fdxe

[fdxe]

17. Tus Manos

Fue entonces cuando nos vimos devorados
por ese húmedo y oloroso lodo.
Se secaba sobre nuestra piel,
dejándonos escamas,
una coraza con patrones únicos
que protegía nuestro todo del sol.

El ocaso salía por entre tus palmas,
arrimándose por encima de tus dedos cortados,
hasta descansar en el diluvio de tus labios.

Tus manos eran un ciclo:
comenzaba en el abismo de tus uñas
y subía hasta tu oreja,
con forma de rodaja de limón.
Era perfecto.
Quería quedarme todos mis días bajo tu sol,
bajo tu luna que se confundía con pétalos
en esas noches bravas,
con una brisa que esparcía tu suave calor,
tu olor a una especie rígida
que, en el desierto de mis estrías,
provocaba un apocalipsis de pasión.

Mi corazón, de locomotora,
expulsaba humos que se encontraban en el filo de tus pechos,
hasta fundirse en tu corazón,
en el alma que desemboca,
tu río de figura y mar de convicción.

El punto exacto en el que se mezcla la amistad con la avaricia
es cuando inicias a sentir el amor.

Comenzó como un juego,
moriría por tu fuego,
y lo hallarás cuando lo extrañes
en el mundo que me imagino
por las líneas de tus manos.

(18 de abril 2025)

[fdxe]

I Can’t See You Anymore

Recitas mi nombre como si aún pudieras.
Quiero ser como tú,
pero te escondes detrás de las letras.
“Perdón, perdón” —suplicas otra oportunidad,
mientras tus ojos se tornan terracota
y nos estancamos en un lodo de mentiras.

Muerdo la punta de mis dedos,
o lo que eran dedos.
Ya no hallo forma a nada, ni color.
Estoy ciego.

Quería ser como tú:
un héroe que surcaba los cielos,
un capitán que pintaba los mares obscenos.

Tengo que verte aún en caricaturas absurdas,
porque no tienes la valentía
para venir a casa y vivir las aventuras;
esas que me prometes cada vez que me ves,
esas que me creo, pensando
que será nuestro momento para empezar a crecer.

Cada vez estoy más lejos del suelo.
Cada vez, mis decisiones se alejan más
de lo que tú buscas en mí.

Me miras y vuelves a dedicarme
eso que, a estas alturas,
solo se arrima a tus labios:
“Perdón”.

Ya no quiero ser como tú.
No quiero volver a verte.
Lo digo en serio,
mientras se despega la pintura de mi mirada.

No volví a mirarte.
Y eso te dolía.
Pero tuviste tu momento,
y que no hayas hecho nada…
me dolía aún más.

Sobre las nubes me recuesto,
esas en las que escucho melodías,
esas que están encerradas en mi cuarto,
puestas a la par de mi armario.

“Perdóname por dejarte caer”,
lo dices con una voz como si cantaras ópera.
“Perdóname por dejarte atrás”,
con un tono de superación que corre por mis venas.
“Perdóname por ser lo que soy.
Perdóname por hacerte ser lo que eres hoy.”

Y no quería.
Te odiaba.
Pero te abracé.
Porque aunque no te perdone,
eres todo lo que me resta de mundo.

Tus ojos, mis continentes.
Tus manos, mis estrellas.
La Pangea de tu cuerpo se apodera
de esa sensación de nostalgia, cariño y condena.

Te odio, pero odio amarte.
Y no te perdono.
Pero no podré dejarte.

Así que imploro:
que te largues y no vuelvas a buscarme.
Así no sufriré por tus quejas,
esas palabras que bosquejaste
sobre mi corazón.

(18 de abril 2025)

[fdxe]

Aguas Oscuras


Los mejores finales son los que jamás se escriben,
flotando en estas aguas turbias, sin noticias de ti.
Me aferraba a lo poco que me quedaba:
tres trapos viejos que pretendían ser velas,
y un tronco que se hacía pasar por el barco que me confinaba.

Mordía el cordón deshilachado de una vieja sudadera,
que tenía el sabor de la nostalgia y un sábado dulce,
como esos en los que te acurrucabas
en el pequeño refugio de mi pecho y me celabas.
No necesitábamos más, mientras nos teníamos.
Ahora, solo te encuentro en las lagunas
que han dejado tus recuerdos.

Un diluvio de pensamientos nunca fieles a este amor,
una neblina de fantasías.
Quizás, si me hubieras dejado acercarme un poco más,
si el tiempo no hubiera avanzado sin tregua
y los sobrenombres se pudieran heredar,
todo habría sido más fácil.
Olvidarte sin hundirme, sin perderme por completo,
tan ilógico como ver a un perro perseguir su cola.
Y terminamos preguntándonos, a altas horas de la noche,
cómo habría sido si lo hubiéramos permitido; es un hecho.

Oh, cielo profundo, nocturno,
con ese manto teñido de arándano,
devuélveme la estrella que el amanecer me robó.
Si fue tan breve su luz,
¿por qué en mi mente se sintió como una eternidad?
Pensé que me esperaba, arrodillada en la arena,
pero la oscuridad me halló primero.
Entre rocas ásperas, un rústico sabor amargo
me reveló que en estas aguas turbias
no encontraré tu amor.

Siempre te quise,
y todo se desvaneció tan rápido, tan incierto.
Pensarte ahora es imaginar que,
cuando tu recuerdo vuelva a sentarse en mi sillón,
te recordaré, no como mi destrucción,
sino como la razón que me impulsa a navegar
sin miedo a lo desconocido.

Algún día amaneceré sin lagañas,
con el rostro impregnado de una fragancia que hasta las flores envidiarían.
Mis dedos, ya no aferrados a quien solo hiere,
dibujarán una sonrisa que no será prestada.
Careceré de cordura, pero viviré sin ataduras.
Cuando tu último susurro llegue con esa ola,
y, al fin, digamos adiós,
permitiré que el oscuro mar se lleve tu recuerdo desnudo
y comience mi hora.

(Sept 26/2024)