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Carta a mi niña interior
Jessica:
A lo largo de tu vida, has demostrado tener mucha fuerza para recibir aquello de lo que la mayoría huye porque duele o es difícil.
No sé cómo pudiste enfrentar tanto cuando eras niña y adolescente sin ninguna de las herramientas que has encontrado en el mundo que te brindan alivio.
Cuando pienso en ti, te veo como un huevo virgen, frágil y vulnerable que busca desesperadamente sobrevivir y, además, encontrarle un sentido a la vida (si es que lo hay).
Recuerdo cuando acostada en la cama, imaginabas que la Jessica del futuro te visitaba para decirte que en algún momento tu vida sería diferente.
No puedo regresar, pero tengo la intención de hacerte saber, de algún modo, que, aunque la felicidad no será el objetivo de tu existencia, sí tendrás convicción y serás libre.
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Evasión
Tuve que reflexionar mucho para poder escribir este texto. Antes, hubiera ordenado, por cronología o rango de importancia, a todas las mujeres con las que he estado. Sin duda, cada una de estas historias tendrían drama y finales trágicos, sin embargo, hace poco, muy poco en realidad, me hice consciente de que mi herida es más profunda de lo que encubren estas anécdotas lésbicas de amor apasionado. Y la razón es que las mujeres y mi carrera académica han sido mis pretextos favoritos para evadir (sin alivio) el dolor que mis traumas de la infancia me generan.
Para empezar, fue muy natural para mí reconocer que me gustan las mujeres, las encuentro mucho más atractivas que los hombres con barba, olor a sudor y cuerpos cuadrados. Como usted sabe, yo viví una historia solitaria durante mis primeros años de vida; pero cuando logré tener amigos, encontré más cálida la compañía femenina que la masculina. Supongo que es común sentir más empatía con personas del mismo sexo, pero en mi cabeza, tal vez por mi costumbre compulsiva de inventar historias y establecer diálogos introspectivos largos y complejo; asumí que el lazo entre mi amiga y yo era más íntimo del permitido y del que ella sentía en realidad por mí.
Es muy común que uno, siendo lesbiana primeriza, se enamore de sus amigas, sin atisbos eróticos o sexuales. Nunca estuve con un hombre porque nunca me llamaron la atención, así que nunca experimenté con ellos, ni un besito siquiera para ver qué se sentía.
Es gracioso cómo dudo constantemente sobre quién soy y, sin embrago, tengo la suerte de encontrar muy rápido lo que me gusta sin necesidad de conformarme o experimentar algo nuevo una y otra vez.
Mis primeros amigos llegaron a mí por ser la niña lista del salón, es decir, después de dejar de ser estúpida por fin hice lazo social con otro. Esto implica que las amigas de las que me enamoraba, se acercaban a mí porque las podía ayudar en algo, y luego se acostumbraban tanto a mí que nos volvíamos una. Todo el salón nos veía a ella y a mí como una dupla inseparable, pero después de concluir el año, era fácil que cada una encontrara un sustituto.
Si tuviera que aislar las características de las mujeres por las que he desarrollado un sentimiento fuerte con el fin de establecer categorías sin llamarlas por su nombre, diría que hay dos tipos: las que me usan y las que me absorben: las primeras saben que no quieren quedarse conmigo, pero están un rato porque les gusta. Las segundas no tienen duda de querer estar conmigo, pero lo desean tanto que me devoran.
Desde niña, he tenido la sensación de ser usada y en parte es porque no sé poner límites, lo doy todo al grado de quedarme vacía. De por sí, siento que no tengo mucho que aportar, así que la mujer que me gusta, merece lo poco que pueda darle, que es todo.
Casi no noto la existencia de nadie, hasta que me buscan y muestran interés por mí. En la escuela, por ejemplo, me enfoco tanto en las teorías y la filosofía, que pocas veces recuerdo el rostro de la gente, pero pasa muy a menudo que, debido a que destaco en clase, se acercan a preguntar mi opinión particular sobre un tema. Ahí es cuando las noto y nace mi interés por ellas. Tengo la teoría de que ellas se acercan a mí cuando ya identificaron que les gusto porque me coquetean bien cabrón; yo les sigo el juego, me gusta sentirme deseada y provocarlas, pero más temprano que tarde, todo degenera porque cuando por fin consiguen mi atención, se cansan de mí.
En realidad, no soy exigente y no tengo altos estándares para descartar prospectos amorosos, he estado con morenas, blancas, bajas, altas, atléticas, gorditas, intelectuales y pragmáticas. De hecho, me suele gustar la mujer más básica del mundo, de esas que son tan básicas que a todo mundo le gustan.
Las que me usan, llegado este punto, salen conmigo conservando la ambigüedad para que siga con ellas sin que sientan un compromiso; mientras que las que me absorben, me buscan a tal punto que ambas caemos en un juego de codependencia enfermizo. La ambigüedad de las primeras me saca de quicio y cuando esa incomodidad me pone al límite, me vuelvo grosera con ellas hasta que dejan de disfrutar esos momentos que les doy y se van, me han cambiado por hombres tantas veces… La mayoría de estas mujeres, que de hecho es el patrón más recurrente que he tenido, se asumen heterosexuales o en el mejor de los casos bisexuales, así que es común que me mantengan escondida y me cambien por un hombre, o tal vez siempre lo tuvieron y yo estaba ahí, implícita. Yo nunca las busco, tengo la idea en la cabeza de que yo no busco a nadie, se los digo y se los confirmo con actos después de que se largan.
He tenido pocas experiencias con mujeres absorbentes, pero son con quienes más duro en una relación y es así porque cuando huyo, me buscan… suelen ser cariñosas, pacientes y exigente. A diferencia de las anteriores, ellas juran que somos la una para la otra, he escuchado tantas veces eso: reconocen que soy un ser diferente a la mayoría, de hecho, hay una especie de admiración por mis características singulares (¿será ego?) y dicen que ellas (y sólo ellas) las entienden y las aman. Por lo que he notado, las absorbentes no saben estar sin pareja porque poco después de que terminan conmigo, buscan a alguien más con quien puedan durar años.
Yo sé que es dogmático generalizar a todas las mujeres de mi vida en estas dos categorías porque implica sistematizar la pluralidad y diversidad de las personas, más allá de hablar sobre ellas, estoy dando cuenta de los patrones que he identificado en mí.
Cuando una historia de amor termina, siento de verdad que me muero, que me duele el alma, incluso que la vida no tiene sentido… Hoy me duele una, pero recordándolas en orden descendente y cronológico, admito que ese mismo dolor, profundo y punzante lo he sentido con todas, así que debe haber algo antes de la primera que me rompió el corazón a tal punto que busqué materializar la cura de este dolor en las mujeres y mi carrera académica.
Es más fácil considerar que mi corazón está roto por alguien que por el desprecio de mi padre y el descuido de mi madre. Es más tolerable pensar que mi dolor se aliviará si vuelvo con una o intento tener una buena relación con otra que obligar a mi padre a que me reconozca y me demuestre amor.
Ya no quiero que mis relaciones sean verticales y no quiero asignarle mi dolor a las mujeres con las que he estado, me gustaría reconocer que este dolor viene de otro lado (supongo que de uno relacionado con mis padres, pero no lo sé). Quisiera sentir que si alguien me acompaña, ella nada tiene que ver con este patrón culero que repito una y otra vez como un animal lujurioso con sed de amor y cariño.
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Ojalá algún día hablemos de vacíos y de silencio, de todo eso que no existe y que es mentira. Daniel Alberto Freites (arg)
Las palabras no hacen el amor
hacen la ausencia
Si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
en esta noche
en este mundo extraordinario
silencio el de esta noche
lo que pasa con el alma es que no se ve
lo que pasa con la mente es que no se ve
lo que pasa con el espíritu es que no se ve
¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades?
ninguna palabra es visible
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Aviso:
Hace poco, el blog El Metalenguaje cumplió 10 años. Abrí este espacio para compartir con ustedes las líneas personales, íntimas, ramificadas en mi cabeza que encuentran alivio cuando quedan plasmadas en un texto.
Muy pocas veces veo señales de mis lectores, probablemente, porque no ha sido mi prioridad comunicarme con ustedes, incluso, todavía no estoy segura de que alguien en el mundo reciba mis "esto" que digo.
Escribo cuando me surge la necesidad, entonces hay periodos en los que no hay nada y otros en los que han salido uno tras otro.

Si alguien ha leído alguno de mis textos, hágamelo saber. En todo caso, yo quiero compartirles una foto mía para quienes no me conocen puedan, por fin, ponerle rostro a estas líneas que dicen más de mí de lo que usualmente le presento a la gente en la vida cotidiana. Un saludo y ojalá den señales de vida. Au revoir
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Desaprender a martillazos
No sé cuidar de mí porque nadie me enseñó, a cambio de eso, aprendí a ejecutar al pie de la letra las ordenes que me dan, a cumplir con lo que se debe, a procurar entregar el mejor trabajo posible y a sacrificarme para alcanzar metas difíciles. También sé cuidar de otros, aunque lo hago mal y con pesar, pero lastimosamente no sé cuidar de mí. No sé, a pesar de que he tenido que resolver mis problemas sola, aunque me resisto a pedir ayuda porque no quiero ser un estorbo. En todo caso, resuelvo problemas y me aguanto, pero no cuido de mí. Soy capaz de soportar frío, hambre, sueño… puedo dejar a un lado mis deseos profundos para alcanzar una meta o cumplir con alguien, pero asumo que eso es lo opuesto a cuidar de mí.
Hoy, quiero cuidar de mí y creo que la mejor manera de hacerlo es admitiendo mi pluralidad y buscar el equilibrio de todo lo que soy sin cercenar nada, aceptar incluso aquello que se contradice. Para empezar, es necesario resolver las necesidades básicas sin aguantar: ni hambre, ni frio, ni sueño. Creo que los antojos o caprichos se pueden sacrificar, pero tampoco todo el tiempo porque vida solo hay una y las metas siempre terminan siendo decepcionantes si cuestan tanto.
Tengo consciencia de todo esto, pero no sé cómo cambiar porque he sido así durante mucho tiempo. Según lo que dices, después de la consciencia sigue el desaprendizaje, la pregunta es ¿cómo desaprendo?
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Sobre el saber
Siento una gran satisfacción cuando sé algo. No uso el verbo aprender, aunque es gramaticalmente correcto y suena mejor, porque mientras que, el primer verbo se manifiesta en un chascar de dedos, el segundo se gana de manera progresiva, después de que uno se pone disciplinado y le prestar atención al detalle, ejercicio para el que, cabe destacar, soy muy buena.
Se puede saber de distintas maneras, pero para una persona como yo, torpe y tímida, la forma más cómoda es a través de los libros. No tuve acceso a los libros hasta que salí de la secundaria porque mis padres no me inculcaron el hábito de la lectura, pero gracias a algunos profesores, descubrí que conversar con los autores me daba consciencia de dimensiones del mundo que sola no podía ni imaginar. Los libros poco a poco deformaron y formaron mi visión sobre lo que existe y lo que no. Me gustó tanto la sensación que se hizo compulsivo, pues, yo sola, sin ayuda de nadie, podía descubrir lo que quisiera.
Es verdad que incorporé a mi pensamiento las voces de grandes sabios que dedicaron su vida entera a generar, después de mucho trabajo, gotitas densas de conocimiento… Pero me olvidé de que existen otras muchas maneras de saber sobre el mundo.
Como casi no hablo, descubrí que otra manera es escuchar pues la gente que parece común, al igual que los grandes sabios que escribieron libros, es una fuente de conocimiento y muchos de ellos están dispuestos a compartir lo que son, sienten, piensan…
También se puede saber viajando. Yo viajé sola por primera vez a los 21 años y me animé porque una amiga viajera despertó en mí la necesidad de recorrer el mundo. Hay otros modos: probar comida que ofrecen otros climas y otras culturas; ver la producción cinematográfica de otros países; escuchar el sonido de tambores hechos con un caparazón de tortuga; visitar una pirámide indígena e imaginar el estilo de vida de esos pueblos; leer un poema de Charles Baudelaire; sumar o promediar la información de una base de datos con 10 mil filas.
En todo caso, sentirme incómoda por una experiencia desconocida no resulta tan desagradable si a cambio sé algo que antes no. Existen muchos modos y quisiera experimentarlos todos sin que uno le gane al otro. No quiero elegir un camino por comodidad ni olvidar por descuido que existen otras maneras. Dicha conclusión me genera ansiedad, frustración y ganas de vivir. Ya veremos.
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Sobre la incertidumbre
El obsesivo enfoca su mira en un objetivo y le da vueltas, una y otra vez al asunto, para determinar al menos 10 caminos, cada uno con un nivel diferente de dificultad, que le permitan alcanzar su meta. La necesidad de control y la fascinación por el objeto deseado hacen que la incertidumbre se conciba como una sensación terrible de fracaso, angustia y miedo, muy parecida a la experiencia de caer en el fondo de un agujero negro. En todo caso, es lógico que el obsesivo huya de la incertidumbre y prefiera abrigarse bajo el ala de la tradición y la costumbre. Pese a ello, es necesario recordar que la incertidumbre, así como provoca incomodidad, trae consigo gratas sorpresas. El ser humano, y sobre todo el obsesivo, cuenta con una imaginación pobre que se extiende gracias a lo que brinda la incertidumbre.
Según Edgar Morin, existen dos tipos de ignorancia: la ignorancia que tiene alguien que no sabe, pero quiere saber y la ignorancia que tiene alguien que cree que el conocimiento es un proceso lineal y acumulativo en el que se avanza hacia la luz donde antes había oscuridad. Para el autor, la segunda acepción es peligrosa, pues, el investigador que se la apropia, avanza con pasos agigantados bajo la confianza de distinguir con nitidez lo claro de lo oscuro, sin reconocer que la luz produce sombras. Esa seguridad fundamentada en una ilusión, le permite ejercer el poder que le concede un dogma disfrazado de saber verdadero. Por otro lado, desde el paradigma de la complejidad, se asume que para conocer algo es necesario partir del seno de la ignorancia, la incertidumbre y la confusión, por lo tanto, para dedicarse a la investigación es preciso generar un músculo que le permita al investigar caminar permanentemente en la oscuridad y la incertidumbre
Resulta imposible encontrar una fórmula univoca que permita evadir la incertidumbre, por eso, hace sentido que Morin nos recomiende generar musculo con el fin de aceptar lo que sea que llegue. Al fin y al cabo, nuestra misma existencia es un acto de, entre otras cosas, el azar pues, como dice Cornelius Castoriadis, "ni la política democrática en los hechos, ni la filosofía en las ideas pueden evidentemente suprimir aquello que, desde el punto de vista del ser humano singular o incluso de la humanidad en general, aparece como el azar radical, haciendo así que haya ser, que éste se manifieste como un mundo, que en este mundo haya vida, en esta vida haya una especie humana, en esta especie una cierta formación histórico-social y en esta formación, en tal momento y lugar, de un vientre entre millones, aparezca ese pequeño trozo de carne que berrea y no otro".
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Espirales
Heráclito dijo:
“Lo diferente está unido, y de las diferencias resulta la armonía más bella. El dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, hambre y saciedad. Y muda como el fuego. El hombre, como una luz en la noche, se enciende y apaga”.
La primera vez que hablamos, te confesé que estaba cansada de que mi vida girara alrededor de un círculo vicioso. Tú me respondiste que trabajaríamos para que este círculo se convirtiera en una espiral.
Una espiral es una línea curva que nace en un punto, pero que se aleja progresivamente de él. Asumo que lo dijiste porque el objetivo de la terapia es que yo, siendo auténticamente yo (sin mutilación y negación), tome decisiones conscientes y me haga responsable de ellas, en lugar de que sea la inercia la que genere movimiento.
Varios autores que apelan a la transdisciplina usan la espiral como símbolo de la complejidad pues representa el movimiento de capas constitutivas y sucesivas que guardan distancia una de la otra y que no tienen fin.
Con respecto a símbolos que parecen una espiral:
Varias culturas antiguas utilizan la vírgula como símbolo del discurso. Si se presenta una vírgula, por ejemplo, en un códice, esto quiere decir que el hecho registrado se caracterizó porque en él se llevó a cabo un acto comunicativo performativo y complejo.
En matemáticas, algunos creen que la proporción aurea es intrínseca a la naturaleza, la cual se relaciona con la sucesión de Fibonacci, en la que cada elemento se conforma por la suma de los dos anteriores, hacia el infinito.
En este momento de mi vida, experimento el hecho de que sigo tendencias que podrían ser consideradas esenciales, es decir, se mantienen inmutables, casi permanentes, pero, viéndolas desde esta perspectiva, con la complejidad que las constituye, las acepto, las incorporo a mi vida y me hago responsable, es decir, son una espiral en lugar de un círculo.
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Autoexigencia
Sylvia Plath dijo lo siguiente:
Yo necesito una vocación y sentirme productiva, pero me siento inútil, una ignorante. ¿Cómo voy a lograr seguir escribiendo si siento que tengo un alma tan insignificante, banal y sórdida? ¿Por qué no soy lo suficientemente presuntuosa para disfrutar de lo que logro hacer y no temer nada?
Mi mamá dice que, si voy a hacer las cosas, las haga bien o mejor no las haga, creo que se debe a que cuando se enfoca en algo, le dedica su vida entera a eso a costa de que el resto de los aspectos de su vida estén subdesarrollados. Pero a mí, además de que me enseñó con el ejemplo, tal vez por ser la mayor, me repitió constantemente lo siguiente: “tú eres la punta de la lanza, Jessica y si das en el centro, tus hermanos no tendrán más que remedio que seguirte��.
Desde niña, todo me salió mal y terminé por refugiarme en la soledad y la imaginación. Supongo que, si sobreviví, el mecanismo de defensa cumplió su objetivo, pero, en algún momento mi refugio perdió eficacia y busqué un modo para dejar de ser invisible, lo encontré: destacar en mis estudios. No sé cómo empezó, recuerdo que cuando lo intenté no fue tan complicado y me apropié de la ideología de mi madre: la del sacrificio.
El cambio fue discontinuo, a ratos dejaba todo y me convertía de nuevo en una carga: sola… imaginando otras realidades… Fue así como asocié la idea de desacelerar el paso con el fracaso ya que cada vez que integraba a mi vida algo nuevo y me desconcentraba, pasaba a ser, de nueva cuenta, una decepción.
Ahora que soy consciente de que la realidad es compleja, incluida yo que soy pluralidad, me cuesta no tener en la cabeza la idea de que nada bueno puede salir del ocio, la no explotación y el avance acumulativo que simula progreso…
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Sobre el ser
Es una lástima que, en la escala social de los tiempos modernos, el valor del ser se determine a través del tener. Ojalá fuera tan fácil encontrarle sentido a la existencia como conseguir dinero. De ser así, los millonarios podrían comunicarle al mundo cómo se siente la plenitud. A propósito de lo anterior, el capitalismo exige que la acumulación fluya hacia el infinito, lo cual permite que se prolongue la sensación del deseo sin que haya un límite que obligue al sujeto a chocar con pared para que se detenga y cambie de dirección.
El dinero es una llave de acceso y no un destino. No se puede negar que con dinero el ser puede disponer más fácilmente de los medios necesarios para que intercambie fuerzas con objetos, sujetos, experiencias, lugares, momentos, entidades, creencias, ilusiones, hechos, recuerdos, anhelos, sueños… pero no es suficiente para encontrarle sentido a la existencia como tampoco lo sería, en aislado, la inteligencia, el amor, la libertad, la justicia, la familia, los títulos, la belleza.
El ser humano es plural y tiene la capacidad (a veces latente, pero inactiva) de conocerse a través del otro, pero para lograrlo hay que reconocerse insignificante, faltante, vacío, inacabado, dispuesto, abierto, vulnerable. El ser humano prefiere fingir que está lleno porque acumula lo que tiene y quiere más de lo mismo, se siente suficiente, absoluto, por lo tanto, incompetente para relacionarse con otros. En todo caso, es lo que tiene y nada más.
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El soberano y el verdugo
No se ha perdido todo. Con esta voluntad inflexible, este deseo de venganza, mi odio inmortal y un valor que no ha de someterse ni ceder jamás ¿cómo he de tenerme por subyugado? Ni su cólera ni su fuerza me arrebatarán nunca esta gloria: humillarme y pedir gracia doblada la rodilla y acatar un poder cuyo ascendiente ha puesto en duda, poco ha, mi terrible brazo.
No tengo afinidad con mi familia y creo que nunca la he tenido. Si hubiera sido hija única, tal vez, habría llegado a la conclusión de que mis papás son así por esencia, sin embargo, como tuve hermanos y cada uno se fue con su cada cual, me tocó saber que la que no cabe aquí soy yo.
Esta segregación me dio la oportunidad de crearme a mí misma, no porque yo quisiera, tuve que volar del nido sin tener plumas. Dicha osadía me hizo chocar una y otra vez contra el suelo y aprendí a planear a base de putazos.
He caminado por el mundo a tientas y a bastonazos, no conté con ningún referente que me facilitara las cosas. Lo bueno de esta soledad y rechazo es que he tomado las decisiones que me salen del corazón, sin que nadie me sugiera un camino.
En el ánimo de ejercer mi soberanía, me convertí en mi propio verdugo y no quiero ser tan severa conmigo, tal vez, aprendí a vivir sola e incomprendida porque me sostuve de rituales estrictos y autoexigencias muy elevadas que fundamentaran el hecho de que estoy apartada del mundo. Siento que si no soy tan estricta conmigo voy a caer en la vida compulsiva y la irresponsabilidad de la gente que me repugna.
La ideología basada en el sacrificio y el bien mayor me ha hecho soportar condiciones infrahumanas, ya no quiero ponerme metas difíciles para vivir en la tensión del goce porque no siento que valga la pena desperdiciar mi vida por obtener algo que al final me termina decepcionando ¿Cómo puedo?
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Reducción
Mi hipótesis es la siguiente: a falta de instintos que le permitan sobrevivir, el ser humano crea su propio mundo a través de signos. Un signo es una representación. Una representación cumple dos condiciones aparentemente contradictorias, por un lado, posee al menos una propiedad del objeto y, por el otro, excluye al menos una propiedad del objeto. Siguiendo esta lógica kanteana, sujeto - objeto surgen simultáneamente, es decir, a pesar de que se acepta que el conocimiento es enteramente subjetivo, no hay conocimiento (puro) sin objeto.
A partir de las premisas anteriores, Clifford Geertz define la cultura como un patrón de significados transmitidos históricamente, incorporados en símbolos, un sistema de concepciones heredadas y expresadas en forma simbólica, por medio de las cuales los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actividades en relación con la vida. Esto quiere decir que es a través de la cultura, y no del instinto, que el ser humano vive, pues habita un mundo creado por sí mismo. Además de esto, el ser humano, a diferencia de los animales, sabe que es mortal y que un día ha de morir.
Según yo, son estos dos puntos los que nos separan del resto de las especies: ser capaces de crear y saber sobre la propia mortalidad. A pesar de esto, en el mundo actual, el ser humano pierde la consciencia de que es creador de su propio mundo y olvida que un día morirá, se deja guiar por la señal, el más sencillo de los signos y retorna a un estado animal cuyo motivo de existencia es la sobrevivencia y el dominio.
A lo largo de la historia, ha habido gente que rompe con la tradición para fundar sobre de ella una nueva manera de interpretar y hacer las cosas, pero estoy convencida de que estas personas son una minoría.
Arthur Schopenahuer escribió: "No he escrito para la multitud...Dejo una obra para los individuos pensantes, que a medida que pase el tiempo llegarán a ser raras excepciones. Sentirán lo mismo que yo, o experimentarán lo que siente un náufrago en una isla desierta, que halla mayor consuelo en las huellas de un semejante que ha sufrido su misma suerte que en todas las cacatúas y macacos que encuentre en los árboles"
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Campo abierto
Michel Foucault plantea que los científicos sociales prestan mucha atención al plano temporal, pero muy poca al plano espacial que condiciona a los fenómenos. Por esta razón, guardamos como tesoros los grandes acervos discursivos que generan los historiadores y que representan la memoria colectiva de cada pueblo.
Cualquier investigación social desarrolla al menos un capítulo contextual en el que se expone la historia que llena de significado una práctica social aparentemente mecánica. El espacio, por otro lado, es un asunto más de geógrafos a quienes se les relaciona más con climas, tipos de especies y vegetación, pero no con culturas.
El científico social por lo general reduce la complejidad del espacio a una coordenada que le permite delimitar su objeto de estudio con fines prácticos, la cual es impuesta, la mayoría de las veces, por una autoridad a la que le conviene que los lugares se dividan de una determinada manera.
Yo creo que Michel Foucault tiene razón: es necesario estudiar cómo se establecen los límites a partir de ciertas prácticas sociales y sentidos que circulan al interior y exterior de ellos. Me parece fascinante el concepto semiosfera de Yuri Lotman porque alude al espacio y al movimiento que pone en acción todo lo que es de un modo (o modos) en lugar de otro (u otros) y que es la verdadera causa por la que nada es igual a lo largo de la historia. En pocas palabras, el autor plantea que los espacios son importantes porque en ellos fluyen, se estiran y se crean (recrean) los signos.
En todo caso, siento que uno de mis más grandes pesares es la imposibilidad, o tal vez .mi incapacidad, de encontrar espacios que me arropen y que yo no rechace. No hallar un espacio propio me ha conducido a vivir en una profunda soledad, por lo tanto, todo se mantiene quieto y en constante repetición, ya que, si no hay espacio tampoco existe el dinamismo, es decir, la posibilidad de compartir.
Y ya sé lo que usted está pensando: no se trata de encontrar un lugar sino de construirlo, pero cómo se puede construir si uno está sólo y pareciera que todos piensan del mismo modo menos uno. Esto me lleva a pensar que existen dos caminos entre los que debo elegir uno: intentar pensar como los demás para construir algo o construir por mi cuenta aceptando la carga que eso implica (tal vez la locura y la soledad). Ojalá existan otros caminos, alguno que no sea resignarse a la sublimación.
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Decálogo sobre alguien que no existe
“Amar es dar lo que no se tiene a quien no es” Jacques Lacan
Reconozco que mi falta soy yo y, por lo tanto, tener consciencia de lo que es, me permite existir, es decir, constituir mi propio ser (indeterminado). A partir de esta falta puedo identificar, aunque apenas parcialmente, lo que quiero y no es negociable.
A continuación, se presentan estos puntos de mayor a menor grado de trascendencia:
1) Quiero que me escuchen: tengo sed y hambre de que me escuchen de manera activa, que le den importancia a los temas que me interesan, pero que también haya retroalimentación.
2) Quiero sentirme identificada: no quiero alguien que sea un espejo, pero me gustaría encontrar a una persona cuyas referencias me permitan sentirme comprendida a tal punto que exista la posibilidad de generar diálogos prolongados sin que uno tenga que arrastrar al otro.
3) Quiero que me quieran: necesito ternura y cariño expresado de manera incluso redundante porque soy tan torpe y tengo tan poca sensibilidad para reconocer estos gestos que si no son explícitos y reiterativos no los identifico.
4) Quiero mantenerme independiente: A pesar de que los puntos anteriores son los más importantes, es indispensable que me brinden la libertad para tomar distancia y tiempo cuando sea necesario.
5) Quiero compartir y construir una familia: Me gustaría elaborar proyectos de vida a partir de una relación horizontal.
6) Quiero comprensión y paciencia: yo sé que no es fácil aguantarme ni tener paciencia con este proceso de cambio que apenas inicio y que me va a llevar la vida entera.
7) Quiero admirar a esa persona: me gustaría que tuviera la pasión y la disciplina necesaria como para elaborar proyectos creativos que materialicen lo que su corazón le dicta.
8) Quiero que esa persona me brinde paz cuando no pueda controlar mi ansiedad y angustia: yo sé que no es su tarea y que es algo que yo debo trabajar, sin embargo, hay personalidades que, dada mi condición de ansiosa-obsesiva, me generan más estrés, mientras que otras, por coincidencia supongo, me tranquilizan.
9) No puedo lidiar con el desorden, la irresponsabilidad y el valemadrismo: quisiera tener el poder de que todo me valga verga, pero lastimosamente no lo tengo. No puedo establecer una relación estrecha e íntima con las personas que sí cuenta con dicho poder así que prefiero una que tenga su vida en orden, sea responsable y equilibrada.
10) Me gustaría estar con alguien que esté viviendo su proceso de sanación y consciencia: creo que ya no podría estar con alguien que sigue absorbido por sus problemas psico- emocionales y que no tiene la mínima intención de cambiar, de reunir herramientas para ser consciente ni de aceptar los retos que implica ser y actuar de manera diferente.
Todo esto viene de mi necesidad y mi falta, nadie está obligado a cumplir con esto, sin embargo, reconozco que si alguien tiene estos puntos gracias a su particular forma de vida, coincidiría con lo que he ido buscando errante por el mundo.
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Sobre la consciencia
En la serie Inuyasha, el villano Nakaru controla la mente de Kohaku, el hermano de una de los personajes principales, y lo obliga a ser su matón personal. Para empezar, Kohaku asesina a toda su familia y a cualquiera que Nakaru le asigne. Así sucede, hasta que Kohaku tiene breves periodos de consciencia que entorpecen su tarea como matón, por lo que Nakaru decide devolverle la consciencia, es decir, le quita el embrujo con el que lo hizo su esclavo y lo hace recordar todo, incluido cuando mató a su familia. Nakaru no puede con esa carga y decide por cuenta propia someterse a Nakaru a cambio de no recordar nada.
En la película matrix, Cypher traiciona a Morfeo porque, aunque sabe que todo lo que vive la gente está controlado por la matrix y es una mentira, antes prefiere vivir con la ilusión que le proporciona tranquilidad y satisfacción que con la realidad aplastante.
En el mito de la caverna, cuando regresa el prisionero a contarle a sus compañeros que todo lo que han visto son sombras y no la realidad, ellos lo tiran por loco y lo matan.
Me he encontrado con personas que afirman que son conscientes de que todo es una mierda, pero que, si ya de por sí el mundo vale pito, entonces les queda el consuelo de buscar y mantenerse en el privilegio porque nadie quiere estar en las patas.
Supongo que tener consciencia duele porque la realidad cruda, fría y cruel atraviesa el pensamiento, el corazón y el alma y terminas por volverte loco, por eso resulta lógico que la gente se refugie en la ignorancia y las ilusiones.
Tener un leve grado de consciencia tampoco implica que las cosas sean diferentes, esto significa que, si uno de cualquier forma no puede cambiar nada, resulta menos doloroso fingir que no sabe. Además, está el asunto de la soledad: hay una sensación de soledad que se da, no necesariamente porque no haya nadie al lado. Carl Jung dijo: “de niño me sentía solo, y todavía me siento así, porque sé cosas e insinúo cosas que otros parecen no conocer y la mayoría no quieren saberlas”.
A pesar de todas las dificultades, me he arriesgado a tomar consciencia porque creo que es el único modo en el que las cosas se pueden hacer diferentes. Esa es la diferencia entre un humano y un animal o un objeto ¿no? Victor Frankl dijo que entre el estímulo y la respuesta existe un espacio. En este espacio se encuentra nuestro poder para elegir la respuesta. No sé si sea lo mejor, pero tengo fe en que sí. Además, no sé si uno pueda retornar al estado anterior, finalmente cuando uno ya sabe que algo es una ilusión provisoria el consuelo pierde chiste.
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Sobre el ser y la nada
Los autores dicen muchas cosas sobre el ser: Cornelius Castoriadis, mi filósofo favorito, considera extraordinario que en este mundo haya vida, en esta vida haya una especie humana, en esta especie una cierta formación histórico-social y en esta formación, en tal momento y lugar, de un vientre entre millones, aparezca ese pequeño trozo de carne que berrea y no otro.
No sé quién soy, pero durante toda mi vida, desde que tengo uso de razón, he intentado responder esa pregunta a través de todos los recursos que tengo a mi alcance.
Si lo pienso a profundidad, es casi un acto de magia existir, quiero decir, no me alcanza la imaginación para reconstruir la sucesión de todos los momentos que fueron necesarios para yo ser/aquí/ahora, en lugar de otro o nada.
Y, de cualquier forma, supongo que no necesariamente soy un producto neto del azar radical; Emmanuel Lévinas se coloca en un plano pragmático y asegura que el yo, no es un ser que permanece siempre el mismo, sino el ser cuyo existir consiste en identificarse, en recobrar su identidad a través de todo lo que le acontece. Perspectiva que me parece interesante, pero que me aterra debido a la incertidumbre que implica la indefinición.
Tanto el esencialismo como el existencialismo tienen ventajas y desventajas, así como argumentos sólidos y burbujas de aire que están ahí para rellenar los sin-sentido. Yo soy porque pienso y por lo tanto existo; Yo soy yo y mi circunstancia; Yo soy lo que hago con lo que hicieron conmigo; Yo soy lo que hago para cambiar lo que hicieron de mí….
Todas estas reflexiones me atormentan, al punto de llegar al delirio; quisiera que las voces que hacen estas preguntas retóricas se callaran porque sólo me afligen, sin contar que no las puedo compartir porque a nadie le interesan, lo ven hasta patético u ocioso.
Quisiera saber quién soy, pero no sé, no sé si algún día lo sabré y no sé si debería tomarle tanta importancia a esto. Desde hace algunos meses, decidí ponerme en primer lugar, empecé a poner límites; he intentado ser sincera y me esfuerzo por romper con los patrones que me condicionaban la vida, pero ha resultado más difícil de lo que pensé porque siento que en cualquier momento voy a caer en el comportamiento compulsivo que me resulta familiar.
Me da miedo perder lo bueno que he conseguido, pero también me da miedo frustrarme por hacer lo que creo que debo hacer en lugar de lo que quiero hacer. Confieso que he llegado a envidiar a los demás porque parece que para la gente vivir es algo natural y para mí un tormento con breves momentos de satisfacción y plenitud…
Me quedó claro que más allá de separar lo verdadero de lo falso, lo lógico de lo absurdo y lo bueno de lo malo, la mejor postura que puedo tener es la de ser sincera, incluso si esa sinceridad implica contradicción, egoísmo o renunciar a algo valioso que conseguí a base de mucho esfuerzo.
Sólo tengo una pregunta ¿Cómo puedo separar tanta heterogeneidad? Porque sinceramente, me vuelve loca y me angustia.
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Teoría del caos y el aleteo de una mariposa
Ryszard Kapuściński identifica dos tipos de periodistas: el que se parece al campesino porque se queda en un lugar para hacerse especialista y ver desde distintos ángulos de visión el mismo tema y el que se parece al marinero porque cambia constantemente de escenario para escribir sobre cualquier acontecimiento que se le presente. Yo soy ambos: un marinero que siembra en una maseta en su barco o un campesino soñador que mientras ara la tierra se queja de la quietud de su pueblo.
Pese a que soy una rebelde, un salmón que va contra la corriente, las cosas que más me cagan son el caos y la contradicción, le tengo mucho apego a mis costumbres y me cuesta aceptar el cambio, no me gusta. Me fastidia que mis planes se desvíen porque algo no sucedió como lo esperaba (ingenua).
En mi cabeza lo sistematizo todo: días que tengo que ir al gimnasio, cantidad de páginas escritas que debo avanzar, lunes y jueves son días de limpieza, la cantidad de dinero que debo ahorrar para comprar una casa y le he llegado a asignar una fecha en el calendario al día que debo terminar una relación. Nadie es más exigente conmigo que yo misma y parece que soy una rebelde muy tradicionalista.
Los obsesivos compulsivos interpretamos el mundo con el signo que también decodifican los animales y los robots: la señal porque el símbolo integra cualidades polivalentes y lo que tiene el potencial de ser muchas cosas a la vez no permite ser controlado sólo se improvisa.
En algún momento de mi vida tuve que aprender a controlarlo todo para sobrevivir: aprendí a callarme, a cumplir el rol de mi mamá, a ser buena estudiante… Paradójicamente, el caos, la ambigüedad y la contradicción me obsesionan: cuando alguien me quiere y no me quiere, cuando algo está bien y mal, no me voy, me quedo ahí, intentando resolver el acertijo.
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