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Mamá...
Siempre tuve miedo al pensar en qué pasaría el día que ya no estuvieras. Qué sería de mí el día que mamá me dejará en este mundo sin sus consejos, sin su guía y su luz. Así es el miedo, nos hace pensar cosas inútiles, inventarnos anclas y lastres.
Hoy, sin miedo, entiendo, No dejarás de estar en ningún momento, hoy decidiste ser eterna y omnipresente, hoy te liberaste de ese cuerpo que no te dejaba ser lo que ahora tus hijos y nietos necesitan: una compañera constante y sabia. Hoy nada te ata, nada te duele y nada te calla.
Estás con todos en todo momento, ven a acompañarme en cada camino para llamarme la atención y regresarme a la buena ruta, como siempre. Aquí estarás en cada salsa que bailo y canto, todas esas canciones con las que me educaste. No te alejas aún cuando todos se hayan ido y esté tu hijo triste, con sus culpas y fracasos. Extrañaré comer lo que preparabas pero nunca más comeré solo. Tendremos todas mis mañanas y tardes para ponernos al día, tendremos todas las noches para recordar, para seguir soñando.
Sé que tenemos mucho por hablar pero aprovecharé ahora para decirte algunas cosas: Gracias por la vida, no sólo por dármela sino por hacerme la vida al entregarme tantas ideas, consejos, pruebas y lecciones. Qué bien me hace el sentido del humor, qué sería de mi sin la risa constante que aprendí en casa. Qué privilegio ser tu primer hijo, qué orgullo, qué responsabilidad. Qué recuerdos de esos primeros años en que éramos solos tu, yo y papá (si así, tu y yo juntos). Qué bien hiciste en darme hermanos, cada uno con lecciones para mi, para nosotros. Aunque he de reconocer y agradecer… 44 años de ser el consentido. No me molesta decirlo, a razón de nada pero siempre fue así. Lo siento hermanos, mamá y yo nos conocemos de más tiempo. Desde que ella era muy joven. Yo estaba ahí cuando los esperó a cada uno de ustedes, la vi cambiar, la vi emocionarse de saber que venían, la vi estar en paz cuando nacieron, la vi sacrificar un montón de cosas que hoy debemos honrar, valorar desde ahí amar para darle Paz. Te vi además hacerte cargo de mucha gente, de tus hermanos, de tus sobrinos, de mascotas, de amigos, a veces con celos. Eres mi mamá y no me gustaba compartirte. Sin embargo, en algún momento entendí que eras mucha madre, mucha mujer y mucha fuerza como para no compartirte con el mundo. Al mundo le hacías mucha falta mamá, al mundo le harás mucha falta.
Una cosa nada más Lauris: No sé que le voy a decir a tus nietas, cómo explicarles que ya no te verán pero que estás ahí en su determinación, en su risa, en su descaro ante la vida. Cómo podré enseñarles tantas cosas Ma. Estaré atento a tu consejo, a tu iluminación.
Hoy, sin miedo, entiendo, Gracias por todo lo que hiciste por mi, en honor a eso siempre caminaré orgulloso, franco y en paz contigo mamá
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Un domingo “sospechosamente light” para esta semana que empezó en la soledad.
No recuerdo una semana tan angustiante como esta, recuerdo alguna más dolorosa, casi mortal pero no una con tanta amenaza, con todo lo malo por venir.
El luna desperté muy temprano, despertar es un decir dado que no había cerrado el ojo en toda la noche por la incertidumbre de tener a mi madre en el hospital en vísperas de una amputación y con pocas noticias. Así pues, desperté y no eran ni las 5 de la mañana cuando ya estaba camino a un lugar que a dos horas de esta ciudad parece colocarse a 50 años en el pasado y a muchos grados por encima en un índice de violencia que nos está quedando corto. “Es el mero centro del huachicol” me dijo, algo tardíamente, un querido amigo, Es Piedra Hincada de la Soledad (ya el nombre algo sugería es verdad) en Tlacotepec de Benito Juárez, Puebla. Hay otro Tlacotepec, de Porfirio Díaz. Sería interesante saber por qué de estos dos nombres y cómo está cada uno pero será en otra ocasión.
El hecho es que Piedra Hincada de la Soledad me tomó por sorpresa, iba yo a contar la historia de una escuela exitosa, que a pesar de los ataques de sectas religiosas y luego las balaceras a materialistas y constructores puede coronar un cerro estéril, atizado por el calor y vientos increíblemente fuertes. Una escuela que logra reunir a diversas comunidades en muchos niveles escolares, desde la estimulación temprana hasta la secundaria. Algunos de los alumnos de secundaria ya también llevan a sus hijos a estimulación temprana, así de peculiar es Piedra Hincada. Con mi madre en mente no podía sino poner buena cara y tratar de pensar que ella quisiera que estuviera bien y concentrado, que si no soy yo, nadie va a contar la historia de esos maestros que si merecen el título, de esos guías que llegan los lunes y duermen en esa escuela carente de muchas cosas y que sin embargo es ejemplo sincero de mejora con respecto a otras en comunidades iguales que, infelizmente, abundan.
Hablaba mentalmente con mamá, le contaba de lo duro que eran las hormigas, parecidas a las que me habían picado alguna vez en casa del abuelo, su papá. Le decía que me parecía impresionante como cantaban el himno en otra lengua, que los niños sonríen al cruzar la puerta y dejar atrás el hambre al pasar a desayunar y concentrarse en aprender. Le conté también que muchos de estos niños ya sabían muchas cosas que sus padres ignoraban, ignoran. Le decía que estaba cansado, que ya no quería estar ahí. Que quería correr a su lado, que quería correr a sus 35 años y agradecerle todo lo que hace por mi, que fui un tonto al contradecirla en la adolescencia. Luego tenía de frente de nuevo la realidad de perros flacos, de falta de agua, de un equipo de 14 personas que liderar y seguir buscando la historia de Piedad Hincada. Pensaba en mis hijas y sus privilegios, en mis privilegios, pensé que no quería estar ahí, que quería salir sano. “Se tienen que ir antes de las 3 de la tarde y tomar un camino diferente a por el que llegaron, aquí es normal que los asalten y ya los vieron”. Pensaba que no quería estar ahí pero que debía estar ahí y que tenía una historia que contar y muchos cambios por hacer. Pero apenas era el lunes, apenas.
El martes, amanecía cuando despedía al equipo que regresaría a Piedra Hincada, yo no pude. Quería estar en la ciudad, sentirme seguro y cerca de mis hijas. Regresé a casa, fundido como hacía mucho no lo estaba. Sonó el teléfono y como desde hace algunos años cuando leo “Papa” en la carátula me invade una angustia pequeña, aguda, pero angustia al fin. Al contestar escuché a mamá en un delirio que no entendía, que no quería entender. Mi madre con miedo es algo que no conocía, que no quería enfrentar nunca. Minutos eternos y un estúpido silencio inédito en mi. Mamá que no entendía el por qué de lo que pasaba, con los recuerdos de las operaciones de mi abuelo, de mi tío. Con el fantasma de lo que les sucedió al enfrentar cirugías iguales.
Yo no puedo con el dolor y la vida me ha enseñado a poner distancia, a parecer duro y lejano. Eso hice, por teléfono. Al menos encontré una verdad que si pudo escapar de mi silencio: “Te amo mamá y es un privilegio ser tu hijo mayor”. El martes me dediqué a resolver cosas superfluas como hacemos los cobardes, a poner por delante el trabajo y lo que “tengo que hacer”. Hable con muchas personas más por teléfono resolviendo un viaje, viáticos y demás frivolidades. Para eso soy bueno y arreglé todo.
El miércoles tomé un vuelo temprano, empaqué todo, hasta las despedidas. De nuevo yo poniendo distancia ante lo que podía pasar. “Si no llamas es que todo está bien” solía decirme mi padre cuando sentí el llamado de salir de casa todo el tiempo posible. Hoy lo aplico al revés, si el no llama, todo está bien. Así me es fácil hacerme tonto.
Llegué al puerto de Veracruz a contar otra historia del mar. Pensaba en cuando mi madre me mandó con los abuelos a 40 días de nacido a la playa. Seguro ya sabía que yo necesitaba de ampliar el mundo, que iba a necesitar de todos los distractores posibles dado mi aberración por lo real. Recordaba el último viaje familiar cuando a los 17 años hice la confirmación frente al mar de que yo siempre estaría en movimiento y en escándalo.
Fui a contar la historia de marinos orgullosos de su profesión, de su vocación, de esa extraña afición por servir y pensar en El Otro. Al menos los marinos jóvenes que conocí. Otros momentos fueron extraños, dominados por el orden, el machismo y esa sensación extraña de tener todo bajo control. Comparaba las inmaculadas instalaciones con Piedra Hincada que no tenía agua por semanas. Pensaba en la pena de los marinos por no ver a su familia y en como los niños de piedra hincada tenían la fortuna de que sus padres no les ponían atención y podían huir a la escuela. Pensaba que algunos de esos niños ya son padres y no tienen ni 15 años, edad en la que estos marinos estaban pensando en ingresas a la institución. Pensaba en mamá y lo que me diría de no comparar, que son cosas distintas.
El jueves empecé una narración de orden y eficiencia marítima al tiempo que entraba mi madre a cirugía, 6 horas duraría la intervención. Una amputación inevitable como el miedo y los recuerdos. 6 horas que perseguí anécdotas e imágenes perfectas para ilustrarlas, 6 horas de casi oraciones, hasta eso que no he sido reincidente con eso. 6 horas que fueron 8, que fueron 10 hasta que mi padre me avisó del fin de la cirugía y el comienzo de la espera. Yo buscaba que comer/cenar con 15 personas a mi lado que hacían un trabajo estupendo y merecían una retribución a su entrega y compromiso con lo que intentamos narrar.
La noche fue intencionalmente corta, revisando materiales visuales y sonoros que me permiten construir lo alterno mientras la realidad sigue su camino. Por la mañana del viernes ya estaba hecho a la idea de no tener noticias, “señal que todo está bien” me convenía pensar. Navegué a 40 nudos, lanzamos sondas al mar, entrevisté a mujeres increíbles en un mundo de hombres inconscientes de su privilegio. Mamá estaba en todo conmigo, de repente quería correr y contarle todo que veía, quería decirle que gracias a ella yo no era así, que podía entender lo femenino de mi y del mundo porque me enseñó a hacerlo, quería decirle que las mujeres gobiernan el mundo como ella siempre lo hizo, quería abrazarla y cantarle “lady Laura”. Escapé al vino para encontrar recuerdos y paz artificial. Hice todo lo que pude para pasar la noche a media conciencia. Tenía que seguir resolviendo y finalizar la misión con 15 personas en un vuelo el sábado de regreso.
El sábado me recibió con el mensaje “estoy contento, el catéter sigue funcionando”, de ahí inferí que mi papá decía que mamá estaba bien, que las horas de espera tenían el primer resultado… el catéter funcionaba bien.
Ahí es que la guardia me pesaba ya demasiado, la bajé y entró el golpe de realidad. La voz de mamá tranquila, la madre que siempre ha sido, lejos del delirio de martes. Me contó que estaba en la hemodiálisis, insistió en que el catéter funcionaba, que estaba delicado pero que ahí seguía, que pronto volvería a casa.
Piedra hincada de la soledad es triste y me enseñó cosas pero en ese momento desapareció. La marina me fascina, encuentro mucho en el mar pero se perdió todo ahí mismo.
Hay un estúpida superstición en mi, mientras haga las cosas que siempre hago nada malo pasará. Decidí seguir trabajando, seguir contando historias para asegurarme de que mamá estará ahí de nuevo, esperándome en casa para cuando deje de hacerme tonto y entienda que hago lo que hago porque tengo ese cable a tierra. Hago lo que hago porque tengo ese eje. Hago lo que hago porque es lo único que sé hacer, que el dolor me tomará por sorpresa algún día como ya lo hizo antes y me encontrará haciendo cosas, me encontrará honrando lo que mis padres sacrificaron para darme oficio y amor.
Me sentí muy pesado, muy cansado, dormí como pocas veces. Tranquilo, en la constante vela de armas que es tener a mamá enferma pero sabiendo que ella ganó otra batalla. La guerra la vamos a perder todos pero cuenta la actitud. Este domingo es muy tranquilo, “sospechosamente light”. No me sorprendería que el día de mañana todo salga terriblemente mal pero hoy no, hoy estamos en paz. Poniendo distancia de por medio y el alma de salvoconducto.
Ya mañana es lunes, que venga con lo que tenga.
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¿Es de terror?
Interior cine, 10:15 pm
Hombre 43 años: Dos boletos para “La libertad del Diablo” por favor
Joven Taquillero 20 años: ¿Busca una película de terror o suspenso?
Hombre 43 años: No, es un documental.
Joven Taquillero: Si pero mejor le pregunto porque mucha gente me ha dicho que no es lo que esperaba, ellos querían una película de terror. Ya me ha pasado que familias completas me piden que les regrese su dinero.
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“La libertad del Diablo”, el título hace, supongo, que la gente imagine eso justamente: una película de terror fabricado, de monstruos con tentáculos y colmillos, con sangre y sonidos fuertes, con videos que aterran y rubias corriendo, inútiles a cualquier amenaza por lenta que esta sea.
La libertad del Diablo es otra cosa, un espejo, un diario, un testimonio, es en su género: un documental pero es en sustancia... una lección. Es una sucesión de testimonios de un México que muchos de mi generación y mi condición social no conocen del todo. Testimonios de un México tanto inhabitable como inevitable, violento, duro, castrante y furtivo.
Hay en ella muchas voces que han sobrevivido a la violencia lo mismo como víctimas que como perpetradores, platican con cierta tranquilidad de pasajes que no entenderíamos sino como pesadillas, malabares del cerebro para representarnos lo terrible, lo atroz, eso que de tan espantoso parecería solo una apocalíptica idea. Voces que actualizan el abismo de no tener esperanza, de perderlo todo. Hay una máscara que nos habla todo el tiempo, que da licencia para recordarlo todo, para narrarlo todo.
La Libertad del Diablo es, como dije, un documental que da testimonio del horror, de la caverna que es este México asesino. Es un documental y testimonio para quienes hemos vivido el horror, para quienes hemos sido víctimas. Es un tesimonio para los mexicanos contemporáneos que ya hemos pagado el derecho de esta nacionalidad con nuestro dolor, con la muerte cerca, con el dolor, el luto y si, también con la supervivencia.
Entiendo que las familias quisieran su dinero de regreso, ellos querían una película de horror, de suspenso, de esos que se pueden encender y apagar a las 2 horas como máximo, de ese terror imposible, lejano, de otras dimensiones, de lo sobrenatural.
Nadie en su sano juicio quiere ver al terror en la silla de junto, en la mesa sentado, en la colonia, en el barrio y menos pagar por ello. No cuando se quiere llevar una vida cómoda y tranquila, qué importa que niños mueran abrazados a sus padres, qué importa que padres entierren a sus hijos, qué importa que haya quien nunca deje de ser “un desaparecido”. Lo importante es tener la vida que nos toca en paz.
No vean este documental del horror, no lo vean porque su naturaleza demanda que lo suframos y hagamos algo para ser la últma generación que viva un infierno como este.
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San Petersburgo, frente a la tragedia responder con belleza from Carlos Hernandez on Vimeo.
En solidaridad con Rusia, con el precioso San Petersburgo que sabe de tragedias pero más de respuestas y fortaleza.
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Un palacio, un museo, una experiencia. from Carlos Hernandez on Vimeo.
El poder de un impero en una de sus manifestaciones más agradables, abrumadoras e indescriptibles.
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Rusia en femenino from Carlos Hernandez on Vimeo.
Algunas de la buenas historias que mujeres rusas pueden contar. Personajes todas, fascinantes todas, luchadoras todas. El lado femenino que es por sobre todo inocultable.
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Freestyle bajo cero from Carlos Hernandez on Vimeo.
En una de las ciudades más frías del mundo tres amigos descomponen el blanco paisaje con imaginación, destreza, voluntad y fe en el futuro.
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Moscú, movimiento y camaradería. from Carlos Hernandez on Vimeo.
"La Colina de los Gorriones" nido de motociclistas sería el nombre más apropiado. Tribus sobre ruedas en fraternidad con la velocidad y la noche
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Rómulo Bouzas, un mexicano en Moscú from Carlos Hernandez on Vimeo.
Ex atleta olímpico mexicano que entre su andar por el mundo toma el turno de vivir en Rusia. Su adaptación gracias al remo, una mañana con un amigo en una tierra lejana.
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Rómulo Bouzas, Un mexicano en Moscú from Carlos Hernandez on Vimeo.
Ex atleta olímpico que ahora vive en Moscú, su adaptación gracias al Remo. Una mañana con un amigo en una tierra muy lejana.
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ARTPLAY, Reimaginar Moscú from Carlos Hernandez on Vimeo.
Distrito moscovita dedicado al rescate de espacios para la creación arquitectonica. Artistas, proveedores, constructores y mucha historia en un mismo lugar reimaginando el paisaje ruso.
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El Palacio del pueblo from Carlos Hernandez on Vimeo.
El cotidiano lujo de quien se transporta en Moscú. Transporte público y atracción turística, perfecta armonía.
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La Plaza más bella from Carlos Hernandez on Vimeo.
Agradable obligación para quien visita Moscú. La Plaza Roja, La Plaza Bella, ambos nombres la definen aunque es más apropiado el segundo.
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Rusia Revelada Cap.1 from Carlos Hernandez on Vimeo.
Presentación y promesa de histiras moscovitas. Arranque de cobertura e inicio del camino al Munidal 2018
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