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Madrugada de viernes, cobro conciencia de que estoy viviendo a la deriva
Desperté en la madrugada (poco después de la media noche). Me quedé en la cama unos minutos, cobrando conciencia de que he estado viviendo a la deriva, padeciendo los efectos de un burn out físico (fisiológico) porque desde hace cuatro años (unos meses antes de ser despojado de mi empleo en una empresa farmacéutica) incrementé mis esfuerzos físicos (deportivos), se aceleró mucho mi metabolismo, perdí mucho peso y desde entonces, se han presentado síntomas un tanto problemáticos (mareos frecuentes, malestar generalizado bastante severo, fatiga crónica, etc.,), algo que en realidad no me preocupa mucho, porque siento que el daño no es grave y voy a recuperarme.

Tomé el libro Profit Over People, de Noam Chomsky (tema: neoliberalismo) y decidí continuar transcribiendo el capítulo 3, titulado The Passion for Free Markets, para traducirlo al español –como ejercicio de traducción y como estudio de un tema importantísimo– y mientras hacía eso, me percaté de lo potente que puede ser la palabra escrita.

Leer a Noam Chomsky, Eduardo Galeano y Erich Fromm ha elevado mi capacidad para sentir empatía y solidaridad por todo aquel que es víctima de la injusticia y la desigualdad, ha hecho posible que supere tendencias o inclinaciones racistas y en cambio asuma una actitud humanista. A mi manera de ver, esa es la mayor riqueza a que puede aspirar un ser humano.

He recordado vivencias dolorosas de épocas de mi vida ya un tanto lejanas, como ese periodo en la maquiladora electrónica. Estuve en AVEX entre mediados de noviembre de 1997 y enero de 1998 (es decir, apenas dos meses y medio), desempeñándome como “técnico de seguridad e higiene industrial” (ganaba el equivalente a 1000 dólares mensuales); estuve en Solectron entre diciembre de 2003 y junio de 2004, como operador (eufemismo de la palabra obrero), trabajando turnos de 12 horas, tres días en semana corta (36 horas) y cuatro días en semana larga (48 horas) por unos 45 dólares por semana; estuve en Sanmina SCI entre diciembre de 2004 y septiembre de 2005 (fui despedido por negarme a tolerar agresiones frecuentes de guardias de seguridad) donde trabajaba seis días por semana, entre las 22:30 h de un día y las 6:30 h del día siguiente y por ser turno nocturno se me pagaban seis horas extra por semana, mi ingreso semanal era de unos 72.7 dólares.
El trabajo era denigrante para alguien que, pese a no haber concluido una licenciatura en ingeniería, contaba con una formación académica muy sólida, además de dominar una lengua extranjera (inglés), ser capaz de hablar, leer, escribir y traducir. Además, presentaba todo tipo de características deseables como asistencia y puntualidad, desempeño, profesionalismo y responsabilidad, etc.

Ahora que he leído sobre neoliberalismo (en el libro de Chomsky antes mencionado) e historia en el libro Las Venas Abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, combinando esos aprendizajes con la crítica de Erich Fromm (socialista, estudioso de la obra de Carlos Marx) llamándole al sistema imperante en Occidente “capitalismo de monopolio”, puedo percibir la complejidad de las fuerzas destructivas que han dominado a gran parte del mundo, cuyo origen es en su mayor parte la ambición —a la que Baruch Spinoza llamó “insania”.

He llegado a la conclusión de que la mayor calidad de vida se deriva de vivir en la simplicidad. Al escribir estas palabras pienso en Henry David Thoreau y su libro Walden, la vida en los bosques, que debo volver a leer, y estudiar.
Debo disciplinarme, pasar muchas horas escribiendo, transcribiendo textos valiosos y traduciendo. De ahí se derivará el desarrollo de mis potencialidades —creo que cuento con un talento para la escritura, la composición literaria. También debo trabajar, volver a llevar una vida productiva, lograr la independencia económica y existencial —otro de los aprendizajes derivados de leer la obra Erich Fromm, mi gran maestro.

Mi peso corporal anda debajo de 65 kg, que con 1.78 m de estatura parece bajo, pero no me preocupo por eso, porque según la teoría, mi IMC (19.9) se encuentra dentro de lo que se considera saludable. Mi ingesta calórica es altísima, he modificado el entrenamiento en bicicleta, he incrementado en pequeña medida el entrenamiento de fuerza (planchas y ejercicios con mancuernas) y continúo caminando cotidianamente con mi mascota, mi linda perrita Clara, que llegó a mi vida el primer día de abril de 2017 (hace ya ocho años), con cuatro meses de edad.
Creo que he conseguido sanar, he superado la grave neurosis que me aquejaba (a la que muchos no habrían sobrevivido, un trastorno límite de la personalidad, resultado de haber vivido siendo torturado por un padre psicópata con participación de muchas otras personas).
Con 61 años y dos meses de edad, mi potencia vital se ha incrementado, cobro conciencia de que nunca fui mentalmente débil, he enfrentado adversidad severa durante no menos de cinco décadas, fui capaz de evitar el abuso de sustancias y al sobrevivir a ataques de violencia perpetrados por narcisistas malignos.
Ha llegado el momento de dejar el pasado donde pertenece, en el pasado. He triunfado. Si esto suena a pedantería, no me preocuparé ni me disculparé por ello.
Agradezco a quien haga el favor de leer mi prosa
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Overcome shortcomings, turn weaknesses into strengths
I also was extremely clumsy. I had serious trouble with all kind of body movement, I tripped with my own feet.
Being nine or ten years old, the only son with three sisters who wouldn’t want to play with “men” —there were no other boys in the neighborhood— I jumped rope alone. I liked that and it became a frequent work out, which after a while became a daily ritual. It helped a lot.

Being 16 years old, I watched Olympic Games in TV. It inspired me and I decided to become a high performance athlete. Four or eight years later I would become an Olympic champion in middle distance running, like Steve Ovett or Sebastian Coe. A few years later I realized that such a goal was unreal, absolutely impossible. I didn’t care much. I ran about five miles each morning, seven days a week. For about 10 years I trained. I was not successful when it came to competing, but as I said later, I didn’t care. Training and healthy habits (nutrition and everything related to hygiene) bring about a very good physical health, which helped a lot with my not so good mental health.

My father had been exerting psychic torture since I was a toddler, because of that I had developed a very bad neurosis —Borderline Personality Disorder— which could have destroyed or at least ruined my life. By making use of a good psychological defense mechanism, I was able to overcome the very serious education shortcomings, I taught myself mathematics (arithmetic, geometry, algebra, analytic geometry, calculus and physics) as I had overcome my physical shortcomings (extreme clumsiness, trip with my own feet) through rope jumping and pedestrian race.
I learnt a foreign tongue in school, beginning when I was 12 years old. Just a few hours a week. In the next stage of my education (previous to entering university) during the first two of three years, I had a one hour English class from Monday to Friday. A few years after that, I continued using a method published by The Readers Digest, Escuche, Lea y Hable Inglés (Listen, Read and Speak English). Fifty lessons contained in books and 33 rpm records (which I studied in a year), memorizing the dialogue at the beginning of each lesson.

A few years later, during my early 20s, I began to read all kind of printed materials (journals, magazines and unabridged books) in English, looking for every unknown word in a bilingual (English-Spanish) dictionary in the beginning; eventually I used a couple of non-bilingual dictionary. Longman Contemporary (British) English and Merriam Webster (American) English.
I became an English-Spanish translator, self-taught.

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Looking back, the story of my life. Is it a good idea?
Several hours have passed. Is it a good idea to do this, is it a good idea to write about these experiences which hurt me so much 20 or 21 years ago?
I couldn’t say.
A fact is that I have paid too much attention to characters of different periods of my life —from early childhood to present, I am 61 years old. Come to my mind all the time memories of bad experiences. My father (a malignant narcissist, a psychopath) is the main character, with my mother (who lived as if she suffered from a psychotic disorder, maybe schizophrenia). Other characters are my three sisters, uncles and aunts, my maternal grandparents, teachers, classmates, playmates, neighbors, other relatives, etc.
I am the kind of person who shows uncommon characteristics, desirable qualities, which make mentally or physically weak people feel threatened or intimidated. Because of that, people assume undesirable attitudes, like hostility which they manifest through different behaviors. Violence originated in jealousy and envy have been present in my life from the very beginning.
The curious thing is that I consider myself an ordinary man, although less ordinary than many men. This could seem a contradiction, I am aware of that.
Being a fraternal twin (my sister was born five minutes after me), my health was a bit more vulnerable than that people arrive to life on their own, alone. I cannot see much with my left eye. Thirty-five percent peripheral vision, unable to focus. I am also neurodivergent, I suffered from the beginning from ADHD, never diagnosed, which made learning of numbers and mathematics very difficult, although I was brilliant in everything that involved writing and reading. My parents didn’t take notice. During my childhood they blamed me for everything which was wrong in their lives, not much time later, they blamed me for everything which was wrong in the world.
I began basic education being six years old. One month and a half or two months after that, I could read, while my classmates had not learnt a fifth of the alphabet. I learnt to write very soon, too. I misbehaved often and a lot of time I seemed to be somewhere else, maybe a thousand miles away.
The country where I was born and have lived my entire life has one of the worst educational systems in the world. During my basic, middle and upper-middle education I didn’t learn much, but I passed from one grade to the next, as most of my classmates. Being 19, I entered university. I had not learnt even basic arithmetic. I could add and multiply, but I couldn’t subtract nor divide. A catastrophe resulted unavoidable.
My father had been treating as if I was the worst criminal who ever lived. My mother didn’t realize that her husband behaved as if he was possessed, or even worse, she joined his violence.
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Write in a foreign language, again
I must write in English again. I used to do that years ago, suddenly I quit, I don’t know why.

I must write about that experience in Maquiladora, electronics. My first job at AVEX Electronics from M, where I worked less than three months. Because a narcissistic “friend”, boss, harassed me. I quit. He was a megalomaniac, suffered from mental weakness and vital powerlessness. His name was David.
Years later, I tried again. I entered a company as an unskilled worker. I worked there during seven months. I translated documents from a customer telephone corporation from English into Spanish, being paid as unskilled worker overtime. Everything was in vain. I quit the first Monday of July 2004, being 40 years old.

I found another narcissistic employee who wouldn’t want me around. His name was Alvaro in Solectron, which later was bought by Flextronics, which later became Flex.
Narcissistic employees can hurt coworkers (subordinates) badly. Nobody cares. Maquiladora is neoliberalism at its highest. The only goal is limitless profit, nothing else matter. Mexican narcissistic employees hurt their countrymen born victims of inequality and social injustice (severe or extreme poverty) by collaborating with foreign tycoons in making of them servitude, modern slavery.

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Contemplar la parte positiva de la existencia, escribir para sanar
Para poder manejar ese malestar tan severo que me aqueja, debo centrar mi atención en la parte positiva de mi existencia. A mis 61 años, proyecto una imagen muy poco común. Mi índice de masa corporal (IMC) es 20.5, con 1.78 m de estatura y 65 kg de peso. Ese peso corporal podría ser un tanto inadecuado (bajo); si lo fuera, no me preocuparé, sé que pronto se resolverá.
Habiendo nacido sin visión en un ojo (el izquierdo, 35 por ciento de visión periférica, sin poder enfocar), neurodivergente (padeciendo un TDAH nunca diagnosticado que dio lugar a muy severos problemas de aprendizaje) y ciertos síntomas del síndrome Asperger, con una madre que no cumplió con su función y un padre psicópata, comencé a enfrentar mi adversidad desde una edad muy temprana, durante mi infancia.
En mi adolescencia comencé a convertirme en un deportista, algo que combinado con un interés en buenos hábitos (régimen alimentario, integrado por alimentos y bebidas sanos y nutritivos), evitar el abuso de alcohol etílico y el consumo de tabaco, etc., me proporcionó un buen desarrollo físico, una salud orgánica que parecería formidable e hizo contribuciones importantes a mi salud mental, seriamente dañada por la adversidad anteriormente mencionada.
Aprendí a leer y escribir muy rápidamente (mucho antes que el resto de mis compañeros) al iniciar la educación básica (primaria) y entre lo poco que puedo agradecer a mis padres, en mi hogar hubo libros. De manera natural, se manifestó en mí un interés en la cultura y el conocimiento y durante mi infancia leí clásicos de la literatura de Mark Twain, Julio Verne, Jonathan Swift, Walter Scott, etc., y así continué durante mi adolescencia y las posteriores etapas de mi vida. Incluso así avancé en el aprendizaje de una lengua extranjera, el inglés; me convertí en traductor inglés – español, principalmente como autodidacta.
Mi nivel intelectual / cultural es poco común, si bien, reconozco que presento lagunas en historia y filosofía. Ahora que estoy muy cerca de la sanación, siento que superar mi grave patología (neurosis) traerá a mi existencia una paz que me permitirá elevar mis capacidades de aprendizaje y mi creatividad.
Durante los últimos años, he releído la obra de Erich Fromm (al que yo llamo “mi gran maestro”), he leído sobre neoliberalismo, en específico un libro de Noam Chomsky (Profit Over People), que en combinación con una obra maestra de un escritor uruguayo ya fallecido, Eduardo Galeano —Las venas abiertas de América Latina— me ha ayudado a comprender la realidad del mundo, a aumentar mi capacidad para sentir empatía y solidaridad por quienes sufren y son víctimas de la injusticia y la desigualdad, a superar una proclividad a ser racista, etc.
Soy ateo, pero mi postura es humanista.
Si se da la sanación, haré lo posible por difundir ideas de grandes personajes de la historia. No quiero que esto suene a grandilocuencia, pero tampoco debo preocuparme por ello.
Sé que pronto seré capaz de superar la soledad y el aislamiento que me aquejan. Encontraré en mi senda de vida a personas con intereses afines a los míos, evitaré “adaptarme”, término que generalmente no es otra cosa que un mal uso de esa palabra —adaptación— que se usa como “auto deformación”, “automutilación”.
¿Es el hombre lobo o cordero? Ese es el título del capítulo 2 del libro El corazón del hombre, de Erich Fromm.
Sé que no soy un lobo, tampoco un cordero. He llevado dentro de mí esos impulsos necrófilos cuyo origen es el sufrimiento provocado por la violencia de la que he sido objeto. Llevo también esos impulsos biófilos, inherentes al ser humano, que bien podrían explicar esa inclinación a vivir con hábitos sanos (régimen alimentario y actividad física, deportiva anteriormente mencionados), así como sentir empatía, solidaridad por quienes sufren, superar esa inclinación racista y disfrutar de la naturaleza.
Nunca es tarde, lo mejor está por venir.
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Una crisis, intenso sufrimiento psíquico, pero también una oportunidad - segunda parte
Algo que me motiva es presenciar la ruina, la destrucción de personas que me hicieron daño. Sé que eso no está bien y en buena medida, es parte de lo que me tiene atrapado, incapaz de superar la grave patología que me aqueja, resultado de haber sido objeto de tortura psicológica que comenzó en mi temprana infancia (perpetrada por mi padre) y terminó cuando yo contaba con 43 años y siete meses de edad (cuando murió ese narcisista maligno, mi padre psicópata).
Se me ocurre que debo escribir sobre esas experiencias, haber sido violentado por individuos que padecían patologías narcisistas graves; también por otras personas que me detestaban (o incluso me odiaban) porque yo presentaba características deseables, consideradas positivas, de las que ellos carecían: entiéndase, sintieron una envidia que no fueron capaces de identificar, mucho menos de reprimir o canalizar como energía positiva y en lugar de ello, me agredieron de diferentes maneras, manifestando debilidad mental, impotencia vital y cobardía.
Escribiré sobre mi historia de vida, procuraré hacerlo sin usar adjetivos, términos ofensivos. Intentaré narrar mis vivencias como si redactara un informe, presentando lo que sucedió mediante una descripción objetiva.
Llevo conmigo furia contra personajes antes mencionados. Mi padre psicópata; el megalómano que me dio mi primer empleo y antes de tres meses me despojó de él (en esa empresa de la maquiladora electrónica, algo que pudo haberme costado la vida, él lo sabía perfectamente bien); el narcisista maligno que me acosó en esa farmacéutica podrida —con la persona que lo había convertido en un intocable, una mujer que había secuestrado a la empresa e incluso por órdenes de ella se cometían delitos—, a personal de recursos humanos que participó en la vileza, a los dueños de la empresa, etc.
También me hicieron mucho daño tres médicos psiquiatras, personal médico del sector de salud pública (psicólogos, profesión en la que predomina el género femenino) y otros psiquiatras, etc.
Sé bien que no es necesario vengarme de nadie. Quien opta por hacer daño a otros, opta por potencializar sus impulsos necrófilos (que existen con lo opuesto, los impulsos biófilos). Al hacer tal cosa, potencializa su destructividad y entre más avanza por esa senda, más difícil es corregir el camino y apartarse de un peligro que acabará en su inmolación.
Quisiera señalar (por si hiciera falta) el significado de esas dos palabras usadas en el párrafo anterior. Biofilia significa amor a la vida; necrofilia significa amor a la muerte. Términos acuñados por Erich Fromm, mi gran maestro. Uno de los padres del psicoanálisis, originario de Frankfurt, Alemania. Uno de muchos buenos judíos.
Narrar mi historia será un mecanismo de defensa positivo (psicología), sublimación. De ahí, podría surgir la inspiración para escribir relatos ficticios (inspirados en hechos reales) y así desarrollar mis talentos como escritor, sean estos cuales sean.
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Una crisis, intenso sufrimiento psíquico, pero también una oportunidad - primera parte
Una crisis es un momento de intenso dolor psíquico, mental. También es una oportunidad.
Hace 46 meses, un miércoles 18 de agosto de 2021, recibí un cheque como liquidación por despido no justificado en una empresa farmacéutica donde había trabajado durante seis años y tres meses. No acepté la impunidad que se obsequió a un mal individuo (a mi parecer un narcisista maligno) que me acosó laboralmente durante más de cuatro años y por esa razón se me despojó de mi empleo.
Desde entonces, he padecido un estrés postraumático porque eso que sucedió, ser violentado de una manera terrible, sin posibilidad de defenderme y además ser considerado un problema gravísimo (algo en extremo injusto) fue una repetición de mi historia de vida. Mi padre era un psicópata, me hizo responsable de todo lo que estaba mal en su vida y con el paso del tiempo (no mucho, todavía durante mi infancia) me hizo responsable de todo lo que estaba mal en el mundo.
En una situación en la que hay un agresor y un agredido, se arropa al primero —al agresor— y se golpea salvajemente al segundo —al agredido.
Mi padre psicópata, torturador despiadado, murió hace 17 años y medio. Con la participación de mi madre (ella no tenía conciencia de lo que hacía) y muchas otras personas, casi me destruyó. La autora de mis días regresó a mi vida en diciembre de 2012, es decir, hace 12 años y medio. Vivir con ella ha complicado todavía más las cosas porque la interacción es difícil en extremo, en parte por su edad (octogenaria, nació en enero de 1942, en la actualidad cuenta con 83 años de edad) y en parte por alteraciones mentales y cognitivas severas a que dio lugar la violencia que sus padres y su familia de origen perpetraron contra ella, prácticamente desde que llegó al mundo.
Entre mediados de noviembre de 1997 y enero de 1998 (es decir, menos de tres meses), trabajé en una empresa del ramo de la maquiladora electrónica, donde mi jefe directo (al que había conocido 14 años antes, al ingresar a la universidad) manifestó su destructividad (él padecía una patología narcisista muy grave), me acosó, violentándome con furia homicida porque no satisfice su expectativa: ser infinitamente inferior a él en todo lo que tuviera que ver con intelecto.
Así, a lo largo de mi historia de vida (ya no soy joven, en abril cumplí 61 años de edad), he sido violentado por individuos que padecieron patologías narcisistas graves. Mi padre era además de narciso, incestuoso y necrófilo; incluso presentaba una homosexualidad latente que le aterraba, pero culminó su autodestrucción con 70 años y cuatro meses de edad.
Vuelvo a vivir en la improductividad. Durante estos tres años y 10 meses que han transcurrido desde que se consumó esa enorme injusticia, ser despojado de mi empleo en una empresa farmacéutica donde mi desempeño fue considerado excelente, con todo lo que tenía que ver con mi persona, no he ganado un centavo. El dinero que recibí como liquidación por despido justificado se acabó hace más de dos años y ahora dependo económicamente de una hermana, menor que yo.
Eso, no ser capaz de llevar una vida productiva, depender de alguien, ha sido parte de lo más devastador que ha habido en mi existencia. Ya casi nada no me importa. Si muriera pronto, solamente me preocuparía por mi mascota, mi perrita Clara, nacida en noviembre de 2016, a la que adopté en abril de 2017 (con cuatro meses de edad). Buscaría que alguien se hiciera cargo de ella, el mundo perdería a uno de sus más de 8 200 millones de habitantes, lo cual no afectaría en gran medida a este planeta, la Tierra; tampoco afectaría a la humanidad, ni al sistema solar, a la constelación por la que se mueve, a la galaxia (Vía Láctea) o al resto del Cosmos.
Ya no sufro por mi soledad, por no tener amigos ni una compañera, alguien a quien amar. Estoy cansado de vivir, escucho música (de preferencia clásica, periodo Barroco principalmente), también escucho géneros populares, leo poco, paso demasiado tiempo mirando YouTube en una SmartTV (algo que no disfruto, otro síntoma de un estado depresivo muy severo). Me ejercito poco porque padezco un agotamiento severo e incluso he perdido mucho peso; 65 kg con 1.78 m de estatura.
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Individuo estúpido y deshonesto que vive en las proximidades, un vecino
Ocasionalmente me topaba con este individuo, porque es mi vecino e igual que yo, tiene una mascota (un perro) al que pasea cotidianamente.

Como muchos tipos poco inteligentes, a quienes no les interesa la cultura ni el conocimiento, manifiesta su nivel intelectual en extremo precario y su debilidad mental al vestir las prendas que están de moda (deportivas y de vestir, llamadas coloquialmente “casual”), y dejarse pelos en la cara (hocico) que acentúan su deterioro. Thierry nació en agosto de 1968, o sea que en fecha próxima cumplirá 57 años.
Yo soy cuatro años mayor que él, soy mucho más fuerte y físicamente apto, no sigo la moda, no me dejo pelos en la cara porque sé bien que eso no es señal de masculinidad / virilidad (pese a que al género femenino, a las mujeres, no les sale bigote ni barba de ningún tipo), vivo con buenos hábitos, mi actividad física (deportiva) es fuerte y prácticamente cotidiana; lo ha sido durante no menos de cuatro décadas. Ello hace que mi organismo segregue de manera natural los niveles adecuados de hormona masculina en un varón, testosterona. Mi nivel intelectual está muy arriba del de muchísimas personas, pese a que no concluí una licenciatura en ingeniería, porque me he dedicado a leer desde que inicié mi educación primaria e incluso así aprendí una lengua extranjera y me convertí en traductor inglés-español.
No vivo exhibiéndome. Uso Twitter y Tumblr, Quora y Pinterest. Una o dos veces al año subo un video de una duración no mayor a 20 segundos en la que aparezco ejercitándome en mi bicicleta de carreras. En los empleos que he desempeñado, se ha puesto de manifiesto mi nivel intelectual por mi rendimiento; incluso he sido objeto de acoso laboral porque mis características despiertan envidia en individuos pérfidos, que adolecen de patologías narcisistas graves.

Este individuo, de nombre Thierry, cuenta con muy poca escolaridad y fue burócrata de alto nivel. ¿Cómo explicar eso? Corrupción, influencias, “palancas”. En la red aparece información (mínima) sobre un juicio civil que un organismo público que tiene que ver con pensiones del estado realizó en contra de este señor. ¿Por qué? Parece lógico suponer que intentó adjudicarse una pensión muy alta, robar al erario.

Vive segregado de su familia (cónyuge e hijos), que habitan una colonia donde vive gente muy pudiente, millonarios; muchos de ellos pertenecen a la legión de corruptos que acaparan el capital en mi país, amalgamados con gobernantes, empresarios, sindicatos, clero corrupto e incluso cárteles de la delincuencia organizada.
Thierry jodido se exhibe, simpatiza con gente corrupta que vive en las proximidades y su carencia de inteligencia no le permite entender que ese es un juego en el que no es posible ganar, o siquiera salir inerme. Se ha llevado a cabo una reforma judicial en mi país que suprimirá a jueces y personal que obstaculiza e incluso imposibilita la procuración de justicia, ello dará lugar a que un buen número de habitantes en las proximidades acaben arruinados.
Se viene una oleada de suicidios. No digo que este pendejo de Thierry vaya a hacer eso, pero va a quedar más jodido de lo que ya está.
No lo lamentaré.
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Eliminar la obsesión

Como mencioné anteriormente, mi grave neurosis (patología, TLP) dio lugar a que viviera de modo muy disfuncional, sin haber conseguido terminar una licenciatura en ingeniería (electrónica), sin haber sido capaz de trabajar y ganarme la vida, sin haber formado un patrimonio, etc., pese a haberme esforzado mucho para convertirme en un hombre productivo, útil a la sociedad.
La violencia que dominó mi vida, la injusticia que representó haber sido estigmatizado como un individuo despreciable que jamás quiso esforzarse para lograr salir adelante —que quería que todo le cayera del cielo por su linda cara— me llevó a perder la voluntad para seguir adelante, en dos ocasiones.
Mi grave neurosis, patología (ese trastorno límite de la personalidad) dio lugar a que cayera durante mi juventud en un grave aislamiento, una soledad muy dolorosa, sin un círculo social, una pareja, en un entorno familiar en el que reinaba una violencia tremenda. El sufrimiento al que todo ello dio lugar pudo haber sido incluso el detonante para que pusiera fin a mi vida, una idea presente en mi mente desde mi infancia.
Como mencioné en las entradas anteriores, mucha de la violencia que he vivido tuvo su origen en envidia. La violencia a que esa baja pasión dio lugar fue en ocasiones de intensidad tal que conllevaba el deseo de destruirme (como en el caso de mi “amigo” el megalómano que me dio el primer empleo de toda mi vida, y de ese psiquiatra de aspecto muy autóctono, verdaderos canallas; así como el psicópata que me acosó durante más de cuatro años en una empresa del ramo farmacéutico, a donde ingresé el día que cumplí 51 años de edad).
En muchas ocasiones, esas manifestaciones de violencia dieron lugar a un sufrimiento más o menos severo, pero de consecuencias no graves; en muchas otras ocasiones, los efectos no fueron muy lesivos, pero sí dejaron recuerdos que alimentaron ese síntoma tan problemático de la neurosis que padezco: la obsesión.
¿Qué dio lugar a tanto malestar entre esos individuos en quienes mi persona despertó esa baja pasión, envidia?
Nací neuro-divergente, (muy probablemente con características de síndrome Asperger). Una visión periférica de 35 por ciento en un ojo, sin poder enfocar; dificultades muy severas de coordinación motriz, dificultades para aprender todo lo que tuviera que ver con números (matemáticas). En mi infancia comencé a esforzarme para superar esos problemas de motricidad, sometiéndome a sesiones de salto de cuerda frecuentes (prácticamente cotidianas), más tarde comencé a practicar la carrera pedestre y muchos años después el ciclismo de ruta. Aprendí sobre buenos hábitos de higiene, como un régimen alimentario sano, evitar azúcar (sacarosa) y tabaco, abuso de alcohol etílico, etc.
Más adelante, me convertí en un autodidacta para aprender matemáticas a nivel ingeniería. También aprendí una lengua extranjera, el inglés, principalmente como autodidacta, mediante la lectura de libros completos (no abreviados) y todo tipo de material impreso (publicaciones periódicas) buscando cada palabra desconocida en diccionarios bilingües y más tarde en diccionarios no bilingües (Longman y Merriam Webster) durante muchos años, lo cual incrementó mi cultura general, conocimientos de literatura y muchos temas, algo que me brindó un nivel intelectual / cultural poco común. Mi interés en la cultura y el conocimiento enriqueció mi vida en gran medida, algo que muchas personas no se permiten, se dañan y mutilan a sí mismas.
¿Qué es todo ello, esforzarme para enfrentar tanta adversidad? Algo que en psicología se conoce como un mecanismo de defensa, positivo: compensación.
Muchos de los individuos en los que desperté envidia, sintieron furia (de diferente intensidad) cuyo origen no era lo que yo había hecho, sino lo que ellos no hicieron. Contando con circunstancias favorables en lo económico, sin ningún tipo de obstáculo infranqueable, ellos decidieron no convertir sus debilidades en fortalezas (como hice yo, con ese mecanismo de defensa positivo, compensación) y en cambio optaron por hacer lo contrario; incrementar sus debilidades en la mayor medida posible.
Considero a quienes hacen eso, individuos despreciables, ratones emasculados. La clase de personas que no necesitan que nadie les haga daño. Su postura ante la vida podría expresarse así:
No voy a permitir a nadie que arruine mi vida, si yo puedo arruinarla por mí mismo. Si no me es posible, le pediré a alguien que me eche la mano.
Tantas personas no conocen el significado de las palabras. Me considerarían un fracasado por no haber logrado lo que me propuse. No saben que el fracaso no existe más que para aquel que no hace su mejor esfuerzo; más aún para quien ni siquiera lo intenta.
Para superar la obsesión, suprimirla (el síntoma más problemático de mi grave neurosis), escribiré sobre estos asuntos, grabaré los textos leyéndolos en voz alta con intención de internalizar mi realidad, mis logros, la conciencia de que enfrenté la adversidad que la vida me deparó (a la que muchos no habrían sobrevivido) y pese a que mi juventud e incluso mi edad madura terminaron (me encuentro en el inicio de la séptima década de mi vida), puedo sanar y empezar a vivir en plenitud.

Apareció en mi mente esa bella melodía de la autoría de George Frideric Handel, Lascia ch’io pianga. Descubrí su significado, interpreté eso como una señal del destino, y durante unas horas fui feliz.
Soltaré la espina y tomaré la rosa.
Hoy doy gracias a la vida, y a ese gigante, músico sajón del s. XVII, George Frideric Handel.

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Origen de una forma de violencia, la envidia - Segunda parte
Desde mi infancia, mi apariencia, mi discurso (que reflejaba un nivel intelectual poco común pese a ser un pésimo estudiante) y características deseables, despertaron incomodidad, frustración y furia en compañeros de escuela, maestros, vecinos, familiares y muchos extraños en diferentes entornos, que expresaron mediante diversas formas de hostilidad y violencia, algo que sucedió con demasiada frecuencia durante mi infancia, durante mi adolescencia y durante mi juventud. En mi edad madura disminuyó en cierta medida, pero no desapareció y en cambio dio lugar a ese acoso laboral de que fui objeto en un empleo durante más de cuatro años, el cual no fue perpetrado solamente por el acosador (un narcisista maligno) sino también por sus allegados (subalternos, el psicópata que ocupaba un puesto de jefatura) pese a que yo era 19 años mayor que ese acosador, y alrededor de 20 años mayor que sus monos voladores (flying monkeys); esos perpetradores de violencia vicaria (proxy violence).

Ese estrés postraumático que he padecido durante cerca de cuatro años —a partir de que perdí mi empleo, cuando se consumó una enorme injusticia— he recordado miles de vivencias de conflicto con individuos que a lo largo de mi existencia me violentaron de diversas maneras (casi siempre indirectas, cobardes) movidos por la furia que despertaba en ellos percibir en mí características de las que ellos carecían. Ser delgado y físicamente apto, razonablemente fuerte, fisonomía caucásica, un cociente intelectual alto, un nivel intelectual – cultural poco común, etc., hacía que esos individuos se sintieran intimidados en mi presencia y ello provocaba un intenso malestar, frustración, furia, origen de sus diversas manifestaciones de violencia cobarde.

Muchos años antes, un individuo que fue mi compañero en la universidad, —que me odiaba, sin ser capaz de disimularlo— me contrató para el primer empleo de toda mi vida (yo contaba con 33 años de edad, él era un año menor que yo) en el que no duré tres meses. Nunca tuvo intenciones de ayudarme, su motivación fue llevarme a un entorno (laboral) que él conocía bien, pues había ejercido durante 10 años, mientras que yo no había trabajado un solo día de mi vida; su intención era demostrarse a sí mismo, a mí y a quien se hallara presente, que intelectualmente era infinitamente superior a mí. Cuando ese megalómano se encontró con que había campos del intelecto en el que yo no solamente no era inferior a él, sino que incluso lo superaba por mucho, la lesión narcisista dio lugar a que me atacara (mediante agresiones verbales extremas), me acosara; yo presenté mi renuncia con dos meses y medio de antigüedad en el puesto, mi vida cayó a un precipicio.
Durante un periodo (discontinuo) de 16 años, me atendieron tres médicos psiquiatras delincuentes, tres de las personas que más daño me hicieron. El último, presentaba un origen racial – étnico, muy cargado a lo indígena; de piel oscura, estatura mediana y fisonomía en la que no se percibía por ningún lado el origen español / europeo.
Su aspecto resultaba muy precario, me atendió durante once años, identificó mi grave patología y manejó el asunto como si mi único problema fuera una incapacidad por aceptar que el mundo no es un paraíso terrenal —un edén—, que la vida presenta dificultades, y que el no haber carecido de nada jamás y el abrumador amor de unos padres poco menos que perfectos imposibilitó que me fortaleciera, y en cambio me debilitó en extremo.

Ese mal individuo, médico psiquiatra, intentó destruirme, que al sentirme abrumado por la desesperación atentara contra mi vida; o como mínimo, acabara arruinado por abuso de sustancias, adicción a drogas legales como el alcohol y el tabaco y/o drogas no legales como cocaína, heroína, etc. Ese médico delincuente, perverso había identificado a mi padre como un narcisista maligno —de lo cual jamás me puso al tanto, por supuesto—, un psicópata que había vivido torturándome y conocía también mi historia de vida, cómo enfrenté una adversidad tremenda realizando esfuerzos titánicos, mostrando una actitud valiente y una energía que parecería formidable. Su motivación fue la envidia, habiendo percibido enormes diferencias entre él y yo.
¿Qué hacer con todo lo que he mencionado, con esas manifestaciones de violencia, sus efectos diversos en mi existencia?
Intentaré responder esta interrogante en la siguiente entrada.
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Origen de una forma de violencia, la envidia - Primera parte
Pese a la dificultad, lo mencionaré: mi persona, —características que yo presento, consideradas positivas, deseables— despiertan envidia en un cierto número de personas. Pese a que no son muchas (una mayoría), donde me encuentro (sea de paso por la vía pública, algún comercio, un clima laboral, convivencia esporádica con otras personas como “amigos”, vecinos, conocidos o familiares), individuos (casi siempre del género masculino) muestran hostilidad no muy disimulada, que manifiestan de forma cobarde; la expresión de sus rostros, su lenguaje corporal; agresión verbal conocida coloquialmente como “habladas” o “indirectas”, intentan hacer parecer que lo que yo digo es un desacierto o una tontería, etc.

Llegué al mundo acompañado de una hermana gemela, —ella nació cinco minutos después de mí. En un mundo en el que un alto porcentaje de las personas que tienen hijos prefieren al hijo varón sobre las hijas, género femenino, esa hermana se sintió ignorada, excluida, y en su infancia comenzó a albergar un resentimiento intenso contra su hermano gemelo (y único varón), que por añadidura, contaba con características muy apreciadas como sus atributos físicos (piel muy blanca, fisonomía de un individuo proveniente del viejo mundo, de raza caucásica) y un cociente intelectual a todas luces muy por arriba del promedio, etc.
Sin pretender tal cosa, acaparé la atención de muchas personas desde que era un bebé (empezando por mis padres y otros familiares, por supuesto), mientras que mi hermana gemela pasaba desapercibida. También sin pretenderlo, acaparé la violencia de un padre narcisista maligno (un psicópata) que había formado con su cónyuge (mi madre) una simbiosis sadomasoquista. Ella vivía como si padeciera una psicosis, tal vez esquizofrenia. El origen de ello era haber sido violentada desde que llegó al mundo por padres terribles; por lo cual se había ido de su hogar siendo una adolescente, conoció a un individuo cuatro años y algunos meses mayor que ella, con el que contrajo nupcias un día antes o un día después de cumplir 20 años de edad.
Nací con una capacidad visual muy disminuida en uno de mis ojos (el izquierdo, 35 por ciento de visión periférica, sin poder enfocar) y por ello inicié mi existencia como si contara solamente con un ojo, el derecho. Además, presenté dificultades muy severas de coordinación motora (me tropezaba con mis pies) y pese a presentar un talento poco común en todo aquello que involucrara lectura y escritura, todo aquello que involucrara números (aritmética, más tarde álgebra, etc.,) la dificultad para aprender resultó extrema.

Mi hermana gemela no presentaba esos atributos físicos deseables, a todas luces no era tan inteligente como yo, pero no le resultaba difícil aprender nada en las aulas, obtenía buenas notas, presentaba buen comportamiento, no incurría en faltas de disciplina ni de ningún tipo, etc., a diferencia de su hermano gemelo, típico niño problema.
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Sustituir pensamientos de obsesión por aprendizaje
Al volver a leer libros de Erich Fromm, mi gran maestro, he tomado notas en un cuaderno, copiando párrafos de libros como El Corazón del Hombre, El Arte de Amar y Ética y Psicoanálisis, que a mi parecer conllevan ideas formidables que debo asimilar como conocimientos para la vida, que enriquecerán mi existencia, me permitirán superar mi grave neurosis (patología, un trastorno límite de la personalidad, considerada muy grave) y cuando haya conseguido sanar, seré capaz de desarrollar mis potencialidades — cualquiera que estas sean—, algo que he conseguido solamente en cierta medida por lo anteriormente mencionado.

En uno de mis cuadernos he escrito notas —muy pocas—, de los libros antes mencionados y definiciones de términos como libido (energía vital) y megalomanía (una manifestación de patología narcisista grave), simbiosis, etc., mismas que pronto estudiaré utilizando incluso técnicas novedosas como leerlas en voz alta y grabarlas para escucharlas usando mi reproductor mp3, etc., y así espero ser capaz de transformar ese sufrimiento que se ha manifestado en mi mente, en forma de recuerdos, durante muchos años, décadas (no menos de 30, tal vez más), cuya manifestación es la continuación de esa tortura que perpetró contra mí el peor enemigo que jamás tuve, mi padre psicópata.

El leer el capítulo 2 de El Corazón del Hombre, que se titula Diferentes Formas de Violencia (incluso lo conseguí en inglés, Different Forms of Violence), me topé con una de esas manifestaciones, a la que no presté mucha atención cuando lo leí en tiempos recientes, pero al volver a leerlo, descubrí algo difícil de expresar porque podría parecer una manifestación de patología narcisista grave.
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Lascia ch’io pianga
Déjame llorar, originalmente Lascia la spina, cogli la rosa, (deja la espina, toma la rosa). Una aria soprano en idioma italiano compuesta por George Frideric Handel, que se ha convertido en una popular pieza de concierto.

Vino de pronto a mi mente sin que yo supiera por qué. Cuando busqué información sobre el tema en Wikipedia en inglés (que uso con mucha frecuencia, la considero una maravilla), percibí algo difícil de explicar, pero para mí de lo más afortunado. Mi recuperación total se está consolidando.
Durante los últimos años (cerca de cuatro) he vivido un estrés postraumático terrible porque fui objeto de acoso laboral perpetrado por un psicópata en un empleo que desempeñé durante un poco más de seis años; mi padre fue un psicópata (fallecido en diciembre de 2007, cuando yo contaba con 43 años y siete meses de edad), que me violentó de muchas maneras, una de las más lesivas, dañando mi salud mental mediante una técnica perversa que en la actualidad se ha dado a conocer con un término coloquial: luz de gas, del inglés gaslighting.

He recordado miles de vivencias en que mi padre psicópata saboteaba mi discurso (ideas que yo expresaba de manera clara, no se prestaban a ningún tipo de confusión) provocando un malestar muy severo. Hizo eso durante décadas (desde mi temprana infancia) y eso dio lugar a una neurosis cuyo síntoma más lesivo es la obsesión. Repito miles de veces en mi mente vivencias de ese tipo (frustración) en que mi interlocutor deforma lo que yo dije, con toda intención, e incluso pone palabras (o discursos) en mi boca, con intención de sabotear mi discurso e incluso hacerme parecer inconcebiblemente tonto, estúpido.
Recordar, revivir, analizar y argumentar sobre ese tipo de vivencias (obsesión muy severa) dificulta o incluso imposibilita que haga algo productivo y la frustración que me produce cultivar el dolor (algo que no he sido capaz de evitar) me provoca un sufrimiento casi permanente.
He buscado información sobre salud mental, he leído y estudiado libros de Erich Fromm, psicoanálisis, psicología; sobre patologías narcisistas graves, he aprendido y se han dado en mi mente momentos de insight e incluso de epifanía, que pese a haber sido muy dolorosos en ciertos momentos, han hecho posible que consiga recuperarme, sanar. Si sucede esto, podré vivir en plenitud.

Al pedalear en mi bicicleta de carreras, sobre rodillos, intento apartar de mi mente esos recuerdos de vivencias difíciles en las que mi padre y otros narcisistas malignos son los perpetradores de violencia en mi contra. En ocasiones uso mi reproductor mp3 con audífonos para escuchar géneros musicales diversos, casi siempre populares, aunque en ocasiones escucho música del periodo Clásico, o mejor aún, del Barroco.

Johann Sebastian Bach, Antonio Vivaldi y George Frideric Handel son mis músicos favoritos de ese periodo, el Barroco. Escucho con frecuencia los Conciertos de Brandemburgo, Las Cuatro Estaciones y conciertos para cuerdas, vientos, arias y El Mesías (pese a ser ateo), un placer que además me ayuda a sobrellevar el sufrimiento psíquico a que da lugar mi grave neurosis (patología, TLP), un efecto sedante sin los efectos dañinos que conllevan los fármacos (muy probablemente irreversibles).
También escucho música de Beethoven, Chopin, Schubert, Haydn y otros compositores del periodo Clásico, algo que me ayuda a cobrar conciencia de que entre mis grandes aciertos se encuentra mi interés en la cultura y el conocimiento, lo cual enriqueció mi vida. Tiendo a contemplar el sufrimiento que ha dominado mi existencia por la violencia que mis padres y muchas otras personas perpetraron contra mí, perdiendo de vista mis logros, lo mucho que me esforcé para enfrentar tanta adversidad, convirtiendo mis debilidades en fortalezas, fui capaz de evitar el abuso de sustancias (drogas legales como el tabaco y el alcohol, así como drogas no legales), adoptar buenos hábitos como un régimen alimentario compuesto por alimentos y bebidas sanos y nutritivos, deporte (carrera a pie durante 10 años, ciclismo de ruta durante unos 30 años), etc.
Así, se me vino a la mente esa bella aria de Handel, Lascia ch´io pianga. No sabía nada sobre eso (no conocía el significado de ninguna de esas palabras), busqué la melodía en YouTube e información en Wikipedia en inglés, y me percaté de que esa súbita aparición en mi psiquis constituyó una de esas vivencias que la ciencia no puede explicar, pero existen.
Ha llegado el momento de soltar la espina y tomar la rosa.
En la siguiente entrada, mencionaré la idea que se me vino a la mente unas 24 horas más tarde, durante las primeras horas del domingo (madrugada).
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Vencer a un padre torturador, y con él a muchos otros antagonistas, segunda parte
Así, ese hombre que fue objeto de violencia sistemática ejercida por su padre, con participación de muchas personas durante no menos de 40 años, ha conseguido hacerse de un mecanismo mental que se activa cuando aparecen en su mente recuerdos de su padre, o de alguno de los decenas de individuos que en su historia de vida lo violentaron, movidos por la envidia, sintiéndose intimidados por sus características consideradas deseables, una amalgama que formaban la apariencia que proyectaba, su nivel intelectual y cultural poco común, su energía vital, su fortaleza mental y su valor al enfrentar tanta adversidad.
Ese hombre representaba el polo opuesto que formaban sus antagonistas, que lo atacaban sistemáticamente haciendo uso de violencia indirecta —cobarde— usando tácticas de chisme, intriga, maledicencia y luz de gas —gaslighting.
Cuando surge en su mente algún recuerdo del padre narcisista maligno, incestuoso y necrófilo, el hijo sobreviviente consigue suprimir la vivencia percatándose de que ese ser monstruoso logró su objetivo, se auto-aniquiló. Lo mismo sucede cuando aparece en su memoria alguno de sus decenas de antagonistas que se comportaron como ratones emasculados.
¿Por qué seguir dilapidando esa energía psíquica recordando a individuos tan autosuficientes? Autosuficientes porque no necesitaron la ayuda de nadie para arruinar sus vidas; decidieron que ellos contaban con la determinación y la energía para ello y al conseguirlo, se proclamaron campeones asegurando —a su manera de ver— su lugar en la historia.
En esto último sí se equivocaron. No fueron capaces de percatarse que son tantos quienes optan por hacer eso, eligen convertirse en sus propios verdugos, que sus números rondan cifras estratosféricas, mientras que quienes hacen lo contrario integran una muy honrosa minoría.
Sea como sea, el mayor problema de ese hijo que fue objeto de tortura psicológica perpetrada por un padre de características demoniacas, ha quedado resuelto. Ha derrotado contundentemente a su padre y con él, a decenas de antagonistas de características destructivas diversas.
Ese hombre que fue torturado por su padre y violentado por muchas otras personas ha superado una adversidad a la que muchos no habrían sobrevivido. En un mundo que no tolera la verdad, él la ha encontrado, la ha internalizado y al hacer tal cosa, ha alcanzado la sanación.
Esa idea, alcanzar la sanación al hallar la verdad, es parte del legado de Sigmund Freud, uno de los hombres más brillantes de la historia, si bien mi maestro es otro psicoanalista, Erich Fromm.
Hoy he sido feliz, algo que quisiera compartir con quien sufre y siente que vive al límite de sus fuerzas. Mientras haya vida, habrá esperanza.
La violencia no es fuerza, sino lo contrario; la violencia es debilidad. No buscaré más la venganza, cambiaré mi postura —la parte necrófila— por una actitud biófila. Como el gran poeta José Martí, cultivaré una rosa blanca no solamente para el amigo sincero que me dio su mano franca, sino también para el cruel que me arrancó el corazón con que vivo.
Esa es la mayor riqueza que puede existir

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Vencer a un padre torturador, y con él a muchos otros antagonistas, primera parte

Ese único hijo varón proyectaba la apariencia de un individuo proveniente del viejo continente, de origen caucásico, sin ser tal cosa. Su padre y sus cinco hermanos, nacidos a en las décadas de los años 1930 y 1940, también parecían provenir de ese viejo mundo; el pelo de todos era castaño, sus eran ojos azules, y sus estaturas se encontraban por arriba del promedio.
¿Por qué?
Porque sus abuelos llegaron a estas tierras conocidas en los últimos años del siglo XIX, formando parte de la comitiva de un monarca importado de un imperio de Europa central por petición de las clases altas (conservadoras) de una nación naciente, recién independizada. Ese primer y último monarca acabó fusilado inmediatamente después de ser derrocado; su reinado había sido muy breve, de escasos tres años.
El imperio del que provenían esos abuelos del padre narcisista maligno e incestuoso se había distinguido por su inhumanidad, su decadencia y su rapiña despiadada al someter a las poblaciones de otras regiones del globo, saquearlas y cometer crímenes contra la humanidad. En un coto de caza, Mayerling, un hijo del emperador, se quitó la vida en un pacto suicida con su joven amante, o ambos fueron asesinados por mandato de su padre. Por esos días (abril de 1889) nació en ese imperio un hombre que simbolizaría la mayor depravación humana de la era moderna, si bien, eso resulta bastante engañoso —un éxito de quienes escriben los libros de historia.
Parece poco probable que la destructividad de ese padre narcisista maligno, de tendencias fuertemente incestuosas, de carácter autoritario (sádico) tuviera su origen en el imperio arriba mencionado, pues otros imperios que se gestaron en ese mismo —viejo— continente cometieron también crímenes gigantescos (esclavizar a sus poblaciones, arrebatarles sus materias primas y su riqueza, genocidios) en otras regiones del globo, si bien, como se mencionó antes, todo ese horror fue ocultado hábilmente y con mucho éxito al escribir los libros de historia.
Pero abordando la parte importante de este texto, el objetivo es superar ese síntoma tan problemático, la obsesión y así alcanzar la sanación. Para ello es necesario adentrarse en el estudio de la ciencia del hombre, de la naturaleza humana, de la destructividad y de la parte contraria, la creatividad. La primera se vincula con la necrofilia, el amor a la muerte; la segunda, se vincula con biofilia, el amor a la vida).
Al violentar a su único hijo varón y a su hija menor (a la que, como se mencionó antes, condujo a una tumba prematura), ese padre incurrió en la mayor de las miserias del ser humano. Ante dos opciones, fortalecerse o evitar esforzarse para conseguir superar su sed de venganza por la violencia que a su vez sus padres ejercieron contra él, optó por evitar hacer tal cosa. En lugar de eso, eligió elevar su debilidad mental a su máxima expresión, alimentando su de por sí descomunal narcisismo, y al hacer tal cosa, optó también por refugiarse en la fantasía, percibirse como un semidiós que aspira a convertirse en un dios.
Ese padre de características monstruosas no es el único personaje problemático en la psiquis de ese hijo varón que sobrevivió a esa violencia perpetrada con intenciones homicidas. Acompañan a ese padre verdugo muchos otros individuos que violentando a ese hijo de diversas maneras —y con resultados diversos—, manifestaron esa miseria tan emblemática en tantos individuos que exhiben su debilidad mental, su impotencia vital y su cobardía. Pareciera que se plantearon como objetivo hacerse de una insignia de desprecio, y lo lograron con un éxito contundente.
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Ser hijo de un psicópata, cuando la vida ha jugado rudo

Padre narcisista maligno, psicópata. Declaraba formalmente que amaba a ese único hijo varón —que había llegado al mundo acompañado de una hermana gemela, nacida cinco minutos después de él—; cuatro años más tarde nació otra niña en la que el padre incestuoso creyó percibir todas las virtudes que pueden caracterizar a una mujer —las de su madre. Cuando los hijos mayores (gemelos fraternos arriba mencionados, niño y niña) contaban con ocho años de edad, nació la hija menor, que despertó en su padre narcisista con fuertes tendencias incestuosas un deseo irrefrenable de lastimarla en la mayor medida posible. Para ello se valdría de tácticas diferentes a las que usaba con su único hijo varón, pero no menos lesivas. Usaría sus talentos para torturar a dos de sus hijos de manera cotidiana, como una forma de vida. En algún momento, se acuñaría un término coloquial para describir esa táctica perversa que tiene como intención dañar la salud mental de la víctima en la mayor medida posible: luz de gas; en inglés, gaslighting.

Ese padre monstruoso falleció hace 17 años y cinco meses. Su hija menor murió un año y medio antes que él, dejando un hijo varón que llegaba a la pubertad y dos niñas pequeñas de apenas tres y cuatro años de edad. Consiguió aniquilar a esa hija menor, la había arruinado para poco tiempo después atacarla sexualmente —intentó violarla—; la adversidad resultante mermó su salud física a tal grado que un día fue diagnosticada con una enfermedad autoinmune, lupus, que la fulminó al cabo de unos meses. Fue demasiado lo que esa hija menor tuvo que enfrentar.
A su único hijo varón, lo hizo responsable desde su más temprana infancia de todo lo que estaba mal en su vida; al cabo de unos años, lo hizo responsable de todo lo que estaba mal en el mundo.
Eso dio lugar a una patología muy lesiva, del tipo que en tiempos pasados —no muy lejanos— se definía como neurosis, un trastorno límite de la personalidad —TLP, Borderline Personality Disorder en inglés.
¿Cómo superar esa grave patología, cómo sanar?
Una posibilidad es conocer la naturaleza humana.
Ese padre narcisista maligno, psicópata, se valió de esa táctica —luz de gas, gaslighting— para ejercer tortura psíquica contra su hijo varón, que expresaba ideas de forma clara, correcta; el padre modificaba de forma sistemática lo que su hijo había dicho, a un grado que la deformación hacía parecer que lo expresado era producto de la mente de un ser oligofrénico de un nivel jamás visto en la historia de la humanidad.
Esa fue solamente una de las formas de violencia que ejerció ese individuo que parecía la personificación de la mayor destructividad humana. Y pese a ello, casi ninguna persona que interactuó con él lo percibió como tal.
¿Cómo superar la grave neurosis (patología) que dejó como legado ese ser de características necrófilas, vampirezcas y demoniacas?
Una posibilidad es conocer la ciencia del hombre. ¿Cómo definir, explicar la destructividad humana, su origen, su contraparte, para hacer posible evitar la catástrofe y que triunfe el amor a la vida, la biofilia?
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Párrafos selectos del capítulo 3 de Profit Over People, Noam Chomsky; neoliberalismo

PENSAMIENTOS INDECENTES
No se espera que personas respetables recuerden una reacción popular que se dio cuando Kennedy intentó organizar una acción colectiva en contra de Cuba en 1961: México no podría participar, explicó un diplomático, porque “si declaramos públicamente que Cuba es una amenaza a nuestra seguridad, cuarenta millones de mexicanos morirán de risa.” Aquí adoptamos posturas más sobrias cuando se trata de la seguridad nacional.


Tampoco se registraron decesos por hilaridad cuando el vocero de la administración, Stuart Eizenstat, al justificar el rechazo de Washington a los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio, argumentó que “Europa desafía ‘tres décadas de política estadounidense ante Cuba iniciada durante la administración Kennedy,’ que tiene como intención imponer un cambio de gobierno en la Habana”. Una reacción sobria es totalmente apropiada ante la postura estadounidense sobre su derecho a derrocar a cualquier gobierno; en este caso, mediante agresión, terror en alta escala, y estrangulamiento económico. La postura continúa vigente y aparentemente, sin desafío, pero la declaración de Eizenstat fue criticada en términos más estrechos por el historiador Arthur Schlesinger: Escribió “como alguien que estuvo involucrado en la política ante Cuba de la administración Kennedy”, señaló Schlesinger que el Subsecretario de Comercio Eizenstat había malinterpretado las políticas de esa administración Kennedy. Su preocupación era “lo problemática que resultaría Cuba en el hemisferio” y la “conexión soviética”. Pero estos hechos han quedado en el pasado y por ello las políticas de Clinton son un anacronismo, si bien en otro sentido, parecerían inobjetables.

Schlesinger no explicó el significado de las frases “problemática en el hemisferio” ni “la conexión soviética”, pero lo ha hecho en otros entornos, en secreto. Al entregar al presidente entrante un informe respecto a las conclusiones sobre la Misión en América Latina a principios de 1961, Schlesinger explicó en detalle el problema de la “problemática” que representaba Castro: se trata de “la propagación de su idea sobre el derecho a ocuparse de sus propios asuntos”, un problema serio, añadió poco tiempo después, cuando “la distribución de la tierra y otras formas de riqueza nacional favorecen a las clases propietarias… [y] quienes viven en pobreza y carecen de privilegios, estimulados por el ejemplo de la revolución cubana, exigen oportunidades para llevar una vida digna”. Schlesinger explicó también la amenaza de la “conexión soviética”: “Mientras tanto, la Unión Soviética acecha en las alas, concediendo cuantiosos préstamos para desarrollo y presentándose como el modelo para lograr la modernización en el lapso de tiempo de una sola generación”. La “conexión soviética” fue percibida bajo una luz similar, si bien de manera más amplia, en Washington y Londres, desde los orígenes de la guerra fría en 1917 y hasta la década de 1960, donde termina el registro de documentos vigente.

Schlesinger también recomendó al presidente entrante “una cierta dosis de maíz de altos vuelos” sobre “los objetivos más elevados de la cultura y del espíritu” que “resultarán fascinantes para audiencias al sur de la frontera, donde análisis meta históricos son objeto de admiración inmoderada”. Mientras tanto, nos ocuparemos de asuntos importantes. Para ilustrar lo mucho que cambian las circunstancias, Schlesinger criticó también de forma realista “la influencia perniciosa del Fondo Monetario Internacional”, cuando asumió la versión durante los años de la década de 1950 de lo que hoy es el “consenso Washington” (“ajuste estructural”, “neoliberalismo”).
Con estas explicaciones secretas sobre Castro, “la problemática en el hemisferio” y la “conexión soviética”, avanzamos en la comprensión de la realidad de la guerra fría. Pero ese es otro asunto.

#noam chomsky#neoliberalismo#profit over people#administración kennedy#arthur schlesinger#stuart eizenstat
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