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Lanzamiento libro ¿Pasó de moda la locura?: Apuntes sobre el actual trance necrófilo, publicado en Editorial Adynata.
Viernes 3 de Noviembre en librería Alma Negra en Providencia.
Valor del libro (preventa): $10.000 CLP (Las compras internacionales serán desde Buscalibre a fin de mes).
Tengo un poco abandonado Tumblr, pero acá fue donde subí las primeras versiones (mucho más breves y menos reflexionadas) de lo que iba a ser mi libro (escrito junto a Amapola Fuentes). Así que aprovecho de promocionar el lanzamiento.
Prologo. Catalepsia.
Somos espectadores pasivos del espectáculo más grande de nuestra época: el de nuestra propia desintegración pasiva. Los eslóganes de salvar al planeta, de avances biotecnológicos, de automatización a gran escala y masificación de la crisis climática son parte vital de las narrativas que nos bombardean día a día, y que nos impiden dormir sin pastillas por las noches. Ansiedad, depresión, burnouts, fatigas psíquicas por compasión, el deseo de luchar contra una historia de la humanidad prometeica, y a la vez la necesidad transhistórica de llevar la racionalidad instrumental hasta sus últimas consecuencias. En una era de irremediables y, a veces, insoportables contradicciones, la principal preocupación de las instituciones que sostienen al Capital mundial (en el sistema político tradicional Estado-nación, en el trabajo y el mercado) es poder mantener una fachada vulgar de estabilidad, un intento absurdo de limpiar una casa que se está cayendo a pedazos debajo del polvo.
Ese movimiento necrótico que convierte a la muerte en lo sagrado y oculto bajo el manto fantasmagórico del Capital es lo que define la identidad de una época llena de desencanto, descontento, depresión e ideaciones suicidas. Dentro de este contexto que nos desola —o que acecha constantemente con llevarnos más allá de los límites de lo que conocemos y podemos soportar—, se nos hace interesante y urgente el quehacer de pensar en esta misma desolación, en vez de solamente asumirla como parte de una realidad ineludible. No la tomamos como un reformista y cómodo “es lo que hay”. Hundirse en ella para decodificar qué aspectos bio/técnico/necropolíticos están operando a nivel psíquico, qué cargas mnémicas e históricas son las que estamos arrastrando y, por qué no, pensar en dinámicas de biorresistencia, ya sea inmunitarias, como comunitarias —siendo esta última opción la que, como comunistas radicales, consideramos la única salida a esta crisis, no sólo como especie, sino como agentes geofísicos.
Frente a esto ¿Cuál sería nuestra labor? Lejos de continuar la búsqueda de burdas respuestas temporales —para ello ya está toda la blanda “crítica social” que simula una conciencia torpemente reflexiva—, nuestra acción puede resumirse a un gesto desafiante contra el orden existente, un desafío a la altura de los tiempos que propone desfetichizar un cadáver que se iconográfica y se confunde por divino —el capitalismo tiene mucho más que ver con lo religioso de lo que a menudo le guste admitir—. Hemos de criticar la dominación, porque la servidumbre, aunque menos visible que en otras épocas, domina. En esa visibilidad más tenue, pareciera que somos más libres. Pero, el hecho de haya esclavos «felices» no justifica la esclavitud.
Contrario a los proyectos que nacen y sirven al seno de la sociedad mercantil, preferimos abrir nuevas preguntas y superar las viejas. Este texto hace una apertura a la técnica de la cordura capitalista y una rasgadura a las tecno-arquitecturas que pretenden configurarnos y prepararnos para un “futuro postcapitalista” que, contrario a ser un por-venir, ya está aquí. Y, desde el contexto situado en el que nos encontramos aquí, en el territorio dominado por el Estado de Chile, nos urge pensar en el triunfo del progresismo y en la complicidad que hay entre esto y la expansión de las redes de explotación, como parte de un proceso planetario de actualización del capital. Esta urgencia porque, pese a la desmovilización conformista y ciudadanista, queremos seguir moviéndonos, aunque sea mediante páginas de libros, porque nunca nada está totalmente estancado.
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Teoría revolucionaria y ciclos históricos Jean‐Yves Bériou, 1973.
En su famoso texto sobre los disturbios de Silesia, Marx define clara‐ mente el programa comunista del proletariado europeo de 1844‐1848:
Demuestra que el «período clásico de la inteligencia política», que «es la revolución francesa», ha terminado;
Demuestra que aquello de lo que está separado el proletariado, por su trabajo mismo, no es el Estado político, es decir, el orden burgués, sino «la vida misma, la vida física e intelectual, las costumbres humanas, la actividad humana, el goce humano», la comunidad humana;
Concluye mostrando que la revolución será una revolución política con espíritu social, es decir, que el acto político de destrucción del poder burgués y de las relaciones sociales que conlleva está incluido como momento de un movimiento social más amplio, la (re)creación de la comunidad humana y, por tanto, el fin de la política.
A partir de ahí, el proletariado ya no puede tratar de suprimir su aislamiento del Estado y del poder, es decir, reorganizar a una capa dominante, sino tratar de destruir la separación de la sociedad en clases, ya que «no reclama para sí ningún derecho especial, puesto que contra él no se ha cometido ningún desafuero en particular, sino el desafuero en sí, absoluto» (Karl Marx, Contribución a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, «Introducción», 1844, en Anales Franco‐alemanes).
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Proyecto de instrumentalización humana: El caldo primigenio como comunismo ácido.

Uno de los tópicos centrales de Neon Genesis Evangelion (NGE) es el proyecto de instrumentalización humana. Al parecer, esta idea proviene de la obra de Cordwainer Smith, un autor de ciencia ficción bastante olvidado del siglo XX. Incluso, indagando un poco, es posible indicar que esa noción ya era ocupada por teólogos anglicanos de varios siglos atrás. Ahora bien, en una Wiki de la serie plantean lo siguiente:
In English, Instrumentality is a reference to Instrumentality of Mankind, from Cordwainer Smith's sci-fi novels. In the original Japanese, however, it is referred to as 補完 (Hokan). "Ho" translates literally to "supplement, supply, make good, offset, compensate, assistant, learner" and "kan" to "perfect, completion, end". translate literally to "complete" or "completion". In many early fan translations, it is referred to as "Complementation". This nuance can be understood as the separate, individual egos of humankind being complemented by others. Alternatively, it can also have a nuance of "perfecting" humanity into a superior being. The "tuning" metaphor present in Death & Rebirth is also relevant (https://evangelion.fandom.com/wiki/Human_Instrumentality_Project)
Entonces, la versión de Anno refiere más bien a un "giro", o algo así como un "devenir" implícito. El movimiento de la instrumentalización sería referido a una complementariedad afectiva y simétrica entre humanos. También hay que destacar que hay una discusión entre fans que establecen una diferencia entre la "instrumentalización" y la "complementariedad". Más allá de seguir al pie de la letra los diálogos y los temas explícitos de la serie, prefiero en este caso descifrar qué es la instrumentalización/complementariedad. La razón es que es un tópico que no sólo se expresa en Evangelion, sino que es un patrimonio transversal dentro del anime de corte seinen (como Serial Experiment Lain, o Shingeki No Kyojin). Así, tratar este tema puede servir para comprender un asunto difícil de entender, pero que se encuentra tratado en varias ocasiones dentro del manga y el anime.
[Este párrafo puede ser saltado. Evitando spoilers, se puede decir que la instrumentalización es desarrollada como el fin último de la humanidad: Sería el encuentro profundo con un Ser superior (asociado generalmente a Dios). El Ser es absoluto, lo que significa que es una totalidad que abarca cada cosa del mundo, y, a su vez, es independiente de este. Para las personas que saben un poco más, esto tiene relación con cierto asunto hegeliano que no trataré directamente —sé bien poco de Hegel, y pienso que puede haber una manera más directa de comprender la complementariedad humana—. Entonces, el proyecto final es la reconciliación con el absoluto, lo que implicaría una comunión con eso que nos forma, pero que se nos distanció en algún momento de la historia. Las implicancias del encuentro llevarían a conectar con un Espíritu Absoluto en el que las individualidades existenciales (personas humanas, con su historia biográfica) se disolverían en aquella totalidad del Ser. Es importante destacar acá que la historia llega a su fin, pues esta trata acerca del desarrollo del Espíritu humano en su re-encuentro con el Absoluto; se cancela el tiempo: La comunión es definitiva y hace coincidir el origen y el final.]
Régimen del deseo en el siglo XX y el comunismo ácido
Mark Fisher plantea que el capitalismo neoliberal, hegemónico globalmente, impone una realidad que las personas padecen sin mayor alternativa. Esta impotencia general impide la posibilidad de desplegar el deseo, entendido dicho concepto de dos manera: (1) Desde Spinoza, como la persistencia de cada persona y cosa de perseverar en su existencia; y, (2) complementando a esta tesis, la idea de aquella constancia va a significar cambiar radicalmente de estado para poder conservar la misma existencia. Así, si deseo algo, va a significar que voy a tener que mantener afirmando mi deseo de eso, aunque de ello derive una transformación excesiva de mi mismo. Según Lordon Fréderic en La sociedad de los afectos, cada régimen socio-económico establece una configuración del deseo, lo que se ciñe a lo que dice Fisher acerca de las luchas geopolíticas del siglo XX. Entre el socialismo soviético, y el capitalismo corporativista, no había mucho que desear: Había una burocracia monótona que estipulaba un estilo de vida bastante homogéneo que conllevaba a omitir los deseos a favor de la estabilidad social.
Siguiendo con Mark Fisher, ¿Cuándo cambia el panorama? Justo en el momento de la contrarevolución capitalista, mediada por la ampliación de la oferta de productos de consumo y de la expansión del sistema financiero en base al crédito individual. Justo entrado a la década de 1970, aparece con fuerza IBM, los Jeans americanos, se consolida la publicidad de corporativas que comienzan a ser transnacionales, y así. Se desean nuevos productos, se crean nuevos estilos de vida que se enfocan a la libertad personal, lo cual se refleja en una multiplicidad de identidades que demandan cada vez más cosas nuevas.

El deseo se desencadenó en su máxima potencia, pero también es capturado por un nuevo régimen socio-económico global. Y, de este modo, comienza un letargo libidinal que conlleva a la larga al ocaso del deseo por una novedad transformadora. Acá es cuando Fisher plantea una vuelta teórica-política a ese momento donde el deseo revolucionario estaba a punto de emancipar cada espacio de la vida social. La década de 1960 sería el período donde la libido quiso plantear una nueva emancipación por fuera del aburrimiento de la Guerra Fría. Los movimientos de esta época planteaban no sólo lo que indiqué, sino también se enfocaron a reventar el deseo, haciendo coincidir la psicodelia y la revolución en un mismo programa político. Esto sería el comunismo ácido.
Comunismo naturo-histórico y el caldo primigenio
Para entender mejor este proyecto que fracasó rápidamente, hay que comprender algo que fue llamado como "comunismo naturo-histórico" según un psiquiatra chileno de la primera mitad del siglo XX. Para él, esta modalidad del comunismo sería la "nivelación abstracta de todas las diferencias" químicas y orgánicas (Roa, 1974, p. 323). Dicho de otro modo, cada elemento del mundo material (incluyendo a los aspectos "espirituales") estaría en un mismo plano de existencia, sin ninguna diferencia; sólo habrían flujos y desplazamientos de materia en una red infinita. Cada movimiento unido en un gran cuerpo completamente consistente en donde coexisten las diferencias. pues sólo son modalidades cambiantes que recorren un espacio por gracia del deseo. Esta idea se puede asociar al concepto de "cuerpo sin órganos" de Deleuze y Guattari, o a una "construcción de una situación" que se compone por relaciones en tránsito intermitente. O, dicho a partir de Latour, un comunismo que integra toda diferencia de lo vivo, tal cual como lo hace la Tierra (Gaia).
Otra manera de entenderlo sería a partir de la noción de desdiferenciación, la que invoca la capacidad inmanente de los microrganismos de disolver sus diferentes funciones para volver a un estado primario similar a las células madre. Entonces, esta red des-diferenciada de todo lo orgánico a un estado previo lleva consigo también el fin de la humanidad cuando se trata de la instrumentalización. Cada individualidad se disuelve para devenir en un rizoma o un holobionte, algo así como un colectivo relacional múltiple y descentralizado de fuerzas de diversa procedencia. Entonces, en la instrumentalización no hay nada como una pérdida de la materia que nos constituye o una transformación hacia un concepto ideal —esta idea hay que mantenerla, porque la desarrollaré en otro momento—. Nada más alejado de eso. Acá encontramos la integración de las fuerzas de la materia a un componente primitivo; el gran caldo primigenio: Momento inicial y final de la vida. No hay temporalidad, sino un complejo de tiempos divergentes que se acoplan por la intensidad del deseo colectivo.

Acá tendría que tratar el tema del Campo AT y el LCL. Pero prefiero dejarlo para después. Para adelantar, el Campo AT sería el límite físico que separa la esencia material de la humanidad, así conformando individualidades. Se origina un sujeto a través del corte de la inmanencia sustancial que se produce mediante el escudo. El AT sirve para mantener la identidad, el cuerpo y la conciencia individual de una subjetividad, y sin ella se genera el caldo primigenio.
Por lo tanto, tenemos que la existencia de cada persona se encuentra dentro de la sopa primigenia. En NGE, sería la humanidad hecha LCL. En SNK, son los Caminos. En Lain, el protocolo 7 (Marduk). Pero, acá lleva a una pregunta más complicada aún: ¿Y cómo se mantiene cierta identidad, entendiéndola como la preservación del autoconcepto del yo? Quiero decir, los personajes mantienen una idea de si mismo, por mucho que se encuentren en cada momento despersonalizados. Y acá es cuando cambia el argumento, pues el materia sería expresión del concepto y la idea —también sirve al revés: el concepto se inscribe en la materia—.
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Las vastas manifestaciones del necropoder.
"Ahora me he convertido en la Muerte, destructora de mundos”. Supongo que todos pensamos eso, de una manera u otra”
El poder de dar muerte y los medios por los que provocarla —ya sea directa o indirectamente— fueron facilitados y ampliados en su escala por el avance tecnológico, la idolatría a la técnica que acelerando procesos entrópicos puestos en marcha desde la génesis del Capital, imposibilita asumir cognitiva y moralmente la catástrofe humana que ha significado el perverso del dominio Capital sobre el mundo tecnificado. El desarrollo bélico de la técnica, no solo ha beneficiado a la industria militar, en cuanto a la ilimitada potencia y complejidad de su armamento, sino en la invención y desarrollo de dispositivos no pensados originalmente para su uso en juegos de guerra, pero reorientadas para uso militar —sea de forma oficial o no—, como en el caso de las plataformas digitales y medios de comunicación. El papel que juegan estas tecnologías en las políticas de muerte a gran escala —como la creación de sofisticados campos de refugiados y lugares de reagrupamiento forzoso tanto formales como extralegales—, dependen en gran medida, de su complementación con estrategias de gobernanza neoliberal. La asimilación entre aparatos burocráticos legal-administrativos, con la implementación de tecnologías digitales y la privatización de la industria militar, resultan en la sistematización y automatización de la muerte. Las nuevas tecnologías de las políticas de muerte, especialmente en torno a los juegos de guerra de las potencias económicas sobre el Sur Global, excluyen la intervención humana directa en los procesos de dar muerte, reduciendo la ejecución a un procedimiento puramente técnico, impersonal, silencioso y rápido. Nada más que la continuación lógica luego de las catástrofes de Auschwitz, Hiroshima/Nagasaki y Chernobyl —estaciones previas que nos encaminan hacia el “fin”— donde la humanidad demostró en su grado más monstruoso la posibilidades de destrucción masiva contenidas en la ecuación violencia-poder (Gewalt) que han acompañado la supremacía del aparato técnico sobre el hombre, de la creación sobre su creador.
Mientras, la privatización de la industria militar, en conjunto a la descomposición del aparato burocrático en distintas regiones, resultó en el reemplazo gradual del monopolio del Estado en el legítimo uso de la violencia, pasando a ocuparse parcialmente por compañías de seguridad privada y milicias irregulares proveídas por carteles de droga asentados en ciertos territorios. El crimen organizado se convierte en un actor político clave, en un contexto de inestabilidad económica, donde el aparato burocrático y las fuerzas del orden son incapaces de ocuparse de sus funciones. El papel de las mafias se entreteje con el del Estado, difuminando las fronteras entre las funciones del Estado y del narcotráfico, estableciendo verdaderos narco-Estados, donde “las necesidades de la población civil se ven atendidas gracias a la creación de escuelas, hospitales, infraestructuras, [...] patrocinadas por el narcotráfico.” La reivindicación de estos nuevos actores propone un proceso de legitimación de la violencia privada, que devela su naturaleza y la relación de esta con los procesos de valorización capitalista y el desbordamiento de las pasiones de destructividad humanas. El derramamiento de sangre injustificado, las persecuciones y las guerras en todas sus formas —social, civil, de conquista, colonial o endocolonial y poscoloniales— son simultáneamente una “herramienta de necroempoderamiento”, que resulta parte fundamental de la economía capitalista, como también un fin en sí mismo, que nos encamina como mundo ad portas del abismo.
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Los fantasmas de mi vida: escritos sobre depresión, hauntología y futuros perdidos. Mark Fisher.

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Consejo Nocturno — Un habitar más fuerte que la metrópoli.
"Una vez más: Hacia una intercomunal"
Nosotros afirmamos que el mundo es hoy una colección difusa de comunidades. Una comunidad es diferente de una nación, […] La crisis del intercomunalismo reaccionario del Imperio provoca inevitablemente el concepto de «intercomunalismo revolucionario».
La «defensa del territorio» se diluye paralelamente en ideología cuando pierde de vista lo esencial: la autodeterminación territorial. Más recientemente, esto se ha denominado comuna, como agregación de humanos y no-humanos que cubren en común cada una de las dimensiones de sus existencias. Para preservar en el ser, toda comuna se inscribe en una confederación de comunas, una «intercomunal» dotada de sus propias circulaciones y comunicaciones de encuentros, hospitalidades, afectos, planes y «recursos» —que son ante todo fuerzas—, incrementando conjuntamente su potencia más allá de sí mismas y de cualquier frágil supervivencia. Porque habitar en secesión con el orden global se parece poco al aislamiento a la constitución de un nicho de confort espacial que se quiere al margen de la catástrofe planetaria.
Es, por el contrario, ofensiva afirmativa, formación y multiplicación de «situaciones» vernáculas que desbordan y socavan las grandes totalidades de la gestión imperial Un amigo de Cataluña nos invita así a propósito de la conformación, ya de una Internacional, sino de una Intercomunal: «Un territorio ha sido ganado, unas comunas han sido construidas, unas comunidades han echado raíces y una gran cantidad de amistades ha florecido en luchas libradas, tierras defendidas, casas construidas, proyectos fundados, camaradas perdidos, niños nacidos, con recursos, saberes y habilidades combinados. A través de nuestros esfuerzos hemos llegado al punto en que podemos, con toda seriedad, plantear la pregunta de cómo nos relacionaremos unos con otros, a través de territorios de amplio alcance, en diversos contextos, cada tino con fuerzas, intereses, obstáculos y oportunidades distintos. Comenzar a imaginar una geografía y una historia más amplias en las que cada región quepa de acuerdo con sus propias razones para existir puede comenzar a revelar intereses compartidos y oportunidades futuras para la coordinación, la conspiración y la iniciativa colectiva».
Estas zonas de autonomía definitiva, estos agujeros negros ilegibles para el poder, esta constelación de mundos sustraídos a las relaciones mercantiles y al nihilismo metropolitano, suponen ya por su sola existencia una quiebra de la figura del mundo administrado que se pretende instaurar para los siglos venideros. El tejimiento de vínculos comunales de juramento y de cooperación mutuos y la autodeterminación no de necesidades sino de deseos, inclinaciones y gustos, eclipsan en su expansión y fortalecimiento las tristes pasiones del individuo aislado metropolitano y la existencia isomorfa de la población estadística unidimensional: la comuna es lo que viene en el momento en que una miríada de formas-de-vida se agregan material, espiritual y guerreramente en un «Nosotros» y comienzan así a hacer juntas.
Diremos así que, cuando los pobladores de un barrio en lo inhóspito de una ciudad o de un pueblo abandonado por el Desarrollo deciden tomarlos de nuevo en sus manos y expulsar a «sus» gobernantes, lo que se manifiesta no es ni una autogestión de un mundo exactamente igual al que los poderes han dejado atrás por un descuido ni un regreso a una situación originaria y más auténtica, sino, más sencillamente, la agregación al fin de formas-de-vida íntegras que actúan en una autonomía absoluta, es decir, sin relaciones de gobierno. Se entiende así por qué hay que añadir una glosa táctica a la enunciación de los pro-zapatistas: «Cambiar el mundo sin tomar el poder», sí, pero constituyendo una potencia. Es constituyendo una potencia como podemos ir más allá del estadio meramente antiautoritario, infértil, en el que se encuentra anquilosada la esfera de la política básica. En este mismo sentido mejor estratega que cualquier trotskista, Kafka decía: «En un mundo de mentira, para echar a la mentira del mundo no basta con su opuesto: hace falta un mundo de verdad». No basta con desmentir o denunciar las mentiras de este mundo, para todos obscenas y evidentes; es preciso construir otros mundos que lo excedan asimétrica y heterogéneamente hasta sepultarlo. «Cada comunidad particular, en su lucha contra la universalidad vacía de la mercancía, se reconoce poco a poco como particular y se eleva a la consciencia de su particularidad, es decir que capta su reflejo y se mediatiza a través de lo universal. Se inscribe en la generalidad concreta del Espíritu, cuya progresión a través de las figuras celebra el banquete en el que todas las irreductibilidades están embriagadas. Fragmento tras fragmento, la reapropiación de lo Común se prosigue» (Tiqqun i, «Tesis sobre el Partido Imaginario»).
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"Dan vueltas en la noche y son devorados por el fuego"; Guy Debord, 1978.
"Se ha vuelto ingobernable esta "tierra quemada"… en la que los nuevos sufrimientos se disfrazan con nombres de viejos placeres, y donde la gente tienen tanto miedo.
Dan vueltas en la noche y son devorados por el fuego.
Se despiertan espantados… y buscan a tientas la vida. Corre el rumor de que quienes la expropiaron, para colmo… la han extraviado.
He aquí, pues, una civilización que arde, zozobra y se hunde toda entera. ¡Qué admirable torpedeo!
[...]
Pero no; veo muy claramente que para mí no hay reposo, y, sobre todo, porque nadie me hace el favor de creer que no haya salido airoso en los negocios del mundo; aunque afortunadamente nadie podrá decir tampoco que haya salido airoso. Hay que admitir, por tanto, que no había éxito ni fracaso para Guy Debord y sus desmesuradas pretensiones.
Estaba rayando el alba de esta fatigosa jornada que estamos viendo tocar a su fin…
cuando el joven Marx escribió a Ruge:
"No me dirá usted que les tengo demasiado aprecio a los tiempos presentes; y si a pesar de todo no desespero de estos tiempos, es sólo en razón de su propia situación desesperada… que me llena de esperanza."
He de decir que la despedida de una época por la fría historia no ha aplacado en nada… esas pasiones de las que he dado tan bellos y tan tristes ejemplos.
Como demuestran aún estas últimas reflexiones sobre la violencia, no habrá para mi ni retorno ni reconciliación.
La hora de sentar la cabeza no llegará jamás".
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«Un coeur simple», Gustave Flaubert, 1877

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In what Marx calls 'abstract labour', abstraction is made from the particular qualities of the products of labour and the qualities of the labourers, but not from the conditions of productivity, the labour-power and the means of labour in a society. The social Idea is the element of quantitability, qualitability and potentiality of societies. It expresses a system of multiple ideal connections, or differential relations between differential elements: these include relations of production and property relations which are established not between concrete individuals but between atomic bearers of labour-power or representatives of property. The economic instance is constituted by such a social multiplicity -- in other words, by the varieties of these differential relations. Such a variety of relations, with its corresponding distinctive points, is then incarnated in the concrete differenciated labours which characterise a determinate society, in the real relations of that society (juridical, political, ideological) and in the actual terms of those relations (for example, capitalist--wage-Iabourer). Althusser and his collaborators are, therefore, profoundly correct in showing the presence of a genuine structure in Capital, and in rejecting historicist interpretations of Marxism, since this structure never acts transitively, following the order of succession in time; rather, it acts by incarnating its varieties in diverse societies and by accounting for the simultaneity of all the relations and terms which, each time and in each case, constitute the present: that is why 'the economic' is never given properly speaking, but rather designates a differential virtuality to be interpreted, always covered over by its forms of actualisation; a theme or 'problematic' always covered over by its cases of solution. In short, the economic is the social dialectic itself -- in other words, the totality of the problems posed to a given society, or the synthetic and problematising field of that society. In all rigour, there are only economic social problems, even though the solutions may be juridical, political or ideological, and the problems may be expressed in these fields of resolvability. The famous phrase of the Contribution to the Critique of Political Economy, 'mankind always sets itself only such tasks as it can solve', does not mean that the problems are only apparent or that they are already solved, but, on the contrary, that the economic conditions of a problem determine or give rise to the manner in which it finds a solution within the framework of the real relations of the society. Not that the observer can draw the least optimism from this, for these 'solutions' may involve stupidity or cruelty, the horror of war or 'the solution of the Jewish problem'. More precisely, the solution is always that which a society deserves or gives rise to as a consequence of the manner in which, given its real relations, it is able to pose the problems set within it and to it by the differential relations it incarnates.
Deleuze, Difference and Repition (1968)
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Uncredited Photographer Chilean Leftist Activist and Folk Singer Víctor Jara Performing at an Anti-Vietnam War Demonstration, Helsinki 1969
Jara was tortured and murdered by the reactionary general Pinochet’s thugs during the CIA-backed coup that overthrew the democratically elected government of social democrat Salvador Allende and installed the Pinochet military dictatorship.
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Los Desencantados del Capital
La “moderación” es el conducto común entre quienes plantean una crítica desencantada al capitalismo —desde las filas de este mismo—, los excesos del capitalismo —y del liberalismo por otro lado— les obliga a reconocerles en una crítica que plantea no una oposición, sino más bien su última defensa. El re-aparecido Francis Fukuyama aboga en su obra más reciente, por el recobro de la moderación, frente al exceso o desmesura (hybris). En tanto la reacción antiliberal y la “recesión democrática” en la que ha estado sumido el mundo, serían a causa de dos extremos reconocibles en el liberalismo, en cuanto a su comprendimiento del papel del individuo. Así el desencanto —hacía sus en principio defensores—, sería por dos vertientes extremas —y opuestas—, más no el liberalismo en tanto tal.

El recobro de la moderación es la base del consenso entre los grupos políticos, la ciudadanía y el empresariado, como el método de gobernanza más eficaz para la administración y mantención artificial del cadáver-Capital. Esta creencia aunque en suma ingenua, resulta en la “clave de [su] supervivencia”, aunque no la única. De esta manera resulta normal observar esta tendencia en las estrategias de administración aparentemente más progresistas, de los recientes gobiernos de izquierda y centro-izquierda de la región, así como el vuelco de estos gobiernos hacia la revalidación de acontecimientos y figuras controvertidas que fueron de gran importancia para la modernización del modelo capitalista en Sudamérica durante el “retorno a la democracia”. La idolatría ciega al aparato moderno de dominación democrático nubla sus evidentes males, los que son desvinculados de la democracia y sus representantes para ser atribuidos a un periodo pre-democrático de terror y a la permanencia de sus continuadores en puestos de poder. La respuesta en boca de los gobiernos progresistas para hacer frente a las desmesuras del capitalismo, es la democratización del sistema capitalista, que no es más que la mitigación superficial de sus males y el reemplazo de las élites económicas por populistas funcionales a la conciencia-fetiche del «"Estado del trabajo" y sus aparatos represivos. Las “lágrimas de cocodrilo del humanitarismo policial democrático” se vierten sobre cuerpos anónimos habituados a la miseria y el hambre que son perseguidos y exterminados por los gobiernos del culto a la moderación y la democracia, que se vuelven indistintos de sus aparentes antagónicos.
“¿Quién puede mantener y gestionar la miseria, y la desterritorialización-reterritorialización de las poblaciones marginales, salvo unas policías y unos ejércitos poderosos que coexisten con las democracias? ¿Qué socialdemocracia no ha dado la orden de disparar cuando la miseria sale de su territorio o gueto?” Deleuze y Guattari, ¿Qué es la filosofía?

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¿Pasó de moda la locura?:
El desencanto y la irreconciabilidad con el presente.
“Soñábamos con utopías y nos despertamos gritando.” Roberto Bolaño.
A 8 meses del inicio del gobierno progresista de Gabriel Boric, con el shock de la derrota del apruebo aún fresca, lenta y cuidadosamente se ha llegado a un consenso entre los partidos políticos de centro-izquierda y los más conservadores que aún arrastran el bagaje de la dictadura. La ciudadanía y en específico la alguna vez votante “por el cambio” se ha dispuesto a tomar una actitud de falso pragmatismo, que se suma en mayor o menor medida al consenso del Chile posterior al estallido. La partidocracia y la ciudadanía se unen para recobrar el sentido de moderación, proclamando el fin de la locura.
El contexto en el que nos encontramos tras haberse superado tanto el frenesí colectivo en el que estuvo sumido el mundo hasta hace unos pocos años, como la pandemia del covid-19 que le siguió casi inmediatamente, es el de una parálisis generalizada de la voluntad[1]. Los cuerpos que alguna vez anhelaron la reconfiguración del mundo, se encuentran hoy sumergidos en la indiferencia y la contemplación pasiva. Se reemplazó el sincero anhelo de cambio, por un fatuo intento de regreso al estado previo a la fugaz interrupción de la revuelta, consolidándose en el imaginario la “administración del presente”[2], una idea aparentemente mucho más realista dado el contexto de “crisis controlada” en el que se encuentra el Capital. Aún así, la reconstitución de la perpetuidad del presente, resulta tan sólo superficial, ante las propias tendencias destructivas del Capital[3] —exacerbadas en su escala por el desarrollo de la técnica[4]— en razón de su auto-preservación.
El desbordamiento de los mecanismo de extinción capitalistas, provocan la in-distinción entre crisis y normalidad, transfigurando sus concepciones hasta consolidar un estado de crisis perpetua, el que sus administradores no podrán ocultar más que superficialmente. Se convive entre atentados explosivos —o cuánto mínimo sus intentos— y las jornadas de trabajo ininterrumpidas a su alrededor; en el suicidio al interior de centros comerciales y la instalación de rejas para impedirlos; entre las someras políticas de un “gobierno ecológico” y la mantención de lógicas extractivistas. La naturaleza dual del capitalismo siempre ha significado la perfecta coexistencia entre “los campos de concentración y las cadenas de café”[5], la única distinción es en cuan claro se aprecie.

Lo cierto es que al interior de esa misma unidad contradictoria, conviven inestablemente la inminencia del fin: las manifestaciones de una posibilidad de colapso adherida al Capital desde su fase embrionaria, con la; reinstalación de la imposibilidad del futuro: la ausencia de expectativas como percepción psicológica generalizada de inercia, repetición y retrospección. El fracaso constante de los programas de gobiernos presuntamente progresistas y la disolución de alternativas paralelas o contrarias al estado, durante las últimas dos décadas pero recientemente ejemplificadas a nivel nacional —aunque no limitada solo a este— con el proceso constitucional y previamente la revuelta iniciada en octubre del 2019. Cada acontecimiento por separado significó la desilusión de la parte del cuerpo social representada y su parálisis, frente al fracaso tanto de la vía institucional y de su alternativa. Una demostración lapidaria de la no existencia de «nada humano que pueda ser afirmado de manera estable[...] como alternativa al capital.»[6], que trajo consigo no solo el “borramiento de cualquier re-configuración posible de actualidad alternas”[7], sino también del pesimismo respecto a que si llegasen a ocurrir cambios sólo serían a peor. La percepción pesimista posterior a la desilusión, que hace inconcebible el futuro a la vez que significa en la extrema dificultad de comprender realmente lo que significa la posibilidad de un punto final, mientras que las representaciones ficticias contemporáneas hacen flaco favor a la visualización del colapso, al liberarlo de sus causas reales y conservarlo únicamente a nivel de una estética apocalíptica acrítica con el capitalismo. Gradualmente una atmósfera política que traspasa las fronteras nacionales, se generaliza a nivel planetario y nos coloca en una situación de naufragio similar a en la que nos hemos encontrado desde la década de los 90s —aún con sus interrupciones intermitentes—, pero esta vez más profundizada. El náufrago que fue arrojado a un mar que es cada vez más turbulento, flota con el agua hasta el cuello. La imaginación colectiva es anulada, en medio de la contradicción entre fin y perpetuidad, la epidemia depresiva del cuerpo social gana terreno, mientras el empobrecimiento y la violencia sin oposición, alimentan al pesimismo con respecto ya no solo al futuro, sino a un presente inestable, que su sola mantención es una amenaza para la vida, tanto como lo es la posibilidad real de debacle.
“El futuro, la idea misma de futuro lleva hoy el signo opuesto, la positividad pura se transforma en negatividad y la promesa se vuelve amenaza. Es cierto que los conocimientos se han desarrollado, pero son incapaces de acabar con el sufrimiento humano, alimentando la tristeza y el pesimismo que lo inundan todo.”[8]
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Notas.
Franco "Bifo" Berardi, Después del futuro. Desde el futurismo al cyberpunk. El agotamiento de la modernidad, Madrid, Enclave de Libros, 2014.
La negación del nuevo gobierno a los pilares de su programa en razón, de la adaptación de las políticas gubernamentales a una presunta inestabilidad a escala mundial (las tesis menos aventuradas culpan a la guerra de Ucrania) que amenaza las economías, así como el contexto inmediato posterior a la derrota electoral del plebiscito y a la minoría al interior del congreso. Resultan argumentos para la renuncia a las promesas de cambios estructurales (y otras inmediatas), para centrar sus esfuerzos en resolver la situación en la que se está actualmente, aun si eso significará en contradicciones con el programa político, en el apoyo a controvertidos acuerdos comerciales (TPP 11) y a políticas represivas.
El estudio de la “esencia entrópica” capitalista, reconocida inicialmente por Marx, véanse: Karl Marx, Grundrisse; Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, 1939. Y Karl Marx, Das Kapital, 1863. Serían continuados y apoyados por economistas no precisamente marxistas, que con planteamientos que derivan explícitamente de las obras señaladas, analizaron el estado y conductas del Capital en su tiempo, como pueden ser Joseph Alois Schumpeter, Capitalismo, Socialismo y Democracia, 1942. Y de forma más reciente: Nouriel Roubini, The Instability of Inequality [La inestabilidad de la inequidad], 2011. “[...] el capitalismo desregulado puede llevar a episodios regulares de sobrecapacidad e infraconsumo, y a la recurrencia de crisis financieras destructivas, alimentadas por burbujas de crédito y auges y ocasos de los precios de los activos”.
“Parece existir una ley singular del devenir del pensamiento humano según la cual toda invención, ética, técnica, científica, que es primero un medio de liberación y de redescubrimiento del hombre, se convierte, a través de la evolución histórica, en un instrumento que se vuelve contra su propio fin y que convierte en servil al hombre, limitándolo”. Gilbert Simondon, "El modo de existencia de los objetos técnicos", 1958.
Mark Fisher, Realismo capitalista. ¿No hay alternativa?, Buenos Aires, Caja Negra, 2016.
Jacques Camatte, La révolte des étudiants Italiens: un autre moment de la crise de la représentation en Invariance Série III # 5-6, 1980.
Mark Downham, “Cyberpunk”, Vague 21, 1988, p. 42.
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Goncharov Lore (“Gonchlore” if you will) Masterpost
Note: this is regarding the lore made up by tumblr collaboratively about a fake Martin Scorsese film. See the post that started it all and fake poster.
Goncharov was released in 1973. It was written by Matteo JWHJ 0715 and directed (?) and/or possibly co-written by Martin Scorsese. Scorsese’s big name helped popularize the film, but as a result JWHJ 0715’s significant contribution is often overlooked
Goncharov was forgotten and was actually difficult to acquire for many years. This may have been due to corporations hoarding rights and access, the actually mafia targeting distribution of the film, other factors, or a combination of these. This led to pirating of the film, which allegedly led to pirating discourse surrounding the film
There are talks of a Goncharov II or remake
Goncharov is a mafia boss in Naples of Russian origin. His wife/fiancée is named Katya, also of Russian origin. Goncharov may or may not have fled Russia, and may or may not have been pursued by someone trying to get him back to Russia, possibly to face legal justice. One such person trying to do this could be Valery Michailov
Valery Michailov is Katya’s sister. He may resent Goncharov due to his relationship with his sister and due to Goncharov being wanted by the Russian government. He is somewhat patriotic, possibly a former government worker or soldier.
Katya’s last name is either Michailova or Goncharova (although possibly with the wrong suffix). Her relationship with Goncharov is strained, tense, and possibly loveless. She ends up betraying him in the end. This is often seen as a subversion on the typical tropes for women in mafia movies.
At some point, Katya is on a bridge with Goncharov. At some point, Katya points a gun at Goncharov. At some point, Katya is injured on a boat/in a boathouse.
Katya is amicable with someone named Sofia, who has brown hair. She also has subtextual homoerotic tension with her
Sofia may be working class/poorer than many of the other characters are.
Goncharov has subtextual homoerotic tension with someone named Andrey. Andrey is Goncharov’s old friend/best friend/nemesis/enemy/competitor. There is at least one instance of one of them trying to kill the other.
Ice pick Joe is played by John Cazale, making this his 6th movie. He has a famous 10 minute scene with Katya, and at some point dies, also possibly at the hands of Katya.
Mario Ambrosini works with Goncharov, possibly as a lackey or number two. At some point in the middle of the story, he betrays Goncharov and Goncharov tells him that he “never wants to see [Mario] again”. It is unclear what happens to him after that. Mario also has a relationship with Andrey that some have described as “fascinating”. It is unclear how.
There is a clock motif in Goncharov, and a general theme regarding “running out of time” before death. There are a few characters who seem at the very least subconsciously aware of the fact that they have little time until their death. The film also deals with the theme of fate, of death and tragedy being and inevitable thing for these characters.
Goncharov dies at the end of the movie, due to someone’s betrayal.
Goncharov (1973) was heavily influenced by the American Cold War propaganda of the time. Some argue that it plays right into the stereotypes of Russians, others say it is a clever subversion of the propaganda and stereotypes of the time.
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