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La reacción ajena no pasa desapercibida para Nozomi, quien rápidamente puede darse cuenta de la impresión que ha generado. "Por favor, no te alarmes". Indica, agradeciendo por el pañuelo con un leve asentimiento, antes de llevarlo a sus ojos y limpiar las lagrimitas son delicadeza. "No es tu culpa que yo sea alérgica a los gatos. Además, quien ha entrado al templo sin precaución he sido yo". De inmediato, un leve estornudo se le escapa.

ver cómo se le saltan las lágrimas a la princesa hace que se alarme de inmediato. los párpados de saemi están abiertos de sobremanera, reaccionando tan rápido como puede al dejar al animal en el suelo y rebuscar entre sus pertenencias un pañuelo de papel. al hallarlo, se lo ofrece. ' está … ¿está bien? ' aprieta los labios nerviosa. ' no fue mi intención, uhm, acabar así '

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"Útil y bastante peligroso, si me permite agregar". Pues ella misma caería de cabeza y sin dudarlo, todas las veces que esas criaturitas le dieran la oportunidad. Aun así, no habla exclusivamente de ellas, encontrando un mensaje oculto en las palabras del hombre y reflexionando sobre propio actuar, sus excesos de confianza y 'falta de prudencia' como suele recordarle el shogun. "No existe gato en el mundo al que pueda resistirme". Revela, usando el pañuelo para limpiar su nariz tras los incesantes estornudos. Cuando su mirada se fija en aquel descansando sobre el pecho contrario, los ojos se llenan de ternura... Y de un brillo cristalino producto de la alergia. "No me gusta mentir, mi lord. Así que, he de admitir que puede ser peor. Sin embargo, no quisiera arruinar su estadía en el templo. Puedo retirarme por mi cuenta, para no importunarlo".

' pocas criaturas logran reunir tanto afecto con tan poco esfuerzo. un talento útil, si se lo sabe manejar ' no encuentra más remedio que alzar al felino que parece ensañarse contra su pantorrilla. incluso si rara vez se permite tales libertades, considera menos vergonzoso el demostrar un gesto sincero, como el de amigarse con quien rápidamente recibe las caricias que proporciona sobre sus orejas, contra el demostrar molestia ante algo tan tonto. considerando que los estornudos de la princesa no frenan, de todas formas, es quizá la opción incorrecta. ' ¿he de asumir que han sido lo suficientemente convincentes como para arriesgar su salud, su alteza? ' una expresión apenas más blanda, sin sonrisa, pero sí con una pausa que no estaba en sus hábitos. ' si me promete que hasta aquí llega su alergia, no me apresuraré a solicitar escoltarla '.

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Pesado es el suspiro que exhala, sintiendo cómo la parte más divertida del día queda completamente fuera de su alcance. Su mirada refleja la derrota que siente en su corazón, aunque la expresión afable de siempre no se ve del todo alterada; a fin de cuentas, estaba consciente de que esto pasaría más temprano que tarde. "De acuerdo. Nunca desestimaría las palabras de los profesionales". Concede, una sonrisita delicada esbozándose mientras, lentamente, da media vuelta, sin perderse hasta el último vistazo de los gatitos. "Me gusta esa idea. Permíteme invitarte un aperitivo también. Como agradecimiento por no dejarme morir aquí".

Como había advertido, comenzó a preocuparse. ¿Podían culparlo? Temía que en cualquier momento la princesa comenzara a ponerse roja, o morada, o, lo peor, inflada. Aunque tenía práctica en medicina convencional, si a la princesa le pasara algo en ese minuto, no había mucho que pudiera hacer.

Rió. Se estaba poniendo en el peor de los escenarios, pero se rió.

"Sí, princesa. Creo que llegó la hora de decirle adiós a los gatitos." Se puso de pie, acercándose a la figura femenina con la actitud de alguien que atiende a una ancianita particularmente difícil. "¿Qué tal te parece ir por algún refresco?"

A ver si esos síntomas se iban solos o si había que llevarla a otro lugar.

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Durante un segundo, su mirada se desplaza hacia el mapa, recordando la queja inicial del príncipe; aunque para Nozomi no supone un problema, ella ha llegado voluntariamente hasta el puerto, por mera nostalgia y deseos de contemplar un mar que luce bello desde cualquier lugar en el que se encuentre. "Eso no puedo negarlo. Pero con el tiempo, uno se acostumbra". Encogiéndose de hombros, regresa su atención hacia el rostro del hombre. "Bueno, en primer lugar, ayuda a despejar las vías respiratorias". Y una suave risa es emitida, notando cómo el efecto no podría servirle de nada a alguien que ha tapado su nariz. "También, ayuda a reducir inflamaciones. Dicen que tiene un efecto antiestrés y que incluso podría ayudar a combatir bacterias. Suena muy saludable, ¿no lo crees?"

Al escuchar la respuesta, bajó el mapa para toparse frente a frente con la misteriosa princesa encerrada del día anterior, una clásica ironía del destino. Y es que en su cabeza reflexionaba que si él estaba perdido, seguramente die confinement Adelige lo debería tener peor. Negó con la cabeza la nariz arrugada y el ceño fruncido, producto de la maresía, como respuesta a la consulta de la mujer. —Es un poco fuerte para mi gusto —explicó, apretando su nariz con los dedos como pinzas. —¿Ah si? ¿Como cuáles? —su voz sonando gangosa y entrecortada, pues necesitaba tomarse unos segundos entre cada palabra para poder respirar por la boca.

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Nozomi no se caracteriza por ser una princesa caprichosa, siempre tratando de priorizar las necesidades de los demás antes que las propias. Sin embargo, si tiene un solo capricho que desea realizar, ese definitivamente sería quedarse junto a estos felinos el tiempo que pueda. "Lamento mucho las molestias que te estoy ocasionando. ¡Prometo quedarme justo aquí!" Exclama, colocando una mano sobre el pilar como si eso le asegurara a su asesora el que la encontrará en el mismo lugar. "Pero ten mucho cuidado, ¿de acuerdo? No quiero que te pase nada en el camino". Y con movimiento elegante, emplea el pañuelo para limpiar la punta de su nariz, que comienza a sentirse húmeda.

¿Debería ser honesta o decirle lo que ella quisiera escuchar? ¡Qué difícil! No es que creyera particularmente que la princesa era alguien que necesitase ser complacida todo el tiempo, más bien, no quería ser quien dañara la ilusión de la contraria con malas noticias. "N-no, Alteza, una vez la atiendan todo debería estar bien," ¿cierto? Tuvo que morderse la lengua para no mostrarse (aún más) dubitativa. "Y si llegase a enfermar, no creo que la enviasen de vuelta a Kazehara. Espéreme aquí, prometo no tardar."

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"Solo hoy porque quién sabe si mañana veré otra tanda de gatitos incluso más adorables". Aclara, con una amplia sonrisa que pareciera extenderse hasta sus ojos por el brillo que estos adquieren. ¿O será a causa de la alergia? Un poco de los dos, debe admitir, pues un leve escozor no tarda en obligarla a rascar delicadamente con el dorso de su índice. "Lo son. Espero que no se notara demasiado". Agrega a manera de broma, una suave risa acompañando sus palabras. "¿Qué me dice de usted? ¿También le gustan?"

el repentino grito le hace abandonar bruscamente el foco de sus pensamientos. seokgun, que posa de inmediato los iris en la princesa, no puede evitar reírse un poco al entender lo que sucede. ' ¿sólo hoy? yo me atrevería a subir la apuesta de hoy a este siglo ‘ apunta entretenido cuando acaricia la cabecita de uno de los animales. al fin, se pone en pie para acudir junto a la princesa. ‘ ¿son su animal favorito, princesa? ‘

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"¿Verdad que sí?" Como si aquellas palabras fueran un imán, dirigen la atención total de Nozomi hacia el hombre a su lado. Puede notar lo estoico de su rostro, la postura firme y esa mirada que pareciera no prestarle demasiada atención a los gatitos, pero sabe perfectamente que los más rudos son también los que más rápido caen ante los encantos de la ternura felina. "¿Cómo podríamos ignorar a estas preciosas criaturas, mi lord?" E incluso cuando un nuevo estornudo corta su discurso estrepitosamente, no pierde la sonrisa al aceptar el pañuelo. "Se lo agradezco. Es usted muy amable".

' no son fáciles de resistir ' su voz no es dura, pero tampoco cálida. es la clase de tono que usa cuando desea que las palabras pasaran discretamente, manteniendo su trabajo como primer escudo. si no le dirigen la palabra, no es necesario hablar. o a eso se acostumbró. permanece inmóvil un momento, observando con el rabillo del ojo cómo uno de los gatos más viejos se despereza sobre el largo de su pantorrilla, clavando apenas sus uñas en la tela de su pantalón. ' ni de ignorar ' agregó, apenas más bajo. deslizando una mano dentro del bolsillo interno de su chaqueta, saca un pañuelo blanco, impoluto, tendiéndolo hacia la princesa.

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Realmente quiere evitar reírse, pero el sonido tan característico abandona sus labios con más ternura de la que imaginaba. No se está burlando, tampoco juzga las decisiones de ocio que su hermano tome, pues ella misma está ahí de pie, emocionada por algo que a muchos les parecería demasiado simple, casi banal. Simplemente, encuentra adorable la escena y el haber descubierto algo nuevo proveniente del mayor. Nozomi no es una experta leyendo a otros, pero lo intenta; puede darse cuenta de que hay cierta incomodidad en el lenguaje corporal impropio y lo atribuye a la imagen tan bien cimentada que existe del príncipe Ryuji de Hinomaru. Es solo que, Ryuji el hermano mayor, siempre ha sido diferente y conocer esos pequeños detalles de él es todo un privilegio. "No puedo prometer que me iré. Pero puedo no molestarte, si lo deseas". Concede con una sonrisa, fingiendo buscar otro lugar desde el cual tener una buena vista de los lindos gatitos.

el azabache había salido temprano con una sola idea en su mente: llegar al refugio de los gatos antes que nadie, para disfrutar de la tranquilidad que tanto anhelaba. y lo logró. durante dos horas, estuvo sumido en silencio, acariciando suavemente a los felinos y disfrutando tazas de té matcha, una tras otra. en su regazo, descansaba un gatito de pelaje blanco y negro, con un aire algo teatral, ya que en su cabecita parecía tener un peluquín como los que se usaban en los antiguos teatros de hinomaru. mientras tanto, él se dejaba envolver por las melodías que salían de su walkman, felizmente diluido en la música y en el ronroneo que sentía del felino; incluso, unas cuantas sonrisas se le escapaban de vez en cuando. no fue hasta que su reproductor hizo una pequeña pausa al cambiar de una canción a otra que escuchó una voz familiar, seguida de un estornudo (que más parecía un chillido) que también le resultó conocido. su cuerpo se tensó al instante, mientras una mezcla de vergüenza y desconcierto tiñó su rostro de tonos rojizos. con calma, giró la cabeza, tratando de disimular el rubor que no podía evitar, mientras el gatito en sus brazos, ya dormido, permanecía apretujado a él. ' ah, nozomi, ' dijo, como quien no quiere la cosa... ' no pensé que te vería por aquí. ' falso— lo había pensado muy detenidamente y sabía que corría el peligro de hallar a su hermana ahí... sin embargo, también confiaba en que podría permitirse ese pequeño lujo de mantener esas sensiblerías solo para sí mismo.

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Con un pañuelo en mano, que acaba de extraer dada la necesidad, Nozomi cubre su nariz y labios, presa de otro estornudo que solo le recuerda cuál es una de sus mayores frustraciones. "No..." Casi gimotea, de no ser porque se obliga a comportarse a la altura para evitar dar un espectáculo. Pero es fácil notar su malestar, pues no solo su rostro comienza a adquirir un suave tono rojizo, sino que sus ojos se humedecen a causa de las reacciones alérgicas. "¡Esto es terrible, Hotaru-san! No pensé que necesitaría medicina en este paseo. ¿Crees que enfermería se tarde? ¡No quiero irme aún!"

“Alteza,” Su llamado, tímido, quedó arrinconado en alguna de las esquinas del refugio. Estaba intentando moverse entre los felinos con cuidado de no pisarles y al mismo tiempo, velando porque el vestuario de la princesa no se llenara de motas de pelo en su estancia allí (cosa que comenzaba a ver como todo un caso perdido). “¿Se encuentra bien? Puedo llamar a alguien de enfermería para que le de algo de medicina. No vaya a ser que termine enfermándose de más en esta ocasión...”

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"Pues yo creo que lucen muy saludables, limpios y felices". De tener pulgas, sería un problema de salud pública felina, ¿verdad? El riesgo de que no solo los animales en cuestión, sino sus cuidadores, sufran por lesiones o enfermedades a causa de esos parásitos, probablemente ha sido considerada, analizada y regulada; así que, esa es la menor de sus preocupaciones. Pero, aunque sus palabras denotan emoción y cariño, Nozomi continúa de pie en su posición, como una simple espectadora. "Son mi talón de Aquiles. Los amo con todo mi corazón, pero también soy alérgica".

Ammu entró distraída, leyendo con cuidado una guía turística. Había llegado ahí bajo la creencia de que la parte de los gatos en el nombre del lugar solo era eso, un nombre, y por ese motivo, no pens�� que realmente estuviera llena de felinos. Arrugó la nariz al descubrir la verdad.

"No sé, Alteza. ¿Tiene alergías? Estos animales contraen todo tipo de bichos, no se le ocurra acercarse demasiado..." Los animalitos parecían contentos con ese lugar, tranquilos. Se notaba que, al menos, los trataban bien. Naturalmente habían algunos más asustadizos, pero la mayoría ni se inmutó con la presencia de ninguna. Algunos, incluso, se atrevían a acercarse a pedir algo de comer. "¡O tocarlos! Podrían tener pulgas o... o quién sabe qué más."

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"Puedo imaginar el porqué". Responde, su voz impregnada de una suave ternura mientras la mirada se pasea de un lado a otro, disfrutando de la vista, aunque -muy a pesar- recelosa de adentrarse el camino que falta. "Solía rescatar pajaritos, porque los encontraba fuera de sus nidos. Era toda una odisea regresarlos, así que los cuidaba hasta que aprendían a volar. Pero nunca pude tener un gato". Con delicadeza, usa el dorso del índice para rascar la punta de su nariz.

Deniz deja que una sonrisa pequeña tire de una de sus comisuras. No sabía si por los felinos o por la respuesta efusiva de la princesa. "Solía ser uno de mis lugares favoritos hace algunos años." Incluso podría decir que seguía siéndolo. El asunto es que ya no tenía el mismo tiempo que antes para recorrerlo. "¿Ha tenido mascotas antes, su alteza?"

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"Espero que los artesanos no te escuchen. Romperías su corazón". Aun así, no puede evitar reír suavemente, con un deje de complicidad; coincidiendo en su totalidad con los hechos. Si bien en muchas culturas se veneran y respetan diferentes animales, la inesperada existencia de un templo exclusivo para gatitos ha sido el mejor descubrimiento de su estancia en Velmora. Entonces, atención se enfoca en el pequeño felino, blanco como la leche excepto por la gran mancha negra que bordea su hocico y la punta de su colita, meciéndose a un suave compás. ¡Su corazón es tan débil! "Qué precioso es, ¿verdad?" Murmura, extendiendo un par de dedos para acariciar despacio la cabecita y cuando otro estornudo asciende por su garganta, debe apartarse un par de pasos para no perturbar a ninguno de los dos. "Ugh, mis disculpas".

‘ su alteza ’ cómo no identificarla, es que para yifei las princesas siempre destilan aura especial. ‘ ¿no le parece que este refugio se lleva todo el protagonismo del día? ’ sobre sus brazos reposa minino completamente dormido. yifei desconoce las alergias de nozomi así que se acerca, torpe, como invitándola a acariciar al gato así como ella lleva haciéndolo hace un rato. ‘ sin ofender a los locales que seguro han hecho un muy buen trabajo dejando sus tiendas a disposición de la velada, pero es que quién puede resistirse. ’

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"Antes de terminar hospitalizada, podría escribir una carta indicando que no fue tu culpa". Su risa suena un poco apagada, casi ahogada a medida que sus vías respiratorias se congestionan lentamente. Al menos, sus alergias no son tan graves como solían serlo en la infancia, pero la comezón y demás malestares físicos que la 'persiguen a día de hoy' no desaparecieron tan fácilmente como habría deseado. "Me pican tanto que bien podría comenzar a llorar en cualquier segundo". Afirma, conociendo bastante bien el efecto que está por desencadenarse; como el siguiente estornudo que la aqueja, por ejemplo, más sonoro que el anterior. "Grave es no poder estar cerca de estos encantadores gatitos. Pero— no pude evitarlo. Necesitaba verlos".

Mi lord tenía un sonsonete que a Wei se le hacía extraño. Claramente no estaba acostumbrado a oírlo, pero no parecía desagradarle, tampoco.

"Si te forzara a acompañarme todo el día aquí, me temo que me terminarían arrestando por conspiración contra tu vida y bienestar. ¿Y bajo qué ley? Múltiples, probablemente. Sería terriblemente tedioso." Acariciaba el lomo de un felino en ese instante. "Lamentablemente tu cuerpo se encuentra en claro desequilibrio, Alteza. Estornudos, rinorrea... ¿Te pican los ojos? ¿La cara?" La observó. No parecía una persona a la que la afectaran los gatos de esa forma. En opinión suya, la princesa Nozomi parecía un gatito. ¿Cómo iba a rechazar a su propia especie?

"¿Tiende a ser grave? Comenzaré a preocuparme."

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"¡Mira estos ornamentos para el cabello! El trabajo es exquisito y las piedras preciosas son— ¿Zhengyi?" Cuando, con manos ocupadas, voltea para enseñarle la pieza en cuestión, la incomodidad contraria parece más clara que nunca. "Oh, no. ¿Te encuentras bien?" Cuidadosamente, devuelve el adorno a su lugar, dirigiéndose al afable artesano. "Por favor, ¿podría brindarnos algo de agua? No deseo que mi querida amiga sufra un desmayo".

BARRIO DE LOS ARTESANOS. "¿La gente de verdad puede vivir con este clima? ¿En estas condiciones tan inhumanas?" Con un abanico intentaba echarse un poco de aire pero, por su expresión, no parecían dar ningún fruto. ¡De a ratos sentía que terminaría por desmayarse! "Un sorbo de agua..." Jadea, por fin. "Necesito un sorbo de agua."

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"Eso es muy dulce de su parte". Con ojos llenos de lágrimas, Nozomi contempla al pequeño gatito en cuestión, como si estuviera profundamente conmovida, ¡y claro que lo está! Pero sus lágrimas nacen del ardor que su alergia por los mismos le produce.

' lo que esa señora estaba queriendo decir es que, uhm, él se parece a ti ' cuando extiende los brazos en dirección contraria, le muestra mejor el gatito que sostiene en sus manos. ✦ refugio de los gatos.

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"Pues ya somos dos, mi lord". Aunque honestamente, está segura que el momento en que la encuentren (pues se escabulló de su guardia con gran destreza) acabará en el hospital, ¡y eso no es nada divertido! "Podríamos quedarnos aquí todo el dí—" Un estornudo tras otro, en sonidos rítmicos bastante agudos, son expulsados. Nozomi toma un pañuelo de su bolsillo y cubre su nariz, retomando la charla con voz afectada. "O tal vez no".

En el refugio de los gatos.

"Estoy desde hace..." se despejó la muñeca para ver su reloj, "cuarenta y cinco minutos intentando irme al mercado, y aún no logro irme." El comentario lo dirigía a esa persona al azar en su cercanía, solo armando conversación. "Soy un hombre débil."