yunvinito

[yunvinito]

Que mirabas cuando la ola te atrapó?

y si era a mí

porque no gritaste

Ey

el mar hoy toca

para nosotros

[yunvinito]

Tomar mates sola me hacen acordar a mi papá.

A la mañana me despierto y me hago mates para arrancar el día. Despues de un rato de negar los ruidos, baja. Y tomamos mates.

Son silenciosos, por las dudas que el ruido despierte al sueño.

Me gusta ese silencio matutino con el paisaje del fondo de mi casa.

Hoy tengo otro fondo, el de una playa con costado rocoso.

Estaba cantando por lo bajito, alguna en ingles pero no me acuerdo cual. Un alto de ojos verdes se me acerca y me dice you sing with tonada. Me rei y le dije yes my tonada is from argentina, but you also have tonada. Y se rio, de puerto rico chica.

Para mi siempre los otros tuvieron tonada. Ese acento que denota lo distinto, lo fuera de lo comun, lo que no soles escuchar.

Me di cuenta que hoy yo juego de visistante. Que ironico

yo andaba buscando nuevas tonadas

[yunvinito]

Recetas escritas a mano sobre hojas de papel, que alguna vez fueron blancas, guardadas en el cajón de la cocina de casa. Varias veces hice la masa de tarta casera y siempre escuchas los mismos “no vas a comparar la comprada con la comida casera”. En casa se cocina mucho. Inventos sacados de la galera, ingredientes de la huerta del patio, omelettes apurados entre estudio, pero sobre todo pasta casera. La pastalinda, los puños que moldean la masa, las tiras de fideos colgados secándose, el olor a pesto y un vino para acompañar.

Siempre fue un programón cocinar juntos, y pienso que este ritual se lo debemos a la sangre italiana que nos corre. Hace unos años estuvimos por allí, y fue sentirse en casa. Creo que uno puede habitar muchos lugares, pero en pocos vivenciar la sensación de hogar. Asique si, los surcos de las palmas de las manos amasan, cantando tano.

Falleció el padre y la madre poco tardo en juntarse con otro hombre, o eso cuenta la historia. Se subió a un barco sin saber que puerto deparaba. Sin saber una palabra de castellano, desembarcó. Parece que no le caía muy bien el tipo. Y aunque no somos de los que escapan, la firmeza de los valores los tenemos igual de tatuados que el abuelo ucraniano.

En pava o termo son siempre amargos. La piel salada y el pelo enredado son testigos de las infinitas horas al lado de la orilla. No hay tiempo. Y si lo hay, se le arrugaron los dedos de jugar en el mar. Andan descalzos los que bailan murga. Dicen que los uruguayos te esperan en el portón con los brazos abiertos.

Soy Argentina porque soy ramificaciones de ríos traídos en barcos clandestinos. Confluyeron en el Río de la Plata huyendo de puertos en guerra, con turbantes, joyeros de oro y apellidos europeos. Soy pedazos de telas maltrechos cosidos con carbón, campos y poemas.

Somos tan argentinos que siempre es el fin del mundo, pero lo esquivamos con el vecino cebándole mates. Capaz el día a día lo atemos con alambre, pero siempre va a haber tiempo para un buen fernet o aplaudir al asador.

Somos argentinos porque aprovechamos el semáforo en rojo para darnos besos en la boca, mientras suena en un parlante alguna de la cancha.

 ¿Y vos de donde sos?