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Reseña: “Las Galván” de F. Gómez Romero

LA TRAGEDIA QUE NOS PARIÓ

Hubo una vez un país. Un país proyectado. Un territorio trazado en los mapas, garabateado en los planos, imaginado en escritorios húmedos y apretados. Un país de chaquetilla militar, barba larga y rostro circunspecto. Un país joven y cansado.

Al mismo tiempo, hubo otro país. Un país antiguo y guerrero. Un país de larga melena y ojos de fuego. Un país sin fronteras, sin más ley que la de la intemperie.  Un país desnudo, abrigado por una sabiduría lejana.

A pesar del Estado y de los Gobernadores, a pesar de la Justicia y los Jueces de Paz, a pesar de los Ejércitos y los Generales, todos ellos empeñados en el orden, la vida estaba organizada por la serpiente movediza de la Frontera con el Indio, la división caprichosa de dos mundos, de dos países, sobre un mismo territorio.

“Las Galván” transcurre en aquel territorio, en aquella provincia, mejor dicho, la de Buenos Aires, atravesada en toda su extensión de norte a sur y del mar a la pampa, por la cicatriz viva de la Frontera.

En aquel momento nadie lo hubiera tenido entre sus pensamientos, pero ese cuadro, ese “mar de tierra” denominado “Desierto” estaba llamado a desaparecer o bien, a transformarse para no desaparecer. A esa transformación asisten los personajes de esta novela, muchas veces sin quererlo, empujados por un cruel destino.

Así, en la historia que presenta Facundo Gómez Romero, se van haciendo presentes en cada personaje, en cada detalle del paisaje, en las vestimentas o las costumbres, aquellas vidas, aquellos indios y milicos, aquellos gauchos y aquellas muchachas, aquellos “salvajes” y aquellos “civilizados”, que a pesar de que muchas veces permanecían desentendidos de los intereses de la Capital, vivían presos en aquella tragedia, la tragedia de la pampa argentina: el amor y la guerra, el aquerenciamiento y el destierro, la amistad y la traición, la ternura y la venganza, el sexo y la violencia, la hermandad y la muerte.

A pesar de tratarse de la primera novela del arqueólogo azuleño, “Las Galvan” no es obra de un escritor novel. Gómez Romero lleva editados cuatro libros de relatos, en los que vuelca, por un lado sus años de meticulosa investigación y por otro, la imaginación de su pluma, que demuestra un vasto conocimiento de la literatura nacional y gauchesca y también del paisaje y la vida cotidiana de la época, que se refleja en la historia con pasajes verdaderamente poéticos.

Como se señala en una de las solapas interiores del libro, Gómez Romero “considera que la ficción histórica es un recurso excelente para el mejor conocimiento del pasado”. En esa línea, “Las Galván” logra pintar la complejidad de aquel cuadro de la vida en la tragedia de la pampa argentina. Cada uno de los detalles, meticulosamente enhebrados en el cuerpo del relato, está sostenido por más de dos décadas de investigaciones no sólo arqueológicas, de lugares relacionados con esta historia, sino también de la indispensable documentación y archivos de la época. Este es un rasgo de los más destacables de la novela, su “fidelidad” histórica.

Otra particularidad es el abordaje de la historia, relatada desde la perspectiva femenina, a través de sus personajes principales, las tres hermanas Galván, poniendo énfasis en la participación de las mujeres en una historia que siempre se ha presentado contada y protagonizada por hombres.

En los pasajes más “imaginados”, sobre todo en las escenas de combate o las eróticas, Gómez Romero logra atrapar al lector en el momento, en la situación y llega a transmitir las distintas sensaciones de los personajes, dándole vida a los cuadros.

En resumen, “Las Galván” propone una historia de enorme interés para el gran público lector: las escenas de aquel país que ya no es más, pero que es el nuestro, es nuestra propia historia, relatada desde el protagonismo de las mujeres; y a la par, la “fidelidad histórica” que señalamos, las ricas descripciones de paisajes, costumbres y vestimentas, cimentan y enriquecen el relato, le dan nueva vida a la tragedia que nos parió.