desamor-y-control

[desamor-y-control]

De viejos y borrachos.

De viejos, ebrios y locos, están llenos los bares, de solitarios con el alma profundamente rota, y un poco mas quebrado el corazón, están llenos los bares...

De locos ebrios viejos babeantes, estan llenos los rotos bares y un poco mas las nocturnas calles rotas y orinadas llenas de solitarias almas...

De viejos locos babeantes por la ebriedad estan llenos los bares callejeros nocturnos y agrietados, rotos y rojos como sus corazones, como sus almas doloridas y manchadas...

De nocturnos viejos agrietados y doloridos, estan llenos los manchados, orinados, rojizos y callejeros bares, babeantes y sangrantes, como sus melancólicos corazones, como sus fantasmales almas pensantes...

De ebrios demonios orinados y doloridos que viven entre solitaias grietas nocturnas que en mi alma se forman, esta lleno mi callejero corazon babeante y sangrante, rojizo, roto, melancólico, que de bar usan.

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Cartas a Pablo...

(Carta 14)

Día inexacto / Abril (quizás) / 2007

Tenía 14 años, los recuerdos emergían como mariposas de su capullo tras un largo sueño letárgico, revoloteaban en mi memoria y me inundaban la mente, todo parecía nuevo nuevamente, y el dolor comenzaba a desempacar en mi cavidad craneal para instalarse de por vida entre los pliegues de mi cerebro, haciendo así emerger polillas negras y monstruosas que traían entre sus alas dolorosos recuerdos, le confesé a mi madre lo que tus hermanos me habían echo con total impunidad, como deslizaron su infame miseria humana, ente mis límpidas piernas infantiles de escasos 3 años...

Ella, mi protectora, ella quien me profeso su amor, ella quien sola me había criado, gritó, lloro y se revolcó de rabia en su dolor...

Me sentí apoyado y libre, me llene de confianza, de luz, mi esperanza fulguró y el valor me invadió con fiereza, decidí entonces exhalarte mis sentimientos, mis secretos y mis males cuando volviera a verte...

Te lo confesé a ti, te dije lo que tus hermanos con obvia malicia le hicieron a mi infantil cuerpo frágil, cuerpo que debías proteger con menos que tu amor y más que tú vida...

Me miraste indolente recuerdas?, y tu mueca fue indiferente, mis dolientes y tímidas palabras llenas de valor, no revolvieron ni estrujaron tu corazón, ni un solo destello de amor, o empatía escaparon de tus duros ojos...

Y solo atinaste a decirme con frialdad hiriente:

—Y que quieres que haga?, son mis hermanos...

Esas palabras se instalaron a vivir en mi cerebro, se anudaron a mi memoria, y echaron raíces en mi pequeño y frágil corazón adolescente...

Me sentí desolado, perdido, pues claro que tenía el apoyo de la mujer mas fuerte y valiente del mundo, que con amor y admiración llamo madre...

Pero me hacía falta mi padre, la figura a quien respetaba por temor, y temía por su ira, ira que más de una vez me agredio con pies, gritos, humillaciones y puños, que lastimaban mi piel, huesos y cuerpo, pero herían mi alma, haciéndome débil, enseñándome a temerle con pavor a los golpes independientes de quien vinieran, criándome como a un cobarde cuando deseabas con fervor a un hombre, o lo que tú frágil mente machista creía que era un hombre, pues a pesar de tener entre las piernas un órgano distintivo, siempre desee un abrazo, un beso o una caricia, rogando por dentro que me dijeras palabras de amor...

Esperaba que con esa ira y violencia desmedida que de tus ojos se desprendían, me defendieras, y voltearás el mundo de cabeza, que hicieras subir el el infierno desde las profundidades de la tierra, por obtener justicia, por amor a mi, tú hijo que jamás pidió lo que tus monstruosos hermanos le hicieron a mi alma, pues el cuerpo que tengo no me importa, solo es un recipiente que terminará por fenecer, pero el alma pura de la que era dueño, fue manchada con sus pérfidos líquidos corporales que corrían por mis puras e inocentes entrañas...

Solo espere amor, ternura y comprensión de tus brazos, un abrazo que abrasara mi alma con valor y calor que solo el amor más puro y desinteresado de un padre puede dar...

Tus hermanos me jodieron la vida, ahora tengo un trastorno y tengo que vivir en eterna agonía, sufriendo constantemente, añorando exhalar mi último aliento, deseando el esperado olvido del que solo los muertos son víctimas, intentando apaciguar a los demonios que me roen la felicidad y me carcomen el alma, a los demonios que ellos introdujeron en mi cuerpo con lascivas penetraciones, perdiéndome en una espiral de auto lastima y desprecio por mi mismo, consumiendo sustancias ilícitas para poder olvidar, para anestesiar mi alma, hundiéndome en mi propia miseria, y revolcándome entre mi orina y mis eses...

Tengo ahora Trastorno Límite de la Personalidad, Distimia, trastorno obsesivo compulsivo, y una asquerosa satiriasis, gracias a que tus dos hermanos eyacularon en mi mente, alma y corazón todos sus males...

No tienes la más mínima idea de lo que significa ser tu propio enemigo, no sabes ni un poco, que se siente temerle a tu propia mente, a perder el control, no sabrás jamás lo horrendo y vomitivo que es tener que lidiar contigo mismo mientras intentas luchar para seguir adelante...

No sabes cuanto desprecio mi persona, no tienes la mas mínima idea de cuanto añoro desaparecer de esta tierra...

Pero aun así, creo que te amo padre, viejo, Pablo, señor, no se ya ni cómo nombrarte, pues no te conozco más allá de lo que me han contado de ti, y lo poco que e logrado saber por tus cuerdas bucales o e adivinado con la poca convivencia de la que hemos sido víctimas...

Te amo Pablo, y no entiendo por qué, si jamás haz echo nada por mi, te amo y no se porque lo hago si jamás me haz defendido, te amo y me confunde hacerlo pues tú no me haz demostrado amor, quizás sea tu sangre que corre por mis venas, o quizás sea por que mi madre siempre me alentó a hacerlo, o quizás, y solo quizás, sea porque somos la misma persona en distintos cuerpos...

Como sea...

Te amo padre mío, te amo con la fuerza y el valor del que mi corazón se baña y mi piel suda, te amo como no tienes idea, te amo a pesar de todo...

Te amo padre aún cuando no sepa quien eres.

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David Cronenberg: La carne y el objeto.

1) El almuerzo desnudo y el inconciente freudiano.

Naked Lunch, o el almuerzo desnudo, es una película basada en una obra de Burroughs que no nos interesará.

El tema central gira alrededor del vínculo entre la adicción y la literatura. Sin embargo, tal vez sea preciso señalar que se trata de un tipo de adicción un poco anticuado, chamánico, podríamos decir. Es el estilo sesentista de relación con las drogas, que las concibe con cierto espíritu exploratorio, como puertas, como aperturas, para usar una imagen de la película: como un pasaje.

“Clase turista, lamentablemente”, se disculpa el monstruo lechoso que se lo pone sobre la barra de un bar a William Lee.

No vale la pena adentrarse específicamente en el tema de la adicción.

Pasaremos por allí sólo para señalar que Cronenberg utiliza el marco de consumo de drogas como acceso a cierta forma del arte, sólo para contrastar dos relaciones estrictamente privadas, subjetivas, con ese objeto evanescente, ese polvito amarillo que es, de hecho, un insecticida.

Es la mujer quien lo introduce como objeto. Su marido es un “exterminador” de insectos, y ella roba su instrumento de trabajo. Se lo inyecta en los senos, y tiene una relación de absorción perfecta con el insecticida. Son: ella y su objeto. Ella mata cucarachas con su aliento. El sexo es superfluo en relación al insecticida. Ella no se incluye a sí misma entre los adictos que no pueden acabar, ella es adicta al Insecticida: ella no “necesita” acabar.

Por otro lado está él, William Lee, el exterminador, cuyo lazo con el insecticida siempre es desconocido y ambiguo. El no participa de la satisfacción del insecticida. No goza, ni padece, ni siquiera parece tomar parte en la escena que protagoniza. Su vínculo con el polvo amarillo está siempre establecido en relación a la escritura.

Mientras sus amigos discuten acerca de lo genuino de la literatura, Lee se abstiene: “Escribir es una actividad demasiado peligrosa”, dice; por eso él se dedica a exterminar insectos.

El se niega a la escritura para tropezarse irremediablemente con ella. Y efectivamente será una aventura peligrosa. El también intenta resistirse a la adicción de su mujer, sólo para acabar tomándose el pasaje de una adicción mucho más incierta.

No importa si es el insecticida o el insecto lo que se inyecta en forma de un maloliente polvo de cien-pies.

No se sabe si es la droga o el antídoto. Para él no se trata de un objeto del que se goza, sino de una especie de interfase, de trasportador hacia algo otro.

Si hay algún mérito en la película de Cronenberg es el peso, la densidad con que instala la presencia de eso “otro”. Y eso se establece, se abre, fundamentalmente en el desconocimiento esencial y riguroso de Lee. Es en relación a eso “otro” que aparecen, primero la droga, como un transportador en el espacio, y luego la máquina de escribir, como un transportador enlazado, que transmite mensajes eficaces como órdenes.

Es interesante observar la estructura de eso “otro” en esta película.

El primer deslizamiento ocurre bajo la marca del desconocimiento.

Es su mujer quien es adicta al insecticida. Sin embargo, de pronto, él se encuentra alucinando un inmenso insecto en una seccional de policía. El insecto le habla de ella, the little woman, y de la organización. Ella es una agente, le dice, ni siquiera es humana, sugiere.

Se trata de un lugar: Interzone en principio, luego Anoxia. Un lugar de exilio.

El lugar en que los escritores escriben. Donde se refugia al asesino para que escriba el reporte del asesinato.

Es cuando se trata de un “otro” sitio que la droga toma peso como pasaje. Sin embargo, una vez allí, sólo se trata de escritura. Escritura obligatoria.

Pero ese sitio es también una organización clandestina: Interzone Inc..

Se desconoce su objeto y quien la dirige. Interzone está llena de espías como títeres, agentes secretos que ignoran que lo son, a quien o a qué obedecen, y quienes son sus aliados y quienes sus enemigos. William Lee es una pieza en un tablero que desconoce, movida según una lógica que desconoce.

Cuando se trata de La Organización, es la máquina de escribir la que toma peso bajo la figura del “contacto”. La máquina de escribir cobra vida, depliega la forma de un insecto torpe y lascivo que transmite mensajes e instrucciones de la organización.

Volveremos sobre esto, pero antes parece conveniente señalar una tercera forma de eso otro, que es también un amo. Un titiritero que despunta por momentos detras de la organización.

Este amo es un médico que se ha presentado y que se ha olvidado magistralmente. La película logra que el espectador padezca este olvido, esta falta de reconocimiento del nombre, junto con William Lee.

El amo es también el ama de llaves que esgrime un látigo y que sanciona a lonjazos el único esbozo de relación sexual que se produce en Interzone. Pronto se verá a esta ama arrancarse la piel para dejar aparecer la piel del médico debajo. Nada garantiza que esta sea la última piel del amo, su forma definitiva.

Y es en relación al amo que la droga vuelve a tomar su peso. Al amo, le interesa la adicción. El establece, impone la adicción.

Entonces, resumiendo, aparecen tres versiones de eso “otro”. 1) Como un lugar: el espacio mal demarcado de la alucinación, Interzone. 2) Como una organización omnipresente, cuya lógica inaccesible se expresa a través de las máquinas de escribir. 3) Como un amo: el propietario absoluto de la mujer, dueño de cualquier droga a la que se pueda ser adicto.

Tras el primer deslizamiento al mundo alucinatorio de los insectos, Willliam Lee accede a una región en la que sólo se obedece ordenes. Se parece extrañamente a los fenómenos de sugestión post-hipnótica con que Freud intenta acercar una aprehensión de la eficacia de lo inconciente.

El acto, incluso el acto más radical, aquí aparece a nivel del yo como absolutamente inmotivado. Obedece a ordenes dictadas por unos insectos desconocidos. Lee ejecuta esas ordenes en un filo muy agudo: desconoce y reconoce a la vez su rol de agente. Se trata de una rutina de viejos actores de feria, una escena repetida cuyo sentido se escapa por completo a sus protagonistas.

Todos los esfuerzos de procesamiento secundario se disuelven con un simple gesto disociativo en la narración. Los parapetos justificativos, los intentos de coartada, se caen en pedazos apenas se sugieren. Quién quiera imaginar que Lee mata a su mujer porque la encontró en la cama con otro hombre, deberá confrontar su teoría con la esplédida ausencia de los actores en el lugar de esos motivos.

Eso es, en cierta presentación, el inconciente freudiano. Si hay una voluntad que mueve al acto, es una voluntad ajena al actor. Si hay algo pavoroso en la película es la absoluta irresponsabilidad de Lee, sujeto pasivo de sus actos, limitado expresamente a escribir reportes de la ejecución de sus órdenes.

Sin embargo eso no es todo. Lee está limitado a escribir, es cierto. Pero eso equivale aquí a decir que está confinado a hacer gozar a esas máquinas de escribir. Esto es literal. Estas maquinas que se vuelven insectos (bichos muy bien hechos dicho sea de paso), se ponen a exigir presión sobre sus teclas, dictan sus mensajes a través de bocas anilladas que se contraen como esfínteres, que lo llaman como vaginas. Solicitan obscenamente ser satisfechas por los dedos de Lee.

Lo que ha sido suprimido aquí es el desconocimiento de la eficacia de eso otro. Y el resultado es que Lee se niega a hacerse cargo de todo. Sus actos le son ajenos, no es suya la voluntad que está en juego. No es él quien goza de la escritura, ni del insecticida, ni del polvo de cien-pies; es la máquina de escribir, o bien la mujer, quien goza. No es él quien formula lo que escribe. William Lee se presta, es él el objeto en relación a eso otro.

Esta es toda una aprehensión de lo inconciente. E implica una posición subjetiva dificil. El destino de esta trama está ya no Interzone, la zona intermedia donde la alucinación ofrece su almuerzo desnudo. Sino en la anoxia.

Y en el franqueo de esa frontera termina la película: Welcome to Anoxia.

I’m an insect who dreamed he was a man, and loved it. But now the dream is over. And the insect wake.

2) La Psicoplasmática de Cronenberg.

R.H. Giger, que adora firmar como R.H.(+), dibuja de manera escalofriante la carne. La maquinaria orgánica para ser más presisos.

Por supuesto que no se pueden obviar la estética y las premisas punk, pero Giger va a todas luces, más allá. Organos metalizados, atornillados, que supuran su humedad brillante, tejidos irrigados por un sistema capilar que late y tiende al óxido.

Esta irrupción de la carne degradada a máquina es hipnótica. Produce cierta suspensión, cierta simple fascinación.

Croneneberg en cambio, pasea por el campo de la degración de lo humano con una soltura increíble. No sólo en relación al cuerpo, pero empecemos por ahí, por el final.

En su remake de “La mosca”, su científico loco se enfrenta en su invento de la teleportación a un problema que sólo logrará resolver en el campo de lo sexual. Algo en ese encuentro sexual lo hace saltar de la cama gritando: “Flesh, ¡poetry of flesh!”.

Su descubrimiento es tal vez un poco ambiguo. Acaba de descubrir la poesía de la carne. Su propia incomprensión de la carne.

Su límite técnico está en eso. El, y por tanto su máquina, se han obstinado en interpretar la carne, en traducirla. Y ella se les resiste. Se trata de reproducirla, de vaciarla, de transcribirla en el sentido más ilusoria, es decir, de trasladar su escencia intacta y fuera de todo sentido. Ese es la clave que le permitirá manejar la “poesía de la carne”. Se trata de reemplazar la la interpretación por la reproducción, y el monumental cuerpo de Goldblum estará listo para convertirse en mosca.

Giger, que también parece haber accedido a esa “poetry of flesh”, a cierta transcripción de la carne, también parece estar a punto de salir volando con un zumbido para posarse en un trozo de carne putrefacta. La mutación está al acecho.

En esa clase de intentos siempre parece estar al acecho. La reproducción perfecta y minuciosa, maníatica, de un trozo de tejido vaginal, de pronto, con un cambio de luminosidad imperceptible, se convierte en una compleja y gélida maquinaria, lubricada y amenazante.

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Carta a la ausencia:

Ya no hay camino que recorra tu pasado, tan solo cicatrices de batallas por ganar, el tiempo dice quien se quedará a tu lado y quien dará la vuelta para nunca regresar, toda persona tiene su forma de amar pero pocas con amor y solo queda soñar, lo que daría por llenar este lugar con el tacto de una flor y ls música del mar.

-(pure negga - cnv sound vol. 14)-

Querida ausencia, quiero contarte que ah sido de mi y que acontece en mi diario vivir.

Te contaré que me volví alcohólico, me detesto, detesto el alcohol y un tanto más el cigarrillo...

Hace unos días, me encontraba ebrio, y como broma del "destino" un amigo llegó a mi morada con unas cuantas cervezas y una sorpresa, como siempre no me hice esperar y revele lo que sus tenues intentos por ocultar la verdad escondían...

2 cervezas más y cocaína...

Bebí hasta casi desvanecerme en alcohol... Eh inhale o esnife cocaína, me sentía todo un malandro, me sentís como en una película de el padrino...

¿Si ell estuviera aquí que me diría?

¿Me regalaría?, ¿Me daría un abrazo un beso y se derrumbaris en un río de lágrimas?, ¿Tal vez me daría un sermón?... Nunca lo sabre...

Te cuento más sobre mí...

Hace tiempo adopte por completo la pintura, mis lienzos son pedazos de manta, playeras viejas y jeans rotos, mis pinceles son todo lo que me permita esparcir pintura...

No uso oleos, ni acrílicos, uso pinturas textiles...

No pinto personajes de cómics o series famosas, pinto mis propios dibujos o auto retratos, de los cuales ninguno se parece a mi.

Últimamente eh dibujado y rayado mis paredes con gises y lápices...

Aunque no eh echo gran cosa y mucho menos eh pintado mi opera magna, no pierdo la esperanza de algún día correr con la suerte de van Gogh o Baudelaire.

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Los cigarrillos perdieron su efecto, la magia de los desvelos y las largas páginas de libros viejos ya no saben a emoción...

Talvez incluso el tinto barato se torne aburrido uno de estos días.

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Y entonces...

Ahí estaba yo, al fondo de una fiesta, ebrio y solo, intentando no parecer un jodido manojo de inseguridades y depresión...

Sonriendo a todo el que pasara.

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self portraits

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Stuck In Love (2012)

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Mi ausencia o la tuya...

No vale recordar errores, sólo dime si no te busqué hasta el cansancio, antes de saber que no volverías a mis mensajes...

Me olvidaste, y yo simplemente me perdí en la ausencia de tus sueños no cumplidos...

Capricho...

asi título este texto para luz celeste.

( para que me escondo, si mis sentimientos siempre estuvieron claros )

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CARTA

Las cicatrices en la piel son imborrables.

te lo digo yo que amanezco y te miro en ellas, Parece que fuesen el dibujo de tu alma y  así como sin mas alternativa me siguiera a donde vaya.

me preguntan en la calle. ¿Qué te pasó ahí? y yo en mi mente respondo que me pasaste vos, pero sólo digo nada y sigo caminando.

Cada que me acuerdo me toco la piel, y es como si la sangre, el momento, el final de todo, me flasheara la mente.

He visto a otras personas rayandose la piel. y me aterra, porque es como si estuvieras sonriendo en esa linea roja ajena.

Y no sé que hacer porque estos días tan fríos saben a ti, me congelan los huesos y pienso en noviembre.

Ayer en el parque después de ensayo tuve un colapso, sólo podía ver sangre en mi mente, dolor, dolor y a ti dándome la mano, como quien dice va a salvarme.

Hace un año que pasó todo, el dia de hoy del año anterior estabas cuidándome, rozándome el alma, meseandome en la luna hasta que pudiera descansar de tanta tormenta, también hace un año me dejaste, no digo que fueramos algo, pero después de eso, lamento haberte perdido, haber perdido un pedazo de mi.

Te sueño de luna en luna y amanezco atemorizada, siento que un dia vendrás por mi vida y me ahogaras con tus manos finas y de espuma de mar, las mismas que temo me asfixien hasta mi muerte. y es que es muy buen final para alguien como yo.

entonces entenderías lo que es cargar con un alma en los brazos.

supe que me escribiste el otro día, me mandaste el poema que te compuse y me pregunté ¿por qué demonios me escribes? desde ese día, te dedico un minuto de mi tiempo, donde tomo aire y te maldigo por no volver.

cuando estoy sola egoístamente quisiera estar contigo, suelo recordar como fumabas cigarrillo, ebrio, tapándote la cara con el cabello, me dolía resto verte así. pero ahora, ahora mismo amaría verte en esas. Te ves como la maldición de cualquiera y tú mismo estuvieras esperando al diablo en tu cama.

No olvido todo lo que nos prometimos y sé que las promesas son atemporales, duran segundos cuando quieren durarlos pero en ese mismo mundo de atemporalidad te imagino conmigo, haciendo el amor, estallandonos en todo lo que no pudimos estallarnos.

el resto del día no te pienso.

no diré que muero en tu ausencia,

jamás pensé que sería tan fácil vivir sin ti

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By Elsa Bleda

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Pietro Boselli photographed by Giampaolo Sgura for V Man. Pietro wears shirt Prada

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