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SOPHIE TURNER behind the scenes of St-Germain Sip Into Something Fresher Campaign (2025)

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"Es... raro." Con los brazos cruzados, la pelirroja caminaba por la tienda con más calma y atención de lo que solía hacer. "Y no tiene mucha gracia, la verdad. Quitarle el último par de zapatos a alguien era parte de la diversión," declaró, en esa peculiar mezcla de sinceridad y bromeo que caracterizaba a Zoe. "Incluso cuando no eran de mi talla." Tomó un largo vestido de día de una de las perchas, presentándoselo a la contraria instantes después. "¿Qué te parece?"

"Jamás había visto este lugar tan vacío" comentó, avanzando por los pasillos de Tiros Largos Moda, que se encontraba casi sin clientes esa mañana. Suponía que era producto del temor sembrado por la nueva ley. El pueblo también era una imagen solitaria e incluso algunos negocios se habían negado a abrir. "Al menos no tendré que pelear con nadie por una blusa" intentaba encontrarle gracia al asunto porque claramente no le quedaba nada más.

― para zoe con @euphememoon

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"¡Eh, sí que es una agenda ocupada!" La pelirroja no permitiría nunca que su amiga no viera lo difícil que era todo lo que hacía. Y sobre todo, importante. "Yo nunca podría hacer lo que haces. Debes acabar agotada todos los días." Por eso apreciaba momentos como estos, donde ambas podían desconectar y pasar un buen rato juntas. Miró el local con diversión y esa sonrisa que, en el mejor de los casos, siempre indicaba problemas. "Creo que voy a emborracharme." Y tras esa declaración, sujetó el brazo de su amiga con más fuerza, mientras con la otra abría la puerta y se adentraban en el interior.

Paseaba su vista entre su amiga y el camino ( ya que una de las dos tenía que ir pendiente por dónde caminaban y no parecía que la pelirroja fuese a hacerlo ). Soltó una carcajada– Pues comprar e intentar que la poción no explote me parece tan relevante como, ¿encontrar la cura para una enfermedad de dragón, fue lo que dijiste? –comentó con gracia. Se encogió levemente de hombros– Ya sabes, el café y Nymphadora más que nada. Esa es mi ocupada agenda –respondió– Dora además ha estado haciendo magia accidental, lo normal con la edad claro, pero ya veo que un día de estos voy a encontrar mi casa entera patas para arriba... ¡Oh, ya estamos aquí! –se interrumpió, al reconocer el local.

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La aparición de Lestrange tras las puertas del Ministerio fue suficiente para alterar aun más a las masas. La gente, enfurecida y descontrolada, trataba de encontrar respuestas en cualquier persona que saliera del edificio. Y Betty odiaba la competición. "¡Fuera... de... mi... camino!" Utilizando el poder de sus codos y (en alguna ocasión que no reconocería nunca en alto) alguna que otra patada de su bota, la joven reportera consiguió abrirse paso hasta la primera fila, donde inmediatamente comenzó a hacer uso de su papel y pluma. "Bien... «Rabastan Lestrange, abrumado y probablemente desinteresado... contestó a las preguntas con un seco... 'yo qué sé'»..." Después de escribir lo comentado, elevó la cabeza una vez más. "¿Algo más que añadir?" Esperaba que lo siguiente fuera un poco más elocuente.

Una larga letanía acompañada de lágrimas y pañuelos lo abordaron al salir del Ministerio de Magia. Debió aparecerse directo en su mansión, pero el deseo de estirar las piernas se esfumó pronto. La población mágica estaba consternada por las medidas tomadas. Pero, ¿por qué se lo decían a él? —Yo qué sé. ¿Acaso no hay un módulo de informes por ahí? —Exclamó, fastidiado, cuando le preguntaron qué podían hacer al respecto sobre la nueva ley. Tampoco sabía porque acudían al Ministerio con una duda tan ridícula. Eso no cambiaría nada.

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Se había esforzado tanto en sus insultos... ¿y qué recibía? ¿Puro desdén y desinterés? Y peor incluso... ¿mejores insultos que los suyos? Ugh. Apretó el puño, tratando de calmar la rabia que el contrario conseguía sacar de ella con simplemente su presencia. Intentó, también, suavizar lo que sabía se trataba de una mueca de enfado. "Mi vida... ¡Ja!" Chasqueó la lengua. Contrólate, Betty. No. No iba a caer en su juego sucio e infantil. Ella era mucho más... madura. Sí. Aferrándose a este nuevo atributo de su persona, sus siguientes palabras fueron mucho más calmadas que antes. Condescendientes. "Mi vida es muy interesante. Y más honrada y decente que la tuya."

Su ceja se alzó con desgano mientras escuchaba a la contraria, que hablaba sin pausa como una cotorra desbocada. En su mente, Augustus se preguntaba cuánto más tardaría en callarse; cada palabra que salía de los labios de Braithwaite se le antojaba un monótono 'blah, blah, blah' sin orden ni sentido. "Vaya, Braithwaite, deberías considerar seriamente dejar el periodismo y dedicarte a la comedia. Aunque, claro, dudo que encuentres un público con la paciencia suficiente para escucharte más de un minuto." Su mirada se deslizó con desdén por el rostro ajeno, esperando que intentara replicar, solo para tener el placer de interrumpirla. "Pero entiendo tu impulso de inventar pequeñas teorías... Supongo que cuando la vida propia carece de interés, mirar la de los demás resulta entretenido." Su tono era suave, impecablemente controlado, pero cada palabra estaba cargada con un veneno meticulosamente dosificado.

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Las respuestas eran de todo, menos interesantes. Trató de no rodar los ojos, comprendiendo a la perfección lo que trataba de hacer la joven. Ella misma también usaba el arte de la diplomacia a la perfección cuando le convenía. "Bien. Perfecto," esto lo dijo entre dientes, fingiendo escribir las respuestas que, evidentemente, no le servían para nada. "Eso es todo... ¿espero?"

No, no la iba a pillar. "Intento entender ambos lados. Es decir, una medida así se habrá tomado con precaución y después de haberse sometido a mucho debate. O, al menos, eso es lo que todos esperamos de nuestros políticos." Comenzó a decir, mostrando una sonrisa tan falsa como sus palabras. Sabía perfectamente cómo eran los políticos, algunos la sobornaban para pasar información falsa en su programa de radio. "Pero si las restricciones están afectando a familias, a niños..." hizo hincapié en la palabra, como si le doliera realmente. Y no es que no le importara, es que simplemente su negocio lo hacía más. "Pues bueno, los responsables deberán hacerse cargo de estas consecuencias. Solo quiero paz para todos."

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La sonrisa forzada no desaparecía del rostro de la reportera, que notaba el nerviosismo ajeno y pretendía aplacarlo... o al menos no sufrir las consecuencias de este. "Lamento mucho que pienses así..." Comenzó diciendo, tratando de calmar los ánimos. "Yo lo llamaría ser objetivo. Y a veces lo que leemos no es de nuestro agrado... pero la objetividad nunca suele ser agradable, ¿no?" Este era el discurso inculcado a todos los reporteros de El Profeta... palabras que ya sabía de memoria. Y a pesar de que cada le costaba más repetirlas, todavía seguía haciéndolo.

– ¿Equívoco? –repitió, conteniendo el enojo que realmente tenía. Angela era inteligente, sabía que debía controlarse por más difícil que fuese en ese momento ( y por más que claramente ya había perdido los estribos )– ¿Qué término usarías tú? –instó– No, no, yo sí quiero entrar en ese debate, adelante –agregó, sin dar su brazo a torcer. No sentía que fuese necesario que diera su opinión. Era clara.

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La situación de aquel jugador, humillante como era, consiguió brindar una genuina sonrisa en el rostro de Emma, algo que no ocurría con regularidad. "Ridículo," declaró, resumiendo a la perfección lo que sentía ante aquella historia. "Tengo entrenamiento en dos días. Seguro que mis compañeros saben algo y seguro que la historia es peor de lo que nos imaginamos." Estas cosas siempre solían serlo. No pudo evitarlo, rodó los ojos. "En fin," continuó diciendo, mientras encogía un hombro con delicadeza, "deberían vetar a esta clase de personas. Nos dan mala imagen." Y el quidditch era un deporte con jugadores respetables... la mayoría, al menos. Desgraciadamente, Vanity podía nombrar a unas cuantas personas sobrantes incluso en su propio equipo.

"Supongo lo hizo porque no soportaba no ser el protagonista del momento" bufó con burla, considerándolo hilarante. "No le bastó con ganar la copa, quería opacar a todos sus compañeros" ni siquiera lo vio en vivo, afortunadamente, más escuchó la transmisión y la situación simplemente le pareció ridícula a no más poder. "De hecho..." Aether se enfocó momentáneamente en su reloj de mano, un destello de dientes se asomó por la comisura derecha de sus labios. "Escuché que su prometida aceptó frente a todos, pero fue tan humillante para ella que al final se negó cuando estaban a solas" lo cual era divertidísimo si se lo preguntaban. Suspiró. "Tremendo imbécil" opinó. Se había enterado en medio de una misión de Lord Voldemort, después de que se deshicieran un grupo de sangre sucias. Su compañero, uno de los jugadores del equipo perdedor, se lo contó.

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La contraria parecía no querer apartarse... ni darse por vencida. Un brillo peligroso de rabia contenida podía verse en la mirada de Emma, aunque intentaba ocultarlo todo con una fría sonrisa. "Mmh. Tómatelo como quieras. Solo era una pequeña recomendación. Sugerencia, incluso." Encogió un hombro ligeramente. "¿Subestimar? Para ello tendría que tenerte en cuenta, aunque fuera un poco. Solo eres una pequeña piedra en el camino," declaró. "Fácil de pisar." Para demostrar sus palabras y su evidente amenaza, a pesar de no llamarla como tal, la jugadora chocó su hombro con el contrario, abriéndose paso por sí misma. "Bien. Ahora, si me lo permites..." Se giró para observar de nuevo a Olivia, esta vez separadas por unos pasos. "Voy a dejar las cosas claras a la dueña de esta tienda."

Olivia soltó una risa seca, sin una pizca de humor. "¿De verdad estás amenazando con tu fama, Vanity? Qué original." Chasqueó la lengua, negando con la cabeza como si la decepción fuera genuina. "Pensé que ser buena con una escoba requería un poco más de cerebro, pero veo que me equivoqué." No se movió un centímetro, ni mostró señales de incomodidad; al contrario, parecía disfrutar de la tensión. "La dueña sabe perfectamente quién soy. Y también sabe que los ídolos caen más rápido que los precios del día después de Navidad." Su tono se mantuvo firme, sin alzar la voz, pero cada palabra fue más afilada que la anterior. "Así que haz tu llamada, tu numerito, o tu monólogo si eso te hace sentir poderosa. Pero te advierto, Emma…" Inclinó la cabeza apenas, con una sonrisa que no alcanzaba los ojos. "No me subestimes solo porque no salgo en los posters."

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“I started reading everything and watching as much as I could just trying to understand this character. I was like, ‘I don’t know how I’m going to relate to this person.’ But when I just brought it down to our scripts and took it scene by scene, she is — up to a point — a very normal girl who’s been through some horrendous things. I didn’t think that I could relate to her, but I definitely could get behind her and have empathy for her.” — HANNAH DODD

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Lenore observaba con atención sus guantes plateados. Había conseguido estos en una tienda muggle de segunda mano hacía ya algún tiempo y eran la clase de accesorio 'antiguo' que siempre recibía miradas extrañas por parte de otros. Mientras tanto, conversaba con el muchacho. "Todavía puede hacer cosas peores..." Murmuró en su usual y tranquillo tono de voz. Quizás era demasiado realista, aunque ella prefería definirse como sensata. Frunció el ceño en un gesto de seriedad. "De hecho, me temo que peores cosas van a suceder." Elevó su cabeza, ladeando esta instantes después para observar al contrario. "¿Qué dice sobre los castigos?"

"¿Entonces piensan detener a cada persona que tenga el menor contacto con un muggle?" Arrugó el ceño y dejó de lado el periódico, pensando que esto, claramente, estaba dirigido al desastre. El establecimiento estaba tan vacío hoy que se encontraba leyendo El Profeta en una esquina con Lenore a su lado. "Creo que esto es de las peores cosas que ha hecho el Ministerio" opinó.

― para lenore con @euphememoon

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Lenore se había mantenido callada todo este tiempo, caminando y observando con tranquilidad toda la tienda. Era precisamente la clase de actividad que le gustaba, sobre todo por la calma que había en el lugar. Elevó la mirada cuando escuchó la voz de la chica, ofreciendo una pequeña pero tímida y reservada sonrisa. "Me gusta más el último," respondió cordial pero, como siempre, un poco distante. "Un perro con un gorrito de fresa..." Esto último lo murmuró para sí misma.

Era el tercer gorro que cosía esa tarde. No habían tenido ningún cliente ese día y Glenda estaba tan atareada con todo que estaba tejiendo a una velocidad desmedida. "¿Crees que esto le quede a un perro?" Estaba pensando en adoptar uno, simplemente porque sí. Le mostró el pequeño gorrito a la única clienta que estaba ahí, esperando su opinión. "¿O este es mejor?" Y en seguida alzó otro en forma de fresa.

― para lenore con @euphememoon

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Caminaba hacia su puesto de trabajo cuando fue parada por aquel rostro conocido. La pregunta le resultó sorprendente, pues no se había imaginado aquel tipo de cuestión. Y es que ella conocía a muy poca gente. "Oh... lo lamento..." Nunca había sido muy buena en cuanto a interacciones sociales, demasiado acostumbrada a la soledad y su independencia, mas trató de, al menos, pensar en algo para poder ayudar a la contraria. Suponía que estaba en una situación difícil y a juzgar por su tono de voz, desesperada. Y a pesar de su poca relación con el mundo, Lenore seguía siendo una persona empática. "Puedo... puedo preguntar a mis vecinos." Dijo en un tono calmado y callado. Vivía ligeramente apartada de la ciudad, en un barrio pequeño y tranquilo. A su gusto. "O si lo prefieres... puedes colgar algún anuncio en la biblioteca donde trabajo..." Era la más grande de la zona y acogía a muchas personas a lo largo del día. Quizás podría encontrar respuestas ahí.

"Pff, no hay nada" murmuró por lo bajo, tachando la opción que creía había encontrado para mudarse. Rosalind bufó, escondiendo su rostro entre sus brazos. Con la nueva legislación se veía forzada a mudarse de la casa que compartía con su madre, el lugar que la vio crecer. No deseaba meterla en problemas, por eso insistía en buscar un nuevo sitio. Desgraciadamente no conseguía nada bueno. "Disculpa, ¿no sabrás de algún lugar donde estén rentando?" Desesperada preguntó a la primera persona que vio cruzar cerca de su mesa.

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"Mmh, deberías abrir tu propio restaurante entonces," comentó, mientras desaparecía por varias habitaciones para tomar todo lo necesario. Tacones, bolso... ¿qué más se le olvidaba? Bueno, confiaba en tener todo. "¡Prohibida la entrada con zapatos!" Declaró con gracia, mientras se acicalaba en el espejo de la entrada. "Y sí, es este. Pero promete no mencionar nada hasta pasado mañana," advirtió con una sonrisa divertida. "Pensaba en intentar que mañana comiera algo de verdura... y va a resultar imposible si escucha la palabra 'postre'."

– Suena bastante aburrido si no podemos ir descalzos –comentó, a la vez que también comenzaba a moverse para salir. Él mismo también debía ponerse zapatos y seguramente un suéter. Los días aún estaban frescos, como para salir solo con la camiseta de mangas cortas que traía puestas– ¿Este era el lugar que tenía ese postre que le gustó a Ernie, no? –preguntó, haciendo memoria. Si iban a traer sobras, lo mínimo era que también volvieran con algo para su hijo.

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"¡¿Entonces no piensas hacer nada?!" Quizás estaba demasiado alterada, pero no podía evitarlo: acababan de detener a uno de sus compañeros de trabajo por simplemente protestar. La obra, que seguramente sería postpuesta por unos días, ya no era lo importante. "¿¡Nadie piensa hacer nada?!" Todos se habían quedado mirando, prácticamente embobados con la escena. Ella había presenciado los últimos momentos, observando la espalda del actor mientras se lo llevaban. "¡Es completamente injusto!"

"No me mires a mí, yo ya ni soy auror."

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La escocesa bajaba los escalones de dos en dos, incluso de tres en tres. Le era imposible recuperar el aliento, pero no le importaba. Las circunstancias requerían una rapidez especial. "Yo... eh... sí... se podría decir que sí...", intentó responder a su pregunta mientras bajaba y bajaba, tratando de llegar a las celdas de su jurisdicción. "Aunque, ¿qué es mucho? Eso... eso también es un debate interesante, claro, claro... Uno puede considerar unos meses mucho y otro puede creer que dos años son poco..." Su voz salía entrecortada gracias al esfuerzo de los últimos minutos. Solo se permitió un respiro cuando llegó a la planta que quería. Aunque segundos después estaba buscando con prisa la llave para abrir las compuertas del lugar. "Yo soy de las que creo que... ¡Ajá! ¡Aquí están!" Sacó la llave del fondo de su bolsillo y la mostró victoriosa. "Lo que iba diciendo... yo soy de las que considero que trabajar cinco años aquí es un largo periodo de tiempo..." Añadió, mientras colocaba la llave en la puerta y giraba esta al menos diez veces. La seguridad en su planta siempre había sido su prioridad... por lo que estaba realmente molesta y preocupada dados los acontecimientos. "Suficiente para un ascenso, claro está... aunque mis superiores no creen lo mismo, ¿sabes?"

Llegaba a ser sorprendente la rapidez de la contraria, aunque claro, se trataba de una emergencia. Pandora trataba de seguirle el paso y, aunque sabía de la urgencia presente, no pudo evitar reír. Era divertido, emocionante. Bajó la velocidad hasta detenerse junto a la joven, acomodándose el cabello con las manos de forma instintiva, al tiempo que recuperaba el aliento– Okay –asintió con la cabeza, siguiéndola sin dudarlo– ¿Hace mucho trabajas con troles? –preguntó, genuinamente interesada.