Después de la fiebre mundialista
Jamás hubiera pensado que mi primer posteo en esta red y en esta cuenta iba a ser sobre fútbol. Mi yo de hace seis meses atrás se hubiera reído a carcajadas. Pero bueno, la verdad es que extraño a la Scaloneta y necesito poner en palabras lo que siento. En fin, acá voy:
Ya dos meses después de que hayamos salido campeones del mundo, me doy cuenta de que no hay forma de desprenderse de las emociones y los momentos que nos dejó la Scaloneta. Creo que más allá de que hayan ganado el premio mayor tan ansiado por todo el país, es el equipo en sí lo que nos apasionó, sobre todo a las personas que no somos fans del futbol. Nos dieron un pedacito de felicidad dentro de tanto caos.
Y ahora, ni siquiera alcanza con seguir a cada jugador en los partidos de sus respectivos clubes. Tienen que estar todos ellos juntos, si no falta ALGO. Para llenar ese vacío, me zambullí en entrevistas y archivos viejos de la Selección. Me topé con un video que me llamó la atención.
Este narra la vez que Messi debutó con la Selección Nacional bajo la dirección de José Pekerman en un amistoso previo a la Copa del Mundo de 2006. Messi recién había entrado para jugar por primera vez en la cancha con la camiseta nacional cuando le cobran un penal dudoso y lo expulsan a los pocos segundos. Sus compañeros inmediatamente salieron a defenderlo.
En una entrevista de 2019 a un Messi ya casi consagrado, comentaba que había sido un momento terrible en su carrera siendo tan joven, por el miedo a que no lo llamaran más para jugar en la Selección. Más adelante, contaba cómo los más grandes del equipo (intuyo que Riquelme, Sorín, Heinze, Crespo, Scaloni, Aimar, entre otros) lo abrazaron y lo cobijaron.
Y acá es donde me queda dando vueltas en la cabeza el verbo cobijar.
¿No es acaso una palabra sumamente cálida para referirse a lo que ocurre en el contexto de los vestuarios? Lionel podría haber elegido cualquier otra palabra, pero eligió esa.
Y eso es algo que adoro de Messi, además de lo excelente jugador que es. El modo en que usa las palabras. Así como en el ya famoso episodio tras el partido frente a Países Bajos, donde elige llamar bobo a un contrincante, un insulto sumamente inofensivo en comparación a otros de nuestro amplio repertorio.
Es tan poco nocivo que quizás hasta sea mucho más descalificador del otro, quien queda como el único agresivo y fuera de lugar en la interacción.
Pero, volviendo a la palabra cobijar.
Para que, años después, Messi utilice este término para referirse a ese momento tan particular en los inicios de su carrera, debe haber sido algo muy importante, quizás hasta definitorio del Messi actual. Algo que lo marcó.
¿No será este algo lo que hizo que Messi volviera a la Selección tras haberse retirado en 2016 jurando no volver porque “no es para mí”. No sería raro, siendo que el cuerpo técnico está conformado en gran parte por “los chicos de Pekerman”.
Pekerman como técnico, dejó en sus jugadores la enseñanza del respeto adentro y afuera de la cancha, además del juego limpio.
En un mundo en el que cada vez se aplauden más las individualidades, él hablaba del trabajo en equipo, el tipo de juego donde el ego necesariamente debe morir. Scaloni, Aimar, Samuel y Ayala son el fiel reflejo de estas enseñanzas.
Scaloni, en una reciente entrevista, relató que cuando Aimar y él asumieron sus puestos en el cuerpo técnico hicieron una videollamada con Messi para avisarle de la noticia y le dijeron que “lo esperaban”.
Y dicho y hecho, Lio, a su tiempo y bajo sus propios términos, volvió. Quizás atraído por esa sensación familiar y acogedora que lo transportaba a los vestuarios en 2005.
Eso es lo que encontró en el equipo que los chicos de Pekerman habían conformado. Una familia o un refugio donde cobijarse y sentirse cómodo.
Un equipo formado por gente que lo conoce. Algunos de su misma edad, como el Kun o Di María que crecieron con él y también jugadores más jóvenes que estaban dando sus primeros pasos en la Selección. Todos comparten la misma admiración y el mismo afecto por él. Sin embargo, no lo endiosan ni lo envidian. Lo acompañan.
Quizás yo esté poniendo a este equipo en un pedestal, pero creo que el cariño es algo que nunca tuvieron miedo de demostrar. Los goles no los festejaba uno solo de ellos corriendo hacia la cámara, sino todos juntos. Se buscaban entre ellos para festejar.
Y de esta forma, la victoria era de todos, de los jugadores, del cuerpo técnico, del personal que trabaja con ellos día a día y de nosotros, los espectadores y los hinchas.
Ese algo que atrajo a Messi y lo hizo reencontrar su lugar en la Selección es el costado humano del plantel.
El cuerpo técnico como ex jugadores, pasaron por las mismas situaciones que ellos. Pero no alcanza únicamente con ser jugador y tener conocimiento técnico del futbol. También está la cuestión de la parte humana, tener en cuenta al jugador, sus opiniones, preocupaciones y necesidades. En definitiva, tener en cuenta al otro.
Por su experiencia como entrenadores de las juveniles, tanto Scaloni como Aimar tienen una gran base didáctica y pedagógica y saben cómo contener al jugador que está en etapa de formación. Aimar, por su lado, nunca dejó de recalcar la importancia de traer de vuelta el factor lúdico y creativo al fútbol, de jugar para divertirse y no jugar de manual.
Quizás este ambiente ameno hizo que los jugadores se sintieran acompañados de una forma que no habían experimentado al inicio de sus carreras y lejos de sus hogares.
De repente, entrenar era volver a divertirse con la pelota, jugar con los amigos. "Un viaje de egresados" como diría Paredes.
No puedo vaticinar que es lo que va a pasar con la Selección de acá a 2026, pero sólo espero que sigan, me encantaría que sigan. Creo que todos lo necesitamos.
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