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Ares, prepotente, que combas los carros con tu peso, de casco de oro, portador de escudo, salvador de ciudades, armado de bronce, de fuerte brazo, infatigable, poderoso por tu lanza, antemural del Olimpo, padre de la Victoria de una guerra justa, auxiliar de Temis, dominador de los enemigos, caudillo de los hombres más justos, portacetro del valor, que haces girar el círculo de ígneos resplandores del éter entre la costelación de las siete estrellas: oye, aliado de los mortales, dador de la robusta juventud… Himno homérico a Ares
Ares
Hijo de Zeus y Hera, Ares era originalmente dios de la tormenta y la tempestad; pero perdió su sentido original en un primer periodo, y más completamente que en el caso de la mayoría de los otros dioses; el carácter con el que se presenta es exclusivamente el de dios de la confusión y de las tormentas en los asuntos humanos; dios de las guerras terribles, de la salvaje confusión y la contienda en la batalla. De todos los dioses superiores era el más fiero y terrible y se complacía con el sacrificio y el asesinato. Ares tenía menos importancia de la que se podría esperar, fundamentalmente porque representaba los aspectos más brutales de lo bélico; la locura de la batalla, matanzas y contiendas que se entablan por el mero placer de la violencia. Parece que su nombre se originó como una antigua palabra que hacía referencia a guerra o batalla, y podía virtualmente ser considerado como la belicosidad personficiada. La valentía disciplinada y la caballerosidad no eran asunto suyo. Se le representaba bajo una luz poco halagadora desde el tiempo de Homero, en tanto que lo desdeñaban otros miembros olímpicos. Su propio padre, Zeus, lo consideraba el más odioso de todos los dioses que habitan el Olimpo, ya que no le agradaba otra cosa más que las disputas, la guerra y el asesinato.
Ares nunca evolucionó como dios de importancia social, moral o teológica, y contrasta fuertemente en este aspecto no sólo con Apolo, sino también con Marte latino, con quien fue identificado en el culto grecorromano. Esto se debe al hecho de que Marte ejerce funciones en la agricultura además de la batalla, sin que se tenga claro cómo llegó a asuimirlas.
Ares vivía en un territorio virgen, tal como le corresponde, al norte de Tracia, que se destacaba por sus habitantes belicosos y guerreros. En la Ilíada, sale de Tracia cuando se une a la batalla, y vuelve rápidamente allí en la Odisea después de ser descubierto en adulterio por Hefesto. Sin embargo, no está claro que fuera realmente un dios de origen tracio, tal como se ha supuesto generalmente.
Los atributos de Ares eran una lanza y una antorcha ardiente, como, según costumbre antigua, llevaban sus sacerdotes cuando avanzaban para dar la señal de batalla al ejército contrario. Los animales como sus símbolos eran el perro y el buitre, los visitantes constantes de los campos de batalla.
Ares es retratado como un carnicero y un demente, no como un guerrero valiente con autocontrol y por ello, sin duda, se lleva la peor parte de los encuentros bélicos. Diomedes lo hiere en la Ilíada, como se ha dicho, con ayuda de Atenea, haciéndole gritar tan alto como nueve o diez mil hombres junto en batalla y huir hacia el cielo. La misma Atenea lo trata con cierto desprecio en la batalla que tiene lugar más adelante en el poema, derribándolo de un golpe con una gran roca. Se burla de él por haber pretendido comparar su fuerza a la de ella. Se oucpa de la batalla con los mortales más de lo habitual para los dioses, e incluso se le representa en una ocasión quitando la armadura de un guerrero griego caído.
En la Ilíada, Ares cuenta con varios camaradas que lo acompañan en la batalla, incluida Enio (saqueadora de ciudades), la deidad femenina de la guerra que en algunos casos se presenta como su madre o hija. Aunque Enialio no es más que un epíteto de Ares que aparece en Homero, a veces se encuentra como un dios distinto en fuentes posteriores. Seguramente fue una figura muy antigua, puesto que su nombre ya aparece en las tablillas micénicas. Fue venerado en el culto de varios lugares, de manera especial en Esparta, donde su estatua se mantenía encadenada para asegurar que nunca abandonaría a los esperanos y los niños solían sacrificar cachorros ante él antes de la lucha ritual en la festividad de las Platanistas. En Roma, se le identificaba por lo general con Quirino, un antiguo dios que ejercía funciones marciales, mientras que a Enio se le identificaba con Belona. También acompañan a Ares en la Ilíada varias personificaciones: su amiga y hermana Eris (Disputa, hija de Noche y madre de muchos hijos poco interesantes en la Teogonía), Deimo y Fobo (Pánico y Miedo), Cidemo, personificación del alboroto y la confusión en batalla, y Ker (espíritu mortífero), cuyo manto está manchado de sangre humana.
Según la Teogonía de Hesíodo, Ares fue padre de tres hijos con Afrodita, los antes mencionados Deimo y Fobo, y una diosa de carácter muy diferente, la agraciada Harmonía, que se convirtió en esposa de Cadmo, rey de Tebas. Ares estaba asociado a Afrodita desde tiempos remotos tanto como amante como en el culto. Para la historia de Homero sobre cómo Hefesto, aquí presentado excepcionalmente como su esposo, humilló a la pareja al atraparlos juntos durante uno de sus encuentros. Simónides y otros autores posteriores sugieren que Afrodita también engendró a Eros con Ares. Tan a menudo como a Poseidón, se consideraba que Ares era un padre adecuado para héroes de naturaleza sanguinaria o belicosa, tal como Diomedes de Tracia y Cicno, dos notables adversarios de Heracles, o Tereo de Tracia, que violó y mutiló a su cuñada. En términos generales, cualquier héroe guerrero podría ser descrito como descendiente de Ares.
Aunque Homero tiene mucho que decir sobre Ares, especialmente en el libro V de la Ilíada, a partir de entonces rara vez aparece en los relatos míticos, ni siquiera en situación de guerra y masacres. La única historia en la que tiene un papel importante es en el mito fundacional de Tebas, puesto que su fundador, Cadmo, mata al dragón sagrado de Ares (al que incluso se describe como su hijo en algunas versiones) y tiene que apaciguarlo antes de poder fundar la ciudad. Una vez reconciliados, el dios ofrece a su hija Harmonía en matrimonio a Cadmo, aunque en algunas fuentes su furia es duradera. Por otro lado estaba estrechamente asociado con las Amazonas como su dios principal y como padre de algunas de las más destacadas (o incluso de toda la raza). Se dice que dio su nombre al alto tribunal del Areópago de Atenas después de presentarre ante él para ser juzgado por asesinato en el primer juicio que se celebró allí.
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