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o-c-ane:

Sus facciones aflojaron la tensión, un tenue brillo asomó en sus ojos cuando reconocieron las orbes azuladas que poseía el príncipe de Escocia, su sonrisa apareció de nuevo — Ezra – Reconoció al contrario, no sabía de qué forma la tranquilizaba que fuera él quien la visitara en esos momentos, aún así no descubrió sus escritos por una suave inhibición a exponer que quizás, algunos de ellos, hablaban de él. Arrugó el entrecejo confundida, no había acordado encuentro con nadie en ese día, ni siquiera sus damas de compañía estaban invitadas. — ¿Qué? — Cuestionó casi ofendida por la pérdida o falta de información que estaba recibiendo — No esperaba a nadie, Ezra, estoy contenta de que hayas sido tú y no cualquiera — Confiesa sentándose un poco en diagonal para poder mirarlo un poco mejor — ¿Me buscabas? — Preguntó con más ilusión de la que debió haber utilizado, poco sabía medir su expresividad cuando se escapaba de su control. 

Por alguna extraña, embrollada y tonta razón, la alegría que creyó percibir rasguñando la despreocupación, y el posterior teatro de confusión y desentendimiento (mal actuado en su opinión, porque vaya sí es fácil encontrar reproches cuándo se observa con ánimos de confrontar), le molestó, significó la luz verde perfecta para exhibir y potenciar el malestar que sintió desde que el rumor llegó a sus oídos. Aún así continuó sonriendo, negando dos veces con el rostro a la vez que fijaba la vista en un punto que realmente no observaba, su mente no hacía más que preguntarse cuánto lugar más tendría la hipocresía—. No, ¿para qué te buscaría yo a ti? —soltó, respuesta casi instantánea— Solo te vi y me acerqué —pausa, y qué poca paciencia existía en su sistema. Más decidido volteó a mirarla:—. Entonces parece que la erré. Asumí que ya no escondías tus encuentros con Anton, dado que el rumor se propagó por todo el palacio y no hay motivos para que se escondan... me apresuré, supongo; pero la curiosidad me mata, tengo que preguntar —ahí entrecerró los ojos, como si realmente muriese por entender la contestación al siguiente planteo—, ¿lo ocultan porque la idea de citarse en sociedad no resulta tan atractiva? ¿encontrarlo al aire libre y bajo la luz del sol no te parece muy interesante? Porque si es así no te culpo, siempre me costó imaginarlo hilar más de dos frases seguidas.

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— Tranquila, eh —sin borrar esa sonrisa de los labios (la que nunca posee fuerza necesaria para mover dos comisuras, que se burla y al mismo tiempo contradice ante la ausencia de gracia, pequeña ventana a una pizca del vacío instalado quizá hace mucho tiempo atrás) se dejó caer rápidamente a un lado de la belga. Su intención al optar por acercarse había estado clara y le costaba dar rodeos cuando un pensamiento martillaba, en la decisión de la mirada podía notarse un particular interés brillando—. ¿Esperabas a alguien? —pero frenó cualquier tipo de contestación levantando su diestra, y como a punto de soltar un secreto se acercó:— No me digas, ¿ya se citan en el patio? El amor les hace perder hasta el último rastro de vergüenza, qué lindo. —y si quedaba alguna duda de dónde buscaba tocar, se ocupó de destruirla.

En lo que ocupaba su tarde, su mano escribía y deleitaba su cuaderno con más y más poesías o historias de como parecía mejorar su vida después del ataque. Tenía una nueva distracción ahora, no sabía como pero de pronto Ezra se había vuelto una persona tan…poco compatible con las primeras impresiones del mismo. Pensar en él le hizo aparecer una tonta sonrisa en los labios y tuvo que morder su labio inferior para bajar los humos de lo que le estaba pasando. A penas un ruido la sobresaltó, cerró su cuaderno de golpe y se levantó de su asiento, no perdía la paranoia porque no podía seguir estando tan desatenta a su alrededor — ¿Quién está allí? — Preguntó imponiendo la voz para que sonara más alto. 

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“Deprimente, irritante, molesto, innecesario, fastidioso... incómodo. Incómodo sobretodo.” terminó por decir, separando la vista de su teléfono celular (y la inexistente barra de señal que enseñaba) para finalmente observar al cantante. “¿Por qué no guardas la guitarrita para alguna noche de fogata? Estoy seguro de que algún idiota propondrá organizar algo como eso.” y desde ya, él no asistiría. 

-Que hago con mis labios si me ruegan tus besos, que hago con mis manos cuando suplican tu regreso, que hago con mis noches, que hago con mis días, que hago con tu esencia que se aferra a la mía…espera, no me digas, ¿demasiado deprimente para tu gusto? -.  

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        La gorra que reposaba en una de sus rodillas fue atrapada por un animal más rápido que cualquiera de sus reflejos. Observó a su alrededor instantáneamente en busca de sus guardias, pero parecían haberlo abandonado. Con movimientos bruscos se puso de pie (no sin antes arrojar algunos insultos para sí), y fue detrás del animal. Tras descubrir quién era el dueño y observar la escena que surgió, suspiró— Anton —sin emoción alguna pronunció aquello bajo la intención de que el otro príncipe se percatara de su presencia—. ¿Terminaste? —cuestionó, aunque los deseos de recuperar la aquel objeto habían disminuido—. Mantén atado a ese bicho, y si no sabes controlarlo consigue un bozal. 

       Si él iba a disfrutar de las extensas zonas de áreas verdes, no veía por qué debía privar a sus perros de un buen rato de ejercicio al aire libre. Lanzó el balón para que su can lo atrapara, pero por un momento se distrajo con algo más. — ¡снежный! — llamó, al darse cuenta de que su mascota se estaba tardando mucho en regresar, y justo al pensar eso es que la vio nuevamente, corriendo hacia él. — Eso es, buena chica. — De cuclillas, se apresuró a recuperar el juguete, sólo para darse cuenta que no era realmente lo que había lanzado. — ¿Pero qué trajiste? 

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Sí, observó la situación con cierta satisfacción. Brazos cruzados, carente disimulo de su puesto como espectador, prisa para contestar antes de que el guardia pudiese hacerlo. “¿Pretendes apelar a la lástima con ese comentario?” poco le importaba que la causa no se haya esclarecido del todo, los rumores eran más que suficientes para despertar el repudio en el escocés. “Si quisieran que mueras ya te encontrarías del otro lado, una vez más olvidas quiénes tienen el poder.” aún así no está ahí para conversar, su propósito de visita está claro... ah, era realmente sorprendente la diferencia entre el primer (y único) encuentro que tuvieron, y el que en ese momento acontecía. Sin más preámbulos, dio unos pasos en dirección al escolta. “Confío en que te queda algo de sensatez dentro de esa cabeza y no se te ocurrirá dirigirte a Veranne a lo largo del campamento, ¿no?” era su dama de compañía, después de todo, y lo peor de toda la cuestión era que estaba al tanto de que, en parte, ella podía coincidir con la postura de Kaspar.

Prácticamente lo habían arrastrado hasta aquí bajo la excusa de que no podían perderle de vista. El alemán argumentó que aquello era ridículo, que era más sensato vigilarle en el departamento donde se estaba hospedando a venir aquí junto al resto de la realeza (que pocas ganas tenía de ver, honestamente). Básicamente lo habían mantenido a un radio alejado del resto, con un guardia cuidando sus pasos (riéndose en su cara) y le habían entregado una tienda de acampar para que se las arreglara. Si bien en alguna época fue bueno para armar tiendas, los comentarios del guardia y la situación en si, le juegan en contra para que el improvisado refugio se deshaga en el minuto en el que lo pone en pie. “Ya.” Un suspiro, frustración palpable.” Me rindo, dormiré a la intemperie y me asesinará un animal, porque eso es lo que quieres ¿no?” Dramatiza, el comentario dirigido al hombre que le vigila, sin notar que la presencia de un tercero se hace presente.

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antonickov ha respondido a tu foto

respondeme eso tenes que entender

-godmoddea al perro y hace que se escape forever de antonio-

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vavres:

Ni siquiera le molestó la infantil actitud que adoptaba el otro y aunque no lo admitiera, la prefería por encima de su ausencia. —Porque tú no recibiste el golpe, claro —Comentó casi por inercia, suponiendo que todas aquellas palabras se atoraban en la garganta del noble. Mientras caminaba, se dedicó a escuchar las palabras que salían de los labios escoceses, entrecerrando los párpados con levedad. —¿Estás ebrio ahora? —Preguntó de repente, los brazos se cruzaban sobre su pecho. —Porque si es así entonces es sumamente inconsciente conducir en ese estado. —Quiso seguir, sin embargo fue interrumpida. —Pues claro que lo supe cuando comenzaron a sonar las alarmas en el palacio y si no era muy obvio, o ignoraste completamente lo que dije, estoy afuera gracias a ti. ¿Te encuentras bien? ¿Te lastimaste?

— Fui herido, esto es sangre —deslizó su índice por el pequeño corte que se había hecho en la mejilla. El dedo se manchó ligeramente de rojo y el escocés no hacía más que enseñar aquella evidencia con total orgullo—. No bebí tanto como para tener completa responsabilidad del choque, ¿piensas dejar de regañarme, Veranne? Una buena dama de compañía, al verme, habría corrido a mis brazos con lágrimas en los ojos —y un buen guardia no opacaría mi momento, casi que agrega haciendo alusión a Alan. Estaba bromeando, sí, y es que sus ánimos cambiaron rotundamente al escuchar que salieron en su búsqueda—. Estoy bien —excepto por el dolor en su nuca debido al previo choque, el ardor que sentía en su mejilla y la culpa que aumentaba al pensar en que ella había salido por su culpa— . Pero no te dije que salieras, no deberías haberlo hecho. 

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achillcf:

¿Qué estaba haciendo? Solamente quería volver cuanto antes. La seguridad de su escolta o de cualquier otro le traía sin cuidado, pero tanto miedo le daba acabar sin querer siendo cómplice de aquel despropósito que seguía ahí discutiendo con el escocés. Se cruzó de brazos. Si empezaba así, la disputa acabaría siendo algo personal — No contarle a nadie que agrediste a un escolta italiano y después lo dejaste en medio del jaleo a su suerte —explicó. Le parecía una oferta bastante lógica—. ¿No sería algo muy reprochable para un futuro rey?

Precisó un segundo para meditar su respuesta, tiempo innecesario pues el italiano parecía tener puntería especial a la hora de conseguir lo que deseaba. Sin encontrar cómo reprochar, apretó los labios y se agachó con la intención de tirar del brazo del guardia y pasarlo por detrás de su cuello— Bien jugado —admitió de mala gana, y con movimientos bruscos se las arregló para acomodar el cuerpo inmóvil del hombre y así cargarlo—. Espero que algún fotógrafo capture este momento —masculló entre tanto, más que nada como consuelo para sí mismo antes de dirigirse al príncipe:— Mejor que reces por no cruzarnos cuando toda esta mierda termine, porque encontraré una forma de devolverte esto.

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Quería silencio y hubiese jurado que su expresión dejaba en claro aquel mensaje, pero aparentemente el deseo pasaba inadvertido por el desconocido que hablaba, y hablaba... y hablaba. “¿Recién ahora te enteraste de que puedes morir?” cuestionó, había llevado con lentitud su mirada hasta el hombre. Era difícil dejar ir todo su discurso para centrarse simplemente en la casual pregunta, por lo que sintió la necesidad de decir algo al respecto antes de contestar. “De maravillas.”

“Nunca pensaste…” empezó. “¿En lo tranquilos que estábamos ayer y como estamos ahora? Digo, pueden matarnos en cualquier momento, alguien puede venir y pasar un cuchillo por nuestra yugular y todo acabaría.” hizo un suspiro dramático. “Todo lo que pensamos y vivimos se irá y nada valdrá la pena, porque sólo seremos polvo, como lo eramos al estar en el vientre de nuestras madres. La vida se nos va de las manos y no hacemos nada más que pensar en como nos vamos a morir, porque cuando venimos al mundo eso es lo que pasa: Morimos.” su mirada estaba perdida en algún punto. “Desde el día en el que nacemos estamos un paso más cerca de la parca.” tragó duro y soltó otro suspiro, mirando a su acompañante. “En fin, ¿cómo estás?” sonrió, como si la conversación anterior no hubiera pasado.

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flashback:

          Si había una palabra que pudiese describir al futuro rey de Dinamarca en ese momento, era raro, todo lo que le había ocurrido era tan inusual para él que le causaba gracia. “Ser mi hermana” Bromeó, sus hermanas tenían ese poder de enojar al muchacho en un dos por tres “Siendo honesto no lo sé, tengo mucha paciencia con casi todo el mundo” Le fue explicando, aún sosteniendo la tela contra su nariz “Por eso es que todos somos diferentes ¿No?” Encogió sus hombros “Te lo digo, estas cosas no suelen pasarme, en todos lados me tratan como si estuviese hecho de cristal por ser el próximo Rey, digamos que el golpe me hizo sentir humano, común” Soltó, aún divertido “No voy a golpearte” Sentenció “Daba un paseo, pero por suerte pude entrar a tiempo. ¿Qué hacías cuando todo ocurrió?”

             Una de las comisuras de sus labios se alzó. La derecha, la más débil, casi que compadeció al hombre por un momento y olvidó sus ansias de no ser hijo único. Casi. “Ah, ¿quieres que lo haga de vuelta, entonces?” alzó las cejas, mirando al danés con curiosidad. De cierta forma podía entender a lo que se refería, aquella fue una de las razones por las que dejó las competencias de Judo, cualquier merito era adjudicado a su título. Tardó en comprender que lo más conveniente era entrenar por su cuenta. “Lo mismo. Empezaré a pensar que escapamos del trato con la gente de otras casas...” pensó en voz alta, y en lo personal aquello aplicaba. “Ah, el palacio debe ser un caos en este momento.”

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flashback:

— Es mi escolta; se supone que yo soy su responsabilidad, no él la mía —protestó—. No. Y visto que es un inútil, me da más seguridad así que despierto —las cosas como eran, eso era exactamente lo que llevaba un buen rato pensando—. Pero no querrás que sea yo quien lo lleve. Porque pesa más que yo —y eso saltaba a la vista, su complexión alta y delgada era de las características de las que el italiano más se enorgullecía, pero resultaba poco útil a la hora de realizar cualquier esfuerzo físico. Con eso claramente quería decir que sí, le traía sin cuidado que el otro fuese el futuro rey de Escocia: pretendía que él lo cargase—. ¿Por qué no lo haces tú? —él estaba más cerca, no quería tener que agacharse. Le dio unos toquecitos con el pie en el hombro, después acabó por acuclillarse para probar con la mano en su cara—. No. Tendrás que llevarlo.

— Estoy de acuerdo, no se habla más, vámonos —pero el otro príncipe siguió hablando. Exasperado, el nativo de Escocia miró al cielo—. ¡No nos servirá de nada! —exclamó perdiendo por completo la calma, hacía énfasis con sus manos. Realmente consideraba innecesario cargar a ese hombre, solo deseaba ir por su cuenta hasta el palacio, quizá en compañía de otro príncipe, pero sus preferencias no tenían tanta flexibilidad como para sumar a un desmayado, menos aún si se trataba de un escolta— ¿Por qué debería llevarlo? Ofrece algo a cambio o te dejo solo con esto.—terminó por decir, creyendo que las amenazas servirían para concluir con el tema. Observó con naturalidad como el italiano tocaba al guardia, agudizando la mirada e intentando rastrear el rostro ajeno en busca de una reacción. Al no verla, sacudió ligeramente uno de los hombros del sujeto. Nada perdía con intentar hasta que el otro ofreciese algo.    

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flashback:

        “Probablemente es la palabra clave.” Sus cejas arqueadas y un ápice de diversión viéndose en sus palabras. A su parecer se lo merecía y punto. El suave sabor metálico que llegaba a sus labios le hizo saber que su premisa fue atinada, que el golpe ajeno había provocado que sangre fluyese por sus fosas nasales, aunque aún si no hubiese sido un golpe demasiado fuerte seguro hubiese tenido el mismo efecto, dado lo dañado que su tabique se encontraba por el abuso constante de sustancias ilícitas. Llevó brevemente su diestra al puente entre su nariz y sus labios, limpiándose efimeramente y decidiendo dejarlo en segundo plano, sabía que la sangre no se detendría tan fácil. “No soy imbécil como para salir sin mis hombres.” No era comentario afanoso de ofender, era su simple pensar, más cuando había arribado a la nación en pleno conflicto. “Tengo un punto de encuentro con ellos, es a unas cuadras de aquí, sólo debemos llegar vivos y ellos se encargarán del resto.” Sonaba simple, ¿no? Poniéndolo en la práctica seguro no lo era. Comenzó a avanzar, a paso acelerado y fortuitamente echando vistazos a todos lados, entonces sacando el arma que llevaba consigo y recargándola: mejor pecar de precavido.

                  “Porque tus hombres sirvieron de mucho cuando fuiste golpeado...” con un claro acento escocés optó por replicar, tomar personal aquella sentencia haciendo honor a la alta susceptibilidad que lo caracterizaba. “Es el peor plan que he escuchado en toda mi vida, ¿acaso están durmiendo una siesta hasta que nos la arreglemos para llegar hasta ahí?” negó con el rostro, sin dejar de caminar a unos pasos detrás del hombre, mirada atenta al perímetro y posibles amenazas. El malestar que sentía (tanto físico como emocional, imposibles de diferenciar), era probable, lo llevaría a tener la postura exhibida ante cualquier tipo de estrategia que el rubio pudiese hilar bajo las condiciones que atravesaban. Estaba inconforme con todo, principalmente (¡y partiendo de ello!) con el proyecto de los reyes que los reunían en aquel jodido país. “Es de juguete, ¿cierto?” con sorna, se dirigía al arma. “Creo que me dejaría más tranquilo que lo sea.” ah, sí, quizá debía callarse, pero era cierto que le sorprendió levemente que el sujeto portara una, y no podía evitar expresar desconfianza frente a la capacidad del príncipe a la hora de emplearla.

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antonickov:

     La mano aún debajo de su nariz, sabía que era cuestión de segundos antes de que la sangre comenzara a bajar. Muchas cosas podía reprocharle al escocés en ese momento, pero el puñetazo sin duda era uno bastante efectivo. Las palabras recién dichas, sin embargo, lo devolvieron al ahí y ahora, provocando un bufido por su parte. — Me parece que eso no explica por qué golpeas a la primera persona que vez. — especialmente a él, debía agregar, y es que con el historial que tenían hasta ese momento, e ignorando por un lado el contexto en el que se encontraban, no podía evitar sentirlo un tanto personal. De igual manera, no se iba a poner a discutir aquello, no cuando estaban en estado de emergencia. — Tenía cosas que hacer.— simplemente ganas de salir, pero no se lo admitiría así como así. A nada de preguntar lo mismo, se detuvo para no empezar una casual conversación ahí mismo. — Móntate al maldito auto, ¿Quieres? — un par de pasos los distanciaban del transporte. 

            — Pensé que eras uno de ellos, ¿es tan complejo de entender? —frunció su ceño, creyendo innecesaria toda esa conversación e ignorando el hecho de que debía disculparse, o explicar minimamente los sucesos recientes. Pero, ah, era difícil que eso sucediera cuando no creía tan descabellada su reacción, en especial porque no veía a aquel hombre como otro príncipe más, sino como alguien que no era de su especial agrado— Me equivoqué, ¿ahora vas a comportarte como una nena y pedirás que me disculpe? —preguntó, siendo absorbido por toda la situación al punto de olvidar dónde se encontraban y hacia qué sitio debían dirigirse en ese preciso instante— Me imagino —rodó los ojos ante la vaga respuesta, para luego inspirar aire y cerrar su chaqueta. No podía culparlo por no confiarle detalles, no—. No puedo creer que podría morir junto a ti en unos minutos, qué bajo he caído... —el comentario era soltado al aire mientras se encaminaba a ingresar al vehículo.