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Recientemente me di cuenta de que evito escribir en este blog porque es público. Me cuesta mucho delimitar mi intimidad, mi privacidad, y lo que es personal pero abierto al público. Sé que este blog no es precisamente popular, ni espero que lo sea, pero también es cierto que es accesible, y por eso quiero tener cuidado con lo que comparto.

Este fin de semana, en algún momento, me percaté de que no soy para nada misteriosa. Sin darme cuenta, empiezo a contar cosas que, dos segundos antes, hubiera pensado que no mencionaría. Me gusta contar historias, ver las reacciones de los demás, recibir devoluciones. Mi terapia es un espacio magnífico donde puedo expandirme con todo eso; allí cuento, incluso, lo que me da vergüenza o sufrimiento. Porque seré transparente, pero no estúpida. Y no me muestro vulnerable con cualquiera.

La cuestión es que siento que, cuando tengo conocimiento de algo, necesito hacérselo saber al resto del mundo. Es como si creyera que los demás vivirán mejor sabiendo lo que yo sé, incluso cuando no debería contarlo. O incluso si reconozco que me apresuro al abrir la boca. Esto lo heredé de mi madre, definitivamente.

Hace poco aprendí a cerrar un poco más la boca. Hace cinco meses comencé a vivir en pareja, y esta experiencia me ha enseñado, en gran parte, a darle significado a las paredes de un hogar como una barrera contra los estímulos externos. Dicho de otra manera, lo que ocurre dentro de nuestra casa, queda en nuestra casa. Lo mismo, aunque cuesta más, ocurre al revés; es muy difícil no dejar entrar temas de la familia individual de cada uno, del trabajo, del resto del mundo. Pero es indudablemente necesario.

Como decía antes, mi madre tiene mucho que ver con esto. Crecí en una casa donde, básicamente, no podía guardarme ningún secreto (los demás sí, ¡por supuesto!). Cualquier cosa que le contaba a mi madre como confidente, al rato lo sabían todos. Así adquirí dos hábitos, raros y desagradables: someterme cuando estoy con mi familia, y comentar a los demás lo que otros me han confiado a mí. Créanme, no me agrada, y estoy intentando cambiarlo.

En relación a la confidencialidad, el sábado pasado visité a una vidente. No creo en esas cosas; para mí, el futuro goza de la fantástica característica de ser incierto. También creo que, en la medida en que uno no haga consciente lo inconsciente, se regirá por ello y lo llamará “destino” (Gracias, Carl Jung, por la frase). Tampoco creo que el futuro sea inflexible, ni que una vez decodificado el oráculo, el destino esté sellado.

Pero quería visitar a esta mujer, que resultó clasificar como psicótica en mi DSM-V interno, porque es la vidente que toda mi familia visita hace tiempo. Hubo una correlación entre la falta de proyectos personales que caracteriza a algunos miembros de mi familia, y las “predicciones” de esta mujer, así que decidí chequearlo por mi cuenta. La “sesión” fue larga, difícil de entender y muy confusa; la mujer iba y venía con su relato, a veces diciendo un sinsentido de palabras que después parecía no recordar haber dicho, y gran parte de la conversación giró en torno a mi familia y sus problemas (que, por un lado, no necesito de videncia para darme cuenta y, por otro lado, honestamente me resulta indiferente). La parte que dedicó a mí y a lo que me importa (mi carrera, mi familia interna, mi pareja) fue extraña, a veces contradictoria y muy abierta a la interpretación. Primero me tachó de fracasada en mi carrera y de infértil, lo cual me pareció violento y grosero, ya que son temas sensibles y no me conocía en lo más mínimo. Luego dijo que mi verdadera vocación estaba en la docencia con niños, lo cual… ¿Es posible?. Le concedo un punto: sin que yo le dijera nada, me aconsejó no dedicarme a la psicología con adolescentes, ya que soy muy sensible y no toleraría los desbordes de la adolescencia. Y, honestamente, puede que tenga razón.

Sobre mi pareja, me acusó de no quererlo (sí, la misma pareja con la que me comprometí a pasar una vida juntos, la misma que me enseñó lo que era el amor, y con quien decidí mudarme luego de seis años de una cómoda soledad), aunque él sí me quería. Lo gracioso es que, cuando mi pareja fue, le dijo exactamente lo opuesto. En fin. A mí me dijo que la relación no duraría, a él le dijo que somos compañeros de vida. A mí me dijo que no podría concebir vida, a él le dijo que sería padre algún día.

Tengo una teoría, aunque precaria, sobre la transferencia de inconsciente a inconsciente. Y me parece que, aquellas cosas que predijo de mí y me parecieron certeras, tienen más que ver con una conexión entre lo que yo pienso y lo que el otro canaliza. Una experiencia similar se observa en constelaciones familiares, donde no hay ninguna magia, solo una gran interferencia de psiquismos.

En cuanto a mi familia, también he formulado algunas teorías. La forma en que esta mujer “revela la verdad sobre tu futuro” es muy determinante. Y, cuando eres una persona que no sabe qué hacer con su vida, a veces necesitas a alguien determinante que al menos te coloque en algún camino. Por ejemplo, tengo una prima que decidió renunciar a la búsqueda del amor en pareja luego de que esta mujer le dijera que eso no era para ella. Si uno estuviese verdaderamente seguro de sí mismo, ¿necesitaría la videncia de alguien más? Si yo no tuviera confianza en el amor y cariño que le tengo a mi pareja, tal vez sus palabras hubieran tenido un peso lo suficientemente fuerte como para terminar nuestra relación. Pero eso, precisamente, es lo que ocurre cuando las bases no están firmes.

Con respecto a todo lo demás, porque supuestamente ella jamás se equivoca, lo corroboraremos con el tiempo. En unos años tal vez vuelva y les diga: “¿Se acuerdan de esa mujer que decía que no iba a ser madre? Bueno, estoy embarazada de mi segundo hijo”, o escriba sobre lo maravilloso que es trabajar con adolescentes.

Al salir de su casa, me sentí abatida, confundida y un poco desilusionada. El futuro que ella me describía no es el que estoy construyendo. Y si bien la vida aporta una gran mano en la formación del camino de uno, ¿por qué seguiría viviendo, cuando todo está dicho y hecho?

Después de una sesión de terapia, pude reflexionar sobre mi posición en todo esto. Sin darme cuenta, me sometí ante esta horrible mujer, y más aún, ante la demanda de mi madre. No pude simplemente haber dicho que no, y haber pensado bajo mi criterio que “si esta es la mujer de quien mi madre recibe sus consejos…” entonces eso no sería una buena idea. Y luego de que me dijera todas esas cosas horribles, ¿por qué no pude levantarme e irme? Y en su lugar, le pagué con mi dinero. Estoy tratando de no castigarme por esto, pero no puedo evitar preguntarme por qué hice eso. ¿Por qué me metí en aquel lugar, como si mereciera algún tipo de castigo?

De forma más relajada, pero similar, la vida me dio dos oportunidades después de esa sesión para empezar a poner en práctica lo que estoy escribiendo. Primero, llamé a mi hermana para aconsejarle que no fuera a ver a esa mujer; sé que irá de todas maneras, pero al menos me quedo en paz sabiendo que le dije que no era aconsejable y que no quería que le hiciera daño. Luego, fui a la librería a imprimir un trabajo que tengo que entregar mañana, y las fotocopias que el señor me dio estaban todas sucias. Me fui, caminé media cuadra y pensé: “Oh bueno, qué más da”, y vi cómo me estaba sometiendo a eso. Volví, y con mucha calma le mostré al señor de la librería lo que había pasado, quien me devolvió mi dinero y me dejó quedarme con las fotocopias.

No es necesario encontrarse con una agresiva mujer loca para darse cuenta de que una se está sometiendo a algo que no quiere. Pero sí es necesario preguntarse: “¿Acaso me estoy sometiendo a algo?”

En estricto sentido psicoanalítico, aun le estoy dando demasiada voz y fuerza a mi madre, como cuando era niña. Es sorprendente y triste a la vez, llegar a la realización de que te has sometido toda tu vida a cerrar la boca, porque eso te daba la falsa seguridad de que, así si te querrían. Así como darse cuenta, que la actitud loca y desenamorada de tu familia tiene más que ver con ellos que con una misma. ¿Que mas hacer, cuando te diste cuenta que someterse no te va a hacer ningún bien, pero abrir la boca es difícil y extraño?

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“  snapshot in Japan “

Photo by Ishikoro.

Love & Peace!

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Reflexionando sobre lo que escribía ayer, me di cuenta que fue muy agresivo conmigo misma el haberme mirado tan mal.

Evolucione y crecí. Las actividades que me entretenían antes, ahora me resultan indiferentes. Hoy en día, después de pasar como mínimo cuatro horas leyendo y estudiando al día, me da mas placer una actividad que me llene de energía que una que me relaje. Y eso esta bien.

Tal vez en algún futuro, vuelva a encontrarme con ese momento de calma que me daba la pintura y el dibujo, pero hoy no. Y eso esta bien.

Enfocarme en lo que no puedo hacer, lo que ya no es, lo que no soy y lo que no me gusta, no esta bien.

¿Por qué, en lugar de alegrarme porque crecí y emocionarme por descubrir que cosas nuevas me gustan, me tiro abajo por aquellas actividades identificatorias que ya no son mas? Hoy hablaba de eso en terapia. Si me encontrara con mi Yo de hace, no lo sé, tres años, probablemente le sorprendería en lo que ando hoy en día. Mas allá de las amistades y los vínculos que tengo y deje de tener, creo que le sorprendería lo que es de mi hoy; me emociona comprarme muebles para la casa con mi pareja, comienzo a dibujar un futuro laboral y a procesar el fin de la carrera, me emociono por la compra de una multi-procesadora Philips y mi sweater rojo de conejo de Angora es mi mas preciada posición material. Me enfurezco y preocupo cuando mis acciones bajan. Como verduras y carnes rojas todos los días. Y disfruto de la gimnasia y la caminata de hacer mandados. Necesito permitirme esto.

Disfruto de maquillarme y peinarme. Mi rutina de skin care diaria, la sensación de un buen protector solar.

Y aun asi me suelo mirar mal con frecuencia. Cuando me comparo con otras chicas, porque son mas lindas o mas habilidosas, o mas pulcras o se visten mejor. ¿En que momento una deja de mirarse mal, para comenzar a permitirse ser?

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Domingo 4 de Agosto de 2024

Mis vacaciones de invierno han llegado a su fin, y no recuerdo nunca haberme sentido tan vacía de sentido. Cuando empezaron mis vacaciones, creí que este finalmente seria el momento en el que podría retomar todas las actividades que había dejado de lado cuando comencé a estudiar. Me termine llevando la sorpresa de que ya no me resultaban lo mismo. Ya no me entretiene hacer collage tanto cómo antes, no tengo el subidón de energía y deseo de pintar o dibujar. Y ahora que lo pienso, en retrospectiva, ¿por qué iba a resultarme lo mismo que antes?

Creo que estos momentos son los mas agridulces de mi experiencia en vida. Algo cambio en mi y en mi vida, y lo que tan feliz me hacia en aquel momento hoy me resulta cada vez mas indiferente. Entonces me aburro porque no sé que es lo que si me gusta hacer ahora. ¿Acaso me estaré convirtiendo en esas personas que dicen que sus hobbies son dormir? Tampoco.

Disfruto de ir al gimnasio. Por un lado, poner mi cuerpo en movimiento me hace muy feliz. Por otro lado, ir al gimnasio es todo un experimento sociológico para mi, porque es interesante observar a todas esas personas que se ejercitan por vanidad, y no pueden evitar ir semidesnudas, o detenerse frente a sus propios reflejos entre cada serie de ejercicio. Ir al gimnasio despierta mi lado voyeur y mi vitalidad. Entendido, ¿que más?

Leer y escribir. Ya me amigue con el hecho de que no puedo leer y escribir todos los días. Si quiero hacerlo de manera activa, entonces significa un gasto de energía increíble y muy maravilloso de llevar a cabo, pero es energía con la que no cuento a diario. Leer un capítulo de 5 paginas puede llevarme una hora, entre reflexión y reflexión. Y no puedo (porque así no lo disfruto) no dejarme llevar por la lectura. Las palabras, siempre lo han sido y siempre lo serán, son mi enamorado mas grande. Y como todo enamoramiento, si me sumerjo en el, me pierdo por completo. No puedo perderme asi todos los días.

La pintura, la cerámica y el dibujo me son adorables. Pero no me relajan en lo mas mínimo, me frustran cada vez mas y no me libero en sus errores. Tampoco me llenan de vida como antes. Creo que son actividades para momento de mi vida en el que no necesite una enfocadisima presición en las cosas, como me sucede ahora con el estudio. Y creo que, parte por la que me gusta la gimnasia tanto ahora mismo, es porque me permite liberarme en su tensión. Porque la agresión que utilizar la propia fuerza requiere, por así decirlo, me llena de vida. Podemos hablar de química y biológica y darle una explicación científica. Es exactamente eso, la gimnasia me llena de energía y eso lo que necesito mas que nada.

Estoy pensando hace bastante tiempo en comenzar un instrumento nuevo. Pero en los últimos años me he llevado tantas malas experiencias, que le tengo temor a la posibilidad de ya no ser músico. En la esquina de mi casa hay una antigua casona donde dan clases de música, por las noches cuando vuelvo de la facultad, a veces veo a alguien tocando la batería o lo que sea. Me gustaría probar, muchísimo.

Cuando comencé a escribir esta entrada tenia miedo y angustia, porque el aburrimiento me estaba aniquilando. No podia dejar de pensar en lo agridulce de lo que hablaba anteriormente. Dulce porque ¡felicidades, haz crecido!, agrio porque ¿y que hace este quien tu eres ahora?. Si ya no pinto y no dibujo, ¿no soy mas la artista? ¿Si leo con menor frecuencia y escribo una vez a la semana, ya no soy lectora ni escritora? ¿Si reflexiono con un té de por medio todos los días, pero no tengo ni el titulo ni el conocimiento al respecto, soy filosofa?

Pero, si pude sentarme y pude escribir. Y si pude pensar en que, en definitiva, quiero hacer algo. Si pude pesquisar el deseo de probar aprender un instrumento nuevo (a lo cual mi bajo exhibido en el living me agradecería muchísimo), ¿no significa esto que aun hay una parte esencial de mi que sigue ahi? No escucho The Smiths desde que era una colegiala tristona y gaijin pero, there is a light that never goes out?

No se si prometerme a mi misma el ir e intentarlo. Seré tenaz, pero irónicamente soy cobarde de vez en cuando. Y sin embargo, ¿que significa que lo este escribiendo?

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Martes 23 de Julio 2024

Me suscribí a un club de lectura por primera vez. Hace unos días me llego el primer libro, “La casa junto al mar” de May Sarton. Al principio no me había atrapado del todo, lo cual no significa un problema porque soy de esas personas que le dan a los libros el beneficio de la duda, pero también me gusta que un libro me tome por completo y arrase conmigo. Hoy fue ese día.

Como verán, hace muchísimo tiempo que no escribía acá, mucho menos subo un video a YouTube, pinto algún cuadro o hago algún collage. Estuve haciendo otras cosas tediosas como terminar el cuatrimestre exitosamente en la facultad, y reflexionando sobre los numerosos cambios que estos meses trajeron a mi vida. Ahora mismo estoy de vacaciones, y pude acercarme a un estilo de vida mas sereno y tranquilo. Sigo pasando mucho tiempo reflexionando, pero ademas de mi propia vida, ahora también tengo tiempo para hacerlo con los libros.

Hoy por la mañana May Sarton termino por capturarme cuando dijo que, para escribir un diario, uno debe ser objetivo con sus experiencias. No enfocarse demasiado en el propio reflejo de uno, sino en poder capturar la esencia de lo que ocurrió aquel día. ‘El sentido de un diario” diría “estriba en poder capturar los acontecimientos en vuelo”. Leer esa oración me emocionó muchísimo, me dio un impulso creativo, una inspiración si así queremos llamarle. Recordé la gracia de todo esto, de escribir. De cronicar y de almacenar diarios con fechas y nombres, lugares y acontecimientos.

Mientras que el pasado no es nada estático, ya que nuestra percepción de las personas y las cosas se asienta acorde a nuestras capacidades, escribir un diario es el acto mas difícil y el mas anhelado por el ser humano. Escribir un diario es estar en el presente. Significa sentarse frente a unas florecitas o unos animalitos en el zoológico y dibujarlas a mano alzada, aunque dibujar no se nos de del todo bien.

Quisiera poder escribir sobre el día de hoy como Sarton lo hace, pero temo que fracasaría vergonzosamente. En parte es porque, incluso cuando estoy aquí, no me enfoco en ello. Podría escribir ahora sobre mi entrenamiento hoy en el gimnasio, como me excedí y mi cuerpo ahora se siente cansado. O como tuve mucho calor y luego mucho frío. Que hace mucho tiempo no sudaba tanto, porque estamos en invierno y ningún ejercicio parece poder hacerme sudar.

También tuve un dolor de cabeza. Uno terrible, me tomo la frente como si una mano me tirara la cabeza hacia atrás y me diera sueño. Me agarro cuando estaba tomando un cafe con mi pareja y le contaba sobre como tengo unas cuestiones personales flotando. Me gustaría reflexionar sobre algunos problemas en la dinámica de mi familia de origen, de los cuales me percato ahora, pero no se por donde empezar, y eso me duele.

Luego volvimos en el subte, que me fascina. Creo que la verdadera gente local de cada país esta en sus trenes y en sus subtes. Me gusta ver a las personas que se suben e imaginarme sus personalidades o sus vidas. A veces, admito con un poco de vergüenza, me imagino como serian sus vidas sexuales. Que cosas extrañas los excitaran y que anécdotas les darán pudor. Luego me dan ganas de ir y hablarle a cada una de ellas para corroborar si tienen dos hermanos o si son hijos e hijas únicas. Pero nos bajamos en Carabobo y emprendemos unas cuadritas a casa, mientras que la gente del subte vuelve a la suya, o no.

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Con una mano sosteniendo el hoy, y con la otra el ayer, me detengo para escribir un poco en mi querido blog otra vez.

Mayo ha sido un caos. Hace ya mas de dos meses que no puedo continuar con mi canal de YouTube, así como con un montón de otras actividades que deseo hacer por placer. Los motivos son muchos, y espero poder ampliar ahora al respecto, pero durante el mes de Abril, y Mayo principalmente, tuve que abandonar japonés, lecturas, escrituras, cerámica, ejercicio físico y también pienso que me tuve que abandonar un poco a mi. No me alegra decirlo, y de hecho no creo que “abandonarme” sea la palabra correcta, pero esa es la sensación que me trae este ultimo tiempo cuando miro a mi alrededor.

Durante las primeras semanas de Mayo, tuve que mudarme del departamento de donde vivía, y no por una cuestión de deseo. Sin entrar mucho en el por qué, creo que todos podemos estar de acuerdo con que las mudanzas son estresantes, son un duelo, y son largas. Además de eso, existe un factor externo que es la crisis económica e inmobiliaria de mi país, lo cual afecto notoriamente mi economía (y mi deseo de continuar en low-buy), y un factor interno, que es lo que me ocurre a mi con las mudanzas. De todas maneras, ambas afectaron mi estado de animo de una manera fatal. Había pasado, de manera rotunda, a poder enfocarme en mis estudios y en mi vida de una manera organizada, a tener que encargarme de mil exámenes, de mudarme, de mis finanzas, y de no perder la cabeza en el ínterin. Spoiler alert, perdí la cabeza igual.

Voy a tratar de ir de lo mas “micro”, por así decirlo, a lo mas “macro” o “profundo”. Por un lado, creo ya haber mencionado esto por acá, pero yo soy muy muy sobre exigente académicamente. Mis estudios siempre fueron mi prioridad, y es un aspecto en mi vida que no me tomé jamás a la ligera. Todo este tema de la mudanza se dio justo en el momento en el que tenia parciales, y justo en el año en el que decidí hacer mas materias que de costumbre…

A eso, sumamos la situación económica y la crisis Inmobiliriaria con el que mi país carga (hace ya bastante) que, desde luego, afecto mi bolsillo y mi deseo de continuar con mi low-buy tal y como lo tenia previsto. Este ultimo mes ha sido fatal para mi economía. Soy literalmente el meme de “I will never recover financially from this” :p

Siguiendo con el bingo de malas rachas, el tiempo que todo esto (y mas) consume, no me dio lugar a tener ���Me time”. Es decir, cuando no tenia tiempo, no lo tenia. Cuando lo tenia, no tenía la energía suficiente. Es por esto, principalmente, que digo que me abandone; no fui al gimnasio nunca (actividad que me sube muchísimo el animo), no lei nada (porque de hecho me la pase leyendo textos académicos y cuando me liberaba ya no quería leer nada mas), no me maquille ni me vestí como a mi me gustaría (porque caía en un sueño tan profundo que me levantaba siempre tarde, y me iba a estudiar con lo primero que tenia). Y la lista continua. El punto es que el no poder darle lugar a mi deseo, también me afectó muchísimo. Sentía como si gastara mi tiempo preocupada, desarreglada y triste, y permitirme darme el espacio para estarlo me costó muchísimo.

Lo mas macro, y tambien lo mas difícil de explicar, es lo que la mudanza significo para mi a nivel interno, emocional, psicológico.

Partamos de la base con tuve una infancia difícil. No vamos a hacer un juego de culpas al respecto, porque de nada sirve y porque no es necesario, tampoco quiero entrar en las intimidades de mi vida, pero si me parece importante hacer una leve mención al papel que mi historia y mi pasado jugaron en esto.

A lo largo de mi vida, y por la longitud de esta, puedo decir con seguridad que pase la mayor parte de mi vida en un ambiente negligente, en especial para un menor de edad. Las consecuencias de esto fueron que, la percepción que tengo de un hogar, familia, casa, como quieras llamarlo, esta bastante percudida. Y, si bien también puedo decir con seguridad que he mejorado muchísimo, el haberme mudado tan abruptamente raspó bastante la herida del hogar y su estabilidad.

Así, me descoloco por completo, y sentí como revivía cuestiones del pasado. Recordaba cosas muy feas, mi mente me llevaba a lugares muy oscuros, y básicamente revivía un trauma que me atraviesa por todos lados. Gracias a la vida que cuento con una red de apoyo, y pude tramitar todo lo que me paso con esto. De hecho, agradezco a esta crisis porque me termino ayudando a replantearme un montón de posturas con las que llevaba la vida, y pude finalmente cambiar varios aspectos con los que me sentía detenida. Incluso pude pensar unos puntos de vista diferentes para con mi Low-buy! El cual, ojalá, pueda hablar en video pronto.

Desde luego, no estoy de 10 aun. Es mas, este relato me costó demasiado escribirlo, y siento que la articulación es malísima. Pero es lo que puedo hacer hoy.

See ya later, alligators

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A lo largo de mi infancia y adolescencia, seguí un manual de reglas detalladas sobre cómo debía verse, ser y sentirse la vida para mí. Mis padres fueron los autores, pero la editora principal fue mi madre, quien, en un largo episodio de locura, le dio los toques finales a lo que me transmitiría como la verdad absoluta.

Sobreviví así. Por fuera, era una señorita con una capa extra de grasa maternal; por dentro, convivían un sargento y una esclava, ambos siguiendo órdenes a rajatabla, por miedo, y porque detrás de cada ley había una falsa promesa de amor y cariño que nunca llegó.

En un recóndito rincón de mi mente, existía una fantasía inmensa de calidez y monumentos a lo tangible e intangible que podría ser yo, si me lo permitiera. El monumento a la escritura, representado por todos los diarios íntimos que guardo desde entonces. El monumento al cuerpo, un rayo de sol sobre la piel blanca y las melodías más hermosas que jamás escuché. Todo oculto, porque el placer solo vive en mi fantasía y no es amiga de mi deber.

A veces, me preguntaba qué pasaría si me revelase. Pero abandonaba rápidamente la idea. Hasta que, en algún momento de los últimos meses, revisité aquel manual, y me sorprendí al descubrir que aquellas leyes y deberes eran simplemente mentiras.

Nadie es una tabula rasa; no llegamos en blanco a este mundo. Confío en que, por más intervenidos que hayamos sido, siempre hay algo áurico y esencial que nos pertenece. Esta idea me reconforta, porque significa que, incluso entre todas las mentiras por las que me guié todo este tiempo, hay una parte, propia, que sigue intacta. Que avanza al ritmo de su portadora, y que es perceptible sin mucho esfuerzo. Aquello soy yo. Me encuentro en los relatos que escribo, en los collages que hago, con fotos analógicas, cartas y retazos de papeles que alguna vez alguien me dio. También en las melodías y letras de artistas que no me conocen pero en quienes reconozco algo de mí. En las historias del mundo, de épocas donde aún no se hablaba mi lengua. En los espirales de la arena, en llevar mi propia toalla a un baño público para secarme las manos, en el color rojo chino y la seda satinada de un kimono celeste con un ave blanca bordada.

Es maravilloso y, sin embargo, aterrador dejar ir aquel viejo manual. Podría argumentar que, por un lado, siento que es lo único que aún me une a mi madre loca, y que por ende prefiero tener una madre loca internalizada a no tener madre en absoluto. Por otro lado, dejar ir el viejo manual significa que tengo que escribir mi propio libro. Quedarme sin verdades. Preguntarme, entonces, quién soy. Presentar mi retrato, con mis convicciones, mis vacilaciones, mis reiteraciones y mis lagunas, con mis verdades y mis mentiras. En otras palabras, mi memoria.

En algún lugar leí que la falta es el espacio de residencia de una curiosidad motora de la vida. Que sin ella, la individualidad no tiene rumbo. Y que, además del corazón, es ella la que late.

No me resulta fácil, porque dejar ir esta forma de vivir significa permitir dejar de responder al deber constantemente. Pero, en algún otro lugar leí que el alma tiene el deber de ser leal a sus propios deseos y abandonarse a su pasión dominante.

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Y hoy, en una sección recién inaugurada (?) de cosas que me fascinan: los espirales.

Es increíble pensar que algo tan geométrico como un espiral ocurra de forma natural. Nuestra galaxia misma, la via láctea, esta estructurada como un espiral. Es algo innato que trasciende lo humano, pero desde luego, no lo vivo.

Espiritualmente, es el símbolo mas antiguo que se conoce. No tengo en claro de donde ni como proviene, aclaro que no soy una namasté ni nada por el estilo, así que lo holistico no es mi area de expertise ni de interés. Lo que si comprendo, es que el espiral es el patron universal del crecimiento y la evolución. Es el utero, es la fertilidad, es la fuente primaria de vida.

Como se ve en las fotos, esta en la naturaleza, los animales, los humanos, la psique. Y esta ahi, simplemente, para recordarnos del camino de la evolución en nuestras vidas. De la aceptación del cambio como una de las formas mas grandes de liberacion en la experiencia humana.

El espiral es un camino infinito hacia adentro como hacia afuera. Simplemente ocurre, es, no pide que lo hagan existir.

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Hace una semana mi psicoanalista dijo, durante una sesión, que uno debería preguntarse todos los días qué es lo que desea hacer hoy.

No lo dijo con la intención de hacer hincapié en ello, fue un comentario al pasar, una muleta para un estado de monotonía en el que me encuentro yo. Entre mi vida y mi deseo de vivirla. Sin embargo, me conmovió por completo, porque me enfrente ante la agridulce realización de que yo, jamás, me hice dicha pregunta durante el día.

Mi vida siempre fue regida por un “Bueno, a ver, que debo hacer hoy. Cual es mi responsabilidad. Y, si queda tiempo, hare algo de lo que yo quiera”. No me mal interpreten, esta exigencia me llevo a lugares increíbles en la vida; tengo una tenacidad, una determinación, y una disciplina admirable. Logre todos los objetivos que me propuse, académicamente me supere en cada ámbito de mi interés, psicofisicamente recordé, repetí y reelabore situaciones altamente difíciles de enfrentar, y crecí de ellos a tal punto que, como dijo Joan Didion, ya he perdido contacto con un par de personas que fui.

Pero, por lo menos en mi, el deseo y la responsabilidad, no son pares y no se encuentran muy seguido. En los últimos meses, renuncie a muchos de mis placeres, por enfocarme única y exclusivamente en un deber auto impuesto, encubierto en el mandato de alguien mas. No puedo dejar esta materia de la facultad, porque papá va a matarme. No puedo dejar de verme así, porque ya no sere linda para mamá. No puedo caerme, destrozarme, romperme en pedazos y debilitarme, porque tengo que siempre poder hacerlo sola. Porque si no soy así, no soy querible. Y, paradójicamente, esta manera de pensar me quebranto.

Antes había mencionado una sensación agridulce. Y entiendo que, hasta ahora, todo lo que dije es mas bien agrio y horripilante que cualquier otra cosa. Entonces, lo dulce de todo esto es que, en todo este colapso que se dio después de una serie de situaciones en mi vida personal, que gatillaron mi cuestión con el deber, no me dio otra opción mas que disgustarme con la forma de vivir internamente que tengo ahora. Enhorabuena, porque eso significa que hay que cambiarla. Aprovecho para hacer mi primer aporte: deseo cambiar, aunque ese no sea mi deber.

Y creo que de eso se trata la búsqueda de la autenticidad, ¿verdad?. Adam Phillips menciona que la única forma de recuperar tu apepito(s) es permitiéndote ser un desconocido para vos mismo, conteniendo la ansiedad de recuperar aquel apetito, perdido pero no del todo, de descubrir que cosas hacen valioso el vivir, para cada uno de nosotros. También, significa renunciar al querer conocerse con coherencia, como una autobiografía, lineal y cronológica. Yo creo que preguntarse todos los días qué es lo que deseo hacer hoy, sin un deber subyacente, es un buen comienzo.

Sin dejar mis responsabilidades de lado, porque aun estoy estudiando una carrera que afortunadamente me apasiona, hoy desee escribir aquí y en mi diario. Tal vez luego decida otra cosa.

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Rose

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Cuando tenia trece años, empece a estudiar japonés. Mi hermana mayor se habia ido de intercambio, y en mi furor con el anime, me quería ir a Japón. Mi papá, un visionario, me dijo que si, pero solo si le traía un diploma de que sabia hablar el diploma.

Asi, por tres años mi mamá y yo nos despertamos sin falta, todos los sábados, a las seis de la mañana, e íbamos desde mi pueblo a las afueras de capital federal, hacia el centro donde estudié japonés.

Eventualmente le entregue el diploma a mi papá, y fui a Japón a vivir por un año, viaje que cambio el rumbo de mi vida por completo. Me dio una familia, una carrera, y una crisis depresiva que, irónicamente, me salvó la vida.

El diploma, por otro lado, no sirvió de mucho. Porque en el pueblo (y este SI que era un pueblo eh) donde vivía, nadie hablaba otro idioma que no sea japonés, y la jerga del campo no es la misma que la de los tokiotas. Se imaginaran mi cara cuando tuve mi primer examen de quimica en japonés, y no sabia como decirle al profesor que no entendía nada. Wakaranai, wakaranai. Lo bueno es que, en la supervivencia, aprendí a hablar japonés. Y ahora, seis años después de mi viaje, retome el idioma en el mismo instituto done fui la primera vez, a los trece años.

Tal vez ya no utilice mis habilidades para ver anime sin subtítulos hace años, pero si las uso para escuchar música (y, eventualmente, leer novelas). Hoy YouTube hizo de las suyas y me vi un tiny desk concert de una banda japonesa que no conocía. Pensé en ponerlo de fondo, pero las letras me engancharon rapidísimo, y no podía guardármelo para mi sola.

En fin. Todo este preámbulo no era para presumirles que tuve mi propio anime, sino para compartirles este concierto. Disfruten!

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Hace unos días, falleció un familiar. No éramos muy cercanas, tanto la familia en si como nosotras dos en particular. Sin embargo, me conmociono y me movilizo de una manera totalmente inesperada.

Una día, escuche a alguien decir que las certezas eran psicóticas. Lo cual quiere decir que las certezas no son del orden de la realidad; que pertenecen a un quiebre entre la realidad objetiva y la realidad psíquica. Me dijeron eso cuando decía que me gustaría tener la certeza de que las cosas, en general, van a salir siempre bien.

Por un tiempo, me sentí cómoda con el hecho de que no hay certezas en la vida. Nada, por mas que uno quiera a veces, esta firmado y sellado por el consulado del futuro. Y, como decía Murakami, nada de lo que deseas llegara de la forma que esperabas. Sin embargo, la muerte es una (y la única) certeza.

Haberme encontrado con la muerte, allí, me descoloco. Un día después, escuche a mi papá decirle a un amigo que “los muertos no siguen mas, pero nosotros si” y lo que decidimos hacer con eso es importante. Entonces se me apareció otra certeza; que el tiempo va a seguir igual, y no se detiene por nadie ni por nada, ni siquiera para la muerte.

Irónicamente, este descubrimiento me paralizo a mi. Me encuentro a mi misma angustiada e irritable, por la muerte. Incluso a mi corta edad, me reprocho todas las comidas que no probe, y los lugares a los que no fui, y el tiempo en el que decidí hacer esto y no aquello, y reconozco que es inútil, porque no hay manera de saber que hubiera pasado siendo las cosas distintas.

Si estoy sentada, estudiando, no me puedo concentrar, porque me pregunto si al final lo valdrá. Si decido comer la opción mas saludable en lugar de la mas deliciosa y calórica, me paralizo ante el plato porque se que, a veces, no estoy decidiendo lo que quiero, por mas que sea la mejor opción. Si me levanto tarde y sin ánimos, y me visto sin energía para ir a la facultad, después me entristezco porque no aproveche el día para producirme y verme linda, sabiendo que eso me gusta.

Pienso en mis padres, y en todos los errores que han cometido. En que no los veo seguido, ni ellos a mi. Pienso en las conversaciones que le debo a viejos amigos, y las que me tuve que imaginar porque ya no cabía lugar para el dialogo. Pienso en las injusticias. Las muertes prematuras. Las enfermedades. El amor. El sexo. El cansancio. El dolor. Los amigos. Los hermanos.

En la plata. Cuantas veces no me tome un cafe o le negué la entrada a un museo, única y exclusivamente por la plata (que después se gasto de todas maneras, en otra cosa). Así como también pienso en todo el dinero que gaste en ropa que, aunque en perfecto estado, no me queda otra que vender a menos de la mitad de precio, porque no sabia reconocer mi cuerpo ni mi sentido de la estética aun.

Todavía no le encontré la solución a todo esto. No creo, ni quiero, que sea un camino de 5 pasos hacia la estabilidad y hacia el libre albedrío. Es por eso también que no pude tratarlo en lo mas mínimo, y que esto esta fresco como una tabula rasa. Me doy cuenta que ante esta disyuntiva la gente suele responder muy parecido; lo primero que les surge hacer es darte una solución, o preguntarte (para que vos des una solución) ¿que es lo que vos harías para que te agrade mas la vida?¿que es lo que podes hacer para dirigirte hacia donde quieres llegar? y todas esas preguntas dirigidas hacia un fin y un objetivo. Al accionar.

El problema con esto, creo yo, es que no podes dirigirte hacia ningún lado si aún no sabes hacia donde quieres ir. Y ni te cuento si no sabes ni donde estas. Ojo, no digo que ese sea mi caso. Pero si siento que me encuentro en un litoral, entre la orilla del mar y la arena caliente. No puedo accionar todavía, porque en mi todavía existen muchos ayeres. Anhelo la sensación de calma de volver de clases y ponerme a dibujar, aunque ya se que dibujar no me sale como cuando era niña. La tranquilidad de la calle de cuando vivía lejos de la ciudad, que en su momento me aburría, y ahora me tranquiliza. El tren y la nieve de Nagano, entre otras cosas. Así como también siento que ya perdí el contacto con muchas de las versiones que fui, y no deseo repetirlas.

“Las preguntas incomodas son las mejores”, también dijo mi papá ese día. Es verdad. Son maravillosas y son una mierda.

Ahora me encuentro en el litoral, pero con la mirada hacia el horizonte, que me pregunta si esta es la vida que quiero tener.

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En Pinterest, tengo una carpeta llamada “Aura dump”. Allí, me gusta guardar imagenes que me tocan en algún punto identificatorio. Son imagenes que me representan, o por lo menos me generan una sensación similar a la que me da la familiaridad que me tengo.

Las temáticas se suelen repetir; anocheceres o amaneceres de invierno. El sol. Mujeres y hombres. Piel. Lepidoptera.

Últimamente recurro mucho a estas imágenes, porque me recuerdan a esta epoca del año, fría y húmeda, pero agradable y tranquila.

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El otoño ha llegado, y ya es momento de usar abrigos <3

Últimamente no estoy teniendo mucho tiempo de vestirme tan producida como me gustaría. La facultad me esta tomando un montón de tiempo, y algunas veces estar todo el día maquillada y arreglada me cuesta un poco. Pero hoy hice un outfit con esta capa que me regalaron hace unos años, y me gusto mucho!

Estoy abordando los IDs de David Kibbe otra vez, y estoy entre Flamboyant natural y Dramatic Classic, creo que este outfit va mas por el lado de FN…

Anyway!

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Todos los años, para mi cumpleaños, me gusta escribir un texto reflexionando sobre lo que aprendí durante el año anterior, y compartirlo con mis invitados.

Hace unos días, me senté a pensar en qué aprendí durante el tiempo que tuve 22. Y, a pesar de que no soy capaz de disecar cada uno de los aprendizajes, pude encontrar un hilo conductor en varios de ellos.

A grandes rasgos, aprendí a que podes querer ser vista a toda costa. Podes desesperar. Podes crear una vision curada de vos misma para agradarle a todo el mundo. Y sin embargo, para aquel que el mundo es todo negro, tu cabello nunca fue azul.

En aquel momento, sutil e inesperado, en el que te desprendes del “Yo soy, desde los otros”, y comienzas a ser “desde tu propia persona”, ahi comenzaras a ser vista.

Ser vista corresponde un riesgo: no serás querible para todos. No serás perfecta. No tendrás, nunca mas, esa falsa sensación de control que te otorga el saber todo lo que el otro piensa, dice y desea sobre vos. Comenzaras a ser insultada por los demás a través de ser llamada “una desconocida”. Ser vista en tus momentos de inmejorable presentación, así como en tus momentos de imparable derrumbe.

Me gusta imaginarme como sere vista cuando sea una anciana. Tal vez me empiece a vestir de rosa todo el tiempo. Gastaría mi dinero en las cosas mas superfluas para los ahorristas fanaticos y para los alojadores del miedo de perderlo todo. No diría nada, cuando alguien me pregunte por mi opinion y no sea positiva. No le diría a nadie nunca que hacer. Le hablaría a las madres que van con sus bebes en el transporte publico y le preguntaría como estan ellas. Comería de pie, en silencio, mirando a la ventana. No iría a ninguna reunion a la que no quiero ir. También pienso en que an mis conocidos y personas mas cercanas, este comportamiento tal vez los sorprenda. Tal vez, debería empezar a vestirme de rosa ahora.

Por otro lado creo que no podría ser vista si no sintiera que, de todas maneras, aún seguiré siendo amada.

En este ultimo tiempo, el culto al individualismo nos ha llevado en parte a la cultura malsana del narcisismo, que esta tan omnipresente en nuestra sociedad. A menudo me sorprendo, cuando escucho todos los discursos de “tenes que poder solo”, “vos sos fuerte, porque lo hiciste solo”, “tiene buen caracter, porque hace las cosas solo”. El narcisismo fomentado por la retórica espiritual que presta tanta atencion a la superación personal individual, y tan poca a la practica del amor en el contexto de comunidad.

Este pasado año, aprendí a adoptar una ética de amor. Esto significa utilizar todas las dimensiones del amor (cuidado, compromiso, confianza, responsabilidad, respeto y conocimiento) en nuestra vida cotidiana. Solo podemos lograrlo con éxito, si cultivamos la conciencia. Ser consciente nos permite examinar críticamente nuestras acciones para ver que es necesario para que podamos brindar atención, ser responsables, mostrar respeto e indicar nuestra voluntad de aprender.

Mucha gente quiere que el amor funcione como una droga. Que les proporcione un subidón inmediato y sostenido. Pero cuando vemos al amor como la voluntad de nutrir el crecimiento espiritual propio o ajeno, revelado a través de todas esas dimensiones, el fundamento de todo amor en nuestra vida es el mismo.

Cuando abrimos nuestro corazón al amor, podemos vivir como si naciésemos de nuevo, sin olvidar el pasado sino viéndolo de una manera nueva, dejándolo vivir dentro de nosotros de una manera nueva. Avanzamos con la nueva idea de que el pasado ya no puede hacernos daño. Al aprender a amar, aprendemos a aceptar el cambio. Sin cambios, no podemos crecer. Elegir el amor, es elegir crecer en espíritu y en verdad, significa que al enfrentarnos ante la vida y la muerte, elegimos la vida. Cuando nos comprometemos con el amor verdadero, nos comprometemos a ser cambiados, a suplicar.

A ser vistos, a pesar de no ser siempre queridos. Y a ser bien mirados, aunque eso signifique cambiar.

Me acorde de un poema, escrito en las paredes de un orfanato en la India, que decía así:

Si sos amable, los demás pueden acusarte de motivos ocultos y egoístas. Se amable de todas maneras.

Lo que te tomo años construir puede ser destruido en una noche, construye de todas maneras.

El bien que haces hoy, puede ser olvidado mañana. Haz el bien de todas maneras.

La honestidad y la franqueza te harán vulnerable. Se honesto y franco de todas maneras.

Dale al mundo lo mejor que tienes, y puede que nunca sea suficiente. Dale al mundo lo mejor que tienes, de todas maneras.

En el análisis final, siempre fue entre vos y tu voz interna, de todas maneras.

Si pudiera pedirles que me regalen algo hoy, seria que llamen a alguien a quien amen y se lo hagan saber. Pero me gustaría invitarlos a salirse de lo tradicional. No llames otra vez a tu pareja a la que le dijste que lo querías 20 veces en los últimos 2 días. O a ese familiar predilecto que aloja todas tus melancolías. ¿Que pasaría si, en un acto de generosidad, le dieras tu amor a quien no lo recibe seguido, nutriéndolo?

El amor que das hoy, puede nunca serte devuelto. Ama, de todas maneras.

[delfisjournal]

Outfit de hoy!

Últimamente me está gustando mucho este conjunto. No sé si será lo monocromático, o el combo big shirt small pants. Anyway!

[delfisjournal]

Hoy llevaba mi botellita de agua en una tote bag, y cuando me di cuenta me había mojado la falda 😭

Pero bueno, autenticidad antes que nada.