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Capítulo LXII – Me llevaron a un Zoológico
Durante la ausencia de mi mami, yo gocé de mucha libertad al lado de mi padre y mis hermanos. Iba y venía sin la vigilancia extrema que caracteriza a mamá y no fui a trabajar. Sin embargo, un día mi papá decidió que al igual que mamá, él y mis hermanos debían tomarse unos días fuera de la ciudad antes de que los niños regresaran en a la escuela.
Papá le explicó a mamá el plan y yo juré que sería libre por más tiempo pero como sucede siempre en esta casa, la instrucción de ella fue que me llevaran a casa de mis abuelos.
Ya les he contado que ahí la situación es peor. Como no quieren que me pierda, cierran todas las puertas y ventanas y yo no tengo oportunidad ni de asomar la nariz a la calle. Y en esta ocasión, la cosa se puso más difícil. Literal, viví en un zoológico por una semana.
Parece que todos se pusieron de acuerdo para salir de viaje al mismo tiempo y encargarnos a nosotros sus hijos con mis abuelos.
Estaban las cachorras de mi prima Andrea que son de cajón. Luego la consuegra pidió que le cuidaran a su perrita porque se irían fuera del país. Mi tío Herman llevó a su “hija Maya” también pero ella, es una cachorrita de escasos dos meses que requiere cuidados extremos y estaba yo. En total, éramos 5 mascotas encerrados en una casa.
El problema no era como tal que estuviéramos todos ahí. Sino que la Maya estaba enferma y contagió a las otras 3 entonces, la casa era un zoológico de animales enfermos y mis abuelos en la locura. Llevaban a una al veterinario, luego se enfermaba la otra y así se iban turnando. Tosían todo el día y los medicamentos eran día y noche.
Afortunadamente, el veterinario le dijo a mis abuelos que yo no tendría problema porque no podría contagiarme pero qué horror, estar al lado de enfermos todo el día.
Y para colmo, a la pobre Maya la aislaron en otra parte de la casa porque está tan delicada por su corta edad que podía morir. No podía estar cerca ni de mí ni de sus primas.
Milky, la hija de los consuegros me hostigaba todo el tiempo, es muy jetona. Creo que no le caigo bien y la verdad, ella a mí tampoco.
Fueron días muy difíciles para mí. Me pareció una eternidad y creo que hasta me deprimí. Ya anhelaba que llegaran mis papás para recogerme. Pero tuve que ser paciente y esperar.
Un día en el que ya no aguantaba el estrés, fui con mi prima Andrea para me que me apapachara. Necesitaba cariño. Reconozco que estaba triste.
Afortunadamente un día salió el sol y mi papá y mis hermanos llegaron por mí. Y hoy, al momento de escribirles este capítulo, mamá también ya está conmigo. Volvemos a ser una familia completa y feliz.
Eso de vivir en zoológicos, no es para mí.
Nos leemos la siguiente semana.
Garritas y mordiscos para todos.
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Capítulo LXI - Vancouver - 3a y última parte. El viaje terminó
Aunque estoy feliz de estar aquí y en la escuela considero que he avanzado mucho, cada día que pasa extraño más mi casa, a Miguel, a mis padres, mis hermanos, mis compañeros de trabajo, a los niños y a mi pequeño Suki. A veces pienso que cuando regrese, él no me va a reconocer y quizás es por eso es que presto mucha atención a los animales que veo a mi alrededor.
A pesar de estar en la ciudad y como ya les he comentado, aquí es muy fácil moverse para ir a caminar alrededor del lago, para andar en bicicleta a través de la montaña o para descansar en el parque. Es seguro, divertido y adonde quiera que vas, siempre encuentras mucha gente haciendo lo mismo que tú. Por lo que nadie te ve con mala cara si son las 6 de la tarde y tú sales en pants para ir a correr. En México a esa hora todavía estamos en la oficina trabajando como hormiguitas sin ver la hora en que logremos terminar. O si no, sumidos en el tránsito de la ciudad para intentar llegar a casa en algún momento de la noche.
Pero es por esta tranquilidad que se respira en Vancouver que es increíble ver a la gente pasear a sus perros a cualquier hora del día. O, ir por Seawalk (un camino a la orilla del lago en el que con la indicación debida, sabes de qué lado debes ir ya sea que vayas caminando, en bicicleta o patines) y; encontrarte de frente con un pato, una gaviota, una paloma, un cuervo o incluso un mapache.
La naturaleza y fauna predominan y el otro día alguien me dijo que en Stanley Park (un parque de 405ha que se encuentra dentro de la ciudad), podía encontrar osos. Ya confirmé el dato y definitivamente eso no es cierto pero, cuando te adentras en el bosque y sientes que te has perdido en su inmensidad, podrías pensar que realmente eso puede pasar.
Creo que Suki sería feliz corriendo entre la maleza, subiendo de un árbol a otro y persiguiendo aves por todos lados. Aunque claro, yo no estoy tan loca como para dejar que eso pase. Estoy consciente de que en el momento que dejara al hijo solo, sería el fin de mi vida con él. Se perdería en esta inmensa extensión de terreno, no sabría regresar y yo moriría de tristeza de saber que seguramente, no podría volverlo a ver.
Creo que ya estoy muy melancólica por lo que es hora de regresar a casa así que, a partir de la próxima semana, regresarán las historias de Suki y no las mías, al blog.
Nos leemos el próximo martes y mientras tanto, pásenla bien y diviértanse mucho.
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Capítulo LX - Vancouver - 2a parte
Cuando salgo de México trato de prestar atención a lo que sucede en el lugar donde esté. El ritmo de vida de la gente, sus costumbres o las diferencias con mi país.
Vancouver no me ha decepcionado. Hasta ahora, es de los lugares más bonitos en los que he estado. Aquí tienes todo. Hay cultura, diversidad, naturaleza, tradición, historia, modernidad… Es una mezcla de muchas cosas a la vez.
Como les comenté en el capítulo anterior, el transporte está cronometrado y a través de una aplicación puedes saber el momento exacto en que el camión o el Skytrain (para mí el “metro elevado”), pasará. Por lo que es fácil organizar tu tiempo para desplazarte de un lugar a otro.
Al igual que en México, somos muchas las personas que buscamos abordar para llegar a nuestro destino en hora pico y a veces, he tenido que dejar pasar algunos trenes para lograr mi objetivo. Sin embargo, a diferencia de nuestro país, aquí la gente no planea su bajada antes de llegar a cada estación. Ellos van sentados y hasta que el tren para, se levantan de su asiento para descender. Las personas que están al frente de la puerta bajan para ceder el paso y una vez que baja la última persona, todos los demás empiezan a abordar.
En las escaleras eléctricas te ubicas del lado derecho si no quieres avanzar pero debes dejar libre el izquierdo para los que bajan o suben caminando.
Mucha gente usa la bicicleta pero en los trayectos donde transitar se complica, suben al camión no sin antes asegurar su bici en la parte delantera en una estructura diseñada especialmente para transportarlas.
La vida aquí definitivamente es cara. En mi caso que debo transbordar para llegar de casa a la escuela y viceversa, debo pagar más dado que cambio de zona lo que incrementa mucho el presupuesto que traía asignado por lo que en ocasiones cuando salgo para conocer o divertirme, caminar ayuda a reducir un poco los costos mientras que me beneficio admirando los increíbles paisajes que la ciudad me ofrece.
Puedo pasar del acelere de la ciudad a un momento de relajación a la orilla del lago y todo, en un mismo día.
Cuando salgo de casa que son las 8 de la mañana, ya está claro y aún a las 7-8 de la noche, podemos seguir con luz de día.
Por lo que por lo menos en Verano que la temperatura es agradable, la gente puede salir de sus responsabilidades para dar la vuelta, hacer ejercicio o incluso, aunque parezca mentira, las mujeres tirarse en bikini en el pasto alrededor del lago para tomar el sol.
No se pierdan la próxima semana un poco más de Vancouver.
Bonita semana.
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Capítulo LIX - Vancouver - 1a parte
Cuando decidí que necesitaba salir del país para estudiar y concentrarme en la escuela, las opciones que me ofrecieron fueron, Toronto y Vancouver.
A la primera había ido en un par de ocasiones y honestamente no es una ciudad que me encante. La segunda, sonaba extraordinariamente fascinante porque no la conocía y siempre había escuchado que es hermosa. Obviamente mi elección fue Vancouver.
El primer reto al que tenía que enfrentarme al llegar aquí era el desprendimiento de mi familia, mi trabajo y desde luego, Suki. Sabía que no sería fácil por el tiempo que estaría fuera pero, también que era mi oportunidad de crecer en muchos sentidos. Entre ellos el académico y nuevamente, el personal.
El segundo, tener que llegar a casa de alguien más. Una familia con costumbres diferentes a las mías. En una casa que no es la mía y la incertidumbre de saber si me sentiría cómoda.
Afortunadamente todos mis miedos se acabaron al llegar a mi nuevo hogar.
Tuve que llegar por mis propios medios por lo que descubrí que el transporte está muy bien organizado y es fácil moverte de un lado a otro de la ciudad. Todo es cronológicamente perfecto por lo que sí el camión debe pasar a las 8am, basta con que salgas 10 minutos antes para llegar a la parada de autobús con la certeza de que no lo perderás.
Vivo con una familia filipina que dejó su país en busca de mejores oportunidades. Aquí viven Alma, la mamá que tiene 50 años. Julie la hija de en medio que tiene 22. Su prima Janice un poco más grande y dos compañeros más (un mexicano y otro brasileño), que al igual que yo, vinieron a estudiar. Y la verdad, es que desde que llegué me he sentido como en casa. Con decirles que ya hasta molletes preparé un día para cenar.
Sin embargo, la ausencia de Suki me hace falta. Aquí no hay mascotas y solo un día ha venido a saludarme el GATO del vecino. Echo de menos al HIJO cuando duermo o para despertarme pero estoy pendiente de él a través de las llamadas que hago con su papá.
Sé que él está bien. Que el otro día mató de nuevo un pájaro y que la verdad, no me extraña mucho que digamos.
Pero la meta es muy clara y yo me concentro en la escuela, en la tarea y en la mejor manera de poder aprovechar esta oportunidad.
La siguiente semana les contaré sobre Vancouver y algunas de las cosas que me han sorprendido.
Have a nice week!
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Capítulo LVIII - Mami está fuera de casa
Como una más de las locuras de mamá, se le metió en la cabeza la grandiosa idea de irse a estudiar a otro país y dejarnos por un mes.
No le importó que yo me quedara solo y triste -ajá- al cuidado de un padre completamente “sobre protector”. Incluso, se atrevió a dejar encargados sus pendientes de oficina para emprender vuelo a Canadá.
Durante su estancia en otro país su control no ha cesado. Diario llama o escribe para saber cómo está todo por acá y para preguntar si yo estoy bien.
En Facebook todos los días sube fotos en las que se le ve muy divertida. Honestamente, no pareciera que estudia mucho. Por el contrario, me atrevería a decir que se fue de vacaciones aunque ella diga que no.
El otro día la escuché hablar con mi papá y le decía que me extraña mucho. Tanto, que un GATO vecino fue a saludarla para que ella no estuviera tan triste. Pero yo creo que si me extrañara tanto, no estaría tan feliz de recibir otros gatos en su cuarto y en su cama si no estoy yo.
Como imaginarán, yo estoy que me tiro al drama todos los días porque papá no me lleva a trabajar y me quedo en casa solo. Tanto que he tenido que invitar algunos pájaros para jugar conmigo. No quiero ver la televisión, no quiero salir a dar mis vueltas y, mi cara es de depresión total (lo que puede constatarse en la foto de esta semana).
Apenas han pasado unos cuantos días pero yo ya creo que fuera toda una vida. A veces creo que cuando ella regrese, no se acordará de mí.
Y mientras llega ese momento, yo seguiré sumido en la tristeza, con el control de la tele en una pata, la otra rascándome la panza y añorando las caricias de mamá.
Nos leemos la próxima semana.
Garritas y mordisquitos para todos mis fans.l
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Capítulo LVII - Mientras de dormir se trate
¿Ustedes saben que los gatos pueden dormir más de 14 horas al día? Pues sí, aunque parezca increíble y, Suki no será la excepción. El hijo es capaz de dormir en las posiciones y lugares más incómodos que se puedan imaginar.
Lo mismo lo hace frente a la impresora, que con la cabeza colgando de la cama, enroscado como si fuera una serpiente en una silla, dentro de una caja o en mis brazos.
La experiencia que yo había tenido antes con gatos fue con la WIN de quién ya les he contado. Ella dormía muchísimo durante el día y lo mejor, es que también lo hacía por las noches.
A Suki es muy fácil encontrarlo durante el día porque solo está durmiendo. Entonces puede uno ir a molestarlo un rato para intentar que juegue o simplemente para abrazarlo y por las noches.. sale un rato entre las 9 y media noche volver a dormir quizás 3-4 horas más.
De bebé intenté cambiarle el horario para que lo hiciera a la par de nosotros pero me partía el corazón verle sus ojitos tan cansados como para mantenerse despierto. Y además, me di cuenta de que de todas maneras aunque durmiera un poco de noche, se mantendría despierto atento a cualquier movimiento por lo que desistí de la idea de emparejarle el sueño al nuestro.
Y lo que a la fecha me sigue impresionando más, no es que duerma por tantas horas, sino la forma en que lo hace. Sus posturas son extraordinarias.
El otro día, su hermana le acercó su mantita con dibujos de gatos y su gato de peluche y rápidamente se estiró para alcanzarlos y abrazarlos para poder dormir.
En entregas anteriores les mostré imágenes de Suki abrazándose a sus peluches y es que no es raro verlo hacer eso sobre todo cuando duerme.
Si todos los seres humanos pudiéramos dormir como lo hacen los felinos, creo que habría menos gente estresada y enojada por el mundo. Estoy de acuerdo en que dormir te rejuvenece, te mantiene contento y activo.
Si eres un gato y duermes hasta 18 horas al día está bien. Pero como ser humano, jamás.
Que tengan bonita semana.
Les mando beso y nos leemos en la siguiente.
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Cómo cambia la vida cuando a la casa llega una mascota o un hijo
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Capítulo LVI - La casa antes y después de Suki
Siempre escuché a la gente decir que cuando se tienen hijos, el orden de las casas no vuelve a ser el mismo. Obviamente yo pensaba que eso es imposible cuando tienes hábitos de toda una vida.
Sin embargo, desde la llegada de Suki al hogar, no sólo cambió el ánimo de todos los miembros de la familia: estamos al pendiente del gato, de su arena, su comida, el agua y hasta sus juguetes y me atrevo a decir que hasta somos más felices.
Pero la realidad es que la casa sí cambió. No es difícil ir caminando por la sala y encontrarse pelotas, peluches, pájaros de mentiras… y por si esto fuera poco, un sillón completamente arañado al grado de que se ve el esqueleto del mismo.
A Suki le compramos un rascador para que no tuviera la necesidad de hacerlo en otro lado de la casa pero.. la verdad es que tampoco estuve detrás de él garantizando la seguridad de los muebles u objetos. Con tal de que Suki sea más feliz, lo he dejado hacer cuanta cosa se le antoja. Sí, es un hijo 100% chiqueado.
Antes de su llegada, mi sala era blanca e impecable. Ahora, cada vez se ve más gris porque aunque se lava a conciencia, al siguiente día ya vuelve a tener las patitas sucias de Suki por todos lados.
Asimismo, es fácil encontrar hule espuma no solamente en la sala, sino por todos lados, ya que Suki se afila sus uñas en la esquina del salón, llega hasta la base y con sus mismas patas, va arrastrando pedacitos de sofá hasta las recámaras, el comedor, los baños… en fin, donde se puedan imaginar.
En varias ocasiones he pensado en mandar a retapizar los muebles pero luego pienso que más nos vamos a tardar en este proceso y el dinero que se va a gastar, que en lo que el hijo vuelva a hacer de las suyas.
Suki apenas tiene dos años por lo que decidí que simplemente mientras se mantenga limpio el espacio, el tapiz puede esperar. Estoy segura que entre más madure, menos necesidad tendrá de estar destruyendo los espacios.
La verdad es que ni siquiera es porque se trate de un gato destructor, al contrario, es bastante cuidadoso pero si tiene la necesidad imperante de afilar sus uñas por lo que el rascador tendrá que volver a ser una opción.
Tan pronto como me sea posible, comenzaré a re educarlo en ese sentido para entonces sí, volver a tener una sala decente y que mi mamá no me diga que ya no me importa cuidar de mi propia casa.
Nos leemos la próxima semana.
Saluditos,
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Capítulo LV - ¿Qué hace Suki escondido en un arbusto?
Cuando salimos de casa no me gusta que Suki se quede libre para salir a la calle. Suena el teléfono y veo que es una llamada desconocida e invariablemente me pongo a temblar pensando que algo le ha pasado.
Por eso, cuando se que vamos a estar fuera y lejos de casa, me gusta que se quede encerrado aunque eso signifique un poco de frustración para él pero, en ocasiones, si se queda solo con su padre y sus hermanos, todos hacen de las suyas.
Una vez decidimos salir a cenar cerca de casa y cuando estábamos con la pizza en la boca, sonó el teléfono. “¿Señora, usted tiene un gato llamado Suki?”. No bueno, el corazón se me aceleró al máximo y lo único que quería era saltar por dentro del teléfono para llegar adonde me estaban marcando. “Sí, soy yo, ¿qué la pasa a mi gato?”. En realidad, pasaba nada, el punto es que Suki vio que nos salimos y mi teoría es que fue a buscarnos pero no nos encontró porque lo vieron en la esquina de nuestra calle, despistado y en búsqueda de alguien. La señora quien iba con su hija, tomó la decisión de llevarlo a su casa (a unos cuantos edificios de diferencia de la nuestra) para resguardarlo. La verdad es que en cuanto colgué, dejé la pizza y salí corriendo del restaurante en búsqueda de mi pequeño. Me daba miedo que se hiciera más tarde y no me lo entregaran.
En otra ocasión, que igual lo dejamos sólo, veníamos llegando a la casa para meter el auto (en el otro departamento que está a la otra esquina de donde realmente vivimos) y del árbol se asomó Suki esperando el coche. Es un gato de hábitos y por lo tanto, pareciera que tiene un reloj en su interior que le va marcando a qué hora debe llegar cada uno de los integrantes de la familia. El sabía que no llegaríamos directo con él porque habíamos llevado el coche por lo que decidió esperarnos del otro lado de la calle.
Pero la sorpresa mayor, fue hace unos días que salimos al súper y cuando nos detuvimos en el edificio de al lado para descargar la despensa, noté que Miguel se acercó al pequeño árbol que ahí se encuentra y los niños empezaron a buscar o llamar a alguien. Yo no terminaba de entender bien de qué se trataba y pensé que estaban un poco locos (aclaro, yo estaba dentro del coche) buscando al interior del árbol. Pero me explicaron que escuchaban a Suki maullar dentro de él y oh sorpresa! Efectivamente el hijo salió de ahí.
Qué lástima que no pueda hablar para explicarme por qué se escondió dentro de los arbustos. No sé si alguien lo persiguió y fue el primer lugar que encontró, si le resulta cómodo descansar ahí o si algún perro lo asustó y tenía miedo de salir hasta que nos oyó llegar.
Pero sea, cual sea la respuesta. Yo siempre insisto que si no estaremos en casa o, cerca de ella, Suki debe quedarse resguardado sin posibilidad de perderse, de que le de un ataque de ansiedad o que alguien al ver lo precioso que es, se lo robe y decida no regresarlo jamás.
Nos leemos la próxima semana.
Beso,
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A la hora de dormir, nada como hacerlo acompañado de un buen muñeco de peluche
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