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Daniel Prieto
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danielprieto · 1 month ago
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Todos tenemos la capacidad de cambiar nuestra realidad si aumentamos nuestra percepción sobre nosotros mismos
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danielprieto · 1 month ago
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danielprieto · 2 months ago
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Give me 7 minutes and I’ll DELETE your fear of failure
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danielprieto · 2 months ago
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Gymnocalycium Mihanovichii
Este tipo de cactus no crece así. Es un cactus que por su color no tiene casi clorofila, por lo que no vive mucho tiempo. Por eso se debe injertar en otro tipo de cactus que actúa como porta injerto
Luego de injertar el mihanovichii, este se reproduce generando pequeños hijos que se pueden injertar en nuevos porta injertos.
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danielprieto · 2 months ago
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¿Cómo el placer instantáneo está arruinando tu vida? | Aldous Huxley
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¿Alguna vez has sentido que cuanto más entretenimiento consumes más vacío te sientes? No estás solo. Mientras deslizas tu dedo por la pantalla buscando el próximo estímulo, una dictadura invisible está apoderándose de tu vida.
Lo que Aldous Huxley predijo hace casi un siglo está ocurriendo ante nuestros ojos. No seremos esclavizados por lo que tememos, sino por lo que amamos. El mundo actual superaría incluso las predicciones más sombrías de Huxley. Los mismos dispositivos que prometían liberarnos se han convertido en nuestras cadenas digitales y lo más aterrador es que las llevamos con orgullo, confundiendo nuestra prisión con libertad.
Contrario a lo que muchos creen, tu cerebro está siendo literalmente reprogramado mientras buscas el próximo like, el próximo video, el próximo estímulo que active tu sistema de recompensa. Este documental revelará la verdad que las grandes tecnológicas no quieren que sepas. Estás viviendo en un experimento masivo de control social que hace parecer primitivo al soma de Huxley. El arma, tu propio cerebro; la munición, tu insaciable deseo de placer inmediato.
En un mundo donde las cadenas ya no suenan al caminar, la esclavitud ha adoptado un rostro sonriente. Lo que Aldous Huxley vislumbró en Un mundo feliz no era una pesadilla de dolor y sufrimiento, sino algo mucho más sutil y efectivo: una sociedad controlada por el placer.
¿No resulta fascinante? Mientras esperamos temerosos que nos obliguen a hacer lo que no queremos, voluntariamente nos sumergimos en distracciones placenteras que nos alejan de nuestra libertad real. Lo verdaderamente aterrador es cómo confundimos esta esclavitud con libertad absoluta.
"Puedo ver lo que quiero cuando quiero", decimos mientras desplazamos la pantalla durante horas, consumiendo contenido cuidadosamente diseñado para mantenernos enganchados. Esta ilusión de control es precisamente lo que Huxley advirtió. Un sistema donde no se necesita prohibir libros porque nadie quiere leerlos, donde no se necesita suprimir la verdad porque está ahogada en un mar de irrelevancia.
La brillantez de esta dictadura invisible reside en que nos hace cómplices de nuestra propia opresión. Los fines de semana ya no son espacios para la reflexión profunda o la conexión genuina, sino para el consumo compulsivo de entretenimiento, como si temiéramos quedarnos a solas con nuestros pensamientos.
¿Cuándo fue la última vez que pasaste un día entero sin buscar algún tipo de gratificación inmediata? Probablemente no lo recuerdas, y esa amnesia es parte del sistema. Este control a través del placer es infinitamente más eficaz que cualquier régimen basado en el miedo. Como explicaba Huxley, las personas terminarán amando su opresión y adorando las tecnologías que destruyen su capacidad de pensar. No necesitamos que nos impongan restricciones cuando voluntariamente nos ponemos esposas hechas de notificaciones, likes y contenido algorítmicamente seleccionado para mantenernos en un estado de distracción permanente, siempre anhelando el próximo estímulo sin cuestionar hacia dónde nos dirige este camino.
¿Te parece que estoy exagerando? Piensa en lo incómodo que te sientes cuando olvidas tu teléfono en casa o cuando te quedas sin batería. Esa ansiedad no es natural; es un síntoma de dependencia cuidadosamente cultivada. Y mientras nos preocupamos por las amenazas externas a nuestra libertad, ignoramos cómo, día tras día, entregamos voluntariamente nuestra atención y con ella, nuestra autonomía, a cambio de pequeñas dosis de placer que nos dejan siempre vacíos y ansiosos por más, preparando el terreno para un ciclo neurológico que tiene raíces mucho más profundas de lo que imaginamos.
Nuestro cerebro no fue diseñado para el mundo moderno, sino para sobrevivir en la sabana africana, donde cada recompensa requería esfuerzo y las gratificaciones inmediatas eran escasas. En ese entorno hostil, la liberación de dopamina era una herramienta de supervivencia que nos motivaba a perseguir lo esencial: comida, seguridad, reproducción. Pero hoy, este sistema neurológico ancestral es bombardeado constantemente por estímulos artificiales que explotan sus vulnerabilidades, creando un cortocircuito en nuestros mecanismos de motivación y satisfacción.
Lo que pocos comprenden es que la dopamina no es realmente el neurotransmisor del placer, sino de la anticipación y la búsqueda. Nos hace desear, perseguir, anhelar. Es por eso que el scroll infinito de redes sociales es tan adictivo; cada deslizamiento promete algo mejor, una sorpresa, una novedad que mantiene nuestro cerebro en un estado perpetuo de búsqueda. Así, las aplicaciones y plataformas digitales no están diseñadas para satisfacernos, sino para mantenernos en este estado de deseo constante que nunca llega a saciarse completamente.
Este hack a nuestro sistema de recompensa tiene consecuencias devastadoras. El cerebro, inundado de estímulos intensos y frecuentes, comienza a desensibilizarse. Necesitamos cada vez más dopamina para sentir el mismo nivel de satisfacción, exactamente igual que ocurre con las drogas adictivas. Un simple paseo por el parque o una conversación tranquila ya no generan suficiente estimulación para activar nuestro sistema de recompensa, habituado a estímulos mucho más potentes. Es como intentar escuchar el suave sonido de un violín después de un concierto de rock a todo volumen.
Lo verdaderamente irónico es que, mientras más perseguimos estos placeres inmediatos, menos capacidad tenemos para disfrutar de las satisfacciones más profundas de la vida. Los estudios muestran que las personas con mayor exposición a recompensas digitales rápidas presentan mayores niveles de ansiedad, depresión y una disminución en la capacidad para concentrarse en tareas que requieren esfuerzo sostenido. No es casualidad que condiciones como el TDAH estén aumentando dramáticamente en la era digital. Nuestros cerebros simplemente no fueron diseñados para este ambiente de hiperestimulación constante.
La trampa perfecta es que este ciclo se autoalimenta. Nos sentimos mal por la sobreestimulación, pero buscamos alivio en más estímulos, profundizando aún más el problema. Mientras la industria del entretenimiento y las redes sociales perfeccionan sus mecanismos para mantenernos enganchados, nuestro cerebro se vuelve cada vez más vulnerable a esta manipulación. El resultado: una generación que busca constantemente la próxima dosis de dopamina digital mientras pierde la capacidad para sumergirse en experiencias más profundas y significativas, preparando el terreno para un empobrecimiento interior que Huxley anticipó como una de las grandes tragedias de la modernidad.
Lo que más preocupaba a Aldous Huxley no era simplemente que nos distrajéramos, sino que perdiéramos algo fundamental: nuestra capacidad para experimentar estados profundos de conciencia. En sus obras, particularmente en Las puertas de la percepción, Huxley exploraba cómo el ser humano puede acceder a dimensiones más amplias de la experiencia. Pero hoy nos encontramos en la dirección opuesta; el bombardeo constante de estímulos superficiales está erosionando nuestra capacidad para la contemplación profunda, para ese tipo de inmersión mental que transforma nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos.
Esta erosión se manifiesta claramente en nuestra relación con el arte. Ya no nos sentamos a escuchar un álbum completo, a contemplar una pintura por horas o a perdernos en las páginas de una novela durante días. En lugar de eso, consumimos fragmentos, clips de 15 segundos, memes, resúmenes de libros. No hay nada inherentemente malo en estas formas abreviadas, pero cuando se convierten en nuestro único modo de consumo cultural, perdemos la capacidad para la apreciación profunda que enriquece verdaderamente nuestro interior.
Como sostenía María Popova en su blog Brain Pickings, hemos pasado de ser exploradores a meros turistas del conocimiento. Los efectos se extienden a nuestras relaciones interpersonales. Las conversaciones significativas, esas que nos hacen sentir verdaderamente conectados, requieren atención sostenida, curiosidad genuina y capacidad para tolerar silencios e incomodidades. Pero cuando nuestro cerebro está habituado a cambiar de estímulo ante la menor señal de aburrimiento, estas conexiones profundas se vuelven casi imposibles.
Observamos a personas en restaurantes, teóricamente compartiendo un momento juntas, pero cada una absorta en su dispositivo, incapaces de soportar la monotonía de una conversación real que requiere esfuerzo y atención. Quizás lo más alarmante es cómo esta erosión afecta nuestra vida interior. La contemplación, la introspección y la reflexión profunda han sido históricamente fuentes de innovación, creatividad y crecimiento personal.
Los grandes avances humanos, desde la teoría de la relatividad de Einstein hasta las composiciones de Mozart, surgieron de mentes capaces de sumergirse completamente en el pensamiento profundo. Hoy, muchos de nosotros sentimos pánico ante la idea de pasar incluso una hora sin estímulos externos. Esta incapacidad para estar a solas con nuestros pensamientos es precisamente lo que Huxley temía: una sociedad incapaz de acceder a los estados de conciencia que nos hacen verdaderamente humanos.
El empobrecimiento de nuestra experiencia interna tiene ramificaciones en toda la sociedad. Como señalaba el filósofo Matthew Crawford:
La atención es el recurso más valioso del siglo XXI, y estamos permitiendo que sea fragmentada y comercializada.
Cuando perdemos la capacidad para la atención profunda, también perdemos algo de nuestra autonomía mental, nuestra capacidad para el pensamiento crítico y nuestra resistencia a la manipulación. Este deterioro silencioso de nuestra vida interior puede ser menos visible que otros problemas sociales, pero sus consecuencias son igualmente graves, allanando el camino para un tipo de control social que opera no mediante la coerción, sino mediante la distracción personalizada.
Lo que Aldous Huxley nunca pudo prever fueron los sofisticados algoritmos que hoy conocen nuestros deseos mejor que nosotros mismos. Esta tecnología de personalización representa una evolución inquietante del control social que él anticipó. No es simplemente que seamos manipulados; es que somos manipulados de manera única, personalizada, basada en nuestras propias debilidades, preferencias y tendencias psicológicas. Cada usuario recibe su propia versión de la realidad, cuidadosamente diseñada para maximizar su engagement, creando una forma de control mucho más sofisticada que el soma universal que Huxley imaginó.
La verdadera perversión de estos sistemas es que utilizan nuestra individualidad como herramienta de control. A diferencia de las dictaduras tradicionales que intentan imponer uniformidad, estos algoritmos celebran y amplifican nuestras diferencias, nuestras preferencias únicas, nuestras inclinaciones particulares. Pero esta aparente libertad esconde una forma de determinismo tecnológico. Cuanto más personalizada es nuestra experiencia, más predecibles y manipulables nos volvemos.
Como señalaba el filósofo Byung-Chul Han, esta psicopolítica representa una forma de poder que no se opone a la libertad, sino que la explota. El efecto burbuja resultante tiene implicaciones profundas para nuestra autonomía cognitiva. Cuando cada feed, cada recomendación, cada noticia está perfectamente alineada con nuestros sesgos preexistentes, perdemos la exposición al desacuerdo productivo y a la disonancia cognitiva que cataliza el crecimiento intelectual. El algoritmo nos presenta una versión de la realidad que confirma constantemente nuestras creencias, creando lo que los psicólogos llaman sesgo de confirmación automatizado.
Esta cámara de eco personalizada socava gradualmente nuestra capacidad para el pensamiento crítico independiente, haciéndonos más susceptibles a la manipulación. Lo más inquietante es cómo estos sistemas de personalización operan bajo una lógica de anticipación predictiva; no solo responden a nuestros deseos expresados, sino que predicen y moldean activamente esos deseos. Un ejemplo perturbador es cómo las plataformas pueden identificar momentos de vulnerabilidad emocional para mostrar contenido específico.
Un estudio filtrado de Facebook reveló que la plataforma podía identificar cuando los adolescentes se sentían inseguros, inútiles y necesitaban un impulso de confianza para servir anuncios en esos momentos de vulnerabilidad. ¿Es esto libertad o una forma de manipulación emocional algorítmica? Esta personalización exponencial crea lo que el sociólogo Zygmunt Bauman llamaría una modernidad líquida extrema, donde incluso las estructuras sociales compartidas se disuelven en experiencias individualizadas.
Cuando cada persona habita su propia burbuja informativa, perdemos el terreno común necesario para el discurso democrático. El resultado es una fragmentación social profunda, disfrazada de libertad de elección. Huxley temía un mundo donde la verdad se ahogara en un mar de irrelevancia. Hoy enfrentamos un escenario aún más insidioso: un mundo donde la verdad es personalizada, calibrada algorítmicamente para cada individuo, creando no una, sino miles de millones de realidades paralelas, cada una diseñada para mantener a su habitante en un estado de satisfacción superficial y perpetua distracción.
En una cultura obsesionada con la productividad y el entretenimiento perpetuo, hemos demonizado uno de nuestros estados mentales más valiosos: el aburrimiento. Lo que Huxley comprendió profundamente es que este aparente vacío mental no es un defecto a corregir, sino un espacio necesario para la germinación de ideas originales. El cerebro humano, cuando se enfrenta al tedio, no permanece realmente inactivo; entra en lo que los neurocientíficos llaman la red neuronal por defecto, un estado donde surgen conexiones inesperadas entre conceptos aparentemente inconexos, la base misma de la creatividad genuina.
Este disconfort mental que tanto evitamos es, paradójicamente, el catalizador de nuestro crecimiento más significativo. Existe una razón evolutiva detrás de nuestra capacidad para experimentar frustración: nos impulsa a explorar, a buscar soluciones, a trascender limitaciones. James Joyce escribió Ulises durante periodos de intenso aburrimiento; Einstein conceptualizó la relatividad en los momentos muertos de su trabajo como inspector de patentes. Estos no son casos aislados, sino ejemplos de una verdad fundamental: la incomodidad mental es el crisol donde se forjan las ideas verdaderamente transformadoras.
La resistencia al tedio significa reclamar los espacios intersticiales de nuestra vida. Significa atreverse a esperar en una fila sin sacar el teléfono, caminar sin auriculares o simplemente observar el mundo sin documentarlo. Neil Postman, en Divertirse hasta morir, advertía que una cultura que elimina toda posibilidad de aburrimiento se condena a la superficialidad perpetua. Estudios recientes confirman esta intuición: participantes expuestos a periodos controlados de aburrimiento mostraron posteriormente mayor creatividad y capacidad para resolver problemas que aquellos constantemente estimulados con entretenimiento.
Lo revolucionario hoy no es consumir más, sino menos; no acelerar, sino desacelerar; no conectarse, sino desconectarse selectivamente. Mientras las corporaciones gastan miles de millones para capturar cada segundo de nuestra atención, reclamar el derecho al tedio se convierte en un acto de resistencia. El artista y filósofo Jenny Odell lo denomina "el hacer nada como resistencia", una forma de recuperar nuestra autonomía cognitiva en un mundo que monetiza implacablemente nuestra atención.
A diferencia del soma en la distopía de Huxley, que buscaba eliminar todo disconfort, esta resistencia abraza conscientemente la incomodidad como vía hacia una experiencia más rica y autodeterminada. Esta reivindicación del tedio productivo no implica rechazo tecnológico, sino más bien soberanía tecnológica: decidir conscientemente cuándo, cómo y por qué conectarnos.
Contemplar intencionalmente el horizonte durante 10 minutos, mantener un diario de reflexiones analógico o simplemente dejar la mente divagar sin objetivo puede parecer irrisoriamente simple, pero en un mundo de estímulos constantes, estos espacios de descompresión cognitiva se han vuelto profundamente contra revolucionarios. Como sugirió el psicólogo Rollo May, la verdadera libertad no es la ausencia de estructura, sino más bien una estructura fuerte que permite la libertad de fluir dentro de sus límites.
Estos límites autoimpuestos, estas pausas intencionales, pueden ser el fundamento de una nueva resistencia frente a la dictadura de la gratificación inmediata. La atención profunda no es simplemente una capacidad cognitiva; es el portal a través del cual experimentamos plenamente nuestra humanidad. Como Huxley señalaba en La filosofía perenne, los momentos de mayor significado en nuestras vidas —ya sean estéticos, intelectuales, espirituales o relacionales— requieren un tipo de atención sostenida que está siendo sistemáticamente erosionada.
Recuperar esta atención no es un lujo, sino una necesidad existencial si queremos preservar lo que hace que la vida merezca ser vivida. La buena noticia es que, gracias a la neuroplasticidad, podemos reentrenar nuestras mentes hacia estados atencionales más profundos a través de prácticas deliberadas. La desintoxicación dopamínica representa un primer paso crucial. Este protocolo, fundamentado en la neurofisiología moderna, consiste en reducir drásticamente la exposición a estímulos supernormales durante periodos controlados.
Investigadores como el Dr. Andrew Huberman de Stanford han documentado cómo incluso periodos relativamente breves de abstinencia digital —24 a 72 horas— pueden recalibrar significativamente la sensibilidad de nuestros receptores de dopamina. Concretamente, esto significa establecer periodos donde eliminamos completamente las fuentes de estímulos fragmentados: desactivar notificaciones, desinstalar aplicaciones diseñadas para la adicción e incluso considerar retiros completos de tecnología.
El neurocientífico Morton Kringelbach ha demostrado que esta dieta dopamínica puede restaurar gradualmente nuestra capacidad para experimentar satisfacción con estímulos de menor intensidad. La práctica deliberada de la atención focal constituye el siguiente pilar. Carl Newport, en su obra Deep Work, propone métodos específicos para cultivar esta habilidad: sesiones cronometradas de trabajo profundo, rituales atencionales que señalen al cerebro la transición hacia estados de concentración intensa y la eliminación sistemática de distracciones del entorno.
Complementariamente, prácticas contemplativas como la meditación de atención plena han mostrado modificar físicamente regiones cerebrales asociadas con la atención sostenida. Un estudio longitudinal de la Universidad de Harvard documentó cómo tan solo 8 semanas de práctica meditativa regular incrementaron la densidad de materia gris en la corteza prefrontal, área crucial para las funciones ejecutivas y la atención profunda.
La reconexión con modalidades de pensamiento no digitales resulta igualmente transformadora. La lectura profunda de textos complejos —una novela de Dostoyevski, un tratado filosófico o incluso poesía densamente simbólica— representa un gimnasio neurológico para la atención sostenida. La neurocientífica Marian Wolf ha documentado cómo la lectura de textos exigentes activa circuitos neuronales que integran pensamiento profundo, empatía compleja y procesamiento simbólico.
Similarmente, actividades como la escritura a mano en un diario, el dibujo observacional o incluso la jardinería contemplativa involucran modalidades atencionales que contrarrestan directamente la fragmentación digital. El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi denominó "flow" a estos estados de inmersión completa, identificándolos como fundamentales para la experiencia de significado y satisfacción.
Finalmente, la ingeniería ambiental representa una estrategia proactiva esencial. Esto implica reestructurar conscientemente nuestros espacios físicos y digitales para favorecer la atención profunda sobre la distracción perpetua. El arquitecto Bernard Tschumi ha explorado cómo el diseño espacial modula directamente nuestros estados cognitivos.
Podemos aplicar estos principios creando santuarios atencionales en nuestros hogares: espacios libres de dispositivos digitales, con acceso a materiales que fomenten la contemplación profunda. Paralelamente, herramientas como bloqueadores de contenido, temporizadores de uso y sistemas de autolimitación tecnológica nos permiten construir una ecología digital que sirva a nuestros objetivos más elevados en lugar de socavarlos.
Como afirmaba Huxley, la experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede. Reconquistar nuestra atención profunda es, en última instancia, reconquistar nuestra capacidad para transformar la experiencia bruta en significado y propósito.
¿Qué harás ahora con esta revelación incómoda? El sistema está diseñado para mantenerte enganchado, distraído y superficialmente satisfecho, mientras erosiona lentamente tu capacidad para experimentar lo profundo, lo significativo, lo verdaderamente humano. Pero a diferencia del mundo distópico que imaginó Huxley, tú todavía tienes elección. La reconquista de tu atención no es solo una lucha personal; es un acto revolucionario en un mundo que comercializa con tu conciencia.
Pregúntate: ¿cuándo fue la última vez que experimentaste el tedio creativo, ese estado aparentemente vacío donde surgen las ideas más originales? ¿Cuándo fue la última vez que te sumergiste completamente en una actividad sin que tu mente buscara la próxima distracción? ¿Estás viviendo realmente tu vida o simplemente reaccionando a estímulos cuidadosamente diseñados para mantenerte enganchado?
La libertad en el siglo XXI no consiste en tener infinitas opciones de entretenimiento, sino en la capacidad de elegir conscientemente dónde diriges tu atención.
¿Seguirás siendo un consumidor pasivo de experiencias diseñadas algorítmicamente o te convertirás en el arquitecto deliberado de tu propia conciencia? La decisión está en tus manos, pero el tiempo para tomarla se agota mientras cada notificación, cada scroll, cada minuto de distracción digital te aleja más de tu potencial humano más elevado.
¿Te atreves a desafiar la dictadura del placer inmediato? ¿Estás dispuesto a redescubrir capacidades mentales que quizás ni siquiera sabes que has perdido? El camino no será fácil ni placentero al principio, pero como sugería el propio Huxley, la experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede.
¿Qué harás tú
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danielprieto · 2 months ago
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Es fácil malinterpretar que una persona con ADHD tiene problemas de atención. Pero se trata de una desregulación de la atención.
Esta atención no es pobre en general, sino que está muy condicionada por la estimulación y la motivación. La falta de estímulos inmediatos demoran la motivación y producen distraibilidad.
Debes entender que la motivación y la recompensa son clave. Por ejemplo, la dificultad para estudiar no es una incapacidad inherente, sino un problema de cómo el cerebro regula la atención y la dopamina.
La solución pasa por estructurar el estudio con pequeñas recompensas, estímulos visuales y una rutina adaptada.
La clave está en entender que el cerebro responde a la recompensa y al estímulo.
Lo que parece ser una 'falta de concentración' en tareas convencionales es en realidad una diferencia en cómo el cerebro procesa la atención.
Estrategia: Como en los videojuegos, necesitas tareas con recompensas inmediatas o fragmentos pequeños y estimulantes para mantenerte motivado. La estructura de bloques cortos, estímulos visuales, recompensas pequeñas, y una rutina clara pueden ayudarte a replicar esa sensación de foco en el estudio.
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danielprieto · 2 months ago
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Sages from Aristotle to the Dalai Lama have asserted that the goal of human action is to thrive
we thrive via action, or, more simply stated, we thrive by doing.
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danielprieto · 2 months ago
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No hay crítica, no hay privacidad, no hay autonomía, solo consumo automático y obediencia algorítmica. En el tecnofeudalismo la dominación no necesita represión explícita, se logra con likes seguidores y mucha dopamina, es una obediencia feliz, una servidumbre voluntaria 2.0, así es el tecnofeudalismo puro y duro
Ya no eres ciudadano, eres un dato, no trabajas por salario trabajas por atención, no eliges, consumes lo que el algoritmo te ordena y lo más aterrador no quieres salir de ahí, te gusta, lo aplaudes, lo compartes, te hace sentir visto y ahí está la trampa más eficaz del nuevo feudalismo digital, no solo controla lo que haces sino cómo te sientes, no te domina desde el miedo sino desde el deseo y por eso es más difícil de romper
El technofeudalismo no llegó con naves espaciales ni con ejércitos de robots, llegó en formas de apps, brillantes interfaces amigables y promesas de conexión, nos convenció de que éramos usuarios cuando en realidad somos los productos, nos hizo creer que teníamos poder cuando lo que tenemos es dependencia y lo más perverso, nos ha dado placer mientras nos quita la libertad, pero si algo nos ha enseñado Futurama es que incluso en el futuro más distópico siempre hay un margen para el caos para la rebeldía, para lo inesperado porque aunque parezca que el sistema es invencible no está completamente bajo control, siempre habrá un Bender dispuesto a romper las reglas, un Fry capaz de amar en medio de lo absurdo o un profesor dispuesto a inventar algo en pro de la humanidad y tal vez ese sea nuestro rol hoy, no rendirnos ante el algoritmo, no resignarnos a ser solamente datos flotando en una nube que no nos pertenece, tal vez no podemos destruir el tecnofeudalismo desde fuera pero sí podemos empezar a dañarlo desde adentro con conciencia, con organización, con humanidad, porque sí el futuro parece estar escrito pero todavía tenemos la pluma.
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danielprieto · 2 months ago
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danielprieto · 2 months ago
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You are one decision away from a different life. If you could make a decision today that changes the trajectory of your life, because a decision turns you into a different direction. There's a decision.
If you just do the things you do not want to do, you will have everything you have ever wanted.
There are formulas to everything you want in life.
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danielprieto · 2 months ago
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Hay muchos emprendedores que quieren emprender pero no saben qué problema quieren resolver. Lo primero a hacer es buscar un problema, la manera de resolverlo y ahí sí emprenda.
En los problemas está el dinero. Un problema no es por si solo un problema, es una oportunidad y si usted busca una manera de resolverlo es un emprendimiento.
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danielprieto · 2 months ago
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La constancia vence lo que la dicha no alcanza.
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danielprieto · 2 months ago
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Change will come from what you do, not what you read or plan.
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danielprieto · 2 months ago
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¿Alguna vez has notado que procrastinas incluso cuando se siente mal?
Hay una razón fascinante para esto que no tiene nada que ver con la pereza o la falta de disciplina. Tu mente subconsciente tiene una función principal: mantenerte seguro y cómodo. Y para tu subconsciente, seguro significa familiar, incluso cuando lo familiar se siente mal.
Cuando estableces una meta o intención que va más allá de tu zona de confort, algo interesante sucede en tu cerebro. Tu sistema de activación reticular marca esta nueva dirección como potencialmente amenazante, no porque sea realmente peligrosa, sino porque es desconocida. Esto crea un tira y afloja interno. Tu mente consciente quiere avanzar, pero tu mente subconsciente te empuja de vuelta a lo conocido.
Por eso podrías establecer la intención de trabajar en tu proyecto creativo diariamente, hacerlo durante tres o cuatro días y de repente encontrarte evitándolo durante semanas.
La clave no es esforzarte más contra esta resistencia. Eso solo crea más conflicto interno. En cambio, observa qué pensamiento y declaraciones te hacen sentir bien cuando los dices y cuáles te hacen sentir mal.
Cuando dices: necesito ser más constante o debería ser más constante, nota como eso crea tención.
Pero cuando dices: estoy bien justo donde estoy, siente como eso genera alivio.
Esto no se trata de bajar tus estándares. Se trata de reconocer que no puedes luchar contra tu propia corriente interna y esperar avanzar fácilmente. En el momento en que te diriges hacia el auto reconocimiento en lugar de la autocrítica, comienzas a moverte con tu flujo natural en lugar de ir en contra de él.
Tu subconsciente no responde a las demandas, responde a la dirección.
Cuando te enfocas en lo que está funcionando en lugar de lo que no, programas tu mente para notar más oportunidades de éxito.
Prueba esto, en lugar de castigarte por procrastinar, simplemente reconoce dónde estás.
Luego pregúntate ¿este pensamiento que estoy teniendo ahora me acerca a lo que quiero o me aleja de ello? Esta simple concienencia cambia tu cerebro del modo de resistencia al modo de flujo.
Anteriormente mencioné como tu mente subconsciente te empuja de vuelta a lo familiar, incluso cuando no se siente bien. Pero mucha gente no se da cuenta de que este mismo mecanismo de protección puede reprogramarse para trabajar a tu favor en lugar de en tu contra.
Porque terminar con la lucha contra la procrastinación no se trata de esforzarte más, sino de entender cómo funciona realmente tu mente.
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danielprieto · 2 months ago
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danielprieto · 2 months ago
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danielprieto · 2 months ago
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The one action step you need to implement to get rid of this is to just start a 5 minute timer and begin your task.
And the mind suddenly loses all its power and fear. Once you start you are telling your mind that starting wasn't so bad.
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