sabemos, pero por ahora deberías de tratar de relajarte—sugirió Yamato sintiendo que Taichi se estaba consumiendo por algo más allá de su comprensión—No ganaras nada si te la pasas estresándote ahora, ya pensaremos en que hacer después.
—Yamato-san tiene razón, deberías confiarnos tu tranquilidad a nosotros. Tanto física como mentalmente debes estar agotado, no te recomiendo que te sobreesfuerces No sabemos cuándo ni donde atacaran, y porque es que tomaron ventaja sobre nosotros por la ausencia de nuestros compañeros, pero eso no quiere decir que no te puedas relajar, ya veremos cómo solucionarlo—acotó Joe—Además, una vez que estés en casa lo mejor es que te concentres en tu recuperación. ¿No es así chicos?
Taichi los ve asentir en general, el sentimiento que golpeaba su corazón justo ahora era un tanto complicado, casi se mordía el labio inferior a causa de su indecisión, deseaba y no deseaba seguirles la corriente.
Horas más tarde se enteró de todo lo que sus padres tuvieron que hacer para que su confinamiento en el hospital acabara. Tramites, papeleos, y demás permisos, fue lo que demoro su salida, pero aquello fue el pase de salida más seguro que le entregaron además de los estudios que lo anduvieron atormentando por horas.
Tal vez fue cosa de la deidad de su mundo, no obstante, tras leer los resultados de los estudios, su mayor temor quedo disuelto al no encontrarse nada fuera de lo normal.
Llegar a casa y concluir ese día, resulto de lo más normal. Creyó que los demás continuarían el mismo ritmo al menos hasta que se recuperara por completo, sin embargo, su tranquilidad se quebró tan pronto como recibió a Yamato en la entrada de su casa un viernes por la tarde.
—¿B-Bromeas?, creí que al estar convaleciente...
—¿Me ves cara de estar bromeando? —zanja Yamato con cara de pocos amigos abriéndose camino dentro de la residencia de los Yagami—Que estés convaleciente no impide que te pongas a estudiar.
—Pero viejo, no ha transcurrido ni la semana, ¡la maldita semana! —se quejó Taichi cerrando la puerta con la planta del pie, refunfuñando cosas inentendibles mientras lo seguía de mala gana a la sala de estar—Además no puedes invadir la casa de otros como si fuera la tuya.
—No lo haría si los exámenes no estuvieran a la vuelta de la esquina. Necesitas repasar, tú lo sabes mejor que cualquiera que si no lo haces los reprobaras.
—Ni siquiera estas en el mismo salón que yo, ¿no debería ser Sora la que este aquí?
—Que no estemos en el mismo salón no quiere decir que no te sea de apoyo—gruñe Yamato sacando un conjunto de libros y libretas que no le pertenecían—La estaré sustituyendo por estos días, su madre ha estado con el ojo pegado a ella. Ahora pon tu apaleado trasero junto a mí que no tenemos todo el día.
— Lo creería más de Kōshirō que venga a enseñarme—Taichi se frota el arco de la nariz indignado, siendo capaz de aun así de molestarle con aquel malicioso comentario en lo que avanzaba grandes trancos en dirección al rubio.
—Él es un grado menor que nosotros—Yamato bufa oyéndolo acomodarse a una distancia razonable—Sino te gusta, no me culpes si tus notas son pésimas. Eres libre de marcharte. ¡Oh!, se olvidaba, no puedes echarte de tu propia casa, así que te aguantas.
—Así que te aguantas—Taichi lo arremedo—El que tendrá que aguantarse es otro, sino te entiendo a la primera.
—Con esa cabecita tuya es comprensible, tu cerebro es del tamaño de un maní—contraataca Yamato imaginando que con eso heriría su orgullo y le responderían de vuelta irritado.
—Ahí va el grito de su última neurona—sonríe Taichi a sus adentros prefiriendo no devolvérsela en esta ocasión, sino que se limita a estirarse a recoger una de las libretas de Sora ignorando la ofensa como si jamás hubiese salido de sus labios.
—...—Yamato al no saber lo que pasaba por la cabeza de Taichi quedo desconcertado al notar que no provoco ninguna reacción de su parte. El cambio fue tan abrupto que por breves instantes lo desconoció—...E-Estas en ciencias, lo mejor sería ir por las que están más próximas—a pesar de eso hizo por recuperarse al estar aun al pendiente de su salud llegando a removerse ligeramente del asiento.
—Solo veía lo que han avanzado—musita Taichi tras unos segundos de incomodo silencio pegando las yemas de los dedos a la hoja—No es como si tuviera particular interés en estudiar.
—Seguro
—¿Yamato?
—¿Sí?
—Lamento si me he comportado como un idiota, gracias por ofrecerte a venir a ayudarme a estudiar.
—Ni lo menciones—responde Yamato atinando a verle y sonreírle de lado tras oírlo disculparse—Enfoquémonos a estudiar, se hace tarde—al verlo asentir sereno carraspea atrayendo lo que estudiarían por esa tarde. Aun continuaba sin entenderlo, pero no se dedicó a encarárselo, si lo cuestionaba creía que se cerraría. Una minúscula parte de él quería darle un coscorrón para comprobar que se trataba del original y no les dieron gato por liebre. Y con la picazón de cumplir su meta, se hundieron en libretas, formulas y las anotaciones precisas de Sora toda la tarde y parte de la noche.
Los días posteriores Kōshirō colaboró, en el fin de semana Joe se adjuntó, Takeru y Hikari les ofrecieron aperitivos. En los descansos se distraían en la cotidianidad riendo, escuchando relatos, recuperándose de las heridas infringidas por el destino.
Al cursar por la tercera e inicio de semana, fue él y Kōshirō que fueron a buscar a Taichi asegurándose que regresara en definitiva a la rutina escolar. Yamato no pudo evitar disfrutar de su corta agonía, ya que al parecer se había hecho a la idea de levantarse hasta tarde.
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La historia jamás contada (digimon)

Todo inicia con algo, bueno, malo, pero esta historia se inicia con los sentimientos de Ophanimon. ¿por que?, ¿Qué tiene de relevante iniciar con ella?, mucho como se podrán imaginar, ella es una pieza fundamental en esta historia aunque en ángel guardián no se le ha visto demasiado. Algo que quiero aclarar es que los misterios que esconde el otro finc tienen mucho que ver en este, el porque hay muchas piezas desordenadas, el porque tantos vacíos, el porque muchas cosas no están muy claras que digamos y las notas raras que Taichi tiene que descifrar a menudo para entender eventos del pasado que no recuerda y que sus amigos no le han contado, ni siquiera los digimon con los que se ha relacionado y la razón por la que esta siendo entrenado de "nueva" cuenta.
Aunque para todo esto hubo una larga reflexión.
SIPNOSIS:
Perdido, desorientado y con fragmentos de memoria para apoyarse, Taichi se embarca en la búsqueda de su pasado con extraños acontecimientos persiguiéndolo en un lugar completamente desconocido para él y Agumón, sin saber que lo había provocado y porque razón estaba embarcado en esta extraña lucha que había sido manipulada desde las sombras. En Odaiba sus amigos y Hikari hacen por encontrarlo mientras tratan de resolver los conflictos actuales por los que esta pasando el digimundo y el mundo humano poco después del descenso de Ken Ichijouji como el emperador de los digimon.
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Nota para futuros capítulos:
# El destino suele ser muy caprichoso, pero el tiempo lo es todavía mas, pero... ¿Quién es el que tiene el verdadero control de el si se retuerce y cambia de dirección por unas incautas manecillas de reloj? (este escrito trae mas de lo que parece a simple vista)
Nota número 2: La historia esta tanto en fanfiction como en wattpat
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¿Qué estarías dispuesto hacer por amor?, ¿te has marcado limites o te han mencionado cuales son los límites a no superar?, ¿por qué alto tan preciado es extravagante y adictivo?, los humanos son los que lo comprenden, pero…aun así…
¿Por qué piensan hay quienes no están destinados a ser amados?
Ophanimon no lo sabía, más eso para ella era lo que los hacia más extravagantes.
Ella se ha enterado por algunos digimon lo que piensan con respeto a su curiosidad por los humanos, le advierten que convertirá en una obsesión y que por eso debería darlo por olvidado.
Mas en su obstinación no hace caso a sus comentarios, dado que no hay espacio para ellos. De todos modos, les hace creer que se abrumo por ellos y permaneció días encerrada en una habitación "reflexionando" al respecto. Cherubimon quien mas se preocupaba por su situación le llamaba y traía alimentos a la puerta, gracias a él su falsa condena convenció a Seraphimon de que se había arrepentido de abrir paso a su corazón su descomunal interés por los humanos.
Aunque en las horas que pasaba sin que Cherubimon acudiera a su puerta, e incluso después de salir completamente renovada de su habitación, no podía evitar rememorar la conversación que tuvo con una humana que sin darse cuenta le había cautivado al grado de querer inmiscuir más sobre el amor.
Aun si conocía sobre el amor desde el punto de vista de los digimon, sus deseos por aprender del lado de los humanos son genuinos y hasta cierto punto puros para la humana que no tuvo problemas por contarle mas al respecto, pese a que en su inocencia no supo explicarle cuales eran los limites y sus consecuencias a futuro sino tenía un control sobre estos.
Entonces antes de que la humana recapacitara en sus acciones, ocasionalmente dejaron de encontrarse. Fue un poco lamentable en el caso de Ophanimon que su nombre permaneciera en secreto, incluso después de su partida, mas eso la motivo a dedicarse a trabajar su investigación a escondidas de Cherubimon y Seraphimon.
Con el paso de los meses y al ir reuniendo más información sobre el amor de otros humanos que iba conociendo en su investigación, fue desarrollando sentimientos burbujeantes que sentía que se desbordaban a cada minuto que era mas consciente de ellos, de como la llenaban de felicidad y al mismo tiempo de un vacío porque no hallaba en que focalizarlo sin que se sintiera obligada a guardar las apariencias.
Además, ¿qué tipo de amor sería el que entregaría?, aquella pregunta se asemejaba a una gruesa pared. Estancada no tuvo de otra que volver a recurrir a lo humanos, sin embargo, los resultados que esta ves le arrojaron dejaron de serle útiles después un determinado número de intentos.
Cuando estuvo por cerrar los ojos a sus deseos por la decepción que se había llevado, al imaginar que su amor solamente se quedaría estancado, apareció.
Ophanimon estaba radiante de que su mundo comenzara nuevamente a moverse. La forma en la que apareció fue tan espontanea y llameante que sentía que su corazón quemaba, incluso al tocarlo sentía la enorme necesidad de protegerlo, de abrazarlo, de sanar sus heridas. Con verlo ya sabía que forma tendría su amor al que moldeo con toques maternales con los que sinceramente se sentía extasiada por lo que se negó a desperdiciar sus tiempos con él, e hizo por mejorarse a ella misma con tal de agradarle.
Conforme más lo trataba mas se convencía que estaba por el camino correcto, él humano era un joven risueño y carismático, tímido en ocasiones, sincero en sus palabras, atento, la apoyaba en lo que estaba a su disposición junto a su compañero digimon. Aunque la razón por la que lo habían traído distanciaba de un humano ordinario, y temía que en cualquier instante fuera incompatible con su lado digimon, no evitaba que sus días giraran entorno a él.
Mala fue su fortuna la vez que Seraphimon le llamo la atención. Todo había empeorado desde ese instante.
—"Se que nuestra responsabilidad es entrenarlo, pero ¿no estas muy pegada a él ultimadamente?, el sigue siendo un humano de todos modos, acabara marchándose como el resto"
—"Solo hago lo que me corresponde, tu mas que nadie conoce la responsabilidad que nos han dejado. No es mi culpa que aprenda más de mí que de ustedes"
—"Ophanimon te lo digo en serio, por tu bien, será mejor que no te involucres demasiado con el humano, he visto como le has tomado cariño, a mí no puedes engañarme"
—"¿Qué tiene de malo tratarlo como uno de los nuestros?, ¿te recuerdo por lo que ha pasado?"
—"Lo tengo bien en mente, pero temo por ti, acabaras lastimada y eso es algo que ni Cherubimon y yo queremos ver"
—"Te garantizo que así no será, él será diferente, lo sé, creo en él"
—"Espero que así sea, de lo contrario al humano solo le aguardara tragedia tras tragedia y tu serás la causante de eso y del tormento con el que vivirás por el resto de tu vida"
Con aquel sentimiento burbujeante cargando y su impaciencia por demostrarle a Seraphimon que no seria lastimada, y que su predicción solo seria otras mas sin cumplirse, se esmero todavía mas en acercarse a su humano favorito. Un humano al que había convertido en un hijo desde el lente en que lo veía a menudo.
Quizás si tenia una obsesión como le decían, más eso era algo que poco le importaba.
Lo protegería.
Le amaría
Y escucharía sin pereza cada una de sus aventuras.
Sería la mamá perfecta que lo guiaría por el camino correcto.
—"¿Aprender a cocinar?, ¿eso es lo que quieres hacer?" —pregunto el humano sorprendido en una mañana soleada.
—"Si, ¿hay problema con eso?"
—"No, no, es solo que me sorprendiste, no esperaba que yo pudiera enseñarte"
—"Entonces… ¿Comenzamos?" —pregunto curiosa, siendo una de los tantos atrevimientos que se tomo durante la estadía del humano en el digimundo.
No obstante, como fue de esperarse pequeños brotes vacíos continuaban saliendo, dudas, necesidades que satisfacer, una de estas solía ser que le llamara mamá. El imaginar que lo pronunciaba la llenaba de anhelos, aunque sabia que él ya tenia una a quien le daba obsequios, la rodeaba de abrazos, y con la que compartía eventos de su vida de los que ella se perdería seguidamente.
El reconocer aquellos factores volvía sus noches sombrías y de sabores amargos. Le dolía no ser a quien le pediría quedarse con ella porque tenía miedo o por mero capricho, que la visitaría al ya ser muy requerida su presencia.
¿Por qué no podía ser su hijo y no de la mujer que aguardo nueve meses a que naciera?
Si él fuera su hijo, entonces su circulo de la felicidad estaría completo.
¿Por qué se volvía loca pensándolo?
Nuevamente no lo sabia, pero una parte de ella sabía que no estaba bien y que debería dejarlo ir, que no debería aferrarse a esos sentimientos porque lo dañaría.
Le enfermaba esa lucha constante, esa parte racional le decía que un digimon no debería codiciar lo que no es suyo, y no estaba capacitada para afrontar esas emociones complejas, sin embargo, ahí estaba dispuesta a no soltarlo porque se arrepentirá, porque con su partida sabe que su destino será corromperse.
Si estaba cayendo, esperaba que el humano la sacara de aquel abismo...
Una mañana ya no pudo mas, apresurada y presa de sus deseos lucha por asegurar su lugar como su madre haciendo lo impensable, aunque al principio haya iniciado con cierta duda interna. En la quinceava reunión de sus clases de cocina fue la primera en llegar, con la siniestra cautela con la que se le caracterizaba preparo paciente el escenario que le ayudaría a impulsar sus sueños, agrego elementos extras y discretos en los alimentos sin adulterar, no dejo que interfirieran en su corto tiempo a solas.
Llegar a esos extremos debería ser repulsivo, mas ella desechaba esos pensamientos cuando lo vio entrar con los utensilios de cocina que "casualmente" olvido traer consigo para que prepararan juntos algo exquisito como agradable a vista. Claro, si le ofrecían probarlos ella no daría el verdadero bocado.
Recurrir a tales extremos para repercutir en la memoria del joven humano valdría la pena si su papel de mamá esta asegurado. Lo desagradable fue las veces que a lo que lo sometió sin que estuviera enterado de que fue lo que lo motivo a tuviera que pasar por aquel insano procedimiento.
Gradualmente los resultados dieron positivos.
Recogía los frutos y estaba presente en cada instante en que el humano, "su hijo" entraba al digimundo, aunque todavía no lograba que le llamara mamá le consolaba lo distante que parecía estar de los otros humanos. Lo perdido que estaba y que ella solía ser quien mas lo apoyaba, por lo que naturalmente se gano su completa confianza al grado de que se sentía mas tranquilo en el digimundo que en su mismo mundo.
—"A veces pienso que me gustaría quedarme aquí por mas tiempo, aquí mis cargas no son tan pesadas, y no tengo porque ocultarme creyendo lo que hago esta mal todo el tiempo"
—"Podrías si quisieras, sin embargo no te sentirías bien contigo mismo" —le contestó de vuelta, pese a que se sentía muy hipócrita al no decir que preferiría que abandonara su mundo y se quedara en el de ella, o que ocultaba el brillo ambicioso que le cubría los ojos por debajo de la placa de metal mientras se extendía una diminuta sonrisa relativamente maliciosa por sus labios perfectamente carnosos y rosados.
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